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  • 100 DÍAS DE TRANSFORMACIÓN: EL CAMINO DE CLAUDIA SHEINBAUM HACIA UN MÉXICO MÁS JUSTO

    100 DÍAS DE TRANSFORMACIÓN: EL CAMINO DE CLAUDIA SHEINBAUM HACIA UN MÉXICO MÁS JUSTO

    En sus primeros 100 días al frente de la Presidencia de México, Claudia Sheinbaum ha mostrado un liderazgo firme y comprometido con los ideales de la Cuarta Transformación. Este periodo inicial de gobierno ha estado marcado por avances significativos en justicia social, seguridad, equidad y desarrollo económico. A través de una visión humanista, Sheinbaum ha sentado las bases de un modelo de gobernanza que busca beneficiar a las mayorías, reforzando la confianza ciudadana en sus decisiones.

    Uno de los ejes centrales de su administración ha sido la implementación de programas sociales orientados a los sectores más vulnerables. La creación de la Pensión Mujeres Bienestar, diseñada para apoyar a mujeres de entre 60 y 64 años, refleja el compromiso con la justicia social y el reconocimiento del papel fundamental de las mujeres en la sociedad. De igual forma, la ampliación de la Beca Universal Rita Cetina Gutiérrez garantiza el acceso a la educación básica para niñas y niños en todo el país, cerrando brechas de desigualdad.

    En el terreno económico, el gobierno de Sheinbaum ha logrado avances notables. El aumento del salario mínimo y la generación de nuevos empleos formales han sido medidas clave para mejorar la calidad de vida de los trabajadores. A esto se suma la continuación de la política de austeridad republicana, asegurando una administración eficiente y transparente de los recursos públicos sin necesidad de imponer nuevas cargas fiscales.

    La seguridad pública también ha sido una prioridad durante este periodo. La estrategia integral implementada ha permitido una reducción del 16% en los homicidios dolosos. Este logro ha sido posible gracias al fortalecimiento de la Guardia Nacional, la atención a las causas estructurales de la violencia y la mejora en la coordinación entre las distintas instituciones de seguridad. Estas acciones reflejan un compromiso claro con la paz y el bienestar de las comunidades.

    En cuanto a la protección del medio ambiente, Sheinbaum ha destacado por impulsar acciones concretas para enfrentar los retos ambientales. La protección del Bosque de Agua, en colaboración con los estados de Morelos, México y la Ciudad de México, es un ejemplo de su compromiso con la sustentabilidad y la conservación de recursos hídricos vitales. Este enfoque busca garantizar un futuro sostenible para las generaciones presentes y futuras.

    En materia de infraestructura, la administración de Sheinbaum ha priorizado proyectos estratégicos como la expansión de la red ferroviaria nacional. La reciente inauguración de tramos del Tren Maya y los planes para construir 3,000 kilómetros de nuevas vías férreas fortalecen la conectividad regional, promueven el desarrollo económico y el turismo en diversas zonas del país.

    En el rubro de energía, el gobierno ha invertido cerca de 50 mil millones de pesos en la modernización de plantas hidroeléctricas, con el objetivo de fortalecer la generación de energías limpias y reducir la dependencia de combustibles fósiles. Esta acción reafirma el compromiso con la transición energética, generando empleos en regiones clave del país.

    En el sector salud, se anunció una inversión histórica de 40 mil millones de pesos destinada a la construcción y equipamiento de hospitales en zonas rurales y comunidades marginadas. Este esfuerzo busca garantizar el acceso a servicios médicos de calidad para toda la población, eliminando las desigualdades en atención sanitaria que por décadas han afectado a los más desprotegidos.

    Además, el programa de Vivienda para el Bienestar ha sido fortalecido con una inversión de 30 mil millones de pesos, permitiendo la construcción y rehabilitación de viviendas en beneficio de más de 200 mil familias. Este proyecto no solo atiende el derecho a una vivienda digna, sino que también dinamiza la economía al generar empleo en el sector de la construcción.

