Categoría: Luis Piña

  • ¿Es tiempo de mujeres?

    ¿Es tiempo de mujeres?

    Normalmente, el día de Navidad se utiliza para descansar, pasar tiempo en familia y reflexionar acerca de la importancia de estar juntos, ser amorosos y justos con todas y todos. Disfrutar de estos días también puede ser provechoso cuando llevamos nuestra reflexión más allá de si me he portado bien o si he actuado con alevosía. 

    Tal vez la primera impresión de esta reflexión te podría llevar a la explotación capitalista y cómo se asume que comprar te hace más feliz. Sin embargo, esta vez quisiera hablar de un tema aún más profundo y fundamental. 

    Sin duda, este año, que está a una semana de terminar, ha sido de muchos cambios para nuestro país y nuestra forma de comportarnos con las mujeres. No por nada, llegó nuestra primera presidenta a Palacio Nacional y ellas ocupan cada vez más espacios de relevancia en nuestra sociedad. Tan solo, en la actualidad, 13 de 32 estados están gobernados por mujeres, casi la mitad de la República Mexicana. Además, el partido más votado en las últimas elecciones está dirigido por una mujer, mientras que a partir del 10 de enero, la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México estará a cargo de otra mujer. 

    Aunque este ha sido un avance importante en la visibilización de las mujeres en nuestro país, no basta con ello. Tan solo pregúntate, en estas fiestas decembrinas, ¿quién arregló la casa para la fiesta? ¿Quién preparó los alimentos? ¿Quién los sirvió? Cuando contestas estas preguntas, te das cuenta de que aún se necesitan cambiar muchas cosas. El rol de cuidadora sigue estando profundamente normalizado, casi invisible, y no solo en las fiestas, sino en la cotidianidad. 

    Es importante recordar que la división de roles no es algo natural ni inevitable; se construye desde la cultura, la educación y los hábitos familiares. Durante siglos, la figura femenina ha sido reducida a la responsabilidad doméstica y al cuidado de los demás. Si bien las mujeres han alcanzado logros históricos en la política y en otros campos, estas victorias no se traducen necesariamente en una distribución equitativa de los trabajos en el hogar. Es crucial que sigamos cuestionando esas estructuras que aún nos atan a estereotipos y desigualdades.

    Según datos presentados por la organización Ola Violeta, el 66% de las personas que dedican su tiempo al trabajo no remunerado son mujeres, sin importar su situación laboral. Por ello, la temporada navideña suele ser la más pesada para ellas, pues enfrentan un agotamiento físico y mental aún mayor que el resto del año. Este esfuerzo desmedido es muchas veces invisibilizado, aunque impacta gravemente su bienestar. 

    Según la misma organización, esta carga de trabajo, acentuada por las festividades, suele provocar en las mujeres trastornos mentales como ansiedad, estrés e incluso burnout, que afecta de manera significativa su bienestar emocional y físico. Es momento de replantearnos qué entendemos por amor y responsabilidad. Cuidar la salud mental de las personas que queremos es crucial; en eso se refleja el verdadero cariño. Por ello, compartir las responsabilidades y las tareas domésticas debe ser una de las prioridades a mejorar en 2025.

    No se trata solo de un gesto simbólico, sino de un cambio profundo que permita una convivencia más justa y equitativa. Este 2025, podemos comenzar por pensar que la igualdad de responsabilidades también es un acto de amor. Las tareas del hogar no deben ser una carga para nadie. Te invito a que reflexionemos sobre nuestro comportamiento y, aunque aún estamos a una semana de brindar por un próximo año, es un buen momento para comenzar a poner en práctica esos pequeños cambios. Inicia el nuevo año de la mejor manera, en familia y de forma equitativa, compartiendo la preparación de la última cena del 2024. Verás que los primeros alimentos del 2025 tendrán un sabor mucho más dulce, porque habrán sido preparados con el esfuerzo y el cariño de todas y todos

    Solo entonces podremos decir que hemos dado un paso real hacia la equidad, no solo en las decisiones políticas, sino también en el día a día, en la casa, en los pequeños gestos que hablan mucho más de lo que imaginamos. Es momento de construir juntos un futuro en el que la igualdad no sea una lucha constante, sino una realidad compartida.

    ¡Feliz, saludable, reflexivo, amoroso y prospero 2025 para todas y todos!

  • El clasismo: una discriminación que atraviesa el pensamiento colectivo

    El clasismo: una discriminación que atraviesa el pensamiento colectivo

    El clasismo es una forma de discriminación basada en la pertenencia o percepción de una clase social específica, la cual implica prejuicios, estereotipos y acciones que favorecen a ciertos grupos sociales. Es algo que todos hemos ejercido alguna vez, incluso sin darnos cuenta.

    Este chip es algo que se acentuó durante el proceso neoliberal y que, como tal, hemos arraigado tan profundamente que, de manera inconsciente, lo reproducimos sin detenernos a reflexionar sobre ello. Se trata de un mecanismo social que atraviesa nuestras decisiones, juicios y comentarios cotidianos, consolidando la desigualdad y normalizando la exclusión.

