Etiqueta: Germán Castro

  • Numerotes

    Numerotes

    La gente es pésima para procesar y entender grandes números. Dado el ámbito en el cual me he desempeñado profesionalmente durante más de 35 años, me consta que la mayoría de la gente puede tener serias dificultades para entender, ya no digamos estadísticas y probabilidades, tan sólo grandes números. Enseguida, ejemplifico…

    Hoy el mundo amaneció con aproximadamente 215 mil personas más que ayer. ¿Cuánta gente es eso? ¿Puedes imaginarla? Repito: 215 mil seres humanos… Piénsalo así… La longitud promedio que ocupan diez personas en una fila común y corriente es de tres metros. Un centenar de personas entonces formarían una fila de 30 metros, esto es, el largo completo de una cancha de basquetbol y dos metros más. Así que una fila con un millar de gente mediría 300 metros, casi el largo de once canchas de basquetbol.

    ¿Y si formáramos en una sola fila a los 215 mil seres humanos que en un día aumentó la población total en el planeta? Pues mediría 64 mil 500 metros, esto es, 64 kilómetros y medio. ¿Puedes visualizar esa distancia? El siguiente dato puede servir para hacerlo: la distancia entre Ciudad de México y Toluca de Lerdo, estableciendo como puntos de salida y de llegada los centros de ambas ciudades, es 64 kilómetros por carretera incluyendo 46 kilómetros en autopista. Ahora sí, va de nuevo: en la actualidad los demógrafos estiman que día a día la población mundial se incrementa en 215 mil habitantes, una fila desde la Plaza Cívica de Toluca hasta el zócalo de la Ciudad de México, desplegada por la autopista de cuota, en la cual quedarían poco más de 1,600 personas más esperando para formarse.

    Y 215 mil no es un número demasiado grande. Lo subrayo porque los neurocientíficos saben bien que cuanto mayor es un número, empeora la capacidad del cerebro humano para comprenderlo. Si bien hasta un cierto punto podemos comprender números al vuelo, nuestras habilidades se deterioran rápidamente a medida que los números se vuelven más grandes. Nuestras dificultades para comprender grandes números se deben a que nuestros cerebros están diseñados para procesar información a escala humana.

    Otro ejemplo… En noviembre del año pasado, la población total del mundo llegó a la colosal cifra de ocho millardos, es decir, ocho mil millones… Se dice muy fácil, ¿no? Ocho mil millones, pero piénsalo un poco: estamos hablando de un ocho seguido de nueve ceros. Un año y un mes después, primera quincena de diciembre de 2023, la Tierra carga a cuestas ocho mil 79 millones de hombres y mujeres. ¿Entendemos la cifra? ¿Aquilatamos un monto así? Quizá el siguiente ejercicio mental ayude un poco a hacerlo… 

    Imagina que vas a saludar de mano a cada uno de los seres humanos que poblamos el orbe. Un saludo raudo, rápido, apenas de dos segundos… Imagina que por arte de magia no harás otra cosa más que eso, dar un saludo a cada uno de los habitantes del mundo, sin detenerte a descansar, ni a comer o dormir… a nada, solamente saludar a los ocho mil 79 millones de uno en uno… ¿Cuánto tiempo te tomaría hacerlo? Bueno, si con cada persona te vas a tardar dos segundos, tardarás casi 16.2 millardos de segundos, es decir, 269.3 millones de minutos, los cuales se traducen en 4 millones 488 mil 333 horas… O sea, 187 mil 14 días… ¿Dimensionas eso? Apuesto que expresado así sí: ¡512 años! Es decir, para terminar antes de que este año 2023 pase a la historia, debiste haber comenzado en 1511, mientras Leonardo da Vinci pintaba en Florencia su óleo Baco y Diego de Velázquez finiquitaba la invasión de la isla de Cuba, diez años antes de la conquista de México-Tenochtitlán. En suma, ¡más de medio milenio contando gente!

    Así que, como habrás notado, somos malos para entender grandes números. Y tiene sentido que así sea. Hasta hace muy poco tiempo, los humanos no teníamos que contar nada en grandes cantidades. Nuestros antepasados ​​no necesitaban realizar cálculos matemáticos complejos, por lo que la evolución no nos preparó para ello. Efectivamente, el cerebro está optimizado para reconocer pequeñas cantidades porque las personas tienden a interactuar más frecuentemente con números más pequeños. Por lo demás, nuestro pensamiento se orienta más por comparaciones que por cuentas… Y eso en parte explica por qué solemos prestar mucha más atención a una anécdota, a un chisme, a un acontecimiento aislado, que a la información estructural y en general a cualquier dato numérico alusivo a una colectividad, y más si se expresa en grandes números. Un chiste suele tener mucho mayor impacto en las grandes audiencias que cualquier estadística.

    El presidente informó el jueves 13 de diciembre que el programa Jóvenes Construyendo el Futuro beneficia a 2.8 millones de jóvenes, quienes reciben, cada uno de ellos y ellas, seis mil 310 pesos mensuales, monto que a partir del próximo año se incrementará a siete mil 572 pesos mensuales. Lo dice y muy pronto el dato pasa sin que la mayoría de la audiencia lo alcance a digerir. Pero nosotros tratemos de mesurarlo: si quisiéramos reunir a esos 2.8 millones de jóvenes, digamos, en el estadio Olímpico Universitario de CU, el cual tiene una capacidad de 72 mil espectadores, pues habría que organizar 39 eventos.

    Uno más: a la fecha, 11.8 millones de hombres y mujeres de 65 años y más son beneficiarios de las pensiones para adultos mayores que entrega el gobierno federal. 11.8 millones, una cantidad de gente ligeramente superior a los 11.7 millones que habitan todo Haití. Como saben, las pensiones, a partir de 2024, se incrementarán a seis mil pesos bimestrales. Considerando que la población total de Dinamarca es de 5.9 millones de habitantes, resulta que con los recursos que se pagan las pensiones a adultos mayores en México alcanzaría para entregar una pensión mensual a la población total de Dinamarca de casi 350 dólares por persona.

    Y aquí la dejo porque bien podríamos intentar sopesar que, al cierre de 2023, el gobierno del presidente López Obrador tenga un padrón para las becas y pensiones del bienestar de 27.9 millones de personas. 27.9 millones. Procesa el numerote…

    • @gcastroibarra
  • Chacota nociva

    Chacota nociva

    Tenemos que aceptar con todas sus letras que las estupideces siempre resultan más atractivas que los conocimientos relevantes. Chacota mata sapiencia. Guasa apabulla saberes. Las trivialidades tienen más poder de convocatoria masiva que cualquier tema profundo. Entre más superficial sea un asunto, más y mejor podrá seducir a los grandes públicos. Mientras que las cuestiones importantes a menudo no son fáciles de entender, las tonterías se digieren de golpe. La velocidad y la simpleza se llevan de maravilla, en tanto que lo sustancioso exige dilación. Así como es imposible reflexionar urgentemente, sería absurdo reflexionar hondamente sobre las distintas caras de una chanza antes de soltar la carcajada.

