Moscú lanzó más de 50 misiles y 650 drones contra una decena de regiones ucranianas, golpeando infraestructuras energéticas y provocando apagones generalizados. Kiev denuncia una nueva campaña para dejar sin luz y calefacción al país antes del invierno.
La madrugada del 30 de octubre, Rusia desató un nuevo ataque combinado contra Ucrania que dejó al menos dos muertos, una decena de heridos y severos daños en el sistema energético nacional. De acuerdo con el presidente Volodímir Zelenski, el Kremlin empleó más de 650 drones y 50 misiles de diverso tipo para bombardear centrales térmicas, instalaciones eléctricas y zonas residenciales en distintas regiones del país.
Las autoridades ucranianas implementaron cortes de electricidad de emergencia y modificaron los horarios ferroviarios ante la magnitud de los daños. En regiones como Vínitsia, los apagones también afectaron el suministro de agua y calefacción.
La empresa estatal Ukrenergo advirtió que el consumo energético fue limitado en todas las provincias para evitar un colapso total de la red. En tanto, DTEK —la principal compañía privada del sector— informó que varias de sus centrales térmicas fueron atacadas por tercera vez en lo que va de octubre, acumulando más de 200 agresiones desde el inicio de la guerra.
Mientras tanto, en el frente de Pokrovsk, las fuerzas ucranianas aseguraron haber repelido 55 ofensivas rusas en las últimas 24 horas. Según fuentes militares, Moscú mantiene su estrategia de infiltrar pequeños grupos de combate en la ciudad para abrir brechas dentro de las defensas locales.
En su mensaje nocturno, Zelenski subrayó que la situación en Pokrovsk es actualmente “la más difícil del país”, y calificó cada avance defensivo como “un logro nacional” frente a una ofensiva que, pese a la presión internacional, no muestra señales de disminuir.


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