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  • “Date gusto vida mía, que yo me daré otro tanto”

    “Date gusto vida mía, que yo me daré otro tanto”

    En estos tiempos de presidentes extranjeros desquiciados, mexicanos que votaron por el gringo bocón y los fifís que piden a gritos la intervención armada de los vecinos del norte, cerrar filas y reforzar la identidad nacional es vital.

    Una de las expresiones más emblemáticas de la esencia nacional es el Mariachi. Con su grito muy particular, es la máxima expresión melódica de angustia y felicidad. Desde canciones que pintan escenas campiranas como “El Zopilote Mojado” hasta melodías instrumentales complejas como “Amor Indio” o “México de Noche” quien no disfruta y se siente más mexicano que nunca, al oír a un Mariachi tocar canciones rancheras, sones, corridos, boleros, huapangos y valses. 

    Cuando queremos sentirnos alegres, especialmente en fiestas de cumpleaños, las Mañanitas con Mariachi se encuentran presentes en vivo o en grabaciones, porque su música crea un ambiente festivo y emocionalmente cargado, que une a las personas y alegra los corazones.

    Sus vistosos y elegantes trajes bordados con tradicionales motivos mexicanos, están inspirados en la ropa que usaban los campesinos, vaqueros y charros; llevan espuelas en los botines y usan sombreros anchos, pantalones ajustados con botones o adornos de plata, corbata de moño y chaqueta. Así los recuerdo desde aquella icónica película de 1936 “Allá en el Rancho grande”. Son una verdadera representación visual de la historia y el orgullo e identidad nacional.

    Por otra parte, aunque los instrumentos pueden variar, según el tamaño de la agrupación (de ocho elementos mínimo) se cuenta siempre con el guitarrón, la chirimía, la vihuela, la guitarra, la trompeta y el violín. Los conjuntos más grandes incluyen metales, cuerdas en varias tonalidades y, en ocasiones, arpa. Todos ellos hacen de su conjunto un vibrante sonido representativo de nuestra cultura. 

    Se considera que la cuna del Mariachi como se conoce actualmente, fue en el siglo XIX en Jalisco. Como dice la canción “de Cocula es el mariachi y de Tecalitlán los sones”. Pero también se asegura que sus orígenes datan del siglo XVI y en su invención, las mayores aportaciones fueron de los pueblos indígenas Cora, Wixárika, Nahua, Huichol y Purépecha.

    Hace casi un mes el Congreso de la Ciudad de México propuso reconocer el “Día del Mariachi en la Ciudad de México” y exhortó a la Secretaría de Cultura local a que el día 10 de noviembre se proclame como el “Día del Mariachi en la Ciudad de México”. Y es que esta hermosa música nos permite reconectar con nuestras raíces. Es un símbolo para generaciones enteras disfrutada por personas de todas las edades y orígenes.

    Pero además, desde el 2011 el Mariachi fue reconocido como intérprete de la música tradicional a través de la cual se trasmiten valores e historia por lo que se le nombró Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Así,  este 21 de enero se celebra el Día Internacional del Mariachi. Esta honra subraya su importancia cultural y la necesidad de conservarlo como lo más representativo de la escena musical en México.

    En conclusión querido lector, que nunca muera la música tradicional mexicana, larga vida al Mariachi y sus dos días conmemorativos: El 10 de noviembre en la Ciudad de México, y el 21 de enero en todo el mundo. Habrá que contratarlos más seguido. Por cierto el Mariachi Vargas de Tecalitlán ya anunció “El Legado” tour 2025.

  • En legítima defensa del Golfo de México

    En legítima defensa del Golfo de México

    El nombre de México entró en la conciencia de Europa en pleno siglo XVI por medio de las cartas y relaciones redactadas por los propios conquistadores, como Hernán Cortes y Bernal Díaz del Castillo. Fueron esas fuentes las que retomaron los primeros cartógrafos que representaron lo que inicialmente llamaron un Nuevo Mundo.

    El llamado Mapa de Nuremberg, publicado en Europa en 1524, tres años después de la caída de Tenochtitlan, no solo es la primera descripción europea de la ciudad lacustre de México; sino que está acompañado de la representación de la costa del golfo, identificado por las desembocaduras de los ríos y los puntos que los españoles bautizaron como La Florida, Cuba y Yucatán.

    No resulta extraño que fueron los propios navegantes y cartógrafos europeos quienes identificaron ese enorme mar bordeado por dos penínsulas para denominarlo Golfo de México, derivado del nombre de la civilización más extendida que conocieron en este hemisferio.  

    El nombre de América se difundió en la misma Europa luego de las publicaciones de la obra en latín Cosmographiae introductio y del mapa Universalis Cosmographia o Planisferio de Waldseemüller en 1507, que se atribuyó al explorador florentino Américo Vespucci, por el mérito de haber “descubierto” un nuevo continente de la dimensión de una cuarta porción no conocida hasta entonces por el mundo occidental.

    Durante todo siglo el siglo XVI y el siglo XVII fueron los conquistadores de España quienes promovieron extender el nombre de América a todo el continente; por lo que tampoco es extraño que la porción norte o septentrional del continente se identificara como América Mexicana en 1607, tal como aparece en el mapa Orbis Terrarum del editor y cartógrafo flamenco Pieter van den Keere o Petro Kaerio.

    Este fue el mapa y la base histórica con que la Presidenta de México, contestó a la bufonada de Donald Trump de rebautizar a nuestro litoral atlántico como “Golfo de América”; porque si al presidente electo de Estados Unidos le suena agradable su ocurrencia, existen entonces verdaderos motivos históricos para retomar un nombre que existía para toda América del Norte antes de las primeras colonias inglesas en Virginia y Massachusetts.

    Pero más que las implicaciones reales que pudiera traer en la cartografía esta nueva bravuconería hacia México, hay que detenernos en quienes son los interlocutores a quienes Trump dirige sus “propuestas” delirantes. Como parte de su campaña política antes de volver a asumir la Presidencia de Estados Unidos, ha dirigido sus amenazas a Canadá, con la humillación de volverlos el estado 51; a Panamá, con el amago de reocupar el canal trasatlántico; y a Dinamarca, con la propuesta de comprar la isla de Groenlandia.

