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  • Margallate chilango

    Margallate chilango

    Margallate significa embrollo, enredo, maraña, y en última instancia confusión. La confusión ahora es chilanga, es decir, cunde en la CDMX. El margallate chilango al que me refiero no tiene que ver con el tránsito, sino con el próximo proceso electoral. 

    El margallate chilango electoral no se halla del lado de la oposición. De aquel lado las cosas están absolutamente claras: no hay nada, quiero decir, no tienen ninguna posibilidad de triunfo. A la contienda electoral de 2024, en la CDMX la oposición no tiene nada que presentar más que impresentables. Y si no, díganme ustedes, ¿piensan que la aspiración de la señora Sandra Xantall Cuevas pueda tomarse en serio? ¿Y quién más? ¿De qué estará más cerca el señor alcalde de la Benito Juárez, de un juicio o de la candidatura? ¿O qué me dicen de la histrionisa Kenia López? ¿Y si el PAN le dejara la candidatura a la chiquillada, qué posibilidades reales tendría un priísta o un perredista en la Ciudad de México?

    Me adelanto a cualquier reparo que provenga del recuerdo de los descalabros que la 4T sufrió en 2021 en la CDMX: no pequemos de ingenuidad, no estamos en 2021, estamos en 2023, aquello ya pasó: 1) la chilangada progre buena ondita que se tragó el cuento de los contrapesos ya sufrió los costos de su inocencia, y 2) el operador político que maquinó a la mala hace tres años desde Morena se encuentra hoy día muy desgastado. Y podría agregar un tercero: de entonces para acá se han acumulado más, muchas más evidencias de que la 4T a la CDMX le ha redituado beneficios palmarios.

    El margallate chilango electoral no se halla del lado de la oposición, sino del lado de Morena. Es factible narrar el embrollo en tres episodios. Durante el primero de ellos, hace apenas unas semanas, la situación se mostraba aparentemente mucho más complicada, considerando la superabundancia de aspirantes, algunos de plano estrambóticos: por ejemplo, el gobernador del estado de Morelos, el delantero Cuauhtémoc Blanco, quien, avecindado, supongo, en Cuernavaca, decía que se iba a apuntar en el proceso. Pero, en fin, ese primer episodio se fue cerrando, y tanto el exfutbolista como el señor Ricardo Monreal se bajaron. Luego también hicieron lo mismo el presidente del partido, Mario Delgado, y el hoy vocero de la doctora Sheinbaum, el aguerrido petista Gerardo Fernández Noroña. Más allá del orden estrictamente cronológico de los eventos, en ese episodio inicial también cabe incluir la salida del señor Omar García Harfuch del gobierno de la CDMX (9 de septiembre). ¿Por qué? Porque salió diciendo que dejaba la Secretaría de Seguridad Ciudadana no para pelear por la candidatura de Morena sino para incorporarse al equipo de la Coordinadora Nacional de Defensa de la Cuarta Transformación. O sea, en ese momento, él era uno más que se bajaba. Así que al cierre del primer episodio cualquier analista con dos dedos de frente podía vislumbrar con claridad quién ocuparía la Jefatura de Gobierno de la CDMX, Clara Brugada, entonces aún alcaldesa en funciones de Iztapalapa.

    El segundo episodio duró poco. Lo abrió el mismo Omar Hamid García Harfuch el 20 de septiembre cuando anunció que siempre sí, que había tomado la decisión de participar en el proceso interno de Morena para seleccionar al coordinador de Defensa de la Cuarta Transformación de la Ciudad de México. Dijo e hizo: el 22 de septiembre se fue a afiliar a Morena. La jugada causó descontrol. ¡Ah, caray! ¿Entonces la doctora prefiere a Omar? ¿Que no había estado impulsando la candidatura de Clara?

    El tercer episodio, en el que estamos, podría subtitularse así: Ya éramos muchos y parió la abuela. Al día siguiente del cambio de jugada de García Harfuch, el 21 de septiembre, el doctor Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud del gobierno federal, externó en una entrevista con La Jornada que él también va por la candidatura chilanga. De inmediato los medios tradicionales y la furibunda panda de opinócratas se desgañitaron atacando a López-Gatell, haciendo tanto escándalo como lo estaban haciendo para difundir el destape de García Harfuch. Al día siguiente, en la mañanera, cuestionado al respecto, el presidente López Obrador dijo que sí estaba al tanto de la decisión de López-Gatell y que el galeno era un profesional. El 25 de septiembre, durante una entrevista con Maxine Woodside en su programa Todo para la Mujer en Radio Fórmula, el exsecretario de Seguridad Ciudadana —“… el hijo de María Sorté, quien en los medios es conocida como ‘La suegra de México’” — dijo que él no veía el proceso como una disputa…: “Por ejemplo, con mi compañera (seguramente se refería a Clara Brugada, pero no dijo su nombre), que también se inscribió o se debe de  estar inscribiendo en estos momentos, no es que ella y yo seamos una competencia”. Y algo así también ha dicho López-Gatell. 

    En ese tercer episodio estamos. Un margallate en el que la base obradorista no tiene del todo claro cuál es la mejor salida, la que más conviene a la CDMX, al movimiento, a la 4T. Pero ojo, la duda, me parece, no está entre tres sino entre dos. Hasta donde alcanzo a ver, puedo decir exactamente lo mismo que tuiteó hace poco la doctora Leticia Calderón Chelius: “En mi pequeño mundo social clase media chilanga de izquierda no conozco absolutamente a nadie que apoye la posibilidad de que García Harfuch sea candidato”. No pienso que lo que más nos convenga para gobernar la CDMX sea el perfil profesional de un buen policía. No creo que la guapura de un aspirante deba ser un factor decisivo. Pero tampoco me parece que los antecedentes familiares de García Harfuch sea algo que deba considerarse en su contra. Ni creo, como ya dijo AMLO, que haya elementos que involucren al señor en la construcción de la ominosa “verdad histórica”. En suma, en su caso, no se trata de desestimar sus posibilidades porque sea malo, sino porque no es el mejor para gobernar la CDMX, considerando, claro, que tenemos un par espléndido de opciones: Clara Brugada y Hugo López-Gatell. ¿Y entre ambos? Mi próxima entrega está cantada…

    • @gcastroibarra
  • Agraciados

    Agraciados

    Patria, te doy de tu dicha la clave:
    sé siempre igual, fiel a tu espejo diario…

    Ramón López Velarde, Suave Patria.

    Desconozco si en las suyas también, pero en mi memoria zumban y retumban todavía los ecos de las Fiestas Patrias…, y no es para menos. 213 años después del arranque de la gesta insurgente, el estado de ánimo social que cundió desde el corazón simbólico de este país, el Zócalo de la Ciudad de México, merece memoria, reflexión y encomio.

    A lo largo de la tarde-noche del pasado viernes 15 de septiembre tuve la oportunidad de disfrutar del espectáculo que la Secretaría de Cultura del gobierno federal montó como preámbulo a la ceremonia del Grito de la Independencia. Aquello terminó siendo una ventana por la cual cualquiera con ojos, orejas y un poco de buena voluntad pudo constatar que este país está cambiando, radicalmente y para bien.

