Categoría: Luis Piña

  • Juventud y liderazgo; Alcalde y el reto más importante de su vida

    Juventud y liderazgo; Alcalde y el reto más importante de su vida

    Este fin de semana se llevó a cabo el congreso nacional de Morena, donde se designó la nueva dirigencia, una acción que sigue enseñando a todo el país por qué representan al más del 85% de la población. Mientras la oposición intenta mantener privilegios, en el partido oficialista da cátedra de civilidad.

    La semana pasada, el mismo día en que se aprobaba la reforma al Poder Judicial, las autoridades electorales informaron que lo que hizo Alejandro Moreno en el PRI para perpetuarse al frente del partido fue totalmente ilegal, solicitando al priista que dejara la dirigencia. Por otro lado, en el PAN, una cúpula importante de militantes ha amagado con irse del partido blanquiazul si Marko Cortés no deja su puesto al frente del partido. Ya han pasado un par de meses desde el desastroso 2 de junio, y la oposición, principalmente el PAN, no ha recibido más que derrota tras derrota.

    La nula capacidad de reflexión, autocrítica y resiliencia por parte de los partidos de oposición solo permite que Morena siga ganando terreno y se confirme el principal discurso del movimiento, “la oposición solo quiere sus privilegios”. 

    Este domingo, Morena organizó su congreso nacional, donde designó a Luisa María Alcalde como la nueva presidenta del partido y a Carolina Rangel Graciada como la nueva secretaria general. A pesar de los intentos de distintos medios de comunicación por provocar un conflicto interno y asegurar que habían tres corrientes distintas, en total paz y armonía, las y los militantes eligieron sin problemas a sus dirigentes.

    Luisa María Alcalde, quien aún es la secretaria de Gobernación del país, es una joven que no rebasa los 37 años de edad, hija de Arturo Alcalde y Bertha Luján, dos líderes de izquierda y defensores de los derechos de los trabajadores. La nueva dirigente nacional de Morena ha sido diputada, secretaria del Trabajo y de Gobernación, además de ser una de las fundadoras del partido y del movimiento de jóvenes con Morena. Sin duda, no había mejor perfil que ella para liderar el partido en su etapa más complicada desde su fundación. A pesar de ser el partido con mayor cantidad de gobernadores, alcaldes, diputados, senadores y la Presidencia de la República, esta será una etapa histórica en la que Morena se consolidará o se perderá, pues su principal referente, Andrés Manuel López Obrador, ha asegurado que desaparecerá de la política una vez terminado su mandato.

    Sin el actual presidente Andrés Manuel López Obrador, Morena tendrá que aprender a defenderse solo. Es importante recordar que gran parte del electorado le otorgó el poder actual en el Poder Legislativo y en la Presidencia como un regalo de despedida a AMLO. Ahora, sin él, la dirigencia del partido deberá trabajar arduamente para recuperar la confianza de las y los ciudadanos. La responsabilidad recae en sus nuevos líderes para demostrar que el proyecto de transformación puede perdurar más allá de la figura de su fundador.

    En este contexto, la capacidad de la nueva dirigencia para conectar con las preocupaciones de la ciudadanía será fundamental. Luisa María Alcalde tendrá que enfrentar no solo los retos internos del partido, sino también las expectativas externas de un electorado que busca respuestas efectivas a problemas como la seguridad, la economía y la justicia social. La consolidación de Morena dependerá de su habilidad para navegar estos desafíos con inteligencia y compromiso.

    Además, es crucial que Morena mantenga la unidad interna para evitar divisiones que puedan debilitar su liderazgo. La historia reciente nos ha mostrado que la fragmentación puede llevar a la pérdida de poder. Si logran establecer un diálogo constante y transparente con sus bases, podrán enfrentar cualquier adversidad que surja en el camino. La cohesión será su mejor aliada en este nuevo capítulo.

    El futuro de Morena está en juego, y su éxito dependerá de cómo se adapten a un entorno político cambiante. Con una nueva dirigencia al mando, tendrán la oportunidad de reafirmar su compromiso con la ciudadanía y demostrar que, más allá de su líder carismático, el partido tiene una misión clara y viable. Será un reto, pero también una oportunidad para mostrar que la transformación es un proceso colectivo y que, con unidad y determinación, siguen siendo la fuerza política más relevante en el país.

  • La oposición mexicana, tan cerca de los Nazis y tan lejos de la democracia

    La oposición mexicana, tan cerca de los Nazis y tan lejos de la democracia

    Mucho se ha dicho que “repite una mentira mil veces y se convertirá en verdad”; este fue el principio que Joseph Goebbels utilizó durante la Segunda Guerra Mundial para justificar el activismo nazi contra los enemigos del régimen alemán. Goebbels, un político nazi encargado de la propaganda del Tercer Reich, basaba su estrategia en 11 principios que, curiosamente, tienen un paralelismo con las tácticas actuales de la oposición mexicana para desacreditar al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.

