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  • Los racistas dan golpe de Estado en Perú

    Los racistas dan golpe de Estado en Perú

    Como sucedió en 2019 en Bolivia, ahora vemos a los grandes medios corporativos y a los partidarios de la derecha internacional vociferar que las autoridades democráticamente electas impulsan golpes de Estado. En todo el continente americano, cualquier expresión de izquierda que llegue al poder por vía del voto popular pasa a ser calificado de comunista, dictatorial, populista, terrorista, o cualquier etiqueta que exprese su propio miedo al sentir amenazados sus privilegios de clase.

    Las circunstancias para terminar apresando al presidente Pedro Castillo son fácilmente manipulables en su relato, apelan a la memoria corta y al sensacionalismo que priva en las redes sociales: 

    El pasado 7 de diciembre, el mismo día en que iba a ser sometido a un tercer intento de destitución por parte del Congreso; el presidente de Perú anuncia la disolución temporal de la cámara (que por 16 meses continuos obstruyó todas sus iniciativas), llamando a nuevas elecciones y lograr avanzar en la demanda social de elaborar una nueva constitución para Perú.

    Las reacciones fueron en cascada, y más significativas entre sus propios “aliados”, siendo el presidente desconocido por su propio gabinete, y rechazada la validez de esta medida por el mismo poder judicial que lo acosaba con denuncias genéricas de “corrupción”. Al mismo tiempo, toda la clase política (incluido el ejército y la policía) salieron a declarar al unísono que se trataban de un autogolpe de Estado, lo que hizo que su propia escolta lo terminará por detener sin importar su propia inmunidad presidencial. Al final, ese fue el pretexto perfecto para terminar por destituirlo de su cargo, y pasar el poder a su vicepresidenta, Dina Boluarte, con la complacencia de todos sus opositores en el Congreso.   

    Más allá de tecnicismos legales, parece que la facultad de disolver una legislatura, propia de cualquier régimen parlamentario solo es valida si lo realiza el Primer Ministro de Canadá o el Presidente de Ucrania, (héroes de la prensa occidental), y es un abierto delito, si lo realiza un presidente de izquierda de un país latinoamericano, que además tiene el agravante de ser de origen indígena, popular y campesino.   

    O precisamente por este origen se le condena o se trata de justificar su “ingenuidad”; sobresalen ahora los análisis, hasta de sesudos intelectuales orgánicos, que vuelven a llamar “golpista” a un presidente electo democráticamente, veredicto que se junta alegremente con la etiqueta de “dictador” que le adjudican desde la derecha más cavernaria y fascista.  Una lectura crítica de estos acontecimientos no puede caer en la tendencia a enjuiciar cuales fueron los “errores” del profesor Castillo desde la supuesta superioridad moral que se asume desde la academia o el periodismo. Y no es válido, porque la historia la hacen los pueblos y no los individuos, quienes siempre son sujetos de sus circunstancias. Porque en nuestro continente esa circunstancia histórica se llama racismo colonial.

    Una semana después, no hay muchas explicaciones de esos mismos especialistas, porque el pueblo pobre de Perú ha salido a las calles a demandar justamente las tres medidas anunciadas por Pedro Castillo: disolución del Congreso, adelanto de elecciones y una asamblea constituyente; ahora sumando la exigencia de libertad inmediata para quien siguen considerando su presidente, y la renuncia de la primera mujer en ocupar ese cargo, a quien consideran traidora y misma que no ha dudado en aplicar el Estado de excepción a cargo de la policía y el ejército, que tan legalistas salieron frente a la orden del Presidente Castillo.

    Tampoco hay muchos intentos de contextualizar cuales son las condiciones históricas de una sociedad como la peruana, que tienen entre sus grupos de poder político y económico, a orgullosos representantes de una oligarquía racial, que sienten añoranzas por haber sido uno de los virreinatos de España; y quienes, desde su capital en la costa, desprecian y temen a la población andina y amazónica que hoy se vuelve a movilizar.     

    A los expertos desde el sofá, no les gusta aceptar que las medidas que Castillo tomó antes de ser detenido son largas demandas populares, y que ahora el presidente se ha convertido en un símbolo para el pueblo humillado y empobrecido del Perú. Desde el interior ha comenzado la insurrección popular contra el verdadero golpe de Estado.

    Pero por el flanco mediático local e internacional avanza la estigmatización en contra de las movilizaciones de protesta: llamando terroristas y narcotraficantes a los sectores populares que alzan la voz, frente a lo que consideran un atropello más, a su voluntad política expresada en las urnas. Ciudadanos movilizados frente a la evidencia que las decisiones políticas se pretende que vuelvan a ser adjudicadas como patrimonio exclusivo de las elites tradicionales de ese sistema de castas que es la sociedad peruana.

    Si una primera lección política podemos sacar desde la lucha de izquierda y la defensa legitima de la soberanía popular, es como la crisis política de Perú en este último año y medio se terminó por agravarse, cuando todos los intereses creados conspiraron desde las instituciones en contra de un proyecto alternativo al sentir amenazado el régimen de privilegios que han sostenido por siglos de colonialismo; al mismo tiempo, en la actual  tragedia de Perú, podemos constatar los resultados nefastos que provoca sumar a burócratas y politiqueros, los lambiscones del poder, advenedizos, quienes rápidamente terminaron de rodear y aislar de su propio pueblo, a un presidente ahora detenido en solitario. 

    Desde nuestro movimiento, es indispensable solidarizarnos con el Perú de los de abajo, y con el profesor indígena y presidente legítimo, que hoy encarcelado se convierte en símbolo de la resistencia de todos los pueblos -frente a las oligarquías locales, racistas y cortesanas del directorio de la derecha internacional-. 

    • Con la colaboración de David Toriz Soto
  • Apuntes del Mundial de Qatar / 1era. Parte

    Apuntes del Mundial de Qatar / 1era. Parte

    El Mundial de Fútbol Qatar 2022 ha sido duramente cuestionado -de manera abierta o soterrada- desde los gobiernos de algunos países y ciudades, y, sobre todo, por parte de medios de comunicación que usualmente son divergentes del mundo islámico, quienes remarcan en su crítica la ausencia de libertades para la comunidad LGBT+, las violaciones a los derechos humanos y la sobreexplotación de los trabajadores que participaron en la construcción de estadios e infraestructura de las sedes de la máxima justa futbolística. 

    No obstante, flota en el ambiente, la pregunta si las críticas al Mundial de Qatar están bien fundamentadas, o se trata de una campaña de linchamiento mediático emanada de las posiciones políticas e ideológicas de los tradicionales adversarios comerciales del mundo árabe.

    No es la primera vez que un evento de tal magnitud se realiza en un país sin libertades elementales. En México no habría autoridad moral de algunos medios convencionales que en su tiempo guardaron silencio ante los abusos de autoridad y la falta de libertades democráticas que caracterizaron a nuestro país en el preámbulo de los Juegos Olímpicos de México 68 y del Mundial de futbol de México 70, cuando el régimen del sistema PRI- gobierno desató la represión contra el movimiento estudiantil que terminó con los trágicos sucesos del 2 de octubre de 1968; y cuyas secuelas implicaron la persecución de la disidencia en toda la década de los setenta. 

    Tampoco habría mucha autoridad ética para cuestionar las formas de gobierno en Qatar, por ejemplo, desde un sector de la prensa argentina, que minimizó la represión de la Dictadura de Jorge Rafael Videla contra sectores de la sociedad argentina, a tal grado que en pleno Mundial de Argentina 78, a menos de un kilómetro del Estadio Monumental de Núñez, mientras se llevaba a cabo la final del torneo, se torturaba a jóvenes militantes de organizaciones de izquierda en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), una condenable situación que pasó a un lejano plano porque Argentina fue Campeón.

    Si bien, el autoritarismo gubernamental que marcó el contexto de otros mundiales precedentes, y donde el fenómeno del fútbol fue utilizado como fuente de legitimización social del sistema político, no exculpa, ni justifica los excesos de un régimen totalitario como el de Qatar, hay variados ejemplos que implican que la crítica de hoy más que estar ocupada genuinamente por las libertades sexuales, el respeto a los derechos humanos, o la defensa de los derechos de los migrantes y los trabajadores, tiene otras motivaciones de tipo ideológico, religioso y principalmente geopolítico.

