Etiqueta: René González

  • Siguiendo los pasos de “López” hasta la victoria

    Siguiendo los pasos de “López” hasta la victoria

    Hoy sabemos que aquellos cientos de indígenas que en 1991-92 caminaron desde la Chontalpa tabasqueña junto con Andrés Manuel López Obrador para exigir justicia y democracia en su estado, jamás imaginaron que aquellos pasos cansinos y curtidos por el asfalto y la terracería de los caminos recorridos, marcarían años más tarde: la bella época del renacimiento de México. Fue la larga marcha de los mil kilómetros un hito fundacional del obradorismo. Dormían en petates y sarapes, al lado de un cuadro de la Virgen de Guadalupe y soñaban una Patria para el humillado.

    El origen humilde y popular del más grande dirigente del México reciente ha significado una fuente inagotable de legitimidad por la congruencia de establecer desde el punto de partida de este proyecto transformador: el amor al prójimo, el amor a la comunidad, y el amor al Pueblo como las premisas y praxis del pensamiento obradodorista. Una nueva cultura política para terminar con el egoísta individualismo de la ideología neoliberal.

    Así como nadie imaginamos que aquel punto de partida derribaría mitos y derrumbaría esquemas ungidos tras décadas de falacias del régimen gatopardista del PRIAN, como el hecho de que era imposible el llevar a un hombre del pueblo profundo, un Morelos, un Felipe Ángeles, un Heberto del siglo XXI a la silla del palacio nacional -cuando más enraizada estaba la podredumbre de la oligarquía-; mucho menos alguien imaginó que lo lograríamos juntos y que además llegaríamos a un punto y aparte, exitoso y brillante, a una costa, a un puerto de luces, a la otra orilla de la esperanza, en un ciclo histórico que en esta etapa desafiante y deslumbrante acaba el 30 de septiembre, pero renace para dar paso al esplendor que simboliza el hecho incontrovertible que ahora una mujer emanada de la voluntad popular estará en esa silla de presidencial, donde nunca en la historia de México se había sentado mujer alguna.

    Vayan estás líneas para aquel señor que vendía videos Beta y VHS del Canal 6 de Julio afuera de Monterrey 50 reseñando el “Éxodo por la democracia de 1991”; también para aquel señor que siempre compartía el periódico que salía de vez en cuando llamado “Corre la Voz…” y que alumbraba de palabras entintadas las marchas de los años 90’s, o el recién finado Mario Renato Menéndez, director de “Por Esto” y de un gran grupo de periodistas independientes que llevaron los ecos de la resistencia de boca en boca; para preservar la lucha democrática del bloqueo mediático, en aquellas jornadas en que la izquierda casi nos conocíamos todos los que íbamos a marchar como una familia.

    Lo que si estoy seguro es que aquellos que caminaron más de mil kilómetros con AMLO en aquellos actos fundacionales como el éxodo de 1991 o la gran marcha silenciosa contra el desafuero de 2005 no lo hicieron empujados por un interés personal o alguna vulgar ganancia individual, sino por el más grande y radical afán colectivo: para todos todo, nada para nosotros.

    Cuando era jefe de Gobierno del DF, los miopes productores de Televisa lo llamaban Manuel López, luego empezaron con que “el señor López”, irónicamente el cineasta Luis Mandoki título así su documental, luego siguieron con “el mesías tropical”, “el dictador de Macuspana”, “tirano” y otros lamentables calificativos desde su errada lógica de intentar desvirtuarlo del cariño del pueblo; pero hoy con un 80 por ciento de aprobación del pueblo de México y aplastados en las urnas, los brillantes intelectuales orgánicos que cilindraban al PRIAN, le tienen que llamar con todas sus letras: Andrés Manuel López Obrador, el mejor presidente constitucional del México reciente.

    El 11 de enero de 1992 en el Zócalo de la capital, Andrés Manuel López Obrador ante la solidaridad del pueblo con el gran Éxodo expresó: “Hemos sido los depositarios de la generosidad de los vecinos que se han manifestado, en el pleno sentido de la palabra, como nuestros hermanos. Creemos saber con exactitud el sentido y el contenido de esta ayuda. Quienes contribuyen se sienten de algún modo representados, no tanto por un partido sino por algo que trasciende las banderas: la causa más general, más amplia, más profunda de la democracia”.

    El 1° de septiembre de 2024, 32 años después de aquel discurso, el Zócalo se vuelve a cimbrar de esperanza, se respira democracia y reina la libertad de expresión, se respeta la voluntad popular, y México ha dicho: por el bien de todos, primero los pobres. Gracias a aquellos que caminando descalzos soñaron la utopía. 

  • “Adiós cara de trapo”

    “Adiós cara de trapo”

    El movimiento zapatista que cimbró México a partir del levantamiento indígena en Chiapas aquel 1° de enero de 1994 fue un movimiento nacional, legitimo, histórico y que, entre otras, tuvo la enorme contribución de poner la cuestión indígena en el centro del debate público, durante el cambio de milenio en nuestro país. 

    Sin duda, permanecen vigentes las expresiones orgánicas que ejercen su participación política desde la selva chiapaneca, y desde las diferentes dimensiones de militancia, simpatía y adhesión a su causa que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional logró despertar en México y el mundo. Todas ellas validas y pertinentes.

    No es objeto de este breve texto analizar o poner en tela de juicio la histórica lucha de los zapatistas y su innegable valor para las luchas del pueblo de México por su liberación, porque si bien el EZLN ha tenido ciclos complejos desde su origen se fundamenta en el legítimo disenso con los grupos del poder; en su caso hay y habrá numerosa historiografía crítica para abundar en este proyecto político y social. 

    En este breve apunte queremos separar el movimiento zapatista -al que siempre respetaremos-, del papel que ha tenido el “subcomandante Marcos o Galeano”, quien en esencia tuvo una serie de posiciones cercanas a los movimientos democráticos, políticos, sociales y populares entre 1994 y 2001 (año de la Marcha del Color de la Tierra que desde San Cristóbal de las Casas llegó hasta el Zócalo y luego llevó a la tribuna de la Cámara de Diputados las demandas del Congreso Nacional Indígena por el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés), y el otro Marcos que desde 2006 y “La Otra Campaña” hasta la fecha ha tenido posiciones púbicas donde se fue diluyendo cómo aquel crítico real y lúcido del viejo régimen que llegó a ser, y se fue apartando lamentablemente de los sentimientos del México profundo, para pasar hoy en día a convertirse en una especie de intelectual funcional del poder y la derecha, pero todavía con capucha. Una trágica caricatura de sí mismo.

