Categoría: Luis Piña

  • Entre aranceles y mentiras: Cómo Claudia Sheinbaum derribó el relato de la derrota

    Entre aranceles y mentiras: Cómo Claudia Sheinbaum derribó el relato de la derrota

    Vivimos en una era en la que los medios de comunicación y la propaganda juegan un papel crucial en la formación de nuestras opiniones, creencias y comportamientos. Ya sea a través de la televisión, las redes sociales, la radio o los periódicos, las imágenes, los mensajes y las narrativas que nos llegan constantemente moldean nuestra visión del mundo de maneras que a menudo no somos conscientes.

    La propaganda, en su forma más simple, busca persuadir a las masas para que adopten una postura, ya sea política, social o económica, que favorezca a ciertos intereses. Sin embargo, no debemos pensar en ella solo como una herramienta de manipulación en contextos dictatoriales o autoritarios; en las sociedades democráticas, la propaganda también se manifiesta en las campañas publicitarias, las noticias sesgadas y hasta en las narrativas que las empresas crean alrededor de sus productos.

    En los últimos días, con la crisis diplomática que México ha vivido con Estados Unidos debido a la imposición de aranceles y la extorsión económica, vemos un claro ejemplo de la fuerza mediática y la manipulación de la información. Esta situación no solo afecta las relaciones diplomáticas, sino también las percepciones que el público tiene de los hechos que ocurren, dependiendo del filtro informativo a través del cual se presenten.

    Si somos objetivos, aunque la imposición de aranceles también podría ser vista como una oportunidad de desarrollo para nuestro país, también trae consigo una serie de riesgos económicos (como lo escribí en mi espacio del lunes). Esto nos recuerda la importancia de la diplomacia y la necesidad de llegar a acuerdos con otros países, especialmente cuando las relaciones económicas entre dos naciones son tan interdependientes. La información sobre estos temas debe ser manejada con responsabilidad para que los ciudadanos comprendan no solo los riesgos, sino también las potenciales ventajas.

    Es en este contexto que podemos observar cómo se manejó la información sobre el acuerdo alcanzado por la Presidenta Claudia Sheinbaum con su homólogo estadounidense. El logro de retrasar la imposición de aranceles fue presentado como un éxito diplomático, aunque algunos opositores a la 4T, como machistas, fascistas y comunicadores pagados, intentaron crear una narrativa de derrota, entreguismo y subordinación.

    Mientras tanto, medios de comunicación y expertos nacionales e internacionales objetivos mostraron el accionar de Claudia Sheinbaum de manera positiva, destacando su capacidad para negociar en un entorno tan complejo. Sin embargo, en el campo de la comunicación política, los mercenarios de la palabra, aquellos que defienden intereses personales o de grupos, intentan manipular la opinión pública a su favor. Pronto se les olvidó que la Reforma Energética en el sexenio de Enrique Peña Nieto entregó el petróleo mexicano a intereses extranjeros; pasaron por alto pasajes bochornosos como el famoso “Comes y te vas” de Vicente Fox y acusaron a la administración de López Obrador y Sheinbaum de un supuesto “narco gobierno”, a pesar de que el único secretario de Seguridad Federal detenido ha sido el calderonista Genaro García Luna.

    El poder de la propaganda en la política es, sin duda, una herramienta que no solo moldea las narrativas, sino que también influye directamente en las decisiones de los votantes, los consumidores y los ciudadanos. Los medios de comunicación se convierten en los vehículos a través de los cuales se construyen realidades, se difunden miedos y se refuerzan ideologías. Los mensajes que recibimos, ya sea en forma de noticias, publicidad o incluso debates, impactan nuestras elecciones cotidianas de maneras profundas y muchas veces invisibles.

    Es por ello que debemos cuestionar lo que consumimos. Al hacerlo, no solo ejercemos nuestro derecho a la información, sino que también protegemos nuestra capacidad de pensamiento crítico. Vivimos rodeados de una gran cantidad de mensajes que, si no somos cuidadosos, pueden determinar cómo vemos el mundo y, lo más peligroso, cómo actuamos en consecuencia. La responsabilidad recae no solo en los emisores de estos mensajes, sino también en cada uno de nosotros, como receptores conscientes de la información.

    El futuro de la democracia y de una sociedad verdaderamente libre depende de nuestra habilidad para distinguir entre lo que es una narrativa construida para manipular y lo que es un análisis profundo basado en la verdad. Por eso, la próxima vez que veas un titular sensacionalista en Reforma o una propaganda que apela a tus emociones más básicas en Latinus, haz una pausa, reflexiona y pregúntate: ¿quién está detrás de este mensaje y qué quieren que piense o haga? El control de la información es el control del poder, y cada uno de nosotros tiene el deber de no dejarse atrapar por las redes invisibles de la manipulación.

  • Los aranceles de Trump, la oportunidad para que México se convierta en potencia

    Los aranceles de Trump, la oportunidad para que México se convierta en potencia

    Se cumplen dos semanas desde que Donald Trump asumió la presidencia de los Estados Unidos, y el panorama mundial no es más que la materialización de lo que ya se preveía: descalificaciones constantes contra gobiernos y organismos internacionales, su victimización ante la crisis de adicciones que azota a su país, y su insistencia en posicionar a Estados Unidos como la única potencia militar y económica. Nada distinto a lo que prometió en campaña.

