Etiqueta: Germán Castro

  • Cifras verídicas/embustes mediáticos

    Cifras verídicas/embustes mediáticos

    Bartolo Jacinto, media cuchara de oficio, gana el mínimo. El año pasado percibía $172.87 pesos diarios, pero a partir del primero de enero de este 2023 su salario se incrementó y ahora recibe $207.44 pesos diarios, casi 35 pesos diarios más. ¿Qué tanto perdería si le descontaran no el 5%, no el 3% sino el 0.5% de sus ingresos diarios? Perdería 1.03 pesos, es decir, un poquito más de un pesito. 

    Eladio, que chambea en un despacho de diseño industrial trazando maquetas, gana más del doble. Él percibe $14,500 pesos mensuales —es decir, un poquito más que el salario promedio que en diciembre de 2022 recibían los casi 22 millones de trabajadores afiliados al IMSS, $14,768—. Si Eladio decidiera ahorrar el 0.5% del dinero que recibe cada mes, ¿qué tan significativo sería su ahorro? Bueno, pongámoslo así: tardaría 200 meses en juntar lo que gana en un mes. 200 meses, esto es, más de 16 años y medio.

    A Graciela, dermatóloga de profesión, le va bien: aunque varían sus ingresos dependiendo de la temporada, el año pasado en promedio ganó $49,800.00 pesos mensuales. Si ella fuera víctima de un fantasma chocarrero que día a día le birlara también el 0.5% de sus emolumentos perdería menos de $124.50 pesos quincenales, mucho menos de lo que gasta en las propinas que le da al señor del estacionamiento.

    Podría continuar, pero lo que quiero mostrar me parece que ya quedó evidenciado: el 0.5% de un monto se vuelve más poquita cosa conforme se incrementa la cantidad afectada, el 100%. Bien, teniendo esto en mente les cuento que ayer jueves 26 de diciembre El Financiero publicó como su nota principal de primera plana: “Tira a economía el sector servicios”.

    Y por su parte, El Economista, que cada día canta peor las rancheras, “Sufrió actividad económica traspiés en noviembre; ven flojo cierre de 2022”. ¡Ay, nanita! ¿Es que otra vez ahí viene el Coco Macroeconómico por nuestros huesos? Bueno, quien se tome la molestia de pasar de los encabezados y dar lectura a la nota sabrá que en ambos casos se refieren al mismo dato: el Indicador de la Actividad Económica (IGAE), calculado por el INEGI, correspondiente a noviembre del año pasado presentó una disminución de… ¡0.5%! Por lo demás, quienes hayan leído la información publicada por el INEGI podrán haberse enterado que no se trata de un resultado malo para todos: resulta que mientras las actividades del sector terciario cayeron en un 0.9%, las actividades secundarias no presentaron cambio alguno y las primarias crecieron 5.3%

    Por supuesto, seguramente un montón de gente se habrá quedado con la falsa idea que este par de medios insisten en sembrar en la opinión pública: que a México le va mal. En esta ocasión no mienten —como sí lo hicieron un día antes publicando que la inflación de la primera quincena del año ha sido la peor desde 2001, es decir, en 21 años, cuando en realidad, tal como les enmendó la plana Gerardo Esquivel “la inflación general de la primera quincena de enero de 2023, si bien fue alta, es inferior a la que se observó en 2002, 2010, 2014, 2021 y, por supuesto, 2017, año del infausto ‘gasolinazo’”—, no publican datos falsos, pero engañan. El arroz podrá traer piedritas, pero no estamos comiendo piedras.

    ¿Y más allá de las complejísimas abstracciones de las cifras macroeconómicas, agregados de agregados de otros agregados y estimaciones, cómo le está yendo a la economía de nuestro país? O mejor, ¿cómo nos está yendo a nosotros, las mexicanas y los mexicanos, en el ámbito económico?

    Ayer mismo, El Economista, también en primera plana pero en letra mucho más chiquita y al margen de la “noticia” del dichoso traspiés, informa: “Crece ahorro de mexicanos por tasas altas. Ahorro a plazo fijo comenzó a crecer desde 2021”. ¿Se dan cuenta? Una buena noticia que pretende desvirtuarse… Porque piénselo: ¿será que la gente está ahorrando nada más por las altas tasas de interés? ¿Y no será también y en principio porque hay dinero para ahorrar? Y no es poca cosa: la misma nota señala: “… la captación a plazo pasó de 4.8 billones de pesos en septiembre de 2021 a 5.5 billones de pesos en noviembre del año pasado”.

    Y ya encarrerados, una más. También en la portada de El Economista podemos ver una nota que, creo, debió ser la principal: “En 2022, ventas de ANTAD crecieron 10.6%” Y ya en interiores: “Las ventas comparables de los afiliados a la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicios y Departamentales registraron un crecimiento nominal de 10.6% durante el 2022, mientras que la inversión ejecutada fue de 1,750 millones de dólares, 2.9% mayor a las proyecciones anunciadas”. ¿Qué tal? El mercado interno que le llaman, fortalecido, y también la inversión. Y todo esto —un 0.5% de declinación en el IGAE en noviembre pasado, un incremento de más de 10% en las ventas en los supermercados en 2022— en medio de un contexto de incertidumbre económica internacional.

    Para mal de la oposición y sus medios, a México le va bien.

  • ¡Es el modelo, estúpidos!

    ¡Es el modelo, estúpidos!

    En la ciudad más alta de los Alpes, Davos, Suiza, se volvieron a reunir los dueños, testaferros, agentes, fautores, portavoces y empleados encumbrados —privados y gubernamentales— de la oligarquía capitalista ecuménica. Propietarios, managers, políticos y jilguerillos, la crema de los señorones —muy pocas damas— que jalan a su antojo los hilos del Antropoceno, los atizadores del modelo económico que está devastando a tambor batiente la Tierra. La élite de las élites, los archiacaudalados entre los billonarios, los caciques del planeta Tierra. Puntuales y petulantes, llegaron muy orondos a bordo de sus aviones privados —Greenpeace estima que los angelitos generaron el CO2 equivalente al que habrían emitido 350 mil coches en una semana— a decirse muy preocupados, entre otros muchos problemones, por el cambio climático. By the way, el mismo día, la revista Nature publicó un estudio que da a conocer que la actividad humana está provocando un sobrecalentamiento de Groenlandia mucho más pronto y acelerado del que se proyectaba. Hoy, en buena parte de la isla se alcanza una temperatura mayor en 1.5 grados Celsius respecto a los niveles preindustriales. El reporte señala que, de seguir así, a finales de este siglo el derretimiento de la capa de hielo groenlandesa causará un aumento de 20 pulgadas en el nivel del mar, lo cual resultará catastrófico para un montón de localidades y ciudades costeras en todo el orbe.