    En sus posiciones de hoy en día Marcos olvida que el obradorismo es un movimiento político y social amplio, vigoroso y anclado en las luchas del pueblo contra el neoliberalismo, y fraguado en la resistencia civil, pacífica y activa contra fraudes electorales, privatizaciones y abusos de las elites de poder que saquearon México entre 1982 y 2018.

    Marcos, sospechosamente en los últimos tiempos reaparece -casual-, en momentos definitorios para formar parte de la guerra sucia contra el obradorismo y de la voluntad del pueblo, como en la coyuntura actual donde se da camino al mandato popular de terminar con los privilegios e impunidad para los delincuentes, y otras prácticas que privan en el seno un poder judicial obsoleto y corrompido; y aquí tenemos a Marcos nuevamente descalificando la lucha de Transformación.

    El 15 de diciembre de 2006, apenas unos días después de que el espurio Felipe Calderón usurpara la presidencia de México para llevar al país a un baño de sangre, en un contexto dónde Marco se desentendió del movimiento democrático para hacer “Otra Campaña”, consigna el diario La Jornada que:

    “En una velada que devino airado debate ciudadano sobre el fraude electoral del 2 de julio y los retos de la izquierda, fue presentada la novela Adiós cara de trapo del periodista Jaime Avilés, en su versión corregida y aumentada” realizada en la sede cultural histórica de la izquierda en Monterrey el céntrico y extinto café-bar El Nuevo Brasil, ante un grupo de personas que cuestionaban las críticas del cronista a Marcos, Jaime Avilés reflexionó:

    “Si ustedes lo ven, Adiós cara de trapo no constituye en ningún momento una agresión, un ataque o una crítica al zapatismo o a Marcos en concreto”. Por el contrario, “abarca de la caída del muro de Berlín al momento en que llegan los zapatistas al Congreso a plantear los acuerdos de San Andrés, aunque no les hicieron caso”. 

    Para después dar la mejor respuesta al incongruente papel de Marcos desde 2006 hasta nuestros días: 

    “El título Adiós cara de trapo alude al subcomandante Marcos porque este personaje central del EZLN recientemente entró en una nueva etapa: La etapa en que, como Don Quijote, Marcos enloquece y empieza a decir tantas estupideces hasta que se vuelve el asesor de Felipe Calderón, porque él dijo, antes que nadie, que López Obrador era un peligro para la izquierda, y de ahí surge este epíteto…”

    Nuestro respeto siempre a la lucha ejemplar de los indígenas zapatistas, pero sobre este personaje que se volvió parte del nado sincronizado de los conservadores y sus afanes golpistas, con Jaime Avilés decimos: Adiós cara de trapo.

  • René

    René

    Un texto indispensable para los seguidores y detractores de Andrés Manuel López Obrador: Los años de la resistencia. Orígenes del movimiento obradorista de René González.

    Estamos ya en los días finales de lo que yo he denominado como el “Sexenio del Bienestar” porque para mí es la definición más certera de la magnífica gestión del Presidente Andrés Manuel López Obrador, que se ha caracterizado por las promesas de campaña cumplidas, por las maravillosas obras como el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, el Aeropuerto Internacional Felipe Carrillo, la Refinería “Dos Bocas”, la Refinería de Deer Park, el Tren Maya, el Tren Interoceánico, el rescate de Mexicana de Aviación, los Programas Sociales, las Universidades Benito Juárez, el Banco del Bienestar, la política de Austeridad Republicana en todas las Secretarías de Estado, la nacionalización del Litio, el Derecho a la Salud Gratuita con rango constitucional, la Estrategia Nacional de Lectura (encabezada por la dra. Beatriz Gutiérrez M.) los caminos artesanales de Oaxaca, la lucha contra la Corrupción, la honestidad como bandera y muchas, muchas cosas más.

    Es claro que el Presidente López Obrador ha sido el líder que, junto a sus Secretarios de Estado y el equipo de trabajadores del Gobierno, son quienes han hecho posible el triunfo de la Cuarta Transformación basada en el Proyecto Alternativo de Nación y apoyado, en México y allende a las fronteras por millones de ciudadanos, nos sentimos muy satisfechos de los resultados de esta gestión, a pesar del cerco informativo de los medios de Comunicación y de la Guerra Sucia de parte de la Oposición, que por cierto, además de mentirosa, carece de propuestas y solamente pretende desestabilizar , la aprobación y popularidad de López Obrador es de más del  70% de la población y con el triunfo irrebatible de la dra. Claudia Sheinbaum en las recientes elecciones, dan certeza a la continuidad del proyecto de gobierno que ha puesto al Pueblo como el eje de la gestión.

    El principio de todo esto ocurrió décadas atrás y fueron muchos los que comenzaron el movimiento, pero no les alcanzó la vida para ver al Compañero Andrés Manuel López Obrador en la silla presidencial gracias a un triunfo electoral contundente después de los dos fraudes electorales de 2006 y 2012.

    Y es aquí en donde debemos resaltar y celebrar la llegada del nuevo libro de nuestro compañero de lucha y de trinchera literaria, el talentoso escritor René González quien publicó recientemente, bajo el sello editorial OFICIO, su libro Los años de la resistencia. Orígenes del Movimiento Obradorista y me parece que su texto es una magnífica fuente  para los ciudadanos mexicanos, tanto simpatizantes como detractores, para los estudiosos de los movimientos sociales, para los historiadores, sociólogos, periodistas, interesados en  el acontecer diario y de cualquier persona que desee profundizar a fondo en los inicios de la Resistencia Civil Pacífica y de cada uno de los eventos y elementos que conformaron el despertar de conciencia de millones de ciudadanos que decidimos enfocar nuestros esfuerzos en una auténtica transformación nacional.

