Etiqueta: René González

  • Universidad gratuita y popular

    Universidad gratuita y popular

    Uno de los capítulos más intensos de la larga lucha del pueblo de México contra el neoliberalismo lo escribieron los estudiantes universitarios del Consejo General de Huelga de la UNAM, a fines del siglo XX. Las chavas y chavos del ´99 le arrebataron al poder la agenda de la vida pública nacional durante más de 9 meses, a partir del estallido de la huelga contra la privatización de la máxima casa de estudios del país, implementada como última medida -después de movilizaciones masivas, foros, consultas y llamados al dialogo-, que las autoridades de Rectoría y del entonces PRI- gobierno no atendieron.

    En tiempos de transformación -donde se fundan nuevas universidades gratuitas para garantizar la cobertura del nivel superior a las subsecuentes generaciones, y donde se entrega de manera universal una beca para que los jóvenes del bachillerato público no abandonen sus estudios por razones económicas-, es preciso recordar que fue el movimiento estudiantil de 1999-2000 uno de los protagonistas más consecuentes en defender la educación pública en su carácter gratuito y popular, en momentos donde, la clase política casi por unanimidad, y todo el aparato mediático estaban entregados a los afanes de los tecnócratas de mercantilizar también la educación pública.

    Prácticamente un cuarto de siglo después, comienzan a presentarse desde diversas ópticas, diferentes publicaciones que a la luz del testimonio, la memoria histórica, el análisis de coyuntura, la crítica y la autocrítica invitan a los jóvenes de corazón y jóvenes de ahora, a revisitar aquellas jornadas rojinegras, en las que el movimiento estudiantil incomodó, resistió y frenó las aspiraciones de las élites políticas y económicas del antiguo régimen para hacer de la educación pública otro aberrante negocio. 

    Porque es justo la distancia histórica la que comienza a descubrir la enorme dimensión ética y política que tuvo la resistencia estudiantil al neoliberalismo, y sin la cual no se podrían explicar los cambios que hoy están regenerando un estado de Bienestar y derechos sociales anclado al México de los de abajo.

    En enero de 2024 se ha dado a conocer el libro “Universidad gratuita y popular. Ecos de la huelga universitaria de 1999-2000” con la notable coordinación de José Luis Cruz Sánchez por la editorial Libros del Alicate, publicación que se suma a “Memorias del CGH, a 20 años de la huelga de la UNAM” publicado por CNDH en 2022; insumos que implican un proceso de revisionismo histórico precisamente de los ecos y consecuencias de la compleja lucha por el derecho a la educación gratuita. 

    “Universidad gratuita y popular. Ecos de la huelga universitaria de 1999-2000” está nutrido por una veintena de voces, y el prólogo del profesor universitario Javier Torres Parés; plumas que desde diversos ángulos y corrientes del movimiento participaron en los acontecimientos, para hoy recuperarlos y también para indagar acerca de los rasgos de una generación -que de manera pacífica pero no pasiva- se le atravesó con cuerpo y alma a todo el poder de un régimen fundado en la corrupción, la degradación moral y el despojo. 

    En su texto Diana Fuentes recupera una entrevista a Higinio Muñoz, uno de los personajes más entrañables, visibles y coherentes del movimiento, quien señaló que la camada de jóvenes que tomaron la UNAM el 20 de abril de 1999, no eran esa “Generación X”, nombre con el que despectivamente se había querido estigmatizar a los chavos de la época, al caracterizarlos por “el desánimo, el escepticismo y la incapacidad de reaccionar ante el entorno”; por el contrario, se trató de una generación que despertó ante la crisis, con un profundo sentido crítico, incluso de cara a las propias izquierdas, para dar una batalla real al sistema político y económico en su conjunto. Una batalla que hoy en día sigue ofreciendo lecciones culturales.

    Asimismo, sobre los sellos de dicha generación del cambio de milenio, Javier Torres Parés refiere en el libro: “Generosidad, soledad, autenticidad, son tal vez los rasgos más notables que se desprenden de la lectura de estos testimonios y reflexiones. El lector juzgará. En todo caso queda una certidumbre, aquella huelga señaló la presencia de una generación que hoy permanece de muy diversos modos en el escenario de la reconstrucción del país y su experiencia no puede ser negada”.

    No olvidemos que, aunque logró su objetivo de detener la privatización de la UNAM, la huelga fue duramente reprimida, hubo desaparecidos, y cientos de encarcelados en su epilogo en febrero del 2000. Por ello, queda para la reflexión de nuestros días y de las generaciones de este siglo, en especial para los jóvenes de la propia UNAM -y de ahí la importancia de este nuevo artefacto de la memoria-, la conclusión del entonces activista Joel Simbrón: 

    “Es necesario superar la derrota y no indigestarnos con supuestos triunfos, porque a pesar del incipiente tránsito democrático que vive el país, hay una agenda pendiente que deberán tomar los jóvenes universitarios de hoy: el presupuesto asignado a las universidades públicas es insuficiente y los recursos deberán transparentarse; las obsoletas formas de gobierno de la UNAM deben democratizarse para estar a la altura de las circunstancias políticas de la transformación; todavía existen excluidos de la educación, por lo que se deberá exigir la apertura de más lugares en el bachillerato universitario y las licenciaturas, hay que recuperar los dos turnos que desaparecieron en el CCH; hacer cumplir la gratuidad definitiva de la educación superior, es decir que, para transformar y democratizar la máxima casa de estudios, es indispensable pugnar por la realización de un congreso universitario resolutivo”. 

    La discusión sobre el papel de la UNAM en tiempos de transformación del país, y del acceso al derecho universal a la educación pública, gratuita y de calidad desde preescolar hasta el doctorado, tiene más vigencia que nunca en un 2024 de definiciones. 

  • “La casa del sol naciente”. José Agustín

    “La casa del sol naciente”. José Agustín

    El 16 de enero el termómetro rompió la barrera de los cero grados en Monterrey, Nuevo León. Al día “más frío del año” le antecedió el afamado ‘Blue Monday’, conocido como “el día más triste del año”, que fue el lunes previo. Sí, éstos han sido días muy tristes, sombríos y helados. Demasiado helados. Provistos de una descomunal melancolía.

    Ha sido un 16 de enero cuando el escritor mexicano José Agustín ha partido, después de una larga agonía en vida -de más de tres lustros-, originada en el año 2009, cuando sufrió una caída desde un escenario a una altura considerable, mientras se encontraba en un festival compartiendo con fraternidad y desparpajo su pasión por la literatura y la música con sus legiones de seguidores, cómo lo hacía siempre que se le miraba en público.

