Categoría: René González

  • David Lerma y la Bostik. Abran esa puerta

    David Lerma y la Bostik. Abran esa puerta

    Busco una grabadora portátil china perdida en el sopor del tiempo ido, con un reproductor de cintas y una pequeña bocina, que era nuestra asidua compañera en las tardes de desazón, o de alegría espumosa, cuando nos juntábamos en el tronco arrumbado en la banqueta -que servía de salita de estar- con vista a la Secundaria Diurna, No 40 “Don Melchor Ocampo”; entonces sonaba una y otra vez un casetito que compré en los puestos de San Juan de Letrán, de lo estricto personal, con una portada que parecía hecha en una hoja de cuadro chico arrancada de un cuaderno, al que dicen que Fausto Arrellín -cuando el ex músico de la banda de Rockfrigo González trabajaba en discos Pentagrama- le plasmó un logo sin duda ochentero, que advertía: Bostik. “Abran esa puerta”.

    Dicen que después del Mundial de México 86, allá por los rumbos de Tlanepantla, unos dicen que, en una bodega de impermeabilizantes que llevaba ese nombre, otros que, en una fábrica de engrapadoras, y otros más que en una azotea llena de botes gigantes, ensayaba un grupo de verdadero rock urbano, esencia de la mismísima y rota banda, y que por la referencia del lugar -donde brotaba como en manantial la música hacia las calles aledañas-, les comenzaron a llamar: “los de la Bostik”.

    Estoy en Monterrey, a mil kilómetros de la Catedral del rock urbano en México, la célebre Arena Tlalnepantla, dónde son famosos e icónicos los conciertos de cada primero de mayo, el día de los trabajadores, cuando la banda tiene un día de descanso oficial y obligatorio, y existe la dicha de un domingo entre semana, además hay dinero para el flan y la cerveza en bolsa, pues se reparten utilidades en las fábricas y es quincena. 

    Veo en las redes sociales, en tiempo real con melancolía y un profundo sentimiento de tristeza, pero a la vez contagiado de esos anhelos que produce la colectividad moviéndose hacia un mismo destino, decenas de personas del barrio que hacen fila para brindar la tarde del 19 de mayo un hasta siempre al Jefe de Jefes del rock urbano, David Lerma “el Guadaña”. Cómo quisiera estar ahí. Busco a mi lado pero no hay nadie con quien compartir la oleada de recuerdos que nos dejaron todos las tocadas con la Bostik, ni un alma con quien brindar o quien llorar. Chale. El Jefe Apache cabalga apacible a la eternidad con su gran penacho que se refleja y deslumbra, o más bien incendia la puerta celestial. La música vuelve a sonar treinta años después en aquel tronco banquetero que ahora es leña, y la canción es la misma: “Abran esa puerta”.

    Busco a más de 40 grados una señal, una canción. A los funerales de David Lerma llegan Luis Álvarez “el Haragán”; el maestro del blues Juan Hernández; y por supuesto no faltan los originales de la banda: Eduardo Cruz Martínez “Lalo Blues” y Carlos Godínez “Chalie Bostik”, (alejado de los escenarios del rock urbano pero vigente en el rock cristiano, a quien seguramente “el Guadaña” mira alegre por su compañía entrañable en la hora final). La banda corea los clásicos: “Viajero”, Voy recorriendo todo un camino de experiencia/ De hambres y desolación/ Mas no me importa esta vida la vivo como venga/ Esa es mi determinación/ Voy exponiendo mi vida con tanta frecuencia/ En caminos de perdición/ Trampeando el tren me encuentro/ hoy ponchando un cigarro/ Burlando voy la migración… en el ataúd de Lerma sobresale una Biblia y decenas de flores. La mezclilla y el cuero negro, las playeras de la Bostik Band y de otras bandas citadinas uniforman -un ambiente más bien festivo, nostálgico pero muy sincero-. Se ha ido no un ser extraño sino un carnal de la familia; hay abuelas, tías, madres, niños, y chavos, todos valedores de la voz que se apaga, una voz potente, sencilla, humilde, reventada e irreverente -pero cariñosa siempre con los suyos-, desde el barrio para el barrio. 

    No encuentro la respuesta a las preguntas de la vida sin respuesta, visito una revista de los noventas: David Lerma “el Guadaña” en una fotografía, debe ser un sábado por “el Chopo”, el gran Jefe mira a la cámara, no está posando, solía vérsele en las esquinas de callejones y calles del barrio tal cual, la mirada es desafiante al porvenir, la pared está tapizada de carteles de lucha libre y del próximo concierto de la Bostik. Al lado del “Guadaña” un hombre sentado en la banqueta también mira la cámara, un paria, un desterrado, un vendaval sin rumbo, quizá un poeta callejero con las botas sucias y una bolsita de hules con sus pertenencias, un ángel caído del cielo… El personaje que acompaña al gran Jefe y que quizá lo acompañó en las postrimerías de esa noche parece musitar la frase de Bob Dylan: “Cuando no tienes nada, no tienes nada que perder”.

    David Lerma le cantó sin mediaciones a los expulsados de los paraísos, a los hijos de nadie, a los otros. Sus rolas son himnos, le cantó a los migrantes muy antes que la globalización también los convirtiera en tema; también a los prófugos, las hijas descarriadas, las madres que sufren por el chavo que nunca regresó, los ladrones del barrio, los estudiantes caídos en la masacre de Tlatelolco, al Cristo del barrio, a la falsa sociedad. Decía también Bob Dylan que “las canciones me llegan cuanto más aislado estoy en el espacio y en el tiempo”, no puedo tomar el Metro o la pecera y llegar al “Lienzo Charro de Pantitlán”, al Centro Cívico de Ecatepec, o a Zapotitlán, ni hundirme en la borrascosa tarde sin fin de siempre en domingo de las maratónicas tocadas donde Lerma siempre arengaba “Viva México cabrones”; ni siquiera puedo recibir una palmada en el hombro por la partida de un carnal muy próximo para ovejas descarriladas… pero, ¿Quién nos podrá alejar de los latidos del corazón del blues que ha retumbado acompañándonos en buenas y malas bajo el cantico de: “¡abran esa pinche puerta y déjenlos pasar!”

