Categoría: Daniel Cervantes

  • Reforma Guardia Nacional, error histórico: No son pueblo uniformado

    Reforma Guardia Nacional, error histórico: No son pueblo uniformado

    Antes de comenzar esta columna, le hago una pregunta al lector simpatizante con MORENA, ¿Eres de izquierda y derivado de ello va tu militancia, o eres militante y de ahí parte tu posición en la izquierda? Si te identificas con la segunda afirmación, esta columna no es para ti; en cambio, si tu simpatía va con base en un pensamiento de izquierda, te invito a seguir leyendo. 

    Comienzo advirtiendo que las instituciones no son simplemente el reflejo de decisiones individuales; más bien, operan como estructuras de poder al servicio de la clase dominante. Esto es especialmente claro en el sector castrense y dentro de las empresas. Al ingresar a una organización, los individuos son moldeados por las necesidades de dicha estructura, no al revés. Cuando una institución cambia, lo hace como respuesta a presiones históricas desde abajo, no por la influencia de “individuos elevados”. En ese sentido, los cambios siempre responden a la dinámica de los subordinados.

    Dicho lo anterior, sin importar que nuestro ejército esté nutrido en las bases por pueblo mexicano, en la práctica no tienen poder de decisión, siempre tendrán que actuar de acuerdo con las demandas de la institución a la que pertenecen. Para dejar claro el punto: El hablar de “el ejército” no es englobar un conjunto de individuos, es tomar en cuenta a una institución con una conciencia colectiva propia; y, en el caso del ejército, un poder vertical por naturaleza.

    Entendiendo lo anterior, procederé a hablar de la organización que nos compete. El ejército mexicano, sí tiene un origen popular, un comienzo en la revolución mexicana; sin embargo, no tardaron mucho tiempo en convertirse en la principal institución que ayudó al estado priista en la represión de sus opositores. La historia de nuestro ejército es sinónimo de la memoria de los movimientos sociales reprimidos (tanto de izquierda como de derecha).

    ¿Cómo olvidar la represión a los cristeros, la masacre de Tlatelolco en 1968, el Halconazo de 1971, la brutalidad en San Salvador Atenco, el operativo en Ciudad Juárez de 2008, los vuelos de la muerte, la guerra contra el EPR, el crimen de Acteal, los desaparecidos de Ayotzinapa en 2014, la presunta colaboración con el Cártel de Sinaloa durante el gobierno de Felipe Calderón, la guerra contra el narco y todos los asesinatos cometidos durante la guerra sucia? Estos son solo algunos de los innumerables crímenes de Estado perpetrados por nuestras fuerzas armadas

    ¿De verdad le piden al pueblo que tenga cariño por sus verdugos? En un país marcado por la desaparición forzada, ¿esperan que la gente quiera a sus asesinos? López Obrador llegó prometiendo que regresaría al ejército a sus cuarteles, pero una vez en el gobierno cambió completamente su discurso. Alguien podría argumentar que quizá tuvo miedo. ¿Cómo iba a gobernar con las fuerzas armadas en su contra? Tal vez quien diga eso tenga razón. Sin embargo, a esa persona le hago una pregunta: ¿Para no gobernar en contra del ejército era necesario aumentarle el presupuesto e incluso tratar de limpiar el nombre de la institución?

    Otro lector puede argumentar que era imposible sacar al ejército de las calles, quizá me deseen que vaya a las poblaciones “protegidas” por las fuerzas armadas debido a que son asediadas por el narcotráfico. A esa persona le aconsejaría que viaje a Cherán en Michoacán, a las zonas zapatistas o, que simplemente se de el tiempo de escuchar a una de las madres buscadoras que abundan por este país.

    El cambio de opinión es válido, sin embargo, deja de serlo en el momento en que ni siquiera se intentó la primera “opinión”. Nunca se intentó meter bajo ninguna política sexenal al ejército a los cuarteles, siempre fuimos en dirección de irle dando mas influencia en la política nacional. En el momento en el que escribo esta nota ya ni siquiera se está planteando la alternativa de no depender de las fuerzas armadas para seguridad interior. 

    Hoy, la principal disputa es si institucionalizamos la presencia de la SEDENA en las calles, estamos debatiendo el regalarle la policía interna al principal órgano asesino de mexicanos en nuestra historia. La reforma a la guardia nacional es un error histórico, los mexicanos del futuro van a juzgarnos duramente por ello.  En el futuro se recordará al gobierno de López Obrador por haber ido en favor de los mexicanos, por subir el salario mínimo, por pelear contra los poderes facticos y, por la politización creada en favor del pueblo de México; sin embargo, la “reforma a la guardia nacional” será un punto negro, significará la institucionalización de la militarización. Esto será el error del sexenio.

    Solo me queda hacer una pregunta a los senadores de Morena, ¿Qué semana pasarán la reforma a la Guardia Nacional? ¿La del 26 de septiembre o la del 2 de octubre?

  • Los conservadores están destinados a perder

    Los conservadores están destinados a perder

    El Partido Acción Nacional (PAN) de la actualidad, es el tataranieto neoliberal de los monarquistas del siglo XIX, bisnieto de los “científicos” del porfiriato, nieto de los hispanistas y fascistas mexicanos de los años treinta e hijo del sector empresarial y político que traicionó a los mexicanos con el FOBAPROA y la venta de empresas públicas.

    Para poder comprender a los conservadores de la actualidad, es necesario entenderlos como resultado (o parte) de un proceso histórico, no sería realista pensar que surgieron con el ascenso de la izquierda en el siglo XXI. Los movimientos conservadores han estado de lucha en lucha a lo largo de nuestra historia; sin embargo, todas (o la inmensa mayoría) las batallas que han librado, las han perdido contra la izquierda progresista que posee mayor legitimidad. 