    Posterior a la mala circunstancia del accidente que truncó su devenir literario, el escritor encontró refugio en el infinito e irradiante amor de su familia, en su eterna morada de Cuautla, y quizá pensando en las lecciones del I Ching -al que era asiduo- retomó aquella sentencia que dice: “Cuando prevalece la influencia de los hombres inferiores, la actividad fructífera se hace imposible, ya que sus fundamentos son erróneos. Prevalece la desconfianza mutua. El hombre superior no debe dejarse tentar por las ofertas para participar en la vida pública. No debe exponerse al peligro y soportar la mezquindad de los demás. Debe preferir retirarse”. Entonces, en esencia desde 2010, fueron escasas las apariciones en público del notable cronista rocanrolero y se adentró en los pliegues de una enfermedad larga, silenciosa, desconocida, y por supuesto muy dolorosa. 

    De este exilio José Agustín hurgó en el inventario de sí mismo, las últimas jornadas de vida, en un viaje insólito que sólo su familia, su esposa Margarita, y sus hijos Jesús, José Agustín y Andrés han resguardado en las paredes del corazón y del amor del bueno, y del cual expresamos nuestro profundo respeto. 

    Pero, es en esta mala hora cuando podemos decir con toda certeza, que el sueño no ha terminado. Ante los aspavientos de la nostalgia, se impone una luz diáfana que habrá de escribirse con otras visitas a ese hermoso recinto literario, para siempre descubrir en él nuevos caminos y enseñanzas, de aquella rebelde e insuperable catedral de la contracultura en México, llamada José Agustín; y será, cada que suenen los primeros y evocadores acordes de “La casa del sol naciente” en la versión de Eric Burdon & The Animals, la indescriptible señal, de que el radiante estruendo de sus letras es un sueño que apenas comienza, con el atizar de las campanas bajo el volcán.

    El domingo 21 de agosto de 2016, días después de cumplir 72 años, en el Palacio de Bellas Artes los escritores Juan Villoro, Enrique Serna y Rosa Beltrán rindieron tributo a su obra De perfil que entonces cumplía 50 años. La sala Manuel M. Ponce fue insuficiente, y se desbordaron éste y otros foros del palacio de mármol, en su mayoría por jóvenes de todas las latitudes de la ciudad y la periferia. Nadie retrató la juventud de la segunda mitad del siglo XX como José Agustín, nadie le dio sueños, vida, luces, sombras, barcos y naufragios a los chavos como lo hizo él. Fue la última vez que la gran mayoría de sus lectores lo vimos. Al final del concurridísimo acto, el escritor, que había formado parte del público dijo haberse sentido “a toda madre”, y aceptó compartir fotos y autógrafos con una inmensa fila de personas a las que atendió con humildad en una mesita al costado del foro, ya cansado por la enfermedad, pero muy despierto y derrochando camaradería como siempre, revisitándose con los suyos, los personajes de la malegría, noctámbulos y excepcionales surgidos de sus páginas.

    Aquí no hay despedida, aquí no hay punto final, aquí nadie se rinde. Aunque nadie sale vivo de aquí, quedan en el imaginario y en los horizontes de todos los cielos aquellas Ciudades Desiertas donde la luna es un hospital para locos vagabundos, y las letras y rolas encomendadas por José Agustín, son, el sonido, la brújula y el cáliz para quienes queremos seguir soñando otros mundos posibles. “Éramos la pura inercia…”

  • Los años de la Resistencia. Una contribución fraterna al obradorismo

    Los años de la Resistencia. Una contribución fraterna al obradorismo

    Hoy venimos a dar a conocer un modesto y fraterno aporte para el debate político mexicano.  

    “Los años de la resistencia. Orígenes del movimiento obradorista” es un libro que hace honor a la memoria colectiva de tantas y tantos compañeros que se nos han adelantado.  Compañeras y compañeros, muchos de ellos anónimos que no alcanzaron a ver concretada esta trasformación que hoy protagoniza el pueblo de México. Cada obradorista es una historia de dignidad y lucha.

    Se trata de un ejercicio de la memoria necesaria en tiempos que el inmediatismo se propicia en las redes sociales y la estridencia fácilmente se apodera del debate público. 

    Porque la memoria es la primera fuente de la historia que se escribe, como herencia de todas las generaciones que nos antecedieron, pero sobre como patrimonio común para las generaciones del porvenir. 

    Pero sobre todo de la historia colectiva que se construye todos los días es el asidero para abrevar y nunca perder el rumbo, el amor a la comunidad y al pueblo, porque aquí nos salvamos juntos y nos salvamos todos.

    Soy parte de una generación en la que presenciamos siendo niños la crisis provocada por la caída voluntaria de la Unión Soviética, y con ella, el abandono de muchas de las utopías del siglo XX, como lo fue el mundo socialista. Fuimos testigos del publicitado “Fin de la Historia” que asumieron los propagandistas del Libre Mercado, cuando en Europa derribaron el Muro de Berlín como un nuevo espectáculo para las masas.

    Pero lo que más nos marcó fue presenciar en 1988, cuando nuestros propios familiares se movilizaron en las calles y plazas públicas de todo México, para volver una vez más a levantar a la izquierda mexicana del fraude electoral que los priistas del salinismo cometieron en contra del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas.

    Presenciamos los años del neoliberalismo triunfante como ideología que penetró en todas las instituciones públicas durante la larga noche de 40 años; al mismo tiempo que se remataba a manos privadas y extranjeras la riqueza nacional. 

    Fuimos afortunados de ingresar a la universidad pública, donde el neoliberalismo también pretendió echar raíces, queriendo chantajearnos con sus reformas en forma de cuotas o colegiaturas que alardeaban: “no nos tocaría a nosotros, sino a los que venía detrás”, como si los hijos del pueblo fuéramos igual de indolentes y negligentes como lo han sido los tecnócratas y doctrinarios del neoliberalismo. 

    Somos esa generación de “radicales” que tomamos la universidad por 9 meses para que nunca se cerrara a los hijos de campesinos y obreros; y a pesar de la estigmatización proveniente de los medios de comunicación, y el trabajo sucio de los órganos del Estado, mantuvimos firme la huelga de la UNAM hasta el final, porque la demanda de gratuidad que ya estaba incluida en el Artículo 3° Constitucional.