    Finalmente, la presidenta ha reforzado su compromiso con la equidad de género, promoviendo la participación activa de las mujeres en todos los ámbitos y consolidando políticas públicas que garanticen la igualdad de oportunidades. Su liderazgo ha roto paradigmas e inspira a millones de mujeres en México y el mundo.

    Los primeros 100 días del gobierno de Claudia Sheinbaum han demostrado que es posible construir un país más justo, equitativo y sostenible. Con una visión clara y un compromiso inquebrantable con el bienestar de la ciudadanía, la presidenta continúa guiando a México hacia un futuro más prometedor.

    • La columnista, Mariuma Munira Vadillo Bravo, es Maestra en Derechos Humanos y Garantías Individuales. Puedes contactarla en Facebook: MUMA Mariuma Munira, Twitter: @MariumaMunira.
  • Partidos nacerán muertos

    Partidos nacerán muertos

    Algunos opositores, muy pocos por cierto, se han autodenominado líderes sociales, y con los méritos suficientes como para crear un partido político. La realidad es que ninguno de ellos podría conformarlo en tan corto tiempo, porque deberán cumplir una serie de requisitos que anda tiene que ver con su circunstancia y personalidad.

    Aunque el camino más lógico que pudieran tener es la candidatura independiente, ellos escogen la creación de un partido porque de esta manera obtendrían dinero, del otro modo, espacio donde pelearían verdaderos líderes sociales con la convicción de ser competitivos, no ganan nada más que el triunfo electoral lo cual es muy poco para ellos.

    Están en la política por lo que pueden ganar individualmente y no por lo que pueden transformar socialmente. Con esto asesinan una alternativa electoral que puede ser viable en una democracia, que es la candidatura independiente, sin embargo, eso es para políticos no para oportunistas que no saben sobrevivir si no es del erario.

    Ninguno de los personajes puede crear un partido político. No es cuestión de dinero como inversión sino de poder de convocatoria y carecen de esto, de simpatías populares y de vocación de servicio.

    Al final se van a quedar sin nada a menos que tengan una capacidad que hasta el momento se desconoce, para lo cual tendría necesariamente que necesitar del apoyo extranjero. De lo cual debe estar muy atento el INE que acostumbra hacerse de la vista gorda en estos casos.

    Varios de esos autodenominados líderes sociales no esperaban la magnitud del rechazo social en las más recientes elecciones. Nutridos de las opiniones de sus incondicionales, inflados por la vacía veracidad de los medios y sin contacto con la población, desconocían su verdadera condición política.

    No sólo deben pensar en crear el partido sino sostenerlo sin ideología concreta. Uno de ellos, Guadalupe Acosta, extraviado afirmaba que su partido carecería de ideología, muestra de que desconoce los requisitos mínimos de la autoridad electoral que exigen definición política. Dice que “su” partido no sería ni de izquierda ni de derecha.

    Es decir, en el limbo y esas agrupaciones que se dicen alejadas de las ideologías son las que más hacen daño a la democracia porque esconden no sólo un conservadurismo anacrónico sino su relación con los grupos fácticos de manera evidente.

    Así, cada uno de estos líderes improvisados tiene carencias sustanciales que les impide, por su falta de conocimientos y vocación, avanzar en la conformación de partidos. Vivieron del presupuesto de los partidos pero como nunca trabajaron, desconocen la normatividad y los méritos sociales que cada organización debe poseer para avanzar hacia un estatus de esa índole.

    Mientras lo logran, ahí están los medios convencionales para dar a conocer su proceso como un exitoso camino hacia la constitución de partidos, con el servilismo hacia la oposición que les caracteriza. Aunque todo sea una frustración posterior, descubriendo la mentira, como suele hacerlo la derecha, dando a conocer triunfos en lugar de derrotas.

    Los medios otorgarán espacios optimistas, aunque fantasiosos, a un remedo de líder y a una fraudulenta estructura fascista con el objetivo de convertirse en partido. Versión que nunca reconocerán como consigna política.