  • Pepe Mujica, el caer es levantarse

    Pepe Mujica, el caer es levantarse

    Se había vuelto una fakenews recurrente, desde que se supo que la enfermedad de José Mujica había avanzado, -otra campaña sucia más difundida con alevosía y mala fe por el directorio mediático de la derecha, dándolo por muerto meses previos al verdadero y lamentable desenlace físico, porque ni en sus últimas jornadas dejaban descansar al que hoy algunos de ellos mismos llaman con hipocresía “hombre de Estado”-; por ello cuando un martes 13 se anunció en portales de Internet la muerte de José “Pepe” Mujica, primero el escepticismo invadió el ambiente, después llegó la certeza de una hora triste y finalmente el dolor por la pérdida de un ser humano que en diversas latitudes de América Latina se considera tan entrañable como un abuelo, un tío, un hermano, un ser querido quizá lejano en distancia pero cercano del corazón de las familias. El día final fue un martes 13 cabalístico, pero Pepe Mujica ya era un ser eterno, prodigioso y sabio que irradió esperanza al interior de las comunidades en resistencia en todo el orbe.

    Las frases y fotos de Pepe Mujica han ocupado las redes sociales de diferentes países, credos, orígenes y clases sociales, un fenómeno solo visto recientemente con el adiós del Papa Francisco. Pero esto no es un adiós, sí todas las frases que han posteado en sus redes los seguidores del ex guerrillero -que llegó a ser el presidente más sobrio del mundo-, estamos ante un ideario vigente que tanta falta les hace a las clases políticas hijas de la parafernalia del poder.

    La historia de Pepe Mujica es fascinante y conmovedora. Su etapa de 14 años en la cárcel es una larga noche que lo condujo al infierno en la tierra y los bordes de la locura. La crueldad y miseria humana de sus captores y torturadores es un rasgo de los peones de la oligarquía y de las dictaduras del siglo pasado. Pero como Nelson Mandela, Mujica no subsistió envenenado por la venganza sino albergó siempre la verdadera ilusión de las transformaciones colectivas. Perdonó y ayudó ya desde la lucha política legal a sembrar las flores de un mañana mejor, un mundo justo incluso para quienes lo quisieron exterminar.

    La dictadura militar metió al apando al entonces dirigente Tupamaro entre 1972 y 1985, quien pasó largos meses, quizá años en total aislamiento, sin acceso a un libro, una pluma, una sonrisa, luz solar o simplemente el contacto humano, lo que buscaban era destruir su salud física y mental, convertirlo en un muerto en vida. Quizá nadie imaginamos el grado de torturas con sonidos, luces y agresiones corporales que le propinaron, al ser humano que este 14 de mayo fue conducido en su féretro entre vítores, canciones de protesta, banderas de lucha y cientos de personas arremolinadas en las calles y avenidas de Uruguay durante su trayecto a la morada final. Seguramente en el cielo celeste de los más grandes de la historia.

    En el santoral laico de los pobres, está Mujica, por vida, obra y congruencia. Demostró -como lo hizo AMLO en México-, que se puede vivir y gobernar desde la justa medianía, y que predicar con el ejemplo es una virtud cada vez más escasa; Mujica tampoco asumió la premisa que exista “gobierno rico con pueblo pobre” y honró los ideales que en algún momento lo llevaron en su juventud a empuñar un arma.

    Tras la partida de Mujica algunas voces de buena y otras de muy mala fe se esmeran en pintarlo “como realmente era” según dicen, lo han descrito como “camaleónico”, también han dicho que “justificó y fue parte de la lucha violenta”, o que simplemente fue producto de circunstancias favorables como la ola y ascenso de gobiernos progresistas y populares de América Latina, sin embargo olvidan que una persona que perdió la libertad por sus ideas políticas durante años, sólo pudo salvarse por albergar un Humanismo indescriptible en su corazón, que se volvió el motor de la locomotora de su propio pueblo. Además, habría que revisar los datos duros y los indicadores del gobierno de Mujica en la patria celeste para observar que el país tuvo un promedio de 4.5 por ciento de crecimiento anual, que se creó una nueva universidad pública con orientación técnica, que el “Plan Juntos” mejoró la vivienda de las personas vulnerables y desprotegidas, entre otros logros sociales y económicos, y esto va más allá del fervor por el símbolo o el personaje.

    Ciertamente, lo esencial de Pepe Mujica -no es que anduviera en un vochito o que en un país futbolero fuera un hincha sufrido del Club Atlético Cerro del que dijo “Soy hincha de un cuadro de mi zona, Cerro. Estoy acostumbrado a perder, pero soy hincha por localismo”-, lo esencial no fue invisible para su pueblo profundo, y para los pueblos de América Latina, pues además de ser despedido con un impresionante consenso de gratitudes y reconocimientos, se presenta como un legado para las luchas y movimientos del porvenir.

  • Pastillas de amnesia del Doctor Zedillo

    Pastillas de amnesia del Doctor Zedillo

    La reaparición política del expresidente Ernesto Zedillo -como nuevo artillero del bloque golpista-, ha reactivado también la falsaria narrativa del conservadurismo, que uno de los medios de comunicación -vocero de los ardides de las viejas elites-, resume así: “El conflicto marca un nuevo episodio en la creciente tensión entre actores del viejo régimen político y el actual gobierno, en medio de un escenario de polarización nacional.” (Debate Digital) ¡ja! 

    ¿Polarización? Cuando la Presidenta de México tiene una aprobación que ronda entre el 80 y 85 por ciento que califica en mayo de 2025 como buena o muy buena su gestión. ¿Polarización? Cuando los dichos de pedir auditorías a las obras públicas de AMLO vienen de un emisario del viejo régimen que tiene mucho por explicar a la historia y al pueblo de México. 

    Ernesto Zedillo llegó accidentalmente a la presidencia de México, por decirlo en palabras diplomáticas. Fue el beneficiario directo de la muerte de Luis Donaldo Colosio. 

    De su propia circunstancia Zedillo hizo una lectura útil para sus fines particulares, se aprovechó del agotamiento del viejo sistema priista en el aspecto político y se concentró en edificar la continuidad del neoliberalismo, entonces se enfocó en profundizar el maridaje del poder político y económico iniciado por Carlos Salinas de Gortari devenido en el pacto de elites o “capitalismo de compadres”.

