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  • ¿Por qué AMLO es el mejor presidente?

    ¿Por qué AMLO es el mejor presidente?

    El gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha resistido los embates de la derecha conservadora, tanto lo que se refiere a la oligarquía mexicana como aquella oligarquía influyente del extranjero. El más reciente embate, que no el único, ha sido el de los libros de texto, que por su peso ya se develo que no tienen nada de comunistas como lo afirmaba Ricardo Salinas Pliego (el gánster empresarial) con sus supuestos libros de texto con un “virus comunista”. Es muy interesante observar como después de que se les acaba un negocio a estos corruptos y traficantes de influencias (como el caso del monopolio de los libros de texto) comienzan a inventar una sarta de mentiras que difunden en sus medios de manipulación. 

    Resulta curioso cómo es que en más de una entidad los medios de manipulación enfocaban todos sus reflectores para entrevistar a supuestos padres de familia, seudo-profesores o “líderes” de asociaciones civiles que hablaban del tema sin, por un lado, haber leído el contenido de los libros, y, por otro lado, sin ser expertos en el tema. Es decir, en el mejor de los casos se tomaba la “opinión” de aquellos que no tienen conocimiento del tema y que lo único que expresaban era el resultado de la manipulación mediática de los medios locales, nacionales o extranjeros, o también, por qué no decirlo, aportaban una opinión sesgada como resultado de un velo de ignorancia o ceguera voluntaria por defender los intereses económicos y/o políticos del conservadurismo local.  

    En el caso de los libros de texto se hablaba de estos con tal certeza pero sin haber tenido los libros en la mano ni haberlos revisado con mayor detenimiento, por ejemplo, no se tenía conciencia de la utilidad del libro como una mera herramienta, auxiliar y alternativa en la formación de los estudiantes; tampoco se hablaba del libro como un perfectible, no, reducían todo el “fracaso o éxito escolar” al contenido de un libro sin tomar en cuenta todas las demás fuentes de información, recursos virtuales o material didáctico, pedagógico o de lectura del que se auxilia el profesor para enriquecer la materia. Dejaban de lado todo el proceso de enseñanza-aprendizaje para enfocarse sólo en un instrumento.

    El caso de los libros de texto es un ejemplo emblemático de lo que es la guerra sucia de la derecha. Como si fuera una tolvanera, sus malas prácticas se levantan sobre la falta de verdad, se alimentan de la opacidad, del miedo, de la ignorancia, del sensacionalismo y la mera manipulación. Como en todos los casos, las calumnias, falsedades y los inventos de la derecha, son fruto de la oscuridad, de la perversidad de quienes lo piensan así, lo diseñan y lo llevan a cabo. Es por ello que se sostiene que el conservadurismo se encuentra sobre la base de una economía de muerte, de una ideología neoliberal y de malas prácticas políticas, esas que han llevado a lo largo de toda la historia de la humanidad a separar a la sociedad finalmente en dos grupos, uno de opresores y otro de oprimidos. 

    Si uno observa en retrospectiva, la historia se ha llenado de pasajes de luz y de oscuridad, de florecimiento y de prosperidad para las sociedades, pero también de momentos de muerte y desesperanza. En esta trama mundial, México también puede caer en esta clasificación, pero para ello, es muy importante conocer su historia, sobre todo, la historia de los vencidos para no quedarse con una sola cara de la moneda. Los libros de texto nos dan ahora una diferente versión de los hechos, una distinta forma de pensar, de ver la vida, de realizar una re-lectura de los acontecimientos del pasado. Es frente a esta nueva visión de nuestra “nueva escuela mexicana” que se hace una afrenta, los conservadores no quieren que se tenga una segunda versión de los hechos, no quieren que haya alternativas a la visión lineal y unilateral que impuso el neoliberalismo a la educación en México. 

    Una de los grandes cuestionamientos a los libros de texto, por ejemplo, es que “ya no habrá matemáticas”, reclamando y vociferando la supuesta falta de matemáticas en los libros de texto, ignorando por completo la nueva forma de su enseñanza mediante la metodología de proyectos, una metodología integral y con mucho éxito en el aprendizaje de los estudiantes a nivel mundial. En un extremo de locura, la derecha reclama el pasado, como si los libros de texto anteriores hubieran sido excelentes en su contenido y con mucho éxito en la enseñanza de las matemáticas, nada más fuera de la realidad. 

    Apreciable lector, reflexione en lo siguiente, si eso hubiera sido así, si todo hubiera estado tan perfectamente bien como lo anuncian los conservadores, entonces por qué México siempre obtenía tan bajos niveles de puntaje en las pruebas internacionales en materia de matemáticas y razonamiento lógico, contéstese usted mismo, si todo estaba bien, entonces por qué los estudiantes (en todos los niveles, desde nivel básico hasta universitario) en los último cuarenta años terminaban odiando las matemáticas, eligiendo carreras que “no tuvieran nada que ver con matemáticas”.

    ¿Por qué, por qué ocurría esto?, pues bien, yo se lo diré apreciable lector, por el simple hecho de que la enseñanza de las disciplinas (lamentablemente no sólo en matemáticas) era una verdadera basura de metodología, por eso, porque aburría a los estudiantes, porque era una metodología elitista, excluyente, porque era abstracta, fuera de la realidad, no aplicada a la realidad para entenderla, era anti-social, meritocrática, sexista y era también injusta, por eso. 

    Porque con la estúpida idea de la “competitividad”, se creía que sólo el “genio”, era el que podía “entender las matemáticas” y no es así, las matemáticas son un lenguaje universal, que está presente en todas partes en nuestra vida cotidiana y que se tiene que entender como parte de nuestra naturaleza y no como algo privilegiado sólo para unos cuantos (en su mayoría hombres, o usted sabe apreciable lector, a cuantas mujeres se le ha otorgado la Medalla Fields que es como el nobel de las matemáticas). 

    Tenía que venir un presidente, el mejor, con una conciencia íntegra y con el valor suficiente para hacer cambios de fondo en la manera en que nos enseñan a ver la vida. Lo hemos sostenido en diversas ocasiones y lo seguimos repitiendo, el neoliberalismo como ideología es resultado de un proceso de enseñanza que también se da en las escuelas, es por ello que la derecha se ve trastocada, porque su ideología, la ideología neoliberal y conservadora, se empieza a resquebrajar con esta “nueva educación”. Recordemos que AMLO habla de la revolución de las conciencias, que implica no sólo que reflexionemos sobre lo que vivimos en México, sino que lo cambiemos, que lo transformemos.

    La corrupción vista como malas prácticas, se comenzó también a normalizar por medio de la educación, una educación meramente instruccional y vacía, por ejemplo, al formar profesionistas sin ética, con una formación “técnica” y no humanista, al final del día, al egresar, se tenían personas con un fin vulgar de tener dinero a toda costa y de buscar un “empleo” que satisficiera sus expectativas consumistas, sin importar lo que ello implicara en su dignidad o en el prestigio de su carrera. Es por eso que teníamos abogados, médicos, economistas, administradores, contadores, etc., que formaban parte de un entramado de corrupción institucional en todas las dependencias en las que se suscribían, incluso teníamos dependencias de gobierno totalmente cooptadas por carreras o escuelas, por ejemplo, véase el caso del ITAM en el Banco de México, del ITESM en la Secretaría de Economía, del COLMEX en SHCP y del CIDE en la SCJN y CONEVAL, por citar sólo algunos ejemplos. 

    Repito, el neoliberalismo se enseña y se aprende, los mismos profesores que en un momento fueron profesionistas y profesionales de la corrupción, regresaban a su alma mater (como ahora en el caso de la UNAM con Lorenzo Córdova y Ciro Murayama), a formar “nuevos cuadros” de profesionistas para poder cubrir las vacantes de las instituciones que tenían controladas, abusando así no sólo de su presupuesto sino de todo su proceso de contratación, de sus vacantes, de la asignación de sueldos de forma discrecional, de oficinas, recursos materiales, transporte, fondos o fideicomisos, etc. 

    Una nueva educación entonces incomoda al régimen, al conservadurismo, porque la educación en sí misma encierra la promesa de cambio y en su esencia es revolucionaria, es por ello que celebro que nuestro presidente AMLO se haya atrevido por fin a darle paso a una nueva educación, una educación necesaria para desaparecer de una vez por todas esta era neoliberal que tanto daño le ha hecho a México. Todos sabemos que es por medio de la educación por la que una sociedad puede generar cambios de fondo y no sólo de forma. La educación se presenta como uno de los factores más determinantes en la movilidad de social y de clases, y si es que queremos entender la corrupción y erradicarla, tenemos que echar mano de la educación de estas y de las nuevas generaciones. 

    Sin duda nuestro presidente es un estadista y visionario, sin duda su honorable simpatía le permite seguir pensando en los demás, en los que vienen atrás de él, su legado por eso va a trascender generaciones, será recordado no sólo como el presidente más honesto, sino por haber sido el mejor presidente que hemos tenido en los últimos ochenta años (tomando como referente último al general Lázaro Cárdenas del Rio). No podemos negar todas las bendiciones que ha tenido nuestro presidente, las “circunstancias” que le han permitido avanzar en esta misión de hacer de México un México mejor. Como bien lo dice, “el hombre es él y sus circunstancias” y queda claro que las fichas se han acomodado milagrosamente para que este gran hombre pueda avanzar en su noble propósito. 

    Los cambios de AMLO se registran en su quinto informe de gobierno, realizado en Campeche, algo inusual y que rompió con todos los protocolos de informes previos. Primero, fue a puerta cerrada, con el gabinete de la gobernadora Layda Sansores San Román, su comitiva, los gobernadores y algunos legisladores del movimiento que lo acompañaron. Poca afluencia de gente al salir, no hubo mucha publicidad al respecto, fue un informe poco común ya que al final del mismo daría un primer viaje de prueba en el tren maya que iría de Campeche en dirección a Mérida.

    En este quinto informe, hablo de los grandes logros que ha tenido no sólo en la reducción de la pobreza, sino en la reducción de la desigualdad, resalto fuertemente el cierre de brecha que se ha tenido entre ricos y pobres. Las cifras que presentó en el Centro de Convenciones Campeche XXI, sin duda dejan en claro el éxito de su modelo económico que ha implementado en lo que va de su gobierno, un modelo económico basado en la economía moral y de corte humanista. Este modelo es original y ha rendido frutos, se caracteriza por una noble y genuina ayuda a los más desprotegidos, apoyando el mercado interno e impulsando de forma contundente los programas sociales. Estas medidas de política económica son congruentes con su pensamiento y ponen en alto el lema emblemático de la cuarta transformación de “primero los pobres” y que ahora se complementa con la idea de “arriba los de abajo y abajo los privilegios”. 

    Los resultados económicos no se limitan a las grandes obras, la mejora en salarios, el aumento en la inversión, la disminución en el desempleo, la baja en la inflación y el aumento en las expectativas de crecimiento económico. También estos excelentes resultados económicos van de la mano con el amor y cariño que la gente le tiene, no sólo en México sino en todas las latitudes del mundo, lo mismo en Chile que en Colombia, lo mismo en Perú que en Bolivia, los mismo en Argentina que en Estados Unidos o en Centroamérica, no cabe duda que las muestras de cariño para AMLO y para la dama de primera, su esposa Beatriz nos llenan de orgullo y admiración. Resulta evidente que el presidente AMLO ha superado todas las expectativas, y si en estos momentos dejara la presidencia, se iría con honores y con los máximos índices de aprobación de cualquier presidente que se haya tenido registro en por lo menos las últimas ocho décadas. 

    El bienestar económico se complementa con la estabilidad social y política que se vive hoy en México. Actualmente ya se tiene registro de quien coordinará esto que él llama “cambio con continuidad”, le ha entregado el bastón de mando a la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, una militante de morena que se ha caracterizado por su congruencia en sus ideales y principios, por toda una trayectoria de vida en la política, una política con ética y valores que se encuentran cimentados en el movimiento de MORENA desde sus orígenes, movimiento del que fue fundadora junto con AMLO. Esta alternancia asegura a todas luces no sólo una victoria de la izquierda social y progresista en nuestro país, sino que deja claro que el pensamiento y la esencia del obradorismo y esta filosofía de pensamiento del humanismo mexicano llevado a la práctica permanecerá y echará raíces para dejarnos un mejor futuro. 

    No es casualidad de que, a pesar de que comentaristas, seudo especialistas y comunicólogos como Sabina Berman (que hipócritamente y por más que lucha consigo misma, no puede ocultar del todo su rancio conservadurismo), hoy se habla del momento mexicano (Mexican Moment), hoy se habla del “súper peso”, hoy se habla de México como una potencia, un país de progreso y de respeto en el concierto mundial. 

    Con orgullo lo digo, se quedaron atrás la vergüenza que representaban nuestros diplomáticos y gobernantes, presidentes de poca monta, hoy tenemos gente integra, con principios, con ética, con una visión de México como un país de progreso y de justicia, hoy se ve a México como un país de oportunidades, de hecho, se habla ya del “sueño mexicano”. Hoy lo puedo gritar a los cuatro vientos porque la vida me ha permitido ver a un presidente a la altura de lo que es y de lo que representa nuestro hermoso país que es México, un país querido por el mundo por su cultura y por la nobleza de su gente, hoy, con un libro en la mano autografiado por nuestro presidente (gracias a Edith, mi esposa), le digo apreciable lector, hoy vivimos tiempos que pasarán a los libros de historia, por fin, seremos historia, usted y yo seremos protagonistas de una historia llena de dignidad y de gloria, por eso le digo y le repito que AMLO es el mejor presidente. 

  • El falso “virus comunista” de los libros de texto

    El falso “virus comunista” de los libros de texto

    La polémica sobre los libros de texto se basa en la idea de un falso “virus comunista”. El empresario Ricardo Salinas Pliego ya calificó a los nuevos libros de texto como “Libros comunistas”. Es muy interesante esta reacción de uno de los magnates más importantes del sistema económico capitalista mexicano que junto con sus medios de comunicación como TV Azteca y ADN 40 se lanzan contra esta iniciativa del Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) de crear libros de texto más objetivos, críticos y con una visión humanista y liberal. 

    Hoy sabemos que dentro de los negocios más jugosos de estos disque “empresarios” como Salinas Pliego, se encontraba la edición y publicación de los libros de texto, la cual estaba retenida y administrada por un oligopolio de empresas y editoriales que se beneficiaban por contratos multimillonarios de miles de millones de pesos cada año. Este tema no termina con los contratos y la corrupción por décadas en este rubro, la trama va más allá, ya que las mismas editoriales de la mano de los empresarios se encargaban de diseñar los contenidos y establecer lo que consideraban “la mejor manera de educar a los mexicanos”. 

    Seguramente apreciable lector recuerda de qué educación le estoy hablando, sí, de esos libros en donde, por ejemplo, la invasión y el saqueo de los españoles se le llamaba “conquista”, sin detenerse a explicar las miles de muertes y la destrucción cultural, arquitectónica y artística que dejaron a su paso los españoles; o por ejemplo, de esos libros en los que se hablaba del día de “la raza” a la llegada de Colón como una fecha que requería “celebrarse” como el “encuentro de dos mundos”, sin explicar por ejemplo, que Colón da inicio a la tragedia que posteriormente culminara Hernán Cortés, que Colón y su famosa expedición alimentaría la avaricia de España por invadir otros pueblos y culturas de América Latina y apropiarse de riquezas que no les pertenecían y que ahora presumen en sus Museos como si fueran trofeos, sin ser más que el resultado de la bajeza de su pequeñez cultural e intelectual. 

    Son esos libros de texto los que la élite conservadora, incluidos políticos, empresarios y clérigos, pretenden defender, libros en los que nos hacían creer que Europa era el centro de la cultura y de la civilización, es en esos libros en los que a nuestros antepasados indígenas mexicanos no se les bajaba de barbaros, poco civilizados, sin alma, que habría que “educar”, “domar” sus sentimientos porque éramos poco menos que bestias, sin cultura ni religión. Nada más ajeno a la realidad, en esos libros de texto no se reconoce el egocentrismo y la ignorancia del europeo, tampoco se habla de la arrogancia con la que por medio de la fuerza y la imposición tomaron nuestras ciudades, violaron a nuestras mujeres, destruyeron nuestras pirámides y nuestros dioses, no se habla de la ceguera de los europeos que continua hasta nuestros días (véase la relación de Francia con los países de África) de no reconocer la importancia de otras culturas superiores a la suya. 

    En esos libros se hacía un festín de la tragedia, se ocultaba la verdad y se manipulaba la historia, era la historia de los vencedores sobre los vencidos, eran la versión de la élite sobre el pueblo, era solamente una cara de la moneda. A los verdaderos héroes se les ocultaba, se les empequeñecía, se les ridiculizaba, tómese el ejemplo de Benito Juárez del que se burlaban de su apariencia y de su color. En esos libros la historia era una sarta de padecería sin coherencia ni lógica, no se tenía conexión de un evento con otro, violaba todo sentido común, la hacía ver tan aburrida y poco interesante que teníamos que recurrir a la memoria para “aprendernos” lo necesario para poder pasar el examen.

    No se deje engañar apreciable lector, los libros viejos que fueron cuna de la formación de muchos mexicanos que hoy se encuentran en edad adulta hicieron más daño de lo que parece. Imagínese usted que de niños nos hacían hacer maquetas, fichas bibliográficas, realizar monografías o biografías de personajes ficticios, trabajos “a modo”, para poder adaptar una realidad a una ideología, a la ideología conservadora y neoliberal de esos tiempos. De esa manera, por ejemplo, nos hacían creer que el “árbol de la noche triste”, es triste porque ahí lloro Hernán Cortés su derrota frente nuestro héroe y guerrero Cuitláhuac, nada más alejado de la realidad, fue triste para ellos, para los españoles, no para nosotros los mexicanos, ese árbol se debería llamar el “árbol de la noche alegre” y no triste, para nosotros esa fecha debería ser una fecha de celebración y algarabía. 