    Más allá de la verdadera viabilidad de estos amagos de expansionismo imperial, hay que poner atención como el próximo mandatario estadounidense vuelve a poner su mira en el continente americano como área de influencia y subordinación, reeditando la doctrina Monroe que establecía la primicia de los Estados Unidos sobre todo el continente.

    En México no podemos olvidar como la mitad de nuestro territorio fue anexionado por medio de la fuerza y promoviendo la división interna en beneficio de las elites entreguistas. Las constantes amenazas de intervenciones militares son parte consustancial de la política norteamericana casi desde que alcanzaron su independencia, por lo tanto, lo que se ha etiquetado como ocurrencias de Trump, forma parte de las mismas acciones que las naciones de América Latina han padecido desde el siglo XIX.

    Trump se dirige a sus bases sociales, entre todas las clases y todas las etnias, apelando a ese supuesto pasado glorioso conseguido gracias a la expansión por medio de la fuerza, ahora bajo la ilusión de recuperar la grandeza perdida por su imperio en franca decadencia en este siglo XXI. El sustrato fascista de estos relatos tiene amplia repercusión en sociedades en crisis como lo es Estados Unidos, pero no pasemos por alto, que nuestra propia derecha y sus voceros estén festejando esta gracejada o tratando de argumentar la supuesta seriedad de la idea trumpista.

    Una búsqueda somera en las redes sociales evidencia a sectores del conservadurismo que equiparan los delirios de Trump con los mapas donde México era nombrado como la Nueva España, y como apéndice de aquel imperio, lo cual incluso añoran desde la visión elitista, clasista y racista que les caracteriza. Aunque en escala marginal, en nuestro país también existen eso núcleos fascistas que añoran al Imperio Español o que anhelan separar algunas regiones de nuestro territorio, derivado de su histórico desprecio a la gran y diversa mayoría de nuestra población. Este es el núcleo social de la ultraderecha mexicana que aspira a crecer para disputar el poder, de la mano incluso de la posibilidad de traicionar o vender a su Patria. 

    Si se tratara de restituir derechos la geografía que hoy conocemos, tendría que modificarse radicalmente, comenzando por retomar para todos los habitantes de Nuestra América, el nombre indígena de Abya Yala para nombrar esta tierra que no deja de florecer.

    En México, el pueblo está cada vez más consciente, más despierto, no pasarán las estridencias intervencionistas; hay una gran mayoría que conoce de nuestra historia profunda, orígenes milenarios y grandeza cultural, y tenemos en la Dra. Claudia Sheinbaum a una Presidenta con toda la legitimidad que implica asimismo un pueblo organizado. 

  • Estados Unidos: el imperio moribundo

    Estados Unidos: el imperio moribundo

    Ningún imperio ha sobrevivido a lo largo de la historia, porque, después de todo, no hay mal que dure 100 años. En la era antigua, desde las grandes civilizaciones mesoamericanas, pasando por las grandes dinastías asiáticas, los califatos árabes y hasta el imperio romano, todos cayeron, dejando un caos inicial que fue el principio de un nuevo orden aprovechado por nuevas potencias.

    Estados Unidos no es la excepción, y para beneplácito de muchos, caerá. En tiempos modernos, el imperio español dominó los mares en el siglo XIV, luego lo hizo Portugal, con quien se dividió el mundo; pero a la caída de ambos, vinieron los holandeses, y una vez que terminó su dominio, dieron paso al segundo imperio más sangriento y violento de la historia: el inglés. Cuando Estados Unidos y sus aliados ganaron la segunda guerra mundial, impusieron su nuevo orden, que vino a reafirmarse en la guerra fría con la Unión Soviética; pero ahí no acaba la historia, afortunadamente.

    No está claro si habrá un claro vencedor antagónico al dólar, al capitalismo salvaje y al protestantismo blanco anglosajón que hoy domina el mundo; o si, por el contrario, habrá un mundo multipolar post capitalista, cuyos equilibrios se repartan en diferentes latitudes geográficas; pero, lo que es un hecho, es que ya hay señales de que el mundo unipolar no lo será más.

    Decadencia en valores y fracaso de su propio modelo económico, incapaces de derrotar a los rusos, sobrepasados por los chinos, provocando guerras en Medio Oriente, perdiendo influencia en África y sometiendo a Europa, los estadounidenses muestran signos de decadencia como imperio, pero hay un problema con ello: cuando caiga, lo hará con toda la violencia posible, y es que Estados Unidos y sus gobernantes serían capaces de cargarse a civilizaciones completas si eso los acerca a una victoria global pírrica.

    La historia muestra que, en su decadencia, un imperio es capaz de lo que sea, y Estados Unidos todavía tiene mucho poder, armas y control sobre el sistema económico y financiero con el que castigan e invaden países sin miramiento alguno. El problema es que tienen cada vez menos credibilidad y obediencia perenne de otros gobiernos, incluso los aliados, y lo saben.

    Antes, eran menos obvios y trataban de tener cierta congruencia a partir de una falsa superioridad moral rubricada en sus instituciones y propagada en sus poderosos medios. Ahora, son descarados e incongruentes, y hasta el ciudadano de a pie más desinformado se da cuenta que cometen grandes atrocidades no en nombre de la democracia o un supuesto orden, sino para mantener el poder sobre los demás.

    Un imperio depredador tan violento como el estadounidense se mantiene apoyado en guerras y sometimiento, nunca con grandeza cultural o valores, a diferencia de otros imperios como el griego, que cayó ante el romano, pero el primero perduró en el tiempo por sus grandes pensadores y aportaciones a la humanidad.

    En un futuro, a Estados Unidos se le recordará más como la versión con esteroides del imperio británico, que como los que dieron gloria civilizatoria a partir de su modelo. Se sabrá que mataron a diestra y siniestra y provocaron el sufrimiento de millones solo por imponer su mundo basado en reglas, y que no permitían la disidencia, porque se sabían temerosos de un despertar moral y cultural que los superara.

    A los mortales de hoy no nos alcanzará la vida para ver el desplome del peor imperio de la historia, pero nuestros descendientes, en algún punto, lo harán, y será épico.