    Fernando Rivera Calderón y Nora Huerta condujeron el programa. Resultó un deleite oír el Huapango de Moncayo interpretado por la orquesta de la Escuela Carlos Chávez. Regina Orozco fue un agasajo; además, antes de comenzar a cantar, concisa y certera nos regaló un oportuno aserto, que digo un aserto, un asertazo: El futuro va a ser muchísimo mejor, dijo, porque el arte es amor. Lo que vimos y escuchamos no fue ni el folklor inerte de monografía ni un rosario de piezas de museo ni una aburrida exhibición de bailables típicos de ceremonia acartonada, no: vimos y escuchamos una poderosa muestra de la cultura viva y diversa que compartimos unos 130 millones de seres humanos a lo largo y ancho de dos millones de kilómetros cuadrados, y también del otro lado, con otros 40 millones o más de paisanos avecindados allende del Bravo.

    Ya entrada la noche, cuando de nuevo Tláloc dejó caer la lluvia, un chubasco travieso que poco antes, siendo aguacero, no había podido correr a casi nadie ni espantaría a ninguno después, el ambiente se animó más todavía con sones jarochos bien versados y zapateados con alegría y orgullo por una muchachada que difícilmente olvidará su presencia ese día en el ombligo del ombligo de la Luna. Y luego, ¡cómo no!, Frágil, con Yahritza y su Esencia, es decir, los tres hermanos Martínez, llegados directito desde Yakima, Washington, nada más a unos cuatro mil quinientos kilómetros al noroeste de la Ciudad de México. Lejísimos y tan cerca de ese nosotros nacional congregado. Más tarde, de antología, la atrevida interpretación de la Canción Mixteca que el flautista Horacio Franco realizó acompañado de los casi 150 músicos del Semillero Banda Nacional Comunitaria y de las 120 voces del Coro Nacional Comunitario, dirigidos todos por la maestra Guadalupe Barreda; una formidable reapropiación estética de una tradición centenaria, la puesta al día…, a la noche en este caso, del tema que mejor engarza la nostalgia con uno de los cantos más definidos de la mexicaneidad, la dimensión territorial de la Patria: ¡Oh Tierra del Sol! Suspiro por verte / Ahora que lejos yo vivo sin luz, sin amor… Con todo, estoy seguro de que lo más destacable del evento fue el conjunto de cuadros artísticos de danza, música, artes escénicas, poesía coral y mariachi que interpretaron más de 850 niñas, niños y jóvenes de los Semilleros Creativos de todo el país  —actualmente, existen 428 a nivel nacional, en 290 municipios de los 32 entidades federativas del país, donde participan más de 14 mil niñas, niños y jóvenes, ubicados principalmente en municipios de atención prioritaria y en colaboración con los programas de Justicia del Gobierno de México—.

    Así que de buenas a primeras tuvimos ahí al maestro Arturo Márquez dirigiendo a cientos de escuincles y jovencitas provenientes de toda la geografía mexicana para loar a la activista pakistaní Malala Yousafzai, a Alejandra Robles “La Morena” apapachando con su voz y su ritmo a la comunidad afromexicana, a un aguerrido comando de chamacos trovadores bajo la mirada de Hidalgo y Morelos interpretando Mi lengua es resistencia en ocho distintos idiomas indígenas, y sí, también, refrescante y sorprendente, a un montón de chavitos rapeando en contra de Monsanto, jovencitas pidiendo a coro “un mundo en donde sea un orgullo ser mujer” y en donde “nadie necesite ser indocumentado”, niños y niñas rapeando en maya en el espléndido escenario montado en medio de la plaza de la Constitución. ¿Y así dudan aún algunos despistados de que estamos viviendo una revolución de las conciencias? 

    Todo esto ocurrió mucho antes de que, en el lado oriente de la plaza de la Constitución, el presidente López Obrador saliera al balcón central de Palacio Nacional a dar el Grito. Aún faltaba que el grupo texano Frontera saliera al escenario para demostrar la guanguez de la frontera, lo permeable que es no sólo a la gente sino también y tal vez más a la música, al lenguaje, la historia común y los sentimientos compartidos. Y aquí fue cuando me dije, ¡caray!, la conciencia histórica sirve hoy para saberse afortunado. ¡Qué suerte que nos tocó vivir estos tiempos extraordinarios, vivirlos y estar del lado correcto! Agraciados somos.

    • @gcastroibarra
  • ¿Qué le pasó a Marcelo?

    ¿Qué le pasó a Marcelo?

    ¿Sin sorpresas? En mí caso sí me llevé una, y grande. Que el miércoles pasado se diera a conocer un resultado que se resume en el hashtag #EsClaudia me provocó una enorme alegría, pero no me resultó algo sorpresivo, en lo absoluto: todas las encuestas serias así lo venían anticipando, desde hacía meses y de manera consistente. Ni siquiera la contundente diferencia entre ella y el segundo lugar fue noticia de último minuto. En cambio, la reacción de Marcelo —a quien evidentemente tampoco le sorprendió el resultado, puesto que se anticipó horas a su anuncio— sí que me desconcierta. ¡¿Pues qué le pasó?!

    Si usted aborda la lectura de este texto con la expectativa del solaz que algunos pueden hallar en el despliegue del enojo y en el ejercicio del coraje, en el atronar del hacha asestando hachazos vengadores y, al fin, en el espectáculo del fuego hecho con la leña y los añicos del árbol caído, de una vez le advierto que no, que eso no va a encontrar usted aquí.

    Enseguida, simplemente intento explicar qué le pasó a Marcelo. Planteo así el cuestionamiento porque creo que algo le pasó al hombre, que torció la ruta, que al menos desde la perspectiva narrativa nos falta algo para comprender cómo se tramaron los más recientes acontecimientos que el político aludido ha protagonizado. Parto, pues, del postulado de que, si bien ya daba vistas de que podía llevar su empecinamiento a niveles políticamente inconvenientes, uno fue el Marcelo Luis Ebrard Casaubón que comenzó la suerte de campaña que terminó con el levantamiento de las encuestas a partir de las cuales Morena definiría a la persona que encabezará el movimiento con miras a las elecciones presidenciales del 2024, y otro fue el que vimos ayer cuando salió a declarar que todo estaba mal y que la única solución era llevar a cabo de nuevo todo el proceso. Y la transformación entre uno y otro no fue de sopetón, fue sucediendo públicamente, transmitida en Instagram y Tiktok, durante el mismo lapso.

    Ese es el cuestionamiento, ¿qué le pasó a Marcelo? Y el tono no es de reclamo —¡total, cada quién! —, sino más bien de una extrañeza entristecida. Me explico: cuando comenzó el proceso, yo pensaba que los dos punteros, Claudia y él, eran dos magníficas opciones, de tal modo que, me decía, yo no tendría duda alguna en apoyar a cualquiera de quien llegara a asumir el encargo. Es más, no sé ustedes, pero cuando se definieron los seis participantes pensé que los tres que tenían posibilidades reales —y lo acepto, además de Claudia y Ebrard, no incluía a Fernández Noroña, sino a Adán Augusto— bien podrían encabezar a la 4T. Pero luego, conforme fueron transcurriendo los días, Marcelo fue pasando de un “híjole, mejor él no” a un “por ningún motivo él”. Con esto quiero subrayar que el actuar de Marcelo me causa una sensación de luto.