    • 1. Adoptar una única idea o símbolo: Uno de los principios era convertir al adversario en un enemigo singular. En este sentido, durante la elección de 2006, la oligarquía mexicana comenzó a difundir la idea de que “López Obrador era un peligro para México”. Esta frase caló hondo en muchos electores y persiste en el discurso de muchos fervientes idealistas de derecha. La idea de que, bajo el gobierno de AMLO, México se convertiría en Venezuela y se instauraría una dictadura se ha mantenido a lo largo de los años, a pesar de que los resultados del gobierno de AMLO han sido contrarios a esta visión.
    • 2. Reunir diversos adversarios en una sola categoría: La oposición ha usado esta estrategia al descalificar a López Obrador de manera uniforme. Durante la campaña electoral de 2024, gran parte de la estrategia se centró en atacar a AMLO, y los ataques contra la presidenta electa Claudia Sheinbaum se vincularon estrechamente con AMLO, buscando generalizar las críticas hacia su administración. Los ataques contra Sheinbaum a menudo incluyen la acusación de que sus políticas están influenciadas por el legado de AMLO, aunque en muchos casos estas acusaciones carecen de fundamento.
    • 3. Transposición: Este principio consiste en cargar sobre el adversario los propios errores o defectos. La oposición ha desacreditado el gobierno actual cargándole los errores del neoliberalismo, como la guerra contra el narcotráfico o la corrupción en el Poder Judicial. Ernesto Zedillo quien destruyó al Poder Judicial en su sexenio y a Genaro García Luna acusado por narcotráfico en Estados Unidos, son utilizados para acusar a AMLO de tirano y de estar vinculado con el narcotráfico.
    • 4. Exageración y desinformación: Transformar cualquier anécdota menor en una amenaza grave. En 2006, AMLO dijo durante un discurso en el Zócalo que “¡Que se vayan al diablo con sus instituciones!”. Esta frase fue sacada de contexto y utilizada por la derecha radical para alegar que AMLO intentaba instaurar una dictadura. Un ejemplo reciente es la exageración de la oposición sobre las reformas a las leyes laborales y energéticas propuestas por AMLO, presentándolas como un ataque a la democracia y a la libertad económica.
    • 5. Orquestación: Implica la sincronización de mensajes en diversos medios. La falsa acusación de que AMLO está vinculado con el narcotráfico fue una nota que tres medios estadounidenses lanzaron al mismo tiempo, así como la controversia en torno a la supuesta carta de Genaro García Luna a una periodista estadounidense, son ejemplos de cómo ciertos temas se elevan a la primera plana de forma sistemática, creando una narrativa uniforme que favorece a la oposición.
    • 6. Simplicidad: Reducir argumentos complejos a fórmulas simples y polarizantes. La oposición ha presentado a AMLO como un dictador en potencia o un incompetente, simplificando debates complejos sobre temas como la seguridad y la economía a etiquetas negativas. Este enfoque maniqueo no refleja la realidad matizada de la administración de AMLO.
    • 7. Apego a la emoción: Utilizar apelaciones emocionales para influir en la percepción pública. La oposición ha recurrido a tácticas emocionales, como el miedo a una dictadura o el temor a una crisis económica inminente, para movilizar a los votantes y fortalecer su retórica contra AMLO. Por ejemplo, la campaña ha enfatizado las supuestas amenazas a la democracia, creando una narrativa de pánico que refuerza sus argumentos.
    • 8. Repetición constante: La repetición de ciertos temas o acusaciones para fijar ideas en la mente del público. Las acusaciones de que AMLO está destruyendo el país o que su gobierno es corrupto se repiten constantemente en los medios de comunicación y en los discursos políticos, buscando consolidar estas percepciones en la opinión pública.
    • 9. Uso de chivos expiatorios: La creación de un chivo expiatorio para desviar la atención de los problemas reales. La oposición ha utilizado a personajes como Loret de Mola, el atentado de Ciro Gómez Leyva o la salida de Carlos Alazraqui del Universal para asegurar de que AMLO es un dictador y ellos han salido de sus respectivos medios por culpa de la crítica al oficialismo.
    • 10. Creación de enemigos: Fomentar la hostilidad hacia un enemigo claro para consolidar el apoyo. La oposición ha creado la figura de AMLO como el enemigo principal de la democracia y del bienestar nacional, utilizando esta figura para movilizar el apoyo en contra de su gobierno. La constante demonización de AMLO ha creado una narrativa en la que cualquier crítica a su administración es vista como una amenaza al país.
    • 11. Utilización de la noticia falsa: Propagar rumores o información falsa para influir en la opinión pública. La oposición ha utilizado noticias falsas y teorías conspirativas para socavar la credibilidad del gobierno de AMLO. Un ejemplo es la difusión de información no confirmada sobre vínculos entre el gobierno de AMLO y el narcotráfico, que se presenta sin evidencia sólida, pero con gran impacto mediático.

    Estos ejemplos ilustran cómo la oposición mexicana ha adaptado los principios de propaganda nazi para desacreditar al gobierno de AMLO, empleando tácticas que buscan desinformar y manipular la percepción pública de manera sistemática. La repetición de mentiras, la creación de chivos expiatorios y la utilización de noticias falsas son solo algunas de las estrategias utilizadas para moldear la opinión pública y debilitar al actual gobierno.