    Pero oponernos a la implantación del neoliberalismo en la educación superior nos dejó marcados, formados y firmes, pues retomamos las banderas de la resistencia en todos los lugares y espacios donde era necesario oponer el bien común y las necesidades de las mayorías populares, a los privilegios de los pocos y la acumulación de la riqueza en manos de las mismas viejas elites. 

    En estos tiempos en que la historia vuelve a tener un lugar central como maestra de la vida, donde podemos cuestionar las ideologías que justificaron el triunfar a toda costa y el individualismo egoísta, no minimicemos las lecciones que nuestra experiencia como luchadoras y luchadores por las causas justas nos dejan. 

    Habrá obradorismo después de 2024, porque las reivindicaciones urgentes del pueblo por justicia seguirán aquí, en el corazón de las luchas del porvenir, lo mismo que los ancestrales valores de solidaridad y fraternidad del México profundo que son la raíz y motivo que el dirigente y presidente Andrés Manuel López Obrador siempre ha sabido interpretar para ponerse al frente junto con el pueblo organizado para desplegar la Cuarta Transformación que recién está por consolidarse.

    Venimos a contradecir el conformismo y el conservadurismo, venimos a decir que una Patria justa, solidaria, digna y fraterna, una Patria para el humillado si es posible. Las lecciones del obradorismo datan del largo recorrido de los precursores de la lucha por la democrática de 1988 hasta nuestros días, y de haber superado la falsa idea de que nuestro movimiento era “un peligro para México”, por el contrario, arribamos a la evidencia de que es el propio pueblo el que está salvando al pueblo y a la Nación. Les invitamos a conocer el libro “Los años de la resistencia” porque la arquitectura de la revolución de las conciencias apenas comienza a expresarse. 

    • Contacto para acceder al libro: Facebook @CamaradaRene Tel. 8125861134
  • El año de Felipe Carrillo Puerto

    El año de Felipe Carrillo Puerto

    Este 3 de enero de 2024 se conmemora el centenario del fusilamiento del gobernador socialista de Yucatán, Felipe Carrillo Puerto, a manos de los partidarios de la rebelión promovida por el general Adolfo de la Huerta en contra de presidente Álvaro Obregón. En toda la península yucateca su memoria fue preservada como uno de los escasos gobernantes que se colocó de lado de las mayorías pobres y humilladas, oponiéndose a los intereses oligárquicos que durante siglos han explotado y hasta esclavizado al pueblo maya. Por ello el pueblo lo recuerda con honor y sentimientos de esperanza.

    Este 2024, la figura de Felipe Carrillo Puerto adquiere una dimensión nacional al ser homenajeado merecidamente por el Gobierno de México, recuperando su trayectoria de ferviente revolucionario, precursor del socialismo mexicano y defensor del pueblo oprimido, de la misma manera que se hizo con la figura del general Felipe Ángeles, el militar porfirista que supo ponerse del lado de las causas democráticas y de justicia social que enarbolaron los revolucionarios Francisco I. Madero y Francisco Villa. 

    Homenajes justos porque en el caso de ambos revolucionarios de nombre Felipe, son personajes pocos conocidos por la mayoría de los mexicanos, y hasta han sido relegados por la propia historiografía de los tiempos del viejo régimen, siendo objeto más de anécdotas, que, de una justa valoración sobre su influencia política y social en el contexto de tiempo, pero, sobre todo acreedores a un necesario reconocimiento sobre su legado en el presente. 

    En el caso de Carrillo Puerto, su trayectoria política corrió en paralelo con las disputas del siglo XIX que tuvieron como escenario a la Península de Yucatán. Felipe nació en los tiempos, en que una gran cantidad de comunidades mayas seguían en abierta rebelión, como extensión de la llamada Guerra de Castas que estalló en el lejano año de 1847. 

    El oriente y el sur de la península fueron por décadas territorios insurrectos donde los militares porfiristas organizaron sucesivas incursiones en represalia de los mayas cruzoob que llegarían a fundar su capital militar y religiosa en Chan Santa Cruz. En cambio, el norte y poniente de Yucatán fue el área donde los herederos de la vieja oligarquía colonial, con apoyo de inversionistas extranjeros, desarrollaron la prospera industrialización del henequén que atendió por más de medio siglo a la industria naviera mundial.    

    Ese es el origen de la llamada “Casta Divina” conformada por los viejos hacendados que durante el porfiriato recibieron todo el apoyo oficial para hacer prosperar esta industria privada, por medio del trabajo esclavo de los propios mayas insurrectos, más la abierta explotación del resto de la población yucateca. Este, es precisamente el drama que John Kenneth Turner retrató en su célebre reportaje México Bárbaro, donde en su calidad de extranjero, logró convivir con esa plutocracia nativa favorecida y defendida por el régimen de Porfirio Díaz. 

    Pero para los habitantes de la península de Yucatán, no era excepcional aprender desde niños la lengua maya siendo inmensamente mayoritaria la población originaria desde tiempos de la colonización española. En el seno de una familia de comerciantes de Motul como fueron los Carrillo Puerto, no fue extraño que, por medio del periodismo o la literatura, surgieron las reivindicaciones sociales y políticas que hicieron a Felipe y a su hermana Elvia, participar en tiempos de anti reeleccionismo, en las campañas políticas por la gubernatura yucateca, y cuando el fraude se volvió a consumar, sumarse al Plan de Dzelkoop, que pretendió derrocar al personero de la oligarquía yucateca Olegario Molina.

    Las consecuencias de su militancia política llevaron a Carillo Puerto a prisión, para después salir exiliado de Yucatán, tomando partido por diferentes facciones, hasta que en 1914 se integró a las fuerzas del Ejercito Libertador del Sur, primero como coronel de caballería donde obtuvo experiencia militar y más parte, se formó como agrarista en la Comisión Agraria del distrito de Cuautla de los propios zapatistas. Con la presidencia de Venustiano Carranza, quien nombró a Salvador Alvarado gobernador de Yucatán, más la promulgación de la Constitución de 1917, todas las inquietudes políticas de Felipe Carrillo Puerto se sintetizaron en su propio ideario socialista, y su abierto apoyo a las medidas de justicia social que implanta Alvarado en contra de los intereses de la propia “Casta”, y que el gobernador caracterizó como “reaccionaria, privilegiada y esclavista”.

    Este es el momento donde la huella de Carrillo Puerto comenzó a trazarse en Yucatán con la fundación del Partido Socialista Obrero de Yucatán, al visitar el nuevo territorio de Quintana Roo para asesorar a los productores chicleros en contra de los intermediarios, hasta que fue elegido diputado y apoyó al primer gobernador del partido socialista. Pero sus ideas y posturas a favor de Obregón lo hicieron volver al exilio, hasta que el triunfo del Plan de Agua Prieta en contra de Carranza le permitió volverse candidato y ganar la gubernatura yucateca que ocupó en febrero de 1922.

