Etiqueta: Germán Castro

  • Atendernos para entendernos

    Atendernos para entendernos

    Toda comunidad requiere, para serlo, compartir realidad. Y la realidad la construimos tramando narrativas. Así que, consecuentemente, sin narrativas comunes es imposible una identidad que dé entidad común.

    La idea de una Latinoamericana integrada es un sueño de la izquierda, un sueño que la derecha no comparte. La noción de la Patria Grande, el sueño bolivariano, es de izquierdas simple y sencillamente porque de este lado tenemos referentes históricos comúnes, referentes de los que carece la derecha. La unidad latinoamericana suena a Los Calchaquis, a Los Folcloristas, a nueva trova cubana… Óscar Chávez, Mercedes Sosa, Eugenia León, Silvio Rodríguez, Chico Buarque se escuchan desde el río Grande hasta Las Malvinas…, y todo eso disgusta e incluso avergüenza a la derecha. Zapata, Frida, Allende, Fidel, Villa, el Che, Neruda… son referentes simbólicos de la izquierda latinoamericana. Mandar a los hijos a estudiar a Estados Unidos, las miles del chopin, vacacionar en Miami… son ideales comúnes de la derecha latinoamericana. No son referentes históricos, son aspiraciones… Y bueno, bien mirado, en última instancia la gran aspiración de la gente de derechas latinoamericana es no ser latinoamericanos. Aspiracionismo puro, pues.

    En buena medida, el ideal de la Patria Grande se ha debilitado tando durante las últimas década debido a la falta de información sobre nosotros mismos. Nos atendemos poco. Un ejemplo de lo poco que nuestros medios masivos nos ayudan a atendernos y entendernos entre nosotros: ¿sabían ustedes que Argentina acaba de pasar la peor sequía en 100 años? Yo no lo sabía, lo sé ahora porque escuché la reunión virtual de la Alianza de Países de América Latina y el Caribe contra la Inflación, celebrada apenas el pasado martes 5 de abril. Se trata de una iniciativa del presidente Andrés Manuel López Obrador, que él mismo explicó:

    “Miren, se trata de algo muy sencillo, que no simple: podemos hacer intercambios en lo económico, en lo comercial, si nos ponemos de acuerdo y quitamos el obstáculo: aranceles, medidas sanitarias. Y cada país tiene algo que ofrecer para los consumidores, todo con el propósito de que puedan llegar alimentos y productos básicos a mejor precio, y que podamos enfrentar la inflación, la carestía, que, aun cuando parece que ya está cediendo, no deja de ser una amenaza ahí permanente, un riesgo, porque afecta mucho la economía popular”.

    Durante la reunión, cuando le tocó el turno para intervenir, el presidente Alberto Fernández expuso: “La Argentina acaba de padecer la peor sequía en los últimos 100 años, nos ha quitado un tercio de la producción agrícola y ganadera que teníamos para este año…” ¿Importante, trascendente? Bueno, seguramente esta tragedia ha tenido y tendrá mayor impacto en la vida de mucho más personas que el campeonato mundial de futbol que ganaron los argentinos en 2022 en Qatar, un hecho acerca del cual sí que fue difundido profusamente y del cual nos enteramos casi todos.

    El presidente Petro de Colombia no pudo asistir al encuentro. ¿Saben por qué? Porque estaba organizando la evacuación masiva de miles de familias de las inmediaciones del volcán Nevado del Ruiz, en donde la intensa actividad sísmica obliga a pensar que es muy probable que entre pronto en erupción? Yo no lo sabía, también me enteré durante la reunión virtual de primeros ministros y mandatarios. En cambio, sí que leí el jueves 6 en la primera plana del Milenio: “Narco mexicano profesionaliza el cultivo de droga en Colombia”. La parte más sustanciosa de la nota informa “de enero a julio de 2022 la Dirección de Investigación Criminal e Interpol de la Policía Nacional… registró la captura por narcotráfico de 23 mexicanos en la capital Bogotá y en las ciudades de Cali, Medellín y Cartagena”. Menos de treinta en seis meses contra más de cincuenta mil desplazados por la actividad volcánica sobre la cual, claro, el citado periódico no da cuenta alguna.

    Finalmente, me refiero a la participación de Luiz Inácio Lula Da Silva, presidente de la República federativa del Brasil. Lula centró su alocución al problema del hambre en el mundo, pero particularmente en América Latina, y aportó un dato duro, durísimo diría yo: “El hambre afecta a casi mil millones de personas en todo el planeta, de los cuales 270 millones en América Latina y el Caribe”. ¿Qué tal? ¿Tenías alguna idea de esta situación? En cambio, por citar solamente un ejemplo, qué bien que se nos informa de los dimes y diretes del juicio contra el expresidente Donald Trump, ¿no? 

    Para entendernos primero tenemos que atendernos, y esto aplica tanto entre dos personas como entre una comunidad de países. La Patria Grande requiere, además de acuerdos concretos de intercambio económico y comercial, medios de comunicación, agencias informativas, canales para conocernos mejor.

    • @gcastroibarra
  • El Chavo, el Chapulín y el eclipse

    El Chavo, el Chapulín y el eclipse

    Fue sin querer queriendo…

    Hace medio siglo, exactamente el lunes 26 de febrero de 1973, en el Canal 8 de televisión abierta, se estrenó el programa cómico El Chavo del 8. Dos días más tarde, el miércoles 28, Roberto Gómez Bolaños y su equipo de actores iniciaron otro programa por la misma estación, El Chapulín Colorado. Ambos, El Chavo… y El Chapulín…, se desprendían de su antecesor, el programa Chespirito, que llevaba en el aire desde octubre de 1970. 

    ¡No contaban con mi astucia!

    Hace también cincuenta años, un día después de que comenzó a transmitirse el programa del antisúperhéroe mexicano, el 1º de marzo de 1973, la banda británica de rock Pink Floyd —Roger Waters, Nick Mason, David Gilmour y Richard Wright—lanzó al mercado su octavo álbum, The Dark Side of the Moon. En promedio, desde entonces cada año se ha vendido un millón de copias del disco. Con The Wall, es el álbum más exitoso del grupo. No resulta exagerado afirmar que The Dark Side of the Moon es un clásico de la cultura occidental contemporánea.

    Chusma, chusma…

    Hace cuarenta años me tocó participar en el portazo mediante el cual una chusma de escuincles salvajes y felices entramos en estampida al auditorio del Centro Universitario Cultural —el CUC, no confundir con el Centro Cultural Universitario, el CCU—, en Odontología 35, en las inmediaciones de CU. Ahí, en vez de llamar a la policía, los hermanos dominicos nos hicieron el favor de proyectar una película dirigida por Alan Parker, The Wall. El filme —entonces apenas comenzaba a exhibirse en México— se basa en el álbum homónimo de Pink Floyd. Ese mismo año, 1983, en marzo, la compañía discográfica Harvest Records puso a la venta en el Reino Unido el duodécimo álbum de estudio de Pink Floyd, The Final Cut, último disco en el cual participa Waters en el grupo. Por aquellos días, mi principal actividad consistía en terminar la preparatoria.