    Leer el texto de René González me revivió muchos recuerdos, me hizo rememorar varios eventos políticos que, vistos a distancia me permiten entender mucho mejor la lucha constante de Andrés Manuel López Obrador y que a pesar de todos los obstáculos, de la Guerra Sucia, de las constantes denostaciones y difamaciones y muchas veces, de tener todo en contra, se levantó y como el Ave Fénix resurgió de las cenizas hasta lograr llegar a la Presidencia de México y de ser, el mejor representante del Poder Ejecutivo en muchas décadas.

    La narrativa del Compañero René González es impecable, es el resultado de la experiencia personal pero también de una investigación profunda en la que se entrelazan sucesos, personajes políticos que fueron clave tanto en el progreso nacional como en el retroceso y la corrupción.

    Con este libro volvemos a vivir las marchas, las caminatas, los avances, los retrocesos, los logros y decepciones que experimentamos en algún momento todos los que hemos sido compañeros de ideales y de lucha. En este texto también recordamos el período Neoliberal que benefició a pocos y perjudicó a millones, aunque la prensa insistía en que todo era color de rosa pese a las nefastas consecuencias.

    Este libro es imprescindible y necesario para comprender la realidad social y política del México de hoy, al igual que el libro de Gracias de Andrés Manuel López Obrador, pueden trasmitir a los lectores el verdadero espíritu y motivación real del surgimiento de MORENA como partido político, la importancia de la Convención Nacional Democrática, del Plantón de Reforma y de los pasos de quienes marcharon por las carreteras del país en la lucha por la Democracia siempre siguiendo al líder moral, al político más importante de nuestros días: López Obrador.

  • La juventud en tiempos de Transformación

    La juventud en tiempos de Transformación

    La juventud es una construcción sociocultural en el tiempo y espacio, es la temporalidad etaria uno de sus rasgos fundamentales; pero en México además los jóvenes se han definido también por su participación o involucramiento en los procesos de cambio social. Las identidades de los jóvenes son diversas, y generan también sus propias perspectivas culturales, sociales, políticas, acordes a sus gustos, preferencias, libertades, filias, fobias, etc. Hay jóvenes que participan activamente, otros de manera más silenciosa, algunos a través del ejercicio del voto, y un sector importante lo hace desde sus propias comunidades en diversos proyectos en su mayoría desde la autogestión.

    Lo central de la cuestión de los jóvenes en el marco de la Cuarta Transformación es que los chavos dejaron de ser excluidos y etiquetados como lo fueron en el neoliberalismo; ahora están en el centro de las políticas públicas y son protagonistas de programas como Jóvenes Construyendo el Futuro, para la inserción en el mundo laboral, o Jóvenes Escribiendo el Futuro, para acompañar el derecho a la educación de derechos asociados como lo es una beca para que ningún bachiller abandone sus estudios por razones económicas. 

    Hoy los jóvenes ya no son “Ninis” (que ni estudian ni trabajan) como de manera cínica y cobarde los estigmatizaron los intelectuales orgánicos del neolberalismo, hoy los jóvenes tienen la confianza que marca el deber ser del Estado Mexicano como sujetos de derechos y orgullo del presente y porvenir de un país en crecimiento. En términos generales en el gobierno de AMLO han sido precisamente la educación y el empleo para los jóvenes los pilares del nuevo régimen.

    En el  caso de Jóvenes Construyendo el Futuro, la 4aT ha invertido 109 mil millones de pesos y para inicios de 2024 había ya 2.8 millones de jóvenes beneficiarios, de los cuales el 58 por ciento eran mujeres y el 42 por ciento hombres.

    Este programa consiste en pagar a mujeres y hombres de 18 a 29 años por trabajar durante todo un año como aprendices en fábricas, empresas, comercios, talleres, instituciones, entre otros ámbitos de sectores productivos. Para 2024 los jóvenes reciben del gobierno federal un salario que asciende a 7 mil 572 pesos depositados a través del Banco del Bienestar. Es un programa que se opera a través de una plataforma y sin intermediarios para que efectivamente los jóvenes sean beneficiarios directos. 

    Algo muy importante que ha logrado el programa de Jóvenes Construyendo el Futuro es que de acuerdo a la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2022 realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 6 de cada 10 beneficiarios encuentran trabajo o emprenden una actividad productiva tras participar en la iniciativa; es decir en efecto se insertan en las posibilidades del mercado laboral.

    En el ámbito educativo, el padrón único del Programa de Becas para el Bienestar Benito Juárez correspondiente a 2023 reportó 12.5 millones de beneficiarios con una inversión de 80 mil millones de pesos.

    En educación media superior, el Gobierno de México registró hasta 2023, 5.8 millones de beneficiarios, 48.5 hombres y 51.4 mujeres, con una inversión de 35 mil 600 millones de pesos. En cuanto a educación superior acceden a becas 620 mil estudiantes, 42.6 por ciento hombres y 57.3 por ciento mujeres, a partir de una inversión de 10 mil 900 millones de pesos.

    En el caso de esta política de becas en la media superior, que es la edad más difícil porque es la edad de la adolescencia, se ha logrado reducir considerablemente la deserción escolar, el abandono de la escuela, lo cual es muy importante para a su vez alejar a la juventud de la violencia y los grupos criminales. 

    Los números a veces pueden parecer fríos, pero lo logrado con estas grandes políticas para los jóvenes es histórico, y ofrece un oasis de posibilidades positivas a cientos de miles de vidas, que son realidades, que son personas con sueños, libertades y derechos. Además existe otros programas y políticas a favor de los jóvenes como las más de 200 nuevas universidades.

    Tras la larga y negra noche neoliberal que desmanteló el presente y futuro de generaciones enteras para los jóvenes, la realmente nueva política pone a los jóvenes en el centro significa un oasis de oportunidades; por ello la concientización de lo logrado y las luchas por lo que falta por ganar son vitales. Los jóvenes son transformadores, no reaccionarios ni conservadores.

  • Venezuela como botín de la derecha internacional

    Venezuela como botín de la derecha internacional

    “Extraño dictador ese Hugo Chávez, que sacó a millones de sus compatriotas de la pobreza y el analfabetismo”, ironizó el enorme Eduardo Galeano.

