En sus primeros seis meses de regreso al poder, Donald Trump presume mano dura contra la migración: 300 mil inmigrantes indocumentados arrestados, de los cuales “casi el 70% eran delincuentes”, según su vocera Karoline Leavitt, sin presentar pruebas que respalden la cifra.
La Casa Blanca califica el dato como “un éxito total” al afirmar que las detenciones eliminan amenazas para la seguridad pública y facilitan la deportación de personas a sus países de origen. La estrategia ha reforzado el papel del ICE y busca cumplir la promesa de una campaña masiva de deportaciones.

Sin embargo, defensores de migrantes denuncian abusos: detenciones en centros como el polémico “Alligator Alcatraz”, deportación de madres con hijos enfermos y traslados a prisiones de alta seguridad sin cargos formales.
La Oficina de Aduanas y Patrulla Fronteriza (CBP) reporta que los cruces ilegales cayeron en julio a mínimos históricos, con 24 mil 628 encuentros fronterizos, un 92% menos que hace un año. Aun así, Trump impulsa miles de millones de dólares para el muro y más agentes, financiados con recortes a la ciencia y ayuda humanitaria.