    La decisión el 2 de diciembre de 2010 de otorgar la organización del Mundial de Futbol de 2022 a Qatar desde el origen fue objeto de dudas y polémicas; a tal grado que Qatar ha sido la punta de la madeja que evidenció la corrupción que prevalecía en el seno de la FIFA, pues de entrada para varios actores del mundo de los negocios deportivos fue inexplicable que la competencia se celebrara en un país sin tradición futbolera, sin infraestructura, con un clima agreste y extremo, y husos horarios que complicaban la proyección comercial de un evento de la categoría del Mundial, desde entonces se levantó la sospecha de compra de votos para ganar la sede por parte de los multi millonarios jeques árabes hacia federativos y representantes con derecho a voto de varios países.

    El rival de Qatar en la búsqueda de organizar el Mundial de 2022 fue Estados Unidos, país que presentó una ambiciosa candidatura y no fue favorecido; tras este hecho una hipótesis es que cuando la FIFA optó por Qatar -uno de los antagonistas ideológicos de la super potencia y representante del mundo árabe-, en un contexto geopolítico donde tras el fin de la “Guerra Fría”, es el islamismo el villano favorito de los norteamericanos; la respuesta del sistema estadounidense fue ir a fondo en 2015 contra la corrupción de FIFA; deslegitimando la definición de la federación por dar la sede de 2018 a Rusia y de 2022 a Qatar. 

    Además de la disputa política- ideológica de Estados Unidos con el mundo árabe, en el trasfondo del rechazo de algunos sectores sociales -específicamente de los países europeos- al Mundial en Qatar, subyace el tema migratorio, que durante todo el siglo XXI se ha acentuado con la expulsión creciente de miles personas del medio oriente por las guerras de baja intensidad y la violencia entre las propias facciones del islam; la migración ha generado xenofobia y acendrado el racismo en los recovecos marginales de las ciudades europeas, donde los desplazados han entrado en choque frontal, cultural y religioso con capas de las sociedades europeas que rechazan todo lo que venga del mundo árabe, lo consideran una intromisión, y han comprado la narrativa difundida desde los trágicos sucesos del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, en el sentido de que los musulmanes son “terroristas” en potencia, por el simple hecho de provenir de la región.

    En un reporte sobre Qatar la organización defensora de derechos humanos a nivel global Amnistía Internacional ha señalado las inhumanas condiciones laborales que padecieron todos los que trabajaron en las obras para la infraestructura del Mundial, principalmente los migrantes de Nepal, Bangladesh, India y Pakistán, que se ofertaron como mano de obra, y que se desempeñaron bajo el “sistema kafala”, que se caracterizó por una especie de padrinos intermediarios quienes con la promesa de empleo los llevaron desde su país de origen hasta Qatar y los tuvieron trabajando en terribles condiciones de vida, engañados sobre el salario, sin poder salir del campamento de construcción, sin poder regresar a su país y con trabajos forzosos además de su jornada laboral; algo muy similar al esquema empleado por los “polleros” que llevan a los migrantes de México y el resto de América Latina a EU.

    Por su parte el diario británico The Guardian ha sido un medio especialmente incisivo sobre los cuestionamientos a Qatar, llegó a señalar que en las obras del mundial fallecieron por las condiciones inhumanas de trabajo 6500 personas en 12 años, y en su sitio alberga una sección especial denominada: “Catar, más allá del fútbol”, donde agrupa reportajes e investigaciones que desde 2010 en que se definió la sede, han puesto en entredicho todas las dimensiones del Mundial, poniendo el acento en las deficiencias, anomalías y abusos. Si bien, el trabajo del medio ha sido la principal vitrina de una realidad social muy adversa a los valores del mundo occidental, también se observa cierto amarillismo y sensacionalismo con la idea de sacar raja de la “línea editorial” que se convirtió en crítica por excelencia de este evento en particular.

    El derecho civil islámico permite penas como la flagelación, la muerte capital, la lapidación, los castigos corporales, y no reconoce la diversidad sexual, incluso la castiga así como la blasfemia o el consumo de alcohol; es una expresión de una serie de Estados teocráticos y totalitarios que subsisten desde hace siglos en esas condiciones en el oriente y medio oriente; pero Nasser Al Khater el CEO del Mundial, ha minimizado los muertos en las obras contabilizando solo tres, y afirmando que lo que The Guardian y otros medios aluden son las muertes de todo tipo en una década en ese país; además ha afirmado que lo que busca Qatar es tender puentes entre el mundo árabe y el mundo occidental con esta Copa, que la policía lejos de reprimir alguna de las libertades de los visitantes extranjeros está para alertar del conservadurismo a ultranza de grandes sectores de la población sede, por la propia seguridad de aficionados; asimismo se han establecido zonas de tolerancia para la seguridad en el consumo de los fans foráneos, para quienes no estará vedada la cerveza. 

    Qatar defiende el mundial como un extraordinario motor de su economía a partir de la creación de una gran infraestructura no solo de estadios de futbol, donde 20 mil millones de dólares se han invertido en carreteras, aeropuertos y trenes o metros; y en sistemas de ventilación para las temperaturas de 50 grados que caracterizan la región, mismos que después de la justa serán usadas para bienestar de la población de acuerdo a los voceros oficiales.

    Los medios de comunicación dirán que es muy difícil comprobar las muertes por las condiciones laborales que señaló The Guardian precisamente por lo cerrado y hermético del mundo árabe y sus controles sociales que rayan en la opresión; por su parte los organizadores de Qatar dirán que esto es parte de campañas de países del mundo occidental que miran con recelo como el oriente medio aún con sus atavismos se despliega como potencia económica. 

    Mientras la Selección de Dinamarca usó camisetas “atenuadas” para la Copa del Mundo para protestar contra el negativo historial de derechos humanos en Qatar y su trato a los trabajadores migrantes; y Paris, Lille, Marsella, Burdeos, Estrasburgo y Reims boicotearan en sus ciudades cualquier presentación oficial o difusión del Mundial; lo cierto es que quizá solo los propios árabes sabrán las consecuencias culturales, sociales y económicas de “ser civilizados” por formar parte de la gran familia del negocio del futbol, y por organizar la más grande fiesta de este deporte. 

    Al final de la historia, los jóvenes que se levantaron y rebelaron en diversos países en la llamada Primavera Árabe de 2010 a 2013, en gran medida tuvieron los mismos anhelos de construir otros mundos mejores y posibles, que sus pares de generaciones anteriores soñaron en México 68 y Argentina 78, y que fueron aplastados por sistemas políticos occidentales. Pero dicen que la pelota no se mancha…

  • La Marcha del Pueblo, un acto fundacional

    La Marcha del Pueblo, un acto fundacional

    El domingo 27 de noviembre de 2022 es la fecha de un acto fundacional; asistimos de todos los rincones del México profundo a la convocatoria del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien es el dirigente histórico de nuestro movimiento y nuestro tiempo. Fuimos felizmente acarreados por el Metro, trolebuses, rutas de transporte urbano, bicicletas, motonetas, autos, y nuestros propios pies; la alegría de ser acarreados por nuestra propia conciencia nos despertó a todos una sonrisa, risas y la infinita satisfacción de ser congruentes con nuestros ideales, así tuviésemos que viajar mil kilómetros, o simplemente cruzar avenidas, parques y banquetas.

    Es un acto fundacional, porque el 27 de noviembre nos volvimos a mirar a los ojos con cada obradorista presente -todos somos parte de una gran familia de soñadores-, con la certeza que la transformación de México apenas comienza; después de 30 años de resistencias, de luchas contra los neoliberales que hoy nos miran envidiosos y virulentos por el fracaso de su narrativa golpista, hoy sabemos que si nos organizamos iremos más lejos, con cambios más profundos y radicales a favor de la educación, salud y bienestar del pueblo. Llegó la hora del contragolpe.