    Según ellos muy consternados, los machucones del Foro Económico Mundial —WEF, por sus siglas en inglés— dieron a conocer hace unos días el documento The Global Risks Report 2023 18th Edition. Traduzco y resumo:

    Los primeros años de esta década anuncian un período particularmente disruptivo en la historia de la humanidad. El regreso a una “nueva normalidad” después de la pandemia de COVID-19 se vio interrumpido por la guerra en Ucrania, lo que dio paso a una nueva serie de crisis de alimentos y energía, que han desencadenado problemas que décadas de progreso habían tratado de resolver. El mundo enfrenta una serie de riesgos que se perciben como nuevos, pero al mismo tiempo familiares. Vemos el retorno de riesgos ‘viejos’ (inflación, crisis del costo de vida, guerras comerciales, salidas de capital de los mercados emergentes, malestar social generalizado, confrontación geopolítica y el espectro de la guerra nuclear) que pocos de los líderes empresariales y hacedores de políticas públicas de esta generación habían experimentado. Son riesgos amplificados por fenómenos relativamente nuevos…: niveles insostenibles de deuda, una nueva era de bajo crecimiento, baja inversión global y desglobalización, disminución de los recursos humanos…

    Los foristas aceptan que “después de décadas de progreso, desarrollo rápido y sin restricciones tecnológicas”, estamos entrando a una década “única, incierta y turbulenta”. Enseguida, enlistan lo que consideran los riesgos globales, según su gravedad —a corto (2 años) y largo plazo (10 años)—, clasificados en cinco bolsas —económicos, ambientales, geopolíticos, sociales y tecnológicos—: crisis del costo de la vida, desastres naturales y eventos climáticos, confrontaciones geopolíticas, fracaso en la mitigación del cambio climático, erosión de la cohesión social y polarización, daños ambientales a gran escala, desadaptación ante el cambio climático, ciberdelincuencia, escasez de recursos naturales, migración involuntaria a gran escala. Evidentemente la manera de enunciar la situación planetaria y los riesgos que enfrentamos no es más que una expresión ideológica del neoliberalismo que se resiste a aceptar su responsabilidad en el desastre y que pretende seguir manteniendo sin cambios sustanciales el modelo económico. Prueba de ello es que entre las alarmas que encienden no consideran la desigualdad, a pesar del informe que Oxfam acababa de divulgar… Peor, la palabra pobreza no aparece…, y debería. En este sentido, Oxfam es contundente: 

    Estamos viviendo un momento sin precedentes de múltiples crisis. Decenas de millones de personas más se enfrentan al hambre. Cientos de millones más enfrentan aumentos en los precios que les impiden enfrentar el costo de los bienes básicos o la calefacción de sus hogares. La pobreza ha aumentado por primera vez en 25 años.

    De ese tamaño es la crisis que estamos enfrentando: la pobreza mundial ha aumentado por primera vez en el último cuarto de centuria. Y el origen de esta catástrofe humana no es la carencia de riqueza, sino su distribución.

    • Desde 2020, el 1% más rico se ha quedado con casi dos terceras partes de toda la nueva riqueza, es decir, casi el doble de dinero que el 99% inferior de la población mundial.
    • Las fortunas de los multimillonarios están aumentando en $2,700 millones por día, cuando la inflación rebasa los salarios de al menos 1,700 millones de trabajadores.
    • En 2022, las empresas de alimentos y energía más que duplicaron sus ganancias, y pagaron $257 mil millones de dólares a accionistas adinerados, mientras que más de 800 millones de personas se fueron a la cama con hambre.

    El slogan del WEF de este año es “Cooperación en un mundo fragmentado”. No, el mundo no está fragmentado, está integrado por un modelo económico injusto. La polarización, en efecto, es un problema, pero no la polarización social, ni siquiera la polarización política, sino la polarización económica. El origen de la crisis global es el modelo económico.

  • Terrorismo estéril

    Terrorismo estéril

    Como ya he externado en esta misma columna, sé bien que es muy delicado hablar de terrorismo: usar el vocablo es lidiar con una sabandija ponzoñosa y traicionera. Pero también he argumentado que en algunos casos no es prudente alejarse de la palabra y no mentarla, porque proceder así sería dar por perdida una batalla, una batalla semántica relevante. En ciertos casos hay que tomar el toro por los cuernos.

    La situación es paradójica: denunciar acciones comunicacionales con propósitos terroristas implica darles resonancia e impulsar su propósito, causar terror, pero, al mismo tiempo, no hacerlo, guardar silencio, es aceptar tácitamente que dichos mensajes son válidos —el que calla otorga—. Escapar de esta paradoja no es fácil, pero es decisivo intentarlo.

    La reacción y sus esbirros mediáticos llevan ya varios meses tratando de establecer en el imaginario nacional una narrativa en torno al metro de la Ciudad de México que provoque terror. Desde el colapso en el tramo elevado de la línea 12 ocurrido en mayo de 2021, el conservadurismo no ha dejado de atizar el tema. Y, claro, después del choque de dos trenes en la línea 3 sucedido el sábado pasado la andanada comunicacional se ha intensificado. Dado que es una estrategia propagandística cuyo objetivo es causar terror, sostengo que es una campaña terrorista. Si está montada o no en accidentes —hechos no premeditados— o en actos de sabotaje es otro asunto.

    Ayer jueves en Twitter la estrategia terrorista se descaró cuando el conservadurismo lanzó el HT #MetroDeLaMuerte. Cuentas manejadas por personas de carne y hueso, muchos reputados pejefóbicos y famosos odiadores de la 4T, las y los opinócratas que llevan años endiablados y tecleando tonterías desde la rabia, politicastros del prianismo, pero también granjas de bots, la reacción se dio vuelo esparciendo memes, videos reciclados, caricaturas, rumores, mentiras, denuestos, groserías… La intención del HT #MetroDeLaMuerte no es sólo propagar el mensaje de que viajar en metro es muy peligroso, letal.

    Además, es obvio un propósito aparejado: arremeter en contra de la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum, específicamente damnificar su posible y muy probable candidatura a la Presidencia de la República por parte de Morena. Los HT #ClaudiaRenuncia, #EsClaudiaLaResponsable y #EsClaudiaCorrupta así lo muestran. Incluso hay quienes se animaron a ser más descarados: #ClaudiaEsUnPeligroParaMexico. Quizá sea notorio, pero vale la pena subrayarlo: en este nado sincronizado —#MetroDeLaMuerte— el propósito aparejado —pegarle a Claudia— es el verdadero objetivo. La seguridad de la gente que viajamos en metro les tiene, como siempre, sin ningún cuidado.