    En América Latina las fuerzas conservadoras se siguen aglutinando en torno a una restauración neoliberal tal como ahora está sucediendo en la Argentina de Javier Milei. Resulta ingenuo pensar que las viejas y nuevas elites abandonarían por convicción democrática, un sistema económico que los hizo beneficiarios de las enormes ganancias que representa el saqueo de los recursos públicos y de los recursos naturales.

    Después de verse contundentemente derrotados en las elecciones presidenciales en México, hoy presenciamos como los personajes más defenestrados del Directorio de la derecha internacional, asumiendo hipócritamente el discurso de la “defensa de la democracia”, se vuelven a articular para intentar desestabilizar el orden constitucional de un estado soberano. 

    Acabar con la Revolución Bolivariana que existe en Venezuela -desde tiempos del comandante Hugo Chávez Frías-, ha sido el objetivo de todas las fuerzas de derecha en América Latina y Europa quienes no tienen reparos en justificar el bloqueo y la asfixia económica que sigue implantado los Estados Unidos. 

    Porque la importancia de Venezuela no es solamente económica y geopolítica en un mundo que se sigue moviendo con el petróleo; sino que, en el contexto de la lucha de los pueblos en contra de la dominación imperial norteamericana, la República Bolivariana de Venezuela es el símbolo que se implantó desde la primera revuelta popular conocida como “el Caracazo” en 1989 y primera derrota en las urnas del modelo neoliberal continental en 1999. 

    A Venezuela, tal como sucedió con Cuba, no se le perdona haber sido en el cambio de siglo el primer núcleo de resistencia que logró demostrar cómo es posible ejercer la soberanía de un pueblo bajo un modelo de desarrollo propio. Desde el primer triunfo electoral de Hugo Chavez hemos presenciado una sostenida campaña de desprestigio contra la revolución bolivariana que lanza el grito histérico que llama dictadores a los gobernantes que se ponen del lado de sus pueblos.

    En América Latina el proceso político en Venezuela, todos los días ha sido demonizado en los medios de comunicación hegemónicos, siendo el parámetro preferido de la derecha para denigrar los procesos populares y nacionalistas. A cualquier proyecto de izquierda se le pretende estigmatizar con “el ejemplo de Venezuela” que se dibuja como “el infierno en la tierra” al que se cae por “la irresponsabilidad de los pueblos que votan por sus representantes”.

    La demonización de Venezuela alcanza incluso a muchos analistas supuestamente “progresistas” quienes se adjudican la atribución de calificar el gobierno de un país independiente, para justificar su intervencionismo en la actual crisis provocada por los resultados de la reciente elección presidencial donde se reeligió al presidente Nicolás Maduro. Con el pretexto de la supuesta defensa de la democracia, cunde la enésima campaña de abierta desestabilización.

    Ahora vemos el auge de quienes justifican un golpe de Estado, tan solo porque no les ha gustado el gobierno que los venezolanos eligieron en 29 de las ultimas 31 elecciones, en este caso por cierto en un proceso automatizado que evita cualquier sospecha. Estamos presenciando como la derecha no duda en llamar (o justificar) la sublevación a las fuerzas armadas venezolanas.

    En esta última semana hemos sido testigos como los medios de comunicación convencionales trasmitían en vivo las movilizaciones que aspiraban a escalar -proclamando muertos que nadie pudo comprobar-, más allá de los actos de las guarimbas o barricadas inducidas por la líder de la derecha desestabilizadora María Corina Machado, quienes cantaban fraude desde días antes de la jornada electoral.

    El último paso en la estrategia de desestabilización es la intromisión del gobierno de los Estados Unidos reconociendo sin pruebas el triunfo del candidato de la derecha, reeditando la pifia de nombrar a un tal Juan Guaido que solo sirvió para legitimar el despojo de los activos internacionales venezolanos en los países “libres”, quienes sí expropiaron los bienes del pueblo de Venezuela.   

    Hoy presenciamos la intervención golpista de viejos actores como la OEA, secundado por gobiernos de derecha latinoamericana tan impresentables como lo son Perú, Ecuador o Argentina; sumamos a la campaña de oligarcas como Elon Musk quienes difunden fake news o promueven llamados en las redes sociales a la violencia y hasta azuzando a la ejecución extrajudicial del presidente Maduro tal como sucedió en Libia con el patrocinio de los Estados Unidos.

    Solo es asunto del pueblo de Venezuela ratificar un proyecto o cambiar en las urnas el rumbo que han tomado. La migración inducida de miles de venezolanos pobres es más responsabilidad de quienes han impuesto cientos de sanciones económicas criminales que pegan a la población de a pie, y de quienes justificaron los abiertos saqueos sobre los recursos como la expropiación de fondos y empresas venezolanas. 

    Los tristes representantes de la reacción mexicana como Marko Cortes y Vicente Fox han encontrado una nueva causa que apoyar después de la humillación que aquí recibieron el pasado 2 de junio; pero, así como nuestros conservadores hacen causa común con los sectores más retrogradas, promoviendo derrocar al chavismo después de 25 años de resistencia popular, nosotros, quienes militamos en la causa de la justicia social y la liberación de la humanidad, no podemos nunca renunciar al principio de la auto determinación de los pueblos.

  • Benito Juárez, el Ministro de la Suprema Corte electo por voto popular

    Benito Juárez, el Ministro de la Suprema Corte electo por voto popular

    Ante cada dislate de los reaccionarios para oponerse al mandato popular expresado en las elecciones del 1° de junio de 2024 (con casi el 60% de la votación nacional que avaló las reformas del Plan C entre ellas la reforma al Poder Judicial), y cuya “intelectualidad” orgánica ha pretendido demerita como una ocurrencia o un método “populista” el hecho de que los jueces y magistrados sean electos democráticamente, a través del voto del pueblo, la historia nacional les propina nuevas lecciones.

    Derivado de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1857, existen antecedentes plenos de que en nuestro país ya se ha empleado el mecanismo del voto para elegir jueces y magistrados.