    Lo mismo que ocurría con las materias de Historia General y con la Historia de México ocurría también con las materias de Historia Regional o Local. A los próceres que nos dieron patria, a nuestros héroes que nos dieron libertad, que lucharon contra la injusticia y la esclavitud se les oculto, se les borró del mapa, se ponía más énfasis en lo trivial y no en lo sustantivo de los hechos históricos. De ahí que la historia como disciplina haya sido tan repudiada y excluida, la hicieron ver tan poco importante como para justificar que la hayan quitado del currículo de los programas de estudio, toda una tragedia, eso fue un asalto a la educación y a la formación de verdaderos estudiantes, universales. 

    Borrar la historia con estas artimañas provocó que hoy tengamos profesionistas ignorantes, sin historia ni pasado, hoy hay administradores que no saben de dónde vienen las empresas, que siguen pensando que Carlos Slim es un empresario honorable y no un prestanombres de Carlos Salinas de Gortari que se adueñó de TELMEX bajo actos de corrupción y tráfico de influencias; o tenemos economistas que no saben quiénes fueron los Secretarios de Hacienda o los Gobernadores del Banco de México de sexenios pasados (esos que salen en revistas de supuestos “líderes mundiales” y no son más que un grupo de élite conservadora del más alto nivel de corrupción y sin vergüenzas), siguen pensando que podemos entender la Economía sin la Política, en fin, la Historia como una disciplina tan importante para la formación de todo estudiante mexicano fue destruida dejando un halo de ignorancia de nuestro pasado.

    Los libros de texto de historia justificaron el fin de la historia, replicaban lo que la élite quería escuchar o quería que leyéramos, por ejemplo, que le siguiéramos llamando en Champotón (Campeche) a una fecha tan especial el “día de la mala pelea”, a la fecha en la que el héroe indígena guerrero maya Moch Couoh derrota a los españoles y los hace retroceder y huir, “mala pelea” para ellos, para nosotros fue una excelente pelea, una lucha en la que triunfó la dignidad y el respeto a México y a nuestra patria, ese día es un día especial, nacionalista, de orgullo por defender a nuestro territorio, y no como ellos nos lo hicieron creer con sus viejos libros de texto. 

    De la misma forma que en la historia, fue en las demás materias, por ejemplo en las matemáticas, apreciable lector, recuerde que de cada 10 estudiantes, 9 reprobaba las materias de matemáticas y por ende las repudiaba, sin conocerlas, porque en realidad esos libros no buscaban una cosmovisión de la materia, no buscaban enriquecerla de un contenido social, cultural o étnico, no, únicamente privilegiaban la abstracción de forma tan aburrida como para justificar que mejor se continuara con estudios universitarios en carreras que no tuvieran nada que ver con las matemáticas, porque los estudiantes “no eran buenos” para las matemáticas o eran “burros”, y ese estigma de la primaria o secundaria lo llevaron hasta su vida adulta y profesional, muchos, muchos mexicanos y mexicanas (lo confirmo ahora con mis estudiantes de grado y posgrado).

    Los libros de texto de matemáticas fueron todo una mentira y un rotundo fracaso, una disciplina tan bella y estética, una materia universal y transversal y súper importante para entender el mundo y la vida, la redujeron a una materia de élite, que únicamente “pasaba la materia” quien era “inteligente”. Se implementaron prácticas pedagógicas y didácticas excluyentes (“competitivas” les llamaban) y muchas veces discriminantes y ofensivas, elitistas en las que se privilegiaba solo al que “sí sabía” de matemáticas.  De esa manera se resaltó el individualismo y la meritocracia y se excluyó a la mayoría, esos no importaban, se dejó fuera a la comunidad. La baja tasa de científicas y científicos mexicanos tuvo mucho que ver con la mala formación o deformación en esta disciplina, tan fácil que habría sido verla como un lenguaje, como una forma de comunicarnos con los demás, para poder entender nuestra vida cotidiana, no, la llevaron a las nubes donde sólo los “privilegiados” o “iluminados” pueden llegar, nada más anti social y neoliberal que eso. 

    De la misma manera, tanto en las humanidades como en las ciencias, la élite y el conservadurismo metieron mano en nuestra educación (vía los libros de texto) para poder, por un lado, justificar la llegada del neoliberalismo, y, por otro lado, soportar las injusticias sociales, económicas y políticas que este modelo dejaba a su paso. Los viejos libros de texto le han servido a la oligarquía, por ejemplo, para normalizar males ya añejos de nuestra sociedad como la pobreza, la desigualdad y la corrupción, entre otros 

    Somos el resultado de una educación mediocre y pobre en contenidos educativos de calidad, una educación soportada por libros de texto que tenían un propósito político y de la que fueron cómplices gobiernos y líderes magisteriales. Esa pobreza educativa ha pasado de generación en generación, de sexenio tras sexenio, hasta el día de hoy. Hoy podemos celebrar que ya hay un cambio verdadero, pequeño, pero profundo, hoy nos dirigimos a una educación diferente, más humanista, que atiende realidades diversas con cosmovisiones diferentes y que le abren un mundo de posibilidades a los niños y jóvenes de nuestro tiempo. 

    Los inconformes de la élite y sus voceros (los medios de comunicación) luchan por mantener su negocio de la edición y publicación de los libros de texto (que ya se les acabó) también pelean por seguir sosteniendo su ideología conservadora y neoliberal por medio de “su educación” y de “sus libros de texto” (que también ya se les terminó). El presidente AMLO ha sido claro en esta decisión que celebramos con júbilo, además de sentirnos orgullosos de verdaderos funcionarios humanistas y nacionalistas como Marx Arriaga o la propia secretaria de educación, la maestra Leticia Ramírez Amaya, una mujer integra que se crece ante las adversidades y que hoy (a pesar de toda una campaña deleznable por parte de la derecha conservadora que ha intentado ridiculizarla por todos los medios) se presenta como una gigante dentro del gabinete de nuestro presidente López Obrador.

    Hoy hemos dado un paso firme a lo que deseamos que sea nuestra nueva educación y nuestra nueva escuela. Una educación sin tanta ideología neoliberal, sin tanta hipocresía, una educación en la que a las cosas se les llame por su nombre, una educación que busque reconstruir nuestra verdadera historia, nuestros valores y principios rectores, que les dé el lugar que merecen a nuestros héroes, que no oculte los males que nos dañan o que nos han hecho mucho daño, que no se oculte el FOBAPROA ni los fraudes electorales, que le digan a los niños y jóvenes de dónde venimos para saber realmente hacia a donde nos dirigimos. 

    En esta nueva educación y en esta nueva escuela se busca que a los alumnos se le den elementos para ser universales, con una formación sólida en diversas disciplinas, que no sea excluyente, que desenmascare a los corruptos y que se deje de diplomacias lavándole la cara a tantos expresidentes que laceraron a nuestro pueblo. Una manera de liberarnos de sus garras, de las garras del neoliberalismo será por la educación y un paso hacia este propósito es revolucionar nuestros libros de texto y el presidente ha hecho un excelente trabajo en esta dirección. Quedan muchos pendientes en el tintero, pero el paso principal ya se ha realizado de manera contundente, todavía este resquicio de ideología puede haber quedado en algunos de los materiales de trabajo, pero se irá depurando con el paso del tiempo, como todos sabemos, el quehacer educativo es perfectible. 

    La idea del “virus comunista” no es más que otra campaña de desinformación, de manipulación, no es más que otra de esas estrategias de pánico y de miedo mal infundado que le quieren arrojar a la sociedad, pero lamentablemente estas ya no tienen el efecto que solían tener décadas atrás, en años pasados estas estrategias habrían derrocado presidentes o habrían causado rebeliones masivas, angustia y miedo, tensión e incertidumbre como lo que provocaron con lo de “el chupacabras”, usted lo ha de recordar amable lector, sino pregúntele a sus padres o abuelos, toda una campaña de manipulación para distraer a la sociedad y enfocar los reflectores a lo poco relevante. 

    Hoy sabemos que Ricardo Salinas Pliego es una cara dura y sin vergüenza, que no tiene calidad moral para hablar de educación, siendo él uno de los artífices de esos viejos libros de texto. Hoy también sabemos que el tal “virus del comunismo” no existe más que en la imaginación de los medios de comunicación y que el verdadero miedo lo tiene la élite, le tienen miedo al comunismo y a Marx ¿por qué será? ¿por qué será que a este economista y filósofo de Marx lo quitaron de las facultades universitarias? ¿por qué tanto odio contra Carlos Marx? Posiblemente sea porque Marx señala la explotación (como esa que se da en las empresas de Elektra y Banco Azteca), quizás porque Marx crítica la opulencia del capitalista a costa de aquello que no le remunera al trabajador (tal como lo hace Ricardo Salinas Pliego), o quizás porque Marx nos da una mejor visión y conciencia de clase y de la lucha de clases en donde el mundo bobo de Salinas Pliego y su vida bizarra y de opulencia de sus descendientes hacen que rayen en la estupidez y pase, por ejemplo, de ser un supuesto “líder” a un simple payaso mediático y que en caso de una rebelión de los trabajadores, de acuerdo con Marx, Salinas Pliego  y la fragilidad de su imperio tendrían sus días contados. 

  • La política vulgar

    La política vulgar

    En México hemos tenido ejemplos de políticos que surgen de la nada, creados mediáticamente, diseñados a modo para los intereses de la oligarquía. El mejor ejemplo de ello es Enrique Peña Nieto en México o el caso del precandidato a la presidencia Javier Milei en Argentina, personajes que dicen y actúan de la forma en que esperan escuchar y ver los detractores de los movimientos de izquierda o del progresismo social. En ocasiones, estos se mimetizan, sus estrategias se enfocan en minimizar la importancia de la izquierda y dentro de sus medidas más exitosas están el de hacer que a la sociedad se les olvide la historia, suelen “partir de cero y mirar hacia adelante”, sobre todo la historia que los involucra a ellos, a su partido o a sus coordinadores de campaña en actos de corrupción. 

    Nada más falso es el diseño de un candidato a un puesto político, incluso se han diseñado cursos y diplomados (en el ITAM, por ejemplo) de Marketing Político para poder ver al candidato como una mercancía y tratarlo como tal, viendo al ciudadano como un consumidor y a la arena política como un mercado. Es de esta manera que sí el votante quiere que el precandidato se vista de payaso (o utilice una botarga de dinosaurio), este lo hará, o si quiere que este cante corridos, ande en bicicleta, se tire de un paracaídas o vaya a la villa a orar, entonces este lo hará. El Marketing Político no es más que otra de las caras del economicismo que ve en todo acto social un fenómeno marginalista al fiel estilo de la economía neoclásica, sí, esa escuela de pensamiento que sirve de base para la ideología del neoliberalismo.

    Es de esta manera en que los candidatos salen a la calle a venderse al mejor postor, en este sentido la moneda de cambio no es tanto la afiliación al partido o que se conmine con la propuesta política (si la hay), tampoco que le guste el candidato o lo atrape su carisma, tampoco que lo convenza de algo en particular, al final del día el interés primordial es la moneda de cambio en la que se convierte el voto en las urnas. Así, un candidato falso en su actuar e incongruente suele ser traicionado por su naturaleza y en actos de campaña suelen salir a la luz sus peores y bajos instintos antidemocráticos.

    La naturaleza los traiciona, un falso candidato siempre se encuentra en dilemas, las campañas y precampañas suelen ser muy desgastantes porque siempre se encuentran al filo de la verdad y de la falsedad, es por eso que los conservadores de derecha electos suelen ser unos magos y profesionales de la mentira, la deshonestidad e hipocresía suele ser su especialidad y pueden dar la cara sin tapujos proponiendo, por ejemplo, crear nuevamente una refinería en Tula, Hidalgo o volver a construir los puentes nunca construidos, o poner las carreteras que nunca construyeron y que prometieron, es decir, sin vergüenza ni mesura alguna suelen hacer las mismas promesas de siempre, claro, con los mismos propósitos de siempre: lucrar con la necesidad de la gente.

    Es en esta dirección que se crean supuestas agendas de gobierno que buscan atender las demandas ciudadanas, lo de siempre, creación de hospitales, escuelas, brindar seguridad a la ciudadanía, hacer caminos, puentes, drenajes, etc., todo aquello que le aqueja al ciudadano común y que lo separa de un mayor sendero de bienestar, para él y su familia. El falso candidato emplea esta política vulgar lucrando con la necesidad y el dolor de la gente (se vuelve experto en la manipulación del odio y del miedo), trafica con sus carencias, con su miseria, con la escasez de recursos que lo envuelven y manipula esa necesidad para traducirla en una promesa de cambio. Al PRI esta narrativa le funcionó muy bien por casi un siglo en el gobierno, al PAN también, su careta de cambio logro perpetuar y consolidar de forma más descarada este contubernio entre el PRI y el PAN, lo que ha dado origen a lo que hoy se conoce como el Frente Amplio por México. 

    ¿Cómo poder distinguir un falso candidato de un candidato genuino? Primeramente, el falso candidato se auxilia de la política vulgar para obtener lo que busca, su pensamiento raya en un maquiavelismo político en el que se sostiene que “los fines justifican los medios”, deja a un lado su dignidad y puede hacer a un lado sus principios, sus valores y su imagen por una simple cuota de poder, es ambicioso, avaricioso y altamente corrupto, se dice “jugar el todo por el todo”, sin el mínimo recato de prudencia o de respeto por sus contrincantes, no es estratega sino que actúa bajo consigna, obedece a intereses personales pero dirigidos por intereses oligarcas en los que comúnmente están involucrados políticos, empresarios e intelectuales (nacionales y/o extranjeros) a favor del régimen conservador. 

    Esta política vulgar no sólo se da en México, es una característica de todo sistema político en el mundo con sus diferentes matices, algunos más descarados que otros. La distinción entre el falso candidato y el candidato genuino va más allá de elementos superficiales (que es lo que más resaltan los medios de comunicación porque se le da mejor al candidato bizarro y postizo) como la forma correcta de caminar, de sentarse, de vestirse, si ríe de un lado o de otro, si es de color o es blanco, si come con cubiertos o con la mano, en términos generales si cumple o no con lo que dicta el Manual de Carreño de la buena conducta y los buenos hábitos. De hecho, es algo muy curioso porque si miramos al pasado, en cada gobernante encontramos que cumplen con el Manual de Carreño a la perfección, por ejemplo, los expresidentes se ven como hombres impolutos, pulcros, serios, inteligentes, educados, todos muy bonitos por fuera, pero deshonestos, hipócritas, rastreros, cleptómanos, inhumanos por dentro, como dice el dicho, no han sido más que “sepulcros blanqueados”, lindos por fuera, pero putrefactos por dentro. 

    Cada país tiene su ejemplo de falso político (Salinas en México, Uribe en Colombia, etc.), muchos de estos se han quitado la máscara llegando al poder y se les ha tenido que soportar por todo un periodo de gobierno, la ciudadanía y todo un país completo ha tenido que soportar un gobierno de falsedad. El falso candidato, dado que no tiene ideales y carece de principios (recordemos a Vicente Fox), se debe a quienes lo pusieron en el poder, por lo que, como dicta la historia, una vez llegando al poder suele pagar con dadivas, puestos públicos, contratos, etc., cada uno de los apoyos recibidos en su campaña.  Es de esta manera en que se consolida una transacción política, de un voto por un candidato, es por ello que se tiene que tener cuidado con los falsos candidatos y definir claramente lo que se entiende por un candidato genuino, en principio, diciendo que este nunca se rebajará a tomar como bandera la política vulgar

    Decimos que el candidato genuino no aparece en la arena política de la nada, de forma espontánea, no surge porque de bote pronto haya tomado un puesto público y ahora quiera ser presidente, no es tan así. Un candidato genuino, por respeto a sí mismo y por el reconocimiento que ello merece, lleva sobre su espalda años de lucha, décadas de refrendar sus ideales día con día, en distintos momentos del tiempo, lo mismo en las turbulencias que en los buenos momentos, de hecho brilla más en tiempos de tempestad y oscuridad, es congruente consigo mismo y con sus principios rectores, su vida misma se alinea a sus ideales, de hecho coloca sus ideales por delante de su propia vida, es por eso que muchos de los candidatos genuinos, verdaderos políticos, han perdido la vida en defensa de sus principios y de sus ideales (recordemos a Colosio o a Lucio Cabañas). 

    Un candidato genuino se ve superado por el interés del colectivo (recordemos a AMLO cuando dice “yo ya no me pertenezco”), supone que su lucha es la lucha de todos aquellos a quienes representa, por lo que no claudica o vende su propuesta al mejor postor o regatea sus propósitos, no es así, el político verdadero que es un candidato genuino da la pelea en la esfera social, no en lo “oscurito”, expone sus propuestas no en un gabinete o en un centro de convenciones, no, lo hace a foro abierto, en las calles, con  la gente, en lugares comunes, con el pueblo, en kioscos, plazas públicas, en camiones, sindicatos, escuelas, visita las universidades, tiene un dialogo franco y sincero con la población, suele ser un ciudadano ejemplar, recto, honesto, valiente, con alta calidad moral para poder hablar sin tapujos y de cara a la corrupción y a la deshonestidad. 

    Un candidato genuino tiene una propuesta de campaña que ha construido a lo largo de toda su vida política, desde su origen hasta el día de su candidatura, su propuesta no es más que una extensión de su naturaleza, de lo que él o ella es en realidad, de lo que lo conforma. No hace propuestas de campaña al vapor, por obedecer a una moda o a alguna tendencia política, no, la construye con base en el conocimiento de su pueblo y de su gente, tiene un fundamento social y nacional, no viene de afuera esa propuesta, no la dictan los organismos internacionales o las corporaciones, es una agenda del pueblo y para el pueblo, por ejemplo, es una agenda que antecede el desarrollo al crecimiento económico, que antecede el bienestar humano a la riqueza o a los bienes materiales, va más allá de un bienestar meramente económico o simplemente tecnológico, por el contrario, es una propuesta integral que privilegia el bienestar físico, humano y espiritual.