    A la par que Zedillo se erigió como “el demócrata” que permitió se cumpliera la voluntad popular y el PRI abandonará transitoriamente Los Pinos, dando paso al gatopardismo de un albacea de intereses creados, el vaquero del marketing político, el falso representante de la “alternancia” llamado Vicente Fox. Zedillo el que ahora habla de “golpes a la democracia” es el falso demócrata que pavimentó entre 1994 y el año 2000 el añorado sistema bipartidista del PRI y el PAN, tan servil y útil a Estados Unidos y a las cúpulas económicas, para tener dos riendas como correas para seguir sofocando y empobreciendo al pueblo bajo las agresivas dosis del neoliberalismo que suelen producir desmemoria como efecto secundario.  

    ¿Qué no es este Zedillo amnésico el mismo de las masacres de Acteal y El Bosque en Chiapas o de las masacres de Aguas Blancas y El Charco en Guerrero? A quienes hoy gritan que el país “se está militarizando” convendría recordarles aquellas matanzas de campesinos, niños, mujeres embarazadas ancianos y estudiantes, todas operadas desde el aparato de Estado, como estrategia de contrainsurgencia bajo la mera sospecha de ser opositores a su régimen decadente.

    ¿El mismo responsable del gran robo legalizado por el PRIAN conocido como Fobaproa, que el pueblo de México sigue pagando? Ejemplo vergonzoso de pensamiento tecnocrático que pretende “salvar a México del populismo” priorizando a los ricos y preservando los intereses de las elites, bajo la constante  amenaza de crisis, que hoy tiene a bancos privados trasnacionales como sus principales beneficiarios e hipotecado el bienestar de las generaciones que hemos cubierto 2 billones de pesos tan solo en intereses y adeudamos 1 billón más. 

    ¿El responsable de la venta de los ferrocarriles nacionales? Quien cínicamente pretende omitir en sus diatribas que al final de su mandato se hizo empleado de la Union Pacific, uno los principales beneficiarios de la privatización de una red ferroviaria de 22 mil 130 kilómetros de vías que se construyó desde tiempos de Benito Juárez con inversión pública.    

    ¿El artífice de la traición de febrero de 1995 y la abierta campaña de represión en contra de las comunidades indígenas zapatistas? El supuesto demócrata que dio la espalda a la voluntad de paz del pueblo de México y la Ley para el Dialogo, la Conciliación y la Paz digna en Chiapas; el mismo que más tarde terminaría por desconocer los acuerdos de San Andrés que su propio gobierno firmó con el EZLN. 

    ¿El mismo tecnócrata a la cabeza de las elites universitarias y empresariales que soñaban con privatizar la educación superior comenzando con la UNAM? A pesar de que el mismo promocionaba su origen humilde y de ser egresado del IPN, nunca ocultó su credo neoliberal y su apoyo entusiasta a los dictados del FMI y el BM para “adelgazar” el Estado poniendo a las “leyes del mercado” el derecho a la educación, sin importar que estuviera consagrado en el artículo 3° constitucional. Porque si bien Juan Ramón de la Fuente como Rector sustituto tuvo responsabilidad para terminar con la huelga universitaria, no somos ingenuos y sabemos que ese fue un operativo dictado desde la mismísima presidencia que ocupaba Zedillo. 

    La narrativa derechista pretende minimizar los agravios del zedillismo al pueblo, pero estos episodios ominosos están anclados en la memoria popular. Ernesto Zedillo, el que nunca rindió cuentas y ahora pide cuentas. Zedillo el que subordinó realmente a la Suprema Corte y hoy habla de golpes a la separación de poderes. Frente al cinismo criminal el mejor remedio siempre será la memoria. El pueblo tiene conciencia; el Doctor Zedillo tiene o finge amnesia y actúa con demencia.

  • Galeano siempre nos acompaña

    Galeano siempre nos acompaña

    Un escritor no puede separarse de su experiencia de vida, tal como lo decidió quien adoptó el nombre de Eduardo Galeano para firmar sus obras. 

    El mismo militante de izquierda que mantuvo toda su vida la convicción sobre la condición humana no está condenada al egoísmo y la obscena cacería del dinero, y a su vez, supo diferenciar que los regímenes políticos que cayeron en 1989 solo usurpaban el nombre del socialismo. 

    Un hombre comprometido con las mejores causas de la humanidad, quien laboró como mensajero, dibujante, ayudante en una fábrica de insecticidas, cobrador, taquígrafo, cajero de banco, diagramador, editor y arribó a tiempos nuevos siendo el escritor más querido de América Latina. Nada le causaba más placer que disfrutar el futbol y escribir la historia de la gente pequeña que cambia el mundo. 

    Su obra más celebre Las Venas Abiertas de América Latina (con dos millones de ejemplares vendidos, pirateados, robados o contrabandeados) fue el libro que él mismo más criticó por estar estructurado a manera de manual de divulgación de economía política; pero como su hilo conductor es la historia común del saqueo y la explotación de todo el continente, terminó por ser apropiado como un símbolo literario de la izquierda latinoamericana. 

    El mismo símbolo que durante la Cumbre de la Américas en 2009, el comandante Hugo Chavez le obsequió al presidente Barack Obama para recordarle que el “Imperio” no era la solución de los problemas de los países de América, sino la causa de muchos de nuestros males. 

    Pero cuando ese libro apenas comenzaba su andar en 1971, sucedieron las cruentas dictaduras militares, primero en Uruguay y Chile (1973) y más tarde en Argentina (1976) que prohibieron esta obra y exiliaron a Eduardo Galeano al otro lado del océano. 

    No obstante, si el escritor terminó refugiado en España, su obra recibió cobijo en la Editorial Siglo XXI fundada en México por otro exiliado, Arnaldo Orfila defenestrado del Fondo de Cultura Económica por el autoritarismo de Díaz Ordaz; y tal vez desde ese momento, en medio de las persecuciones a jóvenes y sus sueños de justicia e igualdad, fue que en esta tierra su palabra encontró un nuevo refugio.  

    Ya en la Venas Abiertas, estaba incluida la narración de la expropiación petrolera para describir como los poderes económicos impusieron costosas indemnizaciones que sangraron a México durante casi dos décadas, por atreverse a usufructuar su propia riqueza. Pero cuando el escritor sintió la urgencia de volver sobre la historia de despojos, también tuvo que contar la historia de creación, amor, lucha y resistencia que los habitantes de este continente han emprendido desde hace más de cinco siglos: así también en el exilio, nació la trilogía de Memoria del Fuego como un acercamiento histórico- poético a los momentos y a los personajes que forjaron nuestra historia compartida. 