    El Artículo 92 de aquella Carta Magna dispuso que cada “uno de los individuos de la Suprema Corte de Justicia” duraría en su encargo seis años y sería elegido por el voto popular “de manera indirecta, en primer grado” (de varones solteros mayores de 21 años o casados mayores de 18 años). 

    La correspondiente Ley Orgánica Electoral del 12 de febrero de ese mismo año dividió al territorio nacional en 155 distritos, en los que se nombraron a 80 electores que integraron cada Junta Electoral de Distrito. 

    El 12 de julio de 1857, 12,400 electores eligieron como presidente de la Suprema Corte de Justicia, a Benito Juárez García, junto con 10 magistrados también electos popularmente. A la postre y después de una destacada trayectoria en la Corte, Juárez sería también el mejor presidente de México en su tiempo.

    La discusión pública de la Reforma Constitucional al Poder Judicial ha dado pie a una cascada de opiniones falsarias que, en sus supuestas razones técnicas, no esconden más que su clasismo cuando intentan remarcar que los asuntos judiciales no son propios del común de las personas. Parecería, para los puristas del derecho que quienes no hayan cursado estudios en leyes estaríamos excluidos de tener una opinión valida sobre el ejercicio de la justica en México. 

    Pero para remarcar el carácter político y ético, y no sólo técnico, de la reforma judicial podemos recurrir precisamente a nuestra fértil historia para mostrar como el ejercicio de la justicia no puede ser ajeno los intereses legítimos de las mayorías. 

    La vida de Benito Juárez en la ciudad de Oaxaca es conocida por su propia pluma en sus Apuntes para mis hijos. El camino que recorrió desde su natal Guelatao, hasta titularse como abogado, no está excepto de las dificultades que forjaron su carácter. Siendo un estudiante bajo protección de un religioso, parecía natural su ingreso al Seminario durante los primeros años en que México alcanzó su independencia. 

    En 1827 se inauguraron las clases en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, como primer colegio civil bajo orientación de profesores de tendencia liberal; circunstancia que el joven Juárez aprovechó para dejar sus estudios en teología e ingresar a la catedra en jurisprudencia. Decisión que lo llevó a vivir en carne propia la estigmatización que este nuevo establecimiento recibió en una sociedad que mantenía sus valores coloniales y la excepcionalidad de la Iglesia católica.

    El prestigio moral de Benito Juárez era tal que muy temprano en su carrera profesional fue elegido Ministro suplente de la Corte de Justicia del estado de Oaxaca y en 1933 electo diputado de Congreso estatal, presenciando las primeras rebeliones del partido conservador a sus 26 años. Ya titulado como abogado, fue nombrado magistrado interino de la Corte de Justicia, pero, tras las asonadas contra Valentín Gómez Farías, es por primera vez recluido en prisión por su valiente cercanía con las causas liberales.

    Durante las décadas en que Antonio López de Santa Anna ejerció la dictadura, Juárez siguió profesando el derecho dentro de un sistema judicial injusto que mantenía los fueros de los eclesiásticos, es decir la existencia de tribunales especiales para los integrantes de la Iglesia -que en la práctica era una garantía de impunidad frente a sus constantes abusos en el cobro de obvenciones y servicios personales-. Es desde esa posición de defensor de los pobres donde a él mismo le toca ser víctima de poder intocado de los privilegiados.

    Cuando Juárez como abogado se presentó frente a un tribunal en la ciudad de Miahuatlán, para defender con fundamentos a los habitantes del pueblo de Loxicha que fueron apresados por denunciar a los abusos de su párroco, primero es expulsado del tribunal para después ser privado de la libertad en la misma prisión que sus defendidos. Juárez constató personalmente, como no bastaron sus amplios conocimientos en los procedimientos penales y las leyes vigentes para hacer valer la justicia para los desamparados, cuando el sistema judicial seguía defendiendo los privilegios de los mismos grupos dominantes.   

    Durante esa reclusión que significó una humillación pública, surgió en Juárez la convicción que esa situación no cambiaría a menos que se suprimieran los privilegios de clase. El futuro Presidente de México asumió en este episodio que su tarea era terminar con la injusticia que implicaban los fueros eclesiásticos y militares.    

    Luego de los años de la invasión de Estados Unidos, después de haber sido elegido diputado federal y gobernador interino de Oaxaca, sufriendo el destierro por órdenes del mismo Santa Anna, Juárez es un abierto defensor de la necesidad de una reforma profunda al sistema político. 

    Cuando la revolución de Ayutla triunfa en contra del dictador es nombrado parte del gabinete del general Juan Álvarez para ejercer la cartera de Justica e Instrucción Pública desde donde emite la llamada Ley Juárez de 1855 para suprimir los fueros, tal como se convenció en su reclusión de 1834.

    En el marco de la Constitución liberal de 1857, Juárez, como hemos mencionado, es elegido democráticamente como magistrado y presidente de la Suprema Corte de Justicia. Cuando Ignacio Comonfort se suma al golpe de Estado en contra de esos principios, es Juárez quien asume la Presidencia de México en medio de la rebelión conservadora para derogar la Constitución.

    En la defensa de aquella transformación que implicó la Reforma fueron necesarios para Juárez no solo toda su experiencia como jurisconsulto sino su cercanía con las causas de pueblo explotado. La trayectoria de nuestro Benemérito es el mejor ejemplo que la profesión no es contraria a las convicciones políticas y a una visión con sentido social de la vida pública. En pleno siglo XXI no podemos seguir manteniendo una casta judicial que está convencida que sus prerrogativas están por encima del sufrimiento de quienes no tienen acceso a la justicia. La reforma al Poder Judicial es asunto de todas y todos.

  • Sócrates y la Democracia Corinthiana

    Sócrates y la Democracia Corinthiana

    El Doctor Sócrates era un futbolista con una postura irreverente dentro y fuera de la cancha. No entraba en los cánones de las posiciones habituales, en sentido estricto no era un mediocampista o un delantero, tampoco un extremo, y menos un contención. 