  • Dogmas de derecha

    Dogmas de derecha

    Los conservadores en México perciben la política mundial como un dogma de fe. Una especie de fanatismo religioso adoptado a lo que ellos creen que está muy distante de la realidad. No hay conservador que asegure que Maduro perdió las elecciones en Venezuela. Dudar siquiera los colocaría cercano a las llamas del infiero del comunismo.

    Ninguno de los que afirman que hubo fraude electoral se dio a la tarea de investigar o de explicar, con datos duros, el mecanismo de la usurpación.

    Sin embargo, estos grupos niegan el fraude de Felipe Calderón y hasta tienen voceros de la usurpación como Ciro Gómez Leyva, quien no tiene ni pizca de duda de que en 2006 hubo elecciones democráticas.

    Así también pensar que Vladimir Putin es un dictador porque el pueblo ruso lo ha reelegido varias veces es un dogma de fe que nada tiene que ver con la realidad y que en Nicaragua nadie votaría por Daniel Ortega, o que todos en Cuba están muriendo de hambre, o que el modelo de seguridad de Bukele es el mejor. En fin, repiten sin siquiera intentar averiguar si es verdad en lo que creen y discuten como si tuvieran razón, basada en datos sólidos.

    Ninguno de esos conservadores ha visitado Venezuela en los últimos 25 años, ni se atreve siquiera a mencionar la palabra Cuba, porque podría condenarlos a pecar condenándose, recuerdan a los dogmas de los antiguos pobladores de México que estaban convencidos de los poderes de Tlaloc, Tezcaltipoca o Quetzalcóatl, parte integral de una cultura, una cosmogonía que muestra la evolución del ser humano porque es historia, pero la forma de adorar ídolos de barro como si fueran santos ahí está la empleada de la CIA, María Corina Machado, convertida en una inmaculada deidad, al que han llegado a rezarle. Sandra Cuevas le regaló la bandera mexicana y la brutarga, la menciona cada ve que puede, como paladín de la democracia.

    Los venezolanos en el exilio tocan su ropa como si se tratara de una virgen, cuando en realidad la vida de esta mujer está muy distante de las gracias divinas.

    Así honraron a Capriles, a Juan Guaidó, a Jair Bolsonaro, incluso a Rafael Trujillo y a Augusto Pinochet. Todavía hay admiradores de Hitler y de Mussolini no solo en Europa sino en América y en el este del planeta. La derecha crea su propia religión y una trayectoria de su propia creencia mística basada en mentiras, las cuales son intocables, nadie puede cuestionar su convicción de que el comunismo existe y está a la vuelta de la esquina o que los sacerdotes de la política son en realidad representación de Dios en la tierra, que defienden a la humanidad de la maldad del progresismo.

    Sacerdotes como Milei que acaba de prohibir los salarios mínimos en Argentina, o la duquesa española que ofreció una conferencia sin público en la UNAM, incluso han legado a colocar a Trump como ideólogo de la derecha cuando dice que los mexicanos que llegan al vecino país son basura. Cuando los desechos humanos están de aquel lado, seres humanos inservibles que regresan de la guerra con una adicción que deben padecer el resto de sus vidas.

    Así, los dogmas son verdades absolutas pero sin cuestionar, nadie que se diga conservador puede pensar siquiera que Morena se ganó, con la ley en la mano, la representación legislativa. También contradice a sus dioses el hecho de que los organismos autónomos eran centros de corrupción, que quienes murieron en la pandemia fueron los menos o que la inseguridad rebasa cualquier antecedente en la historia de México.

    Los niños de la guardería ABC, nunca existieron, se preocupan más por hacer creer que hubo carestía de medicamentos contra el cáncer pro no que los priistas inyectaron agua a los niños con dicha enfermedad. Que Tlatelolco fue un acto que detuvo el avance comunismo en México o que la matanza de Acteal fue un caso aislado, aunque siga impune; esa parte de la historia, la que no encaja en los dogmas de fe de los conservadores simplemente no existe.

    Para ellos las muertes de los guerrilleros estuvo bien ganada, por andar de revoltosos, los estudiantes víctimas mortales de la represión priista y panista debieron ser castigados por la mano divina de los granaderos porque a la universidad se va a estudiar. Todas estas creencias, más cercanas a la fantasía que la realidad, según nos lo muestra la historia misma, son parte de una nueva creencia religiosa que nadie puede cambiar a pesar de las evidencias que tumbarían la mayor parte de sus dogmas. Dan como un hecho supuestos o noticias sobre países que no conocen pero de los que hablan mal los medios, según la presión que quieran ejercer sobre sus mandatarios, pero los conservadores hacen de la consigna una investigación periodística y de la verdad un dogma de fe.

    La derecha no tiene dudas de lo que cree, aunque en el fondo sepa que se trata de una religión sin fundamento en la realidad, sin congruencia en sus ciclos cronológicos. Esa es la verdad para los conservadores, de ahí su permanente inseguridad al conducirse dentro de una práctica estrictamente política donde prefieren romper el diálogo, el grito, la estridencia y el insulto.

  • Narco realismo mágico

    Narco realismo mágico

    Es tanta la ignorancia de quienes ignoran que vivir dentro de un sistema infodémico demanda colaborar activamente y aplaudir irreflexivamente lo que sea que se nos presente como noticia de último minuto, que, tras la fentanilica nota del New York Times sobre los laboratorios de fentanilo del Cártel de Sinaloa, algunos se burlan y hacen memes diciendo que preparar fentanilo es más sencillo que preparar unas enchiladas. No dudo que haya quienes, escuchando este tipo de comentarios, celebren el ingenio mexicano. Lamentablemente, lo que se pierde con la burla del incuestionablemente burdo trabajo de Natalie Kitroeff, Paulina Villegas y Meridith Kohut —dos periodistas de The New York Times y una fotógrafa— es la posibilidad de apreciarlo como una obra de ficción, una secuela impecablemente sosa de la abundante abundancia de obras que nos dejaron García Márquez, Isabel Allende y compañía, de realismo mágico chafa —piensen en El amor en los tiempos del colera— que logró sintetizar la cosmovisión latinoamericana en una serie de lugares comunes de fácil digestión que tanto cautivó al lector no latinoamericano y a cierto sector de los lectores latinoamericanos. Una secuela que bien podría darle un giro a la narco narrativa y reavivar sus ventas desde la perspectiva del narco realismo mágico.

