Etiqueta: León Fernando Alvarado

  • Espejitos y abalorios

    Espejitos y abalorios

    En algún punto de su desastre, la derecha fascista determinó que el abrumador y aplastante apoyo al presidente López Obrador y a las políticas de la 4T tenía su origen en los programas sociales con los que se ha disminuido la perversa desigualdad generada por treintaiséis años de políticas antipopulares, y enfocó sus esfuerzos en imitar y defender los dichos programas que en esencia son contrarios a su ideología donde el echaleganismo individualista y rapaz sustituye la responsabilidad del Estado de atenuar los desequilibrios a través de una redistribución justa de la riqueza social.

    Así es que hoy, obligados sin duda por la agenda nacional impuesta por López Obrador donde el actor protagónico es el pueblo y no las élites corrompidas hasta la médula, el conservadurismo prianista está prometiendo hacer lo que no hizo durante el tiempo en que detentó el poder.

    Que si apoyo a las mujeres con una fraudulenta tarjeta rosa en Guanajuato, que si “médico en tu casa”, que si atención a adultos mayores ¡con pediatras!, según la Sra. X, que si 5 millones de viviendas para resolver el déficit habitacional. En otras palabras, remendar toscamente los saldos que nos heredó el neoliberalismo al favorecer sin medida a los cuates del poder, fueran éstos nacionales o extranjeros. Y en tan alta estima tienen los prianistas a los programas sociales que su candidata firmó con sangre que continuará con ellos. Pero como sabemos que todos ellos mienten, ya ni caso les hacemos.

    Lo que la derecha no ha identificado todavía –y nunca lo hará- es que los programas sociales implementados por la 4T son apenas parte de una estructura mayor en la que se incluye los aumentos a los salarios, la creación de infraestructura como el Tren Maya y el AIFA, el apoyo al campo para reconstruir lo que destruyó la reforma salinista al artículo 27 constitucional, en otras palabras y dicho a la manera obradorista, regresarle al pueblo lo robado. Para el proyecto transformador nacional no bastan las promesas electorales de entregar patos, pollos, cerdos, puercos, cochinos, marranos, a una población empobrecida por las acciones de quienes hoy quieren ser sus salvadores, sino concretar en leyes los avances sociales, por ejemplo, las iniciativas de reforma al Artículo 123 constitucional, con las que “el Poder Ejecutivo busca garantizar que el salario mínimo siempre esté por encima de la inflación anual vigente”, como señaló Marath Bolaños López, secretario del Trabajo y Previsión Social (STPS) en conferencia mañanera. (https://lopezobrador.org.mx/2024/02/07/).

    El presidente López Obrador ha buscado que las reformas constitucionales y los programas sociales queden inscritos como leyes para que a la derecha corrupta no le sea tan fácil retraer los avances alcanzados si es que regresa al poder -lo cual no ocurrirá en el siguiente sexenio, por lo menos-, porque la tentación derechista de hincarle el diente a los bienes nacionales y meterle mano al erario siempre estará latente.

    Si de verdad la derecha corrupta buscara el bienestar de la gente, apoyaría las reformas a las pensiones con las que se dará un retiro digno a los trabajadores que generaron riqueza durante su vida laboral, estimaría la construcción de infraestructura como un detonante para el desarrollo del bienestar, entregaría un reparto de utilidades justo, por citar unos ejemplos, y no se escondería detrás de los bribones que con su actuación insultan a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Apoyarían críticamente, pero su diseño mental los obliga a actuar como delincuentes y no pueden ni saben ni quieren conducirse de otra manera. Qué le vamos a hacer si así son.

  • Ver a los otros

    Ver a los otros

    Veamos: “Cuando un sector de la sociedad pretende disfrutar de todo lo que ofrece el mundo, como si los pobres no existieran, eso en algún momento tiene sus consecuencias. Ignorar la existencia y los derechos de los otros, tarde o temprano provoca alguna forma de violencia, muchas veces inesperada”. 

    El texto podría parecer un fragmento extraído de alguna conferencia matutina del presidente López Obrador, pero la verdad es que se encuentra en la encíclica Fratelli Tutti, del papa Francisco, publicada el 3 de octubre de 2020  (https://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20201003_enciclica-fratelli-tutti.pdf), aunque sí entra en consonancia perfecta con lo que sí ha dicho reiteradamente el presidente López Obrador sobre que “la paz es fruto de la justicia”.

    En efecto, la violencia que se vive y que la 4T combate arduamente no es la enfermedad de la sociedad sino el síntoma más notorio de la descomposición que le acarreó al país la larga noche neoliberal, donde se vendió a medio país y donde los corruptos encontraron su paraíso al soslayar las necesidades más urgentes del pueblo.

    Se violentó al obrero y al trabajador (y a la obrera y a la trabajadora, faltaba más) con los topes salariales impuestos desde los tiempos de Miguel de la Madrid y se cargó sobre el trabajador el peso del desastre financiero lopezportillista. Apareció el Pacto de Solidaridad Económica (PSE) que frenaba los salarios para presuntamente detener la inflación, el incremento de los intereses y la devaluación de la moneda, lo que no era sino aplicar obedientemente la receta impuesta por el Fondo Monetario Internacional (FMI) al país.​

    El abatimiento salarial continuó con Carlos Salinas mediante el Pacto para la Estabilidad y el Crecimiento Económico (PECE), que si bien logró controlar la desbocada inflación trajo como consecuencias la pérdida del valor real de los salarios​ y el aumento del desempleo. La izquierda coreaba en las marchas “¡Salario mínimo al presidente / para que vea lo que se siente!”, además de “¡Este puño sí se ve!” porque sí se veía por entonces, aunque cada vez más desdibujado.

