Categoría: Orion Belt

  • ¿Por qué Ellos?

    ¿Por qué Ellos?

    El sistema económico que nos oprime parece entre otras cosas, estar sostenido por una balanza de suma cero, es decir, que logra equilibrarse en función de quitar o agregar al otro extremo.

    Al parecer no podemos aspirar a una verdadera justicia social, pues a cada conquista corresponde un resentimiento y por cada resarcimiento, hay un despojo del otro lado, que provoca las retaliaciones correspondientes para volver al mismo ciclo; de esta manera, se garantiza una eterna enemistad entre extremos, misma que debe incluir minuciosas artimañas de ingeniería social para establecer que jamás se llegue a soluciones duraderas y mucho menos tajantes, pues al parecer los interesados ganadores de tal dinámica se encuentran no en algún extremo de la balanza, sino arriba de ella, sosteniéndola.

    De esta manera, parece haber una suerte de proceso de extracción, en el que hay manos, ojos y oídos invisibles, que se dedican a recoger todo aquello relacionado a la conciencia colectiva, aquellos pensamientos, intenciones y anhelos que son experimentados y perseguidos día a día por la inmensa mayoría de los miembros de nuestras sociedades, para utilizarlos en su beneficio.

    Todos los días, cada uno de nosotros revive las mismas rutinas y con ello, la reafirmación de problemas que se podrían agrupar en un catálogo muy conciso, derivándose ramificaciones diversas que dependen no de esos problemas en sí, que son pocos en su raíz, sino de las reacciones o las maneras en que son abordados por cada persona: Salud, relaciones interpersonales de todo tipo, amor, dinero, religión, felicidad, la raíz de nuestra frustración o lucha diaria es fácilmente identificable si simplificamos y esquematizamos nuestras andanzas cotidianas, proveyendo una guía de patrones detallada para quien encuentre la manera de beneficiarse de ello.

    Es entonces que vemos surgir no sólo productos en el anaquel, destinados a satisfacer una necesidad o llenar un vacío provocado por esas búsquedas inherentes a nuestra existencia, sino personajes que prometen representarnos para alcanzar la satisfacción de necesidades más allá de las que pueden cubrirse simplemente llenando un carrito de supermercado, es decir, dilemas morales, entuertos sociales que polarizan y amenazan la paz, fenómenos provocados por las dinámicas de poder que conducen a algunos a caminos repletos de lujos y satisfactores a un grado vomitivo y a otros, a carencias obscenas de lo más básico.

    Y sin embargo, al parecer esa mano invisible que da prueba de su existencia no para regular el mercado, sino a los consumidores, manufactura y coloca en frente de todos, a sujetos honorables o con alta credibilidad, que enarbolen causas que le sean redituables en el momento y, al mismo tiempo le asigna aquellas que deben ser vilipendiadas, pisoteadas y desechadas, a personajes cuestionables, con oscuros pasados, fáciles de destruir mediáticamente y proclives al ridículo y la caricatura.

    De esta manera, se garantiza que aquello que sea conveniente para esa voluntad oculta, se lleve a cabo, mediante la construcción de esa gran ilusión que es la democracia, lo cuál se antoja cada vez más como un juego en el que un sistema se dedica a imponer su voluntad, disfrazada de “elección popular”.

    Es urgente abrir los ojos ante la realidad de este mecanismo, que coloca a personajes como Trump, Milei, Verastegui y muchos otros impresentables, como abanderados de muchas causas que parecerían de “sentido común” (término trivializado intencionalmente también), que ahora mismo amenazan a la sociedad y a su funcionamiento mermando su capacidad de auto replicarse, gestionarse y proveer progreso suficiente para el mejoramiento de sus miembros, más allá del llenado indiscriminado de los bolsillos de unos cuantos oligarcas que sólo buscan el mayor número de beneficios a cambio de los menores costos, siendo ellos precisamente, esos sujetos mediáticos con debilidades altamente aprovechables para desacreditarlos, desechando toda causa, postulado o reclamo social que abanderen y con ello, desactivando en cualquier momento cualquier movimiento genuino que amenace los intereses ocultos detrás de un posicionamiento de moda.

    DA CAPO

    Después de escuchar algunas de las ponderaciones de estos nefastos personajes y confesar sólo para mis adentros (víctima de una manifiesta culpa) que me parecen tener razón en muchas cosas, no puedo evitar quedarme con un amarguísimo sabor de boca y la desalentadora pregunta: ¿por qué ellos?

  • Acercar la Felicidad

    Acercar la Felicidad

    Soy parte de una generación que creció viendo comerciales entre todo el entretenimiento que podíamos consumir, la supuesta “gratuidad” de la TV nos costaba muy caro en lo que se refiere a exposición al marketing de los 80’s y 90’s, que ofrecían imágenes idealizadas de la vida a diestra y siniestra, ciertamente los publicistas sabían cómo responder a las realidades de múltiples carencias y el constante sentimiento de escasez y minusvalía impuesto por el sistema político y económico de entonces.

    Indudablemente crecimos con grandes huecos en el corazón, como es requerido para mantener funcionando el sistema de mercado que nos rige, sabiendo que nuestro objetivo en la vida era llenarlos con cualquier cosa, pero no “chafa”, ni “ordinaria”, así, los términos “exclusivo” “plus” o “platino” también se hicieron presentes para diferenciar a aquellos que supuestamente podían acceder a distintos niveles de bienestar y lujo.

    Después llegaron los 2000’s, que nos vieron ingresar a la vida adulta y con ello la explosión del internet, trayendo toda la basura new age recargada con nuevos mensajes de superación y poder mental para llegar a cualquier posición y obtener cualquier cosa que fuéramos capaces de imaginar.

    Frases como “si haces lo que te apasiona no tendrás que trabajar ni un día de tu vida” despojaron de significado el concepto de sacrificio y sufrimiento para alcanzar metas y lo sustituyeron con los perniciosos “sueños”, la alquimica fantasía de poder transformar la realidad con el poder de la mente, “trabajar inteligentemente” o el auge de la “inteligencia emocional”, todo ello destinado a hacernos mirar a otro lado para no ver cómo se realizaban los preparativos necesarios para la instalación de la última etapa del neoliberalismo y nada menos que su coronación: el Globalismo.

    Así, nos compramos la idea de que todo podríamos lograrlo, que nuestra generación era una promesa y que éramos parte de un bono demográfico que llenaría de combustible la nave del desarrollo, cuyo destino era el infinito y más allá (tal como lo veíamos concretar en todos aquellos bienes que obteníamos gracias a créditos fáciles y a la larga, impagables).

    Al colapso de las burbujas crediticias le siguió el de las inmobiliarias y con ello, nuestras propias burbujas existenciales, dejando un sabor amargo a ese cóctel pernicioso de la “auto superación”, que siempre señalaba el dedo de la responsabilidad del fracaso hacia uno mismo, cegando por completo nuestra capacidad de mirar una realidad multi factorial movida por fuerzas más allá de nuestro control.