    Y en ese gran coro de dolores y dignidades americanas desfilan el Chilam Balam y la Tira de la Peregrinación, las figuras de Cuauhtémoc y la Malinche, de Sor Juana y Fray Servando, de Hidalgo y Morelos, de Juárez y Maximiliano, de Porfirio Díaz y de los hermanos Flores Magón, de Zapata y de Villa, de Cárdenas y de Revueltas; de los estudiantes sacrificados en Tlatelolco y de la comunidad huichola en Nayarit que bautizó su pueblo como Salvador Allende. 

    Así con historias, es como terminamos necesariamente ligados al resto del continente. Porque Galeano siguió contando las andanzas de quienes no figuraban en el relato neoliberal de éxito a toda costa, como “Superbarrios” enfrentando a la policía y denunciado los desalojos, o la experiencia de los maestros Lenkersdorf que llegaron a una comunidad tojolabal en Chiapas y se quedaron 20 años aprendiendo la sabiduría de los mexicanos más olvidados. 

    Ese es vinculo que construimos con Galeano cuando nos narraba lo que era invisible para la gran cultura y el mercado, que se había mimetizado. Un vínculo que se fue refrendando en las última lectura publica de sus libros Espejos en 2009, cuando abarrotó la Sala Nezahualcóyotl y desbordaba la explanada del Centro Cultural Universitario en la UNAM; misma hazaña para un escritor que repitió con los Hijos de los Días en 2012. 

    Esos encuentros con Galeano eran un necesario abrazo para reencontrarse con la esperanza que parecía achicarse. Aquellos eran tiempos oscuros, ensombrecidos por la criminal guerra calderonista contra el narco, cuando el Secretario de Gobernación declaraba que el Estado mexicano no daría marcha atrás en su campaña, y ese mismo año caería en un helicóptero.

    El 22 de febrero de 2011, Galeano recibió de manos de Marcelo Ebrard, Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, la Medalla 1808 que conmemoraba nuestra temprana gesta de independencia. En aquella ocasión, el escritor no dudó en denunciar que contrario al discurso global que hoy se intenta imponer, México es la victima de la hipocresía universal de la condena al narcotráfico que no repara en quienes son sus principales beneficiarios. Porque en este lucrativo negocio siguen coincidiendo criminales y tecnócratas que aspiran a la desaparición del Estado y su sustitución por la ley del más fuerte.  

    Galeano se atrevió a señalar que los mexicanos somos víctimas de los intereses que se han beneficiado del narcosistema universal desde las guerras del opio que les impusieron los ingleses a los chinos en el siglo XIX, a los mismos intereses imperialistas norteamericanos como en Vietnam, en Afganistán o en Colombia en nuestro continente donde son la potencia ocupante es quienes promueven la producción e incentiva el negocio. Por estas palabras, Galeano no cabía en las clasificaciones literarias y su figura se alejaba de la imagen que tenemos del intelectual que da la espalda a su realidad y solo se interesa por la política en tanto las becas y reconocimientos que reciba.

    A diez años de que Galeano se nos adelantó, hoy podemos constatar lo buen alumno que fue de su maestro y amigo Carlos Quijano, cuando en sus labores periodísticas le recomendaba: “No hay que pecar en contra de la esperanza colectiva”. Por el contrario, Galeano supo seguir sembrando fuego y esperanza en medio de la desazón.

  • El pueblo organizado siempre defenderá a AMLO

    El pueblo organizado siempre defenderá a AMLO

    Apenas han transcurrido seis meses de su retiro público y no dejan de ser recurrentes las menciones dolosas y calumniosas de levantacejas y plumas pagadas contra Andrés Manuel López Obrador. Porque si desde pueblo extrañamos todas las mañanas su palabra sencilla y sus gestos siempre cercanos a la gente; parece ser que quienes más lo extrañan son sus malquerientes.

    Cotidianamente las notas informativas de la comentocracia de medios privados, las columnas de opinión de los supuestos expertos y cientos de miles de publicaciones pagadas en redes sociales -por parte de bots y de troles-, intentan montar la narrativa de que el país es un desastre; mientras en las calles la gente sigue transmitiendo satisfacción por lo realizado y esperanza por el futuro.

    No es casualidad que frente a la primera mujer Presidenta en nuestra historia -quien registra lo más altos niveles de aprobación para el inicio de un sexenio-, las descalificaciones y los juicios sumarios sigan siendo contra el personaje que caracterizaron como el causante de su declive político y el desmantelamiento de sus privilegios.  

    Porque si la Dra. Claudia Sheinbaum heredó la campaña negra de “narcocandidata” y ahora “narcopresidenta”; el afán de quienes siguen defendiendo el régimen criminal de Felipe Calderón es ensuciar el nombre del mejor presidente del siglo XXI para terminar descalificando todas sus acciones de atención a los humildes, y la política pública contraria a los afanes de lucro y los beneficios de grupúsculos que ellos representan.

    Tomando el lamentable caso del rancho Izaguirre en Teuchitlán, Jalisco; donde presenciamos como antes de cualquier investigación ya habían enjuiciado y condenado al gobierno de AMLO, achacándole completa responsabilidad en presuntos crímenes; más significativo resulta que poco o nada se mencionara por los medios convencionales la responsabilidad real del gobierno de Jalisco, emanado de las filas de Movimiento Ciudadano.

    A falta de conocer con certidumbre los hechos más allá del amarillismo y las especulaciones dolosas, hoy se intenta imponer la idea que la estrategia de seguridad está cambiando en este nuevo gobierno para “dejar de dar abrazos a los delincuentes”, retomando el sentido punitivito que tanto les encanta a las derechas. 

    Haciendo gala de su fascinación por los “balazos” quienes viven de los montajes en los medios atribuyen las más recientes detenciones y acciones de seguridad a un cambio de estrategia, al mismo tiempo, que de manera esquizofrénica atribuyen al gobierno de la Dra. Sheinbaum mantener un pacto de complicidad con la delincuencia organizada, que en su delirio dicen que “suscribió AMLO”.

    En el fondo la coherencia no es lo suyo, al mismo tiempo que intentan sumar carroña en el dolor de las víctimas, sueñan con un deslinde del actual gobierno con respecto a su antecesor. Para ellos, la congruencia entre lo que se dice y se hace nunca ha sido importante por lo que no pueden comprender cuando se habla de un segundo piso de la Cuarta Transformación -como continuidad y profundización de toda una política de justicia social-, que atiende las graves consecuencias de la guerra desatada en 2006 atendiendo las causas estructurales de la violencia. 