    La violencia –no lo dice la teoría, sino el papa Francisco- tiene su raíz en la ignorancia de la existencia de los pobres y de sus derechos, como el derecho del trabajador a las prestaciones de ley, a ser inscrito en el Seguro Social, a recibir capacitación laboral que le permita desarrollar sus habilidades y capacidades, a no ser tratado con amenazas verbales o escritas, a devengar un salario justo que cubra sus necesidades. 

    Eso está en la ley y en el discurso del papa Bergoglio, pero, por citar un ejemplo, no se encuentra en las fábricas de calzado de la ciudad de León. Las cifras son rotundas. El documento Data México informa: “En 2020, 39.4% de la población (leonesa) se encontraba en situación de pobreza moderada y 6.51% en situación de pobreza extrema. La población vulnerable por carencias sociales alcanzó un 22.7%, mientras que la población vulnerable por ingresos fue de 11.4%. ( https://www.economia.gob.mx/datamexico/es/profile/geo/leon). La consecuencia de tal marginación es que “el municipio de León está en la posición número 10 de las ciudades más peligrosas del país según la percepción de la ciudadanía” (León dentro del top 10 de ciudades más inseguras del país https://www.heraldoleon.mx/leon-dentro-del-top-10-de-ciudades-mas-inseguras-del-pais).

    Los pobres existen, afirma Bergoglio, más allá del relumbrón de los centros comerciales y las agencias de autos caros y lujosos y del sueño clasemediero de que la solución está en echarle ganas a la vida y aprovechar las ventas nocturnas de Sears. 

    Los cobros de impuestos a grandes empresas, los programas sociales de la 4T –y sólo de la 4T, porque el PAN votó en contra de que se incorporaran a la Constitución- son un asomo de redistribución social justa de la riqueza. En este caso se encuentra la reforma a las pensiones propuesta por el presidente López Obrador para que los trabajadores reciban una pensión justa.

    El pueblo no pide caridad, pide justicia. La caridad la piden y la han pedido siempre los conservadores, siempre listos a extender la mano para recibir las dádivas del presupuesto o a mermar dicho presupuesto al no pagar impuestos. En beneficio de todos, sin excluir a los ricos ni a los románticos de la clase media, Claudia Sheinbaum, próxima presidenta continuará con el segundo piso de esta transformación que es por el bien de todos.

  • Cuesta abajo

    Cuesta abajo

    Asco le tengo a los pesos
    y más asco a los tostones,
    pero más asco le tengo 
    a esta punta de ca…

    Óscar Chávez: El Charro Ponciano

    El siglo XX mexicano fue pródigo en la generación de artistas, escritores, filósofos, pintores, músicos, cuya obra es abundante, destacada y esclarecedora.

    Al impulso de la Revolución Mexicana, en un país en donde todo estaba por hacerse, surgieron músicos como Carlos Chávez y Silvestre Revueltas; muralistas como Rivera, Siqueiros y Orozco; los novelistas de la Revolución: Mariano Azuela Rafael F. Muñoz y Martín Luis Guzmán. 

    Había que encontrar lo genuino del ser mexicano y lo buscaron Alfonso Reyes, Daniel Cosío Villegas, Luis González y González, Silvio Zavala, Fernando Benítez, Samuel Ramos, Luis Villoro, Octavio Paz, Carlos Fuentes, José Revueltas, Juan Rulfo, Julio Bracho y hasta José Vasconcelos antes de que lo envenenara su amargura. Algunos de ellos, además de sus aportaciones literarias, artísticas y de investigación, fundaron instituciones como el Fondo de Cultura Económica o El Colegio de México.

    Hicieron grandes servicios al país porque eran intelectuales y creadores que a la solidez de su obra sumaron su preocupación por entender a este país. Y no fueron sólo ellos, porque a esta lista brevísima y por demás incompleta habría que sumar una cantidad considerable de artistas, historiadores. 

    Pero la ola del neoliberalismo corrupto instalado en el país a partir de 1982 barrió con este brillante legado. Si, como dicta la política, debe tenerse cerca a los amigos pero más cerca a los enemigos, había que desactivar el pensamiento corrompiéndolo, con todo y que los intelectuales vigentes no tuvieran siquiera los tamaños para pararse frente a los gigantes menconados.

    En esta tarea brilló Salinas de Gortari que lo mismo apoyó a los intelectuales de derecha agrupados en la revista Vuelta y más tarde en Letras Libres, que a los presuntos izquierdistas que giraban en torno a la revista Nexos. Modelo de organización secular: un acólito pasa la charola por la derecha (Krauze), otro lo hace por la izquierda (Aguilar Camín), mientras el sacristán recoge por el centro y al final viene la repartición. Esa repartición de favores gubernamentales se llamó Encuentro Vuelta: La experiencia de la libertad, para Vuelta, y Coloquio de Invierno, para Nexos, donde Krauze y Aguilar Camín se dieron vuelo trayendo a México a los suyos. “Había que pagar bien a los invitados, traerlos, cuidarlos, pasearlos”, afirma el propio Krauze (La experiencia de la libertad,  https://enriquekrauze.com.mx/la-experiencia-de-la-libertad/ ).  Así, lo que fingía ser congresos para discutir ideas, dejó a los organizadores el acrecentamiento de su poder. 