    La influencia de lo peor de lo peor del realismo mágico, la narco literatura y su adaptación a series y películas de Netflix se hace patente desde las primeras líneas del falso reportaje, que no por ser falso deja de ser verdadero, perder valor y reflejar la terrible realidad que quiere que imaginemos el status quo y sus esbirros comentócratas: el cocinero del laboratorio vierte “un polvo blanco en una olla llena de líquido.

    Empezó a mezclarlo con una batidora de inmersión y de la olla surgieron vapores que inundaron la diminuta cocina.” El lector acaba de empezar a leer el texto, del mismo modo que las periodistas acaban de acabar “de ingresar al laboratorio de fentanilo” y ya estamos inmersos en una atmosfera mágico-nebulosa que lo envuelve todo con su misterioso misterio. A partir de ese momento, la realidad no dejara de confundirse con la fantasía y lo pintoresco kitsch del día a día latinoamericano que tanto gusta al consumidor gringo y al aspiracionismo mexicano, sobre todo, si lo puede ver de lejos. El cocinero “solo llevaba un cubrebocas quirúrgico”, porque el narcotraficante y todo su ecosistema es una suerte de supra humano que ha desarrollado “tolerancia a la droga letal”, los vapores más tóxicos le hacen lo que el viento a Juárez, incluso si sólo hay “una pequeña ventana y un pequeño extractor de plástico para ventilar”. La prisa para restablecer la producción luego de que el ejercito desmantelara el laboratorio anterior, no da tiempo para niñerías como la de usar mascaras de gas para protegerse de la exposición tóxica a los químicos.

    Las periodistas narradoras no pierden oportunidad para establecer la atmosfera y satisfacer el morbo de quienes leemos para llenarnos de miedo y confirmar que el diablo sigue existiendo, pero se esconde en las cocinas del centro de Culiacán: “Todo el interior estaba oscuro, excepto por una habitación al fondo, que se encendió con llamas al rojo vivo apenas llegamos.” Los detalles son importantes para que no queden cabos sueltos y el lector se sienta dentro del laboratorio y —al mismo tiempo— como en casa, en la “encimera hay una variedad de botellas de cerveza Corona a medio tomar y contenedores de metal con químicos”. Y, por último, en medio del caos que implica una cocina improvisada para preparar fentanilo, ¿quién no ha vivido ese caos?, en la “pared cercana colgaba una impresión de La última cena, de Leonardo da Vinci”, podrán pensar lo que quieran, pero el significado de tener una reproducción de una obra maestra como La última cena, no tiene precio, al menos narrativamente. Nuestro Señor Jesucristo también estaba en esa cocina, protegiéndolos a todos, cocineros, periodistas, halcones y militares; pero —sobre todo— esperando que los cocineros terminaran de hacer su trabajo.

    Mención aparte merece ese guiño que la historia hace con el spaghetti western, cuando después de la explosión inicial, el fuego y el humo blanco que lo cubrió todo, el ayudante del cocinero principal tiene que salir corriendo de la cocina porque los humos que impregnaron el aire “le pegaron”. Para, minutos después, vuelve con un cigarrillo en mano, pasarle la acetona al cocinero, y seguir trabajando. El crimen no descansa, y lo hace al estilo de Clint Eastwood o Danny Trejo.

    Pero no todo es magia y detalles pintorescos, Natalie Kitroeff, Paulina Villegas y Meridith Kohut tienen claro su oficio, hay que aterrizar la magia en la realidad y salpicarla con un poco de violencia, así sea violencia potencial. Estar en una cocina / laboratorio de fentanilo en el centro de Culiacán no es sencillo, los cocineros aclaran que “al hablar con periodistas se arriesgaban a represalias mortales”, pero de cualquier forma hablaron y se dejaron fotografiar y grabar con el rostro cubierto, aunque dejando ver lo suficiente como para que los puedan reconocer. También estaba el riesgo de que llegara el ejercito y reventara el laboratorio, en ese caso, las instrucciones eran claras: “ustedes se pueden quedar, nomás se tiran al piso […] Nosotros nos tenemos que pelar corriendo”. Lamentablemente, nuestras narradoras nunca nos llevan al clímax del arco narrativo y el ejercito no se hace presente, solo nos enteramos, al final del texto, que alguien aparece en la puerta y le hace señas al cocinero, “con un ademán de cortar el cuello, para que clausurara la cocina.” Una patrulla del ejército estaba cerca de la cocina. El cocinero principal apaga la estufa y salen corriendo, las periodistas, con un poco más de calma y menos experiencia, se quitan el traje protector, toman sus teléfonos, y también salen corriendo. La última escena del relato sacrifica un poco del realismo mágico en aras de un final abierto al mejor y más barato estilo de Hollywood.

    Entrados en gastos

    A pesar de lo expuesto, no faltará quien se niegue a abrazar el relato del falso reportaje e insista en insistir en que hacer fentanilo no son enchiladas. Ahí, y sin duda alguna, considerando a estos escépticos del noble oficio infodémico, es donde las periodistas demuestran su profesionalidad, siendo sumamente cuidadosas y aclarando cada que les es posible que son los cocineros quienes dicen que el montón de polvo blanco era fentanilo terminado, que fue el cocinero principal quien les dijo que las láminas de cristal que formaban una pequeña montaña en una bandeja, eran hidróxido de sodio, ingrediente del fentanilo, y que cocinando fentanilo se han podido comprar coches deportivos, casas y ranchos; además de un helicóptero y un avión pequeño para el equipo de trabajo. Nada de esto es desmentido, pero tampoco confirmado, por las periodistas investigadoras del falso reportaje, no hace falta. El daño está hecho, el virus infodémico se ha propagado en tono de narco realismo mágico.

    • Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo. @_bortoni

  • Las organizaciones campesinas, última llamada

    Las organizaciones campesinas, última llamada

    A 100 días de estar al frente de la presidencia de la república, Claudia Sheinbaum consolida un gobierno que destina sus esfuerzos al cumplimiento de todos los planteamientos hechos en campaña, especialmente los relacionados con las reformas constitucionales que crisparon el ambiente político, dada la resistencia de la cada vez más desdibujada oposición de este país. 100 días han bastado para dejar en claro que el proceso de transformación tiene liderazgo firme de la mano de la presidenta, al mismo tiempo de que cuenta con el respaldo popular como se demuestra en los recientes ejercicios demoscópicos. 