    Hasta aquí hemos hablado de dos características que distinguen a un candidato genuino de un falso candidato, mientras que uno se va por una política de nivel, el otro opta por una política vulgar, mientras que uno privilegia la democracia, otro opta por mantener un régimen de gobierno oligarca y de simulación, son dos propuestas diferentes que se acompañan de candidatos diferentes. Todo candidato se acompaña de su agenda de gobierno, de su propuesta de desarrollo y esta va respaldada de un tercer elemento que consta de saber quiénes están detrás de todo esto, quienes lo apoyan y son su soporte, no solo del candidato, sino de su propuesta. Por ejemplo, Va por México y el Frente Amplio por México han montado un show para supuestamente registrar “posibles “candidatos y “abrirse” a la ciudadanía reflejando hipócritamente apertura y pluralidad, candidatos que hacen efectivo su derecho de participar pero que carecen claramente de historia y de propuesta de campaña. Estos son los mejores ejemplos de falsos candidatos, detrás de este grupo de políticos vulgares esta la clase empresarial y los intereses de la oligarquía y del conservadurismo.

    Al falso candidato lo elige la cúpula de poder, no el pueblo, sus mecanismos o métodos de selección son opacos y poco transparentes, es desde su origen el resultado de la mentira y el fracaso. Se basan en el engaño y articulan bien sus palabras, pero lo que impera en su narrativa son las falacias. Por su parte, al candidato genuino lo elige el pueblo, la gente, se apega a procesos democráticos de selección, son transparentes y honestos en su elección y en su selección. Es por ello que AMLO ha insistido en distinguir el bloque de derecha del bloque de izquierda con la idea de que representan dos proyectos de nación diferentes y contrapuestos. Hoy el candidato o candidata a la presidencia para el 2024 no solo requiere ser genuino, con una larga trayectoria de lucha y de historia, congruente, con una propuesta de desarrollo a favor del pueblo, que le dé continuidad a la cuarta trasformación y que luche de forma incansable por consolidar el proyecto de nación del presidente Andrés Manuel López Obrador. 

    AMLO es un claro ejemplo de candidato genuino, cumple lo que promete y hasta el día de hoy sus ideas como sus actos se corresponden, pregona con el ejemplo, siempre ha sido un hombre de lucha y ha seguido adelante, sin apego al poder ni al dinero, un verdadero mexicano, nacionalista. Hoy nos dice AMLO que hay relevo generacional y los futuros candidatos deben definirse entre seguir siendo candidatos genuinos o quitarse la careta. 

  • México ¡vamos muy bien!

    México ¡vamos muy bien!

    Ya era hora de que comenzáramos a ver el esplendor de México. Un economista como yo, nacido a principios de los años ochenta, era común que fuera objeto de burla porque nacimos con el mote de “hijos de la crisis”, se lo escuchamos decir a más de un profesor tanto en los pasillos como en el salón de clases. Esa pequeña pero profunda frase denotaba dos cosas muy importantes que detallo a continuación. 

    Primero, que habíamos nacido en un mal momento, un momento en el que México atravesaba por una de las peores crisis económicas de todos los tiempos, la del año de 1982 o también conocida como crisis de la deuda, resultado de gobiernos corruptos, despilfarradores, mentirosos además porque decían que administrarían la abundancia de riqueza en el país y falsarios porque sostenían que la economía la defenderían como perros guardianes. 

    Segundo, esa frase vaticinaba que los años venideros no serían tan afortunados debido a la paulatina decadencia a la que nos llevaban los gobernantes, así, cuando pensabas que no podía ser peor, siempre salía alguien de Harvard o de Yale a sorprendernos con otra movida chueca de la economía. Después de Miguel de la Madrid que dejo a una economía endeudada, devaluada, con inflación y en banca rota, llegó Salinas que dejo una ola de muertes, inestabilidad política, fraudes electorales, estallamientos sociales, privatizaciones, levantamientos armados y finalmente la caída del peso; no olvidemos a su sucesor, el supuesto “genio” de Yale, Zedillo, que rescato a los banqueros con el FOBAPROA, entrego los ferrocarriles, nuevamente endeudo al país y lo dejo en crisis.

    Deberás que no lográbamos ver la luz, nuestros padres hicieron un enorme esfuerzo por sacarnos adelante y darnos lo indispensable, la pobreza iba en aumento y con ello la delincuencia, cada vez más, conforme pasaba el tiempo, veía cómo la gente que tenía empleo lo perdía y se dirigían a engrosar las filas del trabajo informal o de la migración. Era muy triste ver cómo mucha gente no continuaba con sus estudios porque se salían de la escuela para poder ayudar a la economía familiar, tuve varios compañeros así ya entrando a la media superior, que abandonaron la escuela y jamás regresaron. 

    México necesitaba nuevos bríos, alguien en quien confiar y Fox se presentó con esa bandera del cambio que nunca llegó, mintió a mucha gente y se vio claramente cómo el cambio de partido no significó ni un cambio de régimen ni por lo menos un cambio de gobierno porque desde ese entonces, el PRIAN ya eran lo que son ahora, lo mismo, dos partidos con supuestas ideologías contrarias en su origen, pero iguales al día de hoy, se fueron mimetizando hasta convertirse junto con el PRD en la supuesta “alianza” ¡Va por México! Los gobiernos panistas no se distinguieron de sus antecesores, la situación económica y social fue cada vez empeorando, únicamente con la diferencia de que conforme pasaba el tiempo esa descomposición moral del gobierno y de los partidos abonaban a la instauración con mayor fuerza de un narco-estado. 

    Cuánta razón tenían nuestros profesores, casi cuatro décadas perdidas, todo el potencial de una generación tirado a la basura, porque de esos jóvenes que nacieron en los ochenta, el que no está muerto, está en la cárcel, o esta de migrante, o con un poco de suerte, estaba trabajando bajo explotación y con bajos salarios con la falsa idea de que esta característica es la que le brindaría a la empresa una mayor competitividad. Es de esta manera que, bajo gobiernos corruptos, no se tenía un estado de bienestar que velará por los más desfavorecidos, ni tampoco que les brindará la esperanza de tiempos mejores. En materia de diplomacia, pensábamos que éramos el “patio trasero” de Estados Unidos, claro, esto gracias a gobernantes anti-nacionalistas, peleles y agachones. 

    Pensé que mis ojos no verían nunca un México próspero y que lo que yo y mis padres vivimos (una situación complicada, de la misma manera que muchas familias mexicanas) tendríamos que heredárselo a nuestras nuevas generaciones de hijos y nietos, gracias a dios no fue así. México despertó como nación en el año 2018, esa poca esperanza que se tenía, esa que se guarda como reserva de emergencia, todavía sirvió para poder elegir y votar a un gobernante honesto como Andrés Manuel López Obrador (AMLO). No sabría explicar que habría sido de México si hubieran seguido cualquiera de los partidos de oposición gobernando a México (y en pandemia), yo creo que el país ya se habría incendiado en llamas y habría existido estallamientos sociales masivos, como el que ha acontecido en otros países como Perú y Ecuador, países que hasta el día de hoy siguen siendo mal gobernados por una derecha conservadora, rancia y neoliberal.

    Apreciable lector, no crea que estas son supersticiones, o producto de mi deseo que me hace imaginar cosas que no se pueden ver, tampoco es una ideología, ni siquiera una idolatría por un personaje al que ofensivamente sus detractores llaman mesías, no es así, el presidente AMLO se merece toda nuestra estima y respeto, toda nuestra admiración, pero más allá de las palabras, déjeme darle números y cifras para que usted pueda contrastar y llegar a las conclusiones que yo he llegado de que en México ¡vamos muy bien! Estas conclusiones apreciables amigos y amigas, son de larga data, no solo son de varias décadas de vivir en un México complicado e incierto, sino de estudiar la ciencia económica y la economía mexicana en retrospectiva, con una visión histórica y cultural. Siempre le digo a mis estudiantes: “créanme, esto yo nunca lo había visto”. 

    Iniciemos diciendo que a todos nos importa el EMPLEO porque el empleo no solo dignifica a las personas y las hace sentirse útiles en sociedad, sino porque este te permite tener ingresos económicos para llevar sustento a tu hogar y con ello vivir dignamente, es por ello que no sólo importa el empleo sino también el INGRESO de ese empleo, que sea un empleo digno con salarios dignos. En los últimos años hemos registrados cifras históricas en los puestos de trabajo registrados al seguro social (IMSS), en abril de este año se reportaron 21 millones 820 mil 291 empleos formales. 

    Por su parte, el salario promedio (o remuneración mensual promedio de trabajadores asegurados) para el mismo mes de abril de este año fue de $16,035 pesos. La TASA DE DESEMPLEO es de 2.8%, de las más bajas en la historia y comparativamente de las más bajas a nivel mundial, muy por debajo de las tasas de desempleo de países de primer mundo como España (12.9%), Italia (7.9%), Francia (7%), Canadá (5%), y Estados Unidos (3.5%). Hay bajo desempleo porque la economía es dinámica, porque México es una economía fortalecida, al día de hoy con un SÚPER PESO con tipo de cambio de 17.24 pesos por dólar, de las economías más apreciadas del mundo y que atraen inversión internacional por la confianza que ello les brinda. 

    Sólo el año pasado atrajo de INVERSIÓN EXTRANJERA DIRECTA (IED) la cifra de $35 mil 292 millones de dólares. Esto coloca a México en una posición privilegiada con respecto al exterior, particularmente con Estados Unidos del que hoy ya somos su PRINCIPAL SOCIO COMERCIAL con $72.1 miles de millones de dólares, lo que representa el 16.1% del porcentaje del comercio total, por encima de Canadá (15.5%), China (10.1%), Alemania (4.8%) y Japón (4.4%), esto con datos a marzo de este año. 

    Nuestros paisanos son una comunidad numerosa en Estados Unidos (cerca de 40 millones), por lo que no sorprende que las REMESAS sean nuestra principal fuente de ingresos y que en los últimos años nuestros paisanos migrantes hayan incrementado el envío de remesas alcanzando cifras históricas. En el año 2022 por envío de remesas se registraron poco más de $58 mil 510 millones de dólares. Estas nuevas condiciones internacionales aunado a un trabajo diplomático de primera y a un gobernante honesto como AMLO, le ha permitido a México recuperar su respetabilidad, su dignidad y su soberanía. Hoy México es una nación fuerte y fortalecida por sus valores y su cultura milenaria, hoy se nos mira con otros ojos desde el exterior, ya no con la burla ni la mofa que caracterizó a los gobiernos corruptos y neoliberales del pasado. 

    Pese a todos los pronósticos, México se recuperó rápidamente de la caída provocada por la crisis sanitaria del COVID-19, tuvo una recuperación en “V” y no en “L” como lo esperaban organismos internacionales (como el FMI) y agencias nacionales como la asociación de México ¿Cómo vamos?, que querían forzar los datos y sus gráficas para decir que nuestro país estaba en quiebra (cómo se ve que en el ITAM no les enseñan a distinguir la diferencia entre un ángulo de 90° y uno de 45°). Es innegable la recuperación de la economía de venir de una pandemia que nos llevó a tasas de crecimiento del -8.2% en el año 2020 a reportar una tasa de crecimiento del 4.9% inmediatamente después en el año 2021. En el año 2022 México se estabilizó a una TASA DE CRECIMIENTO ANUAL del 3.1%, por encima de países como China (3%), Corea del Sur (2.6%) y Japón (1%), por ello me parece que ya podríamos hablar del “Nuevo Milagro Mexicano” (NMM).

    La TASA DE INFLACIÓN va a la baja, en abril de este año se reportó de un 6.25%. Debido a la soberanía energética por la que tanto ha luchado AMLO, se tiene el control de los precios de los energéticos, por lo que no se han disparado los precios de la luz, el gas, la gasolina o la electricidad, como sí lo han hecho en otras partes del mundo como en el caso de España. Se le ha hecho frente a esta inflación también con mejora en el incremento al SALARIO MÍNIMO, que recordemos ha pasado desde el año 2018 que era de $114.8 pesos a este año de 2023 que se encuentra en $207.4 pesos, lo que representa un aumento del poder adquisitivo de poco más del 88%.

    Es de esta manera en que la economía ha mejorado, no solo a nivel país y en nuestro entorno, sino en la economía real y familiar, lo que AMLO le llama la “ECONOMÍA DE LA MESA”. Al día de hoy podemos comprar 10 kilos de tortilla, cuando antes, en 2018 sólo podíamos comprar 6.5 kilos de tortilla; hoy podemos comprar 4.2 kilos de huevo, cuando en 2018 sólo podíamos comprar 3.2 kilos; hoy podemos comprar 4.8 kilos de frijol cuando en el año 2018 podíamos comprar 3.1 kilos.  Una economía sana se nota, tenemos finanzas saludables y no se ha incurrido en deuda como en gobiernos pasados, a pesar de que padecimos la crisis más severa de los último cien años. 

    Por si fuera poco, y lo anterior no bastara para convencerlo de que en México vamos muy bien, quisiera decirle que las RESERVAS DEL BANCO DE MÉXICO en septiembre del año 2021 llegaron a su máximo histórico con 205, 599 millones de dólares, de la misma manera y con cifras positivas históricas el comportamiento de la BOLSA MEXICANA DE VALORES (BMV). Por ahora dejaré de lado otros indicadores que también son de importancia como la seguridad, la educación, salud, el turismo y los programas sociales. 

    A diferencias de los modelos económicos neoliberales y economicistas, en el gobierno de AMLO se vela por una economía moral más integral, no solo centrada en el crecimiento económico, sino también en el desarrollo económico y en el bienestar social. Finalmente, apreciable lector y alumnos de Micro y Macro, hoy les puedo decir sin temor a equivocarme que vamos muy bien y que sin duda hoy no sólo tenemos en México al mejor presidente, sino también al mejor economista que ha gobernado este país.

  • Para los jóvenes…de mis clases de Economía

    Para los jóvenes…de mis clases de Economía

    Una gran transformación en México requiere de un nuevo vocabulario. Por ejemplo, saber que cuando hablamos de “medios de comunicación”, en realidad estamos hablando de medios de manipulación; que cuando hablamos de una “opinión” en realidad estamos hablando desde una postura política; y también, saber que cuando estamos hablando de “expertos”, estamos hablando de aquellos intelectuales orgánicos beneficiados por el régimen corrupto de tiempos pasados.  Hoy más que nunca es más difícil creerle a la prensa que día y noche, por todos sus “medios”, ofende al presidente y minimiza sus logros. No sorprende que con esa vileza con la que se desenvuelve ya sea por radio, por televisión, en redes sociales o en sus periódicos, siga golpeando a este movimiento de transformación. 

    Maldita prensa o prensa maldita, como usted le quiera llamar, que con difamaciones y supuestas especulaciones le desearon el mal al presidente, lo han hecho desde siempre, desde antes de que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) llegara a la presidencia. Con décadas de lucha de tras suyo, el presidente sigue manifestando su fortaleza y su calidad moral para poder alzar la voz y defender a México.  Resulta denigrante que los supuestos “periodistas” no sean más que mercenarios de la información que se venden al mejor postor. Frente a todas las evidencias de su bajeza periodística, todavía existen colegas que me preguntan “¿qué opinas de lo que dijo tal o cual periodista (mercenario)…”, mi respuesta es simple: no lo escuches, no lo leas, no lo veas, no te “intoxiques” más de tantas mentiras, ya te pareces a mis estudiantes de Economía. 

    A veces a mis estudiantes en clase les digo que están “intoxicados” de tanta “información” o, mejor dicho, que han caído en la manipulación mediática. Se los explico cada semestre, en mis clases de Micro y Macro, y voy de una generación a otra, de un grupo a otro, de una universidad a otra, tratando de disipar las tinieblas de la desinformación o, mejor dicho, de la información manipulada. Y de esta manera, como un guía, a veces me imagino y pienso que voy con una antorcha (la antorcha del conocimiento) abriéndome paso hasta llegar de una orilla a la otra orilla, y así de forma interminable, regreso a las fauces del monstruo de la manipulación y rescato a mis alumnos, los pongo a salvo de tanta maldad disfrazada de colores, risas, espectáculo, morbo, y supuestas personas de traje, pulcras, con disque “buenas voluntades”, esas son las peores. 

    Permítame lector platicarle un poquito de lo que hacemos en mis clases. Primero, es muy importante hacerle ver al estudiante que el tiempo y espacio en el que vivimos actualmente no viene de la nada, por el contrario, se construye, destruye y reconstruye una y otra vez con el paso del tiempo y si hablamos de tiempo hablamos de historia. He visto como algunos colegas omiten la historia en sus clases, pues en mi clase no es así, formamos parte de la historia, la historia nos representa, somos resultado de procesos histórico-sociales mucho más complejos de lo que parecen, de ahí la importancia de no omitirla en ningún análisis económico y caer en la trampa de tratar de partir de cero y de pensar que todo lo que nos envuelve apareció como arte de magia, no, no es así, la historia nos brinda respuestas de lo que fuimos, somos y seremos.

    Recuerde lector que como lo he explicado antes, el neoliberalismo se basa en el enfoque neoclásico de la economía, y en este no existe el tiempo y por tanto no existe la historia. Otro punto importante a saber es que la geografía juega un papel fundamental, porque es esta la que nos dota de recursos, a veces únicos, a veces abundantes, es en este sentido que decimos que no sólo el tiempo existe, sino también existe el espacio, espacio-tiempo tienen un papel fundamental en la economía, uno relacionado estrechamente con la historia y otro relacionado con la geografía. 