    En medio de este vendaval cotidiano de descalificaciones y diatribas en contra de AMLO (ponga usted amable lector en el buscador de Google la palabra AMLO y verá un sinfín de textos disparatados todas las horas todos los días); se mantiene en el pueblo la certeza del rumbo que ahora tiene México no como voluntad del presidencialismo, sino como responsabilidad compartida por todas y todos. 

    Lo que vivimos durante los pasados seis años, que se gestó y comenzó durante las décadas de lucha incorruptible y democrática, fue una verdadera politización de los mexicanos, a partir de ejemplo de que la verdadera actividad política solo puede hacerse con honradez y amor al pueblo. Siguen sin comprender las demacradas elites del neoliberalismo, la Revolución de las Conciencias que emprendió el Presidente AMLO.

    El presidente Andrés Manuel López Obrador puede seguir escribiendo tranquilo sobre historia de México en su quinta en Palenque; nosotros sabemos que siempre podemos contar con él, y reconocemos que dio su palabra de retirarse de la vida pública para seguir demostrando que no es un ambicioso vulgar tal como aquellos que lo acusaba de querer perpetuarse en el cargo.  Hoy sus críticos están desconcertados y desconsolados por no tener presente a quien convirtieron en centro de su odio. 

    En cambio, en el pueblo lo extrañamos, pero estamos ciertos que, igual que en tantas otras convocatorias que el Presidente nos hizo a movilizarnos, ahora nos corresponde defender su legado y mantener firmes sus principios.  También sabemos que la Dra. Claudia Sheinbaum construye y profundiza el humanismo mexicano como obra de gobierno y eje cardinal de nuevos amaneceres.

  • Aquel Zócalo con Manu Chao

    Aquel Zócalo con Manu Chao

    Hace 19 años Manu Chao inundó un multitudinario Zócalo de acordes, rebeldía y esperanza. Fue un domingo mágico de una primavera que irrumpió -desde el corazón de los más jóvenes- de la época. Cuando a las chavas y chavos les llamaban “tribus urbanas”, en referencia a su carácter de depositarios de las más tradicionales o disruptivas identidades juveniles de la ciudad de ciudades. Ahí estaban los rockeros, chavos banda, darketos, skatos, fresas, rupestres, chavos disco, charangueros, sonideros, metaleros, bluseros, y un largo e interminable etcétera. Tiempo de híbridos. 

    Era el 26 de marzo de 2006. Las “tribus urbanas” dieron tregua a la esperanza, que en esas horas no se encontraba en los partidos políticos, en los gobiernos ni en el sistema; si no en el mirarse despiertos y desafiantes unos a otros hasta formar un mosaico de anhelos contra el resentimiento, un antídoto de un par de horas de libertad ante la deriva de las crisis económicas interminables, un bálsamo en una ciudad que también apenas resurgía. Más de 200 mil chavos se conectaron en un indomable encoré en la Plaza de la Constitución, que esa noche tuvo como única legalidad el simple derecho de sus hijos a existir.

    En el descrédito habían naufragado las viejas instituciones de “atención a la juventud” como el CREA, y también había quedado atrás la prohibición de conciertos al aire libre del último e inefable regente priista que tuvo la capital: Oscar Espinoza Villareal (1997-2000). Gozaba la ciudad un proyecto alternativo a todo eso que habían vivido los chavos desde los años ochenta: la bestia del neoliberalismo jineteada por elites políticas y corruptas del PRIAN al servicio de mafias y poderes fácticos que para el pueblo solo ofrecía privatizaciones, devaluaciones e inflación. 

    Otro ambiente se respiraba en la Ciudad de México aquel atardecer de marzo de 2006, la banda libre de razias y apañones se hacía presente sin temores. Las plazas públicas para la cultura, volvía a considerarse una premisa de sentido común para un gobierno democrático. 

    Por ello, no fue coincidencia que el incomodo interlocutor -frente al que decenas de miles de jóvenes se plantaron y apuntaron con el puño izquierdo limpio y la fuerza del indómito coro de la canción “Asesinos” del abridor Panteón Rococo-, fue el edificio del Palacio Nacional, ocupado entonces por un títere más del entreguismo, el inefable ex gerente de la Coca- Cola y “vaquero” de pacotilla Vicente Fox Quesada. Y vaya que se cimbró el Zócalo con esa rola y las decenas de miles de miradas frescas que se postraron firmes e irredentas ante el balcón presidencial reiterando la furia del pueblo contra las políticas económicas, el abandono de la educación pública, el desprecio y la represión a los pueblos indígenas, la persecución a los movimientos sociales, y la entrega de recursos propiedad de la Nación a manos privadas y extranjeras. 

    Manu Chao ya había colmado el Zócalo capitalino el año 2000 en los tiempos del movimiento estudiantil que paralizó la UNAM en defensa de su vocación pública y gratuita; pero esta vez el contexto social de la emergencia de un movimiento amplio que desde el desafuero de AMLO en 2004-2005 comenzaba un amplio despertar ciudadano en dimensiones no vistas desde 1988, y la voluntad de volver a las calles de los jóvenes algunos simpatizantes zapatistas, otros apartidistas, anarquistas, militantes de “La otra campaña”, o simplemente libre prensadores, dieron al momento una connotación de ágora política, donde no había unanimidad ni pensamiento homogéneo, pero si la sensación compartida de que algo más  grande estaba por venir.

    En el plano de la música como instrumento para el poder, la reseña de Tania Molina en La Jornada retrata el momento:

    “Y, al menos por un instante, se reconocieron entre sí. Todos los solos y los perdidos, aunque sea por esta noche, no lo estuvieron. Y, como las tristezas y las nostalgias y las melancolías hay que festejarlas, Radio Bemba entonó Merry blues (el Blues alegre), y todos celebraron, desde los chavos banda, los niños fresa, las jovencitas en hombros de sus compañeros, hasta pequeños y señores ya grandes. Algunos prefirieron no adentrarse en los fondos slameros y, desde la periferia, armaron grupitos de baile o simplemente observaron. Inclusive la terraza del Hotel Majestic desde hace días tenía todas las mesas reservadas. Los clientes se asomaban desde los cuartos. Manu Chao, quien se opone a las fronteras entre naciones, rompió las fronteras entre géneros musicales (fue uno de los pioneros en hacerlo).”