    En este contexto, el anuncio del sábado sobre la imposición de un arancel del 25% a las exportaciones mexicanas tampoco es una sorpresa. Como era de esperarse, las redes sociales y los opinadores reaccionaron con discursos apocalípticos sobre una inminente crisis para México y para Estados Unidos. Sin embargo, más allá del impacto económico que tendrá esta medida, lo que pocos mencionan es la oportunidad histórica que se abre para México.

    Hoy más que nunca, México tiene la posibilidad de emerger como una de las potencias económicas más relevantes del continente y del mundo. Actualmente, más del 14% de los productos que consume Estados Unidos provienen de México. La imposición de aranceles afectará sin duda la economía estadounidense, pero también le brinda a México un motivo para replantear su modelo económico y fortalecer sectores clave que han sido abandonados debido a la dependencia del mercado estadounidense.

    El neoliberalismo consolidó la subordinación económica de México a Estados Unidos, desmantelando industrias estratégicas y debilitando la producción nacional en favor de importaciones. Sin embargo, este nuevo escenario abre la posibilidad de revertir esa tendencia y convertirnos en una potencia equiparable a China, Rusia o Brasil, e incluso superar a Estados Unidos en algunos sectores.

    México dejó de producir ciertos bienes esenciales debido a su dependencia de productos estadounidenses. Entre ellos:

    Petróleo refinado: A pesar de ser una potencia petrolera, México dejó de refinar crudo y optó por comprar gasolina, diésel y otros energéticos del extranjero. Es momento de reactivar la refinación nacional y recuperar la soberanía energética.

    Industria automotriz: México es líder en la exportación de autopartes, pero el ensamblaje final de algunos vehículos ocurre en Estados Unidos. Este es el momento de fortalecer nuestra industria y comenzar a ensamblar más automóviles en el país para su venta en América Latina y otros mercados, gracias a la ventaja geográfica que tenemos y la facilidad de salir marítimamente a Europa o Asía.

    Tecnología para la industria: Contamos con universidades especializadas y talento en ingeniería, pero la falta de inversión ha limitado la producción de tecnología propia. Apostar por el desarrollo tecnológico podría convertir a México en un líder en innovación industrial, bien lo sabe la Presidenta Claudia, quien es científica y ha padecido este problema.

    Productos agrícolas: Antes del Tratado de Libre Comercio, México era una de las naciones con mayor producción agrícola. Sin embargo, la apertura comercial llevó al abandono del campo, provocando migración y desigualdad. Si Trump quiere reducir la migración, la mejor respuesta de México es recuperar la inversión en el sector agrícola, impulsar la producción local y fortalecer el mercado interno.

    El reto, sin embargo, no es solo económico. Es también cultural. Durante años, se ha inculcado la idea de que Estados Unidos es el centro del mundo y que nuestra economía depende inevitablemente de su benevolencia. Cambiar esta mentalidad es clave para fortalecer una identidad económica independiente y enfocada en el desarrollo interno.

    Por otro lado, no se trata solo de resistir los embates de Trump, sino de pensar estratégicamente en el futuro. México tiene los recursos, el talento y la capacidad para diversificar sus mercados y establecer nuevas alianzas internacionales. Mirar hacia América Latina, Asia y Europa puede ser el primer paso para reducir la dependencia de Estados Unidos.

    La historia nos ha enseñado que las crisis pueden ser puntos de inflexión. Este es el momento para decidir si seguimos siendo un país que espera con temor las decisiones de un líder extranjero o si asumimos el control de nuestro destino. La pregunta no es si podemos hacerlo, sino si tenemos la voluntad de aprovechar el momento. ¿Nos atreveremos a construir nuestro propio camino o seguiremos esperando que otros nos dicten el rumbo?

  • Entre tradición y transformación, la marca de los primeros 100 días de Clara Brugada

    Entre tradición y transformación, la marca de los primeros 100 días de Clara Brugada

    Se cumplen cien días de la administración de Clara Brugada en la Ciudad de México y poco a poco la capital del país comienza a tomar la forma de su pensamiento e ideología.

    Clara, a lo largo de su carrera política, ha demostrado ser una mujer preocupada por las necesidades de las personas. Tal vez mucho tiene que ver su historia. Brugada proviene de una de las colonias más marginadas de Iztapalapa, una de las alcaldías históricamente más desfavorecidas e inseguras de la Ciudad de México.

    A pesar de haber nacido en Benito Juárez, como ella misma lo cuenta, decidió mudarse a Iztapalapa y ahí cursó su carrera de Economía en la Universidad Autónoma Metropolitana, una de las casas de estudio con mayor tradición marxista en México.

    Desde el inicio de su carrera en el servicio público, ha ocupado posiciones clave que privilegian a quienes más lo necesitan. Como diputada federal, fue presidenta de la Comisión de Desarrollo Social y presentó la primera iniciativa de la Ley General de Desarrollo Social. También fue diputada local y hasta constituyente de la Ciudad de México, donde se creó la primera Constitución capitalina, que resguarda el Sistema Público de Cuidados, el cual hoy se refleja en las Utopías que impulsó en Iztapalapa.

    En sus primeros cien días de gobierno, su sello más distintivo ha sido la cercanía con las y los ciudadanos. Si bien su gabinete está conformado por especialistas en cada área, Brugada mantiene contacto directo con la población mediante los programas Zócalo Ciudadano y Casa por Casa. A través de estos mecanismos, ha recorrido las colonias más conflictivas para conocer sus necesidades y diseñar soluciones efectivas.