    Eso, eso, eso…

    Al año siguiente, 1984, después de salir bien librado del examen de ingreso que con otros miles presenté en el estadio Azteca, me hallaba cursando el primer semestre de la licenciatura en Sociología en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM (FCPyS). Junto con los estudiantes de las otras carreras que se ofrecen ahí —Ciencias Políticas, Comunicación, Relaciones Internacionales y Administración Pública—, una de las materias del tronco común que cursábamos era Teoría Social. El preceptor más importante que tuve en la FCPyS fue Gabriel Careaga Medina (1941-2004). Para ello, intervino la fortuna. Entonces —no sé ahora— los alumnos teníamos que escoger a nuestros profesores, salvo en el primer semestre, cuando al azar quedaba uno inscrito en determinado grupo. Así me tocó a Careaga en Teoría Social I. En su primera clase, después de presentarse muy formalmente, nos pidió que levantáramos la mano quienes estuviéramos inscritos en Sociología…

    — Los demás no me interesan; están perdiendo el tiempo.

    En esa misma sesión, luego de dictarnos la lista de unas cuarenta lecturas que, como mínimo, tendríamos que hacer si no queríamos reprobar, nos dijo que él no regalaba calificaciones, que pediría tres ensayos a lo largo del semestre y que, independientemente de lo que en ellos asentáramos, no iba a acreditar a nadie que escribiera con faltas ortográficas, porque, si no lo habíamos notado, estábamos en la UNAM…

    — Quedan dos días para pedir cambio de grupo. El trámite se realiza en Servicios Escolares…

    De inmediato, la pelotera se abalanzó hacia la puerta en búsqueda de derroteros académicos menos peliagudos. Recuerdo que de cerca de un centenar de recién ingresados quedamos en el salón menos de quince.

    Lo sospeché desde un principio…

    El primer ensayo que nos pidió Careaga tenía que versar en torno al concepto de ideología. Para ello, recuerdo que al menos tuvimos que leer, estudiar y discutir en clase varios textos. No recuerdo todos, pero de seguro entre ellos estaban El manifiesto comunista de Marx y Engels, La dialéctica de lo concreto de Kosik, algo de Althusser, Los marxistas de Wright C. Mills… Mi trabajo resultó bien calificado por Careaga, sobre todo, según comentó en clase, porque en él afirmaba que la ideología se podía entender escuchando la última pista, la décima, del álbum The Dark Side of the Moon de Pink Floyd. La canción se titula Eclipse. La letra es de Roger Waters. Afirma que todo, pero todo lo que se dice todo —All that you touch and all that you see / All that you taste, all you feel / And all that you love and all that you hate…—, si bien está bajo el Sol, está eclipsado por la Luna: And all that is now and all that is gone / And all that’s to come and everything under the sun is in tune (Everything) / But the sun is eclipsed by the moon… Así la mentada ideología: eclipsa todo lo que percibimos. 

    Tenía que ser el Chavo del 8

    Varias generaciones crecimos viendo los programas de Chespirito. Hoy es difícil encontrar un mexicano que no sepa qué significa la frase “se me chispoteó”, aunque el verbo no aparezca en el diccionario. Igual, la enorme mayoría seguimos eclipsados por las maneras con las que el Chavo del 8 nos enseñó a entender el mundo. La ideología clasista, por ejemplo.

  • Machincuepas

    Machincuepas

    — Aunque haya un montonal de gente que no lo perciba ni tantito, el mundo está ahora mismo echándose tremendas machincuepas —le dije al ingeniero Mabio Urcedo—, machincuepas riesgosísimas. 

    — ¿Machis… qué?

    — Machincuepas: piruetas, volteretas, cabriolas…

    — ¿Existe esa palabra?

    ¡Me canso! Existe. Incluso el tiquismiquis diccionario de la Real Academia Española consigna el vocablo desde 1917, ya no digamos el Diccionario del Español de México del Colmex: Machincuepa: Voltereta que se da apoyando las manos en el suelo e impulsándose con los pies: hacer una machincuepa, darse una machincuepa, “Al atestar el topetazo, hacía que el toro diera una machincuepa”. Ya no le dije que la palabra no proviene del latín ni del griego, sino del náhuatl:  maitl, mano; tzinil, trasero o más precisamente culo, y cueptl, vuelta, giro, ladearse… Así que una mayotzincuepa es una suerte como aquellas que evocan varios de los figurines elaborados en cerámica por los antiguos tlatilcas y cuicuilcas y muchos siglos antes por los mismísimos olmecas, los famosos acróbatas.

    Andábamos en Metepec, municipio conurbado con Toluca de Lerdo, en donde, por cierto, se halla la única calle de todo el país que lleva por nombre, precisamente, Machincuepa —significativamente, es una cerrada paralela a Libertad, a la que se entra por Paseo Tollocan—. Bien a bien no recuerdo a ciencia cierta acerca de qué estábamos hablando en esos momentos, es decir, a qué venía a cuento mi aserto, pero sí me acuerdo que habíamos estado conversando sobre algunas de las contorsiones que atisbamos que durante estos días ejecuta la humanidad en perfecta falta de coordinación… Así que pude ser que yo haya soltado aquello después de que comentamos la ola…, qué ola, el tsunami de protestas que se levantó en París y otras ciudades de Francia, luego de que el señor Macron decidió brincarse a los legisladores de su país, a la clase trabajadora y a la enorme mayoría de la opinión pública para imponer à la force du poignet —por sus pistolas, pues—la reducción de la edad de jubilación… O quizá fue luego de que intercambiamos algunas impresiones en torno a la ostentosa visita a Moscú del mandamás chino, Xi Jinping, y a sus evidentes consecuencias en el reacomodo del juego de pesos y contrapesos geopolíticos…

    — Y justo después de que la Corte Internacional dictara una inverosímil orden de aprehensión en contra de Vladimir Putin.
    — Espaldarazo del dragón al oso.

    Hablamos de eso y de la reunión que el presidente ruso organizó con la mayoría de los mandatarios de los países africanos. Y también tuvo que salir a colación la noticia que circuló hace apenas unos días de que los países BRICS —Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica— han superado ya oficialmente al G7 —Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos— en cuanto a su participación en el PIB mundial: los BRICS ahora contribuyen con el 31.5% del PIB global, con un crecimiento adicional proyectado, mientras que el G7 cayeron a 30 puntos porcentuales.