    En menos de 2 años con sus acciones de gobierno en favor de los más pobres, Felipe Carrillo Puerto marcó su legado como protector de los mayas, promoviendo medidas de elemental justicia social que minaron la autoridad de la antigua oligarquía criolla y actos simbólicos que desacralizaron la autoridad despótica de la iglesia católica., como los llamados “lunes culturales”. Porque si bien, su detención y fusilamiento se dieron en el marco de una nueva asonada como fue la rebelión delahuertista en contra de Obregón; es innegable que los promotores de su muerte fueron los propios integrantes de esa “Casta Divina” a la que afectaron las medidas revolucionarias como el reparto agrario y la prohibición de la esclavitud por deudas.

    Reivindicar la figura de los Carrillo Puerto, tanto Elvia como su hermano Felipe, no solo debería depender de su indiscutible lugar como precursores de muchas de las luchas y derechos, que hoy son parte del patrimonio cívico y político de todas las mexicanas y mexicanos. Su legado también están en la forma militante que desde jóvenes dieron a su vida, orientada siempre por la búsqueda del bien común, de las causas que los rebasaron como individuos. 

    En estos momentos de transformación cultural, en que el ejercicio del gobierno tiene que dejar de concebirse como la oportunidad de servirse a uno mismo y a los allegados; la actividad política en la vida de Felipe Carrillo Puerto siempre fue guiada por el sacrificio a favor de los humillados y la construcción del ideal de una sociedad igualitaria y solidaria con los necesitados. 

  • La política de bienestar de AMLO

    La política de bienestar de AMLO

    A cinco años del inicio de la Cuarta Transformación es necesario hacer un balance de la política social implementada por el Presidente Andrés Manuel López Obrador para atender la enorme brecha de desigualdad económica que México heredó de las casi cuatro décadas nefastas de gobiernos neoliberales. Porque aunado a la herencia de violencia criminal producto de la irresponsabilidad de la clase política que necesitaba legitimarse después del fraude electoral del 2006; se suman las políticas privatizadoras y desregulatorias de signo neoliberal, que comenzaron a implementarse en el sexenio de Miguel de la Madrid; siendo sus resultados la pobreza y exclusión de las grandes mayorías.

    En el actual sexenio se demostró que no solo importan los resultados a nivel macro-económicos, si ese cambio de orientación no repercute en la vida cotidiana de las personas. Por eso, hay que resaltar todos los niveles históricos que se han alcanzado en la situación concreta de los trabajadores mexicanos, cuando en este 2023 que estamos cerrando se alcanzó un nivel record de 22 millones 409 mil trabajadores formales registrados en el IMSS, así como un nuevo aumento del salario mínimo del 20% y la disminución del desempleo a una tasa mensual de 2.6%.

    En apoyo a la economía popular se suman las acciones para seguir reduciendo el nivel de inflación que globalmente se disparó como consecuencia de los efectos combinados de la pandemia y el conflicto armado en Europa, que en este mes de diciembre alcanzó 4.32%, cuando el promedio proyectado en el mundo ha sido del 7%. Estos resultados en el cambio del paradigma económico, en perspectiva del propio Presidente puede sostener un pronóstico de crecimiento en la economía para los 6 años de su sexenio en 1.3% anual, recuperándonos de la brutal caída del 19% producto de la pandemia.  

    Pero lo que es más notable porque implica millones de vidas, es la reducción de las personas en situación de pobreza pasando desde el 41.9% en 2018 a 36.3% en 2023, de acuerdo a los indicadores que sirven para medir la desigualdad (coeficiente de Gini) y que demuestran cómo se redujo 20 veces la diferencia entre los mexicanos más ricos con respecto a los mexicanos más pobres, reduciendo esa brecha de 35 a 15 veces entre las elites con respecto a los menos favorecidos.

    Sin embargo, no basta el fomento a todas las actividades productivas desde una perspectiva popular y nacionalista en la economía, porque ha sido necesario poner atención inmediata desde el inicio del sexenio a difícil situación de amplios sectores de la población que por sus condiciones específicas no siempre tienen acceso, o abiertamente son excluidos del mercado laboral, es decir contrario al credo tecnocrático, no basta con “enseñar a pensar” y “poner a trabajar a la gente”. 

    Las sociedades modernas del capitalismo tardío, están diseñadas para “desechar” a millones de personas bajo criterios productivistas que intentan extrapolase de las empresas y aplicarlas como políticas públicas para administrar el “capital humano”. En esa concepción los adultos mayores, los enfermos o los discapacitados son cargas a las finanzas, porque están lejos de los criterios sobre quien puede producir plusvalía por medio de la explotación de su fuerza de trabajo. Por eso, el modelo del Estado de Bienestar surgido a fines de la Segunda Guerra Mundial, tiene que mediar el modelo desarrollista que solo me mueve por la búsqueda de mayor lucro para las elites con la menor inversión. 

    Las políticas sociales en todo el mundo, surgen para paliar esa desigualdad inherente a los modelos de acumulación capitalista, y son la justificación para sostener una política de atención a los grupos y sectores más afectados por la desigualdad. Esto que vuelve a parecer una obviedad en México, es lo que se intenta desregular en Argentina por los acólitos del Fondo Monetario Internacional quienes practican “la libertad” para explotar.

    En cambio, en nuestro país, se ha implantado constitucionalmente una política de bienestar que intenta recuperar los logros del Estado de bienestar mexicano, desmantelado por el neoliberalismo, y recuperar el espíritu social revolucionario de la Constitución de 1917, incorporando y ampliando nuevos derechos en su artículo 4°. 

    Dos son los ejemplos más elocuentes de lo que implica la Transformación en la política pública en México, los programas de Pensiones para el Bienestar para personas adultas mayores y para personas con discapacidad porque justo atienden prioritariamente a quienes se consideran desechables bajo el fascismo social y económico que caracteriza a las derechas del mundo.

    A cinco años de gobierno los principales avances en política de bienestar justo se concentran en estos dos programas: tan solo mencionemos algunos de los datos que compartió la propia Secretaria de Bienestar en la mañanera del 8 de diciembre que son un hito en la política social como lo es tener cubierto a 11 millones 841 mil 561 de adultos mayores derechohabientes, para quienes se están destinando 339 mil 341 millones de pesos tan solo en 2023.