    Fue el inicio de la sujeción del pensamiento al poder corruptor del neoliberalismo. Comenzó la búsqueda por el financiamiento público, como ha sido plenamente demostrado (Con la partida secreta, Salinas de Gortari financió a Héctor Aguilar Camín,  https://contralinea.com.mx/interno/semana/con-la-partida-secreta-salinas-de-gortari-financio-a-hector-aguilar-camin/ ). 

    La tarea más importante de los críticos fue agarrar hueso en una embajada. O vivir del presupuesto de la UNAM colgado de la obra de Octavio Paz y sin dar clases, como lo ha hecho Guillermo Sheridan (El enojo de Guillermo Sheridan es porque ya no recibe dinero del gobierno: AMLO,  https://www.youtube.com/watch?v=A23av8zc8hM ). O venderle al gobierno revistas que nadie lee para que se empolven en los estantes de las bibliotecas públicas. O medrar en los organismo autónomos hasta volverse los millonarios que soñaron ser y que nunca lograrían con trabajo honesto, como lo hicieron Lorenzo Córdova y Ciro Murayama (Lorenzo Córdova se llevará más de 9 mdp de liquidación, el INE sólo reporta 1.9,  https://www.capital21.cdmx.gob.mx/noticias/?p=38403 ). 

    En su caída, en su absoluta decadencia, los antiguos opositores al “pensamiento único” soviético se convirtieron en los últimos estalinistas. Veamos ejemplos. 

    Aguilar Camín insulta al presidente López Obrador llamándolo “pendejo” y Jorge Castañeda invita a la guerra sucia de “patín y trompón” en contra de Claudia Sheinbaum. Estos dos despropósitos ejemplares no despertaron ninguna crítica, ninguna disidencia, ninguna aclaración, ningún matiz, ningún desmarque, ninguna observación. Por el contrario, todo fueron aplausos, sonrisas, silencios, beneplácitos, asentimientos, venias, complacencias. Aguilar Camín y Castañeda, Héroes del Trabajo Intelectual, habían hablado y a la nomenklatura del koljoz del Comité Central de intelectuales sólo le quedaba ponerse de pie y aplaudir hasta que se les hincharan las manos porque de no hacerlo se les cerrarían las puertas de las revistas, de las editoriales, de las universidades, de las embajadas, de los comentarios radiofónicos, de los periódicos. 

    Como se demuestra, para ingresar a ese grupo, como al entrar a la cárcel, hay que dejar los güevos colgados allá afuera porque acá adentro no se necesitan.  

    Ya instalados cómodamente en su ocaso, ya sin la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser, cuesta abajo en su rodada, a los intelectuales les dio por vender el país.

    “Las ranas pidiendo rey” es el título de una novela de Victoriano Salado Álvarez, pero también es la ilustración verbal de esta derecha desatinada que nos toca padecer. Las ranas intelectuales le programan a su candidata, a quien se le dificulta hablar en español, una visita al Wilson Center para que en su penoso inglés suplique la intervención extranjera y la candidata, como es su costumbre, hace el ridículo.

    Piden rey estas ranas cuando se arrodillan ante un español que hace de rey demócrata para que los premie, o acuden a la OEA a solicitar que los ayuden con un golpe de estado blando, que es la especialidad de la casa. 

    Las ranas que piden rey entran calladitas y en fila india por la puerta trasera de la embajada americana a suplicarle al embajador Ken Salazar que las ayude como Henry Lane Wilson ayudó al alcohólico traidor Victoriano Huerta, pero el embajador Salazar los soslaya.

    En la muchedumbre de adversarios intelectuales de la 4T, tampoco son todos para llamarlos por su nombre. Hay algunos tan pequeñitos, tan ventajosos, tan faltos de relevancia y tan lejanos que su nombre debe escribirse con letra chiquita, como es el caso de José Antonio Crespo, María Amparo Casar Pérez, Francisco Martín Moreno, Macario Schettino, Leonardo Curzio, Sergio Aguayo y otros que tienen como orgullo ser contrarios a la razón. 

    Y ya que de Victorianos se habló líneas arriba, así concluye Salado Álvarez la presentación de su novela: “Si los imperialistas (léase intelectuales corruptos) quisieron ser personajes y pavonearse con títulos y canonjías, deben aguantar ahora lo que venga, aunque sea un poco ingrato”. Fue dicho.

  • El segundo piso

    El segundo piso

    Dos inicios de campaña contrastantes, incompatibles

    Uno, el de Claudia, brillante, con el despliegue de cien propuestas de gobierno sobre temas sustanciales: educación, medio ambiente, seguridad, etcétera. Otro, el de Xóchitl, oscuro, cobijado por las sombras como si fuera una reunión de conspiradores embozados, y al estilo de El Yunque: con velas y anatemas contra el gobierno, con la violencia que tanto aprecia la derecha.

    Dos candidatas presidenciales opuestas 

    Claudia, sin pánico escénico al frente de la plataforma que la situó de cara al pueblo y con el suficiente ánimo para hablarle de tú a éste: “¿Ya se cansaron?”, pero sin pasarse de simpática para caerle bien a la gente. Xóchitl, en cambio, actuando como la Xóchitl bizarra: la que no puede hilvanar dos ideas seguidas, la teleprompter-dependiente abrazada al desesperado histrionismo de recurrir a la violencia del pacto de sangre para garantizar el cumplimiento de sus promesas.

    Claudia asumió responsablemente su compromiso de continuar el proceso de transformación iniciado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, pero también estableció diferencias, no distancias. El tiempo y las circunstancias influirán en su gestión presidencial, a la que sin duda imprimirá su sello personal: metódico, inclinado más hacia la reflexión que al debate acalorado, menos educadora pero más constructora.