    Era doctor porque en el club decía que estudiaba medicina, pero era futbolista porque en la facultad de Medicina decía ser jugador profesional, aunque en realidad todo parecía un gran pretexto para no practicar una cosa ni la otra, pues no le gustaba la disciplina de estudiar ni entrenar, pero con sus legendarios dones natos fue una leyenda de la cancha y un médico consagrado en la credibilidad de sus recetas. 

    Existe una especie de consenso histórico que la dictadura militar tuvo una duración del 1° de abril de 1964 al 15 de marzo de 1985, y que inició luego del golpe de estado de marzo de 1964 y el derrocamiento del gobierno democrático de Joao Goulart. Cuando el golpe, Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieira de Oliveira, mejor conocido como Doctor Sócrates era un niño de diez años, a quien conmovió intensamente ver a su padre llorar y quemar los libros de la biblioteca familiar por temor a ser detenido, encarcelado o desaparecido por su postura militante.

    Ya en la universidad Sócrates no solo no era un estudiante formal, sino se fue entregando al activismo estudiantil que cuestionaba el régimen militar. Dictadura caracterizada por las violaciones a los derechos humanos, la ausencia de libertad de prensa y expresión, la represión a la oposición política y el anticomunismo como ideología, en un mundo donde permeaba la polarización de la Guerra Fría. 

    En España 1982 Sócrates fue capitán de una de las generaciones más talentosas dirigida por Telé Santana y con jugadores como Zico, Falcao, Toninho Cerezo, y Júnior en la cancha.​ Sin embargo Paolo Rossi de Italia se interpuso en el camino y Brasil no ganó la copa, pero ese esquipo fue recordado en el imaginario colectivo por su juego bonito. El futbol como manifestación artística se llama Brasil 1982 y Sócrates era el alma. 

    En México 86 volvió a ser el alma del último equipo verdeamárela que honró su tradicional estilo; en esa justa fueron eliminados el 21 de junio de 1986 por la Francia de Michel Platini en penaltis, en el que es considerado uno de los 10 mejores partidos de la historia del fútbol. La afición azteca tuvo muy presente que después de los sismos de 1985 el Doctor Sócrates fue un jugador que practicó la solidaridad genuina y portó en los juegos una banda en la cabeza con la leyenda: “México sigue en pie”.

    Se podrían escribir libros enteros de las gestas de Sócrates en la cancha, pero su legado trascendió para situarse en la historia como un hito por su invención insólita: la Democracia Corinthiana. 

    Tras una serie de malos resultados que terminaron con la dimisión del presidente del Corinthians, en abril de 1982 nació la “Democracia Corinthiana”, un movimiento inédito e incomparable en el fútbol brasileño. Sócrates fue impulsor junto a otros compañeros con gran compromiso político como Wladimir, Casagrande y Zenon. Sócrates propuso como salida ante la crisis deportiva recuperar el orgullo construyendo lo colectivo desde la igualdad. 

    El método fue democratizar todas las decisiones, para que todos fueran incluidos en las mismas y todos las defendieran en los hechos. Si no se podía por consenso, se votaba entre todos los jugadores. Eso armó de fuerza interna al equipo, pues antes de cada decisión, sobre temas como la formación táctica, las alineaciones, la forma de encarar un encuentro, los estímulos o castigos, o hasta permisos para viajar, salir de la concentración, no jugar o ir al baño, primero eran discutidos en equipo y luego se definía que hacer respecto de cada cosa.

    En el contexto de la dictadura militar, la Democracia Corinthiana tuvo una gran relevancia que irradió esperanza de la cancha a la tribuna, vislumbrando una manera distinta de afrontar la realidad. El movimiento no solo sirvió para democratizar el deporte nacional, sino también para concienciar a la sociedad brasileña contra la dictadura: en el dorso de la camiseta llegaron a imprimirse frases como “Democracia” y “Día 15 Vote” (en referencia a las primeras elecciones a gobernador en Sao Paulo). La época de la Democracia Corinthiana llevó a la plenitud deportiva. Corinthians, que antes del campeonato paulista de 1977 había estado 21 años sin lograr el título, logró dos consecutivos en 1982 y 1983 definiendo el título a favor las dos veces en la final frente al Sao Paulo FC y solucionó su situación económica. 

    Inventor de esta experiencia democrática casi única en el futbol, tras su retiro de las canchas Sócrates siguió siendo un bohemio, trasnochador e irreverente, no fue muy exitoso en su carrera como entrenador, pero abrió una clínica de medicina deportiva. 

    Su muerte fue tal y como Sócrates pidió en una entrevista de 1983: “Quero morrer em um Domingo e com o Corinthians Campeão” (“Quiero morir un domingo y con el Corinthians campeón”).​ La fecha fue en la madrugada del domingo 4 de diciembre de 2011 y esa misma tarde su equipo se proclamó campeón. Decenas de mantas ilustradas con su nombre -Doctor Sócrates-, ondeadas por la torcida lo recordaron para siempre, como la gran leyenda y alma del Corinthians. Un inusual precursor democrático.

  • La batalla cultural sigue abierta

    La batalla cultural sigue abierta

    El mayor riesgo para el movimiento de Transformación, luego de la contundencia del triunfo electoral del pasado 2 de junio, sería considerar que la historia está resuelta y las fuerzas conservadoras definitivamente yacen nulificadas. A un mes, de la lección de civilidad que el pueblo organizado les propinó en las urnas, esas viejas elites comienzan a lamerse sus heridas y ensayar explicaciones ante su evidente incapacidad para comprender lo que en México sucede.

    Un frente notable de esa oligarquía que se sigue sintiendo desplazada son los autonombrados intelectuales o “comunidad cultural”, identidad que les sirve para distinguirse de los partidos políticos tradicionales, a quienes afirman aborrecer, pero con quienes no dudaron en aliarse. Sería anecdótica la reunión que con ellos tuvo la candidata del PRIAN, encabezada por las cabezas de esas mafias culturales, si no fueran ellos los principales responsables de las campañas negras que ya existían décadas antes de las redes sociales. 