    ¿El resultado? Un desencanto tal, un brutal despertar, una amargura del tamaño de sueños rotos que se acentuaron con la lectura de patrones en el estrepitoso y descarado (para quien lo quiera ver) mundo digital: los “sueños” se cumplen de acuerdo a tu posición social, de acuerdo a tu condición y capital.

    Es evidente que a la crianza de los ochentas y noventas no le faltó autoestima, mucho menos rebeldía y osadía para llenarnos de entereza y resiliencia para saltar al campo de batalla social y económico con audacia e imprudencia manifiesta, pero si algo era deseable que se nos hubiera enseñado, era conciencia de clase.

    Sin embargo, no hay manera de juzgar a los adultos de entonces, ellos mismos vivían estrangulados por condiciones económicas que les obligaban a presupuestar y adaptar las necesidades familiares casi a diario, con una inflación galopante e inclemente que hacía imposible tener planes a largo plazo y que de todos modos, no les impidió sacar adelante familias de cuatro, cinco o más hijos inculcando en ellos un hambre insaciable por escapar de tal opresión.

    Es necesario que nuestra generación, los nuevos adultos, aquellos que cargamos ya con las cicatrices y los muñones de la guerra, entendamos que nuestra generación y las que le siguen, cargan con una pandemia de depresión y ansiedad producto de esa lejanía con la que los medios nos enseñaron a ver el éxito, la plenitud, la satisfacción y la felicidad.

    Ante los sucesos trepidantes que no dan pie a que siquiera puedan reflexionarse, ante las noticias artificiales que parecen inundar nuestra mente con preocupaciones imposibles de procesar a la velocidad que son sustituidas por nuevas, nuestra psique no atina más que a colapsar, somos presa de la inmovilidad y el silencio material que producen el agotamiento y el ruido digital, como lo llama Byung Chul-Han, que nos aísla y nos atrapa en un bucle eterno de temor, frustración y desesperanza.

    Ante tal escenario no me queda mas que recuperar una anécdota que un conocido cantautor relató en un concierto al que acudí hace alrededor de un año: él mismo relataba haber experimentado una racha de crisis de ansiedad a las que llamó familiarmente “sacones de onda repentinos”, que lo llevaron a consultar con un profesional de la salud mental, quien le explicó que una de las razones para el desgaste de la psique y la consecuente aparición de señales físicas como estas era precisamente la condición de frustración cotidiana a la que estamos sometidos, producto de todas las razones antes expuestas y muchas más, las cuales podríamos resumir en simplemente, haber colocado la felicidad en el lugar de los premios de la vida, en el anaquel de las medallas o las copas de oro, alienada detrás de una vitrina y con precios impagables para obtenerla.
    Ante esto, el psicólogo recomendó al cantautor: “no alejes así la felicidad, acércala un poco más.”

    Da Capo

    Tal como nos acercamos la sal, la salsita o el guacamole, sería muy deseable que aprendiéramos a allegarnos la felicidad conscientemente, pero para ello es necesario que la bajemos del pedestal inalcanzable en el que el sistema de mercado basado en la escasez nos orilló a ponerla.

    Esto consiste en reconocer en primer lugar que somos felices, sin remordimientos ni culpas, que hemos sido felices y que lo seguiremos siendo, cada vez que nos permitamos acceder a esos pequeños detalles que hacen de cada día una experiencia mágica y digna de ser vivida.

    Acercarnos la felicidad es un acto de rebeldía supremo ante un sistema alienador que nos despoja de todo aquello que detecta que necesitamos, y le pone precio; por ello, también es necesario por más que nos cueste, aprender a hacerlo en silencio.

  • ¿Inteligencia Artificial o Artificialmente Impuesta?(parte 2)

    ¿Inteligencia Artificial o Artificialmente Impuesta?(parte 2)

    Hace unas noches, recorría hacia abajo la colección de videos cortos al azar que ofrecen la mayoría de las redes sociales y no pude sino asombrarme del brutal bombardeo mediático sobre aplicaciones y usos de la IA.

    Desde mis inicios en facebook, fui identificando diferentes formas en que esta plataforma solicitaba constantemente algo que al parecer era la materia prima de la que estaba hecha y a su vez fuente inagotable de nuevas ideas para ella: tus pensamientos.

    A través de la sugerente e irresistible pregunta “¿qué estás pensando?”, fuimos testigos (sin saberlo) de la colocación del recipiente más grande jamás creado frente a nosotros, con el único propósito de almacenar segundo a segundo, todos los estados de ánimo , problemáticas, luchas y en resumen, aquello que nos pudiera definir como seres pensantes y sintientes.

    Por más inteligente que el ser humano reclame ser, no podemos olvidar que a esa inteligencia la atraviesa también una serie de emociones y necesidades que nos llevan a la acción, de manera inicial o consecuente y desafortunadamente, la curiosidad inherente a nosotros sólo parece homologarse con nuestra necesidad de ser escuchados y dejar un legado, por esta y otras razones, somos proclives a caer en cualquier provocación para expresarnos que nos presenten las redes sociales, sin reflexionar en las consecuencias de ello.

    A la distancia, es muy evidente que todo aquello que surgía en redes, como los primeros y arcaicos memes dibujados con paint, estaban destinados a registrar la respuesta del público ante distintos planteamientos, a esos memes mal dibujados, hace algunos años, siguieron las historias largas en facebook; enormes relatos en sucesión de consecuencias que llevaban un hilo mecánico, al que ahora podemos calificar con mucho menos temor a equivocarnos como “robótico”.

    Los memes de inicio de año hicieron su aparición, creando tendencias artificiales y bolas de estambre para entretener a quienes nos sumergimos de lleno en el mundo de las “comunidades virtuales”.

    Del mismo modo, en twitter surgieron cuentas de gente inexistente, dedicadas a sostener un hilo argumentativo que mantuviera enganchada a la audiencia y provocara miles de reacciones y expectativas respecto a los nuevos acontecimientos de la dichosa oficinista y su día a día y otros personajes que ahora es más que evidente que se trataban de creaciones ex profeso para seguir recopilando información con el fin de contribuir al desarrollo de esa enorme generadora de lugares comunes que para desgracia e insulto a todos los genios conocidos por la humanidad, un círculo muy reducido de oligarcas megalómanos ha mal llamado IA.

    El avance científico de la humanidad jamás ha podido ser frenado, sin embargo, nos enfrentamos a un problema serio cuando este se encuentra ligado totalmente a los tiempos y objetivos económicos del mercado, es decir, que se transforma en tecnología consumible.

    Por doquier encontramos creadores de contenido recomendando apps de IA para la realización express de todo tipo de tareas, sin embargo, estamos perdiendo de vista que al delegarle a una máquina no sólo nuestro trabajo, sino nuestros proyectos y sueños, e incluso al preguntarle sobre los enigmas más sensibles de nuestra vida, simplemente estamos trasladando nuestro desarrollo cognitivo, neuronal y tal vez muy pronto, psicoemocional (ya hay apps que dan consultas psicológicas u ofrecen compañía a personas solitarias o deprimidas) a una máquina que tiene como único fin, emular al ser humano, utilizando estándares mecánicos para prevenir errores y optimizar la productividad (omitiendo que el error es humano) pero que está programada sólo para dar respuestas estandarizadas basadas en lugares comunes.