    Por supuesto que, en el ejercicio de gobierno, todas las acciones deben medirse periódicamente para constatar los alcances de las políticas públicas implementadas, y si bien es cierto que 100 días podrían considerarse para algunos como una golondrina que no hace verano, también hay que recordar que este gobierno es la continuidad del anterior y que aspira a establecer el famoso segundo piso de la Cuarta Transformación. Así que 100 días de logros tangibles son un buen comienzo que exige de la Dra. Sheinbaum mantener el paso hasta su consolidación definitiva.

    Ahora bien, lo más destacable es que el nivel de aprobación se encuentre en ese margen (algunos lo sitúan entre el 78 y el 80%) porque refiere la identidad de una buena parte de la sociedad con su presidenta alejando la narrativa falsa de la polarización, pues esto refleja que las campañas de desinformación y calumnias orquestadas desde las esferas de las redes sociales no rebasan en lo absoluto ese ámbito. Quizá sea hora de que la clase política amorfa pero aglutinada en el bloque opositor, se ponga a trabajar realmente en propuestas que beneficien a las mayorías si no quieren desaparecer.

    Pero no todo es miel sobre hojuelas, la herencia desastrosa que nos dejó el periodo neoliberal requiere de mucho más que un sexenio y 100 días para revertirse. Dos rubros requieren especial atención: la inseguridad y el campo. En el primer caso, propios y extraños deben reconocer que en el sexenio anterior se priorizaron las causas y eso no puede estar mal, todo lo contario; a partir de este periodo de 100 días se transita a una nueva fase en la que se siguen atendiendo las causas, pero también se implementan acciones frontales y contundentes encabezadas por la presidencia y su gabinete de seguridad, pero ejecutadas por García Harfuch que, en el balance, parece tener un saldo positivo. Ojo aquí: acabar con los vínculos corrupción-narcotráfico-violencia en el orden que quieran someterse, va más allá de 100 días, pero insisto, para muchos pareciera que se va por el camino correcto.

    El segundo caso es de suma relevancia: la crisis en el campo no es tema menor cuando ésta se ahonda cada vez más y pareciera que, en el caso mexicano, puede empeorar con el arribo de un Trump recargado a la presidencia del país vecino en el norte. Apenas hace dos días, Luis Hernández Navarro publica un artículo imperdible en el periódico “La jornada” (https://www.jornada.com.mx/noticia/2025/01/07/opinion/campo-mexicano-nadar-con-los-tiburones-2445) que deja dos sentencias de miedo para una obligada reflexión. Uno: que nuestra autosuficiencia alimentaria se ve cada vez más lejos y dos: El riesgo que corremos de quedarnos con un campo sin campesinos.

    Ambas posibilidades no pueden achacarse a otra cosa que no sea el modelo neoliberal porque las evidencias de sus efectos están latentes en las parcelas de cada pequeño y mediano productor. Digamos entonces que la crisis no puede someterse a la responsabilidad de este gobierno y el anterior que buscaron atender las causas primeramente, pero lo que si se puede someter a escrutinio es el qué hacer de aquí en adelante para revertir el abandono. 

    Con responsabilidad y con la sensibilidad que caracteriza a Claudia Sheinbaum en temas como este, pareciera haber llegado la hora para que el gobierno dé un giro entorno a la interacción con las organizaciones campesinas sin que eso signifique regresar al viejo esquema clientelar que caracterizó a muchas de ellas y que dejó plena evidencia de un manejo nada transparente de los programas destinados para el campo. Parece que ha llegado la hora de que se dé paso a nuevos colectivos con una visión más progresista y con verdadera vocación campesina y ambiental que dejen atrás el viejo estilo corporativista que vio nacer cientos de cacicazgos, algunos grandes y otros pequeños, pero caciques al final de cuentas.

    Este gobierno ha planteado una serie de políticas públicas para el campo desde la Firma del Acuerdo por la Soberanía Alimentaria en Chinameca y quienes confiamos y respaldamos dicho acuerdo suscribiéndolo en su totalidad, tenemos claro que para poder materializarlo, debemos entenderlo como el último llamado a las verdaderas organizaciones campesinas con tradición de lucha y otras nuevas que habrán de emerger para participar en un diálogo abierto, respetuoso y fraterno para ser partícipes de la política pública. Sólo así estaremos en condiciones de hacer frente al apocalíptico futuro que se le puede presentar al campo. Mientras tanto, todos al zócalo el próximo domingo.

  • PLAN NACIONAL DE DESARROLLO 2025-2030. UNA CARTA DE NAVEGACIÓN HACIA UN CAMINO REALIZABLE PARA MÉXICO

    PLAN NACIONAL DE DESARROLLO 2025-2030. UNA CARTA DE NAVEGACIÓN HACIA UN CAMINO REALIZABLE PARA MÉXICO

    Elaborar un plan de Gobierno es elaborar una carta de navegación que indique camino factible hacia un Estado de gobierno, donde cada individuo desarrolle en libertad y racionalmente sus potencialidades. Así mismo que abarque los temas más importantes que conciernen no solo a los líderes político, también a la ciudadanía. No obstante, el actual sistema económico capitalista impide el desarrollo del individuo en todo su potencial.

    Con respecto al plan de Gobierno, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo inició este 2025 al presentar el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2025-2030, el cuál será la guía del Gobierno para marcar las prioridades en materia económica, social, política en el sexenio y que contará con la participación del pueblo de México, a través de foros que se llevaran a cabo en todo el país del 6 al 19 de enero de este año. 

    “Nosotros creemos que con el Plan de México y el Plan de Desarrollo que tenemos vamos a impulsar el crecimiento económico. Ahora, no es suficiente el crecimiento económico. Un país debe medirse no solamente por cuando aumenta el Producto Interno Bruto (PIB), sino cómo se distribuyen los recursos, cuánto ganan los ciudadanos, cuál es el salario que perciben, a qué derechos tienen acceso y no solamente los grandes indicadores del desarrollo o de la economía”, destacó la mandataria durante la Mañanera del Pueblo del 3 de enero. Además, agregó que el PND y el Plan México representan una visión que concibe a la educación, a la vivienda como derechos del pueblo; y sobre todo la búsqueda del bienestar de las y los mexicanos.