    Con la llegada de la Cuarta Transformación (4T), el humanismo mexicano y el proceso de cambio que nuestro país ha llevado en lo económico y cultural, estas estructuras mentales chocan con los nuevos paradigmas. El clasismo, como forma de control y división social, se enfrenta a la propuesta de una visión más igualitaria, donde se busca derribar barreras históricas que han mantenido a ciertos sectores marginados.

    Un ejemplo claro es el turismo como derecho social. La idea de que todas las personas puedan acceder a experiencias culturales y recreativas, sin importar su condición económica, golpea directamente en lo más profundo de nuestro pensamiento capitalista. Sin embargo, en lugares como la Ciudad de México, esta visión comienza a abrirse paso, desafiando las nociones de privilegio exclusivista que durante décadas dominaron la narrativa pública.

    Bajo esta nueva perspectiva, eventos culturales masivos han suscitado fuertes críticas, evidenciando el clasismo arraigado en nuestra sociedad. Por ejemplo, la reciente contratación de Polymarchs, un reconocido colectivo de música electrónica popular, para la clausura del año en el Ángel de la Independencia. Más allá del costo —12 millones de pesos—, el debate se centra en el estigma que rodea a un “sonidero” como representante de la cultura nacional, obviando su trayectoria y alcance internacional.

    En contraste, no habría cuestionamientos si el Gobierno hubiera contratado a figuras hegemónicas de la industria cultural tradicional, como lucero, a un costo incluso mayor. El problema no es el talento ni la capacidad de convocatoria, sino el lugar desde donde se observa: un lente clasista que valora más lo asociado a élites que a expresiones populares. Polymarchs representa un sector históricamente excluido del reconocimiento oficial, y su elección incomoda porque desafía las jerarquías sociales que hemos naturalizado.

    El clasismo no es una simple preferencia estética o artística; es un acto político. Cada comentario que descalifica lo popular refuerza estructuras de poder que perpetúan desigualdades. La crítica a la música, la danza o la moda de sectores populares no solo revela un prejuicio, sino un profundo desconocimiento de la riqueza cultural que emana de esos espacios.

    Si aspiramos a una sociedad más justa, es imprescindible revisar las ideas que reproducimos. Cuestionar el clasismo es más que un ejercicio intelectual: es una tarea ética. Reconocer y valorar las expresiones culturales diversas no solo enriquece nuestro panorama, sino que construye puentes en lugar de muros.

    El clasismo se combate aceptando que todos formamos parte de un mosaico único y complejo. La cultura no debe ser vista desde el privilegio, sino desde su capacidad para unirnos, celebrando lo que somos en nuestra diversidad. Si dejamos de lado las etiquetas impuestas por la desigualdad, descubriremos que lo popular no solo es digno, sino esencial para entendernos como nación. El futuro de México no se construirá desde las cimas elitistas, sino desde el reconocimiento de nuestras raíces compartidas.

  • Clara Brugada y su oportunidad de acabar con la impunidad en la CDMX

    Clara Brugada y su oportunidad de acabar con la impunidad en la CDMX

    Ya han pasado algunos días desde que los jueces de este país iniciaron un movimiento en contra de la democratización de la justicia; sin embargo, la impunidad continúa. No es un secreto que, debido a la mala impartición de justicia, el Ejecutivo Federal tomó cartas en el asunto, buscando que esta Cuarta Transformación no solo sea recordada por su apoyo económico y social a quienes más lo necesitan, sino también por un verdadero cambio en el paradigma de la impartición de justicia.

    A pesar de ello, en la Ciudad de México, desde hace algunos años, se ha mantenido, para bien o para mal, una estrecha colaboración entre el gobierno capitalino, la fiscalía local y el poder judicial de la metrópoli. Basta ver los halagos que el magistrado presidente del Poder Judicial de la Ciudad de México (PJCDMX), Raúl Guerra Álvarez, hace al o la Jefa de Gobierno en turno.

    No obstante, las decisiones de los jueces locales dejan mucho que desear. Hace unos días, un joven identificado como Diego ‘N’ fue detenido con miles de fotografías de compañeras estudiantes del Instituto Politécnico Nacional, las cuales habían sido alteradas con inteligencia artificial para convertirlas en material íntimo y poder comercializarlas. A pesar de las miles de evidencias, un juez decidió absolver al agresor, argumentando que no había elementos suficientes. 

    Este caso pone en evidencia una falla en el sistema judicial que, aunque cuenta con la Ley Olimpia y con la perspectiva de género que los impartidores de justicia deberían tener, enfrenta vacíos legales. Si bien el Código Penal no contempla específicamente este tipo de delitos cibernéticos, los jueces tienen la responsabilidad de sentar precedentes que protejan a las víctimas y eviten que este tipo de abusos continúen.

    Ante esta situación, tuve la oportunidad de cuestionar a la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, quien detalló que el gobierno capitalino debe revisar y actualizar las leyes conforme avanza la tecnología y lamentó la decisión judicial. Sin embargo, para ser honesto, esperaba una reacción más contundente contra el PJCDMX, que absolvió al agresor. confió en que, respetando la independencia de dicho órgano, la Jefa de Gobierno dialogara con el magistrado Guerra para tener una aclaración más seria.