    Y hablando de luto y pasando a la reacción del excanciller, ayer, tan pronto vi el video en el cual declaró que todo el procedimiento debería reponerse y que “cada día se parecen más al PRI de antes”, yo tuiteé: pues este cuate ya se piró, y en tres sentidos: se deschavetó, se fue de Morena y se murió políticamente. No era la primera vez que Marcelo se refería a Morena con un “ellos” tácito, pero eso de criticarlos a dichos ellos como antagónicos a él o a un ideal nosotros ya fue demasiado, un punto de no retorno. En pocas palabras, nos dijo tramposos a todos los que no lo apoyábamos, desde el presidente López Obrador hasta la gente que estaba por iniciar la cuenta, pasando por Mario Delgado —a quien luego llamó “cobarde”, algo que no recuerdo que ni siquiera se lo haya espetado a Mancera— y Durazo, la comisión de encuestas y todos los que optaron o hubiéramos optado de haber caído en la encuesta por Claudia o cualquier otra corcholata. ¿Qué te pasó, Marcelo?

    Podemos meter en tres grandes categorías las explicaciones a los comportamientos de una persona que nos parecen anómalos o al menos contrarios a lo que por sus antecedentes podíamos esperar. En principio las que se limitan a los confines del individuo: le ganó la soberbia, se le metió el diablo, demasiado tiempo creyéndose el próximo presidente, sufrió un episodio de demencia vascular, etcétera… En segundo lugar, están las explicaciones que van más allá de la psiquis de la persona: es el clasismo que lleva en las venas y en los apellidos, es que al final de cuentas es un macho mexicano que no puede aceptar que le gane una mujer, es que en el fondo es neoliberal, etcétera…

    Entre ambas explicaciones extremas, están también unas que se refieren a los ámbitos comunicacionales en los cuales vive la gente. Por ejemplo: en una situación de guerra, la mayoría de los soldados tienen que estar medio locos —desplegar conductas patológicas, pues—, porque sólo así pueden participar en el sinsentido de matar congéneres y dejarse matar por abstracciones y entelequias como la patria, el mundo libre, la independencia, en fin… Lo más prudente es que aquí concluya que la explicación seguramente es multifactorial, compleja, y dejar ahí la cosa. Se oye bien, pero no explica nada. Así que, tomo el riesgo de equivocarme y me voy por una explicación. 

    El jueves en la mañana Marcelo fue con Gómez Leyva —but of course— y dijo que está fuera de Morena —“me queda claro es que ya en Morena no tenemos espacio”— y dos cosas que me parecen muy significativas: 1) “no estoy argumentando que le gané a Claudia” y 2) “la forma en la que actuaron ayer es una ingratitud muy grande con el de la voz”. O sea: me tocaba a mí, sin mayor trámite. En suma: creo que lo que explica el comportamiento de Marcelo no está más allá del propio Marcelo.

    • @gcastroibarra
  • Añoranza precoz

    Añoranza precoz

    Descocada, la ampliamente afrentosa señora X tuiteó:

    ¿Cuál es la receta para el éxito? Ser tú mism@ [emoji de manitas haciendo un corazón] No permitas que nadie defina quien [sic] eres.

    El mensajito daba entrada a un video en el que se despliega una serie de avatares de la panista… No es metáfora: realmente eran avatares, imágenes animadas de una representación virtual, en este caso, muy muy… pero muy virtual, de la señora que se autodefine como “blanca”, pero se promueve como indígena. El mensajito simplón de librito chafa de autoayuda, “Sé tú mismo”, venía ilustrado por una producción digital en la que la emprendedora que salió de la pobreza vendiendo gelatinas aparece, no disfrazada, sino transformada en una suerte de personaje de Disney, una insólita aleación de pixeles y prejuicios, un mestizaje gráfico del cual resultó algo entre la princesa Pocahontas y una especie de Chihiro hidalguense, una botarga digital en la que ya muy poco queda del original que supuestamente paraboliza. Para colmo, el video termina luego de un minuto y medio de gansadas instando: “Sé tú misma y jamás te equivocarás”, dicho con una voz artificiosa, robotizada, quimérica…

    Frente a tamaña incongruencia, no tuve más alternativa que aceptar su magno alcance, retuiteándolo con este comentario:

    El Premio Mayor a la contradicción se lo lleva la señora X: la hipocresía llevada a niveles de esquizofrenia.

    Horas después, el tuit tuvo cierto impacto, y aunque la mayoría de respuestas fueron likes, retuits y un tumulto de emojis de caritas que se carcajearon del asunto hasta las lágrimas, también recibí uno que otro que optaron por reaccionar como suele reaccionar la reacción, con denuestos, majaderías y memes disque ofensivos. Como siempre, casi todos provenían de cuentas perritos, gatitos, mangas, súperhéroes y en general anónimos embozados tras cadenas de letras y numeritos sin sentido. 

    El contradictorio mensaje de la tepatepecana empresaria que lleva al menos 23 años viviendo del erario, la panista post trotskista señora X, es lo de menos, y también mi tuit. Conté lo anterior para dar contexto a una de las réplicas.

    Un tal Artemio77 me contestó: “Tan ruco y tan chairo”, seguido de dos emojis, supongo que uno por adjetivo, de caritas rojas de coraje. Tan pronto vi su mensaje, respondí: “Gracias, en efecto: ruco y chairo”.

    Porque, ya saben, la derecha tiene la superstición de que a los chairos nos ofende que nos digan chairos. Se entiende, el león cree que todos son de su condición. En México, hoy día, alguien que se asume como progresista no lo oculta, por el contrario, lo ostenta. En cambio, un conservador, se asuma a sí mismo o no como tal, suele negar serlo y, para ocultar su condición, las máscaras con las que trata de encubrirse son las de neutral, realista, independiente, apartidista… 

    En cuanto a lo de ruco, viene a cuento que, también hace unos días, el gobernador de Nuevo León, Samuel García, seguramente con la intención de remediar la eventualidad de que antes nadie más lo había hecho, se auto destapó como aspirante a ocupar la Presidencia. Viniendo de la oposición, ya es difícil que un despropósito nos espante, sobre todo considerando que el señorito X y a quienes él representa siguen empecinados en que, sin importar el nivel de desinflamiento en el que se halle, mantendrán a la señora X como abanderada del PRIAN. No traigo a cuento la valentonada del único góber que le queda a MC por escandalosa, sino por las razones que adujo el regiomontano tan espléndidamente valorado, perdón, tan espléndidamente auto valorado… Dijo el joven García:

    ¿Sabían ustedes que la Constitución federal de México prohíbe a los jóvenes participar para la Presidencia? Hay un artículo que establece que para ser presidente de la República tienes que tener 35 años o más el día de la elección. Por eso llega puro viejillo. ¿Pero adivinen qué? Tengo 35… Y aquí les pregunto, ¿quieren un presidente joven con ideas nuevas o lo de siempre?