  • La Última Fiesta independentista de AMLO: Orgullo y Legado

    La Última Fiesta independentista de AMLO: Orgullo y Legado

    Antes de iniciar con el tema que voy a abordar hoy, quisiera dedicar unas líneas en honor a Francisco Javier Piña Flores, mi tío paterno, quien lamentablemente falleció el pasado 9 de septiembre. Era una persona amorosa, alegre y juguetona, aunque algunos podrían describirlo también como travieso. Siempre te recibía con una sonrisa y un consejo. Prueba de su gran calidad humana son sus tres hijos y esposa, quienes son igualmente personas amorosas y que velan por el bienestar de su familia, incluyendo primos, tíos y sobrinos. Sin más, espero que encuentren pronta resignación y que puedan superar este dolor que les aqueja.

    Hoy se conmemora un año más del inicio de la Independencia de México, el periodo histórico más importante de nuestro país. Sin embargo, a diferencia de muchos otros años, este se siente un ambiente de alegría combinado con tristeza y melancolía.

    Esta será la última celebración de independencia en la que el Presidente Andrés Manuel López Obrador tendrá el liderazgo de la festividad. Sin duda, es un momento histórico de alegría y celebración, ya que hay muchas razones para sentirse orgullosos de vivir en esta época.

    Por un lado, el mandato del Presidente López Obrador ha defendido como pocos el orgullo de ser mexicanos. Ha levantado la voz cuando ha sido necesario, sin importar a quién se enfrente, incluso a Estados Unidos. Exigió de manera legal que se condenara el asalto a la embajada mexicana en Ecuador y rompió relaciones con regímenes autoritarios como el de Dina Boluarte.

    Durante su gobierno, se interpuso una demanda contra las armerías norteamericanas, principales responsables de la violencia en nuestro país debido al tráfico de armas. Se logró la compra de una refinería para Pemex en Estados Unidos, y ahora incluso los norteamericanos cruzan la frontera para cargar combustible en México. Además, se recuperó la soberanía eléctrica con la nacionalización de una planta de producción al servicio de la CFE.

    A pesar de que el titular del Ejecutivo no haya asistido a cumbres internacionales fuera del país, su voz resuena con fuerza en todo el mundo.

    Es importante también destacar el impacto de las políticas internas que han buscado fortalecer la identidad nacional. El gobierno de López Obrador ha promovido una narrativa de orgullo nacional que ha rescatado elementos de nuestra historia y cultura que habían sido relegados, como olvidar su solicitud de perdón al reinado español por las barbaries cometidas en la conquista. Además mucho ha ayudado la difusión de nuestras tradiciones hasta la celebración de figuras históricas mexicanas, se ha trabajado por reconstruir una imagen positiva de México tanto a nivel nacional como internacional.

    Sin embargo, la presidencia de López Obrador no ha estado exenta de críticas. Algunos cuestionan el enfoque de su política exterior y la relación con ciertos aliados internacionales, así como el impacto de sus decisiones en el ámbito económico. A pesar de ello, el sentimiento de orgullo nacional parece haber ganado terreno en la opinión pública, marcando un contraste notable con épocas anteriores.

    En conclusión, la presidencia de Andrés Manuel López Obrador ha dejado una marca indeleble en el orgullo nacional de México. Si bien su mandato está por concluir, los legados de sus políticas y su enfoque en la dignidad y la identidad del país seguirán siendo temas de conversación y análisis en los años venideros. En esta celebración de independencia, reflexionamos sobre los logros y desafíos del presente, con la esperanza de que el futuro continúe construyendo sobre los cimientos de una nación que, cada vez más, se siente orgullosa de su historia y sus logros.

  • Cuando los jueces le temen al pueblo

    Cuando los jueces le temen al pueblo

    La discusión sobre la reforma al Poder Judicial ha revelado las tensiones existentes entre quienes defienden los privilegios del actual sistema y aquellos que buscan una transformación estructural. En medio de este debate, resulta evidente que el país necesita una reforma profunda que democratice el acceso a la justicia, combata los abusos y elimine los privilegios excesivos que durante años han caracterizado a este poder. La propuesta actual, que busca implementar la austeridad republicana y la elección popular de jueces, magistrados y ministros, es un paso necesario para acercar la justicia al pueblo y devolverle su función legítima: servir a todos los ciudadanos por igual.

    En un país con altos niveles de pobreza y desigualdad, es moralmente indefendible que un reducido grupo de jueces y magistrados perciban sueldos millonarios mientras la mayoría de la población enfrenta condiciones precarias. La austeridad republicana propuesta no es solo una medida de ahorro, sino un principio ético que refleja la necesidad de un Poder Judicial que esté en sintonía con las realidades económicas del país.

    Si bien algunos críticos argumentan que reducir los sueldos de los altos funcionarios judiciales no resolverá todos los problemas del sistema, esta medida es un primer paso indispensable para eliminar la percepción de que el Poder Judicial es un enclave de élite ajeno a las necesidades del pueblo. Al mismo tiempo, es una declaración clara de que los tiempos de privilegios excesivos han terminado. Esta transformación simbólica es necesaria para recuperar la confianza ciudadana en las instituciones.

    Uno de los aspectos más controvertidos de la reforma es la propuesta de elección popular de jueces y magistrados. Aunque algunos sectores han señalado que esta medida podría poner en riesgo la independencia del Poder Judicial, es importante entender que se trata de un mecanismo para hacer a los jueces más responsables ante el pueblo. En lugar de permitir que los jueces respondan únicamente a intereses internos o de élite, la elección popular abre una puerta hacia una justicia más transparente y accesible.