    El tema, no obstante, no termina ahí. El pasado 4 de diciembre, una mujer atropelló a un repartidor de plataformas al circular en supuesto estado de ebriedad, a alta velocidad y dar una vuelta inapropiada. El resultado de este accidente fue la muerte del repartidor. Al ser detenida, un juez local le concedió la libertad, a pesar de ser acusada de homicidio culposo.

    Todo esto podría parecer un caso más de impunidad del PJCDMX, sin embargo, el problema se agrava cuando se conoce el contexto. La involucrada es hija de un alto ejecutivo de Televisa, una de las televisoras más influyentes de habla hispana. Este dato desató un escándalo en las redes sociales, que no dejaron pasar el hecho. La presión generada por la indignación popular obligó a la Fiscalía General de Justicia (FGJ) a emitir un comunicado anunciando que se había girado una orden de aprehensión contra la acusada.

    Este tipo de casos no solo reflejan la fragilidad de nuestro sistema judicial local y la necesidad de un verdadero liderazgo gubernamental, sino también la distancia entre la justicia y quienes tienen poder en este país. La falta de responsabilidad y consecuencias para aquellos que abusan de su posición y de las leyes es una de las principales razones de la crisis de impunidad que enfrentamos. Las y los ciudadanos, ante la apatía de las instituciones, debemos alzar la voz y exigir que quienes impartan justicia realmente actúen conforme a la ley y a la ética.

    En la Ciudad de México, hoy más que nunca, se debe unir para demandar que se respeten los derechos de las víctimas y se castigue a quienes violan la ley. La justicia no puede seguir siendo un privilegio de unos pocos, sino un derecho universal. Es tiempo de que el sistema judicial se ponga al servicio del pueblo, no solo en el órgano federal, si no, en la capital del país, sin favoritismos ni distinciones. De lo contrario, la impunidad seguirá siendo la norma y no la excepción. Ya lo hizo Andrés Manuel López Obrador y lo continuó Claudia Sheinbaum a nivel federal, ahora Clara Brugada, al frente del gobierno capitalino debe hacer lo propio con el órgano local.

  • Claudia Sheinbaum: El aumento que incomoda más que la pobreza

    Claudia Sheinbaum: El aumento que incomoda más que la pobreza

    Durante la Mañanera del Pueblo del pasado 4 de diciembre, la presidenta Claudia Sheinbaum informó que el salario mínimo tendría un aumento del 12%, con el objetivo de que cada trabajador pueda acceder 2.5 veces a la canasta básica y que existan mejores condiciones económicas para las y los mexicanos. Este anuncio, que busca una mejora significativa en el poder adquisitivo de la clase trabajadora, se convierte en un paso importante hacia la justicia social en nuestro país.

    Sin embargo, ante esta noticia, no faltaron quienes intentaron desprestigiar el anuncio de la presidenta utilizando argumentos sexistas. Desde el inicio de su sexenio, la oposición ha recurrido más a ataques relacionados con su género que a críticas fundamentadas en su gestión. El hecho de ser la primera mujer en ocupar el cargo de presidenta de la República parece ser para algunos un argumento suficiente para descalificar su labor política. Este tipo de reacciones evidencian la persistencia de prejuicios y estereotipos de género en el ámbito político mexicano.

    Es fundamental recordar que, más allá de la condición de género de una persona, lo que verdaderamente importa es su convicción política y su compromiso con el bienestar de la ciudadanía. El ser mujer no implica automáticamente sensibilidad social ni un enfoque más empático hacia las problemáticas nacionales, como algunos intentan hacer creer. Las mujeres, al igual que los hombres, tienen diversas perspectivas y enfoques, y es su trayectoria y decisiones lo que determina su verdadero impacto en la sociedad, no su género. Así, el hecho de que Claudia Sheinbaum sea la primera Presidenta en la historia de México no debe ser motivo de descalificación, sino un motivo de orgullo y de avance hacia la igualdad.

    En comparación con otros líderes de América Latina, como la golpista Dina Boluarte de Perú, podemos ver ejemplos claros de lo que significa gobernar con indiferencia hacia las necesidades del pueblo. La postura de Boluarte, quien defiende políticas que agravan las condiciones de vida de su gente, contrasta con las políticas de Sheinbaum, quien busca una redistribución equitativa de los recursos. Mientras en México, Claudia Sheinbaum anunciaba un aumento al salario mínimo con el objetivo de que los trabajadores puedan acceder a 2.5 canastas básicas, Boluarte afirmaba que las mujeres pueden administrar “hasta con diez soles (54 pesos)” para alimentar a su familia, una declaración que refleja una insensibilidad alarmante hacia la pobreza y la desigualdad.

    Este tipo de declaraciones, como las de Boluarte y las de muchos políticos neoliberales, revelan una desconexión con la realidad de las mayorías, cuyo sufrimiento es invisible para quienes ocupan posiciones de poder. Un claro ejemplo de esto fue el gobierno de Enrique Peña Nieto, quien, ante la crisis derivada de desastres naturales, propuso una solución absurda e insensible, sugiriendo que las familias afectadas por los terremotos se organizaran en “tandas” para reconstruir sus viviendas, una propuesta que minimizaba la magnitud del desastre y la necesidad urgente de apoyo real.