    La dimensión de la política de bienestar puede captarse si se compara los montos que cada persona recibe, puesto que se pasó de 1 mil 160 pesos bimestrales en 2018, a duplicarse en los primeros tres años y a partir del 2021, con aumentos del 15 al 25% anuales para alcanzar 4 mil 800 en 2023 y 6 mil en 2024. Esto implica haber pasado de 35 mil 620 millones en 2018, y se triplicó en 2019, para arrancar con 113 mil 467 millones la actual pensión universal para personas mayores de 65 años, y a punto de alcanzar en 2024 los 465 mil 048 millones.

    Es decir, lo que fueron programas paliativos y electoreros tratando de contrarrestar el éxito del programa de AMLO en la Ciudad de México, con Felipe Calderón que solo destinó 67 mil 859 millones de pesos para cubrir mil pesos bimestrales, con Peña Nieto se alcanzó 211 mil 864 millones de pesos aumentando solo 160 pesos; mientras en su vigente periodo, López Obrador alcanzará el un billón 440 mil 109 millones de pesos por convicción de atender a los más necesitados. Por el bien de todos, primero los pobres. 

  • El pueblo argentino frente a los nuevos fascismos

    El pueblo argentino frente a los nuevos fascismos

    A pesar de variopintas opiniones vertidas antes de la jornada electoral presidencial en Argentina que calificaban de “improbable” el triunfo del ultraderechista Javier Milei, los resultados del pasado 19 de noviembre son inobjetables. Más de 14 millones de argentinos eligieron sus rocambolescos planteamientos económicos, -con la promesa de la dolarización como cumbre- en lugar de darle continuidad a los gobiernos de base peronista que representaba el actual ministro de economía, Sergio Massa.  

    “La crudita” que representan 11 puntos porcentuales de diferencia (cerca de 3 millones de votos) que obtuvo Milei -el 55% de los votos en la segunda vuelta-, tan solo una semana después de haber hecho el ridículo en el último debate presidencial, nos debería poner en alerta sobre nuestros propios juicios que consideramos definitivos; y asumir que los escenarios sociales no se mueven únicamente por valoraciones racionales o criterios objetivos. 

    A un amplio número de argentinos les ganó la “bronca” en contra de los partidos tradicionales, los cuales, desde la recuperación de la democracia en 1983, se han disputado la hegemonía política y los puestos públicos -ya sea asumiendo el proyecto popular y nacionalista del peronismo histórico, o por el contrario, reivindicando el proyecto neoliberal- que en los años noventa actualizó las causas de la llamada oligarquía conservadora argentina que tiene su origen en los grandes terratenientes apoyados por los jerarcas de la iglesia y el ejército.

    El modelo neoliberal impuesto durante el gobierno Carlos Menem solo sirvió para ahondar la desigualdad entre los argentinos, y rápidamente derivó en el descontento popular de principios del siglo XXI, por la dependencia a los préstamos del FMI y la imposición de medidas de control económico tan impopulares como el llamado “corralito”. De aquellas movilizaciones populares de rechazo a la pérdida de derechos por la flexibilización laboral que imponía las agencias internacionales y de privatización del patrimonio público, es que surgió la consigna antipolítica: “¡que se vayan todos!”, con la que tres presidentes sucesivos no pudieron concluir sus mandatos.

    Con la llegada al poder de Néstor Kirchner y Cristina Fernández se sumó más de una década en que el proyecto peronista de izquierda estabilizó la economía argentina, hasta que una vez más, de la mano del empresario Mauricio Macri volvieron las políticas de ajuste ahora implantada por los acreedores internacionales conocidos como Fondos Buitre, que acompañaron al mayor préstamo otorgado por el FMI para tratar de evitar que Macri terminara perdiendo la presidencia frente a Alberto Fernández en 2019.

    Todos estos personajes de la política argentina son a quienes el nuevo presidente caracteriza como “casta” política, en abierto desprecio al papel que los militantes y los partidos cumplen en la sociedad. Retomando el espíritu de aquella consigna piquetera, Milei logro convencer a mucha gente que él era diferente a quienes ejercer la política como un oficio, y que la solución a la crisis argentina solo podía venir de tomar medidas radicales que cortaran de tajo con lo que se considera “privilegios” o la injusticia de “regalar dinero” en la mentalidad aspiracionista de la derecha.

    Los valores que exacerban el individualismo y ven al otro como una amenaza, son los que triunfaron en esta elección argentina cuando una gran masa de votantes, no logró reconocerse con las reivindicaciones con que ha gobernado izquierda argentina durante los últimos 16 años. Y como la derecha tradicional no tiene principios -sino intereses-, no dudó en sumarse a esta ideología libertaria de mercado, para recuperar sus fueros perdidos y tomar revancha en contra del peronismo fragmentado.

    Con la integración de la gente de Macri en el futuro gabinete de Milei hay poca duda sobre la dirección neoliberal que volverá trágicamente a tomar la economía argentina, porque otra vez serán los sectores populares, -aunque le hayan votado- quienes pagarán las consecuencias de las decisiones de los fanáticos tecnócratas.

    Pero lo que verdaderamente causa zozobra en esta nueva coyuntura de la disputa política argentina, es que su sociedad ha entrado en una peligrosa etapa con figuras como Javier Milei o su próxima vicepresidenta, que no dudan en reivindicar las dictaduras asesinas, ofrecer amnistía para los militares condenados por genocidio, al tiempo hacen abiertos llamados a perseguir a los militantes de izquierda.

    Hay que recordar que el camino al poder de esta nueva derecha se allanó con la inhabilitación judicial de Cristina Fernández de Kirchner, y estuvo a punto de terminar en magnicidio, con el atentado fallido a la expresidenta. Es decir, se trató de una estrategia legal y criminal para inhabilitar a sus candidatos, quienes tampoco supieron escuchar a los sectores agraviados por la crisis que ya parece permanente.

    Hoy, los intelectuales y dirigentes sienten la tentación de culpar al pueblo. Pero sentenciar que se equivoca en sus decisiones, es el camino fácil para no asumir las responsabilidades políticas e históricas de quienes dicen representar su sentir. Lo grave es que las nuevas tendencias fascistas en Argentina están arrebatando al peronismo la representación del sentir popular. 