    Primero, hay que señalar que eso de que la constitución prohíbe a los jóvenes participar para la Presidencia es tan cierto como que la misma constitución prohíbe a los niños y a los bebés, a los muertos, a las piedras y a los gatos ocupar el cargo de presidente de México. En cuanto a eso de que llega “puro viejillo”…, no hace falta ser mal pensado para entender que el empleo del sufijo illo en este caso tiene propósitos despectivos, no afectivos. El mancebo gobernante neolonés ni es rebelde ni innovador, sino una muestra convencional de los valores de la cultura que le tocó vivir: como un montón, cree que ser joven por sí mismo conlleva atributos políticos positivos, en tanto que ser viejo, o ruco, es por sí mismo una desgracia. Sería difícil convencerlo de lo contrario. ¿Qué caso tendría, por ejemplo, explicarle que si uno no quiere morirse joven la única estrategia eficaz que se conoce hasta ahora es envejecer, y que, por tanto, más que una desgracia, hacerse viejo es una fortuna? ¿Qué caso tendría recordarle que el presidente más revolucionario e innovador que ha tenido el México contemporáneo es el actual, AMLO, siendo además la persona que llegó al cargo con más años a cuestas, 65? ¿Qué caso tendría hacerle saber que, después de Lázaro Cárdenas, quien asumió la Presidencia a los 39 años, el presidente más joven que ha tenido México ha sido Salinas? ¿Qué caso hacerle saber que Maximiliano se convirtió en emperador de México siendo un mozuelo monarquista de 31 años, mientras que el republicano Benito Juárez era más de 25 años más viejo? Creo que no tiene caso. Seguro el joven García está convencido de que el pensamiento conservador es de viejitos y que los jóvenes son progresistas mientras no empiecen a arrugarse.

    Quizá lo que sí convenga recordar al gobernador y al tal Artemio77 es que la condición de ruco permite, si uno ejercita un poco la memoria, comparar lo que hoy estamos viviendo con situaciones similares anteriores. Pienso, por ejemplo, en el cada vez más próximo fin del sexenio. Pienso y recuerdo…, y entonces puedo asegurarles que hace 6 años, hace 12, hace 18, hace 24, hace 30, hace 36, hace 42, hace 48… lo único que queríamos a estas alturas de cada sexenio era que se terminara. Ahora, lamento cada día más que nos queden ya tan pocas mañaneras con Andrés Manuel. Cunde por el ágora nacional una añoranza precoz, una nostalgia anticipada… Ya empezamos a extrañar al viejo.

    Y sí, ya sé que si Artemio77 me está escuchando solamente ratificaría su diagnóstico: ¡Tan ruco y tan chairo! Pues sí, pero ya ve, hay que hacerle caso a la señora X: sé tú mismo y jamás te equivocarás.

    @gcastroibarra

  • Política para principiantes

    Política para principiantes

    Hace 724 años, en Asia Menor, surgió la dinastía otomana. Entonces, año 1299, los mongoles invadían Siria e India; acá en Mesoamérica, nacía el último cuauhtlahto mexica, Ténoch. Los mexicas ya habitaban el islote en el que, poco después, por órdenes de Huitzilopochtli, fundarían México-Tenochtitlán. 154 años después los otomanos tomaron Constantinopla, capital del Imperio Romano de Oriente. La caída de Constantinopla puso fin al también llamado Imperio Bizantino, luego de 1058 años de existencia. El Bizantino fue la continuidad del Imperio Romano, así que, en 1453, concluyó un ciclo civilizatorio iniciado 2200 años atrás. 

    El Imperio Otomano logró ser también una organización duradera: permaneció en el mapa más de 620 años, del 1299 hasta poco después del fin de la I Guerra Mundial. Unos meses antes de que colapsara el Imperio Otomano, en su capital, Constantinopla, nació Cornelius Castoriadis. Quien habría de convertirse en uno de los científicos sociales más destacados del siglo XX nació 235 días antes de la abolición del Sultanato otomano.

    Ocurrían los embates finales de la guerra greco-turca, cuando, recién nacido Cornelius, los Castoriadis, de origen griego, tuvieron que escapar de Constantinopla y migrar a Atenas. Al año siguiente, Constantinopla cambió de nombre, para convertirse en Estambul. En Atenas, Castoriadis estudió leyes, economía y filosofía. Siendo un apasionado joven trotskista, en 1946, huyendo de la represión, emigró a Francia, en donde, en 1997, habría de fallecer luego de una fructífera carrera. La tumba de Castoriadis está en Montparnasse; en ella puede leerse esta inscripción: “Los confines del alma, en tu caminar, no podrás encontrarlos, aunque recorrieras todos los caminos. Así de profundo es su logos”. Se trata de una cita atribuida a Heráclito (c. 535- 470 a. C), nativo de Éfeso, una isla en el Egeo, muy próxima a Anatolia, en donde se ubicaba una de las doce ciudades jónicas. Los griegos habían fundado esas colonias alrededor del siglo IX a. C., y dos siglos después, colonos de Megara, establecieron en el estrecho del Bósforo una colonia, Bizancio, la que, un milenio más tarde se convertiría en Constantinopla. 

    Cornelius Castoriadis fue un apasionado analista del mundo antiguo griego, marcadamente de la etapa que va de Homero al esplendor de Atenas: “Desde mi perspectiva, la Grecia que importa es aquella que va del siglo VIII hasta el siglo V a. C. Aquí está la fase durante la cual la polis se instituye…” Sólo cuatro siglos, un suspiro en el que cabe Homero, Hesíodo, Tales y Anaximandro, Demócrito, Sócrates, las guerras médicas y la del Peloponeso, Eurípides y Esquilo, Heródoto y Tucídides, Platón, Aristófanes; Clístenes y Pericles…, y por supuesto, la emergencia de la democracia.

    Durante los primeros meses que impartió cátedra en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, Castoriadis analizó el período durante el cual los griegos no sólo crearon la polis y la democracia, sino también “la política, en el sentido verdadero del término”. Sostiene que no fue sino hasta la creación de la polis griega, que “los hombres se postulan como autores de sus propias leyes y, por tanto, también como responsables de lo que sucede en la ciudad; a partir de entonces… no hay fuente extrasocial, divina, trascendente que dicte el derecho, que diga lo que es bueno o no es bueno, lo que es o no es justo”. Por vez primera, una comunidad se hace cargo conscientemente de su voluntad colectiva de permanecer unida y de la necesidad de imponerse reglas: Castoriadis afirma: “… la tradición occidental ha creado la política en la medida en la que designamos con esto el conflicto político. Conflicto cuya apuesta no es simplemente que el grupo X y no el grupo Y tome el poder, sino que refiere a la institución misma de la sociedad.” Y subraya una característica de la democracia clásica ateniense, algo que seguramente, si leyeran, aterraría a los conservadores que hoy en México les encanta esgrimir la bobería de que la ley es la ley… Explica Castoriadis: “Todo ciudadano ateniense podía proponer una ley a la asamblea de la ciudad, y eventualmente ésta podía aprobarla; pero luego cualquier otro ciudadano también podía llevar ante un tribunal al autor de la iniciativa y hacer que lo condenaran por haber incitado… al cuerpo soberano, a la asamblea de la ciudad, a votar una ley injusta… Por lo tanto, a los ciudadanos les corresponde no sólo hacer la ley, sino también responder a la pregunta: ¿qué es una ley justa?” 