    Para poder comprobar lo dicho anteriormente, solo hay que ver sus luchas en la actualidad y compararlas con sus anteriores causas; tomemos en cuenta que comenzaron su proceso en la historia nacional pidiendo que seamos una monarquía con un príncipe europeo, y ahora piden que se conserve la democracia liberal. Como es visible, sus derrotas hacen que entren en un proceso de resignación y luego de adaptación, para luego buscar nuevamente conservar el sistema que la izquierda deja atrás por su capacidad de buscar siempre mejorar en beneficio de las mayorías. 

    Dicho con otras palabras, la derecha está condenada a querer conservar las sobras que va dejando el proceso progresista de la izquierda. Si este razonamiento no convence al lector, a las pruebas empíricas me remito. Para poder mostrar mí punto, haré un muy breve recorrido por la historia nacional y las distintas posturas que ha tenido el sector más conservador del país en cada una de ellas.

    Una de las primeras batallas en las que se enfrentó la derecha a la izquierda después de la independencia, fue la dicotómica lucha entre si volvíamos a la nación un imperio con monarquía o una democracia liberal. Tras la caída del “Primer Imperio Mexicano”, la derecha tuvo que ceder ante la presión de lo que en ese entonces era la izquierda. Después de su pérdida y posterior adaptación de los conservadores al republicanismo, la izquierda dio otro paso, buscaba una república federal (cuyo representante fue Valentín Gómez Farías), sin embargo, la derecha siguió su lucha por conservar los poderes facticos, pero ahora desde la democracia. 

    Durante la década de 1850, se desató la Guerra de Reforma, en la que la derecha luchó por mantener el poder de la Iglesia y el centralismo, oponiéndose a las Leyes de Reforma de Benito Juárez. Sin embargo, fueron nuevamente derrotados, y los liberales consolidaron una república federal que separaba a la Iglesia del Estado. Pese a su derrota, los conservadores no se rindieron y, buscando mantener sus privilegios, invitaron a Maximiliano de Habsburgo, con apoyo extranjero, a instaurar el Segundo Imperio Mexicano.

    El imperio de Maximiliano fue efímero, y tras la intervención francesa, la república liberal fue restaurada en 1867 bajo el liderazgo de Juárez. Con la derrota imperial, los conservadores se adaptaron al republicanismo, pero continuaron buscando formas de preservar su influencia, que encontrarían durante el régimen de Porfirio Díaz. Hágase ver que otra vez se tuvieron que adaptar a una derrota contra la izquierda.

    Aunque Díaz fue un liberal en su juventud, su dictadura favoreció a las élites económicas y políticas, fortaleciendo el poder de los terratenientes y el capital extranjero. Los “científicos”, un grupo tecnócrata cercano al porfiriato, representaban esta alianza entre el conservadurismo y la dictadura, que buscaba el progreso económico a expensas de las clases populares. De esta forma se acomodaron los conservadores a un modelo republicano pero que les favorecía.

    Tras ver la izquierda (sector popular), que el modelo de gobierno de Porfirio Diaz era perfectible y que no los beneficiaba, nuevamente buscaron un cambio. La Revolución Mexicana marcó otro golpe para los conservadores, quienes vieron cómo los avances sociales y económicos de la Constitución de 1917 redistribuían tierras y limitaban el poder de las élites. Esto nuevamente iba en contra de los deseos de permanecer bajo un sistema dictatorial (porfiriato) de los conservadores, quienes dieron lucha para poder conservar sus privilegios.

    Nuevamente, los conservadores se reorganizaron, pero ahora para tener sus privilegios en el nuevo sistema. La derecha fundó el Partido Acción Nacional (PAN), en 1939. El PAN representaba a los sectores más conservadores del país, especialmente aquellos vinculados a la Iglesia y al empresariado. 

    Tras acomodarse con el nuevo sistema, aliarse con el PRI y privatizar empresas publicas con ellos; nuevamente surgió un movimiento de izquierda. Los conservadores no tuvieron mucho que hacer y se refugiaron en los medios de comunicación y el Poder Judicial. Cuando nuevamente la izquierda actuó y les quitó su lugar en el PJF, la derecha salió a las calles a tratar de conservar el nuevo sistema que les beneficiaba a ellos. 

    Como hemos visto, la derecha siempre va a tratar de conservar los sistemas que la izquierda innovó en algún punto y ahora quieren cambiar para mejorar. El proyecto original de la derecha en México fue el monarquismo, sin embargo, tuvieron que “entibiarse” al ir perdiendo de batalla en batalla. Por ello, tras una breve revisión a la historia nacional y teniendo en cuenta que el ser humano es progresista por naturaleza, no temo equivocarme al decir que los conservadores están destinados a perder 

    Nota: Si algún historiador lee esto, espero entienda que los reduccionismos en la historia hechos en la nota son dignos del espacio de una columna de opinión. Sin embargo, si se hiciera un estudio de la derecha en México de forma amplia, se llegaría a la misma conclusión del proceso de “resignación-adaptación” de nuestra derecha. 

  • Adiós Norma Piña (Adiós Mamá Carlota)

    Adiós Norma Piña (Adiós Mamá Carlota)

    1.
    Alegre el mexicano
    Con voz pausada canta,
    Y el puño ya levanta
    Con extraño rumor.

    La reforma va al senado
    Arrasando cual tornado.
    Adiós, Norma Piña;
    Adiós, mi tierno amor.

    2.
    De la remota Corte
    Te mira con tristeza
    La estúpida alianza
    Del corrupto y del traidor.

    En lo hondo de su pecho
    Ya sienten su derrota.
    Adiós, Norma Piña;
    Adiós, mi tierno amor

    3. 
    Acábense en la corte
    Excesos, distos, lujos.
    Agítense los jueces
    En fuerza de dolor.

    La chusma de sus marchas
    Gritando se alborota.
    Adiós, Norma Piña;
    Adiós, mi tierno amor.

    4.
    Murmuran sordamente
    Los tristes privilegiados,
    Lloran los magistrados
    Y el nepotismo común 

    El triste Loret de Mola
    Canta con lira rota:
    Adiós, Norma Piña;
    Adiós, mi tierno amor

    5
    Y en tanto ya los chairos
    Que ya cantan la victoria,
    Guardando tu memoria
    Sin miedo ni rencor,

    Dicen mientras la reforma
    Ya pasa hacia el senado;
    Adiós, Norma Piña;
    Adiós, mi tierno amor.