    Pero su visión de ciudad va más allá de la asistencia social o el desarrollo urbano. Brugada entiende que la Ciudad de México es un ente vivo, con historia, cultura y una identidad que se rehúsa a ser devorada por la modernidad sin rostro. Por ello, ha puesto en marcha el programa Yólotl Anáhuac, una iniciativa de rehabilitación y conservación de pueblos originarios, con el fin de preservar la esencia de la capital y devolverle su conexión con sus raíces indígenas.

    Su compromiso con la tradición no es solo un discurso político. Es una convicción que se refleja hasta en los detalles más personales, como el nombre de sus animales de compañía: Izkra, Iztli, Itandehui, Teotongo, Maguey y Milpa. Para ella, la reivindicación de los pueblos originarios no es una bandera coyuntural, sino una lucha permanente por darle voz y dignidad a quienes han sido históricamente relegados.

    Sin embargo, gobernar la capital del país no es tarea fácil. Enfrenta desafíos monumentales: desde la movilidad hasta la seguridad, pasando por la crisis hídrica y la especulación inmobiliaria. Sus primeros cien días han demostrado que tiene claridad de rumbo, pero el verdadero reto será consolidar su visión en un contexto político y social que no siempre favorece a quienes buscan transformar de raíz.

    No obstante, Brugada también ha atendido esos temas desde el primer momento de la administración, el gabinete de metropolitano de agua, el C5 del Agua, la línea H2O y el programa de Agua Bienestar “Atlitic”, son sus estrategias para acabar con el problema hídrico de la ciudad. En movilidad, ha propuesto la creación de 5 líneas de Cablebus, entregó unidades nuevas de Tren Ligero, así como de Metrobus, además de que prometió terminar con la rehabilitación de la línea 1 en el primer semestre de 2025.

    En seguridad, Brugada impulsó la renovación de cámaras de videovigilancia, la recuperación de los módulos de seguridad abandonados en el gobierno de Mancera, la creación de más sectores policiales para tener un control mejor del territorio y su estrategia integral contra el robo de vehículos y autopartes, con reformas incluso constitucionales.

    Y como la cereza del pastel, para terminar con el Cartel Inmobiliario, la mandataria impulsó una ventanilla única digital, para facilitar los permisos e impedir el soborno de inversionistas, dicha ventanilla digital está a cargo de Alejandro Encinas.

    El tiempo dirá si Clara Brugada logra imprimirle a la Ciudad de México el mismo espíritu que marcó su paso por Iztapalapa. Lo cierto es que, hasta ahora, ha dejado claro que no es una política convencional, sino una mujer con una misión. Y en una ciudad acostumbrada a que el poder se ejerza desde las alturas, ella ha optado por caminar con la gente, escucharla y construir. Ese, quizás, sea su mayor acierto.

  • El Tercer Reich en la Casa Blanca

    El Tercer Reich en la Casa Blanca

    No hay plazo que no llegue ni fecha que no se cumpla, y el pasado lunes 20 de enero, Donald Trump regresó a la presidencia de los Estados Unidos. Como si el tiempo no hubiera pasado, su discurso sigue resonando con tintes peligrosamente similares a la Alemania nazi: un llamado a la “pureza” y el rechazo absoluto al diferente, bajo la bandera de acabar con la migración y reforzar la supuesta supremacía nacional.

    Entre sus primeras acciones como presidente, Trump firmó una orden ejecutiva para militarizar la frontera con México, cancelando el programa CBP-One que permitía a miles de migrantes trabajar de manera legal en Estados Unidos. Este acto no solo afecta a las personas que buscan una vida digna, sino que también perpetúa la narrativa de criminalización de la migración, evocando el concepto de “enemigos internos” que Hitler utilizó para justificar la persecución de minorías.

    Aún más alarmante es su declaratoria de los cárteles mexicanos como grupos extranjeros terroristas, abriendo la puerta a la intervención militar directa bajo el pretexto de la “seguridad nacional”. Este movimiento, disfrazado de lucha contra el narcotráfico, recuerda las invasiones justificadas por el Tercer Reich en nombre de la “protección del pueblo alemán”. Pero aquí, el trasfondo es igual de claro: el imperialismo y el sometimiento de las naciones vecinas.

    Como si esto fuera insuficiente, también autorizó al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) a realizar redadas en escuelas, iglesias y hospitales, con tal de detener y deportar migrantes. Este ataque directo a los lugares considerados sagrados para la protección de los derechos humanos configura un escenario donde el miedo y la persecución institucionalizada se convierten en herramientas de control social.

    Lo que resulta aún más indignante es cómo ciertos sectores de la derecha mexicana, particularmente dentro de los partidos PAN y PRI, han aplaudido estas medidas o han permanecido cómplices mediante su silencio. Su apoyo al intervencionismo estadounidense, lejos de defender la soberanía nacional, los convierte en traidores a la patria. Celebran las agresiones contra su propio país mientras se alinean con un discurso que deshumaniza y somete a sus connacionales.

    Estos sectores no solo ignoran la historia, sino que también parecen olvidar que las políticas de Trump son una amenaza directa a los derechos humanos y la estabilidad de nuestra región. Al igual que en la Alemania nazi, este tipo de discursos y acciones no se detienen en las fronteras; el odio se expande como un virus que eventualmente afecta a todos, incluyendo a aquellos que creen estar a salvo por su colaboración.