    La estigmatización que sufrió la izquierda mexicana fue promovida por esos intelectuales que supieron acomodarse al orden autoritario impuesto por el viejo PRI y ser los principales beneficiarios de los fideicomisos que promovidos por Carlos Salinas y los panistas, como apóstoles del neoliberalismo. No es extraño, que esos intelectuales orgánicos del poder fueran quienes arrancaron con la caricaturización que se pretendió hacer la trayectoria política de Andrés Manuel López Obrador calificándolo de nuevo “caudillo” y “mesías tropical”.

    Esas elites que aún se adjudican el derecho a calificar la democracia de acuerdo a sus propios intereses, fueron quienes se apropiaron de la noción de “sociedad civil” para seguir distinguiéndose del pueblo. Ellos son quienes desde su supuesta superioridad moral atribuyen a sus propios prejuicios el sentir común de la sociedad que presenten suplantar. 

    A todos ellos, no les gusta ser identificados como representantes de la derecha o del conservadurismo, pues por décadas ejercieron el control de órganos e instituciones públicas como las universidades, promoviéndose como apartidistas o independientes; para desmarcarse de su responsabilidad en la despolitización de las grandes mayorías cuando ellos promueven la separación entre las esferas de la política como esencialmente corrupta y la cultura como libre de todo mal. 

    Pero esa derecha cultural, no puede llamarse a sí misma como democrática desde sus afanes de nobleza y su búsqueda permanente para separarse del pueblo. Ellos mantienen la justificación de su papel en la sociedad desde la visión que concibe a la democracia tan solo como el procedimiento electoral, y en el fondo como una concesión para las masas de parte de las clases ilustradas, que se apoderaron de los fideicomisos y órganos autónomos que han operado.

    No es una tarea menor, tener una lectura de los intereses de clase que defienden esos grupúsculos, ya que la mayoría sigue ocupando posiciones en las instituciones académicas, organismos no gubernamentales o en medios de comunicación. A pesar de su evidente fracaso, son esos sectores quienes generan los argumentos para tratar de erosionar la legitimidad del futuro gobierno elegido en las urnas.  

    La oposición a la reforma judicial, es el más reciente ejemplo, de la concepción elitista de quienes pretende privatizar a la democracia para ellos mismos, reduciéndola al mero proceso electoral, pero no están dispuestos a que quienes no son “especialistas” como ellos, tomen las decisiones públicas, para decir veladamente “la gente que es ignorante”, y no puede decidir sin la orientación de quienes no dejan de sentirse superiores. 

    Esas son las posiciones que defiende la derecha mexicana que no atreve a llamarse como tal, quienes, en palabras de Carlos Monsiváis, nunca han dejado de operar “con su racismo, su cretinismo clasista”. Una expresión actual que ese enorme cronista ya no alcanzó a registrar es la descalificación que sigue haciendo Jorge Castañeda de los mexicanos por “el espíritu tradicional de individualismo y escepticismo de México”

    Por esto, no es raro que solo se alcance a explicar la politización que estamos viviendo como producto del “rencor” y la “polarización” que providencialmente atribuye a la figura malintencionada del presidente Andrés Manuel López Obrador, pero que, en el fondo, siguen atribuyendo a la incapacidad del propio pueblo para decidir por sí mismo, es decir su negación de su ser político. 

    Para quienes asumimos la actividad política como el motor de la transformación social, las palabras de Monsiváis siempre serán una necesaria advertencia, cuando asumimos en el debate público. la “doctrina de la derecha es la hipocresía”. No se deben descuidar los campos de la batalla cultural.

  • ¡Gracias! Próxima estación: 2 de junio

    ¡Gracias! Próxima estación: 2 de junio

    Amor con amor se paga. El domingo 2 de junio millones de mexicanos estaremos ejerciendo nuestro derecho constitucional al voto, de manera legal, legítima, ética, pacífica y democrática haremos valer la voluntad popular que respalda la gesta de reconstrucción nacional encabezada por Andrés Manuel López Obrador. Desde 2018 en México ya no mandan las elites corrompidas, el que manda es el Pueblo organizado. Desde 2018 el pueblo dijo “no más PRIAN” y este 2 de junio los vamos a terminar de sacar, pues solo yacen sus vestigios parapetados en algunas instituciones corrompidas que falta por limpiar.

    Cada voto será un reconocimiento al mejor presidente en la historia del México reciente, el que por primera vez en décadas volteó a ver a los desprotegidos, los oprimidos y los antes humillados; hoy estamos de pie orgullosos nuevamente de nuestro país y de ser mexicanos. Gracias a los cimientos de la Transformación emprendidos y diseñados por mujeres y hombres libres, voluntarios y anónimos que han acompañado en esta hazaña al movimiento obradorista desde sus raíces. Hoy se recupera el Estado Democrático de Derechos y Bienestar.

    Tenemos una tarea indiscutible cada uno de los que nos reconocemos como militantes del cambio verdadero en México, y es contribuir en el marco de la legalidad a la movilización de todos los que se han comprometido con el sufragio a favor del proyecto de Nación, que en adelante enarbolará la Dra. Claudia Sheinbaum, quien será la primera mujer en llegar a la presidencia de México. Cada uno de nosotros debe erigirse como un concientizador y un movilizador; no olvidemos que el viejo dinosaurio nos contempla virulento y añorando repetir sus viejas mañas para judicializar y descarrilar los procesos electorales.

    Es importante prepararnos desde días antes, hacer un listado de todos nuestros amigos, vecinos y familiares que están del lado correcto de la historia, el recordatorio fraterno para la nueva cita con la historia es imprescindible. Una avalancha de definiciones por el Plan C es la condición para alejar a los reaccionarios de toda tentación golpista; como en 2018 la participación más amplia es el antídoto ante las remoras del clientelismo y de los tontos útiles a los poderes fácticos.

    Ante la jornada del 2 de junio, en la reflexión más íntima, la que siempre evoca a la esperanza en el porvenir, dar las gracias se convertirá en un nuevo umbral de esperanza, en la consolidación del Humanismo Mexicano, y en la posibilidad real de que el obradorismo permanecerá como corriente histórica, filosófica, de opinión y sobre todo de participación para la Transformación, más allá de 2024, y como hilo conductor del renacimiento mexicano del siglo XXI.