    Contexto: El poema “Adiós, Mamá Carlota” fue escrito por Vicente Riva Palacio a mediados del siglo XIX, en el contexto de la partida de Carlota de Habsburgo a Europa, en busca de apoyo para salvar el imperio. Al enterarse de su partida y del declive en el respaldo francés hacia el monarca austriaco, Riva Palacio escribió este poema, inspirado en “Adiós, oh patria mía” de Ignacio Rodríguez Galván.

    El poema, que más tarde fue musicalizado, se convirtió en un himno entre la chinaca (la guerrilla a favor de la república), pues expresaba que ya tenían en jaque al emperador impuesto por una potencia extranjera. Invito al lector a buscar esta canción en internet; realmente vale la pena escucharla.

    Hoy, en un contexto en el que nuevamente tenemos en jaque a la reacción, he escrito una versión parafraseada, dedicada a Norma Piña.

  • En México no hay oposición y eso es bueno

    En México no hay oposición y eso es bueno

    En México, durante los próximos tres años, no habrá una oposición significativa. Morena podrá aprobar cualquier iniciativa que desee. En casi cualquier parte del mundo, esto sería preocupante, pues atentaría contra la pluralidad de voces y podría ir en contra de los principios democráticos. Sin embargo, en el caso particular de México, la situación es distinta.

    Es importante mencionar que los partidos de la alianza opositora (PAN-PRI) han gobernado el país con una mayoría calificada, o casi alcanzándola, durante los últimos cien años. Han tenido la oportunidad de implementar reformas a su antojo durante todo ese tiempo. Ante esto, le pregunto al lector: ¿Para qué se utilizó esa aplastante mayoría? ¿El pueblo se benefició en realidad de los gobiernos actualmente opositores cuando tuvieron semejante poder? ¿Por qué el PRI (y el PAN en los últimos 20 años) no se habían quejado de la “sobrerrepresentación” antes?

    Mi posición en la primera pregunta sería que se ocupó el poder en un comienzo (a principios del PRI) en beneficio del pueblo mexicano, algunos de los gobiernos emanados de la revolución si vieron por el beneficio de las mayorías; sin embargo, conforme el PRI se acercaba a las posiciones del PAN, a comienzos del periodo neoliberal, se comenzó a ocupar el gobierno únicamente para beneficio de los empresarios y la cúpula del poder, en esa lógica también se ejercieron las mayorías en las cámaras. Del PAN hablaré más adelante

    Mi respuesta para la segunda va conectada con la primera. Nadie podría dudar que Lázaro Cárdenas (cuando el PRI aun se llamaba PNR) ayudo a la nación y al pueblo en concreto; sin embargo, las políticas y acciones que ejercieron las administraciones de Gortari, Zedillo y Peña, iban en total perjuicio del pueblo, en completa sintonía de los intereses del sector empresarial y capital extranjero. Fueron ellos los que convirtieron a México en una maquila y a los mexicanos en prácticamente esclavos.

    La ultima pregunta se responde sola, únicamente porque les beneficiaba, podían moverse a su antojo sin peligrar. No tenían que hacer consensos con los partidos opositores para poder emprender acciones que le convinieran. 

    En cuanto al PAN, debemos tomar en cuenta que sus dos gobiernos fueron con un PRIAN ya bien establecido (el PRIAN nació con el fraude de 1988), por ello es por lo cual gobernaron con mucha movilidad en el congreso, sus periodos se ejercieron en contra del beneficio del pueblo de México, ningún periodo del PAN es salvable, siempre han sido enemigos de los intereses nacionales.

    Según mis respuestas a las preguntas (invito al lector a darles respuesta también), podría decirse que el PRI, en un comienzo, ocupó su poder en beneficio de las mayorías; sin embargo, el PAN, siempre ha estado en favor de los empresarios, los corruptos y valores sumamente conservadores. El caso del PAN es sumamente digno de un análisis completo, debido a que para estudiarlos no solo nos debemos quedar en sus espantosos gobiernos, sino que, si hacemos un viaje al pasado, podríamos encontrar pasajes como que fueron pro-totalitarismos durante los años treinta. 

    Algo que comparten ambos, sin importar como llegaron ahí, es que han sido un lastre para la nación en los últimos treinta años, juntos aprobaron el FOBAPROA, juntos hicieron el fraude de 1988 y 2012, juntos llevaron a cabo la reforma energética durante el sexenio del Lic. Peña Nieto, juntos modificaron el articulo 27, juntos entregaron el territorio nacional a la minería extranjera, juntos autorizaron el incremento al IVA, juntos estancaron el salario mínimo y juntos  repartieron el país y a su pueblo a intereses particulares. 

    El pueblo se dio cuenta de todo ello, por eso buscó otra alternativa y votó por López Obrador. Tras el triunfo del actual presidente, todo su sistema se puso en Jaque, cayeron en una crisis tan profunda que hicieron de sus principales figuras a Xóchitl Gálvez, Lilly Téllez, Kenia López Rabadán, Miguel de la Madrid y un número limitado de políticos que son burlescos o no representan nada; su crisis fue tal, que como no podían parar las iniciativas del oficialismo en el legislativo, lo hicieron desde el judicial. El tamaño de su desesperación llegó a tal grado de declararse en moratoria para votar todo en contra en las cámaras. Ese es el nivel que tiene la oposición hasta la actualidad.

    El actual régimen esta tratando de hacer un cambio en las formas de hacer política, tiene el discurso de acabar con el neoliberalismo, ha sacado cinco millones de personas de la pobreza, está intentando hacer las cosas para mejor. Incluso la persona que mas esté en desacuerdo con este régimen, sería necia si dijera que lo ha hecho peor que el PRIAN. Sería aceptable que una persona no simpatizante de la cuarta transformación dijera que este es un muy mal gobierno, siempre y cuando tenga en su panorama histórico lo que hicieron los predecesores del actual presidente de la república.