    La lección es darse cuenta que, sin un verdadero trabajo en la conciencia de las bases, particularmente en los cuadros políticos, el desprecio por la política como servicio al prójimo y no como carrera personal o búsqueda de pegas, seguirá triunfando cuando se repita con furia: ¡Que se vayan todos! La palabra está en el pueblo argentino, se ha tocado fondo quizá y es momento de reconstruir la izquierda desde las cenizas, y tener serenidad y perseverancia para aprender de los errores, sin duda siempre nuestra solidaridad con el pueblo hermano del cono sur.

  • La revolución dentro de la Revolución

    La revolución dentro de la Revolución

    El pasado 12 de septiembre de 2023 nos dejó un verdadero maestro para sucesivas generaciones que nos hemos formado para la recuperación de la experiencia histórica. El Dr. Ricardo Gamboa Ramírez no solamente fue un gran profesor dentro del Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, dispuesto a compartir los detalles de la profesión historiográfica; además fue un docente capilar para aspirantes a historiadores durante el cambio de milenio, quienes entendimos que nuestras indagaciones académicas sobre el pasado tenían una clara repercusión política en el presente.  

    Gamboa fue en maestro de tiempo completo que siempre tenía un consejo profesional que acompañaba de una palabra de aliento; a una crítica fraterna la juntaba a una recomendación bibliográfica o una palmada en el hombro para quien compartiera sus clases y recurriera a él en pasillos, cubículos y claustros de nuestra facultad; espacios donde él mismo se convirtió en una institución, un punto equilibrado y consecuente para quienes pretendíamos hacer de la historia un oficio. 

    Pero recordar su figura, también vuelve a tener sentido en el contexto de una conmemoración más del 20 de noviembre, aniversario oficial de la Revolución Mexicana; movimiento armado de principios del siglo XX, que corresponde a nuestra tercera gran transformación de la vida política nacional.

    Y es que alcanzar el 113 aniversario de la Revolución, en plena Cuarta Transformación nos remite a las mesas redondas organizadas por quienes éramos estudiantes a fines de la década de los noventa, donde el Dr. Gamboa decía, “pregúntense si la revolución mexicana ha muerto”. 

    Esta, era una pregunta que en aquellos tiempos de hegemonía neoliberal en la academia -el discurso extendido del “fin de la historia” tras la caída del Muro de Berlín, con gobiernos tecnócratas que pregonaban el discurso de “la superación individual” y del mero voluntarismo como estrategia personal que sostienen que el “pobre es pobre porque quiere y es flojo” como expresiones que abogaban por la desaparición de las responsabilidades del Estado, salvo en sus funciones represivas.

    Más aún, cuando soplaban los vientos de la tecnocracia que clamaban porque esos salones, esas aulas, esas salas de conferencias, esas bibliotecas, esos grandes murales de la universidad pública también fueran privatizados, y que fueran para el acceso solo de quien tuviera para pagar.

    Con una sola pregunta nos invitaba a quienes entonces éramos estudiantes a abrirnos reflexión pues no hay momento histórico más afianzado en la idea de lo colectivo, que una revolución. Porque solo con preguntas, se problematizaba nuestras certezas, y podíamos comenzar a discutir con los autores, muchos de quienes en sus afanes revisionistas o en abierta campaña contra la “historia oficial”, relativizaba la trascendencia de ese momento histórico.

    Entonces saber si había triunfado una u otra facción, si había sido traicionada, interrumpida, desviada o perturbada de su proyecto de justicia social radical no era solo un tema para los especialistas, sino una cuestión vital para quienes, a fines del siglo XX, no siempre vislumbrábamos una perspectiva de como retomar ese legado revolucionario, hasta que nos correspondió defender la universidad pública y gratuita con nuestros propios medios.

    Así aprendimos que no puede relativizarse un conflicto que en cerca de 10 años de enfrentamientos se saldó con más de 1 millón de muertos, a causa directa de la guerra o por las crisis sociales que desencadenó la lucha armada. Y aprendimos que parte de esos mismos ideales de alcanzar un estado democrático, con igualdad y justicia social seguían pendientes en México, por los que las preguntas por el pasado, en realidad siempre adquieren sentido en su repercusión en el presente.

    Quienes coincidimos esos años de nuestra vida en la Universidad Pública, aprendimos que ningún movimiento político es posible, si carece de sujetos conscientes que estén dispuestos a retomar la estafeta de una historia que nunca estará resuelta, ni mucho menos cerrada. Esa es, precisamente la revolución de las conciencias que hace falta seguir avanzando y sosteniendo, en medio de las disputas del aquí y el ahora de esta Transformación.

  • Un domingo sin Domingo Dussel

    Un domingo sin Domingo Dussel

    Un domingo partió Domingo. Nadie más alejado de la idea que podría figurarse de un filósofo convencional, caracterizado comúnmente como aquel personaje lejano a la realidad atrincherado en un mar de libros y elucubraciones de ideas abstractas, atrincherado en algún cubículo universitario. No, Enrique Domingo Dussel Ambrosini, mejor conocido como el Doctor Dussel no era ese filósofo ensimismado en una torre en marfil, sino un verdadero sabio, un erudito, un gran lector de libros y realidades que tuvo un método -quizá tan íntimo como efectivo, y tan misterioso como único-, para combinar los días y las horas en leer, enseñar, escribir, investigar, charlar y dar catedra en cada acto de vida, con una afectuosa y auténtica cercanía al pueblo, en especial a los estudiantes universitarios, pero también a colectivos de las más diversas causas, organizaciones sociales, sindicatos y círculos de estudio, etc., que recibieron la generosidad de sus saberes.

    Un 24 de marzo de 2010 en el umbral de las 19:00 horas -mientras el sol de primavera todavía alumbraba al rojo de la tarde-, fueron llegando de uno en uno, de dos en dos, jefas de familia, comerciantes, jubilados, estudiantes, profesores, mecánicos, profesionistas, adultos mayores y una larga hilera de personajes del barrio de la Colonia Moctezuma y anexas, en el oriente de la Ciudad de México, el motivo de la reunión era un insólito homenaje popular al Dr. Dussel, promovido por el Frente Social por la Igualdad, una típica organización social popular de la urbe, que en su haber tenía un comedor público y una biblioteca comunitaria; el salón de fiestas infantiles se convirtió aquella jornada nocturna en una enorme aula de formación política a ras de tierra, un ágora de esperanza en medio de un país que ardía por la absurda guerra del calderonismo.