    Allá, perdida en las sombras, leyendo en el teleprompter el libreto escrito por los desplazados del presupuesto (oligarcas, intelectuales, periodistas, medios de manipulación masiva, pasquines inmundos) y por aquellos cuya demencial quincena pende de un hilito tan delgado como una mayoría legislativa absoluta (organismos autónomos, Poder Judicial),  Xóchitl pretende instalar el miedo en el debate público para atraerse el voto de quienes fueron humillados, soslayados, despreciados, explotados, enjuiciados, sometidos, castigados, violentados y reprimidos por quienes hoy la impulsan. Falsa desde su presunta candidatura “ciudadana” promovida por entes fantasma de la “sociedad civil” pero impuesta por los que mueven los hilos, Xóchitl carece de la capacidad y la autoridad para señalar la agenda en el debate, aunque los medios masivos a su disposición le sirvan de cámara de resonancia: lo que Natura no da, ni Reforma ni El Universal ni Radio Fórmula prestan.  

    Claudia se prepara con seriedad para llevar a cabo su propuesta de gobierno, en la que se condensan las marchas, las “pintas”, las “pegas”, los “boteos”, los mítines relámpago, las proclamas, los “volanteos”, las “corretizas”, las represiones, los discursos, las asambleas populares, los comités de base, las células, las organizaciones de inquilinos de vecindades, los movimientos urbanos populares, las luchas de sindicalistas y campesinos, que nunca se hicieron para pedirle caridad al gobierno sino para exigirle justicia. La justicia que comenzó en 2018 con la 4T y que continuará con Claudia.

    En la impostura, precipitada a la derrota que consiguió antes de que comenzara la contienda electoral, a la representante de la derecha sólo le queda el recurso del miedo. Pero ese es muy poco argumento frente a un pueblo que vive una etapa de transformación política, económica, social y cultural como nunca lo experimentó.

    Y al final, si la derecha no enloquece de frustración y se decide por la violencia que es su distintivo, las urnas tendrán la palabra.

  • El vodevil de la derecha

    El vodevil de la derecha

    Ante la inminencia de su próxima y segura derrota en la elección presidencial, la derecha ha decidido convertir en un vodevil la vida pública nacional.

    Para su puesta en escena ha convocado a su elenco de payasos (los internacionalmente famosos Intelectuales Orgánicos de Chetumal), maquillistas (los medios de manipulación masiva), prestidigitadores (los magos del periodismo especializados en crear la ilusión de que es cierto lo evidentemente falso), tramoyistas (opinadores de prepago que sólo esperan la indicación del maestro de ceremonias para cambiar el decorado).

    Entran al escenario, doblados como serpientes en una caja, los contorsionistas Jorge Castañeda y Anabel Hernández que ayer tenían una forma y hoy amanecieron con otra. Ingresan malabaristas que tratan de que no se les caigan los rumores que lanzan al aire, coristas que dan la impresión de realidad a la mentira, y equilibristas que caminan por la cuerda floja tendida entre la inocencia y la emboscada, como hacen los mentirosos integrantes de los organismos autónomos antes de dar con sus huesos en el suelo en su caída libre para luego irse a pagar con dineros públicos los saldos de su consumo en la cantina.

    Y si el mal no descansa, el empresario del circo –conocido popularmente como Señor X- tampoco lo hace y desde la penumbra donde maquina un despropósito tras otro latiguea ferozmente a sus guionistas para que le escriban una obra. “¡Y rapidito, que para eso les pago!”

    Acongojados, los libretistas le han presentado al empresario una “Farsa para Mojiganga y Esperpentos”, la cual ha sido malamente interpretada por una candidata presidencial risueña acompañada de una carretada de prófugos de la justicia.

    Para este domingo 18 de febrero, parte del elenco subirá al tablado a poner en escena el sainete intitulado “La Marea Rosa me da risa”. La concurrencia asistirá con sus ropas de gala a la representación del discurso que les acomoda y los seduce y aplaudirá el monólogo interpretado por un ex árbitro imparcial, impoluto, equilibrado, juicioso, cuerdo y reflexivo, aunque racista y clasista como quienes aplaudirán a rabiar su ensarte de mentiras.

    Pero qué solos se van quedando los embaucadores, los vendepatrias, los que añoran aquellos viejos tiempos en los que las arcas públicas se hallaban a su disposición para saquearlas. Ah, pensarán, quién volviera a vivir aquella época dorada del pillaje y el saqueo, cuando los bienes públicos –minas, bancos, comunicaciones, petróleo, energía, ferrocarriles- salían a remate en primera almoneda y se entregaban a la casta divina. Qué tiempos aquellos en los que se fingía aumentar el salario mínimo para contener la inflación.

    Pero si hay algo peligroso en este mundo es una compañía de payasos despechados porque nadie les aplaude sus maromas. Y son capaces de todo cuando el público ya no ríe porque les estalla en la cara un globo relleno de harina o los persiguen a tablazos por el redondel del circo. 

    Los gesticuladores de derecha son capaces de acudir a lo que sea con tal de que les regresen la ubre: guerra sucia, noticias falsas, rumores, mentiras, desfiguros, fraudes, estafas, chantajes, timos. Se oye su lamento allá a lo lejos: “¡Llámame como quieras, insúltame, ríete de mí, haz que la gente me vea en mi inmensa podredumbre moral, pero regrésame el presupuesto!”

    Sus puestas en escena ya no despiertan el interés del respetable, quien desde las gradas observa los desesperados esfuerzos derechistas en medio de un bostezo, como diciendo “¡bah!, esa obra ya la vimos muchas veces y ya conocemos el final. Que devuelvan las entradas”. 