    Por supuesto, esta elección no puede ser un proceso sin restricciones. Es esencial establecer estrictos requisitos de idoneidad y profesionalismo, de manera que solo los jueces con la formación, experiencia y ética necesarias puedan ocupar estos cargos. Pero al incorporar la participación ciudadana en la selección de los responsables de impartir justicia, se asegura que el sistema sea más representativo y esté alineado con las demandas sociales de equidad y justicia.

    Lejos de debilitar al Poder Judicial, esta medida tiene el potencial de fortalecerlo. Al ser elegidos por el pueblo, los jueces tendrían un mandato más claro de representar los intereses de la sociedad, no los de un pequeño grupo de poder. Esto no solo democratiza el acceso a la justicia, sino que también puede servir para reducir la corrupción y los conflictos de interés que, en algunos casos, han permeado el sistema judicial.

    Resulta interesante observar cómo aquellos que se oponen a la reforma han recurrido no solo a la crítica, sino a la incitación a la violencia y a medidas que rayan en la desesperación. Este tipo de reacciones no son más que la evidencia clara de que los sectores privilegiados del Poder Judicial y sus aliados están temerosos de perder los beneficios que han acumulado durante años.

    La ironía más grande en todo este proceso es que dos jueces intentaron frenar los trabajos del Poder Legislativo al intentar impedir que el Congreso discutiera la reforma judicial. Es curioso que quienes siempre han defendido la autonomía de los poderes ahora se atrevan a invadir las funciones de otro poder, con el único objetivo de salvaguardar sus propios intereses. No se puede pedir más pruebas de cómo la resistencia a esta reforma no es más que el miedo a perder el control y los privilegios.

    La polarización no es un fenómeno nuevo en la política, pero la violencia retórica y física que algunos sectores han promovido revela el nivel de desesperación ante un cambio que es inevitable. Y como si no fuera suficiente, la presidenta de la Suprema Corte, Norma Piña, se ha sumado a los contingentes que se oponen a la reforma. Al parecer, la máxima representante del Poder Judicial tampoco está dispuesta a renunciar a los privilegios de su cargo y ha decidido convertirse en vocera de aquellos que quieren perpetuar el sistema tal como está.

    ¿No es curioso que aquellos que abogan por la imparcialidad y la independencia del Poder Judicial, de repente, se vuelvan activistas en contra de un cambio que busca justamente eliminar los excesos y poner al sistema judicial al servicio del pueblo? La ironía de que quienes deberían representar la justicia se alineen con quienes incitan a la violencia no puede pasar desapercibida.

    México ha vivido durante décadas con un sistema judicial que ha sido, en muchos sentidos, inaccesible y elitista. La reforma que se propone hoy no solo busca eliminar estos privilegios, sino también hacer que el Poder Judicial sea más transparente y cercano a la gente. Este cambio es urgente y necesario, no solo para corregir los problemas estructurales que enfrenta el sistema, sino también para garantizar que la justicia deje de ser un privilegio de pocos y se convierta en un derecho efectivo para todos.

    Es comprensible que algunos sectores se resistan a esta transformación, especialmente aquellos que han mantenido beneficios gracias al actual esquema. Sin embargo, el futuro de México depende de un sistema judicial que esté al servicio de la sociedad, no de intereses particulares. La justicia debe ser un espacio de equidad, imparcialidad y austeridad, y esta reforma es el camino para lograrlo.

    La reforma al Poder Judicial es más que una simple modificación legal; es un paso necesario para construir un sistema de justicia más democrático, austero y accesible. La elección popular de jueces y la eliminación de privilegios excesivos son medidas que fortalecerán la confianza de la sociedad en sus instituciones y devolverán al pueblo el control sobre uno de los pilares fundamentales del Estado. Aquellos que se oponen lo hacen por temor a perder sus beneficios, y su resistencia no hace más que confirmar la urgencia de este cambio. Es momento de avanzar hacia un Poder Judicial que verdaderamente sirva a los intereses de la nación y esté a la altura de las demandas de justicia y equidad que exige la sociedad mexicana.

  • La hora llegó, es tiempo de que el pueblo tome al Poder judicial

    La hora llegó, es tiempo de que el pueblo tome al Poder judicial

    A unos días de que trabajadores del Poder Judicial de la Federación iniciaran un paro de labores, el Poder Legislativo comenzó la discusión de la reforma judicial, la cual propone que el pueblo sea quien decida a los jueces, magistrados y ministros encargados de hacer valer la ley.

    Mucho se ha hablado de dicha reforma; incluso algunos estudiantes de derecho se han sumado a la lucha contra ella. El problema radica en la desinformación que existe en torno a esta reforma.

    Uno de los puntos más cuestionados es la elección popular del Poder Judicial, la cual, según afirman los trabajadores, atenta contra la carrera judicial. Sin embargo, esta afirmación es errónea, pues en la actualidad no existe una carrera judicial verdaderamente honesta.

    Se estima que el 75% de quienes trabajan en el Poder Judicial tienen o han tenido familiares ahí. De hecho, muchos de los que laboran en este ámbito han comenzado a trabajar desde los 17 años, mucho antes de estar en la carrera de derecho.

    Si hablamos de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), muchos de ellos ni siquiera fueron jueces antes de su nombramiento como ministros.