    Es preciso recordar lo que escribió AMLO en su reciente libro, titulado precisamente Gracias, que en su página 548 declara:

    “La última reflexión es que les doy Gracias a muchos, a millones, mujeres y hombres, de antes y de ahora, precursores, conocidos y anónimos, pero siempre fieles y generosos, que me dieron su confianza en mi larga travesía para ayudar con mi imaginación, ideales y trabajo en la transformación de México, en bien de nuestra generación y, sobre todo, de los que vendrán después de nosotros. Ofrezco a mis adversarios sinceras disculpas: nunca pensé en hacerle daño a ninguna persona y me retiro sin odiar a nadie. Espero que comprendan que, si me expresé con dureza y radicalismo, lo hice siempre con el fin de alcanzar la bella utopía, el sublime ideal de amor al prójimo”. 

  • Historias de Apodaca, 2da Parte

    Historias de Apodaca, 2da Parte

    El pueblo trabajador de Apodaca, a pesar de seguir siendo relegado en el ejercicio de sus derechos, siempre ha dado muestras de sus hondos valores culturales que impulsan su laboriosidad para cumplir las tareas cotidianas. Baste mencionar dos ejemplos que corresponde a personajes quienes marcan la historia de nuestro municipio, como elocuentes muestras de los sólidos principios que este pueblo enarbola.

    Salvador de Apodaca y Loreto.

    Somos orgullosos de llevar el nombre de un insigne religioso que siempre supo ponerse del lado de los humildes. Salvador de Apodaca y Loreto nacido a mediados del siglo XVII (1769) en la ciudad de Guadalajara, cuando aquella era la capital del Reino de Nueva Galicia. Su vida estuvo vinculada a aquel territorio del occidente donde hizo su carrera eclesiástica, ordenándose como sacerdote en Durango, para comenzar siendo cura de las minas de Mazapil, Zacatecas. Y luego ser el responsable de los impartir los sacramentos en los pueblos de Zapotitlán, Tuxcacuesco, San Gabriel, Mascota y Sayula.

    Ese contacto con la gente le ayuda al joven sacerdote a forjar su carácter piadoso y practicar aquellos pequeños gestos que lo hicieron ser reconocido entre sus feligreses. Porque su práctica se orientaba a hacer coincidir el bienestar espiritual con las mejoras materiales de la población, por eso establecía escuelas para niños, al mismo tiempo que promovía obras en beneficio de la colectividad.

    Cuando el reconocimiento a sus virtudes aumentó, fue llamado al Seminario Conciliar para formar nuevos sacerdotes, pero sin perder su alto aprecio por la caridad y su cercanía hacia los pobres; porque siendo maestro de teología, sus estudiantes dejaron constancia por la cercanía que siempre les manifestaba.

    A pesar de rechazar constantemente los honores que se le conferían; no declinó la alta responsabilidad cuando el gobierno de la Republica lo propuso para ocupar el obispado de Linares a más de 250 leguas de distancia, así recién cumplido sus 75 años llegó en lomo de mula a este territorio en enero de 1844.

    Solo bastaron seis meses para que su práctica desprendida de los bienes materiales le atrajera grandes simpatías entre la población de Nuevo León, cuando constataron que la mayor parte de su salario era invertido en sostener el Hospital de Pobres, porque a pesar de su alto encargo él siempre optó por sobrevivir con lo necesario. Este genuino amor por el pueblo fue suficiente para ganarse el mismo aprecio con que fue recibido y acompañado hasta el día de su fallecimiento. Ciento ochenta años después su memoria vive en la identidad de todos quienes habitamos esta ciudad y municipio de Apodaca

    Moisés Sáenz Garza.

    En pleno régimen porfirista a fines del siglo XIX, nació en medio de grandes carencias uno de los hijos más brillantes de Apodaca y del mismo estado de Nuevo León, el maestro Moisés Sáenz Garza. Gracias al esfuerzo familiar y a una beca en una institución privada logra cursar la primaria en Monterrey, para comenzar una brillante carrera académica que lo llevó a titularse como maestro normalista, y más tarde, se especializó en Estados Unidos en ciencias químicas y biológicas, así como obtener un doctorado en filosofía.

    Con ello, se terminó de definir su interés por los problemas educativos, reconociendo las enormes necesidades que aquejaban a México en pleno periodo revolucionario. Posteriormente, ingresó como funcionario del gobierno de Venustiano Carranza para impulsar el sistema de escuelas rurales que el mismo pueblo demandaba y proponer el sistema de educación secundaria tanto en las ciudades como en el campo.

    Sus aportes a la educación son de primer orden, no solo porque implanta los principios de la educación progresista del pedagogo norteamericano John Dewey, sino porque elabora el diagnóstico de la educación tradicional que se reproduce a todos los niveles como instrumento del orden político porfirista.  Así es como también colabora para reformar planes y programas de la Escuela Nacional de Maestros, de la Escuela Nacional Preparatoria y de la misma Universidad Nacional, donde se desempeña como docente.

    A pesar de los vaivenes de la política en plena revolución, también se siguió desempeñando como funcionario educativo en Guanajuato, en el Distrito Federal y en la propia SEP. Fue precisamente esa experiencia lo que terminó por acercarlo a los pueblos indígenas de México para reflexionar sobre sus necesidades. Es así como el maestro Sáenz se convierte en uno de los principales exponentes del indigenismo como política pública dirigida a la integración de la población con mayores carencias económicas como una de las demandas más sentidas de la Revolución Mexicana.

    Su fructífera carrera lo llevó a representar a México como diplomático en países latinoamericanos como Ecuador y Perú donde siguió con sus estudios de campo para proponer acciones indigenistas con la convicción de sacar a amplios sectores de la población de lo que, en ese tiempo, se consideraba un atraso cultural que los condenaba a la pobreza. Su sólida formación lo condujo a convencerse que solo la educación científica podría ser la solución a ese atraso, argumentos que siguió esgrimiendo hasta su temprana muerte a los 53 años.

    Hoy guardamos la memoria de estos insignes ciudadanos de Apodaca, como muestra palpable que la búsqueda del bienestar para todos, siempre ha sido un motor para salir adelante, sin renegar de nuestra cultura y practicando nuestros valores.