    Recuerde también lector que así como querían desaparecer la historia, ponerle fin o en el mejor de los casos tergiversarla, haciendo una “historia de los vencedores”, una historia colonialista y euro-centrista, de la misma manera, trataron de omitir la geografía, considerando que, por ejemplo, los países pobres son pobres porque tienen una “maldición”, la famosa “maldición de los recursos”, y bajo esta premisa, se justificaba que un país “en desarrollo” no progresaba y pertenecía al “tercer mundo” porque tenía recursos en abundancia pero le faltaba el “conocimiento” para administrar esa abundancia. De ahí que esa absurda idea justificara la intervención de países de “primer mundo” para que supuestamente trajeran “tecnologías” para poder “aprovechar mejor” esos recursos. 

    Nada más alejado de la realidad, esos argumentos lo que provocaron fue que las economías en desarrollo dependieran de los países desarrollados, lo que se conoce como “dependencia tecnológica”, ahora ya la llaman con otro nombre, quizás un poco más nice, pero sigue persiguiendo los mismos intereses miserables de explotación de los recursos naturales a favor del interés y el beneficio de los países colonialistas, le llaman Bioeconomía, un nombre bonito pero que en el fondo no deja de ser neoclásico y neoliberal. 

    Pues bien, apreciable lector, la clase continúa y una vez que ya hemos definido que la historia importa y que la geografía y sus recursos también son importantes, otro punto fundamental es empezar definiendo lo que es Economía. Sí, parece muy básico, pero resulta muy importante y seminal en nuestro estudio porque si algo esta torcido en esta literatura neoclásica son los conceptos básicos y ojo, si no los toma con precaución, lo pueden llevar a derroteros inimaginables e inhumanos. 

    Mire, por ejemplo, los libros “básicos” de economía nos dicen que la economía es la ciencia que administra los recursos que son escasos, una parte de verdad y una de mentira, así es casi todo lo que tiene el enfoque neoclásico y neoliberal, en sus argumentos la parte de verdad la emplean para convencer, mientras que la parte de mentira la emplean para engañar y actuar a escondidas, esto los coloca en una categoría de personas detestables, mentirosas y deshonestas. Esa simple definición oculta que la escasez puede no venir de forma natural, sino que puede ser generada como en el caso de los monopolios o por el acaparamiento de los recursos, así como lo hacen las intervenciones de los países que son potencia por medio de guerras o golpes de estado. 

    De estos tipos de autores y libros hay en abundancia, sobre todo del extranjero, del top 10 de las universidades de Estados Unidos. Fácilmente puede usted ir a la biblioteca (física o virtual) y ver que, en cualquier universidad, pública o privada, de un libro a otro, de un año a otro, de una editorial a otra, no cambian en lo sustancial, quizás unos con definiciones más rimbombantes que otros, unos más coloridos que otros, pero de fondo son lo mismo, obedecen al mismo interés económico, con el mismo propósito de diseminar las mentiras bajo el cobijo de la educación y detrás de la cara de “profesores respetables” que lo que hacen es sentar las bases ideológicas para justificar el modelo económico neoliberal. 

    Apreciable lector, es normal que bajo este tenor de la clase los alumnos se escandalicen, sobre todo si en sus escuelas les piden que compren libros que no les van a servir para nada, más que para ideologizarlos sobre una forma de ver la vida que no existe. Esta producción de libros en masa les ha hecho mucho daño a los estudiantes, sobre todo porque con toda la razón del mundo los estudiantes se cuestionan eventos o fenómenos reales que lo que aprenden en el aula de clases no les da para entenderlos, o de otra manera, lo que está en los libros parecen cuentos de fantasía que no ocurren en la realidad. 

    En esta parte ocurre algo mágico porque el alumno se cuestiona ¿Por qué un profesor de Harvard escribiría estas tonterías que ya nadie cree?, y la respuesta es que la Economía no se puede entender sin la Política. Les cuento a mis alumnos que la Economía antes se llamaba Economía Política, y les explico que esta separación también obedece al enfoque neoclásico, porque a este paradigma le resultaba útil ver a las personas de forma individual, sin ningún interés político en sus acciones, simplemente reduciéndolos a entes egoístas, racionales y ambiciosos “por naturaleza”. 

    Con la excusa de hacer de la economía “más objetiva”, la separaron de su contenido político y en lugar de ello la llenaron de matemáticas, de ahí que quien hoy en día tome un libro de economía no entienda ni una palabra, son más los símbolos que las letras. Resulta interesante que bajo este “oscurantismo” de la Ciencia Económica florezcan supuestos economistas “especialistas” o “analistas económicos” que empleen un lenguaje un tanto grotesco que raya en la estupidez y que aprovechándose del “analfabetismo económico” de la mayoría de la gente intenten dominar la “opinión pública”, incluso llenen auditorios, saturen video conferencias al estilo Master Class, o en el peor de los casos se postulen a la presidencia de un país como en el caso de las próximas elecciones para presidente en Argentina con el Cantinflas de Milei. 

    En México también tenemos representantes genuinos de este paradigma neoclásico y neoliberal, han brotado como hongos después de la lluvia, el presidente AMLO ha tenido ese poder de convocatoria para poder hacerlos salir de sus cubículos, de sus aulas de clase, de sus oficinas privilegiadas en universidades privadas y han salido con más rabia que razón y eso sí, con muy poca imaginación. Dentro de algunos de sus exponentes figuran Viri Rios (Ríos de mentiras) la politóloga egresada de la Escuela de Gobierno de Harvard (de donde egresa Salinas) que se cree economista y que supuestamente es una “intelectual de izquierda” así llamada por la conservadora (e impulsora de estos personajes en sus programas) Sabina Berman; también tenemos a Macario Schettino (conocido en redes como Macario “El Cretino”), el supuesto economista (que en realidad es químico) y que se hace pasar por especialista por escribir textos básicos para preparatoria con este enfoque neoclásico y neoliberal, conservador al final del día como Luis Pazos y Luis Rubio. 

    Todos estos personajes se la pasan hablando pestes del Gobierno de AMLO, cobijados por su supuesta objetividad, lo cierto es que mienten, no tienen una dignidad intelectual, sirven a intereses de poder y se han encargado de difundir (por medio de la educación) la ideología neoliberal, justificándola a ultranza. Anteriormente estos personajes estaban en primera plana, “brillaban” en programas de televisión estelares, al estilo Lorenzo Córdova o David Páramo en sus inicios, ahora estos personajes son comentaristas de segundo pelo que se mantienen agazapados ya sea en una columna de un periódico conservador, en cápsulas informativas de poca importancia, o bien, atrincherados ya sea en los institutos o facultades de la UNAM o en la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey, la cueva panista donde se agrupan los “intelectuales” de ocasión. 

    A estas alturas de la clase el alumno reconoce la importancia de la Historia, de la Geografía y del aspecto Político en la economía. Reconoce también los grupos de intereses económicos y también que el individuo no es racional, todo lo contrario, es irracional, comete errores y no puede optimizarlo todo, es decir, su fragilidad lo induce a que se auxilie de los demás, y es en este punto en el que introducimos un cuarto elemento de importancia, la sociedad. 

    Entonces decimos que el individuo no está aislado como si fuera una burbuja, no, vive en sociedad, se retroalimenta y sus decisiones repercuten en el ámbito social. Si existe lo social existe la familia que es una unidad fundamental y seminal para entender cómo es que las personas aprenden a vivir en sociedad, conviviendo con los demás, no está solo y por ende aprende a compartir, no todo es competencia, sino que puede imperar la solidaridad, no todo es el dinero, si existe la familia existe el amor, el reconocimiento de la importancia del otro, de lo que no puede comprar el dinero, el dinero se ve como un medio para la felicidad, para alcanzar la realización material, y no como un fin al que se tiene que llegar cueste lo que cueste, no, no es así. 

    Es lógico y natural que bajo un enfoque individualista no exista la ética ni la moral y que por ello todas las acciones tomadas sean justificables considerando que sólo velas por tu propio interés, pero eso no ocurre en la vida real, los demás existen, y el actuar de las personas se regula en la interacción con los demás, la ambición se regula, no es posible actuar como un animal insaciable que lo único que quiere es maximizar su satisfacción y su consumo, no es así, se piensa también en los demás, en la vida y la dignidad del prójimo.  Es precisamente cuando AMLO nos habla de moralizar al país cuando se refiere a replantear las cosas para poder ver, por ejemplo, la corrupción como algo indeseable, a la acumulación de riqueza, la desigualdad y la pobreza como algo inmoral. 

    El alumno comienza entender entonces que la Economía no es esa ciencia fría y solitaria que se limita sólo a la “administración” de recursos, no, sino que la Economía es una ciencia multidisciplinaria que resulta incluso transversal a las ciencias básicas, humanas y sociales, que se nutre de todas estas y que en todas estas puede ofrecer elementos para una explicación congruente, una posible solución a los distintos problemas nacionales y globales. Es por ello que nosotros redefinimos la economía como una ciencia que lo que busca es mejorar la vida de las personas, colocando la vida, al ser humano y a su entorno como lo prioritario, la vida, lo humano y lo natural por encima de la muerte y lo material. En mi clase, por ejemplo, el alumno tiene claro que el fin y razón de ser de toda la lógica económica es la vida y no el dinero, que es la felicidad y el bienestar y no el crecimiento, que es el desarrollo de lo humano y humanitario y no la explotación disfrazada de productividad.

    Sin duda estamos trabajando para una “nueva economía” un nuevo enfoque que distinga lo correcto de lo incorrecto, que integre lo importante y deje de lado lo irrelevante para la vida del ser humano. Para ello, esta nueva visión de la economía retoma elementos de la Economía Moral de la que ha escrito el presidente AMLO un libro al respecto, es decir, una economía con humanismo, una economía justa y que privilegie la dignidad de las personas y no únicamente la rentabilidad descarada del capital. 

    Resulta prácticamente imposible abordar estos temas a cabalidad, por lo que en ocasiones reparto estos contenidos en distintas sesiones, a veces en programas de posgrado en un nivel más avanzado, sobre todo para futuros economistas que se van a integrar al mercado laboral pero que ya no tiene esa visión de los egresados de generaciones pasadas que veían a la economía como la materia que se estudia si es que quieres hacerte rico o hacer negocios, no es así, la ciencia económica está por encima de las clases banales de emprendimiento, la ciencia económica se pregunta, por ejemplo, el emprendimiento ¿por qué y para qué?, por eso es una ciencia. La economía se cuestiona problemas estructurales y fundamentales, no es una disciplina meramente instruccional, no, la economía aborda los problemas más graves que aquejan a la humanidad e invita a todo el que se introduce a ella a reflexionar al respecto, de ahí que sea tan apasionante.

    Recuerdo con mofa a esos disque economistas que se dedicaban a dar las cifras del Nasdaq o decir en cuanto subió la bolsa de valores, era la misma estrategia que empleaban cuando hablaban del deporte y todo era futbol, pues es lo mismo, lo reducen a cifras que nadie entiende y a pocos les importa, de ahí que los “medios” hicieran de la economía o poco entendible o aburrida. 

    Pero ahora todo está cambiando, la economía es una ciencia respetable, que requiere una alta dosis de ética y de moral, requiere ser moralizada tanto como otras disciplinas como el Derecho que han perdido su respetabilidad, pero vamos paso a paso y poco a poco estamos trabajando en ello, empezamos formando a personas respetables y honestas, no como los del ITAM, sino verdaderos economistas, economistas serios forjados sobre la base del Humanismo Mexicano. Economistas no huecos sino con principios, economistas que no solo empleen el intelecto y la razón, sino también que ocupen el corazón como ese faro que nos guía. 

     

  • AMLO y la teoría de conjuntos

    AMLO y la teoría de conjuntos

    Apreciable lector, seguramente recordará haber hecho alguno de esos ejercicios en la escuela que consistía en separar distintas semillas y colocarlas en recipientes diferentes. Para esa actividad algunos maestros empleaban semillas de frijol, arroz, lentejas o semillas de girasol. De una forma didáctica, esos juegos ayudaban a los más pequeñitos a distinguir unas semillas de otras, ya sea por sus diferencias en el color, en el tamaño, en la textura, etc.  Lo que se buscaba es que el niño o la niña identificara las características que distinguen a una semilla de otra. Finalmente, la actividad se realizaba correctamente si cada semilla se encontraba en el recipiente correcto y no se mezclaban unas con otras.

    Pues bien, estas actividades que parecían tan sencillas buscaban enseñar a los estudiantes poner cada cosa en su lugar. Estas actividades básicamente son el primer acercamiento que los más pequeñitos realizan para lo que más adelante se enfrentarán y que conocerán como Teoría de Conjuntos. Esta teoría forma parte de las matemáticas básicas de todo universitario y resulta ser la plataforma sobre la que se construye todo un edificio de matemáticas mucho más complejas. En términos simples, la Teoría de Conjuntos nos permite identificar elementos que se pueden agrupar y se pueden distinguir de otra colección de elementos, de la misma manera que como hace ya varios años alguna vez lo hicimos en la escuela con las semillas. 

    Esta simple actividad didáctica podría servir para una nueva pedagogía de la política. Observe lo importante que resulta hoy en día el saber distinguir una cosa de otra. En la escuela coleccionábamos semillas e íbamos separando con base en un criterio específico que nos permitía decidir si una semilla iba en un recipiente o en otro. Por ejemplo, si nos fijábamos en el color y decíamos que la semilla es de color blanco (como el arroz) o que la semilla es de color negro (como el frijol), o si decíamos que era redonda y de color café (como la lenteja), teníamos pues la razón suficiente para poder distinguir la lenteja de la semilla del arroz o de la semilla del frijol. 

    Esta breve cápsula de re-educación política nos permite decir que, así como antes separábamos la lenteja del arroz, o el arroz del frijol, así hoy podemos separar lo que representa la Cuarta Transformación (4T) del presidente AMLO de lo que representa la oposición. 

    Hoy sabemos que la Cuarta Transformación (4T) es un movimiento de izquierda, liberal y social progresista, mientras que la oposición representa un movimiento de derecha, conservador y neoliberal. Hoy es fácil distinguir un dirigente honesto (como AMLO) de uno corrupto (cualquiera de la oposición). Hoy podemos distinguir las palabras o el argumento de los hechos concretos. Por ejemplo, el Presidente no prometió una refinería, hizo una refinería; el presidente no prometió un aeropuerto, hizo uno. No es casualidad que en su campaña se tenga como lema: “Hechos, no palabras”.  Lo mismo aplica para cada una de sus obras y mega proyectos, el presidente cumple lo que promete. Recordemos que llegó a la presidencia teniendo claro los principios rectores de: “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo de México”. 

    Hoy podemos separar lo bueno de lo malo, lo que queremos que perdure de lo que queremos que desaparezca. Como nunca el pueblo de México tiene claridad en que “Nunca más” quiere que vuelva el racismo, el clasismo y la corrupción en nuestro país. Hoy se están agrupando en un solo bloque los que siempre mintieron (PRI, PAN, PRD y MC) y se están reafirmando con mayor contundencia los que genuinamente (como el PT) apoyan y han apoyado a Morena desde sus orígenes. Es hoy que se entiende con mayor lucidez la frase del presidente de que es “momento de definiciones”, de separar lo que es genuino de lo que es falso, es momento de derrumbar las caretas de los hipócritas y falsarios, de exigirle a los “tibios y medias tintas” que ya se definan y dejen de obstaculizar a este movimiento de transformación por el que atraviesa el país. 

    La “revolución de las conciencias” de las que habla nuestro presidente es el criterio que hoy nos hace distinguir lo bueno de lo malo, así como se distingue lo negro del blanco y lo logramos distinguir porque ya no buscamos las respuestas en los supuestos “líderes de opinión”, los “especialistas”, en los “analistas” o “intelectuales”, no, las respuestas están y siempre han estado en lo que somos como cultura y como pueblo, en nuestra historia, esa que quisieron borrar hasta de los libros de texto, esa que torcieron para ocultar a nuestros próceres, esa que nos hicieron creer que no existía y que el mexicano no era más que un “hijo de la chingada” (qué equivocado estaba el arrogante de Octavio Paz). 

    Hoy sabemos quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos. Hoy sabemos que México no nació en 1521, que España no es nuestra “madre patria”, que no nos “descubrieron” sino que nos invadieron y saquearon, hoy sabemos que, a pesar de su sanguinaria represión, su intento de “conquista” fracaso. Hoy resulta evidente lo distinto que es el corazón noble de una cultura indígena originaria y lo terrible que fue esa supuesta “civilización” europea, egocéntrica, ignorante y ambiciosa. También para esto sirve la Teoría de Conjuntos, para distinguir lo que es de lo que no es, aunque lo aparente.

    Hoy sabemos que México tiene una historia milenaria, que está lleno de cultura, de arte, de bio-diversidad, de una cosmovisión del mundo que resulta envidiable. Por siglos se dieron a la tarea de saquearlo todo y no pudieron, quisieron ocultarlo todo y no les dio tiempo, quisieron enterrarlo, destruirlo o crear una narrativa negacionista y despectiva de nuestros orígenes y no lo lograron, ahora, México resurge como uno de los países con mayor potencial económico, social, cultural y político. El Tren Maya, simbólicamente, hoy devela con toda su grandeza el México del pasado que nos constituye y nos conforma (basta mirar los miles de vestigios arqueológicos y monumentos milenarios encontrados en la península). 