    Por otro lado, Claudia Sheinbaum ha mostrado un enfoque mucho más humano y comprometido con la clase trabajadora. Durante su mandato, se han destinado recursos importantes para la construcción de viviendas dignas, accesibles y adecuadas para las familias mexicanas, con el propósito de garantizar condiciones de vida más justas para todos. Esta es una diferencia fundamental en la manera de abordar los problemas: mientras unos líderes ven a las personas como una carga o un número más, otros las ven como sujetos de derechos, con necesidades que deben ser atendidas.

    En este sentido, el aumento del salario mínimo no solo es un acto de justicia económica, sino un reconocimiento de la dignidad de los trabajadores mexicanos. Este aumento permitirá que millones de familias puedan acceder a lo básico sin tener que sufrir la precariedad que caracterizó al periodo neoliberal, cuando el salario mínimo permaneció estancado y la desigualdad creció de manera exponencial. Con esta medida, Sheinbaum continúa demostrando que su prioridad son las y los mexicanos más vulnerables, y que su enfoque de gobierno está centrado en la mejora de las condiciones de vida de quienes menos tienen.

    El reto es grande, pero el camino parece claro: avanzar hacia una sociedad más justa, donde el trabajo sea justamente remunerado y donde los recursos públicos se utilicen para el beneficio de la mayoría, no para enriquecer a unos pocos. La política de Sheinbaum, lejos de ser una simple respuesta a la crítica por su género, es una propuesta sólida para transformar las estructuras económicas y sociales de México.

    En definitiva, el aumento al salario mínimo anunciado por Claudia Sheinbaum no es solo una medida económica, sino una declaración de principios: la justicia social no tiene género. Es un acto de coraje y compromiso con un pueblo que ha sido históricamente marginado, y representa un paso firme hacia un México más igualitario. Mientras algunos políticos siguen aferrados a viejas fórmulas y argumentos llenos de prejuicios, otros, como Sheinbaum, nos muestran que el verdadero liderazgo se mide por la capacidad de generar cambios reales, más allá de las etiquetas y los estereotipos.

  • De México a Corea: el club global de la derecha radical

    De México a Corea: el club global de la derecha radical

    A lo largo del tiempo, las corrientes económicas que sostienen regímenes políticos han cambiado, principalmente debido a sus propias contradicciones. Como lo explica Marx, estas corrientes suelen dejar de satisfacer las necesidades de las personas, generando crisis que impulsan la transición hacia nuevas formas de organización social y económica.

    No obstante, la derecha, particularmente cuando se basa en el neoliberalismo, reacciona de maneras específicas para preservar sus valores y estructuras de poder. En México, este fenómeno es evidente: diseñan discursos alarmistas que buscan sembrar miedo en la población, promueven la judicialización de los cambios democráticos, fomentan campañas de desinformación y, en algunos casos, como ha sucedido con figuras como Alejandro Moreno, construyen narrativas nostálgicas que idealizan un pasado que favorecía sus intereses.

    Sin embargo, la historia nos enseña que la derecha puede adoptar posturas aún más radicales cuando percibe que sus privilegios están en peligro. Es entonces cuando recurre a estrategias como la creación de narrativas de ilegitimidad para desestabilizar gobiernos legítimos. Convocan a protestas violentas, promueven disturbios, generan paralización económica —como en Venezuela— y manipulan los medios de comunicación para difundir mensajes apocalípticos. En casos más extremos, incluso fomentan la intervención de gobiernos extranjeros o impulsan golpes de Estado.

    En México y en el mundo, observamos cómo estas tácticas se han radicalizado. En nuestro país, por ejemplo, la derecha parece aliarse con grupos criminales, particularmente con el narcotráfico, para desestabilizar y generar un clima de violencia que justifique la intervención extranjera. Este fenómeno, que podría parecer descabellado, encuentra sustento en hechos históricos. ¿Qué partido pactó con el Cártel de Sinaloa, desencadenando una ola de violencia sin precedentes? El PAN, a través de figuras como Genaro García Luna. ¿Qué grupo político se beneficia de la violencia que, curiosamente, se intensifica con los cambios de gobierno? La oposición. ¿Quiénes son los principales promotores de declarar al narcotráfico como terrorismo para justificar la intervención de Estados Unidos? Nuevamente, el PAN.

    Esta dinámica no es exclusiva de México. En Corea del Sur, por ejemplo, la izquierda ha ganado fuerza política, exponiendo las prácticas corruptas del gobierno derechista de Yoon Suk-yeol. En respuesta, la administración declaró la ley marcial y ordenó la extinción del Congreso, enviando tropas militares a tomar el Palacio Legislativo. Aunque los diputados lograron revertir la declaratoria, este episodio revela hasta qué punto puede llegar la derecha para preservar su poder, incluso desafiando principios democráticos básicos.