    La ley es asunto de la política, de la actividad conjunta de toda la ciudadanía, no de los profetas, no de la tradición, no de los expertos. Un “hombre Constitución” es impensable. Los magistrados y jueces gestionan la ley, no la encarnan. 

    La política es “una actividad que apunta a la institución de la sociedad como tal”. No estamos en el ámbito en el cual la ley la dictan los dioses. No estamos en un ámbito como aquel en el que Huitzilopochtli decidió que los aztecas ya no se llamarían así sino mexicas. Al inventar la política, los antiguos griegos arrebataron la legislación a la divinidad, a la tradición, al emperador, al rey. La ley es cosa de los ciudadanos, de la gente, es res pública y responsabilidad pública.

    La autorregulación de la sociedad; eso es la política, tan lejos de las bajezas y los dimes y diretes de la politiquería. En eso estamos en México, en el ejercicio y la defensa de la política. Eso estamos aprendiendo de un pocos años para acá: un tiempo extraordinario que no se cuenta en siglos, ni siquiera en décadas. La 4T apenas inicia…, y ni Roma ni Constantinopla ni Atenas se hicieron en un día.

    • @gcastroibarra
  • Golpe de autoridad

    Golpe de autoridad

    Los pájaros comienzan su trajinar, trinando. Está amaneciendo. Antes de que suene la alarma del despertador, me sorprende una campanada: llega un WhatsApp, luego, distanciado del primero apenas por unos cuantos instantes, otro… y enseguida otro y luego luego otro y otro y otro… Incontinenti, aquello se vuelve un efímero aguacero de campanazos. ¿Pues qué pasó? Medio dormido todavía, alcanzo mi celular del buró y comienzo a revisar. El primero que abro está en el grupo de colaboradores de LosReporteros.mx. LT informa:

    ¿Ya vieron el comunicado que acaba de emitir la Secretaría de Educación Pública sobre el programa Primer Plano de Canal Once? En pocas palabras, que cancelan a los hombres de negro, considerando la gran cantidad de reclamos por parte de la teleaudiencia por lo cargado a la derecha y mentirosos de casi todos sus panelistas.

    LT cerraba su mensaje con cuatro emojis: tres manitas aplaudiendo y una carita feliz. En menos de dos minutos, ya tenía un montón de respuestas: ¡Bien! ¡Ya era hora! ¡Hasta que…! Muchas manitas con el pulgar extendido. Excelente.

    En el grupo de amigos de la prepa, madrugador como siempre, CD ya había reaccionado, echando pestes. Mencionaba el comunicado de la SEP, y anotaba: ¡Autoritario, dictador!: López no aguanta la crítica. ¡¡¡Indigno de una democracia!!! Pensé en contestarle que el presidente nada más lleva cinco años aguantando no la crítica, sino las mentiras y la mala leche de esos señores y esa señora, pero en eso entró una respuesta de Tosco Pató: ¡Pues que los contrate a todos Salinas Pliego en Azteca! O que se vayan con Ciro a Imagen.

    Pasé al chat de mis primos y sobrinos. ¿También estarían ya comentando tan temprano el mismo asunto? No, andaban en otra cosa. El buen Embrión había trepado un par de mensajes:

    ¡Sopas! La Secretaría de Gobernación acaba de notificarle a TV Azteca que le ordena otorgarle el mismo tiempo al aire que han dedicado a decir que los libros de textos difunden el virus comunista, y en los mismos noticieros, a la presentación de la postura al respecto por parte de la autoridad educativa. 

    El segundo Whats, antecedido de un profuso desfile de caritas sonrientes, decía: 

    ¡Y que además no van a mandar a la secretaria, sino al mismísimo Marx! 

    Desde el otro lado del río Bravo, JC comentaba: Y si no quieren hacer caso, que les quiten la concesión

    Campanazo: nuevo mensaje en el grupo de los LosReporteros.mx, ahora de SM:

    Recién emite otro comunicado el Canal Once: que también le dan cuello al programa de Ezra Shabot y Macario Escretino, sencillamente “porque su línea editorial es palmariamente neoliberal, y por tanto está en contra de los principios que establece el Plan Nacional de Desarrollo”.

    Inmediata reacción, ahora con una pregunta que la compañera BG se contesta ella solita: Oigan, ¿pero eso se puede? Bueno, ya se pudo, ¿verdad? Ji, ji, ji…

    Estaba a punto de cambiar de grupo para revisar más mensajes acumulados, cuando entró uno de mi buen amigo GVDP: ¿Ya estás despierto? ¿Te puedo marcar?

    En vez de contestar por escrito, le marqué:

    — Buenos días… Y sí, ya me enteré de los comunicados del Canal Once.

    — Sí, yo también, pero no te hablo por eso. Te llamo por algo más sorprendente… 

    — ¿Más?

    — ¿Te acuerdas del juez Martín Adolfo Santos Pérez?  

    — No.

    — Juez Octavo de Distrito en Materia Administrativa en la Ciudad de México. Es el fulano que emitió el fallo que supuestamente obliga al presidente López Obrador a no volver a pronunciarse sobre los negocios multimillonarios de Xóchitl Gálvez.

    — Ah, ya… Es el mismo tipo que le concedió hace unos diez años un amparo al Chapo Guzmán, ¿no?

    — El mismo. Pues te puedo asegurar que lo acaba de apresar la Mariana —me dijo y después me contó algunos detalles sobre la manera en la que, de primera mano, se enteró del hecho—. Total que se le acabó la fiestecita. Y mi contacto también me dijo que hoy mismo va a haber noticias sobre el mero mero del cartel inmobiliario panista de la Benito Juárez.

    Nos despedimos, colgué y volví a abrir el WhatsApp. El grupo de mis amigos ociólogos también estaba ya atiborrado de mensajes sin abrir. PMM había enviado el primero, refiriéndose al fin de Primer Plano, seguían varios comentarios, y al final, el más reciente, el mismo PMM había escrito: Pero no sean gachos, Lorenzo Meyer qué culpa tiene…

    Timbró de nuevo el teléfono. Otra llamada de GVDP:

    — ¿Qué onda?

    — ¡No inventes! Ahora sí agárrate: ¡¿a quién crees que acaban de detener en España?!

    Por fin sonó entonces la alarma…, y desperté.

    • @gcastroibarra
  • Descifrar cifras

    Descifrar cifras

    6 ramalazos estadísticos:

    • Segundo trimestre de 2023: con cifras desestacionalizadas, el PIB aumentó 0.9% respecto al trimestre previo. Así, a tasa anual, el PIB de México creció 3.6% en términos reales.
    • En la primera quincena de julio, la inflación general anual en el país descendió, para ubicarse en 4.79% 
    • La ENIGH 2022 muestra que el ingreso corriente promedio de todos los hogares de México, de julio de 2018 a julio de 2022, aumentó 4.6%. En el mismo lapso, el incremento en el decil de los hogares más pobres fue mucho mayor: 19.9%
    • Entre 2021 y 2022, en México se registró una disminución de 10% en los homicidios dolosos. 
    • Hoy hay 21’885,139 de trabajadores registrados en el IMSS.
    • Tasa de desocupación en junio pasado: 2.7% de la PEA.