    — Y no hablemos de población… O, bueno, sí hablemos: los BRICS suman casi 3.3 millardos de habitantes: ¡41% de la población total del orbe!

    El mundo unipolar que conocíamos pasó a la historia y ahora no estamos en uno bipolar, como el de la Guerra Fría, sino uno multipolar, mucho más complejo, en el cual, para colmo, ya ni siquiera los jugadores son países monolíticos…

    — Por ejemplo, las grandes corporaciones transnacionales no están muy de acuerdo con que el gobierno norteamericano se enfrente a China.

    También tuvimos tiempo de mentar, muy por encimita, los abruptos movimientos migratorios que están dándose por todos lados, es decir, de muchos lados a muchos lados… 

    — Mi primo Cuauhtli ya se fue a vivir a Houston a chambear en una petrolera.

    Ambos teníamos información sobre el mismo fenómeno: aquí en México, en varios estados de la República, están ya faltando obreros y jornaleros centroamericanos.

    — Sé de varias localidades potosinas que se quedaron sin albañiles ni peones, porque las armadoras de coches los están contratando.

    Y qué decir de la incursión de andanadas de gringos en la Ciudad de México…

    — La Condesa, la Roma, la Nápoles, la Juárez… atiborradas de gabachos, y no son turistas, se vinieron a chambear para acá…
    — Nómadas digitales.

    Y la guerra en Ucrania que ni para cuándo acabe. E Irán levantándose como puente entre China y Rusia. Y el cambio climático desbarajustando ya la vida de millones de personas…

    — Ejércitos de niños y niñas en India toman clases en la noche, por el calorón.
    — Ya comenzaron a construir la ciudad que sustituirá Yakarta.
    — ¿Y qué me dices de las inundaciones en California?

    En fin, que sobran evidencias: el mundo está ahora mismo echándose tremendas machincuepas.

    — Agrégale todo lo que no estamos viendo, los grandes cambios que están gestándose bajo la superficie…
    — Las sorpresitas, como la pandemia, que nos pueden estar aguardando para los próximos días…

    La plática con Mabio Urcedo ocurrió el domingo. El sábado, con nuestras respectivas parejas, habíamos ido juntos al mitin en el Zócalo. Ese día me encontré a Pedro Miguel, quien me preguntó que sentía, cómo veía las cosas. No recuerdo todo lo que le respondí, pero algo sí:

    — Me late que nos tocó lo peor con el mejor.

    • @gcastroibarra
  • Nuestro pasado remoto inmediato

    Nuestro pasado remoto inmediato

    A don Enrique Florescano

    QDEP.

    Quizá piensen que la frase con que titulo este texto sea contradictoria. Verán que no…

    El Movimiento de Regeneración Nacional que encabeza Andrés Manuel López Obrador tomó posesión de la Presidencia de la República el 1º de diciembre de 2018. Ese día, en San Lázaro, inició formalmente la Cuarta Transformación de la vida pública nacional. Digo “formalmente” porque, en efecto, desde julio anterior, cuando arrasó en las elecciones federales, el candidato electo comenzó a ejercer buena parte del control político de este país. Pero tomemos como referencia el arranque oficial del sexenio para señalar que la 4T empezó hace tan sólo 51 meses.

    Con López Obrador terminó la era de los gobiernos neoliberales. Esto es un hecho indiscutible: la oposición y todas las fuerzas fácticas del régimen anterior así lo consideran, de ahí su descontrol y enojo furibundo. El período neoliberal comenzó el 1º de diciembre de 1982, cuando Miguel de la Madrid se convirtió en presidente de México. En su discurso de toma de posesión, el economista colimense dijo: “Vivimos una situación de emergencia…  La situación es intolerable”. Y así habríamos de seguir, de crisis en crisis… Considerando además los cinco sexenios prianistas que continuaron, tres priístas y dos panistas, aquella era se dilató durante largos 36 años, esto es, 432 meses. Así, el primer gobierno de la 4T ha durado apenas el 12% del tiempo que se prolongó la noche neoliberal.

    La tercera transformación nacional, la Revolución Mexicana, movimiento que habría de terminar con casi 35 años de dictadura porfirista, estalló hace 1,348 meses, y la Constitución que habría de redefinir el Estado mexicano, la de 1917, se promulgó hace ya 1,272 meses.

    La segunda transformación nacional, la Reforma, concretó la separación del Estado y la Iglesia. El proyecto liberal, federalista y modernizador iniciado por Benito Juárez quedó plasmado en la Constitución de 1857, promulgada hace 1,992 meses.

    El Estado Nacional hoy llamado Estados Unidos Mexicanos tiene apenas 201 años y medio de existencia. México apareció como país en septiembre de 1821, cuando se declaró la Independencia. Esta primera transformación de la vida pública de nuestro país, la inaugural, ocurrió hace 2,418 meses.

    Ahora, ¿qué tanto es el tiempo que llevamos de la 4T respecto al que ha transcurrido desde la formación de la organización sociopolítica que antecedería directamente al Estado Nación que es hoy México, es decir, el Virreinato de la Nueva España? Si consideramos que el establecimiento de facto de la Nueva España ocurrió con la caída de la gran Tenochtitlan, el hecho sucedió hace 6,019 meses, y su existencia se prolongó de agosto de 1521 a septiembre de 1821, 3,601 meses.

    Por supuesto, sobran razones para tramar nuestra historia desde el pasado prehispánico. Si así lo hacemos, específicamente con los mexicas, bien podríamos entender la fundación de México-Tenochtitlan como el hito significativo, para calcular que de entonces para acá han transcurrido 8,424 meses…, 165 veces el tiempo que AMLO lleva al frente de la Presidencia de México.

    Claro, cuando los mexicas, antes aztecas, aparecieron en la Cuenca de México, el valle ya era un sitio con un enorme pasado histórico. Como ellos mismos, los mexicas, se esforzaron en hacer, los mexicanos y mexicanas de hoy bien podríamos ligar nuestro pasado hasta el portento civilizatorio y multicultural que fue Teotihuacan —20 kilómetros cuadrados y una población multiétnica de no menos de 125 mil habitantes—, que alcanzó su esplendor hace 1,673 años —20,076 meses—, y en tal situación de auge se mantuvo por lo menos durante dos siglos —2,400 meses—. Y ya puestos en esa senda, tendríamos que recordar que nuestro rastro germinó junto al agua, desde el litoral hasta las riberas del Papaloapan, el Coatzacoalcos, el Tonalá y el Pajonal, incluyendo la sierra de los Tuxtlas, en los límites de los estados de Veracruz y Tabasco: la civilización olmeca, la bien llamada cultura madre, brotó en San Lorenzo alrededor del 1800 a. C., esto es, hace más de 3,800 años —45,600 meses—, y culminó en Tres Zapotes, en donde vivió una época de esplendor que duró 200 años (400-200 a. C.), la misma duración que ha tenido el Estado Nación en el que hoy vivimos.