    De igual manera, en Europa y África, vemos patrones similares: la derecha recurre a tácticas de polarización, desinformación y represión para frenar los avances democráticos y sociales. Desde los intentos de retroceso en los derechos civiles en Hungría hasta las alianzas de élites económicas y militares en varias naciones africanas, la constante es clara: proteger sus intereses a cualquier costo.

    Estos hechos demuestran que, independientemente del contexto, la derecha comparte una estrategia común: desestabilizar, dividir y recurrir a medidas extremas con tal de mantener sus privilegios. Su conducta no es casual ni aislada; responde a un patrón histórico y global que busca perpetuar un sistema de poder desigual.

    En el fondo, la derecha no teme al cambio por sí mismo, sino al cambio que amenaza su hegemonía. La pregunta, entonces, no es si estas tácticas continuarán, sino si las sociedades estarán dispuestas a enfrentarlas con unidad, conciencia y compromiso. Al final, el verdadero desafío no está en sus estrategias, sino en nuestra capacidad de construir un futuro donde los privilegios de unos pocos no definan el destino de todos.

  • La CDMX toma en serio la salud mental

    La CDMX toma en serio la salud mental

    Muchas veces, las personas suelen minimizar la importancia de la salud mental; sin embargo, ésta es fundamental para el bienestar general y tiene un impacto significativo en todos los aspectos de la vida. Los problemas relacionados con la salud mental son diversos: depresión, estrés, ansiedad, pánico, entre otros. Estos trastornos no solo afectan a quienes los padecen, sino que también repercuten en su entorno social, laboral y familiar.

    El cuidado de la salud mental es esencial para el desarrollo de cualquier país. Tener una buena salud mental beneficia el desarrollo y comportamiento de los ciudadanos, lo que se traduce en una sociedad más sana, productiva y resiliente. Los índices de bienestar emocional están directamente relacionados con la calidad de vida y la cohesión social de una nación. Por tanto, es un tema que debe ser abordado de manera integral, con políticas públicas, campañas de concienciación y apoyo a quienes lo necesiten.

    En los últimos días, se hizo viral cómo los medios de comunicación juegan un papel clave en la salud mental de la población y cómo su manejo puede influir en el bienestar emocional. Medios tradicionales como la televisión, particularmente Televisa, uno de los conglomerados mediáticos más influyentes de Latinoamérica, invitaron a Maryfer Centeno, una grafóloga, quien, en uno de los programas de mayor audiencia de la televisora, aseguró que escribir con tinta azul ayuda a adelgazar. Esta declaración, sin fundamento científico, es un claro ejemplo de cómo las falsas promesas pueden afectar la salud mental de quienes enfrentan dificultades emocionales o problemas relacionados con su peso.

    Tratar estos temas con personas que padecen sobrepeso o trastornos de la imagen corporal es irresponsable. Este tipo de comentarios puede desencadenar efectos devastadores, como la ansiedad, depresión y el estrés. Las víctimas de estas condiciones, al verse expuestas a este tipo de afirmaciones sin respaldo, pueden caer en un ciclo de autocrítica y malestar psicológico. Es urgente que los medios de comunicación asuman su responsabilidad y actúen de manera ética al tratar estos temas.

    Es por ello que, gobiernos como el de la Ciudad de México deben tomar acciones ante este fenómeno, regulando de manera estricta los contenidos que pueden afectar la salud mental de la población. En este sentido, Clara Brugada, jefa de Gobierno de la capital, ha propuesto una medida innovadora: la construcción de áreas especializadas en el manejo de la salud mental dentro de los Centros de Atención Integral Utopía. Esta propuesta incluye, entre otras iniciativas, salas lúdicas diseñadas para el manejo del estrés, la ansiedad y la depresión, buscando crear espacios donde las personas puedan recibir atención y apoyo emocional de manera accesible.

    Es necesario que, a nivel global, se reconozca la salud mental como un pilar fundamental para la prosperidad de los individuos y las sociedades. El estigma que rodea a los trastornos mentales sigue siendo un obstáculo importante para que muchas personas busquen ayuda. La información errónea, las falsas creencias y la falta de comprensión contribuyen a perpetuar este problema. Por ello, se debe promover la educación sobre salud mental en todos los niveles, desde las escuelas hasta los medios de comunicación, para erradicar prejuicios y proporcionar a las personas las herramientas necesarias para cuidar de su bienestar emocional.

    Además, la integración de la salud mental en el ámbito laboral es otra área que debe ser abordada. En muchos lugares, la presión por rendir a niveles altos sin tener en cuenta el bienestar emocional de los empleados genera una crisis de salud mental generalizada. Es esencial que las empresas y las instituciones promuevan entornos laborales saludables, donde el cuidado emocional sea una prioridad y no una opción.

    La prevención es otro aspecto clave en este tema. Si bien la intervención temprana es vital para tratar los trastornos mentales, la creación de campañas de prevención es crucial para evitar que estos problemas lleguen a ser graves. La sociedad debe aprender a identificar los primeros síntomas de los trastornos mentales, y a no ignorarlos, para poder actuar de manera efectiva antes de que el daño sea irreversible.