    Otro argumento utilizado por quienes se oponen a la reforma y a la votación popular de jueces, ministros y magistrados, es que con la reforma se perdería la autonomía del Poder Judicial. Este argumento también es cuestionable.

    Actualmente, los ministros de la Corte son propuestos por el Presidente de la República y ratificados por el Senado. Es decir, por más meritocrática que sea la carrera de un juez, jamás llegará a la más alta tribuna del Poder Judicial si no tiene contactos o relaciones con el Poder Ejecutivo.

    El tercer argumento, que en mi opinión merece ser considerado, es el temor de que el crimen organizado tome el control de la Corte. Este es un argumento más sólido; no obstante, en la actualidad, las resoluciones de varios ministros, magistrados y jueces han favorecido al crimen organizado. Un ejemplo de ello es la reciente resolución de una jueza federal que ordenó devolver propiedades y autos de lujo al “Mencho”, uno de los líderes narcotraficantes más peligrosos, que la Fiscalía General de la República había confiscado durante su detención.

    Otro ejemplo es la liberación del exgobernador de Puebla, Mario Marín, quien torturó y encarceló a la periodista Lydia Cacho por revelar la red de tráfico de menores del empresario Kamel Nacif Borge.

    Para evitar estos abusos, la reforma judicial propone la figura de jueces sin rostro, quienes permanecerían anónimos en casos de extrema peligrosidad, como los relacionados con el narcotráfico. Además, se sugiere que el Consejo de la Judicatura Federal, órgano encargado de la vigilancia del Poder Judicial, no sea presidido por el presidente de la SCJN.

    Es cierto que mucho está en juego con esta reforma, pero su aprobación representaría un beneficio para la justicia mexicana. Esta reforma empoderaría al pueblo de México, dándole la facultad de decidir quiénes impartirán justicia de manera equitativa y sin sesgo político o comercial.

    La discusión sobre la reforma judicial es esencial para el futuro de nuestro país. El proceso de selección de jueces debe reflejar los valores democráticos y la transparencia que tanto se necesitan en México. Solo así se podrá avanzar hacia un sistema judicial más justo, donde la justicia no esté al servicio de intereses particulares, sino al servicio del pueblo.

  • El Último Eco del inicio del Cambio: Gracias AMLO

    El Último Eco del inicio del Cambio: Gracias AMLO

    Al cierre de esta columna, el Presidente Andrés Manuel López Obrador, rindió de manera legal su sexto y último informe presidencial, el cual lo hizo ante millones de mexicanos que acudieron a escucharlo en la explanada del zócalo capitalino, un hecho histórico, algo que jamás había pasado.

    Desde que fue obligatorio el informe de gobierno para los Presidentes de México, estos lo presentaban ante la cámara de diputados, pero no fue hasta 2007 que luego del robo de la presidencia por el espurio de Felipe Calderón Hinojosa, el informe dejó de ser presencial y los titulares del ejecutivo se encerraban en un pequeño salón para hablar de sus mentiras, de como el país mejoraba pero solo para unos cuantos. En realidad, les informaban a sus jefes inmediatos, los empresarios y embajadores de otros países.

    Corría el año 2004 y comenzaba a escucharse algo llamado “desafuero”, que me explicaron era para evitar que AMLO fuera Presidente de México. Veía a mis padres y a mi abuelo molestos por dicha situación, y yo seguía sin entender por qué tanta admiración por ese político que la televisión mostraba como una persona algo retrasada, con un gallo en la cabeza e incluso mal vestida.

    El día llegó y lo conocí en esa inauguración. Lo escuché hablar de los planes que tenía, no solo para el deporte, sino también para los jóvenes y la educación. En ese momento, sus palabras de “primero los pobres” retumbaron en mi cabeza, y no me podía imaginar cómo ese personaje podría cambiar mi vida.

    En 2006 salí de la secundaria y cursé mi preparatoria en el Instituto de Educación Media Superior, una institución formada por ese personaje, Andrés Manuel López Obrador. Escuchaba muchas cosas negativas sobre las “Pejeprepas”, lo que afectaba mis prejuicios. Pero una vez dentro, me di cuenta de la importancia de una educación científica, humanista y de calidad, y entendí por qué había tanto desprestigio en su contra.

    Concluí mi preparatoria y continué mis estudios en la carrera de Comunicación en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, otro programa educativo impulsado por Andrés Manuel López Obrador. En ese entonces, conocí a muchas personas que jamás habrían podido cursar una carrera universitaria sin este proyecto.

    Como Jefe de Gobierno, influyó en mi vida deportiva, remodeló el lugar donde entrenaba, nos apoyó para desarrollarnos deportivamente y me brindó las herramientas para estudiar en la preparatoria y la universidad. ¿Cómo no iba a apoyarlo como Presidente de México?

    Como titular del Ejecutivo, he sido testigo de cómo ha cambiado la vida de millones de mexicanos. Aquellos que, con el neoliberalismo, no tenían ni una sola comida, ahora tienen acceso a recursos básicos. He observado cómo la inseguridad ha disminuido y cómo conseguir empleo es ahora más sencillo.

    El último informe presidencial de Andrés Manuel López Obrador no solo marca el fin de un ciclo, sino también el inicio de una reflexión sobre el impacto tangible de su mandato en la vida de muchos ciudadanos. La cercanía con la gente, el enfoque en los más vulnerables y el compromiso con la justicia social son elementos que han dejado una huella profunda en quienes hemos sido testigos de su gestión.