    El Zócalo se llenó decenas de veces el domingo 27, con el peregrinar de mujeres y hombres libres curtidos en las largas jornadas cotidianas de tocar casa por casa, y conciencia por conciencia; no solo eso, a las 9 de la mañana en punto cuando Andrés Manuel López Obrador daba el primer paso con dirección a la plaza mayor, ya estaban copadas y desbordantes las calles que van del Zócalo hasta el Auditorio Nacional, todo Reforma, Avenida Juárez, Madero, 20 de noviembre y otras eran un mar de pueblo; la Estela de Luz o Monumento a la Corrupción estaba literal rodeada, con un brinco al unísono la hubiéramos hecho caer.

    Hoteles, línea áreas, autobuses de línea o pirata, restaurantes, puestos de tacos, tamales o gorditas, fonditas, tiendas, bicicleteros con tacos de canasta, vendedoras de tlayudas, todos tuvieron su buen fin en unas horas. Los medios convencionales jamás van a informar que este fue un día de fiesta y algarabía, que ningún comercio cerró, al contrario, hasta los que no abren en domingo lo hicieron y vendieron de todo, y tampoco dirán que no se rompió un solo vidrio en la concentración política más grande de la historia nacional.

    La Marcha del Pueblo es un acto fundacional, porque el presidente ha denominado Humanismo Mexicano a su legado conceptual y a las raíces de la Cuarta Transformación, aunque quizá para nosotros se le seguirá reconociendo y defendiendo como “el obradorismo”, esa corriente de pensamiento y acción que en esencia significa amor al pueblo y al prójimo, recuperación de nuestra historia como fuente de la acción política, austeridad republicana y combate a la corrupción, y la regeneración de un Estado de Bienestar. Sin duda más allá del 2024 habrá obradorismo, como existe el juarismo sin Juárez.

    Al fragor la marcha, dos grandes figuras elaboradas artesanalmente de El Quijote de la Mancha y de Sancho encabezan uno de los contingentes, mientras los golpistas solo atinan a descalificar sin argumentos ni anclaje con la realidad, se impone la frase atribuida a El Quijote, pero que es realmente de un poema de Goethe: “Ladran, señal que cabalgamos”. Cabalgamos porque tonto es el que piensa que el pueblo es tonto, y todos esos recursos invertidos en la cacofonía mediática difundida por la vieja mafia del poder, solo les ha servido para todo lo contrario: para que millones salgamos a marchar para defender lo que hemos logrado.

    Después de caminar seis horas los cuatro kilómetros y medio que van del Ángel de la Independencia al Zócalo, el único presidente de los últimos tiempos que en el año cuarto de su gestión ha podido recibir el cariño del pueblo a través de abrazos y manos francas, sin intermediación de guardias ni aparatos de seguridad; arribó al Zócalo para postular los principios básicos del Humanismo Mexicano: 

    “Esto para los jóvenes sobre todo, algo básico y esencial: nada se logra sin amor al pueblo, quizá en otros tiempos se podía fingir, simular, ir en campaña a pedir votos, abrazar a la gente y luego llegar al cargo y olvidarse del pueblo, a lo mejor en otros tiempos, ahora ya no, el consejo a los jóvenes es que si quieren dedicarse al noble oficio de la política, no olviden que lo principal es tenerle amor al pueblo, querer al pueblo, profundo amor al pueblo, nada se logra sin amor al pueblo; el presidente Lázaro Cárdenas decía, fíjense esto en 1937, estaba de presidente de la República no de candidato después de que fue presidente, decía que le mortificaba “conocer el verdadero fondo moral de muchos servidores públicos al observar en sus semblantes el disgusto que les causaba la demanda de auxilio o de justicia de la gente pobre.

    Entonces pienso más en la tragedia interminable de nuestro propio pueblo. Pues bien, sin ese sincero sentimiento, nada bueno se puede hacer en la vida y menos en la política que, contrario a lo que se suele pensar, es uno de los oficios más nobles y de la más alta jerarquía espiritual. Que se escuche bien y lejos: La auténtica política es profundamente humana en su fundamento, en su esencia y, sobre todo, cuando se practica en bien de los demás y en especial de los pobres”.

    La Marcha del Pueblo nos recordó el origen y sentido de nuestro movimiento, que no aspira a la simple inercia de ocupar cargos o posiciones por el hecho banal de ocupar espacios, sino de tener una agenda renovada de transformación del país, de mantener el pensamiento crítico, y a su vez el ejercicio de la autocrítica, pero, sobre todo, nunca perder la premisa: por el bien de todos primero los pobres. 

    Hoy se hace Patria para el históricamente excluido, Patria para el que fue largamente humillado. La Marcha también fue un llamado a no perder de vista que nuestros adversarios son las remoras de la mafia del poder, que debemos mantener la unidad y la organización para que lo nuevo termine de nacer. Nos dio una gran alegría mirar al presidente caminar al lado del pueblo, es uno de los nuestros, también nos dio un dejo de melancolía porque ya serán menos marchas y mítines con la presencia directa de nuestro dirigente, entonces vendrá el momento de honrar el legado, con la radicalización de los cambios por venir. Un acto fundacional.

  • Un estudiante llamado Ricardo Flores Magón

    Un estudiante llamado Ricardo Flores Magón

    A fines del siglo XIX Ricardo Flores Magón ya era un legendario dirigente estudiantil. Solo tenía 17 años cuando en 1892 participó en las movilizaciones estudiantiles contra la tercera reelección de Porfirio Díaz en la presidencia de México. El originario del pueblo de San Antonio Eloxochitlán, Oaxaca enclavado en la sierra mazateca había llegado desde niño a la Ciudad de México con todo un legado de la cosmovisión indígena a cuestas, para posteriormente estudiar leyes en la Escuela Nacional de Jurisprudencia.

    Su formación política inicial no solo devino de la educación básica curricular -sino esencialmente de las enseñanzas de su padre, quien amaba la tierra, su comunidad y los frutos colectivos y compartidos-, Teodoro Flores fue un militar mestizo de raíces indígenas que combatió en la guerra contra la intervención estadounidense, con el grado de teniente coronel, bajo el mando inspirador del presidente Benito Juárez García. Quizá por ese profundo amor a la Patria que le inculcó su padre, quien ofrendó su vida en la defensa de la soberanía contra el intervencionismo apoyado ingratamente por los conservadores, es que Ricardo Flores Magón desde sus primeros pasos participó en el despertar de los jóvenes estudiantes contra el tirano.

    La primavera democrática que calentó el movimiento estudiantil de 1892, como un gran ejercicio de participación popular promovido por los jóvenes contra la reelección de Porfirio Díaz; en el que Ricardo Flores Magón y su hermano Jesús tuvieron una destacada presencia junto con cientos de estudiantes que al calor de estas batallas se iniciaron en la militancia política, informando, elaborando manifiestos, repartiendo periódicos, trabajando en brigadas y logrando la organización popular para la movilización; tuvo como respuesta la represión, y Ricardo estuvo a punto de ser fusilado sino es porque la propia masa radicalizada tuvo un último filo para resguardarlo. No obstante, este fue el año en que Ricardo Flores Magón pisó por primera vez la cárcel, donde pasó un total de 22 años en periodos intermitentes de su vida, como un asiduo frecuente a las rejas debido a nunca claudicar de sus ideas políticas.

    Un estudiante llamado Ricardo Flores Magón comprendió a la luz del movimiento, que la formación política es resultado de la praxis colectiva de comunicarse con el pueblo y lograr su concientización; de ahí también se adentra en la labor periodística dimensionando la magnitud del poder de la pluma contra las injusticias. Del análisis y descripción de aquel momento negro en la historia nacional que correspondió a nueva reelección del Dictador en 1892, Flores Magón comparte una de sus frases icónicas: “Los hombres de nivel moral más bajo, ocupaban en el Gobierno los puestos más altos”. 

    En el texto Apuntes para la historia. Mi primera prisión, Ricardo Flores Magón narra desde la cárcel del entonces “Condado de Los Ángeles, California”, la memoria de aquel 1892, que recupera y publica el 18 de mayo de 1908, como objeción de su propia historia personal, pues tres días había escrito y desplegado a la opinión pública un nuevo manifiesto del Partido Liberal Mexicano, que convocaba en concreto a la insurrección para derrocar al Dictador Porfirio Díaz.