    Es fundamental que entendamos que la salud mental no es un tema marginal, sino una prioridad para el bienestar integral de la población. No podemos permitir que mitos, desinformación o la indiferencia social sigan afectando a aquellos que ya están enfrentando dificultades emocionales. Es urgente crear políticas públicas que promuevan el cuidado de la salud mental, educar a la población para desterrar los estigmas y generar un entorno donde las personas puedan acceder fácilmente al apoyo emocional que necesitan. Solo así podremos construir una sociedad más equilibrada, resiliente y, en última instancia, más humana.

  • El fin de la impunidad: El operativo Enjambre y la prueba de fuego para Sheinbaum

    El fin de la impunidad: El operativo Enjambre y la prueba de fuego para Sheinbaum

    Durante el periodo de transición, en las conferencias de prensa matutinas que la entonces presidenta electa Claudia Sheinbaum ofrecía en su casa de transición, recuerdo que le pregunté sobre su estrategia de seguridad y si tenía previsto implementar algo similar a lo que hizo en la Ciudad de México, estableciendo un mando único. Esto, debido a las evidencias de que muchas policías municipales son fácilmente corrompibles y están al servicio de los presidentes municipales en turno.

    En esa ocasión, la presidenta Sheinbaum me respondió que, si existían pruebas de que las policías municipales fueran corruptas, se deberían presentar las denuncias correspondientes. No obstante, parece que no fue necesario, ya que la mandataria ya tenía claro lo que se debía hacer.

    No pasaron ni dos meses para demostrar que en este gobierno no habrá impunidad. Hace unos días, el operativo Enjambre sorprendió a propios y extraños, cuando, por primera vez y bajo el mando del secretario de seguridad federal, Omar García Harfuch, se detuvo a siete servidores públicos municipales del Estado de México, entre ellos presidentes municipales y secretarios de seguridad.

    El operativo Enjambre estuvo principalmente vinculado a municipios del Estado de México como Amanalco, Santo Tomás, Tonatico, Chicoloapan, Ixtapaluca, Tejupilco, Naucalpan, Coacalco, Jilotzingo y Texcaltitlán. No es un secreto que, en esta entidad, una de las más grandes del país, la impunidad y el abuso de poder por parte de las autoridades locales han sido moneda corriente.

    Municipios como Tlalnepantla de Baz, en el Estado de México, son un claro ejemplo de la influencia del crimen organizado en los gobiernos municipales. Según datos del Observatorio Nacional Ciudadano, en esta zona, gobernada por el priista Marco Antonio Rodríguez Hurtado, la incidencia de ocho delitos de alto impacto creció durante su administración. El robo a casa habitación fue el que más aumentó en los últimos tres años, con un incremento de hasta el 53%. Sin embargo, también se registró un aumento considerable en otros delitos como robo con violencia, robo de vehículos, robo a negocios, extorsión y robo a transeúntes.

    Otro ejemplo claro de cómo el crimen organizado ha permeado la política mexiquense es el caso de Ecatepec de Morelos. La presidenta municipal electa para el periodo 2025-2028, Azucena Cisneros, ha sido señalada en diversas ocasiones por los habitantes del municipio debido a sus vínculos con grupos delictivos. Cisneros, quien fue respaldada por grupos criminales ligados a la extorsión, como el sindicato 25 de marzo y la organización La Chokiza, tuvo a estos grupos acompañándola en sus actos de campaña.

    El caso de Ecatepec no es un hecho aislado. En el Estado de México, como en muchas otras partes del país, la presencia del crimen organizado en la política local ha sido un fenómeno constante. La relación entre ciertos políticos y grupos delictivos no es solo un rumor, sino una realidad que afecta la seguridad y el bienestar de los ciudadanos. Es urgente que el gobierno federal, en colaboración con las autoridades locales, logre erradicar estas prácticas para recuperar la confianza de la ciudadanía.

    Un aspecto crucial de este proceso es la implementación de políticas que fortalezcan las instituciones de seguridad y promuevan la rendición de cuentas. Para ello, es indispensable no solo sancionar a quienes se coluden con el crimen, sino también garantizar que los cuerpos policiacos se encuentren bien entrenados, sean profesionalizados y no estén al servicio de intereses personales o criminales. La estrategia debe ser integral y a largo plazo, comenzando con la depuración de las fuerzas de seguridad.

    La ciudadanía ha mostrado su hartazgo ante la impunidad y la violencia que azotan a muchas regiones del país. En este contexto, acciones como el operativo Enjambre son un paso importante, pero no suficientes por sí solas. Se requiere un cambio profundo en el sistema de justicia y en la forma en que los gobiernos municipales operan. Solo con un combate decidido y sostenido a la corrupción y el crimen organizado podremos aspirar a un país más seguro y justo para todos.

    La lucha contra la corrupción y el crimen organizado no puede ser selectiva ni superficial. El reciente operativo Enjambre demuestra que hay voluntad para enfrentar este flagelo, pero la verdadera prueba de fuego será la capacidad del gobierno de Claudia Sheinbaum para mantener esta línea de acción, erradicar la impunidad en todos los niveles de gobierno y transformar la seguridad pública en un pilar fundamental para el desarrollo del país. Si esto no se logra, estaremos condenados a seguir viviendo bajo el yugo de la criminalidad que ha permeado hasta las instituciones más básicas de nuestra democracia.