    Es fundamental que desde México se denuncie el autoritarismo disfrazado de legalidad y se rechace cualquier intento de someternos a intereses extranjeros. Hoy más que nunca, es necesario recordar las palabras de Benito Juárez: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. La complicidad de la derecha mexicana con un gobierno que busca imponer su voluntad por la fuerza es un acto de traición que no debemos permitir ni olvidar.

    La resistencia frente a Trump no solo es una cuestión de dignidad nacional, sino también una lucha por la justicia y los derechos humanos a nivel global. Si permitimos que se consolide este tipo de gobierno autoritario, estaríamos abriendo la puerta a un futuro en el que la soberanía y la humanidad sean conceptos del pasado. Es momento de actuar con firmeza y determinación, porque el silencio también es complicidad.

  • Lo que no te cuentan: la transformación de la Ciudad de México más allá de los titulares

    Lo que no te cuentan: la transformación de la Ciudad de México más allá de los titulares

    A lo largo del tiempo, los medios de comunicación han estado estrechamente ligados a los regímenes priístas y panistas, que solían publicar información sesgada y distorsionada con el objetivo de hacer creer que el gobierno estaba funcionando correctamente. Este control de la información no solo moldeó la percepción pública, sino que también consolidó narrativas favorables a los intereses del poder de turno, sin importar las realidades sociales que se ocultaban.

    Basta con recordar el clásico de Díaz Ordaz: “no les pago para que me peguen”. Pareciera increíble que las políticas que se están implementando en la Ciudad de México bajo la administración de Clara Brugada no estén siendo cubiertas por los medios de comunicación tradicionales o hegemónicos. La omisión de sus logros y estrategias plantea serias interrogantes sobre el papel que desempeñan los medios en la actualidad.

    Si su administración continúa como hasta ahora, será el gobierno más relevante que haya tenido la capital. Basta con observar cómo, desde el primer momento, se comenzó a trabajar para resolver uno de los problemas más complejos y trascendentales: el agua.

    A diferencia de lo que se ha hecho en el pasado, la Jefa de Gobierno ha impulsado un enfoque metropolitano que involucra a Hidalgo, Morelos y el Estado de México, con el fin de proteger las zonas compartidas que generan el líquido, como el Bosque de Agua o la rehabilitación del río Lerma, además de redefinir una mejor distribución del agua.

    Se instaló el Cabildo de Agua Metropolitano, se está fomentando la reinyección de agua en el subsuelo para evitar el desabasto, y se están rehabilitando pozos y plantas potabilizadoras. A esto se suma la venta de Agua Bienestar, que consiste en la entrega de garrafones de agua potable a 5 pesos. Y, por si fuera poco, se creó el C5 del agua, un sistema de monitoreo con sensores y cámaras que vigilan las zonas estratégicas del suministro, complementado con la línea H2O (*426).

    Junto con estas acciones, también se están rehabilitando los pueblos originarios de la Ciudad de México, donde se están restaurando fachadas, realizando murales con pasajes históricos del lugar, instalando nueva iluminación y rescatando las tradiciones culturales de las zonas.

    Además, se comenzó el plan maestro de las primeras 16 Utopías, de las cien que se crearán en la Ciudad de México. Estos espacios contarán con tirolesas, pistas de bicicleta extrema, senderismo, bosques iluminados, entre otros atractivos. Lo más importante será el sistema público de cuidados, donde los habitantes de la ciudad podrán llevar una vida más plena, con diversas opciones para su desarrollo personal y social.

    Brugada también decretó que la Ciudad de México será una zona libre de maíz transgénico. Además, se han implementado programas como la entrega de becas a universitarios, el apoyo a personas de 63 a 64 años, el respaldo a los primeros mil días de vida de las y los niños, la entrega de vales Mercomuna, y junto con el gobierno federal, el desarrollo de viviendas para jóvenes capitalinos.

    El comportamiento de los medios de comunicación en este contexto es, sin duda, un tema central. A lo largo de los años, los medios han sido actores clave en la construcción de relatos sobre el poder. Su capacidad para informar, influir y, en muchos casos, desinformar, ha sido aprovechada por gobiernos de diferentes signos políticos. En el caso de la administración de Clara Brugada, los medios tradicionales parecen estar interesados en obviar o minimizar los logros que se están llevando a cabo, a pesar de su impacto directo en la vida de los capitalinos.

    El silencio de los medios frente a los avances en materia de agua, educación, bienestar y cultura no es accidental. Las corporaciones mediáticas, que en muchos casos están alineadas con ciertos intereses económicos y políticos, prefieren seguir promoviendo narrativas que favorecen a las élites, mientras silencian los esfuerzos de quienes trabajan para generar un verdadero cambio social. Esto solo refleja la manipulación de la información que se lleva a cabo en favor de ciertos grupos de poder, sin tomar en cuenta el bienestar colectivo.

    Además, la censura indirecta o la falta de cobertura también puede entenderse como una forma de resistencia frente a un gobierno que propone un modelo diferente de desarrollo. Si los medios no informan sobre las transformaciones que están sucediendo en la Ciudad de México, es porque temen que la ciudadanía se dé cuenta de que otro modelo de gobernanza es posible. Un modelo que no está basado en intereses particulares ni en la preservación de un statu quo, sino en el bienestar de la gente y la justicia social.