    Los Apuntes de Flores Magón sobre 1892 nos dan un panorama sobre uno de los movimientos estudiantiles y sociales fundacionales, que han estremecido la vida pública de México:

    “Algo extraño ocurría en la ciudad de México al comenzar la primavera de 1892. La gente se movía, se agitaba, como si con la entrada de la estación se hubiera desentumecido en caduco organismo de la sociedad mexicana. Vibraciones juveniles reanimaban la vieja ciudad. Las sórdidas barriadas donde se pudre física y moralmente la gente pobre, ardían en una atmósfera de protesta. Las escuelas eran otros tantos clubs donde la juventud estudiosa hablaba de los Derechos del hombre, de Libertad, de Igualdad y de Fraternidad. En los pasillos de los teatros, en los casinos, en las calles, en las plazas, en las cantinas, en las tiendas, en los tranvías se hablaba del Gobierno en tono rencoroso. Los ciudadanos lanzaban miradas torvas a los gendarmes. Los policías secretos eran designados a voces y perseguidos por la estruendosa befa de los estudiantes. A gritos se referían chascarrillos acerca de Porfirio Díaz y su mujer. Todo indicaba que la autoridad había perdido su prestigio”.

    Posteriormente sobre el transcurrir de estas jornadas que marcaron un hito en la reorganización de la oposición a la Dictadura, y la corriente histórica y social emanada del juarismo y el liberalismo, a través de las cedulas madre de la articulación militante conocidas como clubes liberales; que lograron un gran movimiento democrático que, aunque fue derrotado significó el semillero de nuevos dirigentes sociales; Flores Magón nos comparte: 

    “Los clubs organizaron una manifestación pública en contra de la reelección y se señaló la mañana del 16 de mayo para llevarla a cabo, siendo el lugar de ésta el Jardín de San Fernando. Desde temprano se vio invadida por la multitud la amplia plaza en cuyo ángulo se encuentra el panteón donde reposan los restos de Guerrero, de Zaragoza, de Juárez y otros hombres ilustres.

    “La multitud hablaba alto; se sentía la necesidad de hablar alto después de tantos años de sepulcral silencio. El sol, el bello sol mexicano derrochaba su luz y calor; los rostros se volvían con frecuencia hacia el sitio donde duermen los héroes, como para arrancar una esperanza de vida donde reina la muerte. Una gran confianza y una gran fe henchían los pechos. Los estandartes de los gremios obreros y de las escuelas ilustraban el bello conjunto con sus colores fuertes y alegres. Abajo, se agitaban las cabezas de la muchedumbre acariciadas por un soplo épico. Arriba se balanceaban los penachos de los árboles al beso de la brisa de mayo.

    “La muchedumbre, puesta en orden, comenzó a desfilar. De los balcones llovían flores. Todo México entusiasmado asistía a presenciar la manifestación. Vivas a la libertad y mueras a la tiranía brotaban de todas las gargantas. Los estandartes brillaban al sol. Las bandas de música emocionaban a la multitud con sus acordes heroicos. En cada guardacantón, en cada carro, donde quiera que hubiera algo que pudiera servir de tribuna, se encontraba un orador, ora de levita, ora de blusa, atildados unos, broncos los otros como la tempestad.

    “El cielo azul ardía en la gloria de su sol de mayo. Más de quince mil personas formaban la enorme comitiva que se dirigió al barrio populoso de la Merced. A su regreso era un río humano de más de sesenta y cinco mil personas”.

    Finalmente, ante la hora de la cruda represión porfiriana, el entonces joven estudiante Ricardo, rememora los sucesos del desenlace:

    “Comenzaba yo a dirigir al pueblo un discurso de protesta contra la Dictadura cuando dos revólveres, empuñados por manos crispadas tocaron mi pecho con sus cañones, el gatillo levantado, pronto a caer al menor movimiento que yo hiciera, truncando salvajemente mi primer ensayo tribunicio. Rodeado de esbirros fui conducido a la azotea del Palacio Municipal donde encontré a una docena de camaradas de las escuelas que también habían sido detenidos. Tenía yo entonces diecisiete años de edad y cursaba el quinto año en la Escuela Nacional Preparatoria. Mis camaradas me informaron que también mi hermano Jesús había sido arrestado y llevado, como otros muchos a una de las Comisarías de Policía. El sol vaciaba lumbre sobre aquella azotea. La sed nos producía fiebre; pero el malestar físico era ahogado por nuestro entusiasmo. Soñábamos, pensábamos en alta voz. No se nos ocultaba que podíamos ser fusilados como tantos otros; pero éramos jóvenes, éramos soñadores y el miedo no se atrevía a llamar a nuestros corazones con sus dedos fríos. Formidables policías de a caballo dejaron sus bestias en el patio del edificio y subieron a vigilarnos. Nos decían que en la noche nos “darían agua”. Los déspotas mexicanos, por un eufemismo cruel cuando decretan la muerte de alguien, dicen a los esbirros: “den su agua a ése”. El cielo, irreprochable, brillaba intensamente. La vieja y maciza Catedral proyectaba en la bóveda de añil sus regios contornos. A lo lejos el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl levantaban sus nieves al cielo, como para evitar que lo manchasen los crímenes de los hombres. Algo como el bramido del mar sacudió nuestros cuerpos haciendo volar nuestros sueños y alejarse como mariposillas blancas. Era el pueblo que rugía”. (Flores Magón, Ricardo, 1908).

    Fueron en esas hondas jornadas, donde el joven Ricardo fortaleció su visión libertaria, su perseverancia de recuperar el mundo feliz y de fraternidad que conoció en su comunidad de origen, donde no había necesidad de intermediarios ni opresores para ayudarse mutuamente y compartir el pan y los frutos de la tierra que libremente era de todos. Tierra y Libertad era el camino. 

    En la praxis del movimiento de 1892 que topó con la brutal represión de la Dictadura, Flores Magón atisbó que los derechos se conquistan, que cada anhelo del humilde pueblo es terreno de disputa contra el poderoso. 

  • Todos a marchar con AMLO

    Todos a marchar con AMLO

    El domingo 13 de noviembre, la derecha mexicana apuntalada por los residuos de los aparatos burocráticos y clientelares del PRI y el PRD en la zona centro del país, organizaron con engaños y desinformación una marcha al Monumento a la Revolución para supuestamente defender al INE. Este ensayo del golpismo fue magnificado por los medios masivos convencionales como una “gran gesta ciudadana”, cuando en realidad la gente asistente fue convocada corporativamente en la mayoría de casos, bajo el discurso del clasismo y el odio, y también a punta de mentiras: “la reforma de AMLO va a desaparecer el INE”, “la reforma elimina la credencial de elector y AMLO te va a quitar tu INE”, “la reforma de AMLO busca su reelección indefinida”, y otras falacias más. 

    Además, bastaba ver el directorio de quienes encabezaron la marcha vergonzante para medir el talante de los potentados que estuvieron detrás; personajes desprestigiados, sin autoridad moral, política y ética como Vicente Fox, Roberto Madrazo, Elba Esther Gordillo, Jesús Ortega, Santiago Creel, “Alito” Moreno, Rubén Moreira, Margarita Zavala, Claudia Ruiz Massieu, Marko Cortés, José Narro, y un largo etcétera de personajes que en la vida han sido de todo menos demócratas. 

    Ante la estrategia ominosa de la reacción de distorsionar la realidad, usar la calumnia -como arma cotidiana del coro pagado de levantacejas-, e invertir millonarios recursos en una guerra sucia sin fin, nuestro presidente y dirigente de la transformación, Andrés Manuel López Obrador apela nuevamente a salir a las calles para expresarnos pacíficamente, y ejercer nuestro más efectivo derecho de réplica, para combatir a los poderes fácticos que quieren evitar que lo viejo termine de morir y lo nuevo acabe de nacer; es la hora del movimiento.

