En la conferencia matutina del día de hoy 11 de julio, se contó con la presencia de la titular de la Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), Rosa Icela Rodríguez Velázquez, quien comento y explico los sucesos ocurridos el día de ayer en Chilpancingo, Guerrero.
La titular informó que se realizó una manifestación de transportistas que surgió por una detención de dos personas pertenecientes a una organización delictiva llamada “Los Ardillos”, se han identificado a las dos personas como líderes de esa organización, sin embargo, se reporta que fueron detenidos por posesión de cartuchos, cargadores y drogas, así como estar relacionados con otros delitos diversos. Los manifestantes se movilizaron el día de ayer para exigir la liberación de los líderes de “Los Ardillos”.
Rosa Icela mostró a los medios una lamina en donde se indica quien fue el vocero principal de los manifestantes, que ya está siendo investigado por parte de las autoridades. Recibe el nombre de Gilmar Jair Sereno Chávez quien en el pasado 16 de febrero de 2022 organizó una manifestación similar en el municipio de Quechultenango, Guerrero. En esa manifestación de igual forma se realizó la retención de personal militar por exigir la liberación de una persona detenida.
Asimismo, la titular de la SSPC mostró a otro líder quien se auto nombró como Presidente de la Organización de Comisarios de Guerrero y comentó que se tiene el conocimiento de que había mucha gente que estuvo siendo obligada a manifestarse.
Se ha dado la orden de no caer en provocaciones, Rosa Icela en conjunto con la Gobernadora del estado de Guerrero, Evelyn Salgado Pineda en la mesa de paz y seguridad del estado, se acordó que se sostengan reuniones con las autoridades para buscar la liberación de los servidores públicos que se encuentran retenidos.
Rodríguez Velázquez afirmó que los servidores públicos pertenecientes a la Guardia Nacional, Policía Estatal, Secretaría de Gobierno del estado de Guerrero y Secretaría de Gobernación Federal, están en buen estado de salud.Se está buscando instaurar una mesa de diálogo que esta logre acuerdos.
“Estamos de acuerdo con la manifestación, pero, de manifestaciones pacificas, de ninguna manera estamos de acuerdo con algunas de las acciones que se han estado cometiendo en el estado, entonces estamos en la mejor disposición de escucharlos, pero no de apoyar las acciones que han estado haciendo en la entidad y vamos a seguir con la misma directriz de sentarnos en la mesa y de ninguna manera estamos haciendo otra acción más que lo que diga la ley, no vamos a caer en la violencia.”
Mi columna tiene por objetivo ser un medio de interlocución entre los lectores y esta autora. Ustedes se preguntarán ¿por qué diálogo? ¿Para qué un encuentro? Pues bien, en mi vida académica la pregunta por la deshumanización ha estado en mi cabeza y los trabajos que he llevado a cabo desde la investigación social me han conducido por el sendero del diálogo, como esa oportunidad de reconstrucción del tejido social. Su merma nos puede afectar de diversas formas, cada uno de nosotros lo percibimos desde los espacios en que nos desenvolvemos. De unas décadas a la fecha, por ejemplo, hemos vivido cada vez más cerca, el recrudecimiento de actos violentos; se han convertido en usuales y vamos perdiendo la capacidad de asombro.
Muchos hemos apostado a la escuela como el medio en el que se puede lograr esa reconstrucción del tejido social, sin embargo, colocar sobre ella una responsabilidad más sería irresponsable de nuestra parte. Esto no quiere decir que su labor social se quede atada de manos, hacen suficiente educando a las nuevas generaciones; lo que quiero decir es que la sociedad en su conjunto necesita tomar cartas en el asunto. Y me dirán ¿qué responsabilidad tengo yo sobre los más de 22 millones de mexicanos de la Ciudad de México o por las 126 millones 014 mil 024 personas que el INEGI nos dice que hay en el territorio nacional? Todos y todas tenemos la responsabilidad social del cuidado de nosotros mismo y de los otros, de permitir su desenvolvimiento en esta sociedad, sin que ello impida el nuestro. Necesitamos reconocer y dialogar con el otro para aportar a la reconstrucción de la sociedad.
El filósofo Martin Buber (1878-1965) define el diálogo como un estar con el otro, conformado un par de palabras, el yo y el tú. Una relación asimétrica fundamental para comprender el mundo y al otro, que es diferente a mí. Buber está en contra de la segregación generada por cualquier condición y llama a esta separación “monólogo”. Cuando hacemos saber al otro que es diferente negamos su existencia y convertimos al tú, en un ello, la cosa. ¿Vivimos en el monólogo o en el diálogo? Una reflexión a la que invito a mis lectores ¿sabemos aceptar la diferencia o la desechamos y escondemos en un espacio donde no pueda molestarnos?
Parece que hemos entendido la tolerancia como un concepto que se decanta por el monólogo, donde la acción nos lleva a ocultar a quien es diferente, ignorado y pretender su inexistencia. El diálogo nos brinda una oportunidad de sanar las relaciones sociales, pero hay un precio que pagar: el esfuerzo de aceptar al otro. Los contrarios, los extraños, la anomia ya no serían un objeto de expulsión del orden social, sino de la responsabilidad individual de la que hablaba en párrafos anteriores. De esta forma, el diálogo nos permite reconocer la divergencia, aceptarla y comprender que la otredad es básica para la reconstrucción social, porque todos somos diferentes y en esa diferencia hay que procurar el mutuo cuidado, aquí yace el encuentro.
El encuentro es la transformación de un estado inicial a uno final. La manera en que el yo y el tú se reconocen y transmutan en una relación dialógica, sin la necesidad de pensar lo mismo, de saber lo mismo, de creer lo mismo. Trae consigo la responsabilidad del otro y no requiere de una igualdad de condiciones. Es así como el maestro se encuentra con el alumno en una complementariedad dialógica que les permite transformarse mutuamente y al salir de la relación ambos son personas distintas. Diálogo y encuentro son dos procesos que no tienen por qué darse de forma simultánea. Pensemos en un lector que elige una novela, la atracción del tema que incita a conocerlo le llama y comienza ahí la relación con el ello, la cosa inanimada que no significa. El transcurso de la lectura produce cosas en él, quizá lo atrape o no, pero la reacción al texto es ya un diálogo con el autor. Al final, si esa lectura deja huella en el lector, se ha producido un encuentro con la historia, la transformación de la persona y en esencia, el diálogo con el autor.
Esa es mi intención, llamarte a tener un diálogo con esta interlocutora que pretende llevarnos a reflexionar sobre las formas en las que podemos sacar a flote nuestra responsabilidad social y conseguir un encuentro con los temas que se traen a la discusión. La intención es apoyarnos mutuamente para encontrar puntos de transformación “colectiva” que sean el grano de arena que aporte a la construcción de una vida mejor. Espero que el llamado, esta escueta invitación te interese y leas esta columna con la consigna de generar un encuentro afortunado.