    Casi 20 años después la semilla de Manu sigue abriendo brechas en los cambios culturales. Romper fronteras y abrir mentalidades es un reto colectivo de todos los días; recuperemos la sonrisa de aquella noche interminable y la música contra el poder: “Yo vengo del hoyoyoyo/ Esa es mi cantera/ Yo vengo del hoyoyoyo/ De la gran ciudad”.

    https://www.jornada.com.mx/2006/03/28/index.php?section=espectaculos&article=a11n1esp

  • Los pobres y desprotegidos, sujetos de la Transformación

    Los pobres y desprotegidos, sujetos de la Transformación

    Los principios éticos que sostienen a esta Cuarta Transformación son nuestra brújula política en los momentos de vacilación o incertidumbre. Porque si el contexto social siempre está en movimiento, quienes militamos en las mejores causas del pueblo debemos anclarnos en nuestros referentes y en nuestra historia.

    La máxima de nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador: Por el Bien de Todos Primero los Pobres, tiene que asumirse como principio programático de nuestras acciones para evitar que se termine vaciando de su sentido profundo si solo se asume como un slogan. Por eso, para el gobierno a cargo de la primera mujer Presidenta, es una convicción mantener y profundizar todos los programas sociales que AMLO creó desde los sentimientos del pueblo.

    La gris oposición política que tenemos en México, así como sus brazos mediáticos, no se cansan de señalar que los programas de bienestar son clientelistas y usados para comprar lealtades políticas. Al cinismo para señalar lo que ellos mismos practicaban, el presidente AMLO solía responder de manera irónica diciendo que “el león piensa que todos son peludos, con todo respeto al león”.

    Pero obviando el abierto desprecio que estas voces manifiestan por el pueblo, a quienes asumen que solo pueden ser objeto de manipulación o acarreo a cambio de dadivas; estas posturas maltrechas se terminan derrumbando frente a los resultados de agencias oficiales en materia de combate a la pobreza durante los pasados seis años; y no tiene cabida en la visión de política pública que está siendo plasmada en el nuevo Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030.     

    Esta semana el mismo Banco Mundial, unos de los brazos que ejecutaron en forma de “ajustes estructurales” las imposiciones de la política neoliberal, ha presentado su informe de Pobreza y Equidad en México. luego de haber reconocido una disminución sostenida durante el pasado sexenio de 8.6 puntos porcentuales para la población en situación de pobreza.  

    Esta estadística se traduce en 9 millones 574 mil personas quienes, a pesar de la caída mundial de la economía por la pandemia, lograron superar la pobreza gracias a la acción combinada de la política de justicia laboral a partir de la mejora del salario mínimo y la eliminación del outsourcing, la inversión directa en planes de desarrollo regional y obras públicas, así como la consolidación de los programas de bienestar.     

    Las mismas instituciones fundadas por el régimen neoliberal para legitimar sus políticas de focalización como fue el Coneval, muy a su pesar, tuvieron que reconocer en 2023 que las estrategias de promover derechos sociales universales del gobierno de AMLO funcionaron para reducir la cantidad de personas en pobreza al menos en 5. 6 millones de mexicanos, algo inédito desde que ellos mismos impusieron estas mediciones durante el gobierno de Vicente Fox.

    Pero no debemos caer en la trampa de las cifras, que tal como sucede esta semana con los datos de Banco Mundial, mismas que sirven a los mercenarios de la información para convertir los logros en “exigencias y advertencias” y que descalifican lo alcanzado. Porque cuando nosotros hablamos de pobreza no nos referimos a un indicador o una construcción abstracta, sino a los procesos históricos de acumulación a partir del despojo colonial, explotación de los trabajadores y privatización de la riqueza pública.

    Consolidar una Republica Fraterna es una de las metas de la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo por medio de una política efectiva de redistribución de los recursos públicos y promoción de las actividades productivas que permitan que alcancemos la verdadera Prosperidad Compartida que toma a los más pobres como su fundamento, no como una cifra.  

    Quienes militamos en el Humanismo Mexicano no olvidamos las lecciones del entrañable maestro Enrique Dussel cuando se daba a la tarea de argumentar la profundidad histórica y filosófica de atender primero a los pobres. Porque no es lo mismo considerar a los pobres tan solo como una estadística, que considerar a los humildes y humillados, a los marginados, desprotegidos y olvidados como el fin mismo de la acción política. El pobre pasa a ser sujeto de su propia historia cuando se reconoce su dignidad inherente como ser humano y se asume como el protagonista de su propia liberación.    

    Hoy en México las mujeres y los hombres sencillos son el motor de la transformación, y a todos nos resuenan las palabras del poeta cuando a los más sencillos se dirigía para convencernos que: ganaremos nosotros.

  • El año de la mujer indígena y los 500 años de la ejecución de Cuauhtémoc

    El año de la mujer indígena y los 500 años de la ejecución de Cuauhtémoc

    El primer acto de reconocimiento histórico de este segundo gobierno de la Cuarta Transformación está dirigido a todas las mujeres indígenas del presente, porque, aunque se tome la imagen de cuatro mujeres gobernantes del periodo precolonial; ellas son el símbolo de generaciones y generaciones de mujeres que han abonado a que prevalezcan los valores que son constitutivos de la grandeza cultural del México Profundo. 

    Justo porque la historia es materia del presente, se trata de difundir como en las sociedades mesoamericanas el papel de la mujer no estaba alejado de las responsabilidades políticas y que ellas mismas eran las transmisoras de la legitimidad del poder constituido en beneficio de la colectividad. Son notables, además, justo porque pocos son los nombres de estas mujeres que hoy conocemos, gracias a las fuentes.

    Ya sea la célebre Reina Roja de Palenque o Tz’ak-b’u Aha consorte del ahau o señor maya Pakal; la sabia gobernante tolteca Xiuhtzatzin que antecedió a Topiltzin Quetzalcóatl en la mítica Tollan; la Señora Seis Mono que recorrió la mixteca al lado del guerrero 8 Venado, a quien termino enfrentado en combate; o Tecuichpo-Ixcaxochitzin hija de Moctezuma, quien se unió a los dos últimos tlatoanis mexicas; todas ellas son ejemplos de mujeres originarias que trascendieron al volverse protagonistas en la historia de sus pueblos. 