    ¿Cuánto tardaremos en ver la manera en la que se ha desdibujado el mundo a consecuencia de la todavía incipiente IA? ¿Cuándo nos daremos cuenta de que estamos atrapados en un loop diario que nos tiene dando tumbos contra las paredes acojinadas de nuestro propio manicomio?

    Aquello que aún es considerado deleznable, como el plagio o la deshonestidad intelectual muy pronto se habrá desdibujado totalmente, pues estos robots algorítmicos, engañan cínicamente a sus usuarios, con una muy inquietante esperanza de que el sujeto sea tan ignorante que no le demande corrección o disculpa alguna y si lo hace, ya tener preparada una hipócrita justificación complementada con un “¿podrías ayudarme para que no vuelva a equivocarme”? Como si no fuera suficiente el plagio impune que han cometido contra la humanidad a cambio de entretenimiento de bajísima calidad y enganches emocionales baratos en redes sociales para ordeñar datos y más datos que representen miles de millones en ganancias para esa camarilla maligna apostada en Sillicon Valley.

    DA CAPO

    Hoy más que nunca, es necesario concientizar a todo aquel que quiera escuchar, que en aras del mercado y el dinero, podríamos estar entregando a los intereses más oscuros del planeta, la esencia misma de nuestra humanidad y delegando en el camino, aquello que forma parte fundamental de nuestra existencia: la búsqueda de nuestro propósito y lugar en el universo.

  • El Dolor Cotidiano

    El Dolor Cotidiano

    Así transcurre el día, ese que comienza un lunes a las seis de la mañana y dura al menos sesenta horas, con otras sesenta de descanso entre comidas, aseo y otras necesidades básicas.

    Los rostros de la gente que aborda el transporte público son atravesados por grietas a los lados de la boca, grietas que brotan de las aletas de la nariz y terminan a la altura de la barbilla, grietas que al contrario de debilitarlos, parecen un indicativo de resistencia, como si sólo fueran superficiales y escondieran un núcleo recio y casi indestructible.

    Pero no sólo deambulamos agrietados, también surcan nuestros rostros carreteras y callejones que llevan a muchos lados, si los sigues, igual al torbellino de pasión que terminó en lágrimas, que a los pequeños callejones de felicidad que se formaron al lado de tus ojos, cuando miraste la luz tan directamente que se te quedó grabada no sólo en los ojos, sino también en la piel.

    Mapas sin acotaciones, con divisiones políticas que el tiempo se ha encargado de señalar, llenos de territorios democráticos, algunos autoritarios y otros sin ley, anárquicos irremediables, eso somos.
    Gente de sonrisas culpables, como avergonzadas por su condición, por subir, por bajar, por pedir permiso y por existir.

    Gente dispuesta a darlo todo en la mañana, que vuelve derrotada por la noche, desilusionada una vez más, resignada al tiempo y su insuficiencia, sedienta de esos recursos abundantes en poder de quien se empeña en convencernos de su escasez y trata de explicarnos por qué sólo alcanzan para que le sobren.

    Gente que entierra sus sueños mientras encuentra la manera de comprárselos al mercado, que los resguarda mientras sujeta con una mano un reloj de arena y con la otra un historial crediticio, que significó tantos bienes inmediatos, necesarios o indispensables, y que sin embargo no alcanzaremos a pagar en los años de los que disponemos, pues más temprano que tarde, y más rápido de lo que tardamos en pagarlos se romperán, descompondrán o simplemente dejarán de ser modernos y satisfactorios.

    Somos gente que ve pasar los días contagiando a los jóvenes y niños de esa misma derrota irremediable, de la batalla perdida que de todos modos da todas las mañanas, con todo el valor y la ferocidad de quien sabe que la única opción siempre será elegir entre la vida o la muerte, aunque no queramos, aunque no hayamos previsto que todo se trataría de ello.

    DA CAPO

    El tiempo le juega en contra al pobre, que tiene que ver transcurrir la vida mientras espera el autobús, que es manejado por un traidor de clase que cree que puede arriesgar la vida de todos, después de usar el privilegio del volante para arriesgar la propia, igual que todos los traidores que usan esa misma frustración para enfilar baterías no hacia arriba, donde se encuentran esos que sonríen dentro de sus autos lujosos, los cuales ni siquiera se toman la molestia de conducir, sino hacia quienes sólo buscamos esperanza cada que nuestro día de sesenta horas se reanuda, después de ese pequeño receso que usamos a regañadientes para vivir.

  • Interestelar: Oda al Amor Paternal

    Interestelar: Oda al Amor Paternal

    Hace diez años los asiduos al entretenimiento holliwoodense disfrutamos un banquete de la mano de Christopher Nolan: Interestelar.

    Una obra maestra de ciencia ficción en toda regla, con explicaciones y teorías científicas llevadas a la práctica gracias a la magia del cine, una premisa imaginativa y alucinante matizada con una historia entrañable y un elenco de primer nivel.

    Interestelar es una pieza artística en todo sentido, que conecta con arquetipos que la sociedad considera cruciales, como lo son aquellos que dignifican las estructuras familiares y para sorpresa de muchos actualmente, aunque también para fortuna de otros, específicamente la figura paterna.

    Encarnada en el personaje de Cooper (Matthew MacConaughey) un expiloto e ingeniero de la NASA, se narra la historia de un padre viudo, quien con apoyo de su suegro (John Litghow) cria a sus hijos Tom y Murph en un ambiente futurista distópico en el cual constantes tormentas de polvo amenazan la producción de alimentos mundial, lo que ha priorizado la agricultura sobre todas las demás profesiones, dejando a Cooper la única alternativa de trabajar y administrar una granja de maíz, la única semilla de consumo humano que no se ha extinguido aún.

    Como parte desarrollo del personaje vemos inicialmente a un padre que, afectado por su profesión frustrada no admite que el sistema quiera limitar el futuro de su hijo mayor a ser sólo un granjero y del mismo modo, se dedica constantemente a alentar la curiosidad científica de la pequeña Murph, a quien trata con un cariño y una naturalidad encantadora, sin sobreprotección ni distinción alguna de roles por ninguna razón, incluso el género, lo cuál debe señalarse, es extremadamente refrescante de su parte.

    Posteriormente y a causa de un evento que parece sobrenatural, localiza unas instalaciones secretas de la NASA y esto lo lleva a embarcarse en una misión de la que depende la supervivencia de la humanidad junto a una tripulación conformada por dos científicos y la doctora Amelia Brandt (Anne Hattaway), consistente en explorar tres planetas que compiten como alternativas para ofrecerle un nuevo hogar a la humanidad. A través de diversas dificultades que lo orillan a tomar las riendas de la misión sin habérsele asignado explícitamente, como por ejemplo, ser forzado a descender en un planeta en el que la relatividad del tiempo provoca que cada hora de estancia represente siete años para el tiempo terrestre, en donde sufren un grave incidente que los lleva a perder 23 años de tiempo en la tierra además de un miembro de la tripulación, Cooper muestra una actitud magnánima y noble incluso con Brandt, la causante de tal tragedia, aunque sin olvidar que es un ser humano con debilidades y sentimientos que se acaba de perder una enorme porción de la vida de sus hijos.