    Dicho esto, teniendo en mente lo que gobiernos del PRIAN hicieron en sus últimos mandatos y su actuar como opositores en el gobierno del Lic. López Obrador, le pregunto al lector si acaso es menos sano tener a una oposición apátrida   con poder de decisión o, la concentración de poder en un movimiento que al menos trata de beneficiar al pueblo que ha sido olvidado durante los últimos 40 años.

    ¿Mí respuesta? Yo prefiero tener una concentración de poder en un movimiento que trata de transformar la forma de hacer política en México, en contraposición de una oposición apátrida que traicionó la confianza del pueblo de mí país durante sus gobiernos y, además, cuando les toca ser oposición, se manifiestan en moratoria negándose así a hacer su trabajo para lo cual les pagamos los mexicanos. Sin olvidar, claro, que la posición en la que están las actuales fuerzas políticas es derivado de un proceso democrático, la ciudadanía ejerció su soberanía para darle forma a los siguientes tres años de la vida publica de nuestra nación.   

  • Respuesta de un mexicano al Embajador de los Estados Unidos, Ken Salazar

    Respuesta de un mexicano al Embajador de los Estados Unidos, Ken Salazar

    Sr. Embajador de los Estados Unidos de América, Ken Salazar:

    Reciba un cordial saludo de un mexicano promedio, un latinoamericano que, a lo largo de su vida y mediante la socialización, ha aprendido el significado de su país para nuestra región. Soy una persona que forma una parte minúscula de esa conciencia colectiva y ese sentir de los pueblos al sur del Río Bravo.

    Comienzo esta carta advirtiendo que no es sorpresa para ningún latinoamericano la postura injerencista que ha tomado su gobierno en el contexto de la reforma al poder judicial. Nosotros, los habitantes del sur, aún tenemos en la memoria las múltiples ocasiones en las que los Estados Unidos han intervenido en nuestros asuntos internos. Recordamos el Plan Cóndor, que utilizaron para instalar gobiernos títeres en el Cono Sur; también tenemos presente la operación ‘Rápido y Furioso’, donde armaron a los narcotraficantes mexicanos en pleno siglo XXI. No hemos olvidado el terrorismo que impulsaron en la región a través de la ‘Escuela de las Américas’, ni tampoco el despojo de territorios a México durante el siglo XIX, entre otras múltiples intervenciones de su país en nuestra región.

    Dicho esto, permítame trasladarme al presente, tras su declaración sobre la reforma judicial: Déjeme recordarle que por medio de un voto prácticamente unánime los ciudadanos mexicanos pidieron que se hagan reformas de carácter urgente para la nación mexicana, en ese contexto se ubica la reforma al poder judicial. Por lo dicho anteriormente, no temo equivocarme al afirmar que ese cambio en el juego político mexicano viene con una carga fuerte de legitimidad, ya que es producto de una elección democrática. El posicionamiento de los Estados Unidos en el marco de una reforma de política interna compromete la soberanía popular y la democracia en México, sumándose esta intervención a la lista de ejemplos que redacté en el primer párrafo.

    También es importante aclarar que el pueblo mexicano no ignora que su declaración no está aislada de la línea que han seguido los Estados Unidos con el actual Gobierno de México. Somos conscientes del financiamiento que han otorgado a los opositores para que representen los intereses de su país en nuestro territorio. El intervencionismo imperialista de su nación hacia la mía ya es de conocimiento público. El pueblo de México y de toda Latinoamérica no está despolitizado; ya no pueden ustedes perseguir sus intereses imperiales con la misma libertad y facilidad que en el siglo pasado. Permítame recomendarle, por su propio bien, que no subestime al pueblo de México.

    No venga a mi país con un discurso sobre democracia, cuando en el suyo no existe la igualdad ante la ley; el valor del voto de cada ciudadano depende de en qué estado es depositado, pudiendo definir una elección tan solo los delegados imaginarios asignados a cada uno, sin importar por quién voten las mayorías. Como sucedió en 2016, elección en la cual la mayoría votó por Hillary Clinton, pero su sistema rudimentario dio el triunfo a Donald Trump. Esto, sin mencionar la injerencia que tienen las compañías con intereses particulares dentro de lo que ustedes llaman “democracia”.

    Señor embajador, también le recomiendo reconsiderar el trato que tienen los Estados Unidos con su principal socio comercial si quieren conservar su lugar en el plano internacional. El surgimiento de un mundo multipolar se presenta ante ustedes como un peligro, peligro de perder su hegemonía; en cambio, para nosotros, llega como una oportunidad para poder comerciar, tener mayores oportunidades, entablar relaciones diplomáticas más importantes con las nuevas potencias mundiales y ejercer una mayor soberanía. Sin mencionar que varios países de esta región (incluyendo a México) pronto también estarán dentro de las diez principales economías del planeta.

    Sin más por el momento, saludos cordiales.

  • Francisco I. Madero, Salvador Allende, Chávez/Maduro: Venezuela hoy

    Francisco I. Madero, Salvador Allende, Chávez/Maduro: Venezuela hoy

    ¿Qué tienen en común los personajes que encabezan esta columna? ¿Sus ideas? Quizá podríamos relacionar a los últimos por sus causas socialistas; sin embargo, el primero de ellos rompe con esta similitud. Mientras que Francisco I. Madero fue un liberal y sus causas no iban más allá de la búsqueda de la democracia para su país, Salvador Allende y el movimiento iniciado por Chávez, ahora encabezado por Nicolás Maduro, tienen como bandera la construcción de un estado socialista.