    México necesitaba un maestro como AMLO para seguir adelante. De haber continuado con esta decadencia, en México habrían ocurrido más desgracias de las ya vividas. Mucha gente, me incluyo, se lamenta el no haber tenido a AMLO antes, sí, antes de que migraran más personas para buscarse un futuro mejor, un futuro que les negaron en México, sí, antes de que desintegraran a las familias y mandaran a ambos padres a trabajar porque “no alcanzaba”, antes de que pauperizaran las condiciones laborales de los trabajadores estancando los salarios por décadas por la falsa ideología monetarista de Milton Friedman, un mitómano y de los peores economistas de la historia. 

    Sin duda AMLO llegó a la presidencia cuando tenía que llegar, México tenía que atravesar por una etapa oscura antes de mirar de frente un nuevo amanecer. A pesar de que AMLO siempre ha estado ahí, con más de 50 años de una digna lucha social, resulta muy interesante saber que no teníamos los elementos para poder distinguirlo, mucho de ello tiene que ver con lo aturdido que estábamos con los medios de comunicación, el monopolio que tenían de nuestra mente y lo absurdo y monótono que hacían con nuestro tiempo. Bajo la analogía de las semillas, podemos decir que no podíamos distinguir el arroz del frijol, veíamos a través de los ojos de una cámara de televisión, o repetíamos lo que escuchábamos en la radio, incluso replicábamos lo que nos instruían, hablábamos lo que leíamos en sus periódicos e imprentas, nos alejaron de la esfera social y política, nos redujeron a ser sólo ciudadanos de unas horas, unos simples votantes con democracias de un día.

    AMLO no llegó tarde ni temprano, llegó en el momento correcto. No pudo evitar el saqueo ni las privatizaciones, pero nos ha enseñado a distinguir al buen funcionario del funcionario corrupto y que solo busca enriquecerse a costa del erario público; no pudo evitar los endeudamientos ni las crisis bancarias (como la del FOBAPROA), pero nos ha enseñado que se puede dirigir un país de forma honrada y transparente, con inversiones sanas, productivas y sin endeudamiento;  no pudo evitar la entrega de concesiones pero predica con el ejemplo al no dar nunca más una concesión a privados; no pudo evitar el daño que le hicieron a PEMEX y CFE pero ahora nos ha enseñado su valor, la importancia que tienen nuestras empresas públicas y se ha empeñado en su recuperación, y nacionalización, nos ha regresado la soberanía energética que habíamos perdido;  no pudo evitar la explotación y tala de nuestros bosques, pero ahora nos ha enseñado que podemos tener (como nunca) cada vez más reservas naturales protegidas.

    El pueblo de México se encontraba en un letargo, embriagado de la manipulación mediática desde la cual no podía distinguir casi nada, donde todo parecía del mismo color (todavía no llegaban las ¡benditas redes sociales!). Para ello, se dieron a la tarea de exacerbar nuestro valemadrismo, nuestra indiferencia por la esfera política y por la esfera pública, rompieron en pedazos a la familia y colocaron como prioridad nuestra preocupación por llegar a fin de mes. Nos metieron en una capsula individualista, en una burbuja de la que salíamos a votar cada seis años para seguir igual y soportar, simplemente soportar un sexenio más.  Ahora no es así, ahora sí hay de otra. 

    El proyecto de nación de AMLO es la opción, la mejor alternativa, representa el rescate a mucho de lo que todavía podemos recuperar de nuestro ¡México lindo y querido! AMLO representa no solo un cambio de partido sino un cambio de régimen de gobierno, un cambio de mentalidad, una nueva forma de hacer economía y política. AMLO es en sí mismo es una escuela de pensamiento del que podemos aprender los principios rectores de la nueva administración pública, representa el perfil del funcionario y del presidente que el pueblo de México se merece. AMLO refleja la calidad de persona y las cualidades de buen ciudadano (con solvencia moral) que requieren tener nuestros próximos mandatarios. AMLO es un humanista y un ejemplo a seguir como líder genuino, no solo en México sino en el mundo. 

    AMLO nos ha enseñado con claridad las bases para la separación de las cosas que son correctas para México de las que no lo son, de la misma manera que en la escena bíblica en la que Jesús nos dice: “Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”, es de esto de lo que hablamos cuando hablamos de Teoría de Conjuntos. De esa misma manera nuestro presidente nos ha dado los elementos para formarnos un criterio propio y decidir en democracia lo que es mejor para el pueblo de México. En mi existir (casi 40 años), considero que el presidente AMLO es al único presidente vivo que admiro, es al único que, al revisar las cifras económicas clave (yo como economista), lo respeto por su veracidad y transparencia, es al único que le creo porque ha cumplido sus promesas (recuerde, ¡Hechos, no palabras!), sencillamente porque es una persona sencilla, honesta y justa. 

    De forma congruente, AMLO vincula dichos con hechos. Su forma de pensamiento es coherente con sus actos. De la misma manera en que valora su dignidad, lucha constantemente por la dignidad del pueblo de México. En más de una reunión internacional ha sido claro en su postura, por ejemplo, en la lucha contra el fentanilo, en contra de la guerra, a favor del cese al bloqueo de Cuba y Venezuela, en franco apoyo a los hermanos migrantes (con más inversiones en Centroamérica que Estados Unidos), en el respeto a la soberanía nacional y en la ayuda humanitaria (recordemos el apoyo a Evo Morales, Pedro Castillo y el cobijo y protección a su familia). AMLO ha alzado la voz solicitando llegar a un acuerdo para el cese al fuego entre Rusia y Ucrania y la liberación de Julian Asaange ofreciéndole asilo político. Apegado a los principios de los grandes libertadores, ha buscado la integración de una sola América que una a los países del sur, centro y norte en un solo bloque.  

    La importancia de la definición y clasificación de las cosas (tal como lo hace la Teoría de Conjuntos) es un tema muy importante en la arena política. Recientemente en la Cumbre por la Democracia 2023, AMLO nos recordó la importancia de reflexionar y re-pensar el significado original y verdadero del concepto de democracia. Hoy podemos decir que en México hay una verdadera democracia y no una democracia simulada como en el pasado. Hoy hay contrapesos, no hay represión, ni censura, ni persecución. Hoy más que nunca gobierna en México el pueblo y no la oligarquía, no el poder sin pueblo, sino el poder del pueblo y para el pueblo. 

    AMLO ama al pueblo y el pueblo lo ama. AMLO nos ha enseñado que “amor con amor se paga”. Reiteradamente se refiere a los jóvenes como promesas para la continuidad de un buen gobierno y dirige a ellos sus enseñanzas, les habla de historia recordándoles quienes somos, de dónde venimos y hacia dónde se dirige México. Constantemente nos recuerda que el que quiera dedicarse al noble oficio de la política tiene que tenerle amor al pueblo, algo que nunca lo había escuchado ni en las facultades universitarias. AMLO ha puesto las cartas sobre la mesa, ha separado el agua del aceite, sin él no sabríamos la importancia de erradicar la corrupción, hoy vemos al corrupto no como un modelo a seguir, sino como alguien inmoral, como persona non grata

    Quisiera finalizar diciendo que nuestro presidente continuará enseñándonos Teoría de Conjuntos, con esa paciencia y sabiduría que lo caracteriza (cualidades que sólo tienen los grandes maestros). Continuará como todas las mañanas moralizando al país y re-educándonos tanto en política como en economía y contrario a lo que desea la oposición, seguirán las mañaneras, seguirán porque así lo pide el pueblo de México.

  • La Ciencia Neoliberal

    La Ciencia Neoliberal

    En el Artículo 27, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, se establece que toda persona tiene derecho a participar en el progreso científico y en los beneficios que de este se deriven.  Esta visión que data de muchos años atrás pero que se establece en la reunión de París el 10 de diciembre del año 1948, es en sentido estricto, una visión social del conocimiento. Con esta proclamación se buscó establecer las bases para el progreso del conocimiento a nivel mundial con fines sociales e inclusivos. A lo largo de los años algo paso que quedó sin efecto en gran parte del mundo la materialización de este derecho.

    El neoliberalismo se instaló en todas las esferas, no sólo a nivel económico y político, sino también a nivel académico y científico, se apoderó de las instituciones e impulso la creación de organizaciones y de organismos a favor de la separación entre la ciencia y la sociedad. El mismo desprecio que el neoliberalismo le ha realizado desde siempre a garantizar los derechos fundamentales, lo realiza con el derecho que la sociedad tiene del acceso al conocimiento y a gozar de los frutos del progreso científico. Con el pretexto de que era la empresa la fuente del conocimiento y que esta, y únicamente esta sería la que podría materializar el nuevo conocimiento en innovación, sometió al gobierno y subordinó a las universidades. 

    Bajo este enfoque el gobierno se redujo a un simple mediador de los recursos destinados a la investigación y al supuesto desarrollo de las actividades científicas, mientras que la universidad, se enfocó específicamente en formar “obreros del conocimiento” que pusieran a disposición del mercado y de las revistas científicas de “renombre”, en su mayoría privadas, todo el conocimiento generado con presupuesto público pero que podría serle de utilidad a la industria y al sector privado para su explotación. 

    Es de esta manera que distintas universidades y centros de investigación del país se dieron a la tarea de enfocar sus esfuerzos en formar parte de la ciencia neoliberal. El neoliberalismo violó los principios de autonomía y sutilmente utilizó a las universidades desde adentro para poner su conocimiento, sus recursos humanos, sus instalaciones, su infraestructura, su talento, etc., todo al servicio de los intereses del gremio empresarial, muchas veces ni siquiera nacional sino extranjero. 

    Estas prácticas se hicieron habituales, se le llamaba “vinculación”, sin entender que lo que se hacía era impulsar la privatización del conocimiento financiado con fondos públicos. Al día de hoy los propios científicos e investigadores, esos que se encuentran inmersos en su laboratorio o en su cubículo de cuatro paredes, muchas veces son a esos a los que se les complica ver las relaciones políticas, económicas y sociales de lo que ello implica. 

    Por ejemplo, es difícil hacerle ver a un científico neoliberal que sus actividades científicas pueden estar realizadas con seriedad y en apego al método científico, pero que sin embargo sus resultados de investigación no tienen mayor impacto social como sí lo tienen en las ganancias de una empresa. Claro, ellos suelen decir que “si gana la empresa, gana la sociedad porque se genera empleo”, pero eso es muy fácil de desmentir, dado que en estas empresas que se aprovechan de la ciencia pública, son las mismas con falta de principios empresariales éticos que incurren en brindarle a sus trabajadores condiciones laborales paupérrimas o de explotación. 

    Son estas empresas farsantes, muchas veces multinacionales, las que dirigen su investigación supuestamente científica para ver la forma “más eficiente” para extraer minerales, para talar árboles y despojar indígenas de sus tierras, para explotar mantos acuíferos y dejar sociedades enteras en crisis hídrica, o para contaminar playas y océanos, para desarrollos inmobiliarios bajo el amparo de la corrupción, etc. Es precisamente la vinculación de estas empresas con los demás agentes (Gobierno y Universidad) los que constituyen lo que llamamos una economía de muerte, es decir, un sistema económico que emplea el conocimiento para dañar a las personas y destruir su medio ambiente. 

    Bajo el velo del impulso a la innovación, bajo la idea de la supuesta generación de “nuevo conocimiento” por parte de las empresas, se encerraba la promesa de que a mayor innovación mayor crecimiento económico, claro, eso es posible, la innovación y la inversión en investigación y desarrollo (I+D) favorece el crecimiento de la empresa o incluso del país, pero no implica que favorezca su desarrollo. El desarrollo salió de la agenda de discusión, incluso de la propia academia, esta absurda obsesión del crecimiento trajo consigo una ceguera permanente sobre el desarrollo social y el desarrollo humano. 

    Un ejemplo de esta locura de la ciencia neoliberal es la invención de lo que le han llamado Bioeconomía, que no es otra cosa que abrir el camino para que empresas transnacionales de los países desarrollados exploten los recursos naturales (flora y fauna) a favor de su progreso y en perjuicio de los países desarrollados, claro, nuevamente, con la mentira del supuesto progreso de la ciencia y de la tecnología (¿progreso para quién?). Frente a esto, toneladas de libros, de revistas científicas, departamentos de investigación, universidades de renombre en todo el mundo, y muchas horas y horas de grabación en videos y programas de televisión, se destinaron a difundir este nuevo paradigma (nuevamente, impulsado y financiado por la propia ONU). 

    Este como otros paradigmas anteriores está lleno de mentiras, como siempre, quisieron vender la idea de que el progreso de los ricos favorece a los pobres haciéndonos creer que “ellos tienen los conocimientos y la tecnología y nosotros los recursos naturales” y que de llegar a explotarse esas “grandes riquezas” se beneficiaría todo el mundo, sólo era cuestión de “acceder”, de “abrirse” de “no ser egoísta” frente al progreso, de no obstaculizar la nueva modernidad. 

    Puras patrañas, la ciencia neoliberal se presenta hoy en día como una nueva modalidad de colonialismo basado en el conocimiento, justificando las “nuevas ideas” desde el centro del poder para que estas sean empleadas, sin escrutinio por los países “atrasados”, de ahí que, entre otros objetivos, la ciencia neoliberal tenga el propósito de inhibir la generación de ideas propias de la periferia y fundamentalmente de adueñarse de las “mejores mentes”, aprovechándose, claro, de los recursos de inversión en educación local para que después este sea explotado por una empresa internacional.

    Es fácil entender esta lógica de privatización del conocimiento dado que la naturaleza de la empresa es esa, el beneficio, sin embargo, se requiere más que empresas innovadoras para el progreso social, se requiere algo más que investigadores que tengan como prioridad suprema la publicación de artículos en revistas indexadas tipo SCOPUS o JCR, para el desarrollo de una nación no solo requerimos de investigadores que hagan que este conocimiento y esta ciencia se derramen en la sociedad, sino también que este conocimiento verdaderamente se difunda, se divulgue y se aplique. 

    Recuerdo que en conferencias con especialistas sobre el tema justificaban que a la innovación no le compete el desarrollo sino solo el crecimiento económico, dado que este se presenta como la antesala del progreso. Está limitada visión de la economía explica por qué todavía se privilegian indicadores como el Producto Interno Bruto (PIB) para poder medir la riqueza de una nación sin que se mire al interior de la misma para escudriñar sobre sus condiciones socioeconómicas reales y su verdadera calidad de vida. 

    Entonces, ¿a dónde va todo el conocimiento? De nada nos sirve científicos eruditos que solo hablen un lenguaje rimbombante y fluido entre pares, por el contrario, se requiere una visión vertical del conocimiento, bidireccional no solo entre investigadores sino entre el científico y la misma sociedad. Se entiende que esta petición sea una labor ardua para un científico neoliberal, sobre todo si se viene de una etapa de neoliberalismo recalcitrante o si se pertenece a una cúpula de poder y se ha visto beneficiado de ella, sin distinción de género, científicas y científicos neoliberales que han sacado provecho y que hoy se niegan a cambiar sus patrones de comportamiento y sus malas prácticas. 

    Es frente a esta cúpula del poder científico conservador que el CONACYT y su directiva realizan una ardua labor de hacer frente a la ciencia neoliberal, primero buscando remover estas estructuras fuertemente establecidas (como en el caso del CIDE) que no solo tienen fuerza política, sino que tienen también presencia en la esfera económica y en la esfera cultural y estudiantil. Además del CIDE, un caso especial es el del Foro Consultivo, Científico y Tecnológico (FCCyT), que agrupó a un número de investigadores que operaban bajo el velo de una “asociación civil” pero que en realidad traían como agenda impulsar el tema de la innovación aliándose con empresas transnacionales y desviando recursos del erario público a favor de la ciencia de empresas privadas, es decir, sirvieron de intermediarios para trasladar recursos públicos a intereses particulares (Ej. MONSANTO).  

    Sin duda, esta élite dorada de las aulas de clases, ya sea como docentes-investigadores, eméritos o decanos de las facultades, se hacen pasar por personas “respetables” aun cuando obedecen a intereses privados beneficiándose de un sueldo que le paga la misma sociedad, esa misma que rechazan y perjudican con su actuar. Esta elite obedece a interés incluso de empresas extranjeras o abiertamente de organismos internacionales que les dan línea para continuar con sus “proyectos de investigación”. 

    Es esta misma élite de la ciencia neoliberal la que hipócritamente defiende la supuesta “autonomía universitaria”, son los mismos que se sonrojan o se indignan cuando se habla de su inmoralidad, de ver a un pueblo lleno de injusticias y de que ellos se suman a una injusticia más, a una ciencia injusta. Son también los mismos seudocientíficos que controlan las plazas académicas, los proyectos editoriales, las revistas académicas, los fondos para congresos, las ayudantías, los cubículos u oficinas, las disponibilidades de horario, la disponibilidad de asignaturas en días y horas privilegiadas, los mejores auditorios, son también los que controlan los centros de investigación e institutos, son los que imponen las líneas de investigación y campos de conocimiento, todo en beneficio de sus intereses personales y/o corporativos. 

    Con todo lo anterior podemos decir con certeza que el neoliberalismo termino por desprestigiar a todas las disciplinas (véase la Economía, la Medicina, el Derecho, etc.), algunas con más descaro que otras. Las universidades, como en el caso de la UNAM al día de hoy, han servido como refugio de ladrones y corruptos. Después de salir a la vida pública como funcionarios y de corromper y enriquecerse abruptamente, se lavan la cara y regresan a su alma mater (Véase el caso de Lorenzo Córdova y de Ciro Murayama). 

    Por un momento se les olvida a estos “científicos” corruptos su protesta de juramento, se les olvida que como egresados de la “máxima casa de estudios”, se comprometieron a poner al servicio de la sociedad sus conocimientos y no fue así, por el contrario, toda su formación que le costó cada peso y centavo al pueblo de México ha ido en perjuicio de la misma sociedad y en favor de una cúpula de poder económico y político. 