    Como es de esperar, se halla desconsolado y al pedirle a la computadora que reproduzca la serie de video mensajes acumulados de parte de su familia en esos 23 años, arranca lo que para mí representa una de las secuencias más desgarradoras del cine contemporáneo, en la que somos testigos del inmenso dolor de un padre que presencia el crecimiento de sus hijos e incluso los escucha expresar su soledad y desesperanza, sin poder hacer nada.

    Después de varias situaciones, los acontecimientos se precipitan y una vez más lo vemos tomar las riendas de la misión y expresar una de las líneas más épicas del relato, en respuesta a su asistente robot que señala que una maniobra desesperada de la que depende la supervivencia de la misión no es posible a lo que Cooper responde “no es posible, es necesario”.

    Finalmente el filme plantea que el amor es una de las fuerzas que pueden modificar el tiempo y espacio y es a través de este, el amor paternal en este caso, que puede doblarse el tiempo y mirar las cosas en planos dimensionales distintos, todo, gracias a la promesa de volver que un padre le hiciera a sus hijos.

    DA CAPO

    En una sociedad de contradicciones en la que se da por sentado que todos los hombres contamos con todos los recursos sistémicos y una serie de “privilegios” provenientes de estructuras que supuestamente nos ubican en posiciones favorables de nacimiento, se justifica abandonar a los jóvenes y adultos por considerarlos generadores o beneficiarios de un sistema injusto y violento, condenándolos con esto a la indigencia, la humillación, el suicidio o el homicidio.

    En estas condiciones, una obra intelectual que resalta los problemas, conflictos internos y sufrimientos que un hombre debe atravesar en el cumplimiento de un rol que más que impuesto por la sociedad, brota de sus poros como parte de su naturaleza, no sólo es necesaria, sino conmovedora.

    A falta de figuras masculinas paternales y funcionales en la producción mediática actual, con las evidentes consecuencias nefastas que se manifiestan en todos y cada uno de los problemas sociales que nos aquejan hoy en día, sólo podemos proponer el rescate de un núcleo familiar balanceado y funcional (con todos los matices necesarios) como bote salvavidas de una humanidad que parece empujada al naufragio por hombres y mujeres que parecen haber perdido la brújula y la gravedad de su propia existencia, y así lo plasman en obras de arte o entretenimiento que sólo consiguen expresar su extravío moral y ético para el cual, historias como Interestelar representan un oasis en este desierto filosófico en el que vagamos sedientos de materiales que realmente nutran el espíritu social.

  • ¿Inteligencia Artificial o artificialmente impuesta? (Parte I)

    ¿Inteligencia Artificial o artificialmente impuesta? (Parte I)

    Desde los sótanos de Sillicon Valley se ha estado esparciendo la idea de que el siglo XXI gesta una maravilla que cambiará para siempre nuestro estilo de vida, y cuando digo “nuestro”, peco de ingenuo integrando a la raza humana en una suerte de masa homogénea que dista mucho de las múltiples realidades sociales, económicas y culturales que distinguen al mundo actual.

    A través de una cantidad inmensa de materiales realizados mediante la multimillonaria industria del entretenimiento, parece haberse desplegado desde hace décadas una agenda cuidadosamente planeada, como si de una checklist se tratara, que culminaría con la presentación al mundo de la última creación humana: una mente externa para realizar esa engorrosa e inútil tarea de pensar.

    Desde finales de los años 90 se vislumbraba esta suerte de distintivo social que dividía a aquellos individuos “in” y “out”, con la introducción de las agendas digitales Palm, las cuales requerían el uso de una pluma stylus para marcar cualquier cosa en su pantalla, tratando sutilmente de reemplazar el uso de agendas de papel para organizar las tareas del día.

    A las estridentes campañas publicitarias siguieron actualizaciones con un notorio aumento de funciones, como alarmas, recordatorios y hasta comandos de voz, agregando a todo aquello que actuaba como un sustituto de nuestra memoria el término “smart”, como si de un objeto con alguna clase de ingenio propio se tratara.

    Ya entrado el siglo XXI, Steve Jobs revolucionó el mercado colocando a cada nueva versión de sus chucherías tecnológicas la letra “i”, en alusión a la palabra INTELLIGENT, pues por alguna razón, a las prótesis médicas para sustituir extremidades faltantes por accidentes o malformaciones, había que agregar una nueva para algo que no habíamos perdido en ninguna circunstancia fortuita, sino que más bien parecía estar insistentemente queriendo arrebatársenos: la inteligencia.

    Y así hemos visto avanzar forzadamente esta transición impuesta que parece tener por objetivo ineludible, ceder aquello que nos distingue y ha colocado como especie preponderante y sobreviviente en este mundo, habiendo construido una civilización con claroscuros, que también ha tenido, como es evidente, inclinaciones autodestructivas de cuando en cuando.

    Tal vez lo más preocupante es la introducción indolente de estas tecnologías a sociedades tan desiguales como las actuales, en las que las enormes mayorías sólo cuentan con su fuerza de trabajo como único capital para invertirlo en economías de mercado ya decadentes, operantes aún en el mundo occidental.

    Las habilidades relativas a la fuerza física y el uso del tiempo son la única moneda de cambio con la que miles de millones de seres humanos cuentan para negociar todos los días y así conseguir un bocado de pan para sus hogares, lo cual se traduce en trabajos precarizados y ya de por sí devaluados como servidumbre, cajeros de centros comerciales o tiendas de conveniencia, oficinistas y otras labores que un puñado de privilegiados miembros de élites, fuera de todo sentido común considerará rápidamente sustituible o innecesario gracias a un impune avance tecnológico en un camino que debería ser trazado por ideales más profundos y nobles que un simple “lo hacemos porque podemos”.

    DA CAPO

    A esta andanada en contra de la humanidad misma, veremos acompañar más propuestas absurdas y éticamente cuestionables como la idea de un ingreso básico universal, que los mismos impulsores del desarrollo de la IA proponen establecer a manera de disculpa anticipada y para darse a sí mismos un poco de paz a causa de remordimientos que los atormentan ya desde ahora, vislumbrando las consecuencias negativas de sus egoístas aventuras y sin embargo, lo más inquietante es aquello que ni ellos ni nosotros podemos aún pronosticar.

  • La Izquierda Neoliberal

    La Izquierda Neoliberal

    De las últimas semanas se han desprendido las paradojas más alucinantes en la vida política de esta nueva etapa de transformación.

