Un nuevo informe de la iniciativa Kino para la Frontera destaca el impacto devastador de las deportaciones en familias migrantes. De los 278 deportados entre mayo y julio, más del 44% vivió más de diez años en Estados Unidos.

La investigación, titulada “Ellos no me dejaron decir adiós”, señala que el 32.9% de los deportados se separó de familiares, principalmente de hijos y parejas, muchos de ellos ciudadanos estadounidenses. Esta separación socava el derecho a la reunificación y afecta emocionalmente a todos los involucrados.
El informe indica que el 57% de los deportados residía en Estados Unidos al momento de su detención. Este cambio en el perfil de los deportados refleja un aumento en las políticas de deportación que afectan no solo a los recién llegados, sino también a comunidades establecidas desde hace décadas.
Según el documento, el 33% de las deportaciones comenzó por detenciones de las fuerzas del orden locales, con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), involucrando en casi la mitad de estos casos. La mayoría de los arrestos ocurrió en Arizona, aunque también se registraron en otros estados como California y Texas.
Los relatos de los deportados revelan condiciones inhumanas durante su detención, incluyendo hacinamiento y negligencia médica. Estos testimonios evidencian violaciones a sus derechos y resaltan la urgencia de abordar la situación de la familias afectadas.
El informe llama la atención sobre la necesidad de políticas migratorias más justas que respeten los derechos humanos y la estabilidad de las familias. La comunidad espera que se tomen medidas para evitar que más familias sufran la separación por las deportaciones. (Con información de La Jornada).