    Por otro lado, Edgar Amador Zamora, Subsecretario de Hacienda y Crédito Público, aclaró que el Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030 tiene cuatro ejes generales en los que se abordan las 14 Repúblicas presentadas por la titular del Poder Ejecutivo en sus 100 compromisos: Gobernanza con justicia y participación ciudadana; Desarrollo con bienestar y humanismo; Economía moral y trabajo; así como Desarrollo Sustentable. Al mismo tiempo, estas contienen tres ejes transversales: Igualdad sustantiva y derechos de las mujeres; Innovación pública para el papel del desarrollo tecnológico nacional; y Derechos de comunidades indígenas y afromexicanas.  

    “Vamos a pedir, a incentivar, a animar, la participación de la sociedad y de todos los grupos activos para que enriquezcan el documento y configurar el Plan Nacional de Desarrollo, que acabará aterrizado en ejes y partidas presupuestales”, agregó Amador Zamora. 

    ¿Cómo se realizó el Plan Nacional de Desarrollo? Este documento fue resultado de diversos foros de consulta, organizados por el Instituto Nacional de Formación Política (INFP), para que múltiples sectores de la sociedad identificara los grandes problemas sociales nacionales y construyera colectivamente propuestas de solución para implementar en el sexenio de la Dra. Sheinbaum Pardo. Además, contó con más de 21 figuras del ámbito intelectual, científico, académico, cultural, empresarial y ciudadano que llevaron a cabo un ordenamiento, sistematización y redacción del documento final para la continuación del proyecto iniciado por el presidente Andrés Manuel López Obrador en 2018. 

    A diferencia del Gobierno de la Cuarta Transformación, hay que recordar que durante el periodo neoliberal (1982-2018), los altos mandos de gobiernos pasados se reunían para trazar el rumbo del país, impulsados por la legitimación de las políticas económicas dictadas por Washington. Mediante la privatización de los bienes públicos, se impuso un régimen de exclusión, en el que no sólo disminuyó el crecimiento económico, se agudizó la pobreza, la desigualdad y los derechos laborales se perdieron, para beneficio de una minoría. Todavía cabe señalar, que José Ángel Gurría Treviño, ex secretario de Hacienda en el sexenio de Ernesto Zedillo, principal orquestador del FOBAPROA (que endeudo al pueblo por más de 552 mil 300 millones de pesos, cuyos efectos aun seguimos padeciendo), le fue confiado el diseño del Plan de Gobierno, para definir el plan de gobierno de la caída alianza opositora PRI-PAN-PRD, que tenían como verdadero objetivo continuar con los lineamientos trazados por el neoliberalismo. 

    Ante la ausencia de un proyecto de nación y el enojo de la derecha al no tener el control del pensamiento del pueblo mexicano, esta apuesta por generar ventajas de la manipulación de la información por parte de medios internacionales. Así. por ejemplo, la nota publicada a finales diciembre del 2029 del New York Times sobre un presunto laboratorio de fentanilo del Cartel de Sinaloa, que no tiene un propósito periodístico o social, sino un golpeteo mediático y un modo de legitimar las acciones de Estados Unidos, que atenten contra la soberanía nacional, sólo porque el plan del actual Gobierno de México no favorece sus intereses.  

    De acuerdo con el artículo 26 de nuestra Constitución, la planeación del Gobierno debe ser democrática con la participación de todos los sectores. Es decir, la Constitución ordena al Estado proteger la estabilidad de las finanzas públicas; planificar, conducir, coordinar, orientar e impulsar la economía y soberanía. No es un camino sencillo contrarrestar los efectos de un voraz modelo económico, ya que se han impulsado cambios sustanciales que constituyen la base del nuevo Estado mexicano, que sea capaz de poner en el centro la rectoría del Estado, al sujeto y a la dignidad. 

    La ciudadanía está llamada a informarse sobre el quehacer político de todos los que votamos por una continuación del proyecto de transformación. Por lo que es fundamental su participación en estos foros, organizados por todas las dependencias del Gobierno de México, para la construcción del Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030, para discutir lo qué hemos logrado, qué queda pendiente y qué agendas quedan por fortalecerse. 

  • EL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO 2025-2030: UNA APUESTA POR LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA

    EL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO 2025-2030: UNA APUESTA POR LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA

    La construcción del Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2025-2030 representa una oportunidad histórica para que las y los mexicanos sean protagonistas en la definición del rumbo del país. Este ejercicio, que guiará las políticas públicas del próximo sexenio, marca un parteaguas al priorizar la participación ciudadana y la inclusión de las voces que tradicionalmente han quedado al margen. Con este modelo, el Gobierno Federal reafirma su compromiso con la democracia participativa y la construcción de un México más justo y equitativo.

    El PND está estructurado en cuatro ejes estratégicos que reflejan las prioridades del país: 1. Gobernanza con Justicia: Un compromiso por construir un sistema político honesto, transparente y cercano a la ciudadanía, donde la justicia social sea el objetivo primordial; 2. Desarrollo con Bienestar: Un modelo que prioriza el acceso equitativo a servicios básicos, el fortalecimiento de los derechos sociales y el desarrollo integral de las comunidades; 3. Economía Moral y Trabajo: Un enfoque que busca equilibrar la eficiencia económica con la justicia social, promoviendo empleos dignos y bienestar para todos; 4. Desarrollo Sustentable: Una visión integral que reconcilia el progreso económico con la protección del medio ambiente, garantizando el futuro de las próximas generaciones.

    Estos ejes se complementan con temas transversales que buscan garantizar la igualdad sustantiva, los derechos de los pueblos originarios y el impulso al desarrollo tecnológico. Sin embargo, lo más innovador de este plan no solo radica en su contenido, sino en su proceso de construcción. Tiene como marco los principios del Humanismo Mexicano que sirven de base a la Cuarta Transformación de la vida pública de México. Entre estos destacan:

    La prosperidad compartida como un eje rector. Que no puede haber un gobierno rico con pueblo pobre. Que los y las gobernantes deben ser honrados y honestos. Que la democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Que está prohibido prohibir.
    El desarrollo y bienestar con cuidado del medio ambiente. La igualdad sustantiva de género, cultural y social. Que México es un país soberano, independiente y democrático. Que la política se hace con amor, no con odio. Y que se condena el clasismo, el machismo y cualquier forma de discriminación.