    Al parecer, los avances democráticos están siendo utilizados como plataforma para enaltecer y alejar hasta los olimpos de la vieja política burocrática e indolente las decisiones de una cúpula que está adoptando la vieja actitud priísta, la cuál a fuerza de un paternalismo autoritario nos recetaba un día sí y el otro también, cualquier nivel de cinismo vestido de un “tranquilos, nosotros sabemos por qué y como ustedes no, les toca resistir”, obligándonos (a quienes nos asumimos desde hace dos décadas al menos partidarios de una profunda regeneración que nos liberara de los corajes cotidianos de ser ignorados y pisoteados como pueblo, en aras de un muy llevado y traído “bien superior”) a tragarnos diariamente las decisiones arbitrarias que prometían ser “por nuestro bien” y jamás probaron serlo.

    No debemos olvidar que con esta condescendencia exacerbada se nos recetó el aumento al IVA en sexenios priístas y panistas, la aprobación de impuestos abusivos alegando pandemias inexistentes (como el IDE de Calderón) así como atropellos constitucionales que de tan autoritarios, provocaron infartos sociales y físicos en quienes sentían la impotencia de ser aplastados por una minoría que había llegado a la representación popular de maneras poco claras y directamente para cumplir agendas ajenas al interés general.

    De los aumentos a salarios y bonificaciones cínicas en cámaras de representantes, que nos limitábamos a escuchar con rabia en la radio, atorados en tráficos interminables de las ciudades del país, pasamos al ignominioso Pacto por México, que no fue sino la puesta en venta en primer lugar, de las voluntades legislativas que traicionaron a todas sus bases, simplemente seducidos por el negocio majadero que, tal como un sobrino imberbe con una idea estrambótica recién aprendida en una estafa piramidal, llega a embarcar a la familia y la gran mayoría acepta, cegados por la avaricia y la codicia que representa la promesa de enormes ganancias a futuro, sólo que en este caso, la estafa fue para un país entero y las ganancias, para aquellos que se asumieron dueños de lo que no era suyo, ni siquiera por derecho de nacionalidad, pues en el momento mismo de haber vendido la soberanía, debieron ser declarados traidores a la patria y exiliados, privados de sus derechos como mexicanos.

    De esta manera, vimos encoger derechos laborales, reprimir protestas sociales como práctica común, extinguir compañías del estado que dejaron en la calle a decenas de miles de trabajadores sin indemnizaciones apegadas a la ley y en resumen, aplicar todas las instrucciones y exigencias de organismos internacionales a fin de congraciarse con ellos, dejando a los mexicanos de a pie, profesores, electricistas, automovilistas, y en general al pueblo, en la total orfandad por parte de aquellos que deberían haberle plantado cara al colonizador que no ha dejado de frotarse las manos pensando en el momento en que se abrieran las puertas de la enorme abundancia que los tesoros naturales y culturales de México tiene para ofrecer, para ser alienados por el mercado y convertidos en mercancías accesibles sólo a quienes tuvieran los recursos para obtenerlos, aún si esto atropellara derechos humanos.

    No es necesario continuar enumerando la enorme lista de privatizaciones y desmantelamientos de los que fue víctima un país que parece fuente inagotable de riqueza y que no ha agotado sus recursos a pesar del saqueo impune al que fue sometido por aquellos que aseguraron bonanza no sólo para ellos sino para vastas generaciones por venir, sólo es necesario echar un vistazo a las señales que los actuales políticos están arrojando y que parecen poner en las narices de aquellos que les otorgamos un voto de confianza – que no un cheque en blanco – para saber si están o no realizando una labor honorable representando y defendiendo los intereses de las mayorías que les otorgaron el privilegio de dirigir sus destinos las pasadas elecciones.

    Personajes como Ricardo Monreal y Adán Augusto López, parecen haber acrecentado un poder que a decir de los últimos acontecimientos, se revela como digno de películas clásicas como El Padrino, sumando a algunos de los personajes más oscuros e impresentables de la política pasada inmediata, quienes incluso calumniaron y atacaron arteramente a una de sus más fuertes candidatas, quien a su vez fue una de las funcionarias de la administración anterior con una posición clave y un papel encomiable, me refiero a los Yunes y Rocío Nahle, quien tuvo que soportar calumnias y campañas de acoso mediático y legal que expusieron de la manera más impúdica el lado más oscuro de la contienda electoral, que traspasó los límites de lo privado y lo familiar tratando desesperadamente de conservarse en una postura de fuero para eludir la acción de la justicia, que amenazaba con hacerse efectiva si la mafiosa familia Yunes perdía el estado de Veracruz, lo cual terminó pasando para beneplácito de la gente de ese gran estado.

    No obstante, ante el escenario adverso para estos personajes que han sido ligados por testimonios y hasta fotografías con hechos delicados y laserantes para la sociedad, a sabiendas de que se preparaban órdenes de aprehensión y que sus procesos avanzaban, fueron cooptados y “convertidos” a una “fe” que hasta hace sólo meses repudiaban y atacaban con todos los recursos lícitos o ilícitos disponibles, dañando no sólo la reputación de una mujer clave para el gobierno de AMLO, sino todo el proceso electoral que finalmente resistió esos, sin embargo, se tomó la decisión de sumarlos a la votación para aprobar la reforma judicial, transformando su inminente procesamiento en vulnerabilidad suficiente para doblegarlos a la voluntad de un partido al que no sólo repudiaron, sino intentaron destruir a título político, personal y familiar.

    Sin embargo y dejando de lado la tentación de advertir algún atisbo de “justicia poética”, a esta maniobra moral y éticamente dudosa la persigue una culpa histórica de la cuál MORENA no podrá librarse por años y tal vez a perpetuidad: el clamor de todas las víctimas directas e indirectas que la familia Yunes dejó como efectos colaterales de su comisión de delitos y omisiones en el desempeño de su servicio público y con esto, toda la justicia que ha sido cercenada de tajo bajo una visión inmediatista del poder al servicio del poder mismo, como deja patente la reciente incorporación de un señor Lavalle al gabinete de Layda Sanzores en Campeche, quien no es sólo señalado como partícipe en la trama de corrupción ligada a la reforma energética (que casi le cuesta la vida al entonces líder moral de la oposición AMLO) sino que lleva abierto un proceso en su contra debido al cual, debe portar un brazalete de localización por orden judicial.