    A medida que avanzamos hacia el futuro, es importante reconocer el legado de este gobierno y considerar cómo sus políticas han moldeado el presente y pueden influir en el porvenir. Como durante su desafuero AMLO lo dijo frente a los legisladores “aún falta que la historia nos juzgue”, y así es, la historia juzgará el impacto total de su administración, pero para muchos, el Presidente López Obrador ha sido un catalizador de cambio que ha transformado vidas y ofrecido nuevas oportunidades a sectores de la población que anteriormente eran invisibles para el poder.

  • Tienen que aprender a respetar la soberanía de México

    Tienen que aprender a respetar la soberanía de México

    Jamás alguien habría pensado que un presidente mexicano podría romper o poner en pausa las relaciones diplomáticas con la embajada de Estados Unidos, principalmente por la relación que los mandatarios mexicanos siempre han mantenido con el vecino del norte, y más aún, con el conocimiento de la historia de intervención norteamericana.

    Hace 201 años, específicamente en 1823, las guerras independentistas de América Latina estaban transcurriendo satisfactoriamente. Para aquel año, México, Chile, Venezuela, Perú, Argentina, Ecuador, Bolivia, Haití, Panamá, Colombia, entre otros, ya habían alcanzado su independencia del reino español. Por esta razón, John Q. Adams, secretario de Estado de James Monroe, presentó un plan al presidente estadounidense que consistía en que cualquier intervención europea en el continente americano sería vista como una agresión contra Estados Unidos, lo cual justificaría su intervención en el conflicto.

    Esta doctrina se sintetizó en una sola frase: “América para los Americanos”. Este fue el inicio del control de Estados Unidos sobre los países del continente americano.

    Dicho esto, en Estados Unidos se han fraguado golpes de estado, políticas internas de distintos países e incluso se han formado presidentes.

    Si bien la Revolución Mexicana es uno de los periodos históricos más importantes de nuestro país, no debemos olvidar que tuvo intervención norteamericana, principalmente por el descontento con el presidente Díaz, quien había cedido el negocio ferrocarrilero y petrolero a los ingleses, y no a los norteamericanos. Además, el golpe de estado contra el presidente Francisco I. Madero fue originado en la embajada estadounidense.

    A nivel internacional, Estados Unidos ha estado detrás de la pobreza de miles de americanos. Un ejemplo de ello es Cuba, que ha sufrido un bloqueo político y económico impulsado por el vecino del norte, y más recientemente, Venezuela.

    En México, además de su intervención en la Revolución Mexicana, Estados Unidos también participó en la expulsión del gobierno francés, con la condición de que se firmara el Tratado McLane-Ocampo, el cual establecía que México cedería a Estados Unidos, de manera perpetua, el derecho de tránsito por el istmo de Tehuantepec. Sin embargo, este tratado jamás fue ratificado por el gobierno norteamericano.

    Asimismo, se sabe que cuatro exmandatarios mexicanos fueron agentes de la CIA, la agencia de inteligencia norteamericana, y durante su mandato plasmaron sus políticas en beneficio de Estados Unidos. Estos expresidentes fueron Adolfo López Mateos, José López Portillo, y los asesinos Luis Echeverría y Gustavo Díaz Ordaz.

    El pasado fin de semana, la embajada estadounidense en México promovió una serie de críticas contra la reforma judicial que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha impulsado para democratizar el país y el poder judicial, que con sus resoluciones ha estado al servicio de una oligarquía económica.

    Dichas críticas son un claro ejemplo del intervencionismo norteamericano en la política interna mexicana; sin embargo, por primera vez en la historia, un presidente mexicano exigió a Estados Unidos respeto a nuestra soberanía. Por esta razón, Andrés Manuel López Obrador aseguró que había una pausa en las relaciones con el embajador estadounidense.

    La historia nos ha enseñado que la intervención extranjera en asuntos internos suele tener consecuencias profundas y duraderas. México, como muchas otras naciones de América Latina, ha sido testigo de cómo el poder y la influencia de Estados Unidos han moldeado su destino. Sin embargo, la decisión de López Obrador de exigir respeto a nuestra soberanía podría ser el inicio de una nueva era en la que México, finalmente, tome las riendas de su propio futuro sin ceder a presiones externas.

    En este contexto, la reciente decisión del titular del Ejecutivo de pausar las relaciones con el embajador estadounidense representa un punto de inflexión en la historia diplomática entre ambos países y marcará su sexenio como el mandatario que le dio valor a México por lo que es, sin doblegarse a ninguna potencia extranjera, siempre viendo el bien del pueblo. Si bien es cierto que Estados Unidos ha ejercido una influencia considerable en México y en gran parte del continente americano, la firmeza mostrada por el presidente mexicano podría marcar un cambio en la dinámica de poder, reivindicando la soberanía nacional frente a los intereses externos.

  • El despertar mexicano le dice adiós al Neoliberalismo; el pueblo pone y el pueblo quita

    El despertar mexicano le dice adiós al Neoliberalismo; el pueblo pone y el pueblo quita

    A unos meses de la elección federal del 2 de junio, los conflictos políticos y la presión mediática parecen no tener fin. En todo argumento del movimiento de izquierda en México, escuchamos constantemente la frase “poner fin a la era neoliberal”, una expresión que ha ofendido tanto al conservadurismo como al sector empresarial en México y Estados Unidos.

