Bajo Bukele 53 periodistas huyeron del país en meses

En menos de unos meses, el gobierno de Nayib Bukele ha empujado al exilio a 53 periodistas salvadoreños. Carlos Dada, fundador de El Faro, vive su segundo destierro, símbolo de un país donde el poder se ha vuelto amenazante y totalitario.


Sería 2010 o 2011 cuando Carlos Dada, periodista salvadoreño y fundador del influyente medio digital El Faro, se sentó frente a Nayib Bukele en una cafetería de la Zona Rosa de San Salvador. Bukele, joven aspirante político en ese entonces, le propuso comprar el medio. Dada respondió con un tajante no. Esa negativa marcaría el inicio de una relación de confrontación constante.

A lo largo de los años, El Faro mantuvo su rol crítico, documentando la corrupción, aun cuando los presidentes anteriores habían salido de las filas del FMLN. La carrera de Bukele, veloz y ambiciosa, lo llevó de alcalde a presidente, desviando sus ideas hacia la extrema derecha y consolidando un poder casi absoluto.

En 2021, Dada emprendió su segundo exilio: salió de su casa “sin tender la cama”, y desde entonces no ha podido regresar. Ahora reside en Holanda, enfrentando la cruda realidad de un país donde la persecución judicial y las amenazas físicas son moneda corriente. Cámaras, drones y vehículos vigilantes se convirtieron en parte de su cotidianidad antes de huir.

La situación no es exclusiva de Dada. En los últimos meses, 53 periodistas de medios independientes, incluyendo 25 de El Faro, han salido de El Salvador. La Asociación de Periodistas del país trasladó sus operaciones al exterior por primera vez en 80 años, mientras su director, Sergio Arauz, lucha por garantizar vías seguras y sustento mínimo para quienes se ven obligados al exilio.

El país vive un régimen de excepción sin fecha de término, con más de 88 mil ciudadanos arrestados sin debido proceso y cárceles donde la tortura y las muertes se han vuelto habituales. Defensores de derechos humanos como Ingrid Escobar han tenido que huir por denunciar abusos. El Faro documenta historias de inocentes muertos en prisión, señalando que ninguno era pandillero.

Para Dada y sus colegas, este éxodo es un símbolo de un proceso político deteriorado. Bukele controla poderes legislativo y judicial, redes sociales y negocios, intentando silenciar a las últimas voces críticas del periodismo en El Salvador, replicando modelos autoritarios y antiterroristas que resuenan más allá de sus fronteras.

Con información de Blanche Petrich para La Jornada.

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