    Al cretino se le hace caso porque no cuesta ningún esfuerzo hacerlo. Los merluzos pueden resultar endemoniadamente graciosos, sobre todo porque dan pie a que la gente podamos burlarnos de ellos. Las tonterías de los demás hacen que las personas se sientan bien consigo mismas, así que suelen ser agradables de escuchar: las babosadas ajenas nos hacen sentir inteligentes y seguros. Un pastelazo en el rostro de alguien más es jocoso, y lo será más si no fue acometido con premeditación, sino a lo menso.

    Si usted, lector, está de acuerdo conmigo con lo que hasta aquí he dicho, entonces convendrá que la empecinada apuesta del PRIAN por la candidatura de la señora Bertha Xóchitl Gálvez no es del todo irracional. No me refiero a que la panista ex trotskista pro priísta tenga posibilidad alguna de ganar la contienda electoral a punta de dislates, no, sino que es probable que la jugada se limite ya nada más a tratar de distraer. Y si es así, admitámoslo, lo están consiguiendo. Vea usted si no es así…

    Hoy en la mañana, por ejemplo, el titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, Román Meyer, entre otras cosas informó que en lo que va del gobierno de AMLO, en México 1.9 millones de personas han salido de la carencia por calidad de espacios y vivienda, y 2.9 millones más han salido del rezago habitacional. Claro, para justipreciar ambos datos es preciso, además de ponerlos en un contexto temporal y espacial adecuado, conocer y comprender al menos los conceptos de “carencia por calidad de espacios y vivienda” y “rezago habitacional”. No son enchiladas. Además, como bien sabrá usted, suele resultarnos sumamente difícil comprender números alusivos a grandes magnitudes: uno lee 2.9 millones y resulta que en esos 12 caracteres va expresada la vida diaria de un montonal de gente de carne y hueso: 263,636 equipos de fútbol de once jugadores, con los que se podrían disputar simultáneamente 131,818 partidos; uno lee 2.9 millones de personas y difícilmente le vendrá a la cabeza que esa cantidad de hombres y mujeres equivale a la población total, en conjunto, de los estados de Aguascalientes, Colima y Baja California Sur. Y podríamos también abundar en lo que significa vivir en situación de carencia por calidad de espacios y vivienda, en lo que impacta en el desarrollo académico de los niños y adolescentes que asisten a la escuela, en la estabilidad anímica de una ama de casa…, pero ahí lo dejamos. Espero que con lo dicho sea suficiente para apuntalar el juicio: comprender cualquier cosa requiere tiempo y esfuerzo, y si es importante, pues más. 

    En cambio, cualquiera de los frecuentes desatinos de quien se autodenomina “una de las mejores ingenieras del país” se pesca al vuelo y da risa ipso facto. La señora agarra el micrófono y dice que el presidente López Obrador ni vio venir que ella sería la candidata del muégano conservador y, claro, a botepronto desata un tsunami de burlas.

    Ahora ya nada más recuerde un poco, reproduzca los ejemplos y medite: por un lado, una cascada de noticias importantes, trascendentes, que para entender en su justa dimensión requieren de tiempo y también de cierto trabajo mental, y por el otro lado las constantes y reiteradas trivialidades y chorradas de la señora elegida por el señor X, tonterías que no hace falta más que decidirse ya sea tomarlas por el lado cómico o enojarse frente a la palmaria degradación de la política en México. Me temo que muchos y muchas se van a ir por la fácil, y esa es la terrible nocividad de la señora Xóchitl Gálvez y sus secuaces: como venían haciendo desde hace mucho con su mal ejemplo y actuares, están envileciendo la política, ahora con humorismo involuntario, auto humillación y chacota.

    • @gcastroibarra
  • Censurables y borrables

    Censurables y borrables

    Las personas exigen libertad de expresión
    como compensación por la libertad de pensamiento
    que rara vez usan.

    Søren Kierkegaard, La época presente.

    Esta semana tuve que ir a CU, y salí de ahí abatido. 

    Hacía como diez años que no me apersonaba en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, en cuyas aulas, hace casi ya cuarenta años, estudié la licenciatura. La última vez que había visitado mi escuela, tal vez en 2012, ya era perceptible el deterioro, pero no al grado en el que hoy día cunde. En principio, las descomunales rejas de metal que pusieron estragan todo: ahora, para quienes llegan por el circuito Mario de la Cueva, la Facultad parece un centro penitenciario. Horroroso. El ascenso a la explanada y los edificios se siente como una inmersión en un sitio fortificado. Lo primero que me hizo detener el paso fue un mural pintado en uno de los primeros edificios con que uno se topa. Dos enormes monigotes, evidentemente jóvenes. Uno está leyendo un pequeño libro que sostiene frente a sí con la mano derecha, el otro mira hacia el horizonte. El primero está encadenado a una modesta pila de volúmenes: Dogma, Poder…, Historia Universal, El Capital, Dinero y… El otro personaje parece tener las manos esposadas a la espalda. Hay un tercer rostro en el otro extremo, con los ojos cerrados y una expresión de sufrimiento. El caso es que cada uno de los tres individuos aparece con una cinta negra cubriéndole la boca, en todas con sendos letreros: CENSURA. Un mensaje no censurado: un mural paradójico. Y conforme uno se aproxima a la explanada, la explosión: todas las paredes están plagadas de pintas y con papeles pegoteados… Más allá de lo sucio e indecoroso, más allá del salvaje aspecto que ofrece la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, lo que realmente me entristeció fue el contenido de los mensajes. Enseguida una muestra…

    Seis palabras en dos líneas, y entre ambas, la ilustración de una silla blanca de plástico. En el respaldo de la silla la marca de una cerveza: Corona. El mensaje: seis palabras y una falta ortográfica:

    Pa que descanses de
    tú ansiedad

    En una de las escaleras del edificio A, una declaratoria que resulta difícil de considerar como política y en cambio sí, por el pronombre, como importada:

    Nunca quise
    tanto a nadie
    como a vos

    En otro piso, este sí un clásico, con todo y su hoz y martillo, tan repetido y repetido que, me temo, ya no dice nada: 

    Luchar
    Crear
    Poder
    Popular

    Me hallé también montones de grafitis que ni de cerca alcanzan el piso mínimo del planteamiento de una postura política. Tonterías que ni a memes llegan. Pintas que hace que uno tenga que dudar respecto a la edad mental de quienes las realizaron: un ente parecido a un oso amarillo, alado, bocón y con cola, acompañado únicamente de una palabra: ¡Libérate! Y a la entrada de un salón de clases, de un salón de clases universitario, de un salón de clases de la Máxima Casa de Estudios del país, algunos monitos minimalistas más o menos bien dibujados: un gato con casco de astronauta parado sobre un planeta de su tamaño, un cohete espacial, un alienígena con gorra, un pequeño astronauta… El gato dice: No estoy bien. El extraterrestre afirma: No estamos solos. El astronauta por su parte informa: Me siento solo. Y en el colmo, esta sí, neta, degradación de valores, échense este tropo a la uña:

    Sexo,
    Drogas y
    José José

    En un aula, de extremo a extremo del pizarrón, con plumón de tinta indeleble, pude leer el mensaje mejor redactado y, además, indiscutible:

    El fútbol no es el único deporte.