    En el gran contexto de la historia de lo que hoy somos, lo que va del sexenio de AMLO resulta un suspiro. Con todo, a 51 meses y medio del inicio del primer gobierno de la Cuarta Transformación de México, los cambios han sido tantos y tan radicales que el pasado inmediato luce remoto. Pero fue hace cosa de nada que el presidente de México nos insultó a todos y a todas tachándonos de corruptos, o que quien era su hombre fuerte, Luis Videgaray, impulsaba su Reforma Energética alegando que había que terminar de privatizar la industria petrolera porque todos los mexicanos éramos demasiado corruptos e ineficientes como para hacernos cargo de nuestros propios recursos. Parece que fue hace mucho, pero fue hace muy poco. No olvidemos.

  • ¿Qué tan pobre, qué tan rico eres?

    ¿Qué tan pobre, qué tan rico eres?

    ¿Qué tan pobres son los más pobres? 

    El poder político mundial se ha planteado erradicar la pobreza extrema para el año 2030. Cuando digo “el poder político mundial” me refiero a los gobiernos de los 193 países —prácticamente todos los que existen— que forman parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Y “erradicar la pobreza extrema” significa que ningún ser humano viva —sobreviva, pues— por debajo de la Línea Internacional de Pobreza. Ese umbral se define de manera precisa con base en estimaciones del Banco Mundial (BM). Hace apenas unos meses, el BM actualizó la metodología y criterios que utiliza para medir los ingresos y la pobreza; en septiembre de 2022 la cifra en la que se fijó la Línea Internacional de Pobreza pasó de $ 1.90 a $ 2.15 dólares diarios.

    Si usted percibe, pues, más de $ 2.15 dólares al día, esto es, $ 38.70 pesos mexicanos, usted, al menos según el BM y la ONU, no vive en pobreza extrema. Esos $ 38.70 pesos diarios acumulan $ 1,161.00 pesos al mes. Lo anterior quiere decir que, si una persona en México no recibe ningún otro ingreso, tan sólo la pensión a adultos mayores que el gobierno federal otorga —que este año pasó de $ 3,850 a $ 4,800 pesos bimestrales, $ 2,400 pesos al mes—, lo saca de la pobreza extrema. Aquilátelo: actualmente, más de 11 millones de hombres y mujeres son beneficiarios de la Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores.

    No faltarán quiénes duden de que existan personas que puedan vivir con menos de $ 2.15 dólares al día. Bueno, según las estimaciones más recientes, 8.5% de la población mundial vive en pobreza extrema. Hablamos de alrededor de 680 millones de seres humanos, más de cinco veces la población total de nuestro país. Y, ¡ojo!, las cosas no están mejorando: durante muchos años, mientras que la riqueza extrema ha ido en aumento, la pobreza extrema había estado cayendo constantemente, pero —según también el BM— tal tendencia cambió con el COVID-19. La pandemia marcó el primer aumento de la pobreza extrema mundial: lamentablemente, la pobreza planetaria ha aumentado por primera vez en 25 años. 

    El 50% más pobre del mundo

    Cada una de las poco más de cuatro mil millones de personas que integran la mitad más pobre del mundo, vive con menos de $6.70 dólares al día —empleo las estimaciones realizadas por Max Roser, director de Our World in Data—. Expresado en nuestra moneda, son $ 120.60 pesos diarios. Es decir, si usted vive en México y tiene un ingreso mensual de más de $ 3,618.00 pesos, en términos económicos puede considerarse parte de la mitad más afortunada del orbe. Conviene recordar que, a partir de enero de 2023, el salario mínimo en nuestro país —luego de su incremento del 20%— es de $ 207.44 pesos diarios. O sea, si un trabajador o trabajadora vive solo y gana el salario mínimo está fuera del 50% más pobre del mundo. Lo mismo podríamos decir de los integrantes de un hogar de tres miembros —padre, madre y un hijo, quizá— en el cual dos de ellos trabajen y ganen, cada quien, un salario mínimo.

    El 15% más rico del mundo

    Ahora pensemos en el otro extremo: no en el 50% más rico de la población mundial, sino en el 15% más acaudalado. Ahí se encuentran los hombres más ricos del orbe —todos son varones—, como el francés Bernard Arnault, el gringo-sudafricano Elon Musk y los norteamericanos Jeff Bezos y Bill Gates. En la cúspide también está el mexicano Carlos Slim —poseedor de unos 86.5 mil millones de dólares— y los señores Lionel Messi, LeBron James y Cristiano Ronaldo, el comediante Jerry Seinfeld y los actores Tom Cruise y George Clooney… En fin, la gente más acaudalada… Pues resulta que si tus ingresos son de al menos $ 30 dólares al día eres parte de ese 15% más rico del planeta, codo a codo con Warren Buffett y Michael Bloomberg. En otras palabras, si tu ingreso es de al menos $ 540 pesos diarios, esto es, $ 16,200 al mes, y si la población del mundo fuera de sólo 20 personas, tú serías una de las tres más ricas. Y buena parte de la gente asalariada en México nos ubicamos en ese estrato; basta recordar que el salario promedio mensual de los trabajadores registrados en el IMSS es hoy de $ 15,913.00 pesos.

    Origen es destino

    ¿Qué tan saludable, educado y rico será un recién nacido cuando cumpla, digamos, 20 años? No importan tanto qué tan inteligente, estudioso y trabajador vaya a ser a lo largo de su vida. No resultará lo más determinante si es niña o niño, tampoco el color de su piel. El condicionante principal es dónde nació. La desigualdad entre los países del orbe es terrible. La gran mayoría de los más de ocho mil millones de humanos que habitamos el planeta es muy pobre. “La desigualdad puede ser muy alta al interior de cada país. Estados Unidos es un país de altos ingresos con una desigualdad extraordinariamente grande, por ejemplo. Pero gran parte de la desigualdad global es la desigualdad entre países”, dice Max Roser. Sirva un par de datos para probarlo. Si a nivel global, el 85% de la gente vive con menos de $ 30 dólares diarios, en Alemania y Francia apenas dos de cada diez perciben menos que eso, y mientras que en Dinamarca —con menos de seis millones de habitantes— el ingreso promedio diario es de $ 55 dólares, en Etiopía —en donde viven más de 114 millones de personas— es de sólo 3.30 dólares. Si naciste mujer, afrodescendiente y discapacitada…, pero en París, seguramente tendrás un mejor futuro que un varón de piel clara y sin discapacidad alguna, pero oriundo de los Altos de Chiapas.