    El 20 de enero se vislumbrará el destino de estos intentos que quienes nunca han estado en las ligas mayores y quieren competir luego de ser perdedores en la política amateur. La desesperación los lleva a este intento, porque de otra manera se mostrarán como verdaderos parásitos. No sólo estamos hablando sólo del difunto PRD sino del PAN, sin militantes, y el PRI, cuyo un dirigente tiene un pie en la cárcel.

    No cantan mal las rancheras el Verde y otros intentos en embrión, hasta El Yunque quiere salir de la mazmorra nazi para convertirse en alternativa política, la presencia de personajes como Juan Iván Peña Neder, quien primero se afilió como infiltrado al Movimiento de López Obrador, diciéndose de izquierda, violó a su esposa y estuvo más de dos años en la cárcel por este delito. Luego se fue a redes Sociales Progresistas donde dirigió el partido a nivel nacional, luego apoyó a Verástegui y ahora quiere tener un cargo importante en el partido de El Yunque, mostrando evidentemente su conservadurismo radical.

    Ninguno de los que quieren crear partidos es nuevo en la política, todos son producto del rechazo social y de la indiferencia popular, su trayectoria los tiene considerados como verdadera escoria y si a éstos sumamos los remedos de líderes sociales como la ex candidata de la alianza opositora o la llegada de oportunistas como algunos partidos evangelistas dl norte del país, encontramos que los parásitos quieren presionar para vivir del erario.

    Cualquier partido nuevo está condenado a ser de derecha, todos ellos quieren aprovechar la inconformidad social de una parte de la población ante el gobierno de Claudia Sheinbaum, aunque es minoría, es muy útil a la hora de darle voz a sus ideas en los medios convencionales.

    Para los medios convencionales estos grupos rechazados por la población y las leyes electorales, otorgarían la calidad de partido en sus espacios.

  • ¿Inteligencia Artificial o artificialmente impuesta? (Parte I)

    ¿Inteligencia Artificial o artificialmente impuesta? (Parte I)

    Desde los sótanos de Sillicon Valley se ha estado esparciendo la idea de que el siglo XXI gesta una maravilla que cambiará para siempre nuestro estilo de vida, y cuando digo “nuestro”, peco de ingenuo integrando a la raza humana en una suerte de masa homogénea que dista mucho de las múltiples realidades sociales, económicas y culturales que distinguen al mundo actual.

    A través de una cantidad inmensa de materiales realizados mediante la multimillonaria industria del entretenimiento, parece haberse desplegado desde hace décadas una agenda cuidadosamente planeada, como si de una checklist se tratara, que culminaría con la presentación al mundo de la última creación humana: una mente externa para realizar esa engorrosa e inútil tarea de pensar.

    Desde finales de los años 90 se vislumbraba esta suerte de distintivo social que dividía a aquellos individuos “in” y “out”, con la introducción de las agendas digitales Palm, las cuales requerían el uso de una pluma stylus para marcar cualquier cosa en su pantalla, tratando sutilmente de reemplazar el uso de agendas de papel para organizar las tareas del día.

    A las estridentes campañas publicitarias siguieron actualizaciones con un notorio aumento de funciones, como alarmas, recordatorios y hasta comandos de voz, agregando a todo aquello que actuaba como un sustituto de nuestra memoria el término “smart”, como si de un objeto con alguna clase de ingenio propio se tratara.

    Ya entrado el siglo XXI, Steve Jobs revolucionó el mercado colocando a cada nueva versión de sus chucherías tecnológicas la letra “i”, en alusión a la palabra INTELLIGENT, pues por alguna razón, a las prótesis médicas para sustituir extremidades faltantes por accidentes o malformaciones, había que agregar una nueva para algo que no habíamos perdido en ninguna circunstancia fortuita, sino que más bien parecía estar insistentemente queriendo arrebatársenos: la inteligencia.

    Y así hemos visto avanzar forzadamente esta transición impuesta que parece tener por objetivo ineludible, ceder aquello que nos distingue y ha colocado como especie preponderante y sobreviviente en este mundo, habiendo construido una civilización con claroscuros, que también ha tenido, como es evidente, inclinaciones autodestructivas de cuando en cuando.

    Tal vez lo más preocupante es la introducción indolente