    ¿Cómo brindar una charla tan amena, cargada de contenidos, y fundamentada como la que dio Dussel a ese pequeño pedacito del movimiento obradorista en tiempos de adversidades? Ahí encontramos una de las claves esenciales del entrañable profesor universitario en cuestión, quien siempre contribuyó con autenticidad a la idea de la liberación de los pueblos, que supo con infinita humildad y generosidad armonizar los claustros académicos más prestigiados del mundo de las humanidades con dar atención a los verdaderos rostros de sus desvelos: los sujetos del cambio social, de las transformaciones, del humanismo en toda su expresión.  Para ello Dussel desplegó su propia pedagogía para compartir el conocimiento con toda persona que tuviera el interés genuino de recibirlo, independientemente de su condición etaria, social y económica.

    En la pared del salón de fiestas donde unas trescientas personas escuchaban atentas y silenciosas las palabras del maestro, Dussel colocó unos pliegos de papel bond que hicieron la vez de pizarrón, ahí fue graficando conceptos, con círculos y líneas ilustró las dimensiones y cruces de las ideas plasmadas. Se trataba de las “20 Tesis de política” libro fundamental del Dr. Dussel que había salido a la luz apenas 4 años atrás, en 2006. 

    Por cierto, durante los trabajos preliminares del libro, el filósofo había compartido las tesis -que dieron vida a dicha obra-, una por una en un taller efectuado en 2004 en el contexto del desafuero de AMLO que entonces era Jefe de Gobierno del Distrito Federal, en un salón del “Palacio Virreinal”, dónde cada semana un grupo de compañeros surgidos del movimiento estudiantil y popular, que desempeñamos encargos en el gobierno democrático de AMLO, tuvimos la fortuna de escuchar las disertaciones del Doctor, y su reflexión cardinal sobre que la política en esencia es “la voluntad de vivir”. 

    Enrique Dussel nació uno de los días con mayor simbolismo, un 24 de diciembre, del año 1934, en Mendoza, Argentina, pero por definición personal se convirtió en un mexicano que amó nuestra Patria, cultura y pueblo. Se le considera uno de los más grandes pensadores latinoamericanos. Fue víctima de persecución durante la dictadura militar argentina de los años setenta. Sufrió un atentado con una bomba, arrojada directo a su casa en 1973, del cual sobrevivió. Lo acusaban de “marxista” y por ese hecho eran recurrentes las amenazas de muerte y atentados a su persona por grupos paramilitares. En 1975 se exilió en México donde dio camino a sus ideales de liberación, en diversas ramas del pensamiento crítico.

    Al concluir su charla aquella noche de primavera, el Doctor Dussel escuchó algunas preguntas y comentarios de los presentes, una vecina se le acercó y le regaló unos geranios, que representaban el homenaje del pueblo, el maestro que mantuvo siempre intercambios intelectuales con pensadores como Karl- Otto- Apel de la emblemática Escuela de Fráncfort, o Jürgen Habermas, entre otros, recibió sonriente el modesto laurel. Una pareja de adultos mayores se acercó a estrechar su mano, “muchas gracias maestro Dulce” dijo la señora con sus manos morenas y lisas, “es Dussel” dijo su acompañante, todos rieron y se hizo un momento de eterna fraternidad. El Doctor Dussel profesor del pueblo y de los pobres, partió el reciente domingo 5 de noviembre. Un domingo partió Domingo. Estoy convencido que todos los asistentes a aquel inusual homenaje lo siguen llevando consigo, muy dentro, e irradian las luces de una catedra viva, inolvidable y extraordinaria. 

  • La dignidad y los carroñeros

    La dignidad y los carroñeros

    El Huracán Otis ha sido un fenómeno natural singular y extraordinario en los últimos tiempos. Los expertos han expresado:

    • 1. Otis, cuyo paso por México dejó el saldo de al menos 46 muertos, 50 desaparecidos y una enorme destrucción en la ciudad de Acapulco y otras zonas del estado de Guerrero, es considerado el huracán más poderoso en golpear la costa pacífica de México.
    • 2. Su rápido fortalecimiento, que ocurrió en menos de 12 horas, ha dejado desconcertados a los científicos que analizan este tipo de fenómenos, y derivado de ello su efecto imprevisible y vertiginoso que provocó que la población careciera de tiempo para prepararse ante su llegada.
    • 3. El domingo 22 de octubre, las previsiones del Centro Nacional de Huracanes de EE.UU. (NHC, por sus siglas en inglés) describían a Otis como una tormenta tropical. Pero justo antes de entrar por la costa de la turística ciudad de Acapulco, Otis fue aumentando su intensidad hasta transformarse en un huracán categoría 5 con vientos sostenidos de 270 kilómetros por hora.
    • 4. Se ha ponderado que Otis logró fortalecerse exponencialmente porque se encontró con una zona de aguas oceánicas altamente cálidas, que rondaban los 31°C de temperatura. Ese calor del océano, que funciona como combustible para los huracanes, es atribuido por los meteorólogos a diversos factores, como el fenómeno de El Niño y una ola de calor potenciada por el calentamiento global que también azota las costas mexicanas.

    Así Otis se convirtió en una catástrofe natural con secuelas fulminantes para el puerto de Acapulco y las comunidades aledañas, un suceso que nadie podía anticipar y prevenir.

    Ante esto la oposición conservadora desató una nueva campaña de mentiras, que representan quizá el episodio más vil de su habitual guerra sucia, y que busca desesperadamente sacar raja política del dolor del pueblo; para ello la reacción puso en marcha un guion muy preciso que orquestaron las voces más infames de los medios convencionales y de las elites de poder del viejo régimen del PRIAN, está campaña estuvo pautada en cuatro momentos:

    • a) Primero, se difundió la supuesta ausencia de “los tres niveles de gobierno” en prevenir y atender la tragedia. Se enfatizó “los tres niveles” pues Acapulco es una plaza histórica de la izquierda que en lo federal, estatal y municipal es gobernada por Morena. Por eso el primer dardo envenenado de mentiras surgió con ese guion.

      b) Después arremetieron burdamente contra el presidente de México. “No la vamos a librar porque no tenemos un jefe de Estado digno de este país” dijo el payaso de Víctor Trujillo cómo siempre bajo la cobardía del personaje Brozo. Con palabras muy similares se expresaron tan solo unos minutos después de presentarse la catástrofe natural los locutores de la televisión privada. Todos los voceros reaccionarios repitieron mil veces que el Presidente era “insensible” con sus habituales muecas de levantacejas.

      c) Al día siguiente de la tragedia se dedicaron a promover la cantaleta de “la desaparición” del FONDEN (Fondo para Desastres Naturales), responsabilizado siempre a Morena de la supuesta falta de un mecanismo económico de apoyo a damnificados. Lo cual es completamente falso.
    • c) Finalmente iniciaron un linchamiento contra la gobernadora Evelyn Salgado, por su supuesta desaparición del lugar de los hechos, trayendo sin que viniera el caso la historia de la candidatura fallida de su padre, el luchador social Félix Salgado, a quien hace años los mismos medios convencionales también lincharon y también sin pruebas.