    Por lo demás, decir que viajar en metro es extremadamente peligroso, mortal, es una tontería tan grande que únicamente puede resultar verosímil para quienes no viajen en metro o sufran de un grado de desinformación casi doloroso o experimenten por antipatía una ofuscación generalizada. Hace unos días, Statistics feed tuiteó: Cows kill more people every year than sharks. Es decir, que resulta mucho más probable que una vaca mate a alguien a que lo haga un tiburón. No indicaron la fuente en la cual basan su afirmación, pero no es necesario, el puro sentido común permite concluir que es así, no sólo porque hay una inmensidad de reses y muy pocos tiburones, sino porque es incomparable la cantidad de seres humanos que conviven cotidianamente con vacas y toros respecto a los que nadan entre peces carnívoros.

    Sin conocer las estadísticas correspondientes, también el sentido común permite que cualquier gente medianamente al tanto del mundo en el que vive pueda darse cuenta del tamaño de la estupidez que es llamar “de la muerte” al sistema de transporte colectivo de trenes de la CDMX. Ahora que conociendo algunos números la tarugada puede dimensionarse mejor… A causa del colapso del tramo elevado del metro acaecido en 2021 lamentablemente fallecieron 26 personas, y el saldo letal del accidente del sábado fue de una joven.

    Según las estadísticas de accidentes de tránsito terrestre (INEGI), en 2021 en las calles de la Ciudad de México 17 hombres y mujeres murieron por “colisión con objeto fijo”, y 128 personas sufrieron una “colisión con ciclista”, de la cuales 4 fallecieron. De las 858 que tuvieron la mala fortuna de sufrir el mismo percance, pero no con una bicicleta sino con una motocicleta, 28 perdieron la vida. En efecto, las motos son más peligrosas que el metro. Claro, los automóviles son el verdadero peligro: 32 personas fallecieron en choques, y de las 445 personas que fueron atropelladas por un coche, 69 murieron.

    El metro sigue siendo el medio de transporte más seguro de la CDMX. La gente lo sabe porque lo vive. Con todo, no deben seguir sucediendo eventos que pongan en riesgo a ningún pasajero. ¿Accidentes, sabotaje? A pregunta directa en la mañanera del jueves 11, la jefa de gobierno contestó: “No quisiera yo ponerle nombre, pero sí son acciones, momentos, hechos atípicos que están ocurriendo en el metro”. Como suele serlo, también el presidente fue muy cauto: “lo que queremos es que no haya sicosis, que encima de todos los problemas cotidianos… tengan la preocupación de algún accidente en el metro y que pueda ser provocado. Vamos a tener vigilancia y si a eso le llaman militarización, o como le llamen, asumimos la responsabilidad, porque vale más prevenir que lamentar. Entonces, vamos a cuidar al pueblo en el metro”. Bien: que no haya sicosis, no hay que hacerle el caldo gordo a la campaña de miedo. El terrorismo facho seguirá siendo estéril.

  • Irredimibles

    Irredimibles

    ¿De plano son insalvables? ¿Debemos aceptar de una vez por todas que no tiene caso tratar de hacerlos entrar en razón? ¿Hay que reconocer sin ambages que toda esa gente permanecerá en los marasmos de la estupidez humana, en la negación sistemática de la realidad como último baluarte de su conservadurismo exasperado y ramplón?

    A diferencia de lo que sostiene el presidente López Obrador, yo pensaba que no, que aún valía la pena intentar despabilarlos, tratar de aguzarles el entendimiento a punta de argumentos… Es más, llegué a creer que era una especie de deber democrático esforzarse por ayudar a quitarles de encima el costal de prejuicios y juicios desatinados que les aplasta la mollera y los mantiene tan endiablados, tan dispuestos a seguir creyéndoles a quienes por tantísimos años les han tomado el pelo… Bueno, pues lamento informar a ustedes que el 2023 vino a traerme el chasco que asestó el puntillazo letal en lo poco que quedaba de mis ganas de andar redimiendo reaccionarios…

    Todo ocurrió en territorio WhatsApp, más precisamente en un grupo en el que convivimos cinco cincuentones, quienes, desde la remota prepa, hemos conseguido mantener nuestra amistad. Compartimos origen social y geográfico —¡salimos del mismo código postal!—, un montón de historias, gustos —el tocho, el basquet, el cine, la música…—, sentimientos… En materia política no hay consenso: de los cinco, dos enjuician negativamente al primer gobierno federal de la 4T —votaron en contra de AMLO y se han mantenido como críticos al presidente, a quien cada día detestan más— y tres tenemos una postura favorable. Los dos primeros son francamente pejefóbicos, en tanto que en los tres restantes hay cierta diferencia: uno apoya y valora de manera positiva a la actual administración, sin intervenir jamás en una discusión, en tanto que los otros dos somos felices chairos. 

    El episodio comenzó la mañana del 31 de diciembre pasado. El kickoff me correspondió a mí. Desde hacía algunos días, mi participación en el grupo se había limitado a “leer” los mensajes de los demás. Entrecomillo leer porque en nuestra pequeña comunidad, como en el mundo entero, la iconografía se ha impuesto sobre el texto: fotos, memes, emojis, stickers… Antes de que comenzaran los intercambios de buenos deseos por el inminente inicio de año, y considerando que mis cuatro amigos son buenas personas y a todos los estimo, que todos vivimos en México y que por ende el bien común también les atañe, escribí: “Pa’ cerrar el 2022 contentos y esperanzados…” Y enseguida, una tras otra, les fui enviando…:

    • Una gráfica de barras en la que se muestran los aumentos que ha tenido el salario mínimo de diciembre de 2018 al inicio de 2023: de $88.36 pesos diarios al inicio del sexenio a $207.44 pesos diarios —un incremento mensual de $1,052 pesos—.
    • Una pantallazo de una nota de primera plana en La Jornada: “El desempleo, en su menor nivel desde 2005: INEGI”.
    • Una gráfica que muestra el comportamiento de los puestos de trabajo registrados en el IMSS, desde el último mes del sexenio de Peña a diciembre de 2022. La mejora es evidente. Se destacan tres momentos: en noviembre de 2018, había 20.4 millones de trabajadores registrados al IMSS; en febrero de 2020, previo a la caída de causada por la pandemia, 20.6 millones… Vendría la debacle, con el peor momento entre junio y julio del 2020, y enseguida el despegue, para cerrar el 2022 con casi 22 millones.
    • Una foto de pantalla de la primera plana de El Economista: “Peso, la moneda que más se revaluó frente al dólar durante este año.
    • Otra gráfica: “Salario promedio. Remuneración mensual promedio de los trabajadores asegurados” [al IMSS]. Se muestra el comportamiento ascendente que ha tenido el indicador desde 2001, y cómo se ha acelerado desde que comenzó el gobierno de AMLO, para ubicarse en diciembre de 2022 en $14,768 pesos mensuales.
    • Otra gráfica de barras: “Variación del tipo de cambio respecto al dólar en los 49 meses de gobierno”. Se muestran los datos para las administraciones de Miguel de la Madrid a la actual. En todas, devaluación —las peores, con De la Madrid y Zedillo, 1,626.2% y 185.6%, respectivamente—, menos en la del licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública Andrés Manuel López Obrador; hasta aquel día, se reportaba una apreciación de nuestra moneda de 4.6%
    • Una gráfica sobre el comportamiento de los delitos del fuero federal, que entre diciembre de 2018 y noviembre de 2022 han presentado una baja de 30%
    • “Inversión extranjera directa al tercer trimestre”, una gráfica que muestra que el 2022 cerró con cifra récord: más de 32.1 mil millones de dólares. 
    • Una encuesta de El Financiero: “Califican el 2022 de bueno; 83% piensa que ’23 también lo será”.

    Y hasta ahí. ¿Cuál fue la respuesta? Nadie dijo nada. Nadie comentó nada. Nadie contradijo nada. En el Whats atronaba la estridulación de los grillitos imaginarios. El silencio perduró horas. Ya en la noche, el intercambio tradicional de buenos deseos de año nuevo. Y de nuevo el silencio: la política, la cosa pública dejó de ser tema…, hasta el 4 de enero, cuando los dos antiamlo del grupo comenzaron a mandar memes celebrando como una enorme victoria de la oposición algo que, hasta entonces, no se había confirmado: que el avión que traerá a Biden no vaya a aterrizar en el AIFA. Esa fue la gota que derramó el vaso. Suspiré y apagué el celular:

    — Andrés Manuel tiene razón. Que les vaya bien. No tiene caso.

    • @gcastroibarra
  • Si politiza, humaniza y hace bien

    Si politiza, humaniza y hace bien

    En la mañanera del miércoles volvió a repetir que se repite:

    — Por eso yo parezco disco rayado, repito y repito y repito. Porque hay quienes se creen las mentiras y es momento que digo: les están mintiendo, les están jugando el dedo en la boca, es lamentable que no estén informados, que les manipulen… 

    Lo hace con frecuencia: el presidente López Obrador suele repetir que se repite, que tiene que ser reiterativo. También es usual que explique a qué se debe que lo haga y en quiénes está pensando al hacerlo:

    — Y sobre todo hay que pensar en los jóvenes. La labor de un dirigente es concientizar, es como la de un predicador cívico, democrático, esa es la labor de un dirigente. Un escritor, un intelectual, no se debe repetir o no debe usar caminos trillados o lugares comunes, pero un dirigente sí, hay que estar constantemente hablando.

    Consecuente, AMLO insiste sistemáticamente, repite y repite, machaca, y sin embargo, al mismo tiempo, abona nuevos temas y sigue marcando la agenda nacional. Resulta evidente para tiros y troyanos que él es quien se encarga de surtir la mayor parte del combustible que mantiene viva en México la discusión en torno a la cosa pública. ¿Discusión? Eso digo, discusión, a sabiendas de que la palabra suele entenderse mal, como sinónimo de pleito.

    Discusión, de acuerdo con el diccionario de la RAE, tiene dos significados: primero, “análisis o comparación de los resultados de una investigación, a la luz de otros existentes o posibles”, y segundo, “acción y efecto de discutir”. Ahora bien, discutir, en principio no quiere decir pelear, reñir, sino “examinar atenta y particularmente una materia”. En segunda acepción, discutir significa “contender y alegar razones contra el parecer de alguien”.

    Pero ¡ojo!, efectivamente discutir es sinónimo de contender, es decir, de disputar, de altercar, pero no picándose los ojos, gritoneando consignas y escupiendo mentiras, sino invocando razones, esto es, argumentos, demostraciones. A diferencia de lo que pueda creer un montón de gente que hoy en México se asume como oposición, uno no debe discutir para salirse con la suya a toda costa y como sea, sino trayendo a cuento razones. Si, como se supone, todo asunto enmarcado en el ámbito de la res pública debería ser atendido por todos y todas teniendo en mente como fin último el beneficio público, su discusión es por antonomasia positiva, benéfica. Nos conviene hablar de nuestros problemas comunes. La afirmación anterior, claro, no es más que una verdad de Perogrullo, una perogrullada que años y años de partidocracia, oligarquía y agandalle salvaje han hecho que olvidemos. 

    Recuérdalo: hasta hace poco tiempo México era un país en donde se solía tomar como sabio y prudente al sujeto que opinaba que lo más civilizado era no discutir ni de política ni de religión, incluso no faltaba quien agregara que ambos asuntos eran más bien cuestiones “muy personales”. Hago a un lado a la religión —y eso, nomás para no caer en digresiones—, y digo que no, que es justo al contrario: no hay nada más social y civilizado que discutir la cosa pública. 

    “La razón por la cual el hombre es un ser social, más que cualquier abeja y que cualquier animal gregario, es evidente: … el hombre es el único animal que tiene palabra” —zóon lógon échon—, sostiene Aristóteles en su Política, un libro que tiene más de dos mil trescientos años. Las bestias también pueden expresar placer y dolor, concede el filósofo, “pero la palabra es para manifestar lo conveniente y lo perjudicial, así como lo justo y lo injusto. Y esto es lo propio del hombre frente a los demás animales: poseer, el solo, el sentido del bien y del mal, y de lo justo y lo injusto, y de los demás valores, y la participación comunitaria de estas cosas constituye la casa y la ciudad”.

    Y únicamente tomando en cuenta esto es que puede entenderse a qué se refería exactamente el filósofo cuando definió al ser humano como un politikón zôion, expresión griega que suele traducirse como “animal social”. El sapiens es un ser vivo — zôion— que califica con el adjetivo politikón, es decir, perteneciente a la polis, a la ciudad, y la ciudad no es sólo un sitio geográfico, un conglomerado de edificaciones y habitantes, sino un conjunto social, una comunidad política: una comunidad de hombres y mujeres que se ponen de acuerdo para que les vaya bien. “La comunidad perfecta es la ciudad… que subsiste para el vivir bien”.

    Aristóteles sostuvo que sin polis no hay propiamente sociedad humana. Pensaba que antes de la polis la humanidad no había alcanzado la plenitud de su propia esencia, que es la vida civilizada. Así que hablar de política civiliza, humaniza. Quien se esfuerza por politizar a la ciudadanía no polariza, al contrario: humaniza. Y sí, bien vale la pena repetirlo como disco rayado: la cosa pública no es un asunto personal, es un asunto público, de civilidad, y si alguien politiza, humaniza y hace bien.