    Lo que hoy estamos viendo en la Ciudad de México es un claro ejemplo de que, si bien los medios de comunicación tradicionales pueden omitir ciertos temas y distorsionar la información, las políticas públicas que verdaderamente impactan la vida de las personas no pueden ser ocultadas para siempre. La realidad de los ciudadanos es más fuerte que cualquier intento de manipulación mediática. El futuro de la capital está tomando un rumbo decidido por su gente, y nadie, ni los medios ni los políticos que anteponen sus intereses, podrán detenerlo.

  • Plan México: Tecnología y Futuro con Sello Nacional

    Plan México: Tecnología y Futuro con Sello Nacional

    Luego de que la Presidenta Claudia Sheinbaum presentara el pasado lunes 13 de enero su llamado Plan México, las opiniones no se han hecho esperar. Por supuesto, quienes se oponen a cualquier propuesta del gobierno actual fueron los primeros en comentar a través de redes sociales.

    ¿Qué fue lo que generó tanto revuelo y dejó tan molesta a la oposición mexicana? Bueno, pues nunca en los últimos 40 años había existido un plan tan ambicioso y bien estructurado en nuestro país.

    El llamado Plan México es tan ambicioso que puede compararse con el lanzado por China en mayo de 2015, “Made in China 2025”, el cual cambió el panorama económico del país asiático y lo convirtió en la gran potencia que es actualmente. Hagamos un ejercicio: ¿recuerdas cómo, hace cerca de 10 años, cuando comprabas algo barato y desechable, inmediatamente decías “es que es chino”? En ese entonces, casi toda la piratería de mala calidad provenía de allí. Sin embargo, con el plan “Made in China 2025”, el gobierno chino impulsó una reestructuración de su industria y apostó por la tecnología, al grado que en cuatro años Huawei se convirtió en el talón de Aquiles de Apple, lo que obligó al gobierno estadounidense a intervenir y sancionar a la empresa china.

    A poco tiempo de cumplirse la meta de 10 años, el plan “Made in China 2025” ha dejado grandes resultados y revalorizó los productos asiáticos. La industria automotriz, tecnológica y de telecomunicaciones está principalmente dominada por ellos. Con el Plan México 2025-2030, se busca algo similar: revalorizar la marca “Hecho en México”, que se perdió con la llegada del neoliberalismo. Se volverá a priorizar las vacunas mexicanas, que antes de la administración de Carlos Salinas de Gortari hacían de nuestro país el principal exportador mundial.

    Lo más importante es que se apostará por la tecnología como punta de desarrollo. No por nada, la presentación de este plan coincidió con el anuncio de la armadora automotriz eléctrica Olinia, la cual permitirá a un alto porcentaje de compatriotas adquirir vehículos eléctricos. Sin embargo, para que esta armadora sea rentable, el Gobierno de México ha previsto en el Plan México impulsar el desarrollo educativo nacional.

    Con el anuncio de esta armadora, las críticas fueron intensas, ya que por décadas se nos ha inculcado que lo hecho en México no sirve, igual que en su momento se menospreciaban los productos chinos. Ahora, dudo mucho que alguien se atreva a decir que lo hecho en China está mal hecho, y de concretarse este Plan México, en pocos años veremos que lo Hecho en México también está bien hecho.

    Por primera vez en la historia de nuestro país, México competirá de manera real contra grandes potencias mundiales. La meta es convertirse en la décima segunda economía mundial y elevar la inversión productiva respecto al PIB por encima del 25%.

    En este contexto, es claro que tanto China como México demuestran que la participación del Estado en la producción y comercialización de los recursos es necesaria, al igual que la colaboración con el sector privado. Esto contrasta con lo que pregona el neoliberalismo, que insiste en que el gobierno debe mantenerse al margen de todo.

    Para que este plan tenga éxito, se necesita la participación de todos los sectores gubernamentales y sociales. Por ello, la propuesta de rehabilitar el corredor industrial Pantaco, anunciada por Clara Brugada, será pieza clave en el desarrollo de este ambicioso plan. Además, el Plan México contempla incentivos fiscales para empresas tecnológicas nacionales y extranjeras que decidan establecer sus operaciones en el país, con el fin de fomentar un ecosistema de innovación y competitividad.

    Otro aspecto relevante es la transición hacia energías limpias. El gobierno mexicano ha trazado un plan para aumentar la generación de energía solar y eólica, lo que no solo contribuirá al cumplimiento de compromisos internacionales en materia climática, sino que también abrirá nuevas oportunidades para las comunidades rurales donde se instalarán estos proyectos.

    El éxito del Plan México radicará en la capacidad de los mexicanos para unirse en torno a un proyecto de nación. Más allá de las diferencias ideológicas, es fundamental reconocer que este esfuerzo puede ser la llave para que México recupere su lugar como un líder global en tecnología, industria y educación. El reto es enorme, pero el potencial lo es aún más. Porque si algo nos enseñó la experiencia de China, es que la clave del progreso está en creer en nuestras capacidades y trabajar colectivamente hacia un futuro mejor.

  • El juego sucio en Venezuela: ¿imperialismo o autoritarismo?

    El juego sucio en Venezuela: ¿imperialismo o autoritarismo?