    Como en 1991, cuando el dirigente social tabasqueño llegó en el Éxodo por la democracia desde Villahermosa hasta el Zócalo para dirigirse desde ahí por primera vez al pueblo organizado contra el fraude electoral en Tabasco; como en 1995, en defensa de los indígenas y campesinos que vieron sus tierras contaminadas por PEMEX; como en 1998, contra el FOBAPROA que endeudó a generaciones de mexicanos para salvar a los banqueros corruptos; como en el 2000, para defender el registro que las autoridades electorales querían negar a AMLO para contender para la jefatura de gobierno del D.F.; como en 2005, cuando la más grande marcha del silencio de la historia paralizó la Nación contra el desafuero de López Obrador; como en 2006, cuando el fraude electoral nos robó la presidencia de la República; como en 2008, contra la privatización de PEMEX que fue el roblo del siglo; como en 2018 para ganar el poder ejecutivo e iniciar la Cuarta Transformación de México; como en todos esos momentos culminantes de la lucha popular, este 2022 ante la amenaza golpista, retomemos juntos las posibilidades de movilizarnos; porque hoy la respuesta está en el movimiento.

    El presidente Andrés Manuel López Obrador nos ha convocado el domingo 27 de noviembre a las 9:00 horas, del Ángel de la Independencia al Zócalo, para la legítima defensa de la transformación del país. El obradorismo ha llenado el Zócalo unas 50 veces, sin el favor y generalmente a la contra de los medios convencionales de comunicación; lo volveremos a hacer, para que la prensa cuente, y cuente bien.

    Volveremos a encontramos, a mirarnos, a remitir a la fraternidad, a buscar lo mejor de nosotros, anteponer el amor al pueblo y al prójimo. El movimiento, ante la diatriba de odio de los voceros del conservadurismo. ¿No fueron ya presidentes de México Fox, Calderón y compañía? ¿No tuvieron ya el poder y solo evidenciaron su incompetencia para resolver los problemas de la gente? ¿Quiénes son los que quieren perpetuarse en el poder sino ellos que ya tuvieron su oportunidad?

    Como escribió Martí Batres: “El movimiento es la unión de muchas personas para la acción transformadora de su realidad social. Cada quien saca lo mejor de sí y vive un despertar propio, que contagia y suscita el despertar de los demás. Surge así un modo de pensar y sentir diferente. La persona se predispone a dar. Cada quien quiere dar antes que recibir. Le importa la alegría del otro. Está dispuesta al sacrificio, a caminar sin descansar, a no comer, a no dormir. Y se maravilla por el inmenso poder que tienen todos juntos. Es la magia que produce el propósito colectivo de rehacer el mundo. El movimiento tiene una mística, una pureza en sus fines, un ideal. En el movimiento la gente no solo adquiere conciencia de su fuerza, sino que transforma su conciencia.”

    Sabemos que la movilización de la derecha se funda no en la defensa de la democracia, que pisotearon como sistema neoliberal durante décadas, sino en la defensa de los privilegios para unos cuantos; sabemos que en realidad marcharon por la repulsión que les genera que un hombre que es pueblo y representa al pueblo esté en la presidencia de México; que uno de los nuestros, los de abajo, a los que siempre miraron con sus obtusos lentes clasistas y racistas ahora encabece el cambio de la vida pública, y que las mayorías seamos sujetos de nuestro propio destino. 

    Vamos a volver a salir a las calles, a ocupar de esperanza y espíritu transformador el corazón de México; ha dicho AMLO: cuando necesitemos fortalecer nuestras convicciones, emulemos a Benito Juárez que decía: “que el enemigo nos venza o nos robe, si tal es nuestro destino; pero nosotros no debemos legalizar un atentado entregándole voluntariamente lo que nos exige por la fuerza”. En legítima defensa de la Cuarta Transformación de México, sin falta el 27. La razón nos asiste.

  • Hipócritas

    Hipócritas

    Las libertades democráticas son una conquista del pueblo de México. El derecho a la libre manifestación y la libre expresión están plasmados en nuestra Carta Magna; el gobierno de la Cuarta Transformación emana de un movimiento democrático que desde 1988 fue ganando su lugar en las calles y las plazas públicas -incluso a costa de vidas de dirigentes sociales-, en la lucha por la democracia y las libertades, contra los fraudes electorales de 1988, 2006 y 2012, y, por el cambio pacífico en México, por ello nuestro presidente siempre ha sido respetuoso del que piensa diferente, del disidente, del discrepante. Se actúa y actuará siempre en consonancia de nuestros principios e ideales. 

    Los individuos o grupos que están convocando a marchar y movilizarse contra la reforma electoral propuesta por el presidente AMLO, por supuesto que pueden salir a las calles a expresarse: defenderemos siempre su derecho a hacerlo. No obstante, hay un abismo entre el discurso que pregonan y la realidad de sus motivaciones. Son actores políticos y económicos del viejo régimen, que tergiversan todos los sucesos para sacar raja política; propagan con cuantiosos recursos económicos la guerra sucia, las noticias falsas, la estigmatización de los partidarios de la transformación, y son a todas luces, voces carentes de legitimidad.

    Vicente Fox cuando era presidente, primero con el proceso de desafuero en 2004-2005 implementado como un golpe de estado técnico y luego con el fraude electoral en 2006, hizo todo lo posible por contrariar la voluntad popular de llevar a Andrés Manuel López Obrador a la presidencia; paradójicamente este conocido hampón electoral hoy se autoerige como paladín de las instituciones democráticas y convoca a movilizaciones para “defender al INE”.

    A los convocantes a la marcha que se opone a la reforma electoral, así los ha descrito con toda claridad el presidente de México:

    “Todos esos, aunque vayan a misa los domingos, no le tienen amor al pueblo, y son racistas en su mayoría, clasistas y muy hipócritas. Que lo sepan, pues, que se sepa bien. Y que tampoco son demócratas, son los que han participado en los fraudes electorales y quisieran seguir teniendo ellos el control de los organismos electorales para seguir haciendo fraudes.”

    En realidad, a lo que se oponen los opositores golpistas es al fin de los privilegios para las autoridades electorales; su rechazo a la reforma electoral es porque no están de acuerdo con: 

    • La Elección a través del voto popular de consejeros del INE (Instituto Nacional Electoral) y magistrados electorales del TEPJF (Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación).
    • La Creación del INEC (Instituto Nacional de Elecciones y Consultas). Es mentira que el INE desparece, se transformaría en el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas. 
    • La reducción del financiamiento de la autoridad electoral. Los costos operativos del Instituto Nacional Electoral son excesivos, en particular los salarios y prestaciones de los consejeros electorales, por lo que contempla una reducción en su número de 11 a 7.

    En 1999 al INE se le asignó un presupuesto de 13,400 millones de pesos, mientras que para 2018 el presupuesto fue de 68,300 millones de pesos, es decir un crecimiento de 409% en menos de 20 años.

    En el INE, 123 servidores públicos ganan más que el presidente López Obrador. En el caso de los 11 consejeros electorales –encabezados por Lorenzo Córdova– el erario les paga 262 mil 634 pesos cada mes, además de otros privilegios como gastos de alimentación por 11 mil 970 pesos al mes, seguros (gastos médicos mayores, institucional, separación individualizada, retiro, vida), chofer, automóvil y hasta gasolina. Con dinero público se les paga seguro institucional (suma asegurada básica de 40 meses), seguro colectivo de retiro (de 10 mil a 25 mil pesos), seguro de gastos médicos mayores (295 UMA mensuales en la Ciudad de México), seguro de separación individualizado (el INE aportará por cuenta y en nombre del servidor público un monto igual al que aporte éste, que será del 2, 4, 5, 8 o 10 por ciento del sueldo tabular), prima vacacional (cinco días de sueldo base cuando menos por cada periodo vacacional), prima quinquenal, aguinaldo (40 días de sueldo tabular, cuando menos, sin deducción alguna), gastos funerarios, vacaciones (20 días hábiles al año, en dos periodos de 10 días cada uno).

    • La Federalización de las elecciones, que busca que la autoridad electoral nacional sea la entidad encargada de organizar las elecciones y que el TEPJF se haga cargo de validar su legalidad, y que desaparezcan los Organismos Públicos Locales (Oples) encargados de los procesos electorales en las entidades federativas, así como de los tribunales electorales locales.
    • La reducción del número de legisladores. Uno de los planteamientos centrales de la iniciativa del presidente López Obrador es la eliminación de los legisladores de representación proporcional en ambas cámaras: de 500 a 300 diputados, y de 128 a 96 senadores.