    Pero no todo lo que vi fue bobería y la estulticia exhibicionistas, también, desgraciadamente, me topé con mensajes estos sí muy censurables; muestro uno:

    No votes lucha

    El peor de todos, la puntilla, el que me dejó un mal sabor de boca que no se me ha quitado todavía, estaba pintarrajeado muy cerca de las ventanillas de servicios escolares —en donde, por cierto, en la señalética correspondiente alguien tachó “servicios” y arriba escribió “acosos”—:

    No le debo
    nada a este
    país X 
    por nacer aquí.

    Independientemente de la incorreción gramatical, aceptemos que resulta un espanto encontrar esta moción en las paredes de Ciudad Universitaria, más en Ciencias Políticas y Sociales. De entrada, el o la mozalbete que pintarrajeó ese aserto seguramente no tiene ni la más remota idea del gran privilegio que supone que esté ahí inscrito. Quien apuntó tal afrenta es quien menos me preocupa porque en última instancia fue uno: quienes realmente me desconciertan y me llenan de tristeza es el montonal de alumnos y profesores que no lo pintaron y tampoco lo han borrado.

    • @gcastroibarra
  • Noticia mata historia

    Noticia mata historia

    Cuando yo era niño la gente se enteraba de las noticias en la mañana, principalmente a través de los periódicos. Eso quiere decir que “la gente” no era toda la gente, ni siquiera la mayoría: las personas que atendían las noticias cotidianamente eran unos cuantos; incluso al interior de los hogares en donde se compraba el periódico. Las cosas cambiaron pronto. Ya entrado en mis primeras juventudes, si uno quería estar más o menos al tanto del acontecer tenía que ver los noticieros nocturnos en la tele. Esa situación, durante mucho tiempo, tenía coordenadas y nombre: canal 2 y Jacobo. Después, durante algún período las noticias se fueron a los matutinos radiofónicos.

    Hoy día y desde hace ya algunos años, casi todo lo que publican diariamente los periódicos matutinos ya no es noticia: debido a los medios electrónicos, pero sobre todo a los medios digitales y a las redes sociales en línea, sus páginas son fundamentalmente un recuento de lo que ya sabíamos…, ¡y de lo que ya sabíamos casi todos!: actualmente vivimos empapados de información, de tal suerte que nos enteramos de un demonial de asuntos, aunque no nos interesen, aunque no queramos. En México, para colmo, buena parte de la información acerca de lo que acontece en la arena pública y sin duda la pauta de la llamada agenda nacional se propaga, de lunes a viernes, desde las mañaneras: prácticamente 24 horas antes de que comiencen a circular los periódicos que podrían dar cuenta de lo que ahí se dice. 

    De un montón de sucesos nos enteramos al momento, altiro, si acaso unos minutos después. La oportunidad de la noticia es hoy casi la inmediatez. Si un evento se considera noticioso, el público tiene que saberlo ipso facto. Por tanto, la caducidad de una noticia es también inmediata. Vivimos en un ambiente de información abundante y fugaz. Ni siquiera necesitamos olvidar algo para que dejemos de atenderlo: sencillamente ocurre que siempre tenemos la conciencia ocupada con lo más reciente, independientemente de su importancia.

    Por lo demás, desde siempre, no es raro que los hechos históricos pasen, si no desapercibidos, al menos sí subvalorados por la gente contemporánea a su ocurrencia. Vivir tiempos históricos no asegura ser consciente de ello. Nunca lo ha sido, y hoy que vivimos bajo una catarata de notas que inclemente cae casi sincronizada con los hechos, pues menos. Mire, por ejemplo, seguramente usted recuerda que en julio pasado vivimos el día más caluroso jamás registrado en la historia. Claro, en términos noticiosos le estoy hablando de algo que pasó hace ya muchísimo tiempo, un evento que ya fue sustituido en su memoria RAM por otros miles…, pero, cuidado, se trata de un hecho histórico por antonomasia. Repito: el martes 4 de julio de 2023 fue el día con la temperatura promedio más alta de la historia de la Humanidad —la temperatura promedio global ese día fue de 17.18 grados Celsius (62.92 grados Fahrenheit)—. Además, se trató de un acontecimiento mundial perceptible localmente: las olas de calor que azotaron a varias regiones del planeta durante esa semana tuvieron también presencia en nuestro país, por ejemplo, la temperatura en Monterrey alcanzó 45 grados Celsius. Días después del hecho histórico, António Guterres, secretario general de la ONU, dijo ante la Asamblea General del organismo:

    Las consecuencias son claras y trágicas: niños arrastrados por las lluvias monzónicas; familias que huyen de las llamas; trabajadores que se derrumban en un calor abrasador. La única sorpresa es la velocidad del cambio. El cambio climático está aquí. Es aterrador. Y es apenas el comienzo. La era del calentamiento global ha terminado. La era de la ebullición global ha llegado.

    Tremenda declaración, ¿cierto? Tremenda y muy mediática: de inmediato inundó las redes y llegó a los noticieros de radio y televisión, y en su momento a las páginas de los periódicos… Pero, igual que sucede con todas las demás noticias, de inmediato fue sustituida por otras, las más recientes… Un par de meses después, en septiembre, el mismo Guterres, quizá abatido por el poco caso que recibió su declaratoria anterior, comenzó su intervención en la minicumbre climática emergente organizado en la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York: “La humanidad ha abierto las puertas al infierno”. ¡Zaz! ¿Así o más claro? El portugués alertó —“El calor horrendo está teniendo horrendos efectos”— y denunció —“la avaricia desmedida de la industria de los combustibles fósiles”.  Igual, sus palabras se hicieron noticia de volada…, y de volada pasaron al olvido porque a botepronto el público ya estaba pensando en otra cosa.

    Noticia mata historia. Y cualquier noticia. Hoy que escribo, por ejemplo, leo que las reservas internacionales de nuestro país alcanzaron un récord histórico: 205 mil 623 millones de dólares, el monto más alto desde que existen registros, es decir, 1995. Y qué creen, mañana casi nadie tendrá esto en mente, como en cambio seguramente sí el dislate que durante el día cometa la señora Bertha Xóchitl o cualquier otra intrascendencia. 

    No dudo que todo lo dicho hasta aquí usted ya lo supiera. Me animé a escribirlo nada más para recordarnos que estamos viviendo tiempos históricos y que en buena medida nos toca documentarlos, con todo y el escándalo noticioso que todo el santo día nos divierte y distrae. Fernando Abad urge en un texto reciente a “escribir la historia de las Guerras Semióticas”; tiene razón, y una de ellas se libra entre el foco y la distracción.

    • @gcastroibarra
  • Las mentiras de la señora

    Las mentiras de la señora

    La conozco: sé que goza y nada en la mentira como un pez en el agua.
    Pero no le proporcionaré ese placer. Romperé la red de mentiras
    en que quieran envolverme… Todo antes que la mentira y el engaño.

    León Tolstói, Anna Karenina.