    Pero, ¿qué es la era neoliberal? Para las y los jóvenes nacidos entre 1986 y 2010, este puede parecer un argumento falaz o aburrido debido a su constante repetición. Sin embargo, es crucial entender los cambios que nuestro país sufrió desde la década de los 80, cambios que a primera vista pueden parecer difíciles de creer.

    Primero, debemos entender qué es el neoliberalismo y por qué fue tan atractivo para los gobernantes del país. Se estima que esta era comenzó con la llegada del expresidente Miguel de la Madrid en 1982, quien inició este proceso.

    Cuando de la Madrid asumió el poder, el gobierno controlaba y era propietario de todo el sistema de producción de nuestro país. Lo que se construía o producía en México se vendía en México. Grandes empresas mexicanas se hicieron de gran poder, pero siempre querían más.

    Imaginemos que nos encontramos en un partido de futbol y para ponerlo más interesante estamos viendo el clásico nacional, América vs Guadalajara, pero con la novedad de que no habrá arbitro y todo el partido transcurrirá sin reglas impuestas y se espera que los 22 jugadores compitan por si solos garantizando un juego justo y eficiente ¿Creen que podría pasar?

    Eso es exactamente lo que ocurrió en nuestro país: el gobierno dejó de controlar sectores clave de la economía, como ferrocarriles, tierras, aeronáutica, mares, bancos, electricidad y combustibles. Las empresas comenzaron a dominar estos sectores, buscando únicamente su propio beneficio. Esta situación dañó a los trabajadores y promovió la idea de que las personas son pobres por falta de esfuerzo, mientras que los dueños de las empresas rara vez trabajan más de 12 horas diarias.

    Por eso, después de la elección del 2 de junio, México está a punto de vivir un momento histórico, no solo por la llegada de una mujer a la Presidencia, sino por el posible fin de la era neoliberal en nuestro país.

    El inicio del segundo piso de la Cuarta Transformación no es solo una declaración; Andrés Manuel López Obrador ha comenzado la primera etapa del final del neoliberalismo. Recuperó para México el control de más de la mitad de la producción de electricidad, adquirió una aerolínea, recuperó los ferrocarriles y hasta implementó un banco estatal: el Banco del Bienestar. Estas acciones han permitido mejorar la calidad de vida de las personas.

    Con el segundo piso de la Cuarta Transformación, se busca establecer pensiones solidarias, para que los trabajadores puedan tener un retiro digno con el 100% de su último salario. También se impulsa la reducción de horas y semanas laboradas para la jubilación, y se promueve un verdadero Estado democrático donde el pueblo tenga el poder de elegir y juzgar a sus gobernantes. Esta transformación está tocando nervios sensibles en los sectores más beneficiados por el neoliberalismo: empresarios y extranjeros.

    En resumen, el fin de la era neoliberal no solo es una promesa política, sino una necesidad histórica para construir un México más justo y equitativo. La Cuarta Transformación no es solo un cambio de administración, sino un cambio de paradigma que busca devolver al pueblo el control sobre su propio destino. En este nuevo capítulo, el verdadero desafío será garantizar que los avances logrados no solo perduren, sino que continúen beneficiando a las generaciones futuras. La historia juzgará si este esfuerzo resultó en una verdadera revolución o si quedó en el intento.

  • ¿Justicia o Privilegios? El Debate Judicial

    ¿Justicia o Privilegios? El Debate Judicial

    Uno de los temas de mayor interés nacional es la reforma del Poder Judicial de la Federación, una demanda que el pueblo de México expresó claramente en las urnas el pasado 2 de junio. Esta discusión ha desembocado en un paro de labores por parte de las y los jueces, quienes, lejos de buscar el beneficio general, parecen querer conservar sus privilegios.

    El gobierno de México ha hecho esfuerzos significativos para mediar con las y los jueces, organizando foros abiertos en todo el país. En uno de estos foros, llegué a escuchar que “Un buen juez escucha con atención, analiza con objetividad y decide con justicia”, una frase que debería ser fundamental para quienes imparten justicia. Sin embargo, en lugar de inspirar confianza, los jueces han ampliado el repudio popular con decisiones que parecen más motivadas por intereses personales que por la imparcialidad y la justicia.

    En medio de esta discusión, el 5 de agosto, una jueza de Quintana Roo permitió la liberación del ex gobernador de Puebla, Mario Marín, quien había sido detenido por tortura en contra de la periodista Lydia Cacho, que había expuesto una red de corrupción de menores. A pesar de las pruebas y siendo sábado, la jueza Elsa Espíndola Salas le concedió el arresto domiciliario, poniendo en riesgo a las víctimas de dicho personaje.

    Este no ha sido el único caso polémico. En febrero de este año, un juez federal también concedió la prisión domiciliaria al ex director de Pemex, Emilio Lozoya, acusado de cohecho para impulsar la aprobación de la reforma energética, que violaba la soberanía nacional. Estos incidentes ilustran una preocupante tendencia: decisiones judiciales que parecen estar más alineadas con los intereses de poderosos individuos y menos con el principio de justicia equitativa.