    ¿Qué te dicen esas cifras? ¿Te ayudan a tener una idea más clara de la realidad? Porque hay que aceptarlo, las estadísticas son parte de la confusión en la que vivimos, no por carencia de información, sino, al contrario, por sobrecarga informativa.

    Watzlawick define la confusión como la antítesis de la comunicación. Un proceso comunicacional bien logrado consiste en una correcta transmisión de información, de tal modo que se logra el efecto deseado sobre el receptor. La confusión es lo opuesto: el efecto de una mala comunicación, la cual puede dejar al receptor en la inopia o en un estado de incertidumbre o de falsa comprensión. El trastorno puede ir desde la simple perplejidad hasta estados de angustia, porque los humanos, como el resto de los seres vivos, dependemos del medio ambiente, dependencia que no se limita a las necesidades de nutrición, sino que incluye también las de intercambio de información. Necesitamos datos para saber en dónde estamos parados, pero, al igual que ocurre con los nutrientes, también podemos vivir sufriendo indigestión informativa.

    Día a día estamos bajo una tormenta de estadísticas. Es muy difícil cerrarse y no atender, así que, de entrada, más vale recordar que para poder enterarnos de cualquier cosa es imprescindible activar nuestro pensamiento crítico: no consumir pasivamente… Para evitar que nuestro pensamiento se mantenga anegado de cifras y más cifras, Tim Harford da tres consejos para filtrar el ruido cuando se trata de estadísticas, de tal suerte que podamos aprovecharlas para mejorar nuestra comprensión del mundo.

    • Calma. Los datos suelen venir embarullados con un montón de emociones, sobre todo considerando que quienes los divulgan lo hacen con un determinado tono de voz o acompañados de cierta iconografía o empleando algunos colores que, por sí mismos, espolean tales o cuales sentimientos. Sentir emociones no es malo, pero no ayuda a pensar con claridad. Evalúa tu reacción inmediata frente a un dato, respira, toma un momento y luego trata de digerirlo. Ni el enojo ni la euforia facilitan la comprensión… Las estadísticas son grandes abstracciones y así hay que entenderlas: por ejemplo, seguramente al familiar de una persona asesinada hace poco le será imposible leer una disminución del 10% en los homicidios como una buena noticia…, aunque lo sea. 
    • Contexto. Fuera de su marco espacio-temporal es imposible comprender un dato estadístico. Por supuesto, también se requiere la noción de la nomenclatura con que se expresa una estadística. No basta saber que PIB son las siglas de Producto Interno Bruto; hay que saber que el PIB es la suma del valor de todos los bienes y servicios de uso final que genera un país durante un período. Tu comprensión se enriquecerá en la medida de que dispongas de otros datos que permitan comparar. Para aquilatar el 3.6% que el PIB de México reportó a tasa anual en el primer semestre de 2023, vale recordar que en febrero pasado la OCDE estimaba que creceríamos sólo 1.6% y el Banco Mundial un escuálido 0.9%. Entre más contexto, mejor: hace unos días el FMI publicó sus estimaciones ajustadas; el organismo considera que el PIB de Alemania no crecerá en 2023, sino que decrecerá –0.3%, en tanto que el de EU logrará un avance de apenas 1.8% y el de Japón de 1.4% Y en cuanto al dato de trabajadores registrados al IMSS, conviene saber que hoy son 1.27 millones más que en febrero de 2022, y 1.42 millones más que en octubre de 2018.
    • Curiosidad. El conocimiento y la curiosidad siempre se han llevado bien, y la capacidad de formular preguntas convenientes suele terminar por vigorizar nuestro entendimiento. Por ejemplo, ¿cómo se está comportando la inflación en EU, en Europa o en otros países latinoamericanos? O ¿cuántas quincenas consecutivas lleva en descenso la inflación en México? Cuestiona e indaga, no te quedes con la información que, quieras o no, recibes; averigua para comprender mejor lo que te interesa. Quizá ayude comparar el 2.7% de desempleo en México respecto a lo que ocurre en España (11.6%), en Chile (8.5%) o en Canadá (5.4%).

    No podemos esperar que toda la gente se haga experta en el uso y comprensión de estadísticas. Los grados de perspicacia siempre van a variar. Sin embargo, el problema es que prácticamente todos y todas estamos sometidos a un bombardeo inclemente de datos y cifras. Es común oír que los números no mienten. Efectivamente, los números no mienten…, pero tampoco dicen la verdad, de hecho, no dicen nada porque los números no hablan. Quienes hablan son las personas que los interpretan, y ahí sí que puede haber intención de timo. Así que, si bien no se trata de conseguir que todos seamos especialistas en Estadística, sí que conviene que la mayoría tengamos algunas herramientas mínimas para descifrar tanta cifra y, así, los números no la confundan.

    • @gcastroibarra
  • Miserable

    Miserable

    Un día después de que el INEGI diera a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos en los Hogares 2022 (ENIGH 2022), el director editorial de El Financiero, Enrique Quintana, tuvo a bien titular su columna “Nada que celebrar con AMLO”. Sin exagerar, la ENIGH provee una inmensidad de datos que permiten analizar la profundidad del cambio que de diciembre de 2018 a la fecha está experimentando México en materia de políticas públicas y modelo de desarrollo, y si bien el análisis detallado requiere tiempo, abundan las buenas noticias evidentes. Adelanto que, a diferencia de lo que escribe el columnista Enrique Quintana, yo sí encuentro mucho que celebrar. Enseguida, van algunos botones de muestra:

    • En 2022, el promedio del ingreso corriente trimestral por hogar aumentó 11% respecto a 2020 y 4.6% con relación a 2018. ¿Poco o mucho? Recordemos el gran contexto para entender que, después de la crisis económica global provocada por la pandemia de covid-19, la más grave en un siglo, en México la gente recuperó su nivel de ingreso.
    • Considerando a todos los hogares del país, desde el más pobre hasta el más acaudalado, el gasto corriente monetario promedio trimestral por hogar fue de 39,965 pesos en 2022, 17.2%, 2.1% y 4.0% más que en 2020, 2018 y 2016, respectivamente.
    • Entre julio de 2018 y julio de 2022, el ingreso por trabajo de los hogares más pobres se incrementó en promedio 29% en términos reales. Y, claro, en donde dice “el ingreso por trabajo de los hogares más pobres” bien podría decir “el ingreso del proletariado más explotado”.
    • El coeficiente de Gini, el cual se usa para apreciar la desigualdad —cuando el valor se acerca a 1 indica una mayor concentración del ingreso; en cambio, cuando el valor del Gini se acerca a 0, la concentración es menor— pasó de 0.499 en 2016, a 0.460 en 2022. O sea: disminuye la desigualdad.
    • Por programas sociales, de 2018 a 2022 hubo un aumento real de 24% para el 10% más pobre de los hogares mexicanos.
    • En salarios, de 2018 a 2022, el aumento para el 10% más pobre fue de 41% real.
    • En 2022, los hogares con más ingresos percibieron 15 veces más que los hogares con los menos ingresos, lo cual muestra una espantosa desigualdad. Pero, la brecha se estrechó considerablemente en muy poco tiempo: en 2016 la diferencia era de 21 a 1.