  • El pueblo tiene la palabra

    El pueblo tiene la palabra

    Para la derecha, el pueblo es un eterno menor de edad al que hay que vigilar de cerca para que nunca crezca y en algún momento comience a tomar peligrosas decisiones por su cuenta.

    Como el pueblo es ignorante y no sabe nada de nada, la clase media aspiracionista que vota por el prian se ha visto en la necesidad de ilustrar al pobrerío para que éste sea consciente de lo que está haciendo. 

    Como parte de esta admirable labor política, la dentista es orillada a educar políticamente a su paciente y hacerle ver los inconvenientes de votar por la 4T que sólo ha traído infierno y destrucción al país. Por su parte, el podólogo se manifiesta sorprendido ante el acto de hipnotismo multitudinario con el que la 4T ha adormecido a la gente y le comparte su sorpresa al desprevenido paciente que sólo busca de él que le alivie una uña enterrada.

    La señora copetona le abre los ojos a su muchacha que viene del rancho y como ni siquiera terminó la primaria no sabe que el país está al borde de la catástrofe. La ministra que auxilia al señor cura en la parroquia difunde entre sus vecinos la noticia de que AMLO formó parte de “la pandilla del ‘68”, sin saber a ciencia cierta qué fue el ’68 ni si AMLO tenía edad para formar parte de esa “pandilla”, pero es que así dijo el señor cura.

    Clase media iletrada que nunca ha leído otro libro que no sea el misal del mes y que se nutre políticamente de las barbaridades, sandeces y miedos que escucha a la salida de misa de 12 los domingos. 

    Clase media derechizada y confundida que identifica sus minúsculos intereses aspiracionistas con los de los catorce mega ricos que acaparan el 8% de la riqueza en México y creen pertenecer al 0.2% de la población que posee 6 de cada 10 pesos de la riqueza del país, o que son una de las 294,000 personas que tienen en su cuenta bancaria más de 1 millón de dólares por lo que pudiera ofrecerse más adelante. 

    Clase media tarjeta-dependiente que respira por la herida abierta que le produce ver el ascenso de un pueblo que nunca fue tonto sino se hallaba mediatizado por los medios masivos de manipulación. 

    El pueblo existe. Cinco años de transformación profunda lo han colocado en un lugar preponderante en el escenario social. No es dueño de ningún medio de comunicación ni de ninguna estación de radio, pero sí es propietario de un celular con el que accede a la información. De lector y escucha pasivo transitó a participante activo del acontecer social. Tiene una opinión, lee, se informa, comenta. La política dejó de ser para políticos y la cosa pública es cada vez más pública.

    Es una pérdida de tiempo tramitar el engaño al pueblo con montajes de vida efímera que se desacreditan en menos de 24 horas, como sucedió con la campaña donde se afirmaba el financiamiento del narco a la campaña de López Obrador en 2006 y se les volvió agua de borrajas a los dos o tres periodistas que difundieron la mentira. 

    En sólo cinco años, ese pueblo ha cobrado conciencia de lo que es, a diferencia de la clase media que sigue sin politizarse porque insiste en creer en los infundios, embustes y calumnias propagados por los medios de manipulación. 

    Anclada en temores que pertenecen al periodo de la Guerra Fría (¡uy, a’i vienen los comunistas!. ¡uy, me quieren quitar la casa que tengo hipotecada con el banco!, ¡uy, los libros de texto gratuito de mis hijos son instrumentos del diablo que atentan contra la familia!), la clase media es hoy la comparsa de intereses que no la toman en cuenta como no sea para vestirla de rosa y salir a la calle a defender una democracia que no está en riesgo sino fortalecida por las políticas de la 4T.  

    Un pueblo que no es menor de edad es una mala noticia para la derecha y clase media que la acompaña en su papel de patiño. Ese pueblo al que tanto desprecian y al que un cínico que cobraba en el INE declaró inexistente tiene hoy la palabra. Con ella puede hablar en las urnas.

  • La presencia del pueblo

    La presencia del pueblo

    Para el sistema priista que gobernó durante setenta años este país, los ciudadanos éramos nadie, nada y ninguno al mismo tiempo. Los panistas no les fueron a la zaga en el ninguneo cuando les tocó su turno en el gobierno. Se dedicaron en cuerpo y alma a satisfacer su corrupción y tampoco tuvieron tiempo ni deseos ni espacio para pensar en el pueblo. Nunca, nadie, consideró que éramos ciudadanos.

    Ciudadanía para qué, si el sistema dependía de la inexistencia de la gente, de su silencio, de su inactividad política, de su miedo, de su desidia, de su desencanto. La gente tenía más que suficiente con participar en las votaciones cada tres o cada seis años. Y si los votantes se ponían exigentes, pues ni modo, a robarse las urnas, a resucitar muertos para hacerlos votar, a tomar alcaldías, y llegado el caso, con pena y todo, a masacrar a los protestantes, como sucedió en León el 2 de enero de 1946. La cereza en el pastel del fraude: el robo cínico de la presidencia de la república a manos de Felipe Calderón y quienes decidieron que él fuera presidente.

    El pueblo todo lo aguantaba.

    Aguantaba sindicatos que simulaban defender los intereses de sus agremiados, quienes en muchos casos ni siquiera estaban enterados de su pertenencia al sindicato. Las declaraciones escandalosas de Fidel Velázquez (esto para los más jóvenes: líder eterno de la CTM, organización del PRI con la que se controlaba a los obreros) sobre paros nacionales para defender el salario eran sólo la antesala a la firma de los “pactos de solidaridad económica” con los que el gobierno de Miguel de la Madrid cargó el peso de la crisis económica sobre los obreros.

