Un cierre parcial del gobierno de Estados Unidos afecta gravemente el tráfico aéreo, causando cientos de cancelaciones de vuelos y preocupaciones para la temporada de viajes.
La aviación en Estados Unidos enfrenta una crisis seria tras un cierre parcial del gobierno que ya se ha prolongado más de lo esperado. Este viernes, la Federal Aviation Administration (FAA) tuvo que reducir el tráfico aéreo en 40 de los aeropuertos más concurridos del país.
Desde la mañana, al menos 817 vuelos han sido cancelados, un número alarmante que supera las cifras de cancelaciones en días recientes. Aerolíneas importantes como American Airlines, United Airlines y Delta Air Lines han anunciado recortes de hasta el 4% en sus operaciones para el día, y las proyecciones sugieren que esta reducción podría llegar al 10% en los próximos días si la situación no cambia.
La crisis se debe a la parálisis presupuestaria federal que dure ya varias semanas. Esta situación ha dejado a miles de empleados federales, incluidos controladores aéreos y personal de seguridad, sin salario. La FAA ha señalado que la falta de personal es el motivo central de la reducción preventiva de vuelos.
Algunos hangares se han visto más afectados que otros. Aeropuertos como O’Hare en Chicago, Hartsfield–Jackson en Atlanta, Denver International, y Dallas/Fort Worth han tenido el mayor impacto.
Si el cierre continúa, las autoridades del transporte advierten que la temporada de viajes del Día de Acción de Gracias podría sufrir serias complicaciones. Millones de pasajeros podrían enfrentar demoras, cancelaciones e inconvenientes logísticos.
Estados Unidos se enfrenta, por tanto, a una crisis doble. Con un estancamiento político y un efecto inmediato en el transporte aéreo y los servicios públicos, los ciudadanos demandan una solución rápida a esta situación. La incertidumbre podría intensificarse si no se restablece pronto el funcionamiento normal del gobierno.