    Parece inverosímil que los reaccionarios salgan a defender lo indefendible, ante estas y otras medidas que contempla la reforma y que son de sentido común para favorecer autoridades electorales imparciales, austeras, justas y eficaces.

    Ojalá que se quiten las máscaras, que no hablen a nombre de la democracia, porque lo que en realidad defienden son prebendas y abusos. El pueblo de México no quiere más burocracias doradas. No habrá que caer en nuevos montajes y provocaciones, solo tener muy claro, que la marcha contra las reformas del presidente AMLO, es la marcha de los hipócritas. 

  • “Mis amigos muertos”

    “Mis amigos muertos”

    “Mis amigos muertos” es el nombre de un bello disco entonado por José Cruz, cantante del emblemático grupo de blues- rock mexicano Real de Catorce, agrupación que toma su nombre del pueblo minero y fantasmal de San Luis Potosí, lugar que para varias generaciones de macizos cosmonautas ha significado la tierra prometida del peyote y el viaje astral; el álbum que vio la luz en 1989, incluye grandes rolas como Recargado, que versa: Recargado en un auto a la espera/ De una razzia un misil o la luna/ Derretida mi sombra de cera/ Fuera de los aislados cafés/ En la jaula ciudades enteras/ Para echarse a vagarlas sin fin… “Mis amigos muertos” palabras que hoy parafraseamos con respeto como modesto homenaje.

    José Cruz el alma y vida de Real de Catorce, ha sido un sobreviviente, este 2 de noviembre cumplió 67 años que hay que festejar; no lo ha derrotado una terrible enfermedad llamada esclerosis múltiple que hace años prácticamente dejó su cuerpo destruido salvo para cantar, ni lo derrotaron las traiciones de managers y algunos ex compañeros desangelados que cuando irrumpió el mal en su organismo lo dejaron cobardemente solo; quizá por su arte como vía para trascender al mal y la adversidad, quizá por sus ganas de vivir en el rinconcito de una canción lenta y azul, quizá por aferrase al resuello del mundo en un tambor, sigue siendo uno de los chamanes que encabeza la escena rocanrolera urbana, guiando las profecías y sueños musicales, de los que están y ya no están.

    De los ochentas y noventas, y las maratónicas tocadas de siempre en domingo, a la segunda década del siglo XXI, surgieron grandes contribuciones musicales, que en esencia nunca perdieron las trincheras del circuito de la periferia urbana -que abraza y estruja a la palpitante Ciudad de México-, se expandieron por los confines de los pueblos y comunidades del México profundo a lo largo del cuerno de la secuestrada abundancia, hasta establecerse como hitos y leyendas en el sur de Estados Unidos -entre los paisanos más alegres, rebeldes y olvidados-; de ahí, de esa república imaginaria que va de Neza hasta Los Ángeles California, de Texcoco a Texas, y de Tapachula hasta Tijuana, son residentes perpetuos los héroes de vagabundos, juglares de los Hoyos Funky que brotan como salpullido en cualquier lugar donde haya una bocina, focos, y un terreno para tocar: los amigos muertos que hoy no están: Rockdrigo González, Lalo Tex, Arturo Huizar y Charlie Monttana, y seguramente otros notables más.

    Este disímbolo cuarteto de ángeles del infierno urbano, cada cual, con su agrupación y estilo, nunca perdieron el sabor de la tierra mojada de sus orígenes, y respondieron con creces, verdadera calidad e infinita espontaneidad cuando fueron llamados a los grandes recintos -que algunas veces comparten los monopolios nacionales y extranjeros del espectáculo con sus legítimos dueños-, así fuera el Foro Sol, el Palacio de los Deportes, el Auditorio Nacional, o en la plaza pública el Zócalo y decenas de estadios, teatros, y foros; siempre a la altura, prendiendo al respetable y hablando de tú a tú con los grupos del otro rock, el apapachado y domesticado que nunca los tentó.

    Rockdrigo González murió siendo la más grande promesa del rock nacional, su edificio se derrumbó tras el crujir de la tierra en el sismo del 19 de septiembre de 1985, las grabaciones que dejó en álbumes o en formato casete se cuentan con los dedos de las manos, pero cada disco y cada rola competen a un himno que lo convocó a no perecer jamás.

    Everardo Mujica Sánchez mejor conocido como Lalo Tex, era un ingeniero y profe de Matemáticas, con sus carnales dio vida a una banda eminentemente rocanrolera llamada Tex Tex, que hoy día sigue bregando en el camino de la autogestión, porque el hijo de Lalo heredó la voz principal y la tradición. Lalo Tex la hacía de compositor, guitarrista y cantante hasta que partió víctima de un infarto la madrugada del 18 de enero de 2016 en un hospital capitalino, después de brindar un concierto -dónde permaneció tocando sentado y agobiado pues ya advertía sentirse muy mal- en el frontón El Puente, en Chimalhuacán. Lalo Tex partió pocas horas después de haber compartido el rocanrol hasta el final de su lugar en el mundo; partió estoico, después de hacer lo que más le gustaba.

    Arturo Enrique Hernández Huizar o simplemente Huizar caminó a la otra realidad el 25 de abril de 2020, ha sido quizá la más grande y reconocida voz de heavy metal mexicano, en una relación de encuentros y desencuentros con Luzbel, la banda que invariablemente estará asociada a su peculiar estilo vocal, y que en sus mejores épocas fueron teloneros de Black Sabbath en México.

    Charlie Monttana partió repentinamente también de un paro cardíaco el 28 de mayo de 2020; era un auténtico Rock-Star que nunca dejó de viajar en metro, ni de vivir el estilo de vida rocanrolero, en el corazón del barrio, se ganó el reconocimiento por su desenfado y autenticidad el lugar en el más íntimo o el más grande escenario; era la alegría de las históricas tocadas de cada domingo, y la sublimidad de las baladas y batallas de la soledad. 

    Qué grandes carteles se armaban entre todos con Charlie Monttana en sus versiones de solista, o como Mara o Vago, las bandas que dio vida y auge; Tex Tex y su incesante cotorreo, Luzbel con Huizar o Huizar solamente; Rockdrigo fue de una época previa, aunque seguramente también compartió escenarios con ellos en los grandes festivales, en gran medida Rockdrigo fue un formador musical, ellos iniciaban sus proyectos al amparo del sacerdote rupestre.

    Cuentan que Lalo Tex lloró cuando se subió al metro y un chavo apareció tocando su rola “Toque Mágico”, de los cuatro hay nuevos juglares, versiones y cantantes que reviven su música en las esquinas de las ciudadelas perdidas y en los fanales del transporte urbano, sean micros, peseras o colectivos.

    Se ha estudiado que, en el contexto de la cultura Nahua de los antiguos mexicanos, antes y después de la conquista española, en términos generales, la muerte no era considerada un evento penoso o angustiante, aun cuando los poetas y artistas cantaban a la caducidad de la vida y las angustias de la agonía. Se piensa que el hombre es responsable, junto con las divinidades de la muerte, de la permanencia del universo total. El universo creador permanece en la música de los que no están físicamente, pero lo están en sus rolas que caminan solas de voz en voz, y de generación en generación, a la contra de la marginalidad a la que quieren condenarlos, quienes tienen el poder de encumbrar productos musicales artificiales. 

    En días de guardar reconocemos a los músicos urbanos y apreciamos en toda su magnitud el legado de su obra colectiva.

    José Cruz permanece con la flama de aquellos años, damos gracias a su perseverancia festiva frente al quebranto y el dolor; para resarcirse desde la misma poesía por la que hablan todos los amigos muertos, para vaticinar nuevos caminos y soñar con la generosidad de seguir escuchando, seguir cantando, seguir sonriendo. La trascendencia del alma blusera que nunca muere.

  • La lucha del pueblo por su bienestar

    La lucha del pueblo por su bienestar

    El pueblo de México se ha caracterizado por su gran tradición histórica y cultural en la búsqueda y construcción de un Estado-Nación fundado en los Derechos Sociales. 