    En su newsletter del jueves 27, muy temprano El Financiero promocionaba la lectura del texto de Enrique Quintana, con el siguiente adelanto: “Hay resultados positivos de las políticas sociales sobre el ingreso y la desigualdad. Pero, nada espectacular. No hay un cambio cualitativo en México”. El clásico “sí pero no”, y la reiterada postura miserable de la reacción conservadora. Y reitero, miserable, y en todos los sentidos…

    En principio, hay que lamentarse: ¡qué miserable, pobre señor Quintana! —el adjetivo miserable tiene su origen en el latín miserabĭlis que significa “digno de compasión”, “lamentable”—.

    Ahora, la RAE en su diccionario alude cinco acepciones para el vocablo miserable:

    • adj. Ruin o canalla. Apl. a pers., u. t. c. s. Y ni dudarlo: el ataque del editorialista es ruin en el sentido de pequeño y desmedrado. Querer tapar el Sol con un dedo es una estratagema miserable.
    • adj. Extremadamente tacaño. Apl. a pers., u. t. c. s. ¿“Nada espectacular”? Un juicio miserable, en tanto mezquino: falto de generosidad y nobleza de espíritu. Los resultados que testimonia la ENIGH muestran un cambio de tendencia —el empobrecimiento de los más pobres— y un avance en la nueva dirección —los pobres ganan 20.4% más que en 2016—, si eso no le resulta espectacular al señor Quintana es porque el cambio no le complace. 
    • adj. Extremadamente pobre. Apl. a pers., u. t. c. s. En efecto: el texto es miserable por escaso de recursos. Por ejemplo, Quintana increpa: “Las brechas persisten.” ¡Uy, qué mal López Obrador, no solucionó en cinco años la injusticia social favorecida durante al menos cinco siglos de capitalismo!
    • adj. Dicho de una cosa: Insignificante o sin importancia. ¿A cuánta gente podrá convencer el señor Quintana de que las cosas no están mejorando en México? ¿Tendrá algún impacto su lamentación en lo que percibe la ciudadanía, la famosísima gente de a pie?
    • adj. Desdichado, abatido o infeliz. U. t. c. s. Pues sí, miserablemente, como casi cualquier conserva, el señor sigue apabullado por la realidad; ni modo, qué desdicha la suya.
    • @gcastroibarra
  • Verdades mentirosas

    Verdades mentirosas

    Ni siquiera es necesario no decir la verdad para engañar a la gente. Ni siquiera es necesario urdir mentiras para ocultar la verdad y confundir a las personas. Muchas veces basta con divulgar un dato aislado, sin contexto, para dejar que una idea equivocada se propague, a pesar de que dicho dato sea cierto. De manera sistemática y escandalosamente pronunciada a partir de diciembre de 2018, tal es el pan nuestro de cada día en la mayor parte de los medios tradicionales de este país. 

    Este miércoles en la mañana, en su edición en línea, el periódico El Economista publicó una nota con la siguiente cabeza: “6 de cada 10 mexicanos consideran inseguras sus ciudades; Fresnillo y Zacatecas son las más peligrosas”. ¡Qué horror!, podrá pensar a botepronto quien mire a vuelo de pájaro este titular, ¡más de la mitad de la gente en México vive insegura! Bueno, ¿es eso verdad o mentira? Analicemos, pero adelanto la respuesta: la primera afirmación es una verdad a medias, la segunda es una falacia. Veamos…

    La nota está confeccionada a partir del boletín de prensa que ese mismo día muy temprano emitió el INEGI dando a conocer los resultados de su Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), correspondiente al segundo trimestre de 2023. En el cuerpo del comunicado institucional se lee: “En junio de 2023, 62.3% de la población de 18 años y más, residente en 75 ciudades de interés, consideró que es inseguro vivir en su ciudad”. Entonces, no son todos los mexicanos, son sólo los y las mayores de edad, y solamente los que viven en alguna de las 75 ciudades aludidas, sin duda las más importantes del país, pero no todas —hablamos de que la muestra representa a unos 44.5 millones de habitantes, poco más de 35% del total nacional—. En cuanto a la segunda parte del encabezado, los resultados de la ENSU muestran, en efecto, que las ciudades con mayor porcentaje de población de 18 años y más que se siente insegura fueron Fresnillo (92.8%) y Zacatecas (91.7%), pero eso no puede traducirse en que sean “las más peligrosas”; de hecho, en el boletín del INEGI no aparecen ni una sola vez las palabras peligroso o peligrosa o peligrosidad, sencillamente porque la ENSU no mide ese fenómeno, sino “la percepción de la población sobre la seguridad pública en su ciudad”.

    Ahora, lo que no muestran ni el titular ni la nota de El Economista son los datos de contexto necesarios para entender que los resultados más recientes de la ENSU confirman que la percepción de inseguridad en México va a la baja. El INEGI señala que mientras que el 62.3% reportado en junio “no representa un cambio estadísticamente significativo con relación al porcentaje registrado en marzo de 2023 (62.1%)”, sí que se presenta como una disminución importante respecto al 67.4% que el mismo instrumento arrojaba para el mismo mes de 2022. Pero hay más: qué distinta panorámica de la situación tendríamos si comparamos el 62.3% de junio pasado frente a los niveles cercanos al 80% que se alcanzaron en las postrimerías del sexenio de Peña Nieto: 76.8% en marzo de 2018. Peor, la nota cierra con un párrafo que evidente tiene el propósito de encubrir la realidad con un manto de verdades parciales: “Aunque en este trimestre se registró un ligero incremento en la percepción de inseguridad promedio [¿“ligero”?…, no, más bien estadísticamente despreciable, como el propio INEGI señala), los niveles todavía [¿por qué todavía?, ¿por qué se sugiere que se va a incrementar, con qué bases?] se mantienen por debajo de los máximos históricos registrados entre 2017 y 2018 [¿y por qué no enuncian esos máximos históricos, por qué no muestran qué tan mal estábamos entonces y, por tanto, lo mucho que durante el sexenio de AMLO se ha avanzado?].

    Porque de que se ha avanzado en el problema de la inseguridad, se ha avanzado, y hay datos duros para probarlo. Por la misma ENSU, por ejemplo, podemos saber que, más allá de la percepción de seguridad pública que reporta la población —usted puede sentir toda la inseguridad del mundo en una situación en la que no corra realmente ningún riesgo, y nada impide que pueda declarar que se siente perfectamente seguro minutos antes de que lo asalten—, hay un cambio significativo en los hechos. Durante el primer semestre de 2023, 27% de los hogares en zonas urbanas tuvo algún integrante que fue víctima de al menos un delito de robo total o parcial de vehículo, robo en casa habitación, robo o asalto en calle o transporte público (incluye robo en banco o cajero automático), robo en forma distinta a las anteriores o extorsión. Bueno, este mismo indicador en el primer semestre de 2018 era de 38.6%, una reducción de más de diez puntos porcentuales.