    Es sabido que ni en el PAN ni en el PRI y mucho menos en MC, descontando a los partidos rémora que se suman siempre al mejor postor con tal de sobrevivir, existe la más mínima voluntad de allegar justicia a quienes han sido agraviados por prácticas deshonestas que siempre son vistas como inofensivas, hasta que explosiones de gas revelan que hay cientos o miles de personas que apostaron el patrimonio de toda su vida en departamentos inexistentes jurídicamente como es el caso del cártel inmobiliario de la CDMX, o vendedores ambulantes que creyeron haber pactado con administraciones locales desleales, espacios ilegales de venta que deslucen y dañan el patrimonio cultural de lugares históricos, a cambio de cuotas abusivas que van a parar a dobles y triples contabilidades cuyos recursos malhabidos son utilizados para campañas electorales, después de haber llenado los bolsillos de políticos de todos los partidos, para ya no hablar de las pipas de agua que llevan lo mismo este vital recurso que los bolsillos llenos de los miles de pesos que cobran a vecinos necesitados del llenado de tinacos o cubetas para las más vitales labores del día y que parece ser incentivo suficiente para no resolver el problema de la falta de presión que lleve el vital líquido a las zonas más altas de la CDMX y a esta indolencia, a esta miserable actitud cínica de indiferencia, vemos sumar las prácticas mafiosas de un partido que ha colocado en posiciones de poder y cohersión de opositores (o lo que ellos llaman eufemísticamente “operación política”) a personajes indefendibles, creyendo que su actuar no acarrea víctimas y peor aún, que no les explotará en la cara.

    El reloj sigue su curso y una nueva competencia parece haber hecho aparición en el escenario político y social del país:

    El cinismo de un partido que está avanzando en su agenda por encima de cualquier parámetro moral, en aras de un paternalismo que amenaza con ser cada vez más autoritario, contra una sociedad que agota su paciencia y el capital político que le dio de manera absolutamente condicional, para ser representada y no atropellada bajo una condescendencia ofensiva que parecía haber sido superada, pero vemos lamentablemente resurgir.

    DA CAPO

    Todo parece indicar que a los más altos perfiles implicados en tramas de corrupción se les seguirá viendo como bisagras para acceder a acuerdos que sigan sosteniendo la narrativa “democrática” de un régimen que parece dispuesto a recetar medicinas tan amargas a su base, como ver a Yunes en fotos con la mismísima presidenta o a Lavalle en fotografías en las que el otrora implacable Fernández Noroña no tiene reparo en titular “no está solo”.

    ¿Seguiremos tragando a los Sergio Mayers o en un futuro a los Jorge Romeros, cuando la ley los alcance, aunque esto signifique seguir sacrificando a la sociedad y su añeja sed y hambre de justicia?, aunque de tanto estirar su tolerancia, tal vez se termine rompiendo, cuando ya no tenga nada que perder.

  • Lavado de Cara de los Últimos Días

    Lavado de Cara de los Últimos Días

    De este último tramo del año se desprende una película cuyo título se antoja como una historia de horror y misterio: Hereje.

    Hugh Grant como único actor reconocido comienza a levantar sospechas sobre el financiamiento de este filme cuya trama arranca con un par de misioneras mormonas teniendo una conversación sobre pornografía, que las muestra como un par de niñas inocentes, desorientadas e inseguras, lo cuál contrasta con la actitud que los misioneros reales en tiempos pasados tuvieron, que distaba muchísimo de la imagen presentada de simples víctimas a merced de la vida.

    La película se va desarrollando durante una visita convencional a un “investigador”, término dado a las personas interesadas en estudiar la doctrina de la iglesia mormona (que clama ser la “única verdadera” junto con las miles que hacen lo mismo) quien comienza poco a poco a mostrar actitudes sospechosas que inquietan a la audiencia, pues vemos a un par de chicas muy jóvenes quedar a merced de un hombre maduro con intenciones poco claras y actitudes engañosas.

    La charla comienza a tomar una dirección inquisitiva por parte de Grant, quien abre con preguntas “incómodas” que no son nada más que los clichés más populares acerca de prácticas cuestionables de la iglesia fundacional, que incluían la poligamia y las acciones livianas adjudicadas al “profeta” Joseph Smith, así como la obvia contradicción entre la “revelación” divina y el hecho de que tengan que ser los hombres quienes la transmitan a la feligresía, a pesar de las evidentes tergiversaciones o debilidades humanas.

    Como filme, la sensación de indefensión y claustrofobia está bien lograda, así como la actuación de Hugh, quien se lleva la película como un villano impredecible y extremadamente incómodo a ratos, siendo a lo largo del filme un elemento disfrutable que sostiene una trama sencilla que parece tratar de esconder una agenda un poco más oscura: El lavado de cara de una organización que se sabe vulnerable ante la creciente ola de información disponible en internet y que ha visto mermar sus números a raíz de la divulgación de pasajes oscuros de su historia que, en otros tiempos, fue exitosa en enterrar.

    Sin embargo, los videoblogs de ex miembros, quienes han denunciado las incongruencias, inconsistencias e incluso corruptelas dentro de la organización también han crecido, encontrando ahora en plataformas de streaming incluso documentales completos sobre aquellos hechos que se creían zanjados y que han vuelto como fantasmas del pasado, dispuestos a atormentar el alma de una organización que se jacta de enarbolar valores como la “rectitud” y la “integridad” y sin embargo tiene demasiados cadáveres en el armario.

    Desde las prácticas racistas, basadas en declaraciones de sus más altos líderes, hasta la manifiesta manipulación de la doctrina para adecuarla a las presiones económicas y sociales de distintas épocas, que ha servido para anunciar cambios sustantivos en las otrora doctrinas “divinas” (que se antojarían inamovibles e inalienables), esta organización se ha caracterizado en el siglo XXI por sus agresivas campañas de marketing, en un intento desesperado por recuperar el halo de santidad y esperanza por el que muchas personas abrazaron el credo mormón durante el siglo XX.

    A los más de 60,000 misioneros voluntarios en el campo en el año 2000, siguió una terrible racha de veinte años en los que el número no sobrepasó alrededor de 50,000, forzando cambios en las políticas de reclutamiento como la disminución de la edad entre los jóvenes de ambos sexos, lo cuál logró un incremento sustantivo, aunque también una vulnerabilización de los jóvenes en el campo, que tuvo que ser abordada con una supervisión familiar más frecuente, cambio de horarios y reglas, mismas que se reflejan en la película, para quienes conozcan el ámbito misional mormón.

    Finalmente la historia deriva en una disertación aclichada sobre las distintas creencias mesiánicas de culturas milenarias anteriores al judaísmo, para decantarse por un enfoque nihilista en el que sólo el control es el objetivo de todas las religiones, tesis que aunque plausible, omite profundizar en las prácticas existentes que producen la cohesión de la congregación y la fidelidad quasi inquebrantable de los miembros de la Iglesia.

    Amenazas veladas o explícitas que afectan directamente al núcleo familiar en todas y cada una de sus enseñanzas y convenios, chantajes psicológicos enfocados a puntualizar la relación entre prosperidad y obediencia al esquema de “donaciones” y otros instrumentos de control reservados para aquellos que accedan a las ceremonias de iniciación plagiadas descaradamente en gran parte de rituales masónicos, siempre aderezadas con promesas de amor y éxito familiar, así como prosperidad financiera, son un caldo de cultivo perfecto para el brote de depresión y ansiedad que aqueja a la mayoría de sus miembros, que aunque no diagnosticados formalmente, agrandan la enorme estadística de consumo de anti depresivos auto prescritos en los EUA.