    Para garantizar que el PND sea verdaderamente representativo, se ha habilitado una plataforma digital, Planeando Juntos, que estará disponible en el sitio oficial www.planeandojuntos.gob.mx. Esta herramienta permite a cualquier persona enviar propuestas, ideas y proyectos que consideren esenciales para el desarrollo del país. Además, se llevarán a cabo una serie de foros presenciales en todo el país, cada uno con temas específicos que abordarán las prioridades de la nación.

    El calendario de foros incluye:

    6 de enero: Tijuana, Baja California. Tema: “Gobernanza con Justicia y Participación Ciudadana”, a cargo de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana. 7 de enero: San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Tema: “Desarrollo con Bienestar y Humanismo”, a cargo de la Secretaría del Bienestar. 8 de enero: Guadalajara, Jalisco. Tema: “Economía Moral y Trabajo”, a cargo de la Secretaría de Economía. 9 de enero: Mérida, Yucatán. Tema: “Desarrollo Sustentable”, a cargo de la Semarnat. 10 de enero: Ciudad de México y Monterrey. Temas: “Gobernanza con Justicia y Participación Ciudadana” y “Transformación Digital”, a cargo de la SRE y la Agencia de Transformación Digital, respectivamente.
    11 de enero: Diversas ciudades como Hermosillo, Guanajuato, Pachuca y Colima tratarán temas como “Desarrollo con Bienestar” y “Transición Agroecológica”. 12 de enero: Veracruz. Tema: “Economía Moral y Trabajo”, a cargo de la Secretaría de Economía. Además, un encuentro en la Ciudad de México reunirá a ejidos y comunidades agrarias. 13 de enero: Culiacán, Zacatecas, Tampico y más ciudades abordarán “Desarrollo Sustentable” y “Gobernanza con Justicia”. 14 de enero: Foro de Mujeres en la Ciudad de México y foros sobre juventud en varias localidades. 15 al 19 de enero: Se explorarán temas clave como “Desarrollo con Bienestar”, “Economía Moral y Trabajo”, y “Gobernanza con Justicia” en Puebla, Zacatecas, Oaxaca, Chilpancingo y Morelia, entre otros.

    Estos espacios permitirán recoger aportaciones de sectores clave como mujeres, jóvenes, pueblos indígenas, trabajadores y empresarios, promoviendo un debate plural y enriquecedor.

    El contraste con modelos anteriores de planeación es evidente. En el pasado, los planes nacionales solían estar dominados por recomendaciones de organismos internacionales o diseñados a puerta cerrada por expertos. Hoy, el gobierno apuesta por un proceso horizontal que prioriza la escucha activa y la corresponsabilidad. Este enfoque fortalece la legitimidad del PND, aumenta la posibilidad de implementar políticas públicas eficaces y alineadas con las necesidades reales de la población.

    Por supuesto, este modelo enfrenta retos. Uno de los principales es garantizar que las aportaciones ciudadanas no se queden en el papel y se traduzcan en acciones concretas. Asimismo, será fundamental que el gobierno mantenga un diálogo constante con los diversos sectores para asegurar que las propuestas seleccionadas reflejen una visión incluyente y sostenible.

    El Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030 además de ser una hoja de ruta; es un espejo de las aspiraciones colectivas de un país que busca consolidar su transformación. Para que este esfuerzo rinda frutos, es imprescindible que las y los mexicanos participen activamente. La plataforma digital y los foros presenciales son una invitación abierta para que cada ciudadano alce la voz y contribuya a construir un futuro compartido.

    Este plan no es sólo del gobierno; es de todas y todos los mexicanos. Hoy más que nunca, tenemos la oportunidad de ser parte de la historia y de las decisiones que darán forma al México que queremos. La participación es clave, y el momento de actuar es ahora.

    • La columnista, Mariuma Munira Vadillo Bravo, es Maestra en Derechos Humanos y Garantías Individuales. Puedes contactarla en Facebook: MUMA Mariuma Munira, Twitter: @MariumaMunira.
  • No se metan con México

    No se metan con México

    Acostumbrada estaba la banda internacional, principalmente los más ricos del mundo, a humillar y pisotear a Latinoamérica, que México no solía ser la excepción y menos aún durante los gobiernos neoliberales que fuimos verdadero tapete de los poderosos de Estados Unidos. Pero ya tiene unos años que no ocurre así y que incluso meterse con México les sale muy caro.

    New York Times

    Este medio de comunicación que ha defendido históricamente los intereses estadounidenses -no olvidemos su apoyo con mentiras a la invasión a Irak- ha atacado a los gobiernos de la 4T en años recientes.

    Primero con sus reportajes donde aseveraban que el gobierno de AMLO estaba vinculado al narcotráfico, sin mostrar prueba alguna. Llegaron incluso a poner ultimátum al gobierno de México para pasar información o responder preguntas tendenciosas, pero eso sí, se enojaron cuando expusieron esos datos en alguna mañanera aludiendo a la violación de la privación de datos personales.

    Pues este medio de comunicación gringo ahora sacó otro reportaje sobre la producción de fentanilo en México, particularmente en Sinaloa. Nuevamente vemos una producción poco seria que llega a conclusiones que casualmente se enlazan con la narrativa del próximo presidente Trump.

    Este último material fue destruido durante una mañanera por la presidenta Sheinbaum con datos científicos. Tremendo golpe a la credibilidad del New York Times sufre que haciendo maromas busca defender a sus reporteras de lo indefendible. 

    Trudeau

    Y en otro caso vemos a otro sujeto que busca minimizar y atacar a nuestro país. Hablamos del ex primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, que buscó por todos los canales disponibles sacar a México del Tratado Comercial de América del Norte.

    En actitudes racistas su gobierno llegó a declarar que era una ofensa compararles con nuestro país. Todo eso se dio en pláticas que tuvo con Donald Trump donde se le puso de verdadero tapete. Lo curioso aquí es que su posición servil y patética no sirvió de mucho pues el hombre naranja se burló de él muchas veces y hoy en día ya renunció a su cargo el canadiense traidor.