    De una forma anti-nacionalista y sin vergüenza, estos científicos neoliberales han avalado fraudes electorales, han corrompido instituciones, han provocado crisis económicas, han justificado saqueos al erario y endeudamientos para el pueblo, entre otras muchas cosas. Sin ética, sin valores ni principios morales le han vendido su dignidad al dinero y al capital. Lamentablemente, de forma servil y olvidándose de sus orígenes, le han dado la espalda al pueblo de México, yo me pregunto ¿con qué calidad moral pueden regresar a la UNAM a darle clases a la comunidad universitaria?  

    Es muy probable que esta élite dorada crea que todavía hay alumnos que quieran tomar clases con ellos, yo sinceramente lo dudo. México no necesita más de esa ciencia neoliberal, también en las aulas de clase necesitamos que la gente que esté al frente de un grupo sean honestos, genuinos y con un mínimo de solvencia moral. Gran parte de estos científicos corruptos con falta de ética han contribuido a generar un conocimiento sin sentido social y es momento de romper con esa sinergia. La labor es ardua y constante, sobre todo de la comunidad universitaria que es mucho mayor en número a esta élite compacta. Hoy creo que la misma frase de Hidalgo aplica también a las universidades: “la universidad que quiera ser libre, lo será”. 

    En el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) se sigue haciendo una limpieza profunda, en esta administración de la 4T se está realizando un mejor uso de los recursos de forma transparente. Actualmente la administración de este organismo se encuentra de la mano de gente honesta y que tiene toda la confianza y el apoyo del gobierno federal. CONACYT ha emprendido una larga lucha por romper esta cadena de privilegios y porque haya una plataforma más horizontal en la ciencia, además de subrayar el papel fundamental que juega la ciencia en el bienestar social y la importancia de que el progreso del conocimiento se dirija en atender puntualmente los principales problemas de México. 

    Romper con una ciencia neoliberal es romper con un paradigma, para ello se requiere de una mayor humildad por parte de los científicos e investigadores, requiere que se bajen de esa montaña del conocimiento (de esos “hombros de gigantes”) para volver a ser “personas normales”, lo que antes fueron. Basta con que recuerden de donde vienen, de que reconozcan que la ciencia y el conocimiento los han llevado hasta donde están gracias al dinero del pueblo, que es la misma sociedad la que aporta los recursos para su labor científica, que es la sociedad el origen y el fin último de todo. 

    Sin duda, también se requiere de una transformación en el sector de la ciencia y eso no es tarea fácil, estamos hablando de la seria necesidad de re-educar al científico, de regresarle su verdadera vocación de servir a los demás y no de servirse de su papel o posición universitaria para dañar a México. Se necesita revivir su esencia y ese amor profundo por la búsqueda de la verdad que lo caracterizaba, de regresarle esa autentica intelectualidad crítica y no rastrera y servil al poder. 

    Cada vez necesitamos de más científicos con ética y de más ética en la ciencia. Sí, que haya vinculación con sectores empresariales o de gobierno, pero que se ponga por delante del interés privado el interés social. El científico puede ejercer su labor con dignidad, con verdadera y genuina vocación universitaria, puede bien liberarse de las cadenas del dinero mal habido. Un investigador y científico respetable no se mide por la riqueza que genera para sí o para su familia, por el apego a su plaza o por las malas prácticas de su nepotismo, no, la valía del científico-investigador radica en lo que le aporta a la humanidad de forma trascendente, no de forma vulgar y efímera. Un científico se valora por sus aportaciones para mejorar la vida del ser humano, por dejar un mundo mejor, una sociedad con menos penumbras y oscuridad. 

    Quisiera terminar diciendo que no es la absurda y obcecada producción de artículos científicos en SCOPUS o JCR lo que nos hará libres de esta ciencia neoliberal, por el contrario, son estos los derroteros que han marcado tanto el capital como fuente de financiamiento como el capitalismo como sistema de producción. Son estos los pilares de la ciencia neoliberal los que han colocado al científico en una caja de cristal explotando sus capacidades y ubicándolo como un obrero más del conocimiento. Es precisamente este modelo del que se nutre el capital intelectual global, generándole riqueza y dejando en segundo plano a la humanidad y al bienestar social. 

    Hoy, el investigador requiere replantear su labor científica, renunciar a su papel de científico neoliberal y terminar de una vez por todas con esta encrucijada de mentiras para darle paso a un nuevo científico, un científico humanista, todavía estamos a tiempo. 

  • Ciencia sin sociedad

    Ciencia sin sociedad

    Desde sus inicios, el ser humano ha buscado adquirir conocimiento para poder preservar su especie. Originalmente, la observación y las experiencias de vida del día a día le permitían capturar conocimiento que guardaba en su memoria y que transmitía a sus descendientes para librarlos de algún peligro o para ayudarlos a superar alguna posible adversidad. Las ideas y el conocimiento surgen del ser humano, de su interacción con los demás y con todo lo que lo rodea.

    El conocimiento es el motor de la vida y si hemos llegado hasta donde estamos como especie ha sido por el amor al conocimiento. El conocimiento tiene un origen social y humano, nace de la sociedad y le sirve a la sociedad. El conocimiento privilegia la vida, forma parte de la naturaleza del ser humano y de la naturaleza que lo envuelve y que le da sentido a su existencia. 

    En su andar por este mundo, el ser humano desarrolló la habilidad no solo de generar y de adquirir conocimiento, sino de poder transmitirlo a los demás. Esa misma necesidad de compartir que le viene de forma natural, es la misma que le impulsa en la generación de nuevas formas de hacer de ese conocimiento permanente, que trascienda incluso después de su partida. Por ejemplo, la pintura, la escritura, la escultura, etc., no son más que conocimiento que toma distintas formas, un conocimiento que se materializa, que toma color y textura, pero que encierra en sí las ideas, la creatividad y la imaginación que se desea compartir. Todos los lenguajes, en todas sus formas, han buscado incesantemente la comunicación de las ideas y del conocimiento de una generación a otra. Somos el cumulo de conocimiento de nuestra especie y eso es lo que nos mantiene con vida hasta ahora. 

    El conocimiento es social, le sirve a la sociedad y está a favor de su continuidad en este mundo. El conocimiento no destruye, construye. El conocimiento transforma, dado que surge de ideas, nuevas ideas o ideas antiguas que se engarzan y que dan origen a un nuevo pensamiento. A mayores ideas, mayor conocimiento. A mayor conocimiento, el ser humano interactúa más con la sociedad y con la naturaleza, dado que mejora su comprensión y su entendimiento de lo que lo rodea, comienza a valorar a los demás y a su entorno, dado que ambos forman parte de su conocimiento, el conocimiento que viene de “fuera” y que se suma al otro conocimiento, ese que surge desde “dentro”, el que nace de su propia conciencia y reflexión. El conocimiento une, no separa. Conocer nos permite entender al mundo y a la sociedad que nos rodea, su estructura, su dinámica y su evolución. El conocimiento nos permite sentir, nos abre los sentidos, nos une con los demás, nos hace ver donde antes éramos ciegos, o escuchar donde antes éramos sordos. Adquirir conocimiento es algo que se asemeja a encender la luz en un cuarto obscuro.

    De la misma manera que la muerte es contraria a la vida, el conocimiento también tiene sus contrariedades y sus resistencias. El miedo, por ejemplo, inhibe al conocimiento, en ocasiones paraliza la generación de ideas y la transmisión de las mismas. El miedo puede destruir al conocimiento, hacerlo desaparecer, negarlo, incluso conquistarlo, dominarlo, manipularlo y ponerlo no al servicio de la sociedad, sino de objetivos anti-sociales, es decir, objetivos que vayan en contra de la vida y permanencia de la sociedad o en contra de la naturaleza que la envuelve, en ambos casos, lo que busca el miedo es provocar la extinción de la misma o de una parte de esta. 

    El miedo puede redirigir el cauce del conocimiento y en vez de que esté a favor de la sociedad y de su progreso, este mismo conocimiento puede emplearse para su destrucción y retroceso. En la historia de la humanidad se han registrado distintas etapas donde ha imperado el miedo. Las grandes tragedias de la humanidad tienen como marca la destrucción o negación del conocimiento y el imperio del miedo (Ej. La actual Guerra de Rusia contra Ucrania). El miedo oculta la verdad y sobrepone la mentira, el miedo se alía con la muerte por encima de la vida, el miedo privilegia el objeto por sobre el sujeto, el miedo expande la sombra y la obscuridad por sobre la luz. 

    ¿Qué acaso la incursión de los europeos a los distintos países de América y de África y su intento fallido de “conquista” no ha sido un imperio del miedo? Miedo a reconocerse a sí mismos como insignificantes de cara a culturas milenarias, miedo a descubrirse pequeños frente a sociedades cultas y avanzadas de su tiempo, miedo a verse pobres frente a tanta riqueza natural y humana, miedo a conocer y reconocer que su conocimiento no es único y que era limitado para su época, de saber que antes de su llegada ya había conocimiento acumulado de miles de años. Fue precisamente ese miedo de los europeos lo que desató la ira y la perversidad en contra de los indígenas de una forma infame. 

    Los europeos fueron conquistados por el miedo a lo desconocido, el miedo a mirarse al espejo y ver su diminuto mundo. Cegados por el miedo, se negaron al conocimiento del mundo, de los otros mundos, renunciaron a entender lo que nunca entendieron, lo que hasta ahora evitan, ignoran y rechazan. Con el miedo en el corazón rechazaron a la humanidad y con ello a la vida y emprendieron una caminata de muerte, destrucción y despojo que dejaron a su paso. Lo mismo violaban a las mujeres que mataban a los hombres, a todos ellos los esclavizaban. Lo mismo quemaban escritos y esculturas que enterraban monumentos y pirámides. Lo mismo imponían su lengua que su religión, por la fuerza. Lo mismo inventaban infiernos y creaban paraísos, despreciaban todo lo que representara algo distinto a ellos, lo siguen haciendo, pero ahora de forma más sutil y maquillada. 

    Con el miedo llegan todos los males y todos los pecados. Los europeos se llevaron todo lo que pudieron a su paso, todo lo que les cabía en sus embarcaciones y en sus bolsillos, todos los metales que ahora adornan sus plazas y edificios, todo lo que ahora visten y decoran sus catedrales, la madera de las sillas donde se sientan sus ministros, todo el oro, la plata y las piedras preciosas, las joyas que presume la realeza infante y la realeza senil, todo lo que cubre la corona, las esculturas que llenan sus museos, la vajilla en la que comen y el mango del bastón que sostiene al rey, todas esas riquezas materiales que brillan en sus castillos, la madera que cubre sus casas de campo y las cabezas de bestias y plumajes que cuelgan de sus muros como trofeos, todo lo que los rodea y les  viste en vida y lo que le da una falsa pulcritud y lujo a las tumbas de sus cementerio, todo eso y más tomaron. 

    Sin embargo, y a pesar de ello, en México no se llevaron lo que realmente valía, dejaron lo más importante, nuestra cultura. No es casualidad que ahora este floreciendo en todas partes todo aquello que enterraron, el miedo no les permitió ver que nos dejaron lo más valioso, nuestros valores. No se pudieron llevar el sentimiento del poeta, ni la creatividad del pintor o del escultor indígena, no se pudieron llevar el corazón de la gente, no mataron del todo su pensamiento, no lo lograron borrar, no se pudieron llevar el coraje, la entrega de nuestra nación, nuestro valor y empuje, nuestra pasión, el amor por nuestra madre y por nuestra patria, no pudieron meter en baldes el orgullo que sentimos por lo que somos y siempre hemos sido, una cultura maravillosa que brilla como tantas más y que tiene en sus genes y en sus sentimientos el amor por su tierra y por la vida. 

    México es grande por su pueblo y por su gente, ahora está en una etapa de prosperidad porque ahora su gobierno está en manos de gente honesta que trae esos valores y sentimientos milenarios. México atraviesa una etapa de esplendor económico, político, social y cultural, en distintas dimensiones.  Sobre la base de un buen gobierno, el Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) representa esa cultura genuina de nuestra gente, gente honesta, con principios y valores a favor de la vida. AMLO es el exponente seminal y precursor de esta nueva corriente de pensamiento, de esta nueva forma de gobernar y ser gobernados, de esta nueva economía moral, de esta nueva perspectiva de nuestra sociedad y de nuestra cultura, de esto que él llama el Humanismo Mexicano y que pone sus cimientos sobre la base de lo mejor de nuestros pensadores, de la esencia de nuestros libertadores, de cada uno de los principios rectores de los personajes que nos dieron partía. 

    Sin duda el miedo a bañado de sangre y lodo al mundo, y nos ha mostrado qué tan bajo se puede caer en la degradación humana siempre que se renuncia al conocimiento. La supuesta “conquista” de una persona sobre otra, o de una sociedad sobre otra no ha tenido buenos desenlaces. La historia le da la razón a quienes están a favor de la vida, lo mismo en el holocausto que en la conquista, lo mismo en la bomba atómica que en el derrame de petróleo en el océano, en cualquier caso, siempre la humanidad se inclina por la vida y repudia las acciones que atentan contra esta. Hemos acumulado conocimiento suficiente para poder evitar o prevenir muchas de las grandes tragedias que se viven en el mundo. Por ejemplo, hoy no es necesario preguntarnos qué pasará con la guerra entre Rusia y Ucrania, eso ya se sabe, se sabe que traerá muerte y sufrimiento. Resulta inaudito que muchas de las potencias económicas no se proclamen en contra de esta aberración que es la guerra, de la misma manera que no lo hacen por el golpe de estado que se vive en el Perú y por todos los decesos que ha traído consigo. 

    Cuando uno mira las noticias, parece que no hemos aprendido nada de nuestro paso por el mundo y por esta vida. Todavía vemos líderes que se siguen cuestionando qué es más importante, si la salud o la economía, tal como lo hicieron cuando inicio la pandemia del COVID-19. No hay duda, la vida es lo más importante. Me parece conveniente hacer notar en este punto que no hay que olvidar que las ideas derivan en el conocimiento y que el conocimiento deriva en la ciencia. Más ideas generan un mayor conocimiento y un mayor conocimiento deriva en el avance de la ciencia. La ciencia se alimenta del conocimiento, particularmente del conocimiento científico, sea este último conocimiento teórico o aplicado, en ambos casos, son resultado de la investigación científica que realizan los investigadores que tienen como propósito sumar a la ciencia sus humildes hallazgos. 

    Con el paso del tiempo la generación de conocimiento se empezó a institucionalizar, colocando a la escuela como el centro generador de conocimiento por excelencia. Actualmente, las personas van a la escuela a exponer sus ideas y a tomar y hacerse de ideas de los demás, de otros personajes contemporáneos e históricos que han pasado por este mundo y que resultan ser un referente para entenderlo. De esta manera, el conocimiento se encuentra encerrado en los libros de historia, ciencias naturales, biología, etc., son los libros los que nos permiten tener un acercamiento al conocimiento previo, al conocimiento de los demás, son estos los que nos acercan al aprendizaje de lo que otros han experimentado.

    Los libros encierran ideas, conocimiento y ciencia. Los libros son la herramienta por excelencia de los que investigan, de los científicos que están constantemente en “busca de la verdad”. De la misma manera un científico social que un ingeniero o un físico, todos ellos concurren en las universidades o centros de investigación para sumar conocimiento a lo ya establecido, actualizarlo, cuestionarlo, refutarlo o fortalecerlo; si lo queremos ver de esta manera, son los científicos e investigadores las “hormiguitas” que van construyendo y le dan mantenimiento al edificio del conocimiento de la humanidad. Al institucionalizarse, el conocimiento y la ciencia se empezó a separar de la sociedad, y de pasar de ser el principio y fin de la generación del conocimiento, la sociedad terminó por ser un simple objeto de estudio, un medio de obtención de conocimiento, conocimiento que no necesariamente se le retribuye a la sociedad para mejorar su condición de vida, sino que se emplea para su control y manipulación. 

    Es en el periodo neoliberal en el que se separa la ciencia de la sociedad. En México, esta separación llegó un poco tardía, en el mundo esta expresión de emplear el conocimiento y poner la ciencia al servicio del poder y no de la sociedad en su conjunto ya se había expresado en otras latitudes y en otros momentos de la historia, quizás la máxima expresión de esta separación, dejando de lado las “conquistas”, habrían sido las dos guerras mundiales del siglo XX. Algunos científicos como Albert Einstein y Bertrand Russell ya habían expresado su inquietud y su inconformidad del derrotero que llevaría la ciencia al servicio del poder. Sin embargo, detrás de la imposición de este nuevo paradigma estaban gobiernos y corporaciones, pero también universidades, impulsando la idea de que la universidad debe de generar conocimiento a favor de la industria y no de la sociedad, es decir, de impulsar la idea de privatizar el conocimiento que es social para fines de lucro y a favor del capital. 

    Desde esta visión privatizadora del conocimiento, el conocimiento es útil si le es útil a la empresa. Es bajo este contexto en el que la empresa empezó a colocarse como el principal agente económico, todos los demás agentes (universidad, gobierno y sociedad, etc.), se supeditaron a los intereses de la empresa, el poder público y el poder político quedó subordinado al poder privado y al poder económico. No es casualidad que desde la academia (con Joseph Schumpeter a la cabeza) se haya colocado a la empresa como la reguladora de crisis, como la generadora de “nuevo conocimiento”, como la productora de innovaciones y responsable del progreso y del crecimiento económico de las naciones. 