  • Juego de bloques: BRICS, Occidente y la guerra que no ves

    Juego de bloques: BRICS, Occidente y la guerra que no ves

    Luego de cumplirse mil días de conflicto entre Ucrania y Rusia, parece que la guerra está entrando en una fase aún más peligrosa que las anteriores. Entender por qué el problema parece agravarse, en lugar de acercarse a una solución, es tan complejo como descifrar la interminable disputa entre Israel y Palestina.

    A pesar de que la guerra entre Rusia y Ucrania lleva más de dos años, las tensiones han escalado dramáticamente tras los recientes ataques ucranianos con misiles de largo alcance, previamente autorizados por Estados Unidos. Lo que parecía una contienda estancada dio un giro brusco, especialmente después de que la victoria de Trump en las elecciones estadounidenses despertara la expectativa de un cambio en la política internacional, que muchos esperaban marcara el inicio del fin del conflicto.

    En respuesta a estos ataques, el presidente ruso, Vladímir Putin, decretó que su país podría recurrir al uso de armas nucleares contra cualquier nación que atentara contra Rusia o apoyara las hostilidades en su contra. Esta amenaza directa no solo se dirige a Ucrania, sino también a Estados Unidos y la OTAN, avivando el temor de una escalada de consecuencias catastróficas a nivel global.

    El conflicto, sin embargo, trasciende las fronteras de Ucrania. Se trata, en esencia, de una lucha por la configuración de un nuevo orden mundial. Rusia, con apoyo de aliados estratégicos, ha desafiado los intentos de Estados Unidos de debilitarla financieramente mediante sanciones. Además, ha liderado la consolidación de un bloque alternativo que busca reconfigurar el poder global: los BRICS, integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Este grupo no solo plantea una alternativa económica al dominio occidental, sino que también propone una nueva narrativa política que desafía la hegemonía estadounidense y europea.

    La influencia de los BRICS no puede subestimarse. Desde su fundación, este bloque ha trabajado activamente para reducir la dependencia del dólar estadounidense en el comercio internacional, fortaleciendo sus propias monedas y promoviendo acuerdos bilaterales en sus respectivas regiones. Con el ingreso de nuevos países y la creación de un banco propio, los BRICS representan una amenaza tangible para el status quo liderado por Occidente.

    En este contexto, la guerra en Ucrania es solo un escenario más de una batalla mayor: la disputa entre un mundo unipolar, liderado por Estados Unidos, y un modelo multipolar que busca consolidar Rusia junto con sus aliados. Cada misil disparado y cada sanción impuesta no solo reflejan las tensiones entre dos naciones, sino también las fricciones entre dos visiones opuestas de la gobernanza global.

    El peligro radica en que ambos bloques parecen cada vez menos dispuestos a ceder. La posibilidad de una escalada nuclear no puede ser descartada, y las lecciones de la historia nos recuerdan que las grandes potencias, cuando se sienten acorraladas, tienden a actuar de forma impredecible.

    Al final, esta guerra no solo definirá el futuro de Ucrania o Rusia, sino también el de todos nosotros. En juego está no solo el control territorial o económico, sino la estructura misma del poder global. La pregunta no es quién ganará esta contienda, sino si el mundo sobrevivirá a sus consecuencias.

  • Estados Unidos: Los verdaderos líderes del Narcotráfico

    Estados Unidos: Los verdaderos líderes del Narcotráfico

    Un problema es una situación o condición que genera incertidumbre, dificultad o conflicto. Generalmente, se presenta cuando hay una discrepancia de diversa índole, desde cuestiones cotidianas hasta desafíos complejos. Ante esto, se deben buscar soluciones adecuadas para las partes en disputa, siempre privilegiando el análisis, la reflexión y la acción.

    Dicho esto, entramos ahora sí en el tema: el narcotráfico, un conflicto que ha dejado miles de muertes directas e indirectas. Ya sea a causa de la violencia o debido a los problemas de salud pública que ha provocado a nivel mundial, este es un conflicto que requiere ser atendido desde su origen. No basta con apagar fuegos; es necesario comprender y erradicar las causas profundas.

    En el caso de México, no podemos olvidar que este problema ha desencadenado una violencia imparable, una degradación de la sociedad y de sus instituciones, sobre todo desde la llegada de Felipe Calderón a la presidencia de la República. Sometido a las políticas represoras y expansionistas de Estados Unidos, Calderón emprendió un ataque desmedido contra el pueblo mexicano, utilizando a las fuerzas armadas para sus propios intereses políticos y económicos. Esta estrategia, centrada en la militarización y el combate frontal, fracasó en gran medida al no abordar las causas estructurales del narcotráfico.