    Trump

    Y sigue en la lista justamente ese hombre naranja que lanzó nuevamente muchos insultos al pueblo de México, pero que poco a poco ha ido calmando su beligerancia ante las respuestas serias de nuestra presidenta, ya hasta dice respetarla.

    Ya veremos cómo evoluciona este último tema, pero si podemos asegurar que nuestro pueblo hoy es representado por un gobierno con la dignidad muy clara y con una idea de soberanía popular muy grande que enarbola en su proyecto de nación y que no va a permitir injerencia extranjera.

    Redes sociales

  • Trump el hablador

    Trump el hablador

    Cuando eres candidato presidencial, candidato electo y, sobre todo, presidente de la nación más poderosa tanto militar como económicamente, tienes la posibilidad de negociar con otros países adoptando una lógica similar a la de un “bully” en la secundaria. Esto implica la capacidad de intimidar y amenazar, incluso con los asuntos más absurdos, sin importar si esas amenazas se concretarán o no.

    Un ejemplo claro de esta lógica es el expresidente y actual candidato electo de los Estados Unidos, Donald Trump. Durante su primera campaña presidencial, lanzó amenazas contra diversos países, como México, y, ya en la presidencia, extendió esta actitud hacia organizaciones aliadas, como la Unión Europea, e incluso hacia entidades en las que Estados Unidos desempeña un papel esencial.

    En el caso de México, sus amenazas se centraron en el control de la migración que cruza su frontera sur desde nuestro país. Como candidato, Donald Trump prometió la construcción de un muro a lo largo de los más de tres mil kilómetros de frontera común, presentándolo como una medida para frenar el flujo migratorio y reforzar la seguridad nacional. Sin embargo, al concluir su mandato, el presidente republicano apenas había construido una fracción insignificante de dicho muro y, paradójicamente, deportó a menos migrantes que su predecesor, Barack Obama.

    El expresidente Donald Trump afirma haber cumplido su promesa respecto al control migratorio, aunque no mediante la construcción del muro físico que había planteado inicialmente. En cambio, sostiene que logró su objetivo al presionar al gobierno mexicano para desplegar a más de 20,000 elementos de la Guardia Nacional para vigilar la frontera sur. Con esta acción, Trump reinterpretó su discurso inicial, trasladando la responsabilidad y los costos del control migratorio a México, mientras proclamaba haber cumplido su compromiso con los votantes estadounidenses.

    En cuanto a sus amenazas a la Unión Europea, Donald Trump adoptó una postura similar a la que utilizó con México, usando la intimidación y los aranceles como herramientas para presionar a los países europeos a ceder en términos comerciales. En 2018, lanzó amenazas de imponer tarifas sobre el acero y el aluminio europeos, justificando sus acciones bajo el pretexto de la “seguridad nacional”. También advirtió sobre aranceles del 25 % a los automóviles importados desde Europa, señalando que esto sería una medida para proteger la industria automotriz estadounidense

    Sin embargo, como ocurrió con México, estas amenazas fueron más parte de una estrategia retórica que una acción concreta. Las tarifas impuestas no fueron tan devastadoras como se había anticipado, y Trump finalmente alcanzó acuerdos sin llegar a imponer las medidas más radicales.

    Al igual que con la cuestión migratoria en México, Trump utilizó sus amenazas hacia la UE como una forma de aparentar que cumplía sus promesas, cuando en realidad gran parte de su discurso se quedó en simples palabras sin grandes resultados. Aunque intentó cambiar el rumbo de las relaciones comerciales con Europa, su enfoque se centró más en la presión verbal que en la ejecución de medidas drásticas. Las concesiones que obtuvo de la UE, como el acuerdo sobre la reducción de barreras comerciales, fueron más producto de las negociaciones que de un cambio radical impulsado por la amenaza constante de represalias.

    En relación con la OTAN, Donald Trump adoptó una postura desafiante, cuestionando la validez de la alianza y exigiendo que los países miembros aumentaran sus contribuciones financieras. Durante su presidencia, criticó repetidamente a los aliados europeos por no cumplir con el compromiso de destinar al menos el 2 % de su PIB a la defensa, un objetivo acordado dentro de la organización. 

    Trump llegó a amenazar con retirar a Estados Unidos de la OTAN si los países europeos no cumplían con sus obligaciones presupuestarias, utilizando la amenaza como una forma de presionar a los miembros para que incrementaran sus aportaciones. Incluso sugirió que los Estados Unidos deberían cobrar por la protección que brindan a Europa, argumentando que los gobiernos del continente no ofrecían nada a cambio de la seguridad proporcionada por Estados Unidos.

    Por más duras que fuese la amenaza, dicha simultaneidad no se tradujo en una retirada de la OTAN o una alteración sustancial de la estructura previamente establecida de la alianza. En su lugar, las tensiones fueron suficientemente fuertes para generar subversión interna y determinaron porcentajes en los presupuestos de defensa para evitar más ataques de Trump.

    Ahora bien, igual que en otros aspectos de la política exterior, la retórica brutal del presidente Trump tuvo un impacto limitado sobre acción “real” estratégicamente significativa por parte de la OTAN. A pesar de agregar más presión sobre los aliados, las amenazas nunca se tradujeron en un retirada real estadounidense de la organización, y dicha institución no dejo de ser parte de la hegemonía imperial de Estados Unidos. 

    El caso de Donald Trump, como el del típico “bully” de secundaria, está marcado por un estilo grandilocuente que prioriza las amenazas y las declaraciones impactantes sobre los resultados concretos. Es, ante todo, un maestro de la retórica, un hablador incansable que parece disfrutar más del espectáculo que de la sustancia. Su presidencia, y ahora su candidatura renovada, se construyen sobre esta base: promesas altisonantes, amenazas exageradas y una narrativa que coloca su figura como el único salvador capaz de restaurar la “grandeza” de su país.

    Trump habla como si cada palabra tuviera el peso de un decreto, pero en la práctica, muchas de sus declaraciones se quedan en el aire. Su insistencia en crear crisis, reales o fabricadas, y luego proclamarse el único capaz de resolverlas, es una constante en su estilo. Desde la construcción del muro hasta sus enfrentamientos comerciales con Europa y sus desafíos a la OTAN, Trump demostró que su fuerza reside más en el ruido que hace que en las acciones que logra concretar.