    Tal y como tuvo que incorporarse una sección en las mañaneras para desmontar las mentiras de la semana, ya va siendo hora de que, con cierta frecuencia, tengamos que hablar de las mentiras de la señora. Me refiero a las trolas que, persistente, entre vacuidades, metidas de pata, dislates y risotadas lelas profiere a la menor provocación, o sin provocación siquiera, la señora Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz, la desinflada candidata del muégano prianista. 

    La abanderada del conservadurismo no se destaca por sus dotes creativos, así que no nos enfrentamos a una plétora de embustes variados, sino más bien a la reiteración machacona de una ristra de chapucerías más o menos fijas. La mitomanía de la panista se expresa ligada a un combito exiguo de obsesiones: una autoproclamada identidad indígena avalada a punta de huipiles de marca, su presunto izquierdismo de trotskista de Polanco arrepentida, una dizque excelencia ingenieril certificada vía copy-paste, el cuento de la mujer que viene desde lo más recóndito del mismísimo México profundo —no se rían, eso dijo—, la supuesta frescura reducida a echar chingaos y aceptar cotidianamente que la “pendejió”, su imposible no filiación a ningún partido y su consecuente adscripción a esa entelequia que la derecha llama “La sociedad civil”, su juventud de sexagenaria, la pretendida defensa apasionada por las energías limpias desde la trinchera de los negocios sucios, su aspiracionismo embozado de espíritu empresarial, y un no muy nutrido etcétera.

    Ahora, las faltas a la verdad de la señora no sólo no son ni muy creativas que digamos ni muy variadas, sino que también, en su enorme mayoría, tienen que clasificarse como intentos de engaño. Porque vale la pena recordarlo: hay de maneras a maneras de espetar afirmaciones que no corresponden a la verdad.

    Un engaño no es lo mismo que un error. Si alguien te dice algo que sinceramente piensa que es cierto, a pesar de que no lo sea, a pesar de que no sea verdad, no podríamos decir que esa persona esté mintiendo. Un ejemplo: si cualquiera de nosotros viajara en el tiempo y el espacio para darnos una vuelta por Tesalia a mediados del siglo V a. C., y pudiéramos preguntarle a Hipócrates de Cos qué provoca la gripe, el señor, a quien en Occidente consideramos padre de la medicina, respondería que la gripe la causa un desequilibrio entre los cuatro humores del cuerpo. Nosotros sabemos que eso no es verdad, sabemos que la gripe la produce el virus de la influenza. Con todo, ¿podríamos decir que Hipócrates miente? No, porque Hipócrates estaría contestando lo que él piensa que es verdad.

    La cosa cambia si una persona sabe que lo que está diciendo no es una verdad fáctica, es decir, si suelta una mentira a sabiendas de que lo está haciendo. Por ejemplo, si yo ahora mismo me pongo lúgubre y te digo que vengo del más allá ya que morí ayer, entonces hay de dos: si yo realmente pienso que es verdad que estoy muerto, pues seré un hombre afectado por el Síndrome de Cotard o Delirio Nihilista, un enfermo mental, pero no un mentiroso; sin embargo, si sé que estoy vivo, pues estaré queriendo pasarme de vivo, tratando de tomarles el pelo, de engañarlos. En este caso, decimos que la persona miente toda vez que expresa algo contrario a lo que sabe, piensa o siente. Y no agrego “o cree” porque eso es harina de otro costal: la sentencia “Dios existe” es una creencia, una fe, que no puede clasificarse como verdad o mentira.

    Las mentiras que dispara cual metralla bien aceitada la señora Gálvez no son creencias, tampoco errores, son embustes, trolas, intentos de engañar a la gente. Por ejemplo, el fin de semana, en su eventito en el Monumento a la Revolución, la candidata del PRIAN a la Presidencia de la República, entre olvidos, guasas y risitas nerviosas, afirmó que ella “apoyó” que los programas del bienestar de la 4T quedaran protegidos como un derecho constitucional, cuando es un hecho fáctico que el PAN en pleno votó en contra. Otro garbanzo de a libra: la señora Bertha Xóchitl gritoneó el domingo que su padre le enseñó el valor del trabajo…, el mismo padre que ella misma ha dicho que era un señor que, por borracho, no trabajaba y la mantenía a ella y a su familia en la pobreza…, hasta que ella comenzó, claro, a vender gelatinas. Una más: también el fin de semana, en el mismo discurso, la señora X sostuvo:

    • “Es el momento de honrar nuestra historia…”, y
    • “Basta ya de la obsesión por la historia, ahí no está lo que queremos”

    Como suele ocurrirle, la palmaria contradicción encuera sus mentiras. Lucha en contra de la corrupción y es la candidata del PRI. Dice que es feminista y es la candidata del PAN. En fin…

    Resulta muy fácil evidenciar las mentiras de la señora. Conforme avance el proceso, si la derecha se empecina en la estrategia de la autoflagelación y la deja como su candidata, las mentiras de la señora serán más y más descaradas. Hay muchos quienes juzgan que lo mejor es no hacerle caso, no prestarle atención… Discrepo. Me parece que hoy nos toca a nosotros enfrentar su mendacidad. Quiero decir a la ciudadanía responsable, entre otras cosas, porque parte del riesgo es que la única opción seria que se presentará a la contienda, la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, tenga que perder tiempo en tonterías. Ojalá que no. Ojalá que la candidata de Morena no tenga que atender mentiras y guasas. Ojalá que el contrapeso ciudadano sea suficiente, como hasta ahora lo ha sido. 

    • @gcastroibarra
  • Prensa patológica y salud pública

    Prensa patológica y salud pública

    A inicios de esta semana, Expansión/política publicó en línea una nota ejemplar…, quiero decir, una nota que ejemplifica la deshonestidad y la chabacana malicia con la que la mayoría de los medios de comunicación tradicionales se desvive desde hace años por minar la credibilidad del primer gobierno federal de la 4T:

    “Con mal desempeño en índices de salud, México se aleja del objetivo Dinamarca”

    Tal es el encabezado, y ¡júrenlo!, con ese mensaje se quedará la mayoría de los ojos que a vuelo de pájaro lo vean pasar en un newsletter, lo lean en un post en redes sociales o incluso alcancen a topárselo en el sitio web de la revista. Como suele suceder, poca gente va a leerlo; como me temo, la mayoría de quienes lo lean únicamente lo hará para apuntalar sus prejuicios ideológicos y nutrir sus fobias.

    La nota, por supuesto, no pasa de ser otro pelo del mismo gato melenudo, feo, arisco y mañoso: un intento más de asestarle una puñalada trapera al presidente de la República. “Con mal desempeño en índices de salud, México se aleja del objetivo Dinamarca”. La interpretación predominante entre la comunidad de lectores de Expansión/política es fácil de prever: Claro, López está loco: México jamás alcanzará a ser como Dinamarca. De poco valdría contestarles —como ya me tocó explicarle a un compañero de trabajo— que el presidente jamás dijo que pretende que México sea como Dinamarca…

    • — ¡Es más, en un montón de renglones no nos convendría, sería un retroceso!
    • — Uy, no, ¡brincos diéramos!
    • — Por ejemplo, Dinamarca, oficialmente Kongeriget Danmark, es decir, Reino de Dinamarca, ¡es una monarquía! Y México, ¿no sé si te acuerdas?, una república democrática.
    • — Bueno…
    • — Otra: población. Dinamarca tiene menos de seis millones de habitantes y acá somos unos 130 millones. Y de territorio qué tal: en México caben 45.7 Dinamarcas.
    • — Bueno, pero estamos hablando del sistema de salud.

