Entre escombros y desplazamiento, miles de niños en Gaza regresan a la escuela tras dos años de guerra. Sin pupitres ni materiales, pero con la esperanza intacta, intentan recuperar su infancia en aulas que alguna vez fueron refugio de guerra.
En medio de edificios destruidos y aulas improvisadas, cientos de niños en la Franja de Gaza comenzaron a regresar a la escuela después de dos años marcados por la guerra entre Hamás e Israel. La reapertura de los centros educativos fue posible gracias al frágil alto al fuego vigente desde el 10 de octubre, que permitió a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) iniciar la recuperación paulatina del sistema educativo.
De acuerdo con el jefe de la UNRWA, Philippe Lazzarini, más de 25 mil alumnos ya retomaron clases en espacios temporales habilitados por la agencia, mientras que otros 300 mil continúan con educación a distancia. Sin embargo, las condiciones son precarias: en la escuela Al Hasaina, ubicada en el campamento de Nuseirat, decenas de niñas y adolescentes reciben sus lecciones sentadas en el suelo, sin pupitres ni materiales básicos.
Durante el conflicto, las escuelas se convirtieron en refugio para familias desplazadas. Hoy, muchas de ellas siguen viviendo dentro de esos edificios, compartiendo espacio con los pequeños que intentan recuperar el ritmo de estudio. La escena es una mezcla de resiliencia y carencia: aulas sin techo, pizarras rotas y un futuro que lucha por abrirse paso entre los escombros.
“Estoy en sexto curso pero he perdido dos años de escolaridad por el desplazamiento y la guerra”, contó Warda Radun, una niña de 11 años que volvió al colegio con la ilusión de recuperar su vida. “Estamos retomando las clases poco a poco, hasta que la escuela quede vacía y podamos seguir aprendiendo como antes”, añadió.
El director regional de Unicef advirtió recientemente que Gaza enfrenta el riesgo de una “generación perdida”, niños sin acceso a educación ni espacios seguros, obligados a crecer en medio de la devastación. Sin embargo, el regreso a clases, aunque simbólico, representa un primer paso para reconstruir la esperanza en un territorio marcado por el dolor.