    Lo que realmente tienen en común estos personajes (reduciendo por cuestiones prácticas los movimientos a sus líderes) es que, en su momento, representaron un cambio en los paradigmas y lógicas burocráticas de sus naciones. Mientras Francisco I. Madero inició una revolución que transformó a México y, durante su gobierno, otorgó más libertades al pueblo, Allende llegó al poder por la vía pacífica y comenzó a implementar políticas sociales que ofrecían mayores oportunidades a los chilenos. En el caso más reciente, Chávez —como Allende— llegó al Palacio de Miraflores por la vía electoral y, ya en el poder, comenzó a implementar políticas que beneficiaban a las mayorías, un legado que ha continuado Maduro tras su ascenso al poder.

    Como hemos mencionado, los tres movimientos rompieron con el status quo de sus respectivos países y lograron grandes cambios; no obstante, cuando ocurre un giro significativo, aquellos que se beneficiaban del régimen moribundo suelen iniciar una resistencia para preservar sus privilegios (los “conservadores”). Esto también implica que los personajes mencionados no solo comparten la ruptura del orden establecido, sino que, naturalmente, también ostentan en común el haber generado una feroz resistencia conservadora. Sin embargo, esta “resistencia conservadora” no solo está conectada por su naturaleza, sino que, en todos los casos, es impulsada por los mismos actores: el Gran Capital y los Estados Unidos.

    Francisco I. Madero derrocó una dictadura que permitía la esclavitud y fomentaba una excesiva desigualdad económica entre los mexicanos. Al hacerlo, se “echó encima” a los grandes hacendados, a los oligarcas de la época y, también, a los Estados Unidos, cuyos intereses en nuestro país se vieron perjudicados tras la caída de la dictadura porfirista. La reacción contra Madero condujo a su fracaso. Pocos años después de iniciado su gobierno, el embajador de los Estados Unidos, Henry Lane Wilson, unió a los distintos grupos conservadores para derrocar al gobierno emanado de la Revolución, con el fin de preservar los intereses de los grandes capitales mexicanos y los intereses de los Estados Unidos en territorio nacional.

    Mientras tanto, Salvador Allende, al llegar al poder en Chile, buscó implementar profundas reformas sociales y económicas que redistribuyeran la riqueza y redujeran las desigualdades en su país. Con estas medidas, se ganó la enemistad de la élite económica, los grandes empresarios y los terratenientes, quienes vieron amenazados sus intereses. Además, los Estados Unidos, preocupados por la expansión del socialismo en América Latina y por la nacionalización de industrias clave, consideraron a Allende una amenaza directa a sus intereses en la región. Al igual que con Madero, los conservadores aliados con los Estados Unidos lo derrocaron para poner de nuevo un régimen que beneficiara sus intereses. 

    En la actualidad, Venezuela sigue siendo un régimen incómodo para nuestro vecino del norte y el capital internacional. Hugo Chávez, al asumir la presidencia, emprendió un ambicioso proyecto de transformación social y económica conocido como la “Revolución Bolivariana,” con el objetivo de reducir la pobreza, redistribuir la riqueza y fortalecer el control estatal sobre los recursos naturales del país. Estas políticas, que incluyeron la nacionalización de industrias clave, alienaron a la élite económica venezolana y a los grandes empresarios, que vieron amenazados sus privilegios. Además, las reformas de Chávez generaron una fuerte oposición de los Estados Unidos, que consideraban sus políticas socialistas y su retórica antiimperialista como una amenaza a sus intereses en la región.

    Tras la muerte de Chávez, la Revolución Bolivariana sigue amenazando los intereses del capital en la región, manteniendo la soberanía venezolana sobre su territorio y sus recursos (recordemos que Venezuela es el país con las mayores reservas de petróleo en el mundo). Hoy, Venezuela existe porque resiste. ¿Pero quién resiste? Su pueblo. La resistencia en el país sudamericano está sostenida por la mayoría, que continúa dando legitimidad al régimen chavista. Venezuela, su pueblo y su gobierno, luchan para no desaparecer, para que los intereses del gran capital internacional no se apropien de sus recursos.

    Los personajes mencionados lucharon por corregir injusticias; sin embargo, los primeros fueron derrocados. Esto debe servirnos de lección para las luchas actuales. No podemos permitir que la historia se repita, ni que los intereses de particulares y de los Estados Unidos vuelvan a imponerse sobre la soberanía de los pueblos. Tal vez el lector se pregunte: ¿Y yo qué puedo hacer para evitar que a los venezolanos del siglo XXI les suceda lo mismo que ya ocurrió en Chile y México el siglo pasado? La respuesta es sencilla: seguir hablando de Venezuela, mantener el tema vigente, y no caer en las versiones que calumnian a la Revolución Bolivariana, que los medios tradicionales continúan difundiendo (ahora más que nunca después de las elecciones).

    Recordemos lo que decía Noam Chomsky en su libro Hegemonía o supervivencia: La estrategia imperialista de Estados Unidos: “Quizá sigan existiendo dos superpotencias en el planeta: Estados Unidos y la opinión pública mundial”

  • ¡El INE no se toca!, a menos que…

    ¡El INE no se toca!, a menos que…

    Un grupo de ciudadanos comenzó a protestar bajo el lema ‘¡El INE no se toca!’ hace aproximadamente dos años, cuando el presidente López Obrador presentó una iniciativa de reforma electoral en abril de 2022. Esta propuesta incluía la reestructuración del INE, la reducción del número de diputados y senadores, y la elección directa de consejeros electorales y magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), entre otras medidas.

    Los manifestantes se identificaban como apartidistas y afirmaban durante sus marchas que no estaban en las calles en favor de ningún partido o candidato. Según ellos, lo único que defendían era el órgano electoral y la “democracia” en México. Además, algunos de ellos aludían a López Obrador, argumentando que pretendía dañar o eliminar el régimen democrático en el país.

    Ahora, le hago una pregunta al lector: ¿Cuándo ha habido democracia en México? El IFE (antecesor del INE) nació como una respuesta al fraude de 1988, cuando Diego Fernández de Cevallos declaró: “Nadie podría beneficiarse con escudriñar papeles que nada dicen y menos significan; la bancada panista acepta que se destruyan esos míticos documentos y que esos cientos de toneladas de papel se procesen y regeneren, como reclamamos se regenere la vida pública”, aceptando así la destrucción de las boletas electorales que podrían haber demostrado el fraude. En otras palabras, el IFE nació de uno de los primeros gobiernos PRIANISTAS.