    Justo, y regreso a la nota de Expansión. La mención de Dinamarca como “objetivo” es un dardo con ponzoña dirigido al empeño de AMLO de construir para nuestro país un sistema de salud pública, “como el de Dinamarca”. ¡Ah, entonces, seguro los “índices de salud” a los que alude el título de la nota se referirán a los sistemas públicos de salud de ambos países! Pues qué cree, que no principalmente… Enseguida del título, se destaca: “De los países de América Latina miembros de la OCDE, México tiene los resultados más bajos en indicadores de salud, como mortalidad infantil, esperanza de vida y gasto público”.  En efecto, todo el texto está armado con base en datos tomados de un documento dado a conocer hace poco por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico​, organismo internacional paladín del pensamiento neoliberal, y el Banco Mundial: Health at a Glance: Latin America and the Caribbean 2023. Con información referida al año pasado, el análisis se enfoca a dar cuenta de cómo se encuentra la salud de la gente en los países de América Latina y el Caribe. Ojo, la salud de las personas, no los sistemas de salud pública de cada nación. ¿Ven el timo?

    • — ¿Y no es lo mismo? -preguntará algún asiduo lector de Expansión/política.
    • — Pues no, y si no le queda claro nada más imagine usted que mañana, por arte de magia, toda la población de Dinamarca padeciera los problemas de salud que enfrenta la población de México. ¿Podría el maravilloso sistema de salud pública danés sanar a todos en menos de seis años? Supongamos que atenderlos a todos sí —que lo dudo—, ¿pero curarlos? Antes de contestar, nada más recuerde qué es una enfermedad crónica.

    ¿Y con qué creen que arranca la nota? Nada menos que con una de las peores herencias estructurales que en buena medida debemos a más de tres décadas de neoliberalismo: “En el país, las enfermedades crónicas como la diabetes y la obesidad registran altos porcentajes…” Sin duda. Es más, México es el país de la OCDE con la tasa de prevalencia de diabetes más alta. Ahora, lo que no se explica es el contexto. Primero, el temporal: este azote no comenzó en 2018, sino que se aceleró claramente con los cambios de patrones alimenticios y en general de consumo aparejados a la globalización y particularmente a la invasión de alimentos ultraprocesados que trajo el tratado de libre comercio con Estados Unidos. Y segundo, el comparativo: la diabetes es un problema importante no sólo en América Latina: Estados Unidos ocupa el cuarto lugar en la tasa respectiva.

    Y así como apunta como “malos resultados” el problema de la diabetes y la obesidad, la nota subraya que “México tiene la segunda tasa de mortalidad infantil más elevada de los países de la región que son miembros [de la OCDE], con 13.8 por 1,000 nacidos vivos”. Es decir, de nuevo, un problema histórico, estructural… En el otro extremo de la vida, la muerte, la nota de Expansión señala: “México tiene 75 años de esperanza de vida, cinco menos que el promedio de la OCDE, de 80 años.” Lo cual es cierto, y ha sido cierto desde que se mide, simple y sencillamente porque es uno de los muchos rostros de la desigualdad global. Además, la nota de Expansión no reporta lo que sí acentúa la OCDE: “la esperanza de vida en los cuatro países latinoamericanos de la OCDE (Costa Rica, Chile, México y Perú) subió ligeramente en la pandemia”.

    Curiosamente, en un párrafo se respalda el diagnóstico certero que López Obrador ha hecho del sistema de salud pública maltrecho que dejó el prianismo: “México se ha rezagado también en el número de profesionales de la salud disponibles para cada 1,000 habitantes. El país tiene 2.4 médicos y la media de la OCDE es de 3.4. De enfermeras, cuenta con 2.8 mientras los países miembros tienen en promedio 10.3. Incluso, en América Latina y El Caribe hay una media de 3.6 enfermeras”. Claro, la jiribilla está en la conjugación del verbo: sí, “México se ha rezagado”, pero no de 2022 para acá ni de 2018 para acá, así que sería más correcto frasear “México está rezagado”. Si uno parte de este hecho, ¿alguien podría explicarme cómo una misma persona critica esto y al mismo tiempo sostiene que el dichoso Seguro Popular funcionaba? ¡Cómo, digo yo! ¿Sin médicos y enfermeras?

    La chapuza está firmada por la reportera Dulce Soto. En el propio medio puede encontrarse una semblanza profesional de la licenciada Soto: ha trabajado para Reforma y Aristegui, y fue formada académicamente en la UNAM (Ciencias de la Comunicación) y el CIDE (diplomado de Periodismo de Investigación), así que dudo que el desatino de su nota pueda explicarse por incapacidad profesional. 

    • @gcastroibarra
  • De huracanes y payasos inocuos

    De huracanes y payasos inocuos

    Luego de arrasar Acapulco y otras poblaciones de Guerrero, Otis se convirtió en un sistema de baja presión remanente. La tarde del 25 de octubre su centro se hallaba en Michoacán, lejos de la costa, 75 km al sureste de Morelia. Con todo, el fenómeno se desplazaba hacia el nor-noroeste a 17 km/h, con vientos y rachas de 55 a 75 km/h., provocando todavía lluvias intensas y muy fuertes en buena parte del centro del país. No deberíamos dejar que Otis desaparezca del todo de la atención pública sin reflexionar y tomar nota sobre algunas de las enseñanzas urgentes que dejó a su paso. Apunto dos perspectivas: 

    Sociopolítica

    Al cierre del penúltimo bimestre de 2023 se confirma: en los cerebros de la derecha conservadora y sus esbirros y matraqueros mediáticos el odio ha terminado por hacer metástasis. Depredadores oportunistas, saprófagos simbólicos, su bajeza carroñera cayó a niveles de inframundo. Más que informar, la prensa sicaria se ha dedicado a regodearse en la desgracia causada por Otis, a denostar a la gente desesperada poniendo el foco en el desvalijamiento de algunos comercios, a mentir y e intentar atizar el desánimo. Tratando de sacar raja política, los comenderos de la oposición se avorazaron sobre la catástrofe como zopilotes hambrientos. Las pruebas son contundentes. La miseria brincó al ágora, a la vista y a los oídos de todos, con una celeridad maniática… Porque si la derecha es esencial y paradójicamente de lenta reacción, para evidenciarse es rapidísima.

    Del otro lado, como ocurrió con la pandemia y otras desdichas, la inopinada adversidad más que sacar de balance al gobierno del presidente López Obrador ha sido ocasión para mostrar cómo se resuelven los problemas públicos. AMLO no sólo ha coordinado el plan de auxilio inmediato y de recuperación a corto plazo, incluso ya se valió del episodio para doblar en el asunto de los fideicomisos a quienes se creen dueños del Poder Judicial.