    Aguantaba a la prensa –llamarle así es un acto de compasión- que anualmente se formaba en la fila del besamanos al presidente para que el poderoso tomara nota de su rastrera lambisconería y se acordara de ellos allá en el cielo donde se guardan los billetes. El presidente Miguel Alemán escogió el día 7 de junio para que se le rindiera ese homenaje y todavía tuvo la caradura suficiente para llamarlo Día de la Libertad de Expresión.

    Aguantaban los campesinos agrupados en la CNC (el PRI en acción manejando a los trabajadores agrícolas) que viajaban enjaulados en la camioneta de redilas, paraditos y apretados como cigarros en cajetilla, para ir a echarle porras al candidato priista. Y si este Filogonio no va al mitin con los demás muchachos me le suspendes la entrega de fertilizante hasta nuevo aviso, ¿no ves que tenemos que quedar bien con el mero mero ‘ora en las elecciones porque yo como comisario ejidal dependo de este señor?

    Boleros (aseadores de calzado), paleteros (modestos vendedores de paletas heladas) y barrenderos aguantaban que los integraran en la CNOP (la organización priista para manipular a quienes no eran ni obreros ni campesinos) a cambio de que los dejaran ejercer su humilde labor. ¿No quiere estar en la CNOP este pinche bolero? Pues no puede dar grasa aquí en el jardín, ¡órale, a volar!

    Aguantaban maestros, telefonistas, petroleros, electricistas, médicos y trabajadores del sector salud, burócratas, académicos, administrativos, y hasta trabajadores de “biológicos y reactivos” (a saber la labor que desempeñen estos, pero tienen su sindicato en calle Amores 1240, colonia Del Valle, CDMX).

    ¿Cómo iba a haber ciudadanos que exigieran sus derechos en este sistema asfixiante? Y menos aún exigirles cuentas a los corruptos que saqueaban impunemente el erario. 

    Casi seis años de transformación han cambiado radicalmente el escenario y ya no es tan sencillo para los gesticuladores engañar al pueblo. Se acabó el carnaval cuando se les cayeron las caretas a los pasquines inmundos, a los organismos “autónomos”, a la Suprema Corte de Justicia, a los opinadores a sueldo, a los científicos incapaces de generar una sola patente pero buenos para sangrar al presupuesto.

    Su buen trabajo le costó al pueblo probar su existencia. Pasó por marchas, mítines, represiones, asesinatos, protestas, fraudes electorales. En pocas palabras, “han sido miles de plazas públicas en todos los municipios del país, donde aún se escucha el eco de las causas justas que hemos defendido” afirmó la secretaria de Gobernación Luisa María Alcalde en el festejo por el quinto aniversario del inicio de la 4T. El pueblo existe y no está para ser negado o ninguneado. La 4T asegura que “la revolución de las conciencias no permite marcha atrás”. Y así es como están las cosas.

  • Palabras libertarias

    Palabras libertarias

    Los cambios sociales implican revoluciones culturales. Revolución en las ideas, 
    en la sensibilidad, en la manera de vivir, en las formas de relación. Lo más
    urgente para que la reforma se realice plenamente, aparte de lo puramente político, 
    es hacer una reforma de las actitudes fundamentales de los mexicanos.

    Octavio Paz: El poeta en su tierra

    Para la 4T, este 2024 es “Año de Felipe Carrillo Puerto, benemérito del proletariado, revolucionario y defensor del Mayab”. 

    Nombrar así a este año es un justo homenaje al gobernador socialista revolucionario que defendió y promovió el progreso de los mayas y por eso mismo atrajo el odio de la llamada Casta Divina yucateca –los “50 reyes del henequén” que poseían más de “100 mil esclavos”, según informa John Kenneth Turner en México bárbaro -, que lo mandó fusilar junto con tres de sus hermanos. Ah, la derecha de toda la vida, siempre tan proclive a la violencia, que si con su odio se fundaran escuelas tendríamos las mejores del universo.

    Más allá de este acto de justicia para rescatar a un personaje olvidado, llama la atención los términos con los que está construido el enunciado: “benemérito” (como llamó el Congreso de Yucatán a Carrillo Puerto), “proletariado” y “revolucionario”. Son palabras que cayeron en desuso mientras avanzaba la corruptísima noche neoliberal que se robó todo lo que encontró a su paso, desde los utensilios de cocina y los clavos de las paredes que había en la casa presidencial de Los Pinos, hasta los rituales patrios y el lenguaje.

    En efecto, en la construcción narrativa de un mundo idealizado para construir el andamio ideológico desde el cual adormecer a la mayoría, el modelo neoliberal introdujo en el lenguaje cotidiano palabras como “excelencia”, “resiliencia”, “competitividad” y nos acostumbró a la existencia de enfermedades psicológicas de reciente cuño como el TDAH (trastorno de déficit de atención con hiperactividad) que vinieron a sustituir a la muy humilde depresión que nos cargamos. Todo sea por Dios.

    Mentiras todas esas palabras. ¿Pedirle “excelencia” en su labor al obrero del calzado en León que trabaja sin estar afiliado al Seguro Social en jornadas de diez horas diarias, rodeado de solventes inhalantes como thinner, pegamento, cemento y agua de celaste, que bien pueden ser el primer paso hacia las adicciones?¿Pedirle “excelencia” a los mineros de El Pinabete, en Coahuila?