    Hoy por hoy haber nacido entre el Bravo y el Suchiate afortunadamente está dejando de ser una fatalidad económica. Los zarpazos de la 4T a la desigualdad comienzan a sentirse.

  • Encarrerado el gato…

    Encarrerado el gato…

    Sé bien que todavía ardemos en deseos de compartir y comentar nuestra enorme consternación ante las monstruosidades que, apenas el domingo pasado, fue a exhibir al Zócalo de la Ciudad de México la oposición y sus huestes, hordas de compatriotas voluntariamente desinformados, ignorantes por decisión propia, fúricos y endiablados, sesgados por el encono. Con todo y que los sabíamos desde hace mucho desquiciados por sus fobias, prejuiciados hasta la ceguera y afanosamente desinformados, con todo, siguen sorprendiendo.

    Yo sé que seguimos entre apesadumbrados e indignados ante el tsunami rosa de desconocimiento, mentiras, desvergüenza y mala leche. Yo sé que abundan los mexicanos y las mexicanas de buena voluntad que quisieran comprender qué tiene que suceder en los recovecos de las entendederas de una persona más o menos normal para negarse a ver la realidad. Sé que a mucha gente noble algo de paciencia le queda y aún cree que podría rescatar del embrujo ideológico a algunos de los que se tragaron el cuento de que el Plan B es un atentado contra la democracia. Bien, lo sé, pero me niego a seguir regodeándome en evidenciar las payasadas retorcidas que el domingo desplegó la reacción y la borregada que el señorito X ha conseguido amasar.

    El caldo rosa de falsedades grotescas, insensatez extrema y descaro ya ha sido suficientemente balconeado; considero que no tiene mucho caso seguir en ello. Quien a estas alturas siga creyendo que aquello fue una manifestación apartidista en defensa de la democracia sencillamente es irredimible. Quede anotado, eso sí, que los conservas aunque ni de cerca son la mayoría sí siguen siendo un montón y se están agrupando ya sin el menor disimulo: el prianismo va a sumar todo lo que pueda, incluido el cada vez más destacado componente de compatriotas con psicopatías varias. 

    Por lo demás, la mañanera del jueves fue un recordatorio importante de que no deberíamos descuidar la celebración. ¿Se acuerdan de aquello de “sonríe, vamos a ganar”? Pues vamos ganando, y no sólo: en la ruta de la 4T, el país va muy bien.

    Ayer el presidente López Obrador presentó una serie de datos duros sobre la situación socioeconómica en la que hoy por hoy se encuentra México, y la verdad prefiero atender las buenas noticias que seguir en la fascinación morbosa que, efectivamente, provoca la reacción y sus desfiguros colectivos. Van algunas…

    • A febrero de 2023, los puestos de trabajo registrados en el IMSS ascienden a 23.66 millones. Es decir, más de 1.2 millones por arriba de los que se tenían al inicio del sexenio. Además, el rebote después de la ligera caída de diciembre es definitivo y seguramente en marzo volveremos a alcanzar récord histórico.
    • El salario promedio mensual de los trabajadores registrados en el IMSS es de $15,913.00 pesos. En enero de 2018, era de $10,582.56 pesos.
    • ¿Cuál ha sido la variación del tipo de cambio respecto al dólar estadounidense por peso mexicano, durante el período que va del 30 de noviembre de 2018 al 28 de febrero de 2023? ¿Se dio la devaluación que pronosticaba la derecha y sus opinócratas y expertos? No, al revés: el peso se ha apreciado 10.1%
    • ¿Y cómo se compara el resultado anterior respecto a las administraciones anteriores, tecnócratas y neoliberales? Bueno, al término del sexenio de Miguel de la Madrid el peso reportó una devaluación de 2,014%, el gobierno de Salinas significó una devaluación de 35.6%; el de Zedillo, de 190.2%; los de Fox y Calderón, del 17.8% y 10.2%, respectivamente, y el de Peña del 55.1 por ciento.
    • En 2022, las familias mexicanas recibieron de los trabajadores internacionales 58.5 mil millones de dólares de remesas.
    • La inversión extranjera directa al cuarto trimestre de 2022 fue 11.6% mayor a la del mismo período del año anterior.
    • Para sorpresa de todas las previsiones de expertos nacionales e internacionales, el PIB de México en 2022 creció 3.1 por ciento.
    • El crecimiento del PIB de México en 2022 (3.1%) fue mayor que el de países como Italia (0.4%), Japón (1%), Alemania (1.9%), Estados Unidos (2.1%), Corea del Sur (2.6%), Francia (2.6%) y China (3%).
    • Inflación en enero de 2023, variación porcentual con respecto al mismo mes del año anterior: 7.91% “A la baja, pero lento”.
    • Con todo, la inflación en nuestro país es menos pronunciada que en países como Colombia (13.3%), Chile (12.3%), Reino Unido (10.1%) y Alemania (8.7%).
    • El presidente anunció que México, Brasil, Argentina y otras naciones de América Latina se están organizando para llevar a cabo acciones conjuntas para enfrentar la inflación, un fenómeno internacional.
    • A enero de 2023, el aumento del poder adquisitivo del salario mínimo, con respecto a 2018 es de 90 por ciento.
    • Al inicio del primer sexenio de la 4T, un salario mínimo alcanzaba para comprar 6.5 kilos de tortilla; actualmente, para 10 kilos.
    • La Bolsa Mexicana de Valores, en lo que va del gobierno de AMLO, ha reportado ganancias por 26 por ciento.
    • Las reservas internacionales del Banco de México han aumentado 15.1% respecto al inicio del sexenio.
    • Evolución del precio real de las gasolinas magna y premium: con Calderón aumentó 22.9% y 5.7%; con Peña, 42.8% y 46%…, y en lo que va del gobierno de López Obrador ha disminuido 7.7% y 5.6 por ciento.
    • Evolución del precio real del Diesel: con Calderón aumentó 49.9%; con Peña, 48.6%…, y en lo que va del gobierno de AMLO ha bajado 7.5 por ciento.
    • Evolución del precio real del gas LP (cilindro): en el sexenio de Calderón disminuyó 1.5%, con Peña aumentó 28.9%…, y en lo que va de esta administración ha disminuido 13.3 por ciento

    Entonces qué…, ¿a poco no sobran razones para sonreír? Ni los azules disfrazados de rosa tendrían que andar morados de coraje.