    Lo ocurrido en Venezuela ha acaparado por completo la conversación en redes sociales y noticieros mexicanos e internacionales. Sin embargo, en México y gran parte del mundo, el discurso se ha reducido a dos bandos: derecha e izquierda, evidenciando un problema de análisis y conocimiento.  

    Se han presentado argumentos tan endebles que solo muestran el desconocimiento histórico y social de la región. No es de extrañarse, ya que, al menos en la política mexicana, la derecha carece de un argumento sólido para justificar su clasismo y la pérdida de privilegios; por lo tanto, recurre a conflictos externos para desprestigiar al gobierno actual.  

    Es claro que existe una grave crisis humanitaria, económica y política en Venezuela. De hecho, en este limitado análisis político, he encontrado a personajes de izquierda en México preguntarse si es necesario defender a Nicolás Maduro.  

    La respuesta es: no. Es cierto que en el hermano país latinoamericano no hubo un proceso electoral democrático; sin embargo, tampoco hubo un fraude electoral como lo ha difundido la derecha. Incluso algunos luchadores sociales han preferido guardar silencio para no hacerle el juego a una derecha rapaz.  

    Empecemos por el principio: históricamente, Venezuela ha sido víctima de la sobreexplotación de la derecha. Antes de la llegada de Hugo Chávez, los empresarios gozaban de inmunidad, controlaban todo y sobreexplotaban tanto los recursos humanos como los naturales.  

    La irrupción de Chávez y su “socialismo del siglo XXI” representó una lucha constante contra el capitalismo que, según el líder venezolano, explotaba a los más pobres y favorecía a las élites. Chávez prometía una revolución que pusiera los recursos del país en manos del pueblo, lejos de las garras de intereses extranjeros, una idea que guarda similitudes con el discurso de Andrés Manuel López Obrador en México.  

    En esta lucha, Chávez buscaba eliminar las influencias extranjeras y el sometimiento político y económico, principalmente de Estados Unidos. Privilegiaba el nacionalismo y proponía un futuro donde Venezuela fuese gobernada por y para los venezolanos.  

    No es sorprendente que este discurso generara el rechazo de empresarios y potencias imperialistas como Estados Unidos y Europa, quienes emprendieron campañas de desprestigio contra Chávez. Sin embargo, su labor política y social logró mejorar la calidad de vida de algunos sectores, especialmente los más pobres. Por ello, sus ideales no solo definieron la política interna venezolana, sino también su proyección internacional como líder de la resistencia frente a las grandes potencias colonizadoras.  

    Para sus seguidores, el legado de Chávez representa la base de la libertad y la justicia social en América Latina, y defenderlo se ha convertido en una misión histórica. No obstante, Maduro no es Chávez, y no necesariamente el fin justifica los medios.  

    Aunque en el sistema electoral venezolano es difícil que ocurra un fraude como lo asegura la derecha, no es un secreto que el proceso reciente fue irregular. El acoso contra la oposición y la inhabilitación de Corina Machado para competir por la presidencia solo alimentaron el discurso de ilegitimidad. Sin embargo, basta observar quiénes respaldan a esta oposición venezolana para entender su verdadera naturaleza.  

    Es irónico que personajes como los panistas Vicente Fox, el espurio Felipe Calderón, la corrupta Margarita Zavala o el farsante Ciro Gómez Leyva se muestren preocupados por Venezuela. En el ámbito internacional, países como Estados Unidos que, al no poder explotar los recursos venezolanos, emitieron una orden de aprehensión contra Maduro, o Israel un estado genocida que se atreve a criticar a otros, no contribuyen a la paz ni a la democracia, sino que fomentan una guerra civil e invasión.  

    Lo más sensato para Venezuela sería anular las elecciones y convocar un nuevo proceso electoral limpio y justo. Esa sería la solución más pacífica y viable. Defender a Maduro es perpetuar violaciones a los derechos humanos, mientras que respaldar a la derecha rapaz de Corina Machado significa abrir la puerta al capitalismo voraz que históricamente ha saqueado a América Latina.  

    El futuro de Venezuela no debe decidirse entre dos extremos fallidos. Debe construirse desde un verdadero compromiso con su gente, su soberanía y su dignidad. América Latina merece líderes que, en lugar de replicar viejos errores, tengan el valor de proponer un camino que haga de la justicia social y la libertad más que simples banderas de campaña.  

  • La fortaleza ante el imperialismo de Trump: un contraste entre Canadá y México

    La fortaleza ante el imperialismo de Trump: un contraste entre Canadá y México

    La reciente renuncia del primer ministro de Canadá ocurre en un contexto internacional marcado por el regreso de Donald Trump como presidente electo de Estados Unidos. Desde su victoria, Trump ha retomado su estilo provocador, lanzando ataques no solo contra sus rivales internos, sino también contra sus vecinos. Su reciente declaración sobre transformar el Golfo de México en el “Golfo de América” es un ejemplo del tono imperialista que caracteriza su discurso.

    En Canadá, las tensiones con Trump parecen haber influido en la decisión del primer ministro, evidenciando cómo la presión externa puede minar la estabilidad política de un país. Sin embargo, en México, el panorama es diferente. Desde su llegada a la presidencia, Claudia Sheinbaum ha enfrentado embates similares, pero su liderazgo ha demostrado fortaleza ante la intimidación externa. En lugar de ceder, Sheinbaum ha reafirmado la soberanía nacional y ha mantenido un discurso firme contra cualquier intento de intervención o subordinación.