    • @gcastroibarra
  • Basura

    Basura

    Ours is a culture and a time immensely rich
    in trash as it is in treasures.

    Ray Bradbury, Zen in the Art of Writing.

    Lo que llanamente conocemos como basura, en las estadísticas ambientales suele denominarse residuos sólidos urbanos. Aquí en México, el INEGI enuncia el concepto en los siguientes términos:

    Residuos generados en las casas habitación que resultan de la eliminación de los materiales que utilizan en sus actividades domésticas, de los productos que consumen y de sus envases, embalajes o empaques; los residuos que provienen de cualquier otra actividad dentro de establecimientos o en la vía pública que genere residuos con características domiciliarias, los resultantes de la limpieza de las vías y lugares públicos, siempre que no sean considerados por la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos.

    Atendiendo tal definición, conforme a los resultados disponibles más recientes —Censo Nacional de Gobiernos Municipales y Demarcaciones Territoriales de la Ciudad de México 2021, actualizados a julio de 2022—, sólo en el 6% de los municipios de nuestro país sus habitantes no cuentan con servicio de recolección de basura. En los casi 160 municipios en donde no hay recolección, por lo general (83% de los casos) la gente quema su basura, aunque además es muy común que también la depositen en un tiradero a cielo abierto y depositen los residuos orgánicos en tierras de cultivo. Conviene recordar que la enorme mayoría de estos municipios son rurales (85% se encuentran en el estado de Oaxaca), así que la quema es una práctica que más bien deberíamos entender como reutilización. En el campo, buena parte de lo que en la ciudad es basura se convierte en composta y combustible.

    En el 94% de los municipios del país —contando las 16 demarcaciones territoriales de la CDMX— que sí cuentan con servicio de recolección, en 2020, en promedio se recogieron poco más de 106.5 millones de kilogramos de residuos sólidos urbanos al día. El tipo de servicio más frecuente, en casi siete de cada diez municipios (67%), es el de recolecta casa por casa, mientras que en el resto la gente acude a tirar su basura a puntos de recolección establecidos o cuenta con contenedores urbanos.

    La desigualdad en México se expresa también en la basura: casi la mitad de todos los residuos urbanos que se recolectan en todo el país (47%) se generan en apenas seis entidades federativas: Guanajuato (4.28%), Nuevo León (4.84%), Veracruz (5.5%), Jalisco (7.21%), Estado de México (11.22%) y la CDMX. El caso de la capital de la República es muy significativo: aquí en la CDMX, en donde residimos el 7% de la población total del país, producimos el 14% de los residuos sólidos urbanos que se recolectan en todo México.

    El miércoles de esta semana le entregué su aguinaldo al amigo que pasa a recoger la basura en el edificio en donde vivo. JJ es un tipazo, una persona que suele andar alegre haciendo su chamba. Me contó que él y sus compañeros iban a trabajar toda esta semana, porque el 24 cae en sábado…

    — Pero mejor, eh… 

    — ¿Por…?

    — El día 12 que cayó en lunes y descansamos, ¡no sabe! Se nos juntó un montonal de trabajo –por supuesto, no hay que ser muy perspicaz para saber que cuando JJ dice que se le juntó un montonal de trabajo quiere decir que tuvo que lidiar con montañas de residuos sólidos urbanos–. ¡Imagínese el 24, con la cena, los regalos…!

    — ¿Mucha basura, JJ? ¿Más que otros años?

    — ¡No sabe, jefe, ahora sí la gente anda comprando como loca! Dicen que no hay dinero… ¡Sí cómo no!

    JJ me contó que desde noviembre es notorio el aumento en las compras: cajas, bolsas, embalajes, empaques, botellas, envases, cosas que evidentemente están siendo sustituidas por otras…

    — Pues nomás vea cómo pasan y pasan las camionetas de “¡Se compra colchones, tambores, refrigeradores…!” No paran, van y vienen.

    — Sí, todo mundo se queja de que los súpers y los centros comerciales están hasta el tope.

    — Y además ahora compran chorronales de cosas por Amazon y Mercado Libre y negocios de esos… Diario andan las camionetas repartidoras. Hay lana, yo se lo puedo asegurar por el demonial de cajas que sale todos los días.

    Claro, cultura de consumo: cornucopia de basura.

    En 2016 fui a Cuba. De hecho, la noche en que murió Fidel yo estaba en la isla. Nunca había estado allá antes. Recuerdo que algo de lo que más me impresionó fue la limpieza de las calles. Nada de basura. En Cuba las bolsas de plástico no son desechables, ni siquiera puede decirse que se reciclen puesto que no llegan a los contenedores de basura. La gente va a las tiendas con su bolsa y las vuelve a utilizar una y otra vez hasta que dan de sí. En parte, eso explica que no haya basura en las calles: no están plagados de bolsas de plástico y además en el mercado local prácticamente no se venden productos en empaques y envases comerciales, sino a granel. Por lo demás, todo se usa.

    Si alguien duda de la fortaleza del mercado interno, que salga a echarle un ojo al camión de la basura.

    • @gcastroibarra
  • La doctora DD y la Divina Providencia

    La doctora DD y la Divina Providencia

    De niño, como seguramente a la mayoría de ustedes, me divertía mucho jugar a los súper poderes. La parte más entretenida era el preámbulo. Antes de las carreras y los diablazos, la dinámica era más bien verbal: entre la chamaquiza se escogían primero y se discutía después quién se quedaba con qué potestades. La fuerza de Súperman, la capacidad de hacer que los animales le hicieran caso a uno como a Tarzán, volar, el ojo y el brazo biónicos del Hombre Atómico, en fin… Yo casi siempre pedía poder ser invisible. Al paso de los años he ido cambiado de preferencias, y si hoy fuera posible optaría por ser capaz de teletransportarme a voluntad: cerrar los ojos aquí, ahora mismo, en la ahora fría Ciudad de México, y un instante después abrirlos en Tulum, bajo el sol y junto a la playa.