    No es un detalle menor, que este necesario reconocimiento a la mujer indígena justo coincida con la conmemoración de los 500 años de la ejecución en Tuxkahá del ultimo huey tlatoani Cuauhtémoc, un 28 de febrero de 1525, tal como lo consignó el conquistador Bernal Díaz del Castillo en sus crónicas.

    Porque para las y los mexicanos no hay ejemplo mayor de abnegación que el que protagonizó este joven guerrero, quien tomó el gobierno de todo su pueblo en medio de la guerra, y quien pidió ser sacrificado al caer en manos de sus enemigos.

    A la muerte por enfermedad del Tlatoani invicto Cuitláhuac, él sostuvo la postura que rechazó cualquier negociación con los invasores españoles a cambio de subordinación; él encabezó la defensa militar de Tenochtitlán y Tlatelolco que significo un cerco de casi tres meses sin comida, ni agua, en medio de la enorme mortandad de la epidemia de viruela. Los cuatro años que fue hecho prisionero y torturado representaron el temor de los españoles, al símbolo de resistencia que su figura representaba. No es extraño que el destino de sus restos, sigan causando controversia hoy en día. 

    Tal como sucede en el caso de las mujeres del emblema del año 2025, tomamos a los personajes de la historia como ejemplos de valores y principios que siguen siendo relevantes en el presente para construir nuestro futuro compartido. Porque a pesar del revisionismo que pretende negar estos ejemplos de entrega a una causa mayor o heroísmo en los momentos aciagos; la identidad del pueblo de México se ha construido gracias a saber dilucidar cuales son las vidas que seguimos considerando dignas de celebrarse. 

    En medio de la abierta inclinación nazi-fascista que recorre el mundo, México es hoy un faro de dignidad porque sabe reconocer que el nacionalismo no es propiedad de ninguna elite económicas o política, sino un proyecto abierto por el que seguimos optando los pueblos frente a los nuevos embates del imperialismo y la colonización en América Latina en pleno siglo XXI o el abierto genocidio que hoy presenciamos en Palestina.  

    El espíritu de Cuauhtémoc y de tantas generaciones de mujeres y hombres que resistieron a la opresión, viven en quienes amamos la libertad para los pueblos y las personas, no para el dinero y la explotación.  

  • Nunca más Antonio López de Santa Anna

    Nunca más Antonio López de Santa Anna

    El conflicto bélico que nos despojó de más de la mitad de nuestro territorio comenzó con una provocación montada por las tropas norteamericanas en abril de 1846, en la desembocadura del río Bravo que seguía siendo territorio mexicano. Casi al mismo tiempo, arrancaban las negociaciones entre el undécimo presidente de Estados Unidos James K. Polk y el general Antonio López de Santa Anna, quien a su vez conspiraba para retornar al poder en nuestro país -a cambio de ceder más territorio mexicano-. Al ser descubiertos estos tratos, el añejo militar no tuvo más remedio que organizar a las incipientes tropas para la defensa.

    La quejumbrosa situación económica y la sostenida disputa política interna en México, no hicieron posible tener un ejército preparado ni contar con los pertrechos necesarios para los miles de voluntarios que carecían de formación militar y que estaban dispuestos a pelear. La batalla de la Angostura -cerca de Saltillo-, en febrero de 1847, significó, la última oportunidad perdida por decisión del propio Santa Anna, para contener a las tropas encabezadas por el general Taylor. 

    En este contexto aciago para la nación mexicana, se organizó la defensa del puerto de Veracruz y de la misma capital nacional. Pues la ofensiva norteamericana se dio por el norte, pero también por el Golfo de México. Las tropas a cargo del general Scott avanzaron por la misma ruta que utilizó el conquistador Hernán Cortés. Desarticulado el ejército mexicano, la resistencia fue valiente pero desesperada, a cargo de grupos irregulares, que lograron desesperar, pero no frenar a los invasores ansiosos por triunfar y negociar. 

    Estando rodeada la capital mexicana, ocurrió la heroica la defensa de fortificaciones como Churubusco y Molino del Rey; pero en medio del desastre generalizado, se presentó y guardó la memoria de los cadetes del Colegio Militar que no aceptaron de orden de retirarse ni rendirse cuando los norteamericanos tomaron el castillo de Chapultepec. Los nombres de Agustín Melgar, Fernando Montes de Oca, Francisco Márquez, Juan Escutia, Vicente Suárez y Juan de la Barrera fueron recordados por sus propios compañeros como ejemplos de la resistencia abnegada protagonizada por los soldados patriotas y el mismo pueblo de México. Fueron esos niños parte del episodio final, de la heroica resistencia preservada por un pueblo entero pero descabezado, ante una ruta de desolación en la que el presidente Polk logró arrebatar prácticamente la mitad del territorio mexicano existente hasta entonces, y que hoy en día se conoce como el Suroeste de Estados Unidos.

    No obstante que el 2 de febrero de 1848 se firmó en la Villa de Guadalupe Hidalgo el “Tratado de Paz Amistad y Límites entre los Estados Unidos y la República Mexicana” -que legalizó la pérdida de 2 millones 400 mil kilómetros cuadrados de territorio nacional-, y que significó un golpe demoledor y traicionero a la naciente Nación mexicana independiente; todavía las fuerzas conservadoras lograron rehabilitar políticamente al general Santa Anna cinco años después, en 1853, después de permanecer exiliado; fue el 20 de abril de ese año, cuando el Dictador entró a la Ciudad de México y fue conducido a la Suprema Corte de Justicia para prestar juramento nuevamente como Presidente de México. 

    El 1 de diciembre de 1853 el “Consejo de Estado” otorgó a Santa Anna el título de Alteza Serenísima, el grado de Capitán General y un sueldo de 60 mil pesos anuales; y 16 de diciembre, le confirieron facultades extraordinarias como presidente por tiempo ilimitado, se le autorizó también nombrar sucesor en caso de fallecimiento o imposibilidad física.