    Lo verdaderamente alarmante no son las palabras de Trump, sino la respuesta de sectores de la derecha mexicana, que lejos de condenar estas declaraciones, las celebran como una suerte de alineamiento estratégico. Políticos y figuras públicas han mostrado una preocupante complacencia hacia ideas que claramente vulneran la soberanía de México, priorizando sus intereses políticos y económico sobre el bienestar y la dignidad del país.

    Mientras Canadá enfrenta las consecuencias de las presiones externas con la renuncia de su primer ministro, México se encuentra en una encrucijada: o se defiende la soberanía con una postura unificada, o se cede ante un discurso imperialista que amenaza con desestabilizar la región. Claudia Sheinbaum ha marcado un camino claro: la dignidad y el fortalecimiento interno son esenciales para enfrentar a un Trump que regresa con una agenda aún más agresiva.

    La oposición en México debe preguntarse si su futuro político pasa por someterse a los designios de Trump o por construir un proyecto que realmente defienda los intereses del país. Lo que está en juego no es solo el orgullo nacional, sino el derecho de México a decidir su propio destino en un mundo cada vez más polarizado.

    Afortunadamente, ese sector de entreguistas son una minoría con realidad alterada, lo que permite que el gobierno de Sheinbaum continúe estable; no obstante, es importante atender esa problemática y hacer valer la ley en contra de estos, porque como la mala plaga, puede propagarse.

  • Milei, el nuevo ídolo de cartón de la derecha mexicana

    Milei, el nuevo ídolo de cartón de la derecha mexicana

    Poco a poco, la oposición política de nuestro país y sus seguidores han perdido más el rumbo, incluso comparado con el descontrol que mostraban antes de las elecciones.

    Sus argumentos endebles y la desinformación que propagan dejan en claro un clasismo evidente y una lucha desesperada por mantener sus privilegios. No hay en sus discursos una intención real de construir; solo buscan destruir, aferrándose a un pasado que ya no encuentra lugar en el México de hoy.

    Resulta casi cómico, si no fuera trágico, que hayan adoptado como inspiración a un personaje tan controversial, tanto en lo físico como en lo ideológico. Me refiero al presidente argentino, Javier Milei. Una figura que, lejos de representar ideas progresistas, parece un emblema del retroceso.

    Utilizar la palabra “libertad” como estandarte es, sin duda, una estrategia efectiva. Sin embargo, su concepto de libertad es limitado, elitista y profundamente excluyente. Para ellos, ser libertario significa defender una familia tradicional única, liberar los recursos del pueblo para que sean saqueados por las élites empresariales y limitar derechos que beneficien a los sectores más vulnerables.

    De entrada, es contradictorio que alguien que se proclama libertario esté en contra de la diversidad, del derecho al aborto y de las libertades civiles. ¿Qué clase de libertad es esa que oprime a las mayorías y beneficia solo a unos pocos? Milei y sus seguidores no buscan emancipar a los ciudadanos; buscan perpetuar su dependencia de un sistema injusto.

    Es especialmente irónico que en México, los más fervientes voceros de estas ideas sean los del PAN. Ellos mismos que, hasta hace poco, defendían la “liberalización” de los precios de los energéticos y el entreguismo del sector energético al mercado extranjero. Ahora pretenden presentarse como defensores de la economía popular, prometiendo que la gasolina no superará los 20 pesos. ¿Creen acaso que al pueblo se le ha olvidado que fueron ellos quienes provocaron el alza de precios al dejar el mercado sin regulación estatal?

    La contradicción es evidente: hablan de libertad cuando les conviene y se olvidan de ella cuando se trata de garantizar derechos básicos. Su discurso es selectivo, su ideología oportunista y su compromiso, inexistente.

    El problema no radica únicamente en las inconsistencias de sus propuestas, sino en lo que representan: una nostalgia de un modelo político y económico que ya demostró su fracaso. Milei no es solo un referente fallido; es un recordatorio de lo que no debemos permitir que regrese a nuestra sociedad.

    ¿Qué nos queda por hacer? No permitir que estos personajes crezcan, seguir luchando por los derechos y el pueblo. Y por supuesto, no buscar cargos por enriquecerse o por poder. Eso permitirá que continúe la construcción de una nación en la que las diferencias no sean motivo de exclusión, sino de fortaleza. La verdadera libertad no es un eslogan: es un compromiso con la justicia, la igualdad y el bienestar colectivo.

  • Poder y traición: cuando el cambio pierde el rumbo

    Poder y traición: cuando el cambio pierde el rumbo

    La búsqueda por alcanzar la transformación del país es un trabajo constante que no se logra de un día para otro ni, en este caso, en una administración de seis años. Conseguir el cambio en la vida pública de una nación requiere de un compromiso personal, político, cultural e ideológico. 

    Sin justificar las acciones de nadie y, por el contrario, haciéndolos responsables de sus actos desleales, es lógico y entendible que, después de más de un siglo de formación política, quienes actualmente se encuentran en el poder hayan crecido con una ideología errónea que asume que la política es solo un medio para enriquecerse.

    Es necesario un compromiso real y genuino para cambiar esa perspectiva. Nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador es un claro ejemplo de quien asumió el poder rompiendo con los paradigmas de la formación política instaurados en el país, dentro de su propia institucionalidad. Sin embargo, es normal que aún existan personajes que utilicen el poder para enriquecerse o para ejercerlo como influencia. Ningún partido se escapa de esta realidad.