    No dudo que de vez en cuando todos sigamos fantaseando con poder predecir el futuro o poder regresar en el tiempo a enmendar uno que otro entuerto cometido en el pasado… El pensamiento mágico proporciona estabilidad psíquica y sigue siendo un modo de enfrentarse a la realidad entre jóvenes y adultos. Si bien se trata de un tipo de pensamiento primitivo, sigue siendo parte importante de nuestra cosmovisión contemporánea. Por ejemplo, las supersticiones abundan, y no es raro observar a personas responsables y juiciosas portar una pulsera de la buena suerte. El próximo 31 de diciembre un montón de gente se pondrá calzones rojos y no dudo que descubrirse a uno mismo pidiendo la intervención divina para salirse con la suya… 

    Ciertamente, la irracionalidad es tan humana como el pensamiento racional, pero aceptemos la dura realidad: la mayoría de nosotros andamos por la vida sin poderes mágicos: ni usted ni yo podemos levitar ni, desafortunadamente, desaparecer de la realidad concreta a los fulanos y a las fulanas que nos caen mal, tampoco poseemos la capacidad de convertirnos en egregias águilas ni en poderosos lobos…, vamos ni en un astuto cacomixtle. La mayoría no tiene problema en aceptarlo. El problema generalizado está en la intromisión disimulada del pensamiento mágico en las explicaciones racionales de la realidad. Y es peor cuando esto ocurre de manera inconsciente.

    Aquí mismo he hablado ya del pensamiento mágico que, a sus anchas, cunde en los relatos con los que cotidianamente pretendemos comprender lo que sucede (Escasez de corazones humanos): “… vivimos en un mundo en el cual, avalados por el sentido común hegemónico, solemos leer y escuchar disparates disfrazados de juicios razonables; por ejemplo: ‘La Economía requiere que las ventas de automóviles recuperen su crecimiento’.  ¿Se da usted cuenta? El aserto anterior tiene el mismo valor semántico que decir “Huitzilopochtli necesita que sean ofrecidos en sacrificio más corazones humanos”.

    Ayer mismo la doctora Denise Eugenia Dresser Guerra nos regaló una perla de pensamiento mágico con el que, cada día más despistada, la oposición intenta encontrarle la curvatura al círculo. La académica del ITAM tuiteó:

    Ojo. Hoy la ciencia ha encontrado la manera de crear fusión nuclear con láseres, eliminando la necesidad de combustibles fósiles y sin desperdicio radioactivo. La política energética de @lopezobrador_ basada en Pemex/carbón/CFE/Dos Bocas será cada vez más cara y obsoleta.

    Para fundamentar su juicio sumario, la profesora Dresser adjuntó su tweet a un hilo de míster Wendell Pierce, este escrito en inglés. Traduzco:

    RECUERDA ESTE DÍA. AVANCE EN LA FUSIÓN NUCLEAR. Hemos aprovechado el poder para crear fusión nuclear con láseres, eliminando la necesidad de combustibles fósiles y sin residuos radiactivos. Este avance crea energía renovable limpia ilimitada. Elimina la necesidad de aceite.

    Y luego:

    Ahora comienza la batalla. Las compañías petroleras lucharán por mantener sus máquinas de ganancias de mil millones de dólares. Nosotros, como sociedad, tendremos que levantarnos y exigir que aquellos en el gobierno y las empresas cambien fundamentalmente nuestra infraestructura energética 180 grados. El futuro ha llegado. El Laboratorio Nacional Lawrence Livermore ha aprovechado el poder del sol. Este es uno de los mayores descubrimientos científicos de nuestra era. Ojalá los medios le den la atención que se merece.

    Aparentemente se trata de un mensaje bien fundamentado; digo, lo escribió un señor que habla inglés y trae a cuento un Laboratorio Nacional que al parecer no está en Ecatepec ni mucho menos, ¿no? El problema comienza si uno tiene la curiosidad de averiguar quién es el tal Wendell Pierce, porque resulta que el amigo no es un físico, ni cuántico ni nuclear, ni un ingeniero ni siquiera un periodista especializado en asuntos científicos… No, el señor Wendell Pierce un histrión, un actor estadounidense medio famoso por haber interpretado al detective Bunk Moreland en la serie The Wire. Lo más curioso es que ni el señor Pierce ni la doctora Dresser citan otra fuente. Claro, porque si hubieran investigado un poquitito más habrían descubierto que entre el artificio por primera vez logrado que se anuncia y su uso masivo tendrán que pasar décadas.

    Así las cosas, me atreví a contestarle a la docta politóloga lo siguiente:

    “La ciencia” es una abstracción, y usted lo sabe. Su mensaje, doctora, tiene el mismo valor semántico que encomendarse a la Divina Provincia.

    • @gcastroibarra
  • El extraño enemigo

    El extraño enemigo

    Si usted lee “un personaje de la política nacional”, podría pensar en Vicente Fox o en Felipe Calderón, incluso en Lilly Téllez, Kenia López o Alito Moreno… O quizá se acuerde de Patricia Mercado o de Ernesto Ruffo… Dependerá de sus querencias y sus referentes, así que también podrían venirle a la cabeza Pablo Gómez o Ifigenia Martínez o Alejandro Encinas… Claro, no faltarán quienes piensen de inmediato en Andrés Manuel López Obrador. Y si le cambiamos el adjetivo “nacional” por “internacional”, usted podría pensar en el megalómano y mega-anómalo míster Donald Trump o en Luiz Inácio Lula da Silva.

    Ocurre que la política es un fenómeno humano poliédrico: tiene muchísimas caras, semblantes buenos, virtuosos, y también fachas horribles, perversas. A la política se dedican Indira Vizcaíno y Ricardo Monreal. Desde determinado punto de vista, la política es la búsqueda del bien común, pero desde su antípoda puede entenderse sencillamente como la lucha por el poder. El puente, me parece, lo trazó bien doña Hannah Arendt: “La política trata del estar juntos y los unos con los otros de los diversos. Los hombres se organizan políticamente… a partir del caos absoluto de las diferencias”.

    Dialéctico también, para el marxismo clásico, la política no es otra cosa que la expresión del motor de la historia, puesto que la “la historia de toda sociedad… es la historia de la lucha de clases” y “toda lucha de clases es una lucha política”. En este orden de ideas, para que haya política —lucha política, si se me permite el pleonasmo—, es necesario el desacuerdo.

    Dicho lo anterior, espero que no caiga en saco roto la siguiente advertencia: es un riesgo real para la Cuarta Transformación el hecho de no tener enemigo alguno en la oposición. Porque hay que decirlo: como están las cosas, el triunfo de la oposición no sólo es moralmente imposible, es imposible a secas. Tienen candidatos para aventar para arriba, y de todos y todas no se hace uno solo. Tanto Enrique de la Madrid Cordero como Claudia Ruiz Massieu Salinas no tienen otros argumentos que una especie de alcurnia aristocrática priísta, un súper poder de juguete.