    Durante los años de existencia del órgano electoral mexicano, han ocurrido acontecimientos que atentan contra el ideal democrático al que se aspira. Un ejemplo notable es lo sucedido en 2006, cuando algunos (incluyéndome) argumentan que hubo un fraude electoral. En primer lugar, se utilizó el poder del Ejecutivo federal para intentar sacar de la contienda presidencial al entonces jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador, mediante el desafuero. Sin embargo, por temor a parecer demasiado descarados, permitieron que participara en la contienda, dejando al órgano electoral la responsabilidad de hacer el “trabajo sucio”.

    Otro evento que atentó contra el ideal democrático fue lo sucedido en 2012, cuando el órgano electoral hizo caso omiso de las denuncias de compra de votos en proporciones impresionantes, lo que habría sido suficiente para definir al ganador de la elección. Tanto los ciudadanos como el candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador, señalaron estas irregularidades, pero el órgano electoral decidió mirar hacia otro lado. Este comportamiento faccioso del INE ha sido una constante durante su existencia.

    Un ejemplo del nivel de parcialidad en el órgano electoral fue el caso del antiguo consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, quien salió del instituto y, al mismo tiempo, también salió del clóset del PAN. Después de haber sido consejero del INE de 2011 a 2014 y consejero presidente de 2014 a 2023, se incorporó al medio opositor LatinUS, donde comenzó a hacer videocolumnas desde una perspectiva de oposición.

    Retornando al tema de las marchas, cuando aún se presentaban como imparciales y pretendían defender la democracia, contaron con la presencia de dos dirigentes del órgano electoral: José Woldenberg y el ya manchado y desprestigiado Lorenzo Córdova Vianello. Sin embargo, es importante señalar que, durante este período en el que se autodenominaban apartidistas, también asistieron a las marchas destacadas figuras de la oposición, como Margarita Zavala y el entonces futuro candidato a la jefatura de Gobierno y presunto líder del cartel inmobiliario, Santiago Taboada.

    Sin embargo, con el tiempo, y ya en época electoral, se cayeron las máscaras: tanto los manifestantes que se habían presentado como apartidistas, así como los organizadores y antiguos oradores comenzaron a revelar sus verdaderas inclinaciones. Los candidatos de oposición, Xóchitl Gálvez y Santiago Taboada, se convirtieron en los principales oradores de las marchas. No es sorprendente que defendieran la institución que, en dos ocasiones (2006 y 2012), les facilitó la presidencia. Al final, tuvieron que quitarse la máscara para proteger a una organización que siempre estuvo a su favor durante toda su existencia.

    No obstante, la marcha, ahora llamada “marea rosa”, no termina aquí su contradicción, sino que después de las elecciones y el triunfo avasallador y legítimo de MORENA, se evidenció que el INE estaba aplicando la ley de manera imparcial por primera vez. Esta imparcialidad, sin embargo, incomodó a muchos, pues no podían aceptar que una institución que habían tenido de aliada durante tantos años se mostrara neutral.

    Ahora, las marchas buscan presionar para que no se aplique la ley tal como está establecida (le dicen sobrerrepresentación). Los manifestantes intentan disuadir al INE para que actúe según sus expectativas y valide su concepto de justicia. Ya no se trata de defender la ley y el INE en sí mismos, sino de respaldar la visión de justicia que ellos defienden. Pasaron de decirse imparciales y defender solo al INE, a apoyar al PRIAN. En la actualidad, ya dejaron de esconder su afinidad política y ahora atacan al órgano electoral. Quizá uno de los mayores logros de MORENA sea tener a la derecha manifestándose por una idea de justicia (ellos creen injusta la “sobrerrepresentación”). Su nuevo lema es “El INE no se toca siempre y cuando esté de nuestro lado”.

  • México no es un país pobre, sino desigual

    México no es un país pobre, sino desigual

    Para la economía liberal, esa a la que quieren llamar ciencia dura, la que se ha disfrazado de positivismo y que nos dice que tiene leyes como si fuera una ciencia natural, esa RAMA de la economía que tuvo que inventarse un premio Nobel para darse palmaditas en la espalda a sí misma (en realidad, es “El Premio de Ciencias Económicas del Banco de Suecia en Memoria de Alfred Nobel”; no existe un premio Nobel de Economía), nos dice que el problema no es la desigualdad, sino la pobreza. 

    Personajes de la derecha, como Salinas Pliego o el presidente argentino Javier Milei, en distintas ocasiones han repetido la última afirmación del párrafo anterior. Ellos creen que la riqueza es creada por los empresarios y los grandes capitales; aseveran que los multimillonarios han obtenido su dinero por sus méritos y trabajo duro, y que se merecen tal capital. Lo dicho previamente tiene su contraparte: la pobreza. Al final, si algunos por méritos propios pueden llegar a tener tal fortuna, entonces quienes se encuentran en estado de vulnerabilidad es debido a su nulo esfuerzo. Según esta lógica, “el pobre es pobre porque quiere”.

    La meritocracia que ellos sostienen se viene abajo cuando observamos cómo la mayoría de los grandes empresarios formaron su patrimonio (si es que ellos mismos lo formaron, ya que muchos simplemente lo heredaron). En México, las grandes fortunas actuales se formaron con la privatización de las paraestatales durante el periodo neoliberal. Las fortunas más grandes de este país se hicieron mediante el despojo y robo al pueblo de México de sus bienes (TELMEX, Imevisión, Mexicana, etc.). Y no solo fue un robo (privatización), sino que también fue un robo corrupto; las privatizaciones se realizaron en beneficio de personas que estaban en el poder. Un ejemplo de esto es Raúl Salinas, hermano del presidente Carlos Salinas de Gortari, quien prestó dinero a Salinas Pliego para comprar lo que hoy conocemos como TV Azteca. 