    Ahora que Andrés Manuel se ha alejado de la vida pública, es responsabilidad de quienes realmente compartimos su ideología y buscamos un cambio para el país, convertirnos en la verdadera oposición, incluso dentro del mismo movimiento. Ser simples aplaudidores solo provocaría que se viciara el proceso y se convierta en otro fracaso por alcanzar la justicia social.

    Dicho esto, quisiera hacer referencia al exalcalde de Ecatepec y actual diputado federal del Partido del Trabajo y aliado de la 4T, Fernando Vilchis Contreras, un personaje que conozco bien. He seguido su trayectoria política y, en mi historia laboral, colaboré con él, diseñando sus discursos y trabajando en su búsqueda por la gubernatura del Estado de México. Con conocimiento de causa, debo decir que este personaje se dejó cooptar por el poder y, como bien decía AMLO, se convirtió en un vulgar político que buscó el poder por el poder, y el enriquecimiento a costa del sufrimiento de las personas. Fue esa razón, entre otras, por la cual dejé de trabajar con él.

    En las últimas semanas se ha difundido que personal del Sistema de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento de Ecatepec (SAPASE) bloqueó las entradas y salidas del municipio, alegando un incumplimiento en el pago de sus salarios y prestaciones. Esta noticia me hizo recordar un episodio vivido en este municipio en 2022, que marcó el primer descontento con esta administración. Previo a la selección de candidato para el Estado de México, Fernando Vilchis solicitó a todo el personal del municipio, el cuan asciende a 4 mil personas, 15 nuevas afiliaciones a Morena, amenazando con castigar a quienes no alcanzaran el objetivo, incluso dejándolos sin el pago de su quincena. Por supuesto, me negué a cumplir tal mandamiento y reporté la situación; no obstante, la conveniencia en turno impidió que dicha acusación procediera.

    Otro de los pasajes de corrupción que tuve la oportunidad de observar en el municipio fue el enriquecimiento desmedido de la familia Vilchis Contreras, y cómo utilizaban el Sistema Municipal DIF, con la complicidad de su esposa Esmeralda Vallejo, para buscar sus aspiraciones políticas. Es importante destacar que Esmeralda Vallejo fue la propuesta de Fernando Vilchis para contender por la presidencia municipal, pero Morena descartó dicha aspiración. Fue entonces cuando Fernando Vilchis se sumó al Partido del Trabajo.

    Es curioso que, a pesar de las corruptelas de este personaje, el Partido del Trabajo lo aceptara sin mayor razón, pero tampoco me extraña. Actualmente, parece que este partido ha perdido su rumbo, y el dinero y el poder han cooptado sus principios. Basta con ver lo que Circe Camacho está haciendo en Xochimilco y cómo ha introducido en su gobierno a familiares cercanos. La directora de Medio Ambiente, el titular de la Dirección General de Inclusión y Bienestar Social, el subdirector de Verificación y Reglamentos, y el subdirector de Comercialización y Fomento Cooperativo son todos familiares directos de la alcaldesa. Además, Gerardo Enrique González, pareja de Circe, operó la Jefatura de Unidad Departamental de Vía Pública.

    Lo mismo ocurre con Ricardo Monreal, uno de los personajes más influyentes de Morena y actual coordinador de los diputados. Su hija, Catalina Monreal, fue candidata para la alcaldía de Cuauhtémoc, su hermano David es el actual gobernador de Zacatecas, Saúl es senador por el mismo partido, un hermano trabaja en el gobierno de Sinaloa, una hermana en el gobierno de Zacatecas, otra en el consulado mexicano de San Antonio, Texas, y otra más en el Poder Judicial.

    Entiendo que, cuando existen credenciales de buen trabajo y lucha, no importa si eres hijo, esposa, esposo, hermano, hermana, sobrino o familiar de alguien más. Sin embargo, en el caso de Fernando Vilchis y Circe Camacho, sus actos han sido desleales y van en contra del movimiento que decían apoyar.

    Es fundamental, entonces, que se haga una reflexión profunda sobre el rumbo que está tomando nuestro país. ¿Realmente estamos luchando por un cambio verdadero, o simplemente estamos intercambiando un grupo de privilegiados por otro? Los actores políticos deben dejar atrás los intereses personales y poner al pueblo y la justicia social como su prioridad, así como las enseñanzas de Andrés Manuel López Obrador. Solo así podremos aspirar a una transformación genuina que, más allá de las promesas vacías, se traduzca en bienestar para todos los mexicanos.

    Estamos ante una encrucijada histórica. Si permitimos que la corrupción siga siendo parte del panorama, cualquier intento de cambio será en vano. No se trata de un ajuste entre facciones dentro de un mismo movimiento; se trata de un compromiso con los valores fundamentales de justicia, equidad y honestidad. Es hora de poner un alto, de exigir responsabilidad a quienes traicionan el mandato popular, y de recordar que el verdadero poder radica en el pueblo, no en unos cuantos privilegiados que juegan con el destino de la nación.

    Es momento de actuar con determinación, con la convicción de que, si no actuamos ahora, perderemos la oportunidad de transformar realmente a México. No dejemos que este sueño de cambio se convierta en otro espejismo más y la lucha de miles de mexicanos que llegamos en 2018 se evapore en tan poco tiempo.