      Pero la realidad y la verdad fueron desnudando esta falaz campaña de la derecha, el Presidente estuvo a las pocas horas de la contingencia personalmente en el Acapulco, para lo cual incluso caminó entre las carreteras bloqueadas por el fango y los deslaves, siendo de ello testigo el propio Pueblo. Ahí también estuvo la gobernadora. Y ya se han dispuesto de manera inmediata a la tragedia todos los recursos humanos y financieros de los gobiernos federal y estatal para poner a Acapulco de pie.

    El 1 de noviembre en su conferencia matutina el presidente calló todas mentiras del vulgar amarillismo mediático y presentó el Plan General de Reconstrucción y Apoyo a la Población afectada en Acapulco y Coyuca de Benítez por el Huracán Otis. Mismo que conviene conocer por extenso en: 

    https://lopezobrador.org.mx/2023/11/01/gobierno-de-mexico-invertira-61-mil-313-millones-de-pesos-en-reconstruccion-de-acapulco-y-coyuca-de-benitez-presidente-presenta-plan-general-de-apoyo/

    Esta es una historia de la dignidad de un pueblo y su dirigente constitucional, contra el monopolio vulgar de la mentira y el odio al que aspiran las viejas elites neoliberales y sus medios adictos al dinero y al poder por el poder; difundir y defender hoy la verdad es la mejor manera de apoyar a nuestro pueblo hermano de Guerrero. Tenemos la dignidad y nos asiste la razón, ellos solo son aves de carroña, con perdón de dichas aves… 

    Habría que decir a los levantacejas de los medios convencionales: “Cuando mientes, le robas al otro el derecho a la verdad”. 

  • Compañera Claudia

    Compañera Claudia

    En los primeros días fríos del nuevo año 2008 cuando el gobierno del espurio Felipe Calderón preparaba la reforma que pretendía privatizar el petróleo y entregarlo a los intereses extranjeros -traicionando la obra patriótica del General Lázaro Cárdenas del Río-, la Dra. Claudia Sheinbaum nos invitó a algunos activistas universitarios, a la famosa casa blanca de la calle de San Luis Potosí en la Col. Roma, a una reunión con el presidente legítimo de México, Andrés Manuel López Obrador; ahí palpamos la firmeza y serenidad de un hombre íntegro que se miraba demasiado moreno por el sol, eran tiempos de su peregrinar literal pueblo por pueblo del México profundo para mantener el movimiento y la esperanza; los rastros de caminar incansable bajo los rayos del sol eran muy visibles en el dirigente de la creciente resistencia. 

    En aquella reunión se preveía que en ese 2008 vendría una nueva estocada neoliberal al pueblo de México, la entrega del petróleo, un bien nacional estratégico ambicionado por aquellos vendepatrias que habían tomado el poder a la mala a través de un personaje ruin, mediocre, abyecto a la mafia y manipulable por los poderes fácticos llamado Felipe Calderón Hinojosa; entonces AMLO delineó un minucioso plan de resistencia civil, que iba desde la labor básica de volantear, informar en plazas públicas, escuelas y mercados, formar brigadas, cercar desde la resistencia pacífica el Senado y la Cámara de Diputados, y como última opción tomar los aeropuertos para ventilar lo que ocurría a la opinión pública internacional. Con el paso de los meses el plan fue tomando forma y el 18 de marzo de aquel año se formaron las brigadas en defensa del petróleo, y surgió la vertiente de “las Adelitas”, mujeres de todos los estratos sociales que coordinadas por la Dra. Claudia Sheinbaum fueron fundamentales para detener la privatización del petróleo, lo que se tradujo en un logro histórico del movimiento en esta etapa de adversidades, y le volvió a dar vigor al pueblo organizado para trascender la oscura hora del calderonismo.

    Tal como ésta estampa que tuvimos la convicción de vivir mujeres y hombres libres en la defensa de nuestra soberanía, hay múltiples momentos que dan cuenta del compromiso auténtico con las causas del pueblo de Andrés Manuel López Obrador y de Claudia Sheinbaum Pardo, quienes indudablemente han representado y encarnado la esencia de nuestro movimiento. 

    Así lo reseña el acucioso trabajo de Arturo Cano, reflejado en el libro de lectura muy ágil llamado Claudia Sheinbaum: Presidenta, publicado en julio de 2023 bajo el sello editorial Grijalbo. En esta obra se da cuenta de los orígenes militantes de Sheinbaum, su trayectoria académica y su oficio para el ejercicio de encargos de gobierno con honestidad, innovación, disciplina y profesionalismo. 

    Desde 1977 al fragor de los colectivos estudiantiles de la UNAM que promovían la crítica fundada al sistema político autoritario del PRI- gobierno, al régimen que apenas una década atrás había masacrado a los estudiantes del movimiento por libertades democráticas en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, hasta la irrupción del Consejo Estudiantil Universitario en 1986-87, la Dra. Claudia Sheinbaum abrevó de una serie de experiencias, reuniones de análisis de coyuntura, foros, discusiones acaloradas, acciones concretas, movilizaciones, debates, brigadas, mítines relámpago, y todas las mociones a la historia propias de quienes han venido a contradecir las injusticias a través de los caminos del movimiento estudiantil, y de personajes e iniciativas sin los que sería impensable la actual transformación de México como Raúl Álvarez Garín, el gran dirigente de 1968, la revista Punto Crítico, el CENCOS (Centro Nacional de Comunicación Social), y los Comités de Lucha de los Colegios de Ciencias y Humanidades.

    El libro de Cano inicia con la frase “¡Soy Claudia y soy compañera!” derivada de una escena cotidiana donde la hoy doctora se presentó en los setentas ante otros compañeros del cubículo estudiantil, una mujer que desde muy joven ha roto esquemas de participación política, de creatividad, de compromiso y de lucha. Los ideales de compañerismo, fraternidad, y de cooperación entre iguales para enfrentar y resolver problemas comunes, significan un gran aliciente y una señal que nos anima en los horizontes venideros. Una compañera que ha luchado desde abajo y con nosotros inspira la nueva etapa de regeneración de la Patria.