    Como acotación, es importante aclarar que este tipo de situaciones en la concentración de riqueza no se limita solo a México, sino que se presenta en todo el mundo. Un ejemplo de ello es el hombre más rico del planeta, Elon Musk, quien tiene tal riqueza debido a que proviene de una familia que comenzó su fortuna gracias al apartheid en Sudáfrica y a minas en este país durante el régimen racista.

    Desmentida la farsa de la meritocracia, es importante aclarar que ni siquiera los empresarios crean la riqueza; quienes lo hacen son los trabajadores. Los economistas liberales afirman que el valor de un producto en el mercado se deriva de la oferta y la demanda, eliminando el factor del trabajo en el régimen de producción. Sin embargo, esto es una falacia, ya que el valor de los productos es el resultado del trabajo humano.

    Es fundamental entender que el trabajador es quien le da valor a una mercancía. Sin embargo, también es importante saber que al obrero no se le paga la totalidad del valor de la mercancía que crea, sino solo una pequeña fracción de lo que realmente genera. Esta fracción se le entrega en forma de salario.

    Un ejemplo es el siguiente: Imaginemos que un trabajador en una fábrica produce zapatos. Cada par de zapatos tiene un valor de $100 en el mercado. Sin embargo, el trabajador no recibe esos $100 por cada par de zapatos que fabrica. En su lugar, se le paga un salario, digamos $20 por cada par de zapatos. La diferencia de $80, se divide entre los insumos necesarios para la producción y la plusvalía (lo que se queda el empresario de lo que produce el trabajador), que es apropiada por el dueño de la fábrica. Es decir, la ganancia de los empresarios es la cantidad de “dinero” que se le deja de pagar al trabajador.

    Esta diferencia refleja la desigualdad inherente en el proceso de producción, dependiendo de qué porcentaje de la mercancía es apropiada por el empresario y cuánto del valor creado por su trabajo se queda el empleado. Los liberales omiten esta faceta valorizadora del trabajador, destacando únicamente la capacidad de los empresarios para vender mercancías y pensando que la riqueza es generada exclusivamente por los capitalistas.

    Analicemos la situación económica de nuestro país. En 2023, México se ubicó como la economía número 12 a nivel mundial, por encima de países como Australia, España y Suiza, con un PIB de 1,811,468 billones de USD. Sin embargo, según el Coeficiente de GINI, que mide la igualdad de ingresos entre los ciudadanos de distintos países, México se encuentra en el lugar 118 a nivel mundial, siendo una de las naciones con mayor desigualdad.

    Esto se explica al entender que el trabajador crea el valor de las mercancías. México es el país que más horas trabaja en la OCDE y, hasta antes de la llegada de López Obrador, tenía uno de los salarios mínimos más bajos del continente. Los grandes empresarios en México no solo hicieron su capital a raíz de las privatizaciones durante el periodo neoliberal, sino también mediante la explotación de los trabajadores mexicanos durante los últimos treinta años, pagándoles una fracción muy menor de lo que generan con su trabajo.

    En nuestro país, hubo un esfuerzo significativo por incrementar la producción, incentivando a los empresarios a invertir en territorio nacional, aunque esto significara empeorar las condiciones laborales del ciudadano promedio. Actualmente, el 10% de la población más adinerada acapara el 60% de las riquezas del país.

    México es la economía número 12 del mundo, pero al mismo tiempo, el 60% de la riqueza generada es acaparada por el 10% de la población. Somos uno de los países más desiguales del mundo (lugar 118 del más igual al más desigual). Nuestros trabajadores reciben una miseria en comparación con lo que producen, mientras que los grandes empresarios continúan incrementando sus fortunas. En México, no tenemos un problema de pobreza, sino un problema de pauperismo y lujo, un problema de desigualdad.

  • Reformar las 48 horas no es opcional, es una obligación 

    Reformar las 48 horas no es opcional, es una obligación 

    Las políticas laborales no son un tema más en un gobierno; se ubican entre las acciones de mayor relevancia que deben realizarse en favor del pueblo gobernado. Junto con la seguridad, el sector laboral es determinante para que una población tenga una buena calidad de vida.

    Durante el periodo neoliberal, las políticas laborales siempre favorecieron al empleador, nunca al trabajador. Durante estos gobiernos, se permitió que el outsourcing ingresara a nuestro país, se estancó el salario mínimo, se crearon pensiones de hambre y se quitaron derechos laborales, entre otras medidas que incrementaron la pobreza y la brecha de desigualdad en México. 

    Del año 2000 al 2018, el salario mínimo en nuestro país se redujo en términos reales. Aunque aumentaba nominalmente, siempre lo hacía por debajo de la inflación, resultando en un poder de compra cada vez menor para los mexicanos más pobres. Además, durante este periodo se flexibilizaron los horarios laborales. A pesar de que la constitución establece que la jornada laboral no puede superar las 48 horas, los gobiernos neoliberales permitieron que los empleadores abusaran y que el trabajador promedio en México laborara más de 60 horas por semana.

    En el año 2018, último del periodo neoliberal, México era el país cuyos ciudadanos pasaban más tiempo en sus trabajos de toda la OCDE, tanto en la realidad de más de 60 horas como por la ley que marca 48. Además, nuestro país tenía uno de los salarios mínimos más bajos, con 141 USD mensuales, en contraste con los 1,923 USD de Luxemburgo o los 1,498 USD de Francia.

    A la llegada de López Obrador, las políticas en materia laboral cambiaron radicalmente. El salario mínimo, que era de 88 MXN al inicio de su mandato, alcanzó los 249 MXN en 2024, último año de su gobierno. En la frontera norte, el salario mínimo llegó a 374.89 MXN. Además, se reguló el outsourcing, que tanto daño ha causado (y sigue causando, hasta que se elimine completamente) a los trabajadores. También se están realizando esfuerzos para mejorar la situación de las pensiones en México, con el objetivo de que los trabajadores se jubilen dignamente, dejando atrás el modelo neoliberal que los habría llevado a retirarse con apenas el 30% de sus ingresos mensuales obtenidos durante su periodo laboral.