    ¿Con qué cara se le pide “resiliencia” (“proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas”) a una población empobrecida acostumbrada a sobreponerse a las dificultades diarias impuestas por las políticas económicas neoliberales? Esa sí que es “resiliencia” y no teatro guiñol para aletargar a clasemedieros aspiracionistas que consumen conferencias de Miguel Ángel Cornejo y libros de autosuperación y fórmulas de ensueño para el enriquecimiento estilo Padre rico, padre pobre.

    Qué bien que el lema de este año recupera la expresividad de un lenguaje del que se nos había enajenado. Se une a la palabra “Patria” para nombrar a la vacuna contra el Covid. A las expresiones “con el pueblo todo, sin el pueblo nada”, de Benito Juárez, y “el pueblo bueno y sabio”, ambas usadas repetidamente por el presidente López Obrador.

    Lenia Batres Guadarrama, recién nombrada ministra de la Suprema Corte de Justicia, afirmó sin rodeos ni circunloquios: “(…) quien crea que puede ridiculizarme por provenir de este pueblo mexicano, no sabe la fuerza y la grandeza que me está atribuyendo, fuerza y grandeza que recibo con esa dignidad. Ministra del Pueblo me han dicho y es un enorme halago, una misión grande que acepto con honor y con la responsabilidad que merece”. Ministra del pueblo. Y no tiene miedo a decirlo.

    Proletariado, patria, revolucionario y pueblo son las palabras con las que la 4T construye la narrativa y se impone sobre las falsedades neoliberales. La revolución de las conciencias, sin duda, es deudora del lenguaje. Sutiles, sencillas y sin propaganda, las palabras suman a la megafarmacia, el Tren Maya, y a la transformación liberadora emprendida en este periodo presidencial.

  • Las condiciones de la violencia en Guanajuato

    Las condiciones de la violencia en Guanajuato

    Los logros materiales (el Tren Maya, el AIFA, Dos Bocas) e inmateriales (la revolución de las conciencias, la vida pública cada vez más pública) de la 4T son innegables.

    Una a una, las pálidas banderas enarboladas por la oposición han caído en el descrédito: el mar que cambió de color 1, el uso de rieles oxidados en el Tren Maya 2, el AIFA que no se terminaría y menos entraría en funciones 3. Mentiras todas ellas a las la oposición se ha agarrado como a un clavo ardiendo para evitar que su caída sea todavía más estrepitosa.

    Pero la maldad no descansa y los mentirosos amanecen todos los días pensando en una nueva patraña. En una de las más recientes, está la de culpar a la 4T por la violencia que aqueja al país. Está el caso de una reportera que con una actitud ordinaria encaró al presidente López Obrador en una conferencia mañanera con un reclamo donde destacaba esa violencia. O el de un minúsculo grupo de jóvenes encabezados por peones panistas que afuera de Palacio Nacional lanzó el grito de “¡Nos están matando!” luego de que en Guanajuato (¿en dónde si no?) un grupo armado masacró a once asistentes a una posada.

    Guanajuato, el estado violento donde el gobernador Diego Sinuhé Rodríguez se considera apto para enfrentar a los criminales junto a su equipo que ha dado muestras claras de su ineficiencia para atender el problema 4. La realidad afirma lo contrario a lo que cree el gobernador, según las estadísticas que proporciona Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana.

    La gubernatura del estado de Guanajuato fue entregada al PAN en 1991, dentro de la política de “concertacesiones” emprendida por Salinas de Gortari para sumar aliados –o por lo menos debilitar a los renuentes- a su proyecto neoliberal, privatizador y saqueador por naturaleza. Desde entonces, el panismo proyectó al estado como un ejemplo de buen gobierno. Pero nuevamente es la realidad la que desmiente esa presunción. Por un lado, es cierto, hay atracción de inversión extranjera al corredor industrial León – Silao – Irapuato – Salamanca – Celaya. Pero las cifras de desarrollo humano no son alentadoras. Una investigación del portal Zona Franca 5 señala la “marcada desigualdad en la calidad de vida de los pobladores, dependiendo del municipio en el que vivan. En algunos como León, Celaya e Irapuato se reportan un alto Índice de Desarrollo Humano (IDH), mientras que otros como Xichú, Atarjea y San Diego de la Unión no llegan ni a los niveles mínimos”, y afirma que “los municipios de Guanajuato lograron un promedio de 0.732, el cual está entre los más bajos del país, ya que ocupa el lugar 26 nacional”. Nada de que enorgullecerse.

    La investigadora Viri Ríos encontró que “En los últimos cinco años, León ha creado 6.7 pobres cada hora hasta acumular 294 mil. Esto lo ha convertido en la ciudad que más pobres tiene en México (817 mil). León es hoy un cinturón de pobreza mayor que Ecatepec, Puebla o Iztapalapa (CONEVAL 2015-2020)” 6.

    El descuido a la población evidenciado por estas cifras, el desinterés por generar, fomentar y promover políticas públicas en materia de trabajo, deporte, cultura y recreación suman y actúan en favor de la violencia. Apoyar al deporte no significa patrocinar al equipo profesional de béisbol Bravos de León, como lo hace el gobierno del estado, sino promover las actividades físicas entre niños y jóvenes como un medio para alejarlos de conductas de riesgo. Los empresarios no deben estar por encima de la población. “Abrazos, no balazos”, aunque le duela a la oposición, donde “abrazos” significa atención a los jóvenes, salud, educación.Ya basta de culpar al gobierno federal de las culpas estatales y achacarle la responsabilidad a quien está haciendo todo lo posible por superar esta condición de violencia. “La paz es fruto de la justicia”, ha dicho en reiteradas ocasiones el presidente López Obrador. Pero donde hay carencia, desinterés por la gente y explotación al trabajador difícilmente puede haber paz. Guanajuato lo demuestra.