    Los conservas nomás no pasan de la payasez y la mezquindad. Del otro lado prudencia, fortaleza y estrategia.

    Socioterritorial

    El Centro Nacional de Huracanes de EU informó el 15 de octubre que esperaban que en los siguientes siete días se formara un área de baja presión a varios cientos de kilómetros al sur del Pacífico mexicano. Mucho antes, el 18 de octubre, terminó de desarrollarse una amplia depresión cientos de millas al sur del Golfo de Tehuantepec. Entonces los meteorólogos consideraron probable que se formara una tormenta tropical unos cinco días después. Antes, a las 10 de la mañana del día 22, el sistema fue clasificado como la Depresión Tropical 18-E. En ese momento, la depresión estaba situada a 850 km al sureste de Acapulco. Seis horas más tarde, el sistema se intensificó hasta convertirse en tormenta tropical, y ese fue el momento en el que se le asignó un nombre, Otis. Con 144 horas de antelación, todos los modelos estimaban que Otis no pasaría de ser una tormenta tropical. En la realidad, en las primeras 24 horas, alcanzó categoría 5, la máxima en la escala Saffir-Simpson.

    El martes 24 en la mañana, cuando llegué a mi oficina y chequé las noticias, Otis era una tormenta tropical, pero apenas pasado el mediodía, dejó de serlo para convertirse en un Huracán categoría 1. En cosa de nada, el meteoro se alebrestó más y a las cuatro de la tarde ya tenía categoría 3. Cuando comenzaba a oscurecer, Otis llegó al 4 de la escala. Ese día yo salí de clases a las nueve de la noche y ya nadie reportaba nada desde la costa de Guerrero. Están totalmente incomunicados, pensé. Otis alcanzó la categoría 5 a las 10 de la noche, mientras se encontraba a sólo 90 km de Acapulco. La mayor actividad comenzó 35 minutos antes de su llegada a tierra, lo cual ocurrió a la una de la madrugada del miércoles 25. Las consecuencias de lo que sucedió después todos las hemos visto y lamentado.

    El ritmo de intensificación de Otis se ubica entre los más rápidos observados en la era de los satélites. En tan sólo 24 horas, los vientos máximos sostenidos del huracán aumentaron a tal velocidad que lo ubican como el segundo más rápido del mundo. En el Pacífico, sólo el huracán Patricia (2015) se intensificó más aceleradamente. Otis se convirtió en el primer huracán del Pacífico en tocar tierra con categoría 5. El más fuerte había sido Paulina, que arribó al puerto hace 26 años con categoría 4. No es necesario abordar ninguna discusión teórica para concluir que lo más inteligente es enfrentar el futuro próximo inmediato asumiendo que es muy probable que fenómenos como Otis sean cada vez más frecuentes.

    Unos días antes del impacto de Otis, el 19 de octubre, SEDATU, Conapo e INEGI presentaron el documento Metrópolis de México 2020, en el cual se actualiza la clasificación de los grandes conglomerados urbanos de nuestro país —la anterior correspondía a 2015—. En suma, se determina que existen 92 metrópolis en México, de las cuales 48 son zonas metropolitanas; 22, metrópolis municipales, y 22, zonas conurbadas. En conjunto, en dichas metrópolis habitamos 82.5 millones de personas, el 66% de la población total de nuestro país.

    Otis golpeó a Acapulco, en donde residen poco menos de 800 mil seres humanos. Recordemos que también junto al mar, del otro océano, en la zona metropolitana de Veracruz viven casi 900 mil personas… Y no es la metrópolis costera más poblada de México: la superan Tampico y Cancún, con 927 mil y 934 mil habitantes, respectivamente, y Tijuana, con dos millones de residentes. 

    Queda un montón de trabajo: si las berrietas y desplantes ridículos del conservadurismo son totalmente previsibles, la dinámica climática cada día lo es menos. Nos convendría atender cada vez menos lo primero y prestar mucha más atención a lo segundo. Después de todo, ni el embuste organizado de los medios tradicionales, ni la insidia de los opinócratas, ni ningún llamado a no donar ni la metralla de mentiras de la prensa sicaria, tampoco ningún performance de las Téllez o las Rabadán, ni una ni muchas mentadas de madre del ex presidente Fox a Andrés Manuel, ningún trabalenguas de la licenciada Zavala de Calderón, ningún melodrama de Creel ni ninguna guasa sin gracia de la señora Gálvez resultan tan peligrosas para el bienestar de la gente como un huracán y otros posibles efectos de la emergencia climática.

  • ¡Oh, postración chilanga!

    ¡Oh, postración chilanga!

    Proveniente de un teléfono cuyo dueño, claro, no conozco, acabo de recibir en mi celular el siguiente mensaje de texto:

    Mx1Nf
    Es Margarita Zavala quien podría representar al Frente en la CDMX. Taboada y Cuevas muy lejos del nivel de conocimiento.

    Imposible enojarse… Más bien, tan pronto leí el mensaje, se me escapó una carcajada. Es una estampa fiel de la devastación en la que se retuerce la oposición moralmente derrotada.

    Además de hilarante y chafa, resulta palmariamente bobalicona la propaganda mal camuflajeada en favor de la expanista —y digo “expanista” porque según recuerdo la abogada del muy muy dificultoso hablar renunció al Partido Acción Nacional en octubre de 2017, y hasta donde sé no se ha vuelto a afiliar—.

    El espurio anuncio seguramente se concatena con los números que El Universal publicó apenas el lunes 16 de octubre. Según una encuesta realizada por Buendía & Márquez del 12 al 15 de octubre en la Ciudad de México, de la caterva de aspirantes a la candidatura del mal llamado Frente Amplio, es decir, el PRIAN, al que se suponía que era la carta fuerte de los panistas para competir por la jefatura de gobierno de la capital de la República, el hasta el sábado 21 alcalde de la Benito Juárez, Santiago Taboada Cortina, no le alcanza ni para ganarle a la señora Zavala. 

    Podemos sospechar que el pobre señor Taboada tuvo que pasar ya el trago amargo y aceptar su realidad, porque en el documento que presentó a la mesa directiva del Congreso local pidió licencia al cargo no definitiva, sino sólo por 41 días… Así que, si está previendo regresar, está previendo perder la candidatura. Y no es para menos, según la referida encuesta, mientras que el 67% de los encuestados conocen o han oído hablar de la exesposa, perdón, la que es esposa del expresidente Felipe de Jesús Calderón, el joven Santiago apenas llega al 36%, lo que lo ubica, y por favor no se rían, muy atrás de Sandra Cuevas, a quien, con todo y sus 59 puntotes porcentuales de reconocimiento, evidentemente todos los partidos del Frente preferirían mantener en el olvido. La alcaldesa con licencia de la demarcación territorial Cuauhtémoc no sólo se lleva al baile a su par de la Benito Juárez, también puede presumir más reconocimiento en la ciudad que el señor hijo del expresidente De la Madrid, Enrique Octavio, quien como recordarán hasta hace unas semanas se creía presidenciable…

    Ahora, no se vayan a quedar ustedes con la falsa idea de que el futuro pinta promisorio para la señora Margarita, porque si bien es ella quien muestra un mayor porcentaje en cuanto a intención de voto, este apenas es de 14%, mientras que un tal señor Ninguno tiene 35 por ciento. Para acabarla de amolar, resulta que en un rubro las señoras Cuevas y Zavala están prácticamente empatadas: nada más la mitad de los encuestados que sí las conocen, 47 y 50%, respectivamente, declararon que nunca de los nuncas votarían por ellas. Vistos de nuevo en conjunto, resulta que si bien —bueno, si mal— Margarita Zavala y Sandra Xantall Cuevas encabezan la lista en cuanto al peor balance de opinión, en realidad ninguno de los aspirantes del prianismo logra un balance de opinión pública positivo: a los tres que menos mal resultan evaluados —Taboada, Ruvalcaba y Cházaro— quedaron tablas con sendos ceros. 