    En este contexto, además de la necesidad de seguir aumentando el poder adquisitivo de los trabajadores, se volvía crucial reducir el tiempo que los mexicanos pasan en sus trabajos. Sin embargo, ya no le alcanzó el tiempo al actual presidente. Por ello, el movimiento por las 40 horas comenzó a presionar a la presidenta electa, Claudia Sheinbaum. No obstante, en la conferencia de prensa del 10 de julio, Sheinbaum dijo que las prioridades de Morena y sus aliados en el Congreso serán las 20 reformas promovidas por el presidente López Obrador, así como impulsar que los programas sociales lleguen a nivel constitucional, dejando de lado la necesidad de reducir la jornada laboral. 

    “Ahora tenemos las 20 reformas que planteó el presidente… el tema de las 40 horas lo vamos a seguir trabajando. Es importante que se siga avanzando. En la medida de lo posible, así como fue el aumento al salario mínimo… se trata de seguir trabajando en consenso con las representaciones de los trabajadores y el sector empresarial, pero seguir avanzando en los derechos de los trabajadores”

    Claudia Sheinbaum, 10 de Julio

    Es de suma relevancia recordar que la reducción de la jornada laboral es necesaria para hacer digno el trabajo de los mexicanos. Las políticas laborales en favor del trabajador no solo son un tema más, también se han presentado como una necesidad gritada por el pueblo mexicano en los últimos años, dejar de hacer validos los llamados populares sería el equivalente a alejarse del pueblo. No podemos poner por encima las reformas prioritarias para el gobierno (por más necesarias que sean) por encima de un clamor popular.

    Debemos presionar para que esta reforma sea un hecho, los avances en los derechos de los trabajadores siempre han sido por presiones de estos, nunca por el beneplácito del sector empresarial. Se debe comenzar a actuar para que la obligación de “mandar obedeciendo” sea un hecho con Claudia Sheinbaum al igual de como lo está siendo con López Obrador en materia laboral. Al final, la orden de reformar las 48 horas laborales es emanada del pueblo, por ello se convierte en una obligación, hacer caso omiso es dejar de lado el precepto “Con el pueblo, todo; sin el pueblo, nada”

  • ¡Viva la libertad, carajo!

    ¡Viva la libertad, carajo!

    En la actualidad, el sistema neoliberal se encuentra en un estado terminal, los pueblos de los distintos países del mundo se dieron cuenta que el sistema librecambista y la teoría del goteo (en pocas palabras, si les va bien a los de arriba, algo derramará para los de abajo), son falacias y mentiras que van en contra de las mayorías y únicamente beneficia a la gente que tiene mayor capital. 

    Políticos de la mayoría de los espectros, ahora proponen de nuevo el regreso a un sistema proteccionista. Desde Marine Le Pen con su “nacionalismo político” para Francia, hasta López Obrador con el “Humanismo Mexicano” en México, ahora hablan de darle prioridad al mercado interno en contraposición del antes tan buscado “mercado mundial”.

    Sin embargo, un modelo económico que marcó una época, parte de la historia de la modernidad, no puede caer sin dar batalla; la resistencia de los grandes beneficiados de este sistema aún se encuentran en la lucha para que no se vean afectados sus intereses tras el colapso del sistema que ellos impulsaron décadas atrás. Y, es que como decía el escritor socialista italiano Antonio Gramsci: 

    “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”

    Con la acción global de resistencia contra el neoliberalismo siendo casi victoriosa, surge una reacción, y son ellos los que financian a los “monstruos”. Un ejemplo claro lo tenemos en Argentina, el presidente, Javier Milei, es solo el representante del sistema económico moribundo. Sus postulados e ideas a las que llama “libertarismo”, no son más que un neoliberalismo desprovisto de esa retorica vanguardista con la que se vendió el siglo pasado. 

    Su frase icónica de campaña “¡Viva la libertad, carajo!”, alude al mismo tipo de libertad que el liberalismo y su continuidad, el neoliberalismo. Empero, los postulados “libertarios” de estas ideologías, abstraen y caricaturizan lo que la libertad en realidad es, haciendo que únicamente sea una base para la existencia de la propiedad privada y validan el egoísmo de ciertos individuos. En realidad, reducen la libertad a únicamente la libertad de comercio, como dice Karl Marx:

    “El Derecho Humano de la Libertad no se basa en la unión del hombre con el hombre, sino, por el contrario, en la separación del hombre con respecto al hombre. Es el derecho a esta disociación, el derecho del individuo delimitado a sí mismo”

    Hacen que el hombre libre sea sinónimo de un individuo que únicamente ve por sí mismo, creen que el desentenderse del interés colectivo y la búsqueda solo de lo personal hace que funcione bien la sociedad, basan su comportamiento y sobre todo la economía en la supuesta “mano invisible del mercado” que tanto citan (mal) los pensadores neoliberales.

    “…él busca su propio beneficio; pero en este caso como en otros muchos, una mano invisible lo conduce a promover un objetivo que no entraba en sus propósitos. El que sea así no es necesariamente malo para la sociedad. Al perseguir su propio interés frecuentemente fomentará el de la sociedad mucho más eficazmente que si deliberadamente intentase fomentarlo”

    Adam Smith en La Riqueza de las Naciones

    Los “monstruos”, las personas que representan la reacción de la acción popular de ya no querer más neoliberalismo están planeando de nuevo un neoliberalismo pero cambiando la retórica, tienen los mismos postulados, ideas y conceptos. Es importante que como pueblo nos informemos y sepamos no caer en las garras de quienes siguen planteando lo mismo, pero, con otras palabras. También, es de suma relevancia repensar el concepto de “libertad” pero dándole una perspectiva colectivista, que nos beneficie a todos y no solo a unos cuantos que acaparan la riqueza.