    Pero ocurrió que, en el subterráneo del pueblo y de la historia, en el México profundo, comenzó el resurgimiento de voces, pensadores y de mujeres y hombres de acción, que se propusieron trascender esa siniestra vorágine que anidada en el mal gobierno del Antonio López de Santa Anna puso en riesgo no solo nuestra incipiente Soberanía Nacional, sino incluso la viabilidad de México como Estado- Nación, para cambiar el rumbo de los acontecimientos, y como atestiguó el ejemplo de los Niños Héroes, actuar en diversos frentes con amor la Patria, y reivindicar nuestros orígenes, civilizaciones y culturas. Es decir, defender y reconstruir nuestra Nación.

    En sus discursos, Andrés Manuel López Obrador nos recordó que un “hombre fuerte y tirano” Antonio López de Santa Anna fue once veces presidente de México; no obstante que el Partido Conservador de ayer, hoy y siempre se ha empeñado desde las plumas cortesanas y acomodaticias a las élites en presentar algunas “luces” del periodo de Santa Anna, en el pueblo no se olvida el entreguismo y la traición a la Patria de su actuación. En nuestra memoria nunca más un Antonio López de Santa Anna, que optó por acuerdos inconfesables con invasores extranjeros para preservar sus prebendas personales.

  • El 5 de febrero que cambió la historia

    El 5 de febrero que cambió la historia

    Hace un año, el 5 de febrero de 2024, con la precisión de un reloj que pudiera adelantarse al futuro, Andrés Manuel López Obrador asestó una estocada decisiva ideológico- político al bloque conservador neoporfirista. Si los políticos del PRIAN ya estaban de por sí arrinconados y contra las cuerdas a unos meses del proceso electoral de 2024 -con el anuncio al futuro que hizo el ajedrecista AMLO-, terminaron en el suelo.

    El conjunto de reformas a la Constitución presentado por el Presidente de México a la opinión pública y enviado al Congreso de la Unión justo aquel 5 de febrero -fecha emblemática que nos remite a la remembranza de que nuestra Carta Magna no es una concesión graciosa de oligarcas, sino el resultado de un proceso popular revolucionario iniciado el 20 de noviembre de 1910-, se convirtió un golpe político demoledor para los personeros de la politiquería, que pensaban que con la vieja guerra sucia mediática iban a lograr restaurar el régimen neoliberal.

    A la postre, ese paquete conocido como “Plan C” fue el corazón de las campañas electorales del partido- movimiento y se logró que socialmente se difundieran y argumentaran las propuestas del presidente, -en las plazas públicas, casa por casa, en las calles-, y se desplegará su esencia: establecer y recuperar derechos constitucionales para un Estado de Bienestar a favor del pueblo, -y devolver bajo esta perspectiva- a la mutilada Constitución de 1917 su carácter público, social y humanista.

    Porque recuperar la esencia de la Constitución de 1917 ha sido un punto medular en la disputa del proyecto de Nación emanado del humanismo mexicano, frente al proyecto depredador del neoliberalismo; no olvidemos que dos tercios del total de las reformas que ha tenido la Carta Magna, es decir el 66%, ocurrió precisamente entre 1982 y 2018, los sexenios de la larga noche neoliberal. Se trató de un total de 494 modificaciones que incluyeron aspectos fundamentales para el interés nacional, como el de la educación, la tenencia de la tierra, los recursos del subsuelo, las condiciones de trabajo, los derechos humanos, los derechos de los pueblos indígenas, el Poder Judicial, entre otros.

    El humanismo mexicano se concibe como la síntesis de las tres grandes transformaciones de la vida pública de México, para la construcción colectiva de la Cuarta Transformación, se trata de poner en el centro los derechos sociales, ante la visión de los tecnócratas que durante 40 años se dedicaron a saquear al país teniendo como ruta las llamadas privatizaciones a través de las contrarreformas a nuestra Constitución.

    El fetiche de los tecnócratas fue el culto al supuesto “crecimiento económico” y para ello vender, regalar y “privatizar” los bienes de la Nación y del pueblo fueron el elemento base del neoliberalismo y su cimiento ideológico. Para tales fines, el salinismo efectuó reformas a la Constitución de 1917, a los artículos 3°, 5°, 27°, 31°, 82° y 130°. Los principios básicos de la doctrina neoliberal aplicados en aquellos años en México hicieron necesario adecuar el marco jurídico desde el abyecto poder legislativo, con ello se desmanteló la educación, el ejido, y la seguridad social.

    Desplegado esencialmente por Salinas, el proceso de privatizaciones en México tuvo cuatro etapas: en la inicial, de 1984 a 1988, se realizó la privatización de varias empresas de diversa índole y actividad; en la segunda, de 1988 a 1999, se realizó la privatización a fondo de varios sectores, como los de siderurgia, banca y teléfonos; en la tercera, de 1995 a 2000, se profundizó aún más el proceso y se realizaron cambios constitucionales para vender los ferrocarriles y la comunicación vía satélite. En la cuarta etapa entre 2000 y 2012 lograron privatizar la industria energética.

    De 1982 a 2018 pasaron a manos privadas nacionales o extranjeras, entre otras: bancos, industria azucarera, industria siderúrgica, fertilizantes, teléfonos, ferrocarriles, aeropuertos, líneas aéreas, petroquímica, petróleo, electricidad, grandes extensiones de tierras ejidales, playas.

    Por ello, el paquete de reformas de AMLO que emergió como respuesta a las contrarreformas neoliberales, no solo fue un asunto que demolió el hueco discurso de las promesas de la reacción, engañosamente presentado desde el marketing político-; sino fue una apuesta mucho mayor, se trató de restablecer el Estado de Bienestar con enfoque de Derechos, que había sido ya desmantelado y que costó vidas, de aquellos hombres revolucionarios y visionarios -que con profundo amor al pueblo y la Patria-, protagonizaron la División del Norte y el Ejército Libertador del Sur, y otros colectivos revolucionarios de 1910.

    La revolución social se reinsertó en la historia, esta vez de manera pacífica y con un ajedrecista político que les ganó de todas, todas. Pero esta gesta tampoco hubiera sido posible sin la firme decisión de dar continuidad y profundizar el humanismo mexicano, de quien recibió el bastón de mando del México profundo y fue electa la primera mujer Presidenta de México, la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, quien se ha empeñado desde el detalle a construir y consolidar el Plan C.

    El 5 de febrero de 2024 la Reforma Judicial al corrompido poder judicial era un anhelo popular, una demanda legítima y sentida. Hoy es una realidad, el 1° de junio próximo, como en los tiempos de Benito Juárez, se elegirán magistrados con el voto directo del pueblo.