    En suma, la oposición en la CDMX no es oposición. Los partidos que se amazacotan en el Frente Amplio más que preocuparse por ganar las próximas elecciones deberían apurarse, y mucho, por no perder el registro.

    Todo hace pensar que en 2024 la derecha mexicana saldrá peor parada de lo que está… Si es que le alcanza para salir de pie. La situación se explica no sólo por la fortaleza ideológica y política del movimiento progresista agrupado en torno a Morena. La otra parte de la explicación está de su lado.  Sucede que entre las filas del combo reaccionario, en el PRIANISMO en pleno, pues, se propaga un brote endémico del síndrome Dunning-Kruger. Pobres. Se trata de un sesgo cognitivo que lleva a las personas a sobreestimar sus habilidades o conocimientos en relación con un tema o campo específico, considerándose expertos o especialmente dotados en áreas en las que, en realidad, son sólo moderadamente competentes, por no decir mediocres o de plano incompetentes.

    El síndrome también conocido como efecto Dunning-Kruger describe a gente incompetente en un área determinada que ignoran su incompetencia, es decir, incapaz de percatarse de su propia incapacidad. La condición ‘dual-burden’ aqueja a quienes padecen dicho síndrome: los menos capacitados no sólo se desempeñan peor, sino que tienen menos el conocimiento metacognitivo que les permita autoevaluarse. Las hipótesis en que soportan Dunning y Kruger son las siguientes:

    • La ignorancia genera confianza más frecuentemente que el conocimiento.
    • Los individuos incompetentes tienden a sobrestimar su propia habilidad.
    • Los individuos incompetentes son incapaces de reconocer la habilidad de otros.
    • Los individuos incompetentes son incapaces de reconocer su extrema insuficiencia.

    Ahora díganme a quiénes recordaron y por qué a los señores X, Alito, Markito y Zambrano.

    • @gcastroibarra
  • PANLÉXICO

    PANLÉXICO

    panléxico: Diccionario.
    RAE, Diccionario de la Lengua Española.

    • botarga: 1. En las mojigangas y en algunas representaciones teatrales, vestido ridículo de varios colores. 2. Persona que lleva la botarga.
    • palucha: coloq. Charla frívola y sin sustancia.
    • desbarro: m. Acción y efecto de desbarrar.
    • desbarrar: 2. intr. Discurrir fuera de razón. 3. intr. Errar en lo que se dice o hace.

    La Señora Botarga En Sus Dos Primeras Acepciones concurrió el fin de semana a un conocido centro de espectáculos localizado en el todavía corazón del panismo chilango —¡oh, ironías de la historia y del destino! —, la demarcación territorial Benito Juárez. El evento, dijeron, había sido convocado por una entelequia, “la ola rosa”, dizque la sociedad civil. Curioso: entre los escasos asistentes, en primera fila, se hallaban los líderes nacionales del PAN y del PRD, a quienes la susodicha presentó. Al otro cabecilla de los tres partidos que pretenden camuflajearse tras los huipiles fashion de la señora, el señor Alito del PRI, no lo mencionó porque el campechano no fue. En algún momento de su palucha, la virtual candidata del PRIAN espetó: “No se preocupen si vamos 30 puntos abajo, 20 arriba, no se preocupen, lo que deben de saber es que el 50% del país no me conoce y me va a conocer bien”. Tremendo desbarro: ¿no es preocupante estar 30 puntos abajo? ¿Por qué lo sería estar 20 arriba? ¿Y no es preocupante que la mitad del electorado nomás no sepa quién es la candidata de la oposición? ¿Y el tan cantado “fenómeno” que supuestamente tiene espantado al presidente? ¿Y la dichosa polarización? ¿Y la cargada mediática de plano no ha funcionado? Y lo más importante: unas cuantas semanas han sido más que suficientes para observar que la dirección de la dinámica no le favorece: conforme más personas conozcan a la señora, entre mejor sea conocida por quienes ya la conocen, más y más seguirá desinflándose.

    • chupóptero, ra: 1. adj. despect. coloq. Dicho de una persona: que, sin prestar servicios efectivos, percibe uno o más sueldos. 2. adj. despect. coloq. Dicho de una persona: que se aprovecha de otras.
      fruslero, ra: adj. Fútil o frívolo.
    • picaflor: 2. m. Frívolo inconstante.
    • vanear: intr. Hablar vanamente.
    • vanamente: 1. adv. en vano; 2. adv. Con superstición o vana observancia; 3. adv. Sin fundamento o realidad.
    • cháchara: 1. f. Conversación frívola; 2. f. coloq. Abundancia de palabras inútiles. Y f. pl. Baratijas, cachivaches.
    • guasa. Chanza, burla. estar de guasa. loc. verb. coloq. Hablar en broma.
    • casquivano, na: 1. adj. coloq. Poco reflexivo, banal, voluble. 
    • arrisco: m. riesgo.

    Acto público tras acto público, una entrevista sí y a la siguiente también, intervención a intervención en el Senado, la chupóptera ha hecho palmario que jamás podrá salir de las limitaciones del discurso fruslero: tal es la esencia de su pensamiento. Su risa fácil, esa sí, es auténtica. Y peor, más allá de que luce imposible que deje de comportarse como picaflor, más allá de que resultaría ya ingenuo suponer que algún día pueda dejar de vanear y mantener los asuntos de la res publica a nivel cháchara y la política como guasa, más allá de su perfil casquivano, el mayor arrisco de la prianista es otro.

    • tolondro, dra: adj. Aturdido, desatinado. 
    • a topa tolondro. 1. loc. adv. Sin reflexión, reparo o advertencia.
    • taranta: f. vena (‖ humor). f. Can. Persona liviana, frívola, de poco seso.
    • trola: coloq. Engaño, falsedad, mentira.
    • chabacanería: 1. f. Falta de arte, gusto y mérito estimable. 2. f. Dicho bajo o insustancial.
    • logorrea: f. Locuacidad excesiva.
    • anodino, a: adj. Insignificante, ineficaz, insustancial.
    • echar frijoles. Decir mentiras.
    • embustidor, ra. adj. p. us. mentiroso. 
    • furulla: 1. F. enredo (‖ engaño, mentira).
    • faloria. 1. f. Cuento, fábula, mentira.
    • trola: 1. f. coloq. Engaño, falsedad, mentira.
    • gzapa: 1. f. coloq. Mentira, embuste.