    En los momentos culminantes de las tres grandes transformaciones de nuestro país, se vislumbró la cuestión social en el centro de los pensadores críticos más adelantados de su época, y en los anhelos de quienes irrumpieron, protagonizaron y disputaron un cambio de régimen ante quienes defendían los status quo precedentes y caducos. Insurgentes, reformistas, liberales y revolucionarios acudieron a las ideas que significaran un proyecto social a favor de los más pobres.

    Encontramos este interés justiciero en los Sentimientos de la Nación de José María Morelos y Pavón, que en sus postulados expresaron: “Como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales, que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto.”

    También en el Programa del Partido Liberal Mexicano de Ricardo Flores Magón, documento que propuso que ya siendo derrocada la dictadura de Porfirio Díaz, se haría obligatoria la educación básica, se reglamentaría una jornada laboral de ocho horas, así como un salario mínimo para los trabajadores y se brindarían tierras de cultivo a los campesinos, entre muchas otras ideas sociales para el bienestar de las mayorías. 

    La Constitución de 1917, fue la primera en incluir los Derechos Sociales, marcando de esta forma un antecedente para el resto del mundo, lo que le otorgó el reconocimiento de “la primera Constitución social del Siglo XX”.

    “La nota característica de nuestra Carta Magna de 1917, es haber agregado, por primera vez un contenido social, al incluir principios como la libertad del trabajo; el establecimiento de una jornada máxima de 8 horas; la prohibición del trabajo industrial para mujeres y niños; la creación de un capítulo especial en materia agraria, que establecía que la propiedad originaria corresponde a la nación, tanto en tierras como en aguas y que el Estado puede imponer modalidades que dicte el interés público. La Constitución mexicana de 1917 fue la primera en el mundo que consignó derechos sociales agrarios, económicos y de trabajo, propiciando la transformación estructural progresista del Estado contemporáneo al encomendarle funciones sociales independientemente de sus funciones públicas”. (Pérez Rodríguez)

    En el mismo orden, la devolución a los campesinos de 18 millones de hectáreas, para cumplir con la dotación de tierras ejidales y productivas que emprendió Lázaro Cárdenas del Río durante su gobierno; significó un ejercicio inédito en el mundo de hacer justicia social directa a los pueblos originarios, que en 1910 se habían levantado en armas por ¡Tierra y Libertad!

    Después de la larga noche neoliberal -que desde 1982 desmanteló el Estado de Bienestar emanado de la Constitución de 1917-; con el triunfo del pueblo organizado que llevó a la silla presidencial a Andrés Manuel López Obrador, ha iniciado en 2018 -como dijo el Dr. Enrique Dussel-, el siglo XXI mexicano, donde nuestro país se vuelve a poner a la vanguardia de la cuestión social, no solo recuperando lo perdido (apoyo al campo, restitución de tierras, recuperación del salario y el poder adquisitivo, revalorización de la educación pública, gratuita y de calidad, la salud como derecho universal, reconstrucción y ampliación de la infraestructura social), sino desarrollando dos grandes políticas con un enfoque de Derechos Sociales universales, que han dado sentido, camino y dirección a la Cuarta Transformación de México, como son la Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores que al día de hoy beneficia a10 millones y medio de mujeres y hombres, y la Pensión para el Bienestar de las Personas con Discapacidad, que reciben más de 1 millón de personas.

    La inversión social en México de este sexenio es inédita e histórica, es el primer llamado de justicia social en los últimos tiempos. Los adultos mayores vuelven a tener un papel en su familia y en la sociedad, como es el deber ser. Las mujeres, jóvenes, niños, personas con discapacidad, estudiantes y los pueblos originarios, son el motivo de los esfuerzos incansables del equipo de gobierno que dirige Andrés Manuel López Obrador. 

    En términos sociales, la posibilidad de tener lo indispensable para la alimentación, la educación y la salud es invaluable; es una victoria cultural contra el egoísmo, el individualismo y la pauperización; es un triunfo de la universalidad contra la focalización. Es un legado del obradorismo, que el pueblo de México ya ha hecho suyo: la materialización del Estado de Bienestar.

  • Cárdenas y Múgica, lecciones para nuestros días

    Cárdenas y Múgica, lecciones para nuestros días

    El 19 de octubre de cada año se recuerda en la memoria del pueblo la partida del General Revolucionario Lázaro Cárdenas del Río. Sus restos fueron depositados en el Monumento a la Revolución, donde permanecen en la actualidad, junto a Francisco I. Madero, Venustiano Carranza, Francisco Villa y paradójicamente también junto a Plutarco Elías Calles, con quien hubo un deslinde por la visión que habría de tomar la revolución institucionalizada en su perspectiva democrática.

    El mejor presidente de México del siglo XX tuvo una vida intensa, disciplinada y generosa; desde niño trabajó en una imprenta que elaboraba y difundía manifiestos en el contexto de la naciente revolución de 1910, a los 18 años de edad en 1913 se unió a uno de los grupos revolucionarios, el de Martín Castrejón, a los 25 años alcanzó el grado de General, a los 33 años ya era gobernador de Michoacán, y a los 39 presidente de la República; tras dejar la presidencia de la República a los 45 años, teniendo toda una vida por delante, siguió escribiendo nuevas páginas a través de sus nuevos encargos, y sobre todo sus posturas políticas congruentes con las demandas de los verdaderos revolucionarios de 1910, mismas que reflejó en sus dichos y actos en la vida nacional hasta el final de sus días.

    El cardenismo es el momento culminante de la revolución mexicana como proyecto social; de 1934 a 1940 se instrumentaron una serie de políticas y obras públicas y sociales que respondían a los anhelos que 24 años antes habían inspirado a los agraviados por la dictadura de Porfirio Díaz a levantarse en armas; con el General en el poder se complementaba el ciclo histórico y social de la segunda gran transformación de México.

    La devolución a los campesinos de 18 millones de hectáreas, la dotación de tierras ejidales, de tierras productivas que emprendió Cárdenas del Río fue un ejercicio inédito en el mundo, de hacer justicia a los pueblos originarios. La expropiación petrolera significó la consolidación de la soberanía nacional, en términos de aprovechar los recursos naturales en función del interés de la Nación, y emplearlos para el desarrollo de políticas en beneficio colectivo. La creación de instituciones como el Instituto Politécnico Nacional para formar técnicos para la industrialización de México y el Instituto Nacional de Antropología e Historia para salvaguardar el patrimonio cultural, fueron también parte de su legado. En el ámbito internacional, destacó el apoyo de Cárdenas a miles de refugiados de la Guerra Civil Española, entre ellos grandes intelectuales que además enriquecieron la vida académica universitaria. 

    Como una lección de la historia, justamente para la reflexión en el marco del porvenir del proceso histórico actual de transformaciones, proviene de una pregunta que sigue siendo fuente de diversas teorías para explicarla, basadas en la interpretación de los usos políticos de la época, que es: ¿por qué el general revolucionario Lázaro Cárdenas del Río, siendo presidente de México no optó por apoyar al general Francisco Mújica como su sucesor en la silla presidencial, quien representaba la radicalización del proyecto de cambios a favor del pueblo? Tomando como radical la idea de ir a la raíz de los problemas nacionales.

    Algunas voces dicen que fueron las presiones de los grupos de poder económico, tras el desgaste ante intereses muy fuertes nacionales y extranjeros por la decisión presidencial de expropiar el petróleo en 1938, por cierto, decisión en la que Múgica fue definitorio.  

    El mismo general Cárdenas escribiría en sus Apuntes que “la candidatura del general Múgica representó las tendencias radicales de la Revolución Mexicana: su definida convicción en materia educativa, su actitud combativa frente a la labor del clero y su indiscutible honradez habrían hecho de él un buen gobernante, pero las circunstancias del país no le fueron propicias”.  