    A pesar de estos ejemplos, las y los jueces iniciaron un paro de labores para protestar contra la reforma judicial, que busca una mayor independencia del Poder Judicial. Esta reforma pretende que los impartidores de justicia sean evaluados y elegidos por la ciudadanía, en lugar de ser designados por senadores de la república y sus conexiones con el poder político y económico. La resistencia a la reforma no solo subraya la falta de voluntad para adaptarse a nuevas normas de transparencia, sino que también pone en evidencia un sistema que, en muchos aspectos, parece estar más enfocado en proteger a sus propios miembros que en servir al pueblo.

    El actual conflicto en torno a la reforma judicial refleja una profunda crisis de confianza en el sistema de justicia. La resistencia de los jueces a una reforma que busca mayor transparencia y rendición de cuentas no solo perpetúa el estatus quo, sino que también alimenta la percepción de que la justicia en México está al servicio de intereses particulares. Es imperativo que se continúe con el proceso de reforma para garantizar un sistema judicial más justo, imparcial y verdaderamente al servicio del pueblo.

    La reforma propuesta no es solo una cuestión de cambio estructural, sino de restaurar la fe pública en un sistema que debe ser el pilar de la justicia social y el equilibrio del poder. En este momento, la implementación efectiva de la reforma judicial se presenta como una oportunidad crucial para demostrar que la justicia puede ser, y debe ser, una verdadera herramienta de equidad y transparencia, lejos de los intereses particulares y el clientelismo político. El futuro de la justicia en México depende de la capacidad del sistema para evolucionar y adaptarse a las demandas de una sociedad que exige rendición de cuentas y verdadera imparcialidad. 

  • Lo que se nombra existe: ¡Presidenta! Un título que cambiará la historia

    Lo que se nombra existe: ¡Presidenta! Un título que cambiará la historia

    Hace unos días, Claudia Sheinbaum recibió su constancia que la acredita como Presidenta electa de los Estados Unidos Mexicanos, un certificado que la valida como la ganadora de las elecciones del pasado 2 de junio. Con esto se rompe un hito en la gobernanza nacional y, por primera vez en 200 años de historia, nuestro país tendrá una mujer al frente del poder Ejecutivo.

    En ese contexto, Sheinbaum ofreció un discurso significativo en el Teatro Metropólitan de la Ciudad de México, donde celebró con la cúpula de Morena y el pueblo en general. Durante su alocución, pronunció una frase que resonó en los oídos de los presentes y provocó una ola de reflexión: “Hago una respetuosa invitación a que nombremos ¡Presidenta! Con ‘a’ porque como nos han enseñado, lo que se nombra existe y lo que no se nombra, no existe”. Esta declaración fue recibida con aplausos, especialmente entre las mujeres, aquellas que han tenido que alzar la voz en silencio y soportar injusticias simplemente por su género.

    Pero, ¿cómo es que una frase aparentemente simple, como “lo que no se nombra no existe”, puede tener una carga tan poderosa? Imagina que un día llega una visita a tu casa y te ignora, ni siquiera se toma la molestia de nombrarte. ¿Cómo te sentirías? Eso es exactamente lo que ha sucedido con las mujeres a lo largo de la historia: han sido invisibilizadas, ignoradas y minimizadas.

    El hecho de que se haya votado por una mujer no es trivial. Como lo señaló la presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, este voto es un reflejo de que México está dejando atrás el velo machista. El apoyo a Claudia Sheinbaum se basó en su capacidad de gobernanza, su habilidad para tomar decisiones y su capacidad para continuar con un movimiento popular, no en su género. Este cambio subraya que la sociedad mexicana está avanzando hacia una mayor equidad y ha dejado atrás la idea de que las mujeres no pueden tomar decisiones importantes únicamente por ser mujeres.

    Históricamente, a las mujeres se les ha enseñado desde una edad temprana a asumir roles de madre y cuidadora. Esto se refleja en las profesiones en las que predominan las mujeres, como la enfermería, la enseñanza, la psicología, el secretariado y el trabajo en organizaciones no gubernamentales. Desde pequeñas, las niñas son obsequiadas con bebés de juguete, barbies, trastes y hornitos, reforzando la idea de que su papel es cuidar y asistir. Esta socialización temprana ha limitado el campo de acción profesional de muchas mujeres y ha contribuido a la perpetuación de roles de género tradicionales.

    Sin embargo, la elección de Sheinbaum marca un cambio en la narrativa. Representa una oportunidad para cuestionar y desafiar estos estereotipos arraigados. Al elevar a una mujer a la máxima posición del poder Ejecutivo, se abre un espacio para la reflexión y el cuestionamiento de las normas establecidas. Es un momento para replantear el papel de las mujeres en la sociedad y reconocer que sus capacidades y contribuciones trascienden los límites impuestos por la tradición.

    El camino hacia la igualdad de género es largo y lleno de desafíos, pero la presencia de Sheinbaum en la presidencia es un símbolo de progreso. Nos recuerda que la inclusión y el reconocimiento de la diversidad son fundamentales para el desarrollo de una sociedad más justa y equitativa. Al nombrar a Sheinbaum como Presidenta, estamos no solo celebrando un logro individual, sino también abriendo la puerta a un futuro en el que el género no sea una barrera para la capacidad de liderazgo y toma de decisiones. Como la primera Presidenta de México lo menciono, no es un triunfo personal y con ella llegan todas.