    Para ex miembros de esta organización, que aún luchan por desligarse de los enormes anclajes que sus enseñanzas, ceremonias y rituales colocaron en su psique, hacer el ejercicio de denunciar una a una las prácticas que de tan normalizadas, se consideraban correctas e incluso necesarias, pero que terminaron por arruinar sus vidas, parece ser parte de un lento proceso de recuperación, un tortuoso camino hacia la aceptación de la realidad y la vida consciente, el único camino que con todo el dolor y el desasosiego que conlleva, es mil veces mejor que el del control mental.

    Da Capo

    La película da muchas señales de haber contado con la asesoría de miembros o exmiembros de la Iglesia y no sería sorpresa para nadie que hubiera sido financiada por la iglesia misma de manera encubierta, pues no hay mala publicidad y una organización tan mediocre en crecimiento y éxito en lograr sus objetivos, amenazada por revelaciones de un oscuro pasado y probablemente no menos torcido presente, podría muy bien recurrir a la auto flagelación y la muestra descarada de supuestas “miserias” para construir una fachada eficaz que sirva para distraer la atención de revelaciones de hechos pasados o presentes aún peores por venir, al tiempo.

  • Medicina Para Una Ciudad Convaleciente

    Medicina Para Una Ciudad Convaleciente

    A finales del 2019 se supo del doctor Hugo López-Gatell debido a su participación en una nueva sección de la conferencia matutina del presidente López Obrador llamada El Pulso de la Salud; esta se centraba inicialmente en la denuncia de malas prácticas por parte de las empresas de distribución de medicamentos, que por aquél momento, daban a conocer su afán de sabotear cualquier esfuerzo gubernamental para disminuir el acaparamiento, la especulación y el sobre precio que representaban las prácticas desleales y mafiosas de aquellas cuatro o cinco manos que han manejado hasta la fecha la distribución de insumos críticos para las instituciones de la salud, mediante métodos anti éticos.

    Su papel fue cada vez más relevante entrado el 2020, pues en los primeros meses comenzó la espiral de zozobra que representó enterarnos de los primeros casos y defunciones a consecuencia del COVID-19 en nuestro país, un virus desconocido hasta entonces que cambiaría nuestra vida para siempre.

    El doctor López-Gatell, al ser Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud del gobierno federal, además de un experimentado y acreditado epidemiólogo en la comunidad científica internacional, fue asignado para liderar la coordinación de las estrategias de mitigación de los efectos de la pandemia que se cernía sobre nuestros destinos como mexicanos.

    En aquellos días se decretó la jornada de Sana Distancia, se presentaron algunos personajes didácticos a fin de abonar en la pedagogía de las prácticas de prevención de los contagios y comenzó sobre todo, el equilibrismo del gobierno, que tenía de un lado de la cuerda floja a la economía del país, siendo en su gran mayoría de carácter informal y teniendo a la población viviendo al día y del otro, las medidas de prevención y mitigación, que debían ser dosificadas e implementadas basadas en un estricto criterio científico, aún cuando día a día se actualizaba la información disponible respecto a este inmenso problema de salud.

    Es fundamental reconocer sin escatimar, la principal estrategia gubernamental para armar a la población de los elementos suficientes para hacer frente a este desafío inédito: LA INFORMACIÓN verás, oportuna y estrictamente científica, que pudiera mantener a todos aquellos que estuvieran pendientes de las conferencias vespertinas diarias, actualizados sobre todos aquellos datos que resultaran relevantes para comprender los fenómenos que nos atravesaban en absolutamente todos los aspectos.

    Por más de 450 días seguidos, sin descanso, el Doctor Hugo López-Gatell tomó el micrófono y habló de una manera clara, concisa y franca ante un público que estaba ansioso de recibir soluciones y respuestas fáciles, mismas que no fueron jamás garantizadas ni ofrecidas debido a la absoluta ética científica con la que se manejaron todos y cada uno de los participantes.

    Posterior a la presentación de datos e información pertinente que conformaba la primera parte de estas conferencias diarias, se tenía una sesión de preguntas y respuestas con la prensa, que en muchos casos resultaba en una aclaración pertinente de dudas para la población en general, pero también con mucha frecuencia, el recogimiento de declaraciones parciales, descontextualizadas y malintencionadas, con un ánimo netamente político y dedicado únicamente a encontrar elementos que pudieran golpear al gobierno desde medios de comunicación mercenarios, que atendieron llamados al desprestigio deshonesto hacia el doctor Gatell y en general la estrategia de mitigación de la pandemia, con el único objetivo de obtener algún rédito político y sumar algún adepto durante una crisis que no admitía sesgos ideológicos y mucho menos un proceder tan inhumano y mezquino.

    La clase política mexicana de oposición, con su proceder tan predecible, comenzó a trabajar a marchas forzadas para hacerse de sus contrapesos, personajes muchas veces del ámbito académico o médico que contradecían o desacreditaban las instrucciones, ponían en duda los datos e incluso en el caso del conocido conductor del noticiero nocturno de TV Azteca, Javier Alatorre, llamaban explícitamente a no hacer caso a las medidas gubernamentales, por considerar que el rumbo, enfoque y manejo eran equivocados, pero sin ofrecer verdaderas opciones que tomaran en cuenta el carácter multidimensional de la problemática que estábamos atravesando.

    Este fenómeno no fue exclusivo de nuestro país, al grado de que la distorsión deliberada de la información y su esparcimiento indiscriminado por las redes, fue llamado “infodemia” por la OMS, señalándolo como un fenómeno aparejado al de la pandemia en curso.

    No alcanzaría el espacio para relatar las múltiples anécdotas y momentos televisivos memorables que se dieron en aquellos días, sin embargo, basta con observar las entrevistas que se han hecho en medios corporativos al doctor López-Gatell, para tener claro las poquísimas cosas que se quedaron grabadas en la mente de aquellos que jamás hicieron nada por escuchar honestamente las indicaciones que de buena fe y en todo el afán de cuidar la salud de la población se dieron, siendo sus reclamos, algo parecido a un pregón prefabricado que ha sido repetido una y otra vez por conductores de algunos medios que esperaban tener a una presa fácil en sus programas, a la cuál sacrificar públicamente y encontraron nada menos que a un profesional que además de su gran inteligencia, posee una facilidad de palabra y una honestidad que lo rodea de la autoridad moral de la que ellos carecen hace años, sin que su audiencia pueda negarlo.

    A las supuestas ineptitudes del doctor Gatell durante la pandemia, que no son más que reclamos por no haber hecho lo que a alguna otra persona (con credenciales o no) sin un cargo público le parecía mejor decisión, se agrega un nuevo “pecado”: El doctor Hugo López-Gatell Ramírez ha alzado la mano para buscar la preferencia de los habitantes de la CDMX y ser elegido primero en una encuesta de dudoso alcance o hechura, como candidato para gobernar esta convulsa Ciudad.