    Por su parte, con la llegada de la Cuarta Transformación (4T) al gobierno, el discurso bélico cambió por una estrategia de ataque más directa, estratégica e inteligente contra los criminales. Sin embargo, el deterioro de las instituciones del Estado impidió que esta estrategia tuviera el éxito esperado. El Poder Judicial permitió que muchos de estos criminales vivieran en la impunidad, a pesar del esfuerzo del Estado mexicano por pacificar el país. Aun así, la estrategia del presidente Andrés Manuel López Obrador, centrada en atender las causas del problema, ha logrado reducir significativamente la violencia que azotaba al país desde 2006.

    En los últimos días, el gobierno de Estados Unidos, junto con el presidente electo Donald Trump, el embajador norteamericano Ken Salazar y algunos senadores republicanos, se han empeñado en atacar la estrategia de AMLO y la Presidenta, Claudia Sheinbaum, en su lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, resulta claro que el problema es más complejo de lo que algunos están dispuestos a reconocer.

    Es muy fácil y cómodo lavarse las manos, pero la realidad es que el narcotráfico es un tema que en gran parte le compete a Estados Unidos. Este conflicto es algo que podría resolverse más fácilmente si el país vecino tomara decisiones clave dentro de su territorio. No hablo únicamente del control de armas, que sin duda acabaría con gran parte del problema, ni del control de las adicciones, que también sería un paso importante. Los verdaderos líderes y capos de la droga viven, radican y nacen en Estados Unidos. El dinero que los carteles mexicanos ganan es gracias al que los estadounidenses les pagan, y curiosamente, no hay un solo nombre de un capo norteamericano que haya sido capturado.

    En Estados Unidos se encuentra la logística de producción y distribución de la droga, allí se plantean las estrategias de defensa de los carteles, y en ese país viven los verdaderos líderes de la industria del narcotráfico. México, Centroamérica y Colombia producen y trafican, pero la matriz del cartel se encuentra al norte del continente. La cuestión no es solo una lucha contra el crimen organizado en suelo mexicano, sino contra un sistema que alimenta esa misma estructura en su territorio.

    Esto se puede comparar con el caso del petróleo. A pesar de que Venezuela cuenta con más reservas petroleras, el control sobre la comercialización, el poder y el dinero no están en el país sudamericano. Están en las grandes empresas de Estados Unidos, que dictan las reglas del mercado global. De igual manera, el narcotráfico en América Latina, aunque se produce y trafica mayormente en países como México, encuentra su verdadero centro de poder, mercado y distribución en Estados Unidos.

    La lucha contra el narcotráfico es, por tanto, una responsabilidad compartida, pero con un claro foco de acción en el país que demanda, financia y consume la mayor parte de las drogas. Si Estados Unidos no asume su rol como principal actor en este conflicto, es difícil que la violencia y la devastación que enfrenta México se detengan. La solución pasa, en última instancia, por reconocer que el problema no es solo de quien lo sufre directamente, sino de quienes lo alimentan y lo permiten desde su propio territorio.

  • Reforma Judicial entre el Monismo internacionalista y el Constitucionalismo Nacionalista

    Reforma Judicial entre el Monismo internacionalista y el Constitucionalismo Nacionalista

    A una semana de que la reforma judicial se discutiera en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, muchas personas siguen preguntándose: ¿por qué los jueces buscan anularla?

    Más allá de querer conservar sus privilegios, los jueces también tienen una convicción ideológica, en sintonía con una visión neoliberal. Esta postura se opone al proyecto de la 4T, que busca recuperar el control de los recursos y derechos para las y los mexicanos.

    En el ámbito del derecho, existen dos corrientes ideológicas, similares a las que rigen en los sistemas políticos y económicos: el internacionalismo y el nacionalismo constitucional.

    La doctrina del Monismo Internacional sostiene que los tratados internacionales están al mismo nivel o incluso por encima de cualquier constitución. En cambio, el nacionalismo constitucional afirma que nada está por encima de la Carta Magna, ya que cada país es soberano, y su población se ha puesto de acuerdo para crear las leyes que los rigen. Ante una controversia, los tribunales deben resolver sin violar la constitución.

    Ahora, adivinen cuál de estas doctrinas se prioriza en las escuelas de derecho actualmente. Así es, esta preferencia da pistas sobre por qué algunos jueces actúan con una visión clasista.

    No hay que olvidar que las y los maestros que enseñan estas doctrinas también llevan una carga política y cultural. Por eso, en nuestro país aún se mantiene la antigua doctrina que, durante el periodo neoliberal, favoreció intereses extranjeros al apegarse a leyes internacionales.

    Por ello, jueces, magistrados y ministros interpretan la ley según la doctrina que profesan, con la carga ideológica y social que trae consigo cada postura.

    Así, el argumento de que la Corte es imparcial resulta falaz, pues el comportamiento y las decisiones de jueces, magistrados y ministros claramente los alinean con una ideología política. Esto explica las diferencias entre figuras como Norma Piña y Lenia Batres, y su cercanía con los dos grandes bloques políticos que dominan el país: la Cuarta Transformación y la vieja política neoliberal.

    En este contexto, para que la Cuarta Transformación continúe con su proyecto de cambio en la vida pública, económica y política de nuestro país, era necesario que la Corte transite del Monismo Internacionalista hacia un Constitucionalismo Nacionalista.