    A final de cuentas, que la senadora siga discursando a topa tolondro y que continúe comportándose como una taranta es lo de menos. Lleva años haciéndolo. La chabacanería es su sello, tanto, que los mandamases del conservadurismo han querido venderla como “frescura”. Tampoco resulta peligroso que mantenga la práctica del plagio como única fuente de sus decires —en un exabrupto de cinismo editorial, el columnista Salvador Camarena, empleado frecuente en las organizaciones del señor Claudio X. González, escribió el miércoles, que “el error de Xóchitl no es haber plagiado en su tesina para obtener el grado. El verdadero, y más revelador, desacierto es que no estaba listísima para responder…”—.

    Total, en última instancia la carencia de propuestas y proyecto de país del prianismo está bien representada en la anodina logorrea de su selecta pre electa. Ni el INE ni nadie tendría facultades para exigirle originalidad, ni siquiera un poco seriedad. Lo que sí debería exigírsele es que deje de echar frijoles. Hace poco alguien posteó en X —o sea, tuiteó— un fragmento de una entrevista que Adela Micha le hizo, y de verdad que se requiere de mucho hígado para aguantar las embestidas de la embustidora: la señora suelta furullas, falorias, trolas y gazapas con un desparpajo atronador.

    Una cosa es segura: día a día a los atribulados votantes que le quedan a la oposición les va resultando más y más claro que la pejefobia, el clasismo, el racismo y el conservadurismo cada vez alcanzan menos para decidirse a sufragar por la señora Xóchitl Gálvez.

    • @gcastroibarra
  • Albur chilango: ¿Clara o Hugo?

    Albur chilango: ¿Clara o Hugo?

    La semana pasada decía aquí que el margallate chilango electoral no se encuentra en la oposición, porque del lado prianista todo está claro: el conservadurismo no tiene ninguna posibilidad —y ahora que se le ocurrió levantar la mano a la señora Zavala, esposa del autoexiliado Calderón, pues al vacío le cayó mucha mucha nada—. Decía también que el margallate chilango electoral se halla del lado de Morena, porque si los reaccionarios no tienen ni con qué —propuesta, proyecto— ni con quién competir, el partido en el poder tiene con qué —nada más representa a la 4T en la capital— y con quién.

    Morena lanzó al ruedo tres precandidatos ganadores: cualquiera de ellos, Clara Marina Brugada Molina (DF, 1963), Omar Hamid García Harfuch (Cuernavaca, 1982) o Hugo López-Gatell Ramírez (DF, 1969), abanderando a Morena sin dificultades ganaría en las urnas la jefatura de gobierno de la Ciudad de México. Finalmente, además apuntaba en mi columna anterior que el margallate se ubica entonces en la base obradorista, en donde no se tiene del todo claro cuál es la mejor vía, la que más conviene a la CDMX, al movimiento, a la 4T, aunque, acotaba, el lío es en realidad una disyuntiva, esto es, una alternativa entre dos opciones, por una de las cuales hay que optar.

    ¿Y a quién dejaba fuera? Al ex secretario de Seguridad Ciudadana del gobierno de la CDMX. En primer lugar, sostengo que lo que más nos conviene para gobernar la CDMX no es el perfil profesional de un buen policía —luego, uno o dos días después de que apareció mi columna, en algunos sitios públicos, como andenes del metro y postes en la vía pública, comenzaron a aparecer unas pegatinas que resumen muy bien la cuestión: Utopía  / Policía —. En segundo lugar, no creo que la guapura de un aspirante deba ser un factor decisivo —podríamos completar el juego de pegatinas: Galeno  / Galán —. Por lo demás, a lo largo de la semana muchas voces y liderazgos importantes del movimiento se han manifestado ya en el mismo sentido: sería un despropósito que, teniendo un par espléndido de opciones, Clara Brugada y Hugo López-Gatell, Morena presentara como su candidato una persona apenas incorporada a sus filas —y justo para competir en este proceso—, sin experiencia de gobierno y sin trabajo político previo. Hay que agregar que, justo porque García Harfuch hizo bien su chamba en el gobierno que encabezó la doctora Claudia Sheinbaum, la seguridad pública ya no es el principal reto que la CDMX enfrenta y enfrentará en el futuro inmediato —en cambio, si me apuran, a nivel nacional todavía hay muchas plazas en donde quedan un montón de fuegos que apagar, así que la formación especializada y experiencia de García-Harfuch serían mucho más útiles en la atención de otras encomiendas—.

    Así que, dicho lo anterior, queda un albur. Albur no en el sentido de juego lascivo de palabras, tampoco en cuanto a que sean sólo la contingencia o el azar en lo que haya que fiarse para lograr el mejor resultado. No, más bien con albur me refiero al juego de baraja en el que se enfrentan dos jugadores con las mismas posibilidades de ganar, apostando cada uno a una carta. ¿Clara o Hugo, Hugo o Clara?

    No le doy vueltas a mi respuesta, la ofrezco primero y la argumento enseguida: pensando en que a la CDMX y al país le conviene seguir avanzando en la consolidación de la 4T la ruta es clara: conviene que la jefatura de gobierno de la capital la gane la licenciada en Economía por la UAM Clara Brugada.

    No me cabe la menor duda de que el doctor Hugo López-Gatell tiene los méritos y las capacidades suficientes, los tiene tanto para ganar la contienda electoral como para gobernar la CDMX conforme a los principios del humanismo mexicano. ¿Entonces? Tengo la certeza de que más allá de los líos de coyuntura, de los trompicones con la oposición —cada vez más insignificantes, cada día más ridículos—, de los desafíos que a la dinámica geopolítica se le ocurra depararnos, estamos enfrentando, México y Occidente, una policrisis, un combo de situaciones límite: el riesgo real de una confrontación bélica nuclear de la cual no saldría bien librada la Humanidad entera, el cambio climático, los estertores del capitalismo financiero, la conmutación drástica de la dinámica demográfica…, y además, un asqueroso y deprimente muégano de síntomas en toda la gente causados por la cultura tóxica en la que malvivimos.

    De 2018 para acá, con todo y pandemia, no ha sido poco lo que ha hecho el gobierno de AMLO para tratar de enfrentar esto, y en ello el trabajo de López-Gatell ha sido fundamental. Pero falta mucho por hacer y los problemas se van a agudizar —diabetes, hipertensión, obesidad, adicciones, depresión y ansiedad, consumismo, etcétera—. Y a lo anterior hay que sumar los enormes esfuerzos que hay que dirigir al apuntalamiento del sistema IMSS Bienestar. En suma, el secretario de Salud del próximo gobierno federal es un encargo clave. Y si no es desde esa trinchera, en el Poder Legislativo hay demasiado por hacer para incidir en los hábitos y costumbres tóxicos de la población. De verdad, la situación no está como para prescindir de los servicios de un gran galeno humanista, de izquierda y experto en políticas de salud pública.

    • @gcastroibarra