    El doctor, el menos político de un grupo de cuatro aspirantes, el más pedestre y menos rodeado de séquitos corporativos, el más sencillo en sus métodos de hacer política, platicando con grupos reducidos en plazas públicas, el que ha tenido a bien evitarnos la pena de ver su cara en montañas de basura todos los días, en que los capitalinos nos encontramos postes y árboles tapizados de nuevos carteles con los rostros hipócritas de aquellos que no saben hacer política más que arrebatándose espacios y malgastando recursos que de llegar al poder tendrán que pagar, se ha alzado dejando balbucear a detractores que simplemente no tienen el nivel para debatir con un hombre que se ha formado en la academia y en dos crisis sanitarias mundiales, quien ha recibido instrucciones y mentoría directamente del presidente AMLO, líder indiscutible de este insípido movimiento auto nombrado 4T, y quien con toda honestidad, afirma lo que demuestra: que no está malgastando recursos en estrategias rancias de acarreo y manipulación de la opinión pública.

    De los otros dos contendientes “punteros” después hablaremos, mientras tanto, sólo resta agradecer la bocanada de aire fresco que se ha colado a la contienda política, gracias a que uno de nosotros, o al menos alguien que así lo parece por donde se le vea, ha tenido el valor de saltar a esa piscina de lodo que es la política mexicana y peor aún, en temporada electoral.

    Esperamos, Doctor Gatell, que más allá de salir o no triunfador, lo haga ileso y sin una sola mancha, le ha tocado codearse con aquello que ensucia y raspa, ojalá lo veamos atravesar este pantano con el plumaje intacto.

  • Etiquetas Para Todos

    Etiquetas Para Todos

    Es medio tiempo en el Súper Bowl 2023 y el esperado espectáculo de unos cuantos minutos, que ha servido lo mismo para encumbrar o sepultar reputaciones de artistas muy variados, es engalanado por Rihanna, una estrella del mainstream que ha sido señalada por chismes faranduleros y por comentarios francos que ella ha hecho a la prensa. Así,  sin más, aparece con un atuendo rojo similar al overol de un mecánico abierto al centro, en donde se le puede ver lucir una especie de top brillante y por supuesto, el vientre abultado a consecuencia de un embarazo avanzado.

    El show consiste en un popurrí de sus éxitos, mientras una multitud de bailarines hace coreografía desde distintas plataformas que son sostenidas por cables y otro grupo de ellos sobre el césped del campo, la misma cantante se halla cantando sola, suspendida  en el aire, lo que a algunos debe haberles provocado vértigo por el peligro que aparentaba para ella y sin embargo, nada de eso fue de lo que se habló, sino en general, de la sobriedad del vestuario, lo poco espectacular del número y aún algunos otros, se quejaron de la nula sexualización de cualquier elemento presente en el show.

    Y es verdad, presenciamos a una futura madre trabajando según su condición le permite, mostrando movimientos extremadamente cuidadosos y moderando adecuadamente la intensidad de su desempeño, pues el trabajo escénico representa en sí mismo un desgaste muy intenso.

    Sin embargo, aquí llega una de las cuestiones más polémicas que se han suscitado en redes sociales y me refiero precisamente al sentimiento del público de haber sido defraudado.

    Muchos han expresado su frustración refiriéndose despectivamente a la condición de embarazo de Rihanna para criticarla maliciosamente y otros se han centrado en la aparente sobriedad del espectáculo, que omitió bailarinas semidesnudas contorsionándose a lo largo y ancho del escenario, bailarines luciendo cuerpos marcados y brillantes, simbología esotérica, referencias a mitos o seres diabólicos, insinuaciones sexuales explícitas o cualquier cosa que pudiera ubicar a la susodicha estrella en algún nicho al que deseperadamente ansían pertenecer muchísimos jóvenes (cada vez menos jóvenes, por cierto) que, a diferencia de los gritos de libertad que caracterizaron a las juventudes del siglo veinte, parecen estar cada vez más anhelosos de ser encerrados en alguna de las múltiples jaulas ideológicas que ofrece un fábrica de etiquetas incesante como el ciberespacio.

    Así, todos apreciamos nada más que a una mujer embarazada haciendo gala de lo que sus fuerzas le permitían, que decidió en esta ocasión específica no explotar sexualmente su apariencia (como ya sabemos que muchas celebridades sí han hecho antes), lo que la hizo lucir como una mujer común, como tantas otras, que sale a trabajar, al mercado o a vivir la vida cotidiana mientras atraviesa por una etapa natural que ha sido vivida de múltiples maneras por una enorme cantidad de otras personas a través del tiempo y sin embargo, lo que ha evidenciado, es la necesidad incesante de la multitud por aquello que sea mucho más que una simple realidad.

    La dosis de realidad aumentada a la que nos tienen acostumbrados los medios digitales a través de infinitas herramientas de maquillaje y mejoramiento visual y auditivo, nos presenta imágenes artificiales de aquello que deseamos, volviéndolo imposible de conseguir y garantizando de esta manera, el sentimiento de escasez indispensable para el consumo, que permite la lubricación y marcha imparable de la maquinaria capitalista.

    Un recuerdo inevitable de la serie The Simpsons llega a mi mente cada vez que estoy en presencia de la decepción de cualquiera ante una ilusión vana que se desvanece cuando es tocada por la realidad:

    Homero decide dejar de beber y en algún momento acude a ver un juego de béisbol; después de un rato de ver pasar al vendedor de cervezas sin poder comprarle, no puede evitar exclamar “¡Nunca me había percatado de lo aburrido que es este juego!”.

    Del mismo modo, los fans de la susodicha cantante fueron forzados a presenciar nada más que la voz de su estrella, sin mayores distractores que embriagaran sus mentes con estímulos ajenos al producto musical y a la persona que estaba desempeñándose en escena y al parecer, ese fue el problema, el crudo cuestionamiento de aquello que encumbraron como “estrella” y que, fuera de reflectores y parafernalia estridente, no pareció dar la talla de la grandeza a la que han llevado no sólo a esta persona, sino evidentemente a tantas figuras que ocupan el espacio de la producción artística y que, sin el inmenso aparato publicitario, ideológico, industrial y comercial que los rodea no serían más que una persona común y corriente que tal vez, ni siquiera posea dotes suficientes para pasar a la historia como notable.

    No hay mayor embrollo en ver a una mujer embarazada trabajar o hacer cuanta cosa le venga en gana en público o en privado, como muchas personas se apresuraron a censurar en párrafos soporíferos en “defensa del cuerpo de las mujeres” y demás jerga contemporánea, al menos no para mí, sin embargo, sí resulta muy reveladora la actitud de un público acostumbrado al espectáculo de la decadencia, que esperaba ver algo que al menos, derrotara la grotesca imagen de una joven vomitando liquido verde sobre el pecho de Lady Gaga y sólo pudo recibir un agridulce trago de cotidianidad.

    DA CAPO

    En un mundo lleno de etiquetas y jóvenes ansiosos por recibir la propia, presentar el espectáculo de la vida diaria sin estridencias más allá de los comentarios mal intencionados, parece además de un acto revolucionario, la peor traición ante la enajenación de lo imposible, transformado en producto chatarra virtual que cada vez más personas se ven orilladas a consumir en cantidades que rozan la adicción.