    La empresa se adueñó de las ideas, del conocimiento y de la ciencia. Aquellas “hormiguitas” que se creían “autónomas” en la generación de conocimiento se dieron cuenta de que servían a intereses privados y aquellos que realizaban “importantes aportaciones” (al capital) eran ascendidos, premiados o mantenidos en puestos de privilegio de esa misma estructura organizacional, ya sea de su propia institución o de instituciones en el extranjero. Economistas, físicos, matemáticos, ingenieros, etc., todos deseaban tener un apoyo para “sus investigaciones” y qué mejor si venía del sector privado o de algún organismo internacional que estuviera financiado por el capital financiero, de esta manera el empresario se podría adueñar y aprovechar de todo el conocimiento del científico que se venía generando desde su infancia (con fondos públicos) y que podría llegar a sus manos (económicamente) en pro del “avance de la ciencia” y “a favor de la humanidad”. 

    Es en este modelo de privatización del conocimiento en el que se privilegia la ciencia sin sociedad. Es ahora que se entiende por qué de la mano del estancamiento y bajo porcentaje del PIB que se destinaba al Gasto en Investigación y Desarrollo (GIDE) en el periodo neoliberal, se impulsaba con gran ahínco la “fuga de cerebros” en México. De la misma manera que se creaba pobreza y violencia en un estado para impulsar la migración, de la misma forma este modelo privatizador de la ciencia destruyó las condiciones para el desarrollo de la ciencia en México e impulsó la “fuga de cerebros” para beneficio económico de las corporaciones y del capital privado. Es bajo este modelo en el que operó por muchos años el CONACYT, además de colocar fondos públicos para proyectos privados que tenían poco o nulo impacto en la sociedad, proyectos altamente lucrativos, sobre todo cuando se destinaban a la construcción de supuestos laboratorios o de centros de investigación que terminaban siendo al final del día elefantes blancos

    Actualmente pocos científicos reconocen este paradigma de privatización del conocimiento, de hecho, lo rechazan, considerando que son “libres pensadores” y que su conocimiento es público e “independiente”. No reconocen por ejemplo que con fondos públicos que vienen de las contribuciones de la gente (vía impuestos), es desde donde se les paga sus salarios, viáticos, años sabáticos, prestaciones, becas universitarias, jubilación, etc., no reconocen que es del dinero del pueblo de donde se alimenta su quehacer científico, quehacer científico que resulta en proyectos de investigación que en el mejor de los casos sus resultados terminan en “revistas de prestigio” (privadas) a las que solo se puede acceder siempre y cuando “pagues por ver”. Todavía el científico no se da cuenta que es utilizado por el capital privado o por grupos de poder que le dan línea editorial a sus supuestas “líneas de investigación”, todavía no se entera que después de publicar por treinta años sobre pobreza, con todos sus kilos de papel y tinta escritos, en términos reales no ha sacado a una sola persona de la pobreza (Véase al CIDE y al CONEVAL, en el periodo neoliberal).

    Bajo este esquema, la ciencia sin sociedad se ha encargado de hacer del “científico” un ente contemplativo, que “analiza la realidad” y reflexiona los grandes problemas de la sociedad, pero que no actúa. Esta etapa que se vive de una ciencia neoliberal ha dejado inactivo al investigador, limitado únicamente a su capacidad de observar sin incidir en la realidad. Para el científico neoliberal, la sociedad es sólo un objeto de estudio y no un propósito de transformación. No le interesa erradicar la pobreza, le interesa estudiar la pobreza, no le interesa terminar con el hambre, le interesa analizar el problema del hambre. El científico neoliberal se regodea entre supuestos “problemas” ofreciendo así una “lotería” de posibles soluciones, un tanto “originales”, sin que se encuentre de por medio una acción real, y ese letargo contemplativo lo puede hacer muy bien desde su oficina, cubículo o salón de clases. 

    Finalmente, el mundo ya está cansado de tanta ciencia sin sociedad. Ya está harto de que por décadas haya organismos fracasados en su “propósito” de: erradicar la pobreza (Banco Mundial), terminar con el hambre (FAO), impulsar el crecimiento (OCDE), fomentar la competitividad (FEM) y el emprendimiento (BID), apoyar el financiamiento (FMI), etc., todo ello una mentira, pero es entendible, porque si algo caracteriza a la ciencia neoliberal y al científico neoliberal, es la simulación.

  • Hacia una universidad no neoliberal

    Hacia una universidad no neoliberal

    La universidad juega un papel fundamental en la gestión del conocimiento. El conocimiento pasa por distintas fases de un mismo ciclo, primero se genera, luego se difunde y finalmente se aplica. La universidad es pieza clave y tiene el desafío de mantener un balance en la dinámica de este ciclo del conocimiento sin descuidar ninguna de sus fases. Es en la universidad en donde se lleva a cabo gran parte de la labor de investigación científica y tecnológica de un país. La universidad genera nuevo conocimiento y cuestiona el ya existente con miras a mejorarlo. Económicamente, la universidad contribuye al producto de una nación, entre otras cosas, por el conocimiento que aporta, de ahí la importancia de impulsar a las universidades en su labor científica, académica y social. La universidad se presenta como respuesta a muchas de las interrogantes y encrucijadas que se presentan a nivel mundial en materia de desarrollo y bienestar.

    Es muy importante que las universidades mejoren en la forma en que crean conocimiento y lo dan a  conocer a la sociedad, es decir, mejorar en la forma en que el conocimiento que se genera en sus aulas, laboratorios y centros de investigación llega a la comunidad que los envuelve, y no me refiero sólo a los pares investigadores o colegas científicos de distintas disciplinas, no me refiero únicamente a la difusión de sus resultados de investigación entre pares, de una forma horizontal, sino a una divulgación de este conocimiento también de forma vertical, que trascienda las fronteras del tecnicismo y de la jerga disciplinar y que permita llegar a una mayor cantidad de población, a las masas de la sociedad, que le llegue al pueblo de una forma simple y cotidiana.

    Un reto al que se enfrentan las universidades es el de encontrar los canales de comunicación y de transmisión efectiva de este conocimiento y cumplir con su compromiso social. En ocasiones, quizás por una falta de orientación y rumbo (tal como ha ocurrido en el periodo neoliberal), las propias universidades son víctimas de la trampa del conocimiento y de forma arrogante separan la ciencia de la sociedad olvidando con ello que, desde su naturaleza, el conocimiento es social, parte de la sociedad y llega a la sociedad, es decir, es la sociedad el principio y el fin del propio conocimiento. 

    La labor de la universidad en la generación de conocimiento es ardua y permanente. Son abundantes los recursos que se necesitan para que la labor de las universidades se lleve a cabo de manera efectiva al interior de una sociedad. Cumplir a plenitud con estos objetivos requiere de talento y de libertad entre sus dirigentes y sus autoridades (todo lo contrario de lo que ocurre en la UNAM), talento para diseñar estrategias que los lleven al éxito de su plan institucional y libertad para no caer en intereses de grupos de poder que privilegien los intereses supremos de la ciencia y de la generación de recursos humanos de alta calidad. Para ello se requiere tener conciencia del importante papel que juega la universidad como punta de lanza del desarrollo, no sólo al interior de la misma, entre sus agremiados, sino fuera de esta, es decir, entre la misma sociedad, entre el pueblo raso, el ciudadano común. Es mediante una visión abierta a la sociedad en la que se puede incentivar la mejora continua, la transparencia y la rendición de cuentas. Es en el cumplimiento de sus objetivos fundamentales y en la presentación de sus resultados medibles y palpables en donde en términos reales la sociedad puede evaluar el papel de la universidad y juzgar su éxito o su fracaso (si medimos con esta vara sabremos que muchas de las universidades del centro del país y del interior de la república han fracasado en su intento por hacerse llamar la “máxima casa de estudios”).

    Es muy importante que la universidad no neoliberal se evalúe a sí misma desde una posición de honestidad y que en contraste con los resultados de sus pares, ya sea a nivel local, regional, o incluso nacional e internacional, se ubique en la posición que le corresponde en materia de generación de nuevo conocimiento y desde ahí, tome medidas para una mejora continua, mejora que en ocasiones demanda decisiones radicales en la forma de operar y de gestionar sus recursos, es decir, es desde el reconocimiento de las posibles falencias desde donde se puede mejorar de forma real y verdadera, sin simulaciones. En ocasiones las propias universidades llevan a cabo malas prácticas y de forma coludida y en contubernio con las agencias certificadoras hacen como que “cumplen a plenitud” con los “estándares”, en donde se preocupan más por “pasar” la evaluación que por cumplir en términos reales con las necesidades básicas que requieren sus docentes para la investigación, o con las necesidades de infraestructura o de material de trabajo que requieren sus alumnos para brindarles un espacio digno de enseñanza y aprendizaje.  

    La universidad no neoliberal requiere tener como prioridad brindar a sus estudiantes un espacio libre de corrupción y ser un referente ético. Si en una universidad se llevan a cabo actos de corrupción, la universidad pierde con ello la calidad moral de brindar a sus estudiantes una educación honesta con principios y valores, se requiere enseñar con el ejemplo. Los mismos estudiantes son autocríticos y se dan cuenta, ellos pueden distinguir la hipocresía de sus autoridades y la falta de congruencia entre los resultados de las certificadoras y su realidad educativa, esto provoca en los propios estudiantes una baja autoestima y una falta de credibilidad en la gestión de sus directores de facultad, coordinadores o jefes de departamento. Frente a estas malas prácticas, más allá de aliarse, las autoridades se separan de la comunidad universitaria hasta conformar una élite. Es muy recurrente encontrar que tanto en universidades públicas como en universidades privadas lleguen autoridades que más allá de fortalecer los principios universitarios, se dediquen a cometer delitos que le cuestan en su prestigio a toda la comunidad universitaria, estudiantes y egresados, por ejemplo, autoridades que cometen delitos de enriquecimiento ilícito, desvío de recursos, lavado de dinero, tráfico de influencias, nepotismo, influyentísimo, corrupción, entre otros (véase como ejemplo la lista de universidades que aparecen en “La Estafa Maestra”). 

    En ocasiones, las mismas universidades supuestamente “certificadas en calidad educativa” son las mismas que presentan bajos salarios para su personal, contrataciones temporales y condiciones laborales injustas e indignas, aulas de clase deterioradas, falta de insumos básicos (copias, impresiones, plumones, proyectores, etc.), bibliotecas desactualizadas, profesores poco preparados, falta de mobiliario, carencia de personal de limpieza, insumos de higiene y sanitarios, falta de seguridad en el plantel, necesidades de infraestructura tecnológica (equipos de cómputo, softwares, acceso a revistas especializadas y otros recursos electrónicos), falta de revistas científicas y de divulgación propias de la universidad por facultad y disciplina, ausencia de espacios de recreación y de formación continua, falta de cubículos docentes y espacios para el asesoramiento y la regularización de estudiantes, así como la carencia de personal para identificar el talento universitario o para tratar alumnos con necesidades educativas especiales o para atender estudiantes que padecen racismo, clasismo, discriminación, o que son víctimas de violencia o son excluidos por su idioma o por su dialecto, o por su cultura, religión o tono de piel, entre otros.

    El concepto de “calidad de la educación” a nivel universitario requiere ser replanteado. Por ejemplo, un estudiante de calidad requiere un docente de calidad, es decir, un docente que sea mediador entre el conocimiento que genera y el conocimiento que le brinda a su alumnado, de ahí la importancia de que los docentes se involucren en actividades de investigación científica y que su formación alcance los mayores niveles de estudio posible, para este propósito la universidad requiere brindar todas las condiciones al docente para una mejor formación, una formación continua de aprendizaje, de un aprendizaje y formación profunda de su disciplina, no meramente una “capacitación” técnica o instruccional (como con cursos básicos de manejo de office o cursos de manejo de estrés en el aula de clases), no, sino de un conocimiento serio y formal, con la didáctica y la andragogía que demanda la enseñanza y el aprendizaje de su propia disciplina, es aquí donde se privilegia, además de la creación del conocimiento, su difusión, la habilidad del docente de difundir entre sus colegas los resultados de su investigación y de tomar retroalimentación para su perfeccionamiento e impartir su disciplina entre sus estudiantes con nuevas y mejores formas de enseñanza. 

    El docente universitario de una universidad no neoliberal requiere desarrollar la habilidad de crear nuevo conocimiento, de difundirlo y de divulgarlo. No cabe la idea de que, por un lado, en una localidad se cuente con una “universidad de calidad” si únicamente se limita a la formación de recursos humanos y a la publicación de investigaciones en revistas indexadas y que, por otro lado, la sociedad que envuelve a ese centro de estudios viva en condiciones de miseria, o en pobreza extrema, o que la mayor parte de la población sea víctima de una concentración del ingreso desmedida. La universidad no neoliberal no puede ser espectadora de las injusticias sociales, de contemplar la marginación y exclusión de la población más vulnerable, por el contrario, requiere tener una visión incluyente y tener la convicción de ayudar a los demás con los recursos con los que cuenta, más allá de una responsabilidad social, tiene un compromiso de apoyar el alcance de los objetivos de desarrollo y mejorar la calidad de vida de las personas en el corto, mediano y largo plazo. Es en este punto que después de generar conocimiento y difundirlo, busque alternativas para su aplicación, para “aterrizar” o “descodificar” todo lo que se encuentra en la teoría al terreno de lo real, no contemplar sino incidir en la realidad para tener un impacto profundo y favorable en la sociedad. 

    Al día de hoy, lamentablemente las propias universidades suelen ser parte en muchas ocasiones de una trama privatizadora y no socializadora de conocimientos, sobre todo cuando obedecen a intereses de una cúpula ya sea universitaria, sindical, política o empresarial. Una universidad no neoliberal requiere establecer vínculos “hacia afuera” pero privilegiando la autonomía universitaria y permitiendo expandir el impacto que esta pueda tener en la calidad de vida de su población. Atender cada una de las partes del ciclo de conocimiento requiere de una supervisión por parte de las autoridades de la universidad, sobre todo de personal con liderazgo y visión a futuro (como dice nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador, pensar en la siguiente generación no en la siguiente elección), dado que los procesos de desarrollo requieren de tiempo para su maduración. No resulta conveniente para los planes de desarrollo universitario el cambio de autoridades que obedezcan a vulgares intereses políticos o de alguna planilla en el poder, cuando eso ocurre, es síntoma de que la universidad se encuentra cooptada por intereses que sobrepasan el interés universitario de la propia comunidad (Véase el caso de la UdeG). 

    No se puede hablar de calidad en la educación si no se cuenta con personal honesto, sino se establecen lazos con la sociedad que permitan resarcir los graves problemas nacionales. En ocasiones los docentes universitarios se suelen limitar en su campo de acción, es decir, se limitan a dar clase para cumplir con su horario, o a publicar en una revista para atender las evaluaciones a su producción científica, descuidando el impacto social que su conocimiento puede llegar a tener en los grandes problemas del país. Estas limitaciones suelen justificarse dentro del claustro de profesores por distintas razones, incluso adjudicándolas a su propia “formación”, lo cierto es que no encuentran la manera de “descodificar” ese conocimiento teórico para llevarlo a un terreno empírico de mayor impacto (como dice AMLO, tienen que “subirle el nivel”), este tipo de docentes requieren de una mayor orientación y apoyo en sus actividades académicas para brindarles alternativas a su labor docente y que esta no sea limitativa a solo un plano profesor-alumno, por el contrario, que el docente se presente como un agente de cambio junto con el propio estudiante. 

    Está ampliamente documentado la crisis en el aprendizaje que nos ha traído esta pandemia, hoy más que nunca requerimos de los docentes universitarios fuera del aula de clases (más territorio y menos escritorio), hoy más que nunca requerimos de universidades de puertas abiertas, empáticas con los problemas graves de la humanidad, hay toda una agenda pendiente con la desigualdad económica que se vive a niveles globales y con el resarcimiento al daño que le hemos hecho al medio ambiente. La pandemia del Covid-19 ha dejado estragos en la población más vulnerable, las universidades requieren resaltar su lado humano y con ello su labor humanitaria, en ocasiones cometemos el error de dejarle esta labor a disciplinas como el trabajo social o a las humanidades, por el contrario, tenemos que apoyarlas y tomar estas como disciplinas transversales para que podamos llevar el conocimiento a un trabajo de campo. No podemos volver a cometer el error de seguir separando la ciencia de la sociedad, ni tampoco de excluir a la sociedad de los beneficios de la ciencia. 

    Hasta el momento la universidad que no cumple con el ciclo de conocimiento propuesto, requiere entonces reestructurar la forma en que gestiona sus recursos, en otras palabras, si el saldo de los resultados a nivel social es negativo, entonces requiere replantear su forma de operar y de manejar los recursos con los que cuenta. Hacer una mejor revisión de los insumos y resultados obtenidos le permitirá cambiar de estrategia, requerirá también de una oficina que guarde vinculación con la atención de las demandas sociales de la ciudadanía. Un esquema de incentivos al personal docente apoyaría esta labor social, estamos hablando de incentivos económicos que apoyen también la economía familiar del profesorado, amén de revisar sus propios términos de contratación y terminar de una vez por todas con las condiciones indignas, de explotación y tercerización que padece el personal docente contratado por asignatura o por tiempo definido de forma temporal y con esa incertidumbre de saber que esta un ciclo escolar pero el próximo quizás ya no. 

    La universidad no neoliberal puede contar con un área especializada y que se dedique exclusivamente en monitorear y medir el impacto que esta tiene en el bienestar y en el desarrollo de la localidad, de la misma manera puede llevar a cabo el monitoreo de la contribución que esta realiza al alcance de los objetivos de desarrollo a escala local, nacional e internacional. Por ejemplo, de los grandes problemas que demandan atención inmediata puede tener el registro de cómo es que la universidad apoya al logro de garantizar el cumplimiento de los derechos fundamentales; o monitorear de qué forma la universidad impacta en darle cumplimiento a una mayor justicia social, o a reducir la corrupción y combatir la impunidad; o bien apoyar a la población vulnerable, a mejorar la democracia, o mejorar el análisis de información y distinguir las noticias falsas, etc., en términos generales, se trata de apoyar a la humanización de la sociedad que tanta falta hace.