    A la postre la sucesión presidencial recayó en Manuel Ávila Camacho, quien fue presidente de México de 1940 a 1946, y dio un cambio de rumbo a los construido en el periodo cardenista. La historiadora Anna Ribera sintetiza: “Así las cosas, Cárdenas dejó la decisión en manos del partido cuya inclinación a favor del poblano ya se había manifestado. Veinte años después Cárdenas confesaría: “pensé que rectificaría el camino iniciado […] pero jamás esperé un viraje de ciento ochenta grados.” Y la analista concluye:

    “Las polémicas elecciones de 1940 dieron el triunfo a Manuel Ávila Camacho, y los almazanistas, que habían parecido dispuestos a todo, se replegaron al verse abandonados por su candidato. La maquinaria de la Revolución y su partido se impusieron para frenar el ascenso de la derecha, pero de forma simultánea para moderar y frenar las políticas sociales, cuya honda huella iría configurando paulatinamente el mito del cardenismo. “Cada seis años el país se vuelve otro país”, dice José Emilio Pacheco. Pero nunca lo hizo de manera tan evidente como en 1940”.

    Seguirá siendo materia de reflexión y análisis porqué Lázaro Cárdenas no optó por uno de los suyos, quién habría profundizado las transformaciones del cardenismo; es significativo que, meses antes de que se definiera el candidato presidencial del partido en el poder, el General Francisco Múgica aseveró:

    “¿Reacción? La reacción ya no existe en México. Después de los sacudimientos de los últimos años; después del Gobierno del general Cárdenas; después de una serie de enseñanzas que el país ha tenido, podemos decir que la reacción no existe. Existirán ciertos sectores que no están de acuerdo con los progresos de las clases laborantes en los últimos años; habrá timoratos ante las grandes empresas que se han realizado; habrá quienes no crean en la obra social; pero no hay grupos que pretendan destruir lo que la revolución ha hecho en un largo y ya consolidado periodo revolucionario. No; no es la reacción, que no existe, a la que se debe temer; es a la indiferencia a la única que debemos combatir; y es necesario combatirla para que el país, al unísono, pueda seguir por el camino de las conquistas que la Revolución ha logrado.”

    No tuvo la razón el valioso General Múgica, la reacción sí existía y siguió existiendo. Actuaron en varios frentes. Al interior del partido emanado de la revolución objetaron las posibilidades de profundizar los cambios emprendidos por Cárdenas; al exterior se agruparon en la candidatura de Juan Andrew Almazán; generaron diques, intrigas y presiones para minar las posibilidades de Múgica y lo lograron, con el resultado final de tener condiciones para desmantelar la obra cardenista en el siguiente sexenio.

    Hoy recordamos la vida y obra de los grandes revolucionarios Lázaro Cárdenas y Francisco Múgica, sus contribuciones a favor del interés nacional, y las lecciones que sugiere revisitarlos con la distancia y elementos que nos permiten ver con más claridad aquellos escenarios.

  • Calumniadores vs Transformadores

    Calumniadores vs Transformadores

    Desde los años de la resistencia, el gran cronista mexicano Carlos Monsiváis sentenció: “AMLO es el político más atacado desde Francisco I. Madero”. Si como opositor fue objeto de terribles embestidas mediáticas, más lo es ahora como Presidente de México, -precisamente porque ha desmontado los privilegios y negocios de las élites de poder político y económico que llevaron al país a la ruina saqueando el erario público durante la larga noche neoliberal-; la guerra sucia sin fin vive todos los días y todas las horas nuevos y desafortunados capítulos, que ante la ausencia de argumentos, propuestas o pruebas de los opositores golpistas, rayan ya en lo absurdo y lo ridículo; como lo es difundir a coro un libelo llamado “Rey del Cash”, cuya narrativa es un acto de cobardía, insulto al sentido común y a la inteligencia, y un atentado contra la ecología -usar el preciado papel en la edición de semejantes bodrios-.

    Entre el 66% y el 70% de las columnas y notas de los periódicos tradicionales sobre el gobierno de AMLO son negativas, en su inmensa mayoría y cotidianamente la prensa adicta al viejo régimen desvirtúa, desautoriza, tergiversa, golpea, calumnia, o miente sobre los actos del gobierno transformador; siguen muy dolidos porque perdieron esa fuente de cuantiosos recursos económicos que recibían del gobierno cuando eran paleros, aplaudidores y porristas de los gobiernos neoliberales; en esos años que eran “dorados” para los dueños de los medios convencionales, se callaba ante los abusos de poder, la corrupción, el saqueo, y los excesos de un modelo que llevó al país a niveles de pobreza y violencia. 

    Los aplaudidores del neoliberalismo, nunca hicieron críticas de aquel modelo como la que atinadamente si hizo y publicó Américo Saldívar el 1° de julio de 2018 en el imprescindible diario La Jornada: “Al hacer un rápido recuento de las últimas décadas del modelo de crecimiento económico, político y social de nuestro país encontramos grandes fallas y déficits que dentro del contexto actual demandan para su superación un nuevo contrato social. Tomemos como ejemplo la vinculación entre los niveles de violencia y el crecimiento del crimen organizado y su correlación respecto del mediocre desempeño de la economía; la inequidad en la distribución de la riqueza y los elevados índices de pobreza, donde cerca de 50 millones de mexicanos viven por debajo de la línea de pobreza; el consumo de drogas en Estados Unidos y el contrabando de armas de EU a México; los niveles de corrupción e impunidad; el gran déficit democrático en el sistema político mexicano y la extrema debilidad de las agencias gubernamentales tanto a escala federal como estatal y municipal.” Para después ilustrar: “De acuerdo con una encuesta nacional, en la década pasada los cárteles de la droga han pasado de seis o siete a 400 grupos criminales, entre ellos los relacionados con secuestros, asesinatos, tráfico de personas (migrantes, mujeres y niños) extorsiones y robo de combustibles. La violencia cubre ya todos los intersticios de la sociedad mexicana que vive atemorizada, donde ocho de cada 10 personas manifiestan percepción de inseguridad”.

    Es ese pasado ominoso del que vienen los antiguos emisarios e hipócritas aplaudidores, que hoy se convierten, ya sin tapujos en calumniadores.

    Una tradición del derecho romano es poner por escrito todas sus sentencias. Así surgieron los primeros libelos para la redacción de los juicios. Con el paso del tiempo, en la tradición occidental fue imponiéndose sus formas para acusar, reprobar o lanzar anatemas o cualquier forma de condena.  Hasta que durante el siglo XVI se terminó de distinguir como pequeñas obras con la finalidad de descalificar y difamar la reputación de alguna persona; y justo por esta intención de injuria frecuentemente eran escritos anónimos o editados de manera clandestina.

    En el presente, este sustantivo ya no refiere tanto a un género literario, como si lo hace de los textos destinados a calumniar a una persona, grupo o ideología; haciendo uso de mentiras, puesto que su intención es causar escándalo. Cuando en el debate político se utiliza el término, no es para descalificar una postura, sino para describir el tipo de escrito y sus intencionalidades. Es el caso, de la enésima estrategia de la reacción conservadora con la publicación del citado “Rey de Cash”,después del bulo producido por la fachada de los pseudo activistas de Guacamaya.

    Solo en medio de un debate viciado de inicio, se puede tomar este texto de resentimiento personal como evidencia de supuestos delitos. Solo en un sector social mediático, acostumbrado al escándalo y a la memoria corta, este “testimonio” puede ser sujeto de atención. Solo en las granjas de bots de las redes sociales se toma la mera opinión como válida por sí misma y la falta de fundamentación como una virtud. 

    No se trata de establecer pies de página frente a cada afirmación que se redacte, pero si es indispensable que cualquier trabajo que se pretende periodístico o de investigación, su referente indispensable tiene que ser la realidad, no las ensoñaciones ideológicas o el rencor que se pretende legitimar.

    Frente a la calumnia, la honestidad es el mayor escudo. Frente a la difamación se antepone la trayectoria y la coherencia de mayor referente de la izquierda mexicana; frente a la mentira contamos con una lucha cotidiana para hacer realidad la utopía de un México sin privilegios. A un proyecto de Nación con justicia social que construimos las grandes mayorías, no lo lastima cualquier libelo. A los calumniadores los venceremos los transformadores. En realidad, ya están derrotados, solo da los últimos y desesperados coletazos el viejo dinosaurio.