    Pero la enorme mayoría de los medios ni se adentra en el análisis serio de los datos ni quiere hacerlo. Así que buena parte de la gente vive bombardeada por los mensajes de los medios de manipulación masiva que llevan ya varias semanas tratando de hacernos creer que el país está en llamas… Y, cuidado, si en las páginas de los periódicos cunden las verdades mentirosas, en la televisión y la radio se espetan cualquier cantidad de mentiras encubiertas. Un botón de muestra y termino. El miércoles también, en su programa de W Radio, Enrique Hernández Alcázar arrancó la nota sobre los resultados de la ENSU vociferando: “¡Seis de cada diez mexicanos viven inseguros en donde viven” Y no, ¿verdad? Y ya en el drama, pues por su voz y su micrófono pudimos oír lo que dice la gente, oh, médium de las mayorías: “¿Qué dice la gente? ¡No manches!, más de la mitad de los mexicanos estamos inseguros en el lugar en donde vivimos… ¿Qué va a pasar? ¿Qué vamos a hacer?”

    William Blake escribió un poema, Auguries of Innocence, en el que sabiamente nos alerta: A truth that’s told with bad intent / Beats all the lies you can invent. Una verdad que se dice con malas intenciones / Supera todas las mentiras que puedas inventar.

    • @gcastroibarra
  • Wanabinismo: tartufismo e ignorancia

    Wanabinismo: tartufismo e ignorancia

    Acabo de ver un trabajo de Hernán Gómez. Se trata de un video que muestra unas entrevistas que hizo a algunos ciudadanos —mujeres y hombres; no todos, pero la mayoría jóvenes—. Las entrevistas se realizaron en tres sitios/momentos, aquí en la Ciudad de México: un domingo en el hipódromo, en avenida Reforma durante la marcha LGTBQ+ y en Iztapalapa durante un mitin de Clara Brugada. Fueron dos cuestionamientos y evidentemente Gómez lo hace con el afán de correlacionarlos. Primero, pregunta si el entrevistado se considera obradorista o antiobradorista, usando esos términos o a veces si le gusta o no le gusta el presidente. En segundo lugar, pregunta al entrevistado quién prefiere que llegue a la Presidencia, Claudia o Marcelo —casi siempre, sólo esas dos opciones—. El video comienza destacando un testimonio, el de una joven que dice ser norteña y quien inicialmente se niega a contestar a quién prefiere, porque, afirma:

    — Noooo, weeeey, no creo ni en la política ni en la gente —palabras contundentes, aunque redundantes, porque, tristemente, en efecto, en última instancia quien no cree en la política no cree en la gente.

    Enseguida, las entrevistas. Entre los asistentes al hipódromo —“un sector socioeconómico alto, fifí, y también bastante wanafifí”, según el propio Gómez—, en pocas palabras, uno atestigua a) una fuerte antipatía hacia Andrés Manuel López Obrador; b) una predilección por Marcelo Ebrard, y c) una descomunal ignorancia y una patética falta de argumentos. En las entrevistas que hizo en la marcha “del sector sexualmente diverso de la población”, se repite la liga: los antiobradoristas prefieren a Marcelo y aparecen los y las obradoristas que apoyan a Claudia Sheinbaum. También aparece aquí otro par de mancuernas evidentes: ignorancia antiobradorista y proobradorismo informado. En tercer lugar, entre los morenistas de Iztapalapa, aunque también presenta a un joven que se inclina a favor de Marcelo, la gran mayoría apoya efusivamente a Claudia.

    — No, pues si aquí fuera la encuesta, ya estuvo que ganó Claudia, eh —editorializa Gómez.

    Siguen algunas entrevistas en el Hipódromo: ¡sorpresa!, algunos se declaran obradoristas… y en todos los casos ebrardistas.

    — Creo que va más con mis political belives… ¿Cómo se llama? —expresa una jovencita que olvida el español, quizá pupila de la doctora Dresser.

    Después, otra vez en la marcha LGTB: más antiobradoristas en favor de Marcelo. Mucha papa en la boca, mucho lente oscuro… De regreso a Iztapalapa: más obradoristas que quieren a Claudia. Mucha gente que se dice o incluso se ve de bajos recursos. Luego entrevista a Facundo, el personaje televisivo, que se inclina por Claudia —ojo: no se sabe si se declaró o no obradorista o antiobradorista—; tres entrevistas en las que se critica a Marcelo —críticas informadas, por cierto—; una chava que le concede a Gómez ser anarquista y se inclina por Claudia… El video termina con una chispa de color: un muchacho afirma que le gusta más Claudia…

    — ¿Por qué?

    — Porque me gusta más ese nombre.

    No es necesario mucho análisis para darse cuenta de que el video de Hernán impulsa decididamente a una corcholata y afecta a otras —más que a Marcelo, a Adán Augusto, a quien sólo menciona una vez—. Y si bien no sabemos qué tan representativa es la edición final respecto a todo lo que halló en la calle y mucho menos qué tan representativos serían los grupos elegidos de la ciudadanía en su conjunto, las entrevistas que se presentan sí que tienen una fuerte carga de verosimilitud. En concreto, los personajes antiobradoristas despliegan sin ambages un perfil de tartufismo e ignorancia que suele aparejarse a cierto conjunto social. 

    A lo largo de su conversación más reciente con R. J. Eskow —The Zero Hour—Richard Wolff disertó en torno al consumismo, el fetichismo y en general acerca de lo que Marx llamaba el opio de las masas. La sencilla explicación con que Wolff pertrecha a quienes atiendan su alocución resulta invaluable, tanto en lo que respecta a los mecanismos perversos del consumismo como acerca de la manera fetichista en la que tratamos a las mercancías y en general a esa pantagruélica abstracción que denominamos el mercado. En un momento dado, cuando hablaban sobre lo difícil que resulta espabilar a la gente del embrujo en el que la mayoría vive debido a las triquiñuelas de la publicidad y, en general, de la maquinaria superestructural, el profesor Wolff trajo a cuento una anécdota que, estarán de acuerdo, es un garbanzo de a libra, una perla de conocimiento:

    Recuerdo que una vez fui a una iglesia afroamericana en New Haven, Connecticut, y una mujer, una pastora, ofreció el sermón. Y comenzó diciendo: “Muchos de ustedes dividen el mundo entre los que tienen y los que no tienen, pero quiero que sepan, dijo, que el mayor problema no es con los que tienen ni con los que no tienen, sino con la gente a la que deberíamos llamar los que creen que tienen.”

    Los que creen que tienen, los que se desviven por aparentarlo, en principio ante sí mismos… También los conocemos como los wanabi, las turbas que, sin ni el menor rescoldo de conciencia de clase, suelen repetir acríticamente las consignas de la ideología dominante y así bregan en contra de los suyos y de sí mismas. Los pobres son pobres porque no le echan ganas, los pobres pueden salir de pobres si generamos más riqueza para los ricos, no hay que de darles pescados a los pobres sino enseñarlos a pescar, etcétera, etcétera, etcétera…

    El wanabinismo clasemediero chilango fue bien retratado.