    • @gcastroibarra
  • El cuento de las “narrativas”

    El cuento de las “narrativas”

    La reacción de la reacción ha resultado mucho más patética de lo que nos tenían acostumbrados: lastimosa, miserable y vergonzosa, comenzando por la carta del moreliano Calderón Hinojosa. El veredicto que declaró pentaculpable al súpersecretario de Felipe Calderón noqueó a la oposición en pleno, no solamente a los panistas, igual a sus compinches priístas y demás menudencias partidarias que se mantienen apergolladas al muégano que comanda el señor Gonzalitos, y con ellos, a la lona también, toda su runfla de comentócratas venidos a menos. ¡Santo costalazo! Todavía andan muy atolondrados, más descuadrados que nunca; con todo, tratan de salir de la estupefacción y el atontamiento…

    Dos días después del fallo en Brooklyn, el jueves 23, el director editorial de El Financiero, el señor Enrique Quintana, publicó una columna que evidencia su propósito de embuste desde el título: “AMLO gana la batalla de las narrativas”. Se refiere a la determinación de la culpabilidad de Genaro García Luna, y afirma: “Pocos hechos en los últimos años podrían ser tan productivos para la narrativa que ha construido AMLO”. Por supuesto, se trata de una argucia chafa, porque no, no sólo se está ganando “la batalla de las narrativas”, se está imponiendo la realidad sobre las narrativas que hasta hace poco eran hegemónicas. Sucede que nos están alcanzando los hechos y la verdad sale a flote.

    Hay que tener cuidado. En el centro de la argucia que Quintana y otros voceros del conservadurismo están promoviendo se halla una noción espuria del concepto de narrativa: la idea de que una narrativa no es más que una patraña. No es así: las dichosas narrativas no son sinónimo de mentiras, son otra cosa.

    Como otros opinócratas de la prensa falsaria, el columnista sugiere que el veredicto no fue correcto, es decir, que fue injusto; no lo dice con todas sus letras, no se atreve, pero siembra la duda y deja ver que sólo la gente que no sabe de leyes es la que asume como justa la declaratoria: “Un veredicto condenatorio en Estados Unidos es considerado popularmente como un hecho incuestionable, pese a la debilidad de las pruebas presentadas por los fiscales”. A lo que sí se anima es a lanzar la siguiente añagaza: que Genaro García Luna se haya coludido con el narcotráfico se reduce a una narrativa, o sea, a un cuento, a una mentira.

    La narrativa, efectivamente, es un tipo de discurso que tiene que ver con la ficción, y en español usamos ficticio como sinónimo de mentira. Pero la ficción es otra cosa: la ficción es el producto de uno de los dos tipos de pensamiento que los seres humanos tenemos para entender la realidad: el pensamiento narrativo. Pensadores como Jerome Seymour Bruner (1915-2016) y Paul Ricœur (1913-2005) lo estudiaron a fondo: el modo de pensamiento narrativo es diacrónico, secuencial, orientado a la acción y atento a los detalles específicos de la experiencia. El otro tipo de pensamiento es el paradigmático, el cual es sincrónico, trasciende las experiencias particularidades por medio de la abstracción de categorías, con las cuales sistematiza y busca establecer patrones. El pensamiento narrativo trama historias, organiza los hechos en forma de relatos. Quintana dice que lo que sucedió en Nueva York fortalece la narrativa construida por AMLO, lo cual no es mentira, sino una verdad parcial, muy parcial: la otra parte es que la condena al secretario de Seguridad Pública durante todo el sexenio de Calderón dinamita la narrativa que impulsaron los gobiernos prianistas neoliberales, porque la muestra inverosímil, increíble, sencillamente porque la realidad se impone. Cierto, a esa narrativa perversa se ha enfrentado AMLO, pero no únicamente él, y menos oponiendo a ella un invento, un cuento.

    Moribunda, la narrativa reaccionaria intenta ahora vendernos el viejo timo según el cual la culpa de nuestros males la tenemos todos y todas, mexicanos y mexicanas. Ejecutando la coreografía del nado sincronizado que el conservadurismo ha tratado de montar durante estos días, dice Quintana: “El veredicto del jurado… no es sólo en contra de un exfuncionario…, sino en contra de un país”. ¿Se dan cuenta? Es el mismo cuento según el cual nadie está libre de culpas y nadie puede lanzar la primera piedra, la pamema de que la corrupción es parte intrínseca de nuestra cultura o, peor, de la condición humana. De la Madrid impuso como receta la “renovación moral de la sociedad” porque desde entonces se propagó la consigna artera de que la corrupción somos todos. La cantaleta permeó al punto de que casi nadie dijo nada cuando, apenas en el sexenio anterior, el presidente de la República, exhibido hasta el cansancio, nos acusó a todos de corruptos.

    Que no nos vengan con el cuento de las narrativas y muchos menos con la narrativa de que la sociedad en su conjunto es inmoral. Ni modo, ahora sí es hora de repartir culpas.

  • AMLO y la autoestima nacional

    AMLO y la autoestima nacional

    A Eufrosina

    El conservadurismo en México nunca se ha llevado bien ni con el patriotismo ni con el nacionalismo. Enseguida, argumento.

    Hace 14 años, justo el Día de la Bandera del año 2009, el señor que despachaba como presidente de la República se apersonó en el zócalo de la Ciudad de México para lanzar algunos exhortos. Calderón se dirigió a “nosotros, mexicanas y mexicanas de hoy”, y nos incitó a “hacer frente a los desafíos” que, según él, encaraba la Nación: “la inseguridad y la violencia generada por el crimen”, claro, y la “situación financiera internacional”. Entonces, eso significaba que pedía que la gente apechugara, algo que con frecuencia exigían los neoliberales. Casi al final de su perorata, el prianista soltó: “Hagamos que la Bandera Mexicana ondee siempre gallarda y orgullosa sobre una Patria a la altura de nuestra historia”.

    Quizás aquello era pura retórica, pero igual me asaltó la duda: ¿puede acaso la Patria no estar a la altura de su propia historia? Si la frase estar a la altura de significa algo así como ser consecuente con, ¿es posible que en su actualidad un país no sea consecuente con su devenir a través del tiempo? En términos de lógica formal es imposible que un ente no sea resultado obligado de sus causas y circunstancias. ¿Se desprende pues que un país está siempre, necesariamente, a la altura de su propia historia? Me parece que sí, que no hay vuelta de hoja. Pero un país no es una entidad cualquiera, sino una entidad social que está en todo momento ligada con su identidad. Un país, en tanto comunidad imaginada —echo mano del concepto de Benedict Anderson— problematiza constantemente su conciencia de sí, su aprecio por sí mismo, y ahí las cosas no son tan sencillas. 

    A partir de aquella arenga, en 2009 yo me preguntaba: ¿nuestro país está a la altura de su propia historia? El cuestionamiento se dirigía, por supuesto, al conocimiento y estima que tenía México de sí mismo y por sí mismo. Y dado que México, como ni ningún otro Estado Nación, no se halla personificado en nadie, ni en ningún individuo concreto ni en ninguna institución, ni siquiera en su gobierno, preguntarse si la identidad nacional está a la altura de nuestra historia es preguntarse si la mayoría de los mexicanos y las mexicanas es o no consecuente con nuestro devenir a través del tiempo. Dejando a un lado la cuestión de si realmente existe eso que llamamos historia independientemente de cómo nos la contamos —historiografía—, mi respuesta fue categórica: no, nuestra identidad nacional no estaba a la altura de nuestra historia, es más se encontraba muy achaparrada, terriblemente apocada desde el poder político.

    Durante el neoliberalismo, según el discurso que emanaba desde el poder público y los medios que éste controlaba —casi todos—, la culpa de los males que padecíamos la teníamos nosotros mismos. López Portillo dijo “la solución somos todos”, pero después de la debacle, cuando llegó su sucesor, De la Madrid, se impuso como receta la “renovación moral de la sociedad” porque desde entonces se propagó la consigna de que la corrupción somos todos. La cantaleta permeó al punto de que casi nadie dijo nada cuando, apenas en el sexenio anterior, el presidente Peña nos acusó: la corrupción “está en todos los órdenes de la sociedad y en todos los ámbitos. No hay alguien que pueda atreverse a arrojar la primera piedra, todos están, han sido parte…” Y no sólo se nos calificaba de corruptos, sino además de indolentes: si la pobreza cundía no era por un problema de distribución de la riqueza sino porque la gente no le echa ganas. 

    La identidad nacional tiene que ver con al menos dos conceptos: patriotismo y nacionalismo. Aunque suelen confundirse, no son lo mismo. David Brading (Los orígenes del nacionalismo mexicano, 1988) lo explica claramente: el patriotismo es “el orgullo que uno siente por su pueblo, o de la devoción que a uno le inspira su propio país”, mientras que el nacionalismo es “un tipo específico de teoría política; con frecuencia […] la expresión de una reacción frente a un desafío extranjero… Comúnmente su contenido implica la búsqueda de una autodefinición, una búsqueda […] en el pasado nacional en pos de enseñanzas e inspiración que sean guía para el presente”. El nacionalismo, pues, precisa del patriotismo. La bronca es que, a diferencia del patriotismo que es un sentimiento que prácticamente surge espontáneamente de la cotidianeidad, el nacionalismo, en tanto ideología política que abona en favor de la unidad de un Estado Nación, debe construirse, primero, y luego permear. Y para ello, obvio, se requiere legitimidad.

    A lo largo de la historia patria, al igual que ocurre con dos de las grandes avenidas de la Ciudad de México, Patriotismo y Revolución corren en contrasentido. Mientras que el patriotismo criollo impulsó la Independencia, el nacionalismo mexicano dio fondo ideológico a la Revolución. Hoy, desde el poder político de la 4T, el presidente López Obrador diariamente se ocupa de recordarnos la riqueza, profundidad y fortaleza de las raíces históricas de México. No se trata solamente de un discurso, sino de acciones concretas encaminadas a que estemos a la altura de nuestra historia, reconociéndonos en ella con orgullo. Cuando AMLO repite que el pueblo de México es mucha pieza abona en favor de nuestra autoestima, y cuando insiste en que la riqueza de nuestro país está en los valores de su gente reconfigura y fortalece la identidad nacional. El nuevo humanismo mexicano recupera la viabilidad de nuestra comunidad imaginada, ni más ni menos.

  • Nada como inflar para concentrar

    Nada como inflar para concentrar

    Si alguien pregunta qué es la inflación y usted contesta que es el aumento de precios, usted va a quedar como un pobre lego en Economía. Para salvar la situación, debe usted por lo menos agregar un par de adjetivos: aumento generalizado y e incontrolado. Si además lo cuestionan sobre las causas de la inflación y usted responde que es por culpa de los hambreadores o del gobierno, me temo que podría quedar como un pazguato. En cambio, uno bien puede pasar por enterado si pone cara de extrema gravedad y responde algo muy corto y poco comprometedor; por ejemplo:

    — La inflación es un fenómeno macroeconómico muy complejo, de causalidad multifactorial… 

    “La inflación es un fenómeno que se observa en la economía de un país y está relacionado con el aumento desordenado de los precios de la mayor parte de los bienes y servicios que se comercian en sus mercados, por un periodo de tiempo prolongado”. Es así como define el Banxico a la inflación en su sitio pedagógico Banxico educa. Y abunda: “… existen varias causas que pueden desencadenar este fenómeno…

    Sin embargo, la principal es generada por los excesos de dinero circulando en manos de la población que, al sentirse con más recursos, incrementa sus gastos generando una mayor demanda de bienes y servicios en la economía cuando la capacidad productiva del país no está en posibilidades de cubrirla, provocando escasez y aumentos en los precios”. ¡Ah, qué población más inconsciente, caray! ¡Qué gente, que se siente con más recursos cuanto tiene más dinero!

    El aumento desbocado de precios cunde por buena parte del orbe. Al cierre de 2022, todavía antes de los terremotos, en Turquía rebasaba los 64 puntos porcentuales, y en Chile, antes de los incendios, era de casi 13%, mientras que el promedio para los estados miembros de la OCDE y en los países de Europa era de 9.4 y 9.2%, respectivamente. En México, la inflación cerró el año en 7.8%, su mayor nivel en 22 años.

    Hace unos días, en su más reciente charla para Democracy at Work, Richard Wolff habló de la inflación. En corto, el economista marxista dijo que “la inflación es y debería ser honestamente reconocida como lucha de clases”. Como suele hacerlo, procedió entonces a explicar su dicho de forma muy sencilla.

    Primero, ¿qué son los precios? “Es lo que tú y yo y la gran mayoría de las personas pagamos a la pequeña minoría que son los empleadores en nuestra sociedad, los que fijan los precios, los que los suben. En tanto que  “los precios son el dinero que nosotros, los empleados, les damos a ellos, los empleadores, los salarios son lo que ellos, los empleadores, nos dan a nosotros como empleados”. Enseguida, se refirió al comportamiento de los precios y los salarios en su país: “los precios suben en Estados Unidos más o menos entre un 7 y un 9% cada año. Los salarios aumentan anualmente la mitad de eso. En otras palabras, le estamos dando a nuestros empleadores mucho más de lo que ellos nos dan a nosotros. Se trata de una transferencia de riqueza de los empleados a los empleadores.”