    Finalmente, hoy la universidad tiene la oportunidad de despojarse de una vez por todas del ropaje neoliberal y migrar hacia una universidad no neoliberal, de retomar el ciclo del conocimiento y de generar esta sinergia que permita resarcir los graves problemas que enfrenta la humanidad. Debe dejar viejos paradigmas y empezar a pensar y pensarse en su papel humanista de ahora en adelante, vislumbrar un futuro más prometedor donde ésta sea el centro y motor del desarrollo, mirarse a sí misma y ponerse como meta, por ejemplo, que no debiera haber pobreza donde haya una universidad, no debiera haber desigualdad donde hay una universidad, la universidad no neoliberal requiere adoptar todos estos problemas y hacerlos propios y atenderlos con humildad, honestidad, valor y vocación, características que distinguen a un humanista. Se va requerir de cambios y de replantear sus contenidos curriculares, pero esto es así, cambios continuos y revolucionarios, nos lo demanda la realidad. No hay cabida para la pasividad, ya no basta con únicamente “dar clase”, eso quedo en el pasado, la universidad no neoliberal requiere ser transformadora y de aquí en adelante ser punta de lanza de la justicia social y pilar fundamental del bienestar. 

  • ¿Cómo llegamos al neoliberalismo?

    ¿Cómo llegamos al neoliberalismo?

    Al neoliberalismo llegamos por dos vías, primero por un proceso histórico social en México que se alinea a la experiencia internacional, es decir, el neoliberalismo no es privativo de México, sino que se ha experimentado en otras latitudes y se ha implementado, quizás con modalidades diferentes y con resultados diferentes, pero no es privativo de la realidad mexicana, sino que es un pensamiento que ha tenido sus experimentos en todo el mundo. Por otro lado, como segunda vía, decir que llegamos al neoliberalismo por la enseñanza del mismo, es decir, el neoliberalismo visto como un modelo social, económico y político que se implanta en un país y que busca resultados por medio de ciertas políticas, también fue impulsado por la educación, por medio de la enseñanza en las universidades y en otros centros de estudio que le dieron sustento y “validez” a este modelo y que justificaban su continuidad. En la ciencia económica, el enfoque que le da sustento y justificación al modelo neoliberal es el enfoque neoclásico. 

    Al ingresar a la universidad, por ahí del año 2001, era común que entre nuestros docentes y compañeros nos llamaran “hijos de la crisis”, un término que ahora lo entiendo y que era un tanto despectivo, ya que suponía que habríamos nacido a principios de los años ochenta y que éramos de esa generación que llegamos con la gran crisis en México de 1982 y de la cual se tuvieron grandes rezagos económicos insuperables. Para esta generación de economistas en México como en otras partes del mundo, su educación giró en relación al aprendizaje de la economía desde los ojos del enfoque neoclásico, es decir, un enfoque en el que impera una visión individualista y egoísta, poco realista y que exalta la supuesta racionalidad del individuo. Tristemente este enfoque se sigue enseñando en las aulas de las universidades, se siguen produciendo libros de economía con esa visión y se sigue derramando esta ideología que hace ver al individuo como un ente aislado, un hombre-burbuja, fuera de este mundo (ej. el libro Principios de Economía del profesor Mankiw). 

    En los años ochenta, el enfoque neoclásico era el enfoque predilecto en la enseñanza de la economía por parte de profesores que regularmente procedían del extranjero o que habían realizado sus estudios en el extranjero (con dinero público auspiciado por CONACYT), particularmente en Estados Unidos. Muchos de estos profesores fueron instruidos en universidades como Harvard, Yale, MIT, Chicago, entre otras, y se insertaron en universidades públicas o privadas, incluso muchos de estos ocuparon cargos públicos o puestos importantes en el sector privado o en organismos internacionales. Recuerdo que algunos profesores, en comparativa con nuestra “generación perdida”, comentaban que ellos ya tenían un “buen empleo” mucho antes de graduarse, en efecto, muchos de ellos trabajaron en Banco de México, NAFINSA, Hacienda o la Secretaría de Economía. Con un vasto conocimiento, pero con una línea de pensamiento determinada, comenzaron a instruir a sus estudiantes pasando esta visión neoclásica de una generación a otra. 

    Al llegar a las universidades, empezaron a separarse en grupos que hasta el día de hoy persisten en las universidades, aquellos profesores siguen aprendiendo y enseñando la economía neoclásica que viene de Adam Smith y que se impulsa con las aportaciones de otros economistas como Milton Friedman y muchos otros que le dieron continuidad y que han sido incluso galardonados con el nobel como el difunto Gary Becker, entre otros. En contra parte, otros grupos de profesores, no siempre bien vistos por los del enfoque imperante, eran identificados con otras corrientes de pensamiento como el keynesianismo, el marxismo, el pensamiento cepalino, el enfoque estructuralista, etc., muchas veces relegados con la justificación infundada de que estas corrientes habían “fracasado”. 

    El enfoque neoclásico trataba de aplastar a los demás enfoques argumentando que, por ejemplo, no tenían el nivel de “sofisticación matemática” para realizar un “estudio profundo” de la economía, que no podían “modelarlo” y que quedaban por tanto solo en argumentos. Sin embargo, esta pelea entre el enfoque neoclásico y otros enfoques como, por ejemplo, el enfoque marxista, iba más allá de una diferencia de gustos. Un claro ejemplo es que la economía marxista supone la existencia de clases sociales, cosa que el enfoque neoclásico no lo puede concebir dado que parte de que el individuo vive en un mundo aislado, sin clases sociales y por lo tanto sin conflicto por un excedente económico, esta supuesta “armonía” en la economía neoclásica se sustenta por el individualismo y todo aquello que perturbe este mundo ideal no obedece a una la lucha por la justicia entre dos clases sociales sino por “fallas” en el mercado que con el paso del tiempo se “ajustan”.

    De esta manera, se empezaron a enterrar a grandes autores que no se alineaban al enfoque neoclásico, ya sea relegándolos y colocándolo en los programas de estudio como optativas, o mofándose y minimizando sus aportaciones. No en pocas ocasiones, pensar distinto al enfoque neoclásico te valía una mala nota por el simple hecho de no estar alineado, es decir, estar bajo esta ideología neoclásica en muchas ocasiones hacía que se perdiera la objetividad en las evaluaciones, sin dejar espacio a la pluralidad o a la diversidad de pensamientos. Muchos profesores han dado la batalla y con dignidad han permanecido vigentes y coherentes con su formación y con su enseñanza de enfoques alternativos al enfoque neoclásico, hasta el día de hoy no han sido tentados por este veneno y se han convertido en críticos y han alzado la voz a pesar de la falta de espacios o al enorme presupuesto que se destina a los voceros del enfoque neoclásico que en la mayoría de las ocasiones va respaldado por las investigaciones y el financiamiento de organismos como la OCDE, el Banco Mundial, el BID, etc.

    También nos olvidamos de Keynes y para sepultarlo no en pocas ocasiones el post-keynesianismo y el neo-keynesianismo hacían de vez en vez una re-lectura maquillándolo cada vez más del enfoque neoclásico, claro, sin violar sus “fundamentos” o por lo menos eso decían sus fundadores. La ciencia económica cayó en un letargo matemático, olvidándose de la economía real y sobresaltando la economía ficticia. Este vacío intelectual y académico se profundizo al poner la educación al servicio de las “necesidades” del mercado laboral, de tal suerte que, con cierto rezago, los programas de estudio cada vez más se ajustaban a lo que demandarán los futuros empleadores, reduciendo así la ciencia económica a una simple disciplina funcional en donde únicamente se buscaba enseñar y aprender sólo aquello que “deja dinero”, y renunciando así a ciertas cualidades inherentes al economista como son su capacidad de análisis y de reflexión.

    El enfoque neoclásico de la ciencia económica privilegia en su sentido teórico la satisfacción del individuo, lo ve como simple consumidor de mercancías, mientras que al empresario lo reduce a un vulgar buscador de ganancias económicas. Es de esta manera en que se va estableciendo la idea de que un “país próspero” es aquel que produce, por lo tanto lo que interesa es producir y producir, para que haya más y más mercancías y que las empresas vendan y vendan, esa era la lógica de la llamada “economía de mercado”, es decir, aquella que ve a las personas como simples productores y consumidores. En una economía de mercado no se habla de inseguridad o de corrupción, tampoco se cuestiona si el consumidor tiene los suficientes ingresos para comprar, si compra lo justo o si le alcanza para vivir con lo que gana, no se cuestiona ni los salarios, ni su distribución o concentración, ni tampoco si hay diferencias por cuestiones de género, tampoco existe el Estado, es decir, no se discute sobre el nivel de bienestar de la población, es simple y llanamente una visión simplista del consumo y de la producción, del impulso al crecimiento económico a toda costa. 

    Bajo esta visión es que se empieza a poner en el centro de la discusión los determinantes del crecimiento económico, es decir, no importa nada más, lo que importa es crecer, no importa la pobreza o temas fundamentales como el desarrollo o el bienestar, para el enfoque neoclásico lo más importante es el crecimiento económico, esto se enseña en las facultades de todo el mundo, desplaza a otras áreas de la ciencia económica y todo lo que haga crecer a una economía es importante, dejando de lado incluso los temas éticos de la producción y comercialización, o discutir sobre los tipos de bienes o de servicios que se ofrecen en la economía y que pueden ser dañinos (ej. la comida chatarra), evidentemente bajo esta visión no se discute la salud, no existen las adicciones ni la salud pública solo existe la elección de las personas de forma “libre” y “autónoma” y todo lo que vaya en contra de esta “libertad” es autoritarismo, es socialismo, es comunismo, es dictadura. Es de esta manera en que se empieza a ajustar la vida económica real con la teoría, con lo que se enseña teóricamente en las aulas de clase universitarias.

    En la economía neoclásica se privilegia el crecimiento económico como algo imperante para toda nación y esto se ve reflejado en la producción de libros de macroeconomía que tienen la teoría del crecimiento económico como eje fundamental de todo su contenido. En estos libros se justifica que para el desarrollo o para erradicar la pobreza se requiere del crecimiento como antesala y toda la propaganda académica e intelectual se encauza en resaltar las aportaciones de los “grandes economistas” de renombre que tenían como propósito develar el “misterio” del crecimiento económico. El carácter social de la ciencia económica se perdió en el camino, los economistas se enfocaron más en el “estudio” que en la realización de acciones concretas para erradicar problemas tan graves como la desigualdad, la pobreza y la corrupción. Actualmente, el fracaso al combate de los graves problemas del mundo lo comparten tanto los economistas neoclásicos como los principales organismos internacionales. Este fracaso se sintetiza muy bien en las palabras de nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador: “Progreso sin justicia, es retroceso”.

    De acuerdo con los neoclásicos y los neoliberales se suponía que el “éxito económico” lo traería el comercio internacional y la apertura económica (esto impulsado por la Organización Mundial del Comercio, OMC) y no fue así; o que se requería de una mayor financiarización y apoyos económicos por medio de la deuda (esto promovido por el Fondo Monetario Internacional, FMI) y tampoco funcionó; más recientemente se apelaba a que el crecimiento económico dependería de la innovación, el emprendimiento, la productividad, la eficiencia y la competitividad [impulsado principalmente por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el Foro Económico Mundial (FEM) y el Banco Interamericano para el Desarrollo (BID)] y tampoco resulto, jamás llegó ni la abundancia ni el progreso, por el contrario, se acentuó la concentración de la riqueza y la desigualdad económica y social. Las políticas neoliberales fracasaron al igual que los argumentos cientificistas del enfoque neoclásico que se enseñaban y se enseñan todavía en las aulas universitarias.  

    Finalmente, hoy sabemos que el enfoque neoclásico y el enfoque neoliberal se fusionaron, hoy se pueden ver como dos mellizos que nacieron uno en la cuna de la academia y otro en la cuna de los organismos internacionales. Esta trama se puede ver en dos actos: 1) La política neoliberal paso de la política internacional a los organismos internacionales, y 2) de los organismos internacionales a la academia. Esta última sirvió para adiestrar graduados basados en un enfoque individualista que privilegiara el interés propio por sobre el interés social, en un mundo abstracto donde no existe la familia ni la sociedad y en donde impera la satisfacción, la búsqueda de la ganancia y el beneficio personal. 

    La economía como ciencia perdió su esencia y se alió a una matemática fría y sin escrúpulos, se privilegió la sofisticación de los modelos de una economía ficticia en relación al análisis de los grandes problemas sustanciales de una economía real. El enfoque neoclásico le brindó al enfoque neoliberal las herramientas técnicas y el respaldo “científico” que se requiere para llevar a cabo políticas económicas en favor de quienes detentan el poder a nivel global. El enfoque neoclásico y el enfoque neoliberal permearon tanto las universidades como los gobiernos, con dogmas y sofismas que les hicieron perder seriedad y respeto. La mayor parte de las principales universidades en el mundo padecieron este síndrome neoliberal y neoclásico y todavía no se curan de esta ideología. Por esta razón, muchas de las grandes facultades y centros de conocimiento han dejado de ser plurales en su pensamiento resaltando con ello su conservadurismo. 

    En naciones donde se ha implementado el modelo neoliberal, los gobiernos han quedado simplemente al servicio del poder, como simples administradores de los recursos públicos para intereses privados. A manera de ejemplo, es así como un egresado adiestrado en el enfoque neoclásico (ej. graduado de Harvard) se colocaba en una posición estratégica a nivel de gobierno (ej. Secretario de Hacienda o Gobernador del Banco Central) para implementar políticas neoliberales en favor de las grandes corporaciones (ej. No pagar impuestos o evadir el pago de utilidades). Las universidades del primer mundo se han dedicado a formar cuadros impregnados con la ideología neoclásica para después ser colocados en los puestos clave de cada gobierno (primeros ministros y jefes de estado) y hacer efectivas las distintas políticas neoliberales. En estos personajes el éxito se mide por el acaparamiento de las funciones del gobierno y el desmantelamiento institucional del Estado hasta reducirlo a únicamente oficinas burocráticas al servicio del poder económico y empresarial, sea este extranjero o nacional. 

    La devolución de impuestos, la entrega de concesiones, permisos, predios, etc., la privatización de sectores estratégicos y el adecuar a modo las leyes para hacer legal las malas prácticas económicas y políticas, son algunos de los ejemplos habituales llevados a cabo por esta élite del poder público y privado. Esa élite dorada reduce el presupuesto del gobierno al mínimo para el pago del personal operativo hasta convertirlo en poco eficaz y altamente burocrático, distribuyendo el resto al otorgamiento de dadivas para el pago de favores y la realización de actos corruptos más lucrativos y de mayor calado. Es de esta manera en que se avanza de forma putrefacta en la captación desde el poder ejecutivo a miembros del poder judicial y del poder legislativo en un país. En la actualidad es difícil distinguir al corrupto entre una comunidad de banqueros, empresarios, políticos o magistrados, en ocasiones todos ellos están coludidos y se apoyan mutuamente, establecen lasos entre sí, heredando e intercambiando sus posiciones de una generación a otra. 

    Para la sociedad, estos personajes neoliberales son deleznables, sin autoridad moral, se les reprocha su falta de ética, su ausencia de principios y de valores. A pesar de que se les rechaza y se les señala, no tienen mayor problema ya que los medios de comunicación, que son aliados a este poder putrefacto, se encargan de elaborar campañas mediáticas para enaltecer su respetabilidad. Al final del día, cuando se ven acorralados, suelen huir al exterior como diplomáticos, embajadores o regresar a su alma mater a ocupar alguna posición académica o cátedra en alguna facultad, o bien, beneficiarse del “fuero” al dirigir algún “centro internacional de investigación”, eso también pasa a nivel nacional, como por ejemplo en la UNAM que se ha convertido en una cueva de ladrones. Políticos de mayor descaro, pero con esta visión neoclásica y neoliberal, en un acto servil, pasan a formar parte de los consejos de administración de empresas transnacionales o del consejo de asesores de las grandes corporaciones que se vieron beneficiadas en su administración. 

    La historia no termina ahí, finalmente si hay impunidad los señores neoliberales siguen libres y en muchas ocasiones se quedan vigilantes de alguna “oportunidad” en el poder para regresar por sus fueros y darle vida a esa economía de muerte o necroeconomía que ha sido el modelo neoliberal, se pueden alejar del poder, pero dejan a su familia a cargo. Es muy importante tomar conciencia de que ambos enfoques, el neoclásico y el neoliberal, son dos caras de una misma moneda, el conservadurismo. El conservadurismo tiene una cara política y otra cara intelectual y se nutren una a la otra, ambas se justifican y se teorizan, se analizan una a la otra, se retroalimentan. Esta dualidad es la que se tiene que combatir, mucho del conservadurismo en México se encuentra no solo en la sociedad ni en los curules del senado o de la asamblea legislativa sino en las cátedras universitarias, el conservadurismo también se enseña y pulula en las aulas de clase.

    Por último, decir que el conservadurismo como forma de pensamiento se nutre de una educación neoclásica y de una forma neoliberal antiética de hacer política en la práctica. Es momento de erradicar de una vez por todas las dos raíces del neoliberalismo, una que obedece a la educación y otra que obedece a la política. El neoliberalismo normaliza la injusticia y el enfoque neoclásico normaliza el individualismo. Hoy, el presidente Andrés Manuel López Obrador nos ha dado una alternativa, de virar de una economía de muerte basada en el modelo neoliberal a una economía de vida bajo un modelo económico distinto, humano, ético y con visión social. Es sobre la base del Humanismo Mexicano que nos ha dado la oportunidad de sentar las bases para sustituir el enfoque neoclásico por el enfoque que brinda la Economía Moral y remplazar el modelo económico neoliberal por un modelo económico humanista basado en el Humanismo Mexicano.