    Las posibilidades de la señora Lilly Téllez son tan serias como las del stripper neocristero Eduardo Verástegui. ¿Y qué decir de la experiencia de los aspirantes naranjas o de la frescura de los dinos azules y rojos? Aunque parezca increíble, el excandidato panista, hoy fugado, Anaya, sigue apareciendo en sus encuestas… ¿O tiene caso mencionar siquiera a lo que queda del PRD y sus suspirantes, Mancera y Aureoles? En suma: la oposición no es obstáculo para que en 2024 la Cuarta Transformación continúe.

    El lunes en la noche, en la Cámara de Diputados, Leonel Godoy Rangel expresó bien la situación durante su intervención: “En el 2024 les vamos a ganar los nueve estados que van a estar en disputa, y les vamos a ganar la Presidencia de la República, y les vamos a ganar la mayoría calificada del Congreso de la Unión… Tenemos que estar unidos, organizados, porque depende de nosotros y de nadie más ganar la Presidencia de la República en el 2024. No depende de esa oposición que no tiene proyecto”.

    Por eso el juego de la oposición y sus jilgueros es evidente: incentivar la insidia entre los seguidores de Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrad, los dos punteros de Morena. Será necesario tener mucho cuidado, recordar que el asunto no es quién sí o quién no tiene derecho de suceder a Andrés Manuel, ni siquiera quién tiene más derecho de hacerlo. El asunto es quién puede conducir mejor la continuidad de la 4T. De hecho, quien no entienda esto y en cambio crea que el asunto es una cuestión personal no es opción.

    Así que si apoyas a la jefa de gobierno de la Ciudad de México, pues #EsClaudia. Y si apoyas al secretario de Relaciones Exteriores, pues #EsMarcelo. Y si respaldas al secretario de Gobernación, pues es #EsAdan. Considero que tú y yo y todos quienes respaldamos al obradorismo tenemos derecho a expresarlo. No creo que convenga, eso sí, que el apoyo a quien creas que es la mejor opción deba basarse en atacar a los otros dos. Los adversarios son otros. Porque si #EsClaudia, será necesario que tenga el apoyo de Marcelo y de Adán Augusto; y si #EsMarcelo, será necesario que tenga el apoyo de Claudia y de Adán Augusto, y si #EsAdán, será necesario que tenga el apoyo de Claudia y de Marcelo. Antes que cualquiera de ellos #EsLa4T.

    Retomo lo que dijo el lunes el diputado Gerardo Fernández Noroña en su magnífico discurso también el lunes pasado en la Cámara: “Vamos a llegar unidos al 2024… Los vamos a hacer picadillo en las urnas”. Que tenga boca de profeta.

    El extraño enemigo que hay que derrotar no es la oposición.

    • @gcastroibarra
  • Buena gente

    Buena gente

    Dolor y gozo: dos momentos, dos extremos. El 20 de noviembre de 2014 marché del Ángel de la Independencia al Zócalo de la Ciudad de México. Ofendido, disgustado, triste, me sumé así a la #AccionGlobalporAyotzinapa, un acto de protesta dirigido al componente gubernamental del Estado mexicano, especialmente a quien entonces encabezaba el gobierno de la República, Enrique Peña Nieto.

    Ocho años después, el 27 de noviembre de 2022 asistí a la marcha a la que, realizando el mismo recorrido, convocó el presidente Andrés Manuel López Obrador para celebrar los logros alcanzados durante los cuatro años iniciales en el poder del primer gobierno federal de la Cuarta Transformación. En 2014 caminamos aquellos poco más de cuatro kilómetros en el ocaso, y terminamos de noche en la plaza de la Constitución. Este año caminamos bajo un amable sol invernal, disfrutando de un día despejado.

    En 2014 escribí una crónica en la que denunciaba: “Estuve ahí. Observé directamente lo que pasó. Puedo afirmar que la versión que desde la noche de ese mismo jueves han venido difundiendo la gran mayoría de los medios masivos de comunicación es parcial —no es completa y toma partido— y tergiversa (mal) intencionadamente lo sucedido”. Este año podría decir exactamente lo mismo; únicamente tendría que cambiar una palabra: domingo en vez de jueves.

    — ¿Te diste cuenta? Éramos los mismos, los que siempre salimos a las calles a manifestarnos —me dijo mi amigo Paco Medina un día después de la marcha de este domingo—. Ayer marchamos quienes históricamente lo hemos hecho enojados o tristes; ayer nos tocó hacerlo alegres. Hay un montón de cosas que celebrar.

    Sí, éramos los mismos…, pero éramos más variedad de los mismos y muchos más. El domingo marchamos de nuevo los pacíficos, los solidarios, los conscientes, los que no rompemos ni un vidrio, los más civilizados… En 2014 reportaba: “Más allá de la guerra de cifras —las “estimaciones” van de treinta mil a un millón—, se trató de la manifestación social más nutrida en la que he participado en toda mi vida…” Cierto, y sin ninguna duda la del domingo pasado rebasó con mucho, con muchísimo, aquella experiencia. En 2014 explicaba: “La plaza de la Constitución tiene alrededor de cuarenta mil metros cuadrados, incluyendo las calles que la rodean, de tal suerte que, si calculamos tres personas por metro cuadrado, entonces se requieren 120 mil para colmar el corazón simbólico de México”. Y sí, hace ocho años llenamos el Zócalo.

    Ahora, en 2022, tiene razón la derecha prianista y sus medios esbirros: no llenamos el Zócalo…, atiborramos el Zócalo y buena parte del primer cuadro de la ciudad. La marcha comenzó a las nueve de la mañana en el Ángel, y para entonces ya estaba llegando un montonal de gente directamente al Zócalo y a distintos puntos a lo largo del recorrido. Alrededor de medio día, los contingentes tenían todo repleto, pletórico de algarabía: Reforma, desde Florencia hasta la glorieta de El Caballito, y desde ahí, a lo largo de toda la avenida Juárez hasta Eje Central Lázaro Cárdenas, enseguida Madero y varias calles paralelas —Tacuba, 5 de Mayo, 16 de septiembre, Carranza…— por las cuales las personas intentaban entrar al Zócalo, lleno desde mucho tiempo atrás. De acuerdo con el gobierno de la CDMX, participamos un millón doscientas mil hombres y mujeres. 