  • La Generación de la 4a Transformación

    La Generación de la 4a Transformación

    Su opinión sobre las candidaturas presidenciales todavía no es recogida en las encuestas, pero aparecerá en las urnas el 2 de junio de 2024. Llegarán con la frescura –verdadera en ellos, mentirosa en la señora X, como nos la han querido vender1– de quien estrena su ciudadanía.

    Se trata de los jóvenes nacidos en el año 2006 y anteriores que hayan cumplido los 18 años de edad antes del día de la elección.

    ¿Quiénes son estos jóvenes? ¿En qué creen? ¿En qué piensan cuando nos miran desde su silencio suspicaz y reconcentrado?   

    En un primer acercamiento, puede señalarse que son ajenos a traumas y tabúes en los que nos criamos los mexicanos nacidos en el siglo XX. Pero más rápido que contestar en qué creen, resultaría responder a en qué no creen.

    No creen en la mediatizada televisión abierta. Los calumniosos y falsos noticieros de Televisa, Imagen o Azteca tiene poco o ningún impacto en ellos, que ni siquiera los ubican como opciones ante los canales de streaming a su disposición.

    Nombres icónicos como Azcárraga o el Chapulín Colorado o el “Perro” Bermúdez ni siquiera entran en el campo de su conocimiento o en todo caso resultan vagas referencias prehistóricas sin valor. Así, el afortunado apotegma de Carlos Monsiváis que definió a “Televisa como la verdadera Secretaría de Educación Pública” es desmentido por cada serie coreana promocionada en Netflix.

    Tampoco creen en la picaresca electoral con la que el PRI enriqueció la comicidad nacional y se burló de los electores. El “taqueo” de votos, las urnas “embarazadas”, el “ratón loco” o la “operación tamal” detrás de las cuales el PRI ocultó sus fechorías como los malhechores que son y siempre han sido, resultan desconocidas para esta generación de jóvenes. Y aunque a los priistas no les faltan ganas de regresar a su época dorada, la sociedad de hoy se encuentra alerta ante sus desmanes.

    Ya no es funcional aquella dialéctica priista de elecciones, en este orden: fraude electoral, protestas ciudadanas, toma de alcaldías, quema de archivos municipales, represión, masacre (como la del 2 de enero de 1946 en León), desaparición de poderes, caída del gobernador para sustituirlo con otro tan pillo o más que el defenestrado. ¿Algún ejemplo a la mano? Por esto y por aquello, Carlos Salinas removió de su cargo a catorce gobernadores electos. Ah, los tiempos del esplendor priista. 

    Tampoco conocieron estos jóvenes a los antiguos panistas que alguna vez dignificaron a su partido. Panistas de agua bendita y meapilas. Licenciados de medio pelo, tías solteronas que alternaban con las señoritas quedadas las murmuraciones aconsejadas por el señor cura, padres de familia enemigos de los anticonceptivos y empeñados en acrecentar la población del país al grito de “¡Perdóname Señor, pero no es por vicio ni por fornicio sino por dar otro hijo a tu servicio!”. Hoy, de los panistas sólo saben que tejieron redes profundísimas e intrincadas para crear su cártel inmobiliario en la CDMX. O que alguna de las panistas consiguió a precio de remate una casa roja construida de manera ilegal durante su mandato como alcaldesa.

    Estos jóvenes saben que priistas y panistas amancebados de manera aberrante, y medios de comunicación vueltos “pasquines inmundos”, y arrebatados periodistas delirantes de furor ante la ausencia de “chayote”, y académicos e intelectuales que deshonran su inteligencia, son la clase de corruptos bandidos que puso de rodillas a este país y que hoy se opone con todos sus recursos a la reconstrucción nacional emprendida por la 4T.

    ¿Y cómo sé yo esto sobre los muchachos? ¿Porque soy adivino con turbante y bola de cristal? No. Porque soy docente de NMS y veo diariamente a estos jóvenes tramitando con entusiasmo su credencial de elector. Los veo saliendo adelante a pesar de sus familias en llamas y del deshilvanado tejido social que dejó el neoliberalismo. 

    Recelan de nosotros los adultos y se sienten traicionados por un sistema que los excluyó al ofrecerles escasas oportunidades de estudio y esparcimiento y superación, pero ya no son ajenos al acontecer público. Con esto la 4T alcanzó uno de sus propósitos más anhelados: revolucionar la conciencia de la gente. Sobre todo de los jóvenes. Ya se verá si no.

    1 Posts de Héctor Aguilar Camín del 10 de julio de 2023 en la plataforma X:

    “El discurso de Xóchitl brota de ella con naturalidad, como el de López Obrador, pero su emisión es aire fresco.”

    “Nadie había podido tocar el mando narrativo de López Obrador. Ni sus rivales, ni la realidad. Xóchitl Gálvez lo ha tocado. Sacó al Presidente de la zona de confort donde sus dicterios eran la última palabra”.

      https://twitter.com/aguilarcamin/status/1678584554540376064

    2 En 2006 nacieron en México 2.505.939 niños de los cuales 1.254.600, el 50.06%, fueron varones y 1.250.937, el 49.91%, mujeres.

    Datosmacro.com https://datosmacro.expansion.com › natalidad › mexico 

    Tori Noticias

    Niña luce una hermosa playera con una foto de pequeña con el presidente AMLO en su visita en Altamirano, Guerrero.

    https://twitter.com/tori_noticias 

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