    Fácil, ¿no? Desde esta perspectiva la inflación es una expresión de la lucha de clases, de la lucha por la distribución del excedente económico entre los capitalistas y los trabajadores. Los primeros buscan maximizar sus ganancias mediante el incremento de los precios de sus productos y servicios. Por su lado, los trabajadores buscan obtener salarios justos y precios más bajos para los bienes y servicios que compran. La tensión entre estos dos intereses opuestos provoca un aumento generalizado de precios, esto es, inflación.

    Según el reporte anual de Oxfam al menos 1.7 mil millones de trabajadores en todo el mundo, 47% del total, percibieron salarios que en 2022 resultaron más bajos que la inflación. El mismo documento —Survival of the Richest. How we must tax the super-rich now to fight inequality— señala: “La explicación tradicional del aumento vertiginoso de la inflación es que ocurre cuando la demanda supera la oferta y hace subir los precios, pero esta lógica explica solo en parte el aumento del costo de la energía y los alimentos.

    La invasión de Ucrania por Rusia, con todas sus consecuencias geopolíticas, provocó una reducción del suministro de gas de Rusia, lo que a su vez contribuyó a un aumento del precio mundial de la energía. En el caso de los alimentos, los precios ya estaban aumentando considerablemente mucho antes de que estallara la guerra, y la interrupción del suministro de cereales de Ucrania no hizo más que exacerbar el problema. Para comprender mejor el aumento de los precios de la energía y los alimentos, debemos mirar más allá de la lógica de la oferta y la demanda. Un creciente cuerpo de evidencia apunta a las ganancias y márgenes corporativos como impulsor de la inflación. Las empresas no sólo están transfiriendo los mayores costos de los insumos a los consumidores, sino que también están capitalizando la crisis, usándola como una cortina de humo para cobrar precios aún más altos. En Estados Unidos, Reino Unido y Australia…, 54%, 59% y 60% de la inflación, respectivamente, ha sido impulsada por mayores ganancias. En España, las ganancias corporativas fueron responsables del 83% de los aumentos de precios durante el primer trimestre de 2022.”

    ¿Qué es la inflación? Un mecanismo eficiente de la hiperconcentración de la riqueza.

  • ¿Sí…, por cuál vota?

    ¿Sí…, por cuál vota?

    Cuando yo era niño la democracia era, más que un ideal, una entelequia. Por ejemplo, tratándose de las elecciones presidenciales, cualquier escuincle medianamente despabilado sabía que El bueno era el beneficiado por el dedazo del presidente saliente. Luego seguía una farsa más o menos ridícula que pasaba sin mayores sobresaltos. El colmo fue el proceso electoral en el cual resultó ganador el licenciado José López Portillo y Pacheco, derrotando contundentemente para ello a nadie, puesto que fue el único candidato oficial que se presentó en la contienda. Como se sabe, las cosas no cambiarían sino hasta 1988.

    Durante aquellos precámbricos ayeres, también era frecuente que si un chamaco preguntaba a su madre, por ejemplo, por qué tenía que irse de vacaciones a casa de unas tías aburridas y feas que vivían en Celaya, la respuesta se limitara a una clásica matona: “Porque lo digo yo, que soy tu madre”. Con argumentos de tal calado podían resolverse quién estudiaba qué o incluso quién se quedaba no a vestir santos sino a cuidar ancianos en casa. Por aquellos años, los ejercicios públicos más democráticos que recuerdo ocurrían en la amplitud modulada:

    — ¿Sí…, por cuál vota? –así era como, según recuerdo, contestaba el locutor de la estación de AM en la que diariamente, a una hora determinada de la tarde, se organizaban varias confrontaciones entre una canción de los Beatles y una de los Creedence Clearwater Revival. Los radioescuchas que querían participar marcaban un teléfono y, si tenían la enorme fortuna de que entrara su llamada, sufragaban al aire: “Orgullosa María, por favor” o “El tonto de la colina del Cuarteto Liverpool”, digamos. Después de que pasaba un par de barras de anuncios y los cortes respectivos del locutor en turno, se cerraba la votación y ponían la rola que había recibido más menciones. Que yo me acuerde, no le decíamos encuestas ni sondeos ni consultas públicas a esos enfrentamientos… Desconozco si sigan pasando por la radio programas como aquellos, pero estoy seguro de que si es así no les resultarán a los jóvenes experiencias tan exóticas como a uno de chavito.

    Se han generalizado tanto los ejercicios para averiguar el parecer de las personas, que pulula cierto enredo. El uso indistinto que mucha gente suele dar a palabras como censo, encuesta, sondeo, consulta… genera confusión. No son lo mismo, tienen distintos propósitos y procesan información de naturaleza diferente. Para poder leer adecuadamente sus resultados y comprender su utilidad es necesario entender sus particularidades.

    Los censos son, junto con las encuestas y los registros administrativos, fuentes de estadística básica. Los tres son herramientas que sirven para conseguir datos acerca de lo que es: información respecto a la realidad. En cambio, los sondeos y algunas encuestas son instrumentos de investigación acerca de la opinión de las personas, es decir, sirven para explorar y recabar datos acerca de lo que se cree o lo que gusta o disgusta. Finalmente, las consultas son ejercicios de democracia participativa organizados para conocer la voluntad de la ciudadanía respecto a temas de trascendencia pública, esto es, se refieren a lo que se quiere, de tal suerte que en estricto sentido lo que recaban son sufragios. 

    Los censos son de carácter universal: persiguen obtener información sobre todo el conjunto; así, los levantamientos de los censos de población y vivienda deben lograr cobertura total: contar a todas y todos los habitantes del país, por caso. De igual forma, los registros administrativos tienen que dar cuenta de todas las unidades a las que en cada caso se atienda; así, por ejemplo, todos los recién nacidos en el territorio nacional deben contar con un acta de nacimiento. Las encuestas no son de carácter universal: captan los datos de una parte del universo, en el mejor de los casos, de una muestra representativa de la totalidad.

    Por su parte, las encuestas y sondeos de opinión suelen capar la información de una parte del universo, y pueden o no ser dirigidos a muestras representativas. 

    En las consultas populares no participan todos los habitantes, ni siquiera toda la gente de 18 años y más: participan sólo quienes cuentan con la credencial de elector que acredita que tienen derecho de hacerlo. Conforme a lo que se establece en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, para que los resultados de una consulta sean vinculantes es necesario que participe por lo menos el 40% de todos los electores (lista nominal).

    Explicado así podrá parecer sencillo ahora distinguir unos de otros, pero en la realidad las fronteras no siempre se pueden marcar fácilmente. Por ejemplo, los cara a cara Beatles versus Creedence que recordaba más arriba, ¿qué eran?

    — ¿Sí…, por cuál vota? ¿Encuesta o consulta?