    Hace ocho años contaba que la marcha del 20 de noviembre no había sido una manifestación estudiantil, puesto que había participado una diversidad social enorme. “Claro, los contingentes de la UNAM, el Poli, la UAM y la UACM fueron protagónicos… Pero ahora sí los jóvenes no salieron solos: sindicatos y organizaciones civiles variopintas, parejas, niños, ancianos, oficinistas, empleados y comerciantes que se incorporaban…” Pues la del fin de semana pasado fue tremendamente más diversa: no sólo acudió el fiel contingente de ancianas y ancianos que tradicionalmente ha respaldado a AMLO, también muchísimos adultos, niños y, por fin, jóvenes, sobre todo jóvenes. Por lo demás, nunca había presenciado una muestra tan amplia de la riqueza cultural de nuestro país: la heterogeneidad atronaba: mexicanas y mexicanos procedentes de todos los estados. Estoy completamente seguro de que jamás en la historia nacional la capital de la República Mexicana había recibido a tantos grupos representantes de los pueblos originarios. Estuvieron acá y se pronunciaron políticamente. Hace ocho años, la mayoría éramos clasemedieros. En esta ocasión la pirámide social estuvo bien representada: había de todo, pero sobre todo gente pobre, porque así es México.

    — ¿Ustedes son de aquí? —nos preguntó una septuagenaria, en un alto que hicimos frente a Bellas Artes.

    — Sí, chilangos.

    — Yo vengo de Cancún. Llegué el jueves. Yo me pagué mi boleto de avión y estoy feliz.

    A esa hora, más de la una de la tarde, nosotros ya habíamos encontrado a mi amigo GX. Él también se acarreó solito desde Querétaro, en donde vive desde hace tiempo, rodeado de azules. Increíble: resultó que una amiga de la señora de Cancún había hecho negocios con él hace mucho, en Toluca:

    — Mira, también es chairo —le dijo a otra de sus acompañantes, después de saludarlo—. Ya decía yo desde entonces que era buena gente.

  • Entre marchas, ¡fuetazos!

    Entre marchas, ¡fuetazos!

    El sábado 22 de noviembre de 2022, la noche anterior a la marchita facha marchita del domingo 13, me animé a tuitear un juicio y un presagio: la reacción mexicana ha vuelto a cometer un error garrafal de estrategia: echó toda la carne al asador, y sean los que sean mañana… serán abrumadoramente superados en unos días. Y que conste: para entonces el presidente aún no había convocado a la marcha del 27.

    La marchita rosa del Ángel al monumento a la Revolución del domingo 13 fue, en efecto, la demostración más sobresaliente que la oposición ha logrado concretar en las calles. De eso no hay duda, pero justo ahí se erige su tragedia, la trampa que solitos se tendieron: evidenciaron que su máximo es mínimo. ¿¡Sólo para eso alcanzan juntos el PRI —el triásico, el de Alito y el de lo que queda del peñismo—, el PAN, la pandita que queda del PRD, el calderonismo-zavalismo, Fox, la cuna de logos y las asociaciones civiles que supuestamente comanda el señorito X y los empresarios que dizque todavía liderea De Hoyos, el singular grupo plural de Álvarez Icaza y Germán Martínez, lo que quede del liderazgo histórico de la maestra Gordillo, todas las alcaldías capitalinas de oposición, la capacidad de convocatoria de la prensa y los medios masivos tradicionales, la caterva de cómicos endiablados contra el actual gobierno, la intelectualidad círculorojiza y la academia abajofirmante, la opinocracia nostálgica de chayo y la artisteada caída en la desgracia de haber quedado fuera del presupuesto!?

    Ni llenar la plaza de la República consiguieron… Más allá de los exiguos contingentes, más allá de la cantidad que, como todos sus opinócratas adelantan desde ya, será contundentemente rebasada, hay que echarle un ojo a la calidad: abundan los testimonios que muestran que aquello no fue una manifestación en defensa del INE, mucho menos en defensa de la democracia, sino un acto de repudio de una persona, el presidente de la República, es decir, no fue más que un episodio pejefóbico, pues, en el que el racismo, el clasismo y el aspiracionismo salieron a tomar un rato el sol. Buena parte de los asistentes no tenía la menor idea acerca de qué se propone en la reforma electoral contra la que, según sus organizadores, se estaban manifestando.

    Hoy, un par de días antes del marchononón del domingo 27 suelto otro vaticinio: será jubilosa y formidable, histórica.

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    Más turbada que de costumbre, primero por la euforia bobalicona que se agenció el domingo 13 y luego por el amargo despertar que desde el lunes le propinó la realidad, encuerada, desesperada, sin argumentos e impotente, en su enésimo nado sincronizado, la oposición moralmente derrotada lleva un par de días tratando de establecer en el imaginario nacional una narrativa completamente desquiciada: “Entre más grande sea la marcha del próximo domingo 27 de septiembre, será mayor el fracaso de AMLO”. Ok, entonces, en 2024 la 4T “perderá” arrasando en las urnas.

    La argucia no es nueva Lo mismo dijeron el año pasado, cuando, de las 15 gobernaturas en disputa, Morena ganó 11, y el prianismo solamente dos —las otras dos fueron una para Movimiento Ciudadano y otra para el Verde—. ¿Se acuerdan? Ni tamaña contundencia fue suficiente para que el lánguido prianismo aceptara su derrota; no, salieron a tratar de convencerse y convencer que les había ido muy bien… ¡porque no había perdido todo!

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    A alguno de los creadores de frases fachas se le ocurrió la tontería de calificar la megamarcha del próximo domingo 27 como una “marcha de egos”. El propósito es vilipendiar el evento aduciendo que 1) sólo se trata de apapachar el ego del presidente —supuestamente herido por la marchita rosa— y 2) que la gente que apoyamos la 4T saldremos a la calle con el único fin de presumir fuerzas… Pues, vamos a ser un ejército de egos, miles, y bien contentos y contentas. ¿Será una respuesta la megamarcha del 27 a la marchita del 13? En la cabeza de la oposición. ¿En dónde están pues los problemas de egocentrismo?  Significativo: un cuate que usa como avatar una caricatura —¡y para colmo con el rostro cubierto!—, con 17 seguidores en su cuenta de Twitter, se atreve a llamar “andresito” —así, con minúscula— al presidente de la República, al señor electo democráticamente con la mayor cantidad de votos de la historia de este país.

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    Desde que el presidente López Obrador convocó a la marcha del 27, la derecha anda en modo de clarividente: ya saben, ¡y lo divulgan!, que tendrá proporciones colosales. Además, por supuesto, la sufren por adelantado. De rosados pasaron a rozados, y rozados precoces porque todavía no sucede y ya les arde horrores.

    En su afán por restarle legitimidad aún antes de que suceda, denuncian que todo será producto del acarreo y a cargo del erario. Aseguran que el gobierno federal obligará a la gente a participar. No podía ser de otra manera: el león piensa que todos son de su condición. Por mi parte, tanta acusación anticipada me puso a pensar y concluyo que sólo algo me impediría ir a la marcha/desfile/celebración/informe del próximo domingo: que alguien tratara de obligarme a asistir. Así que nos vemos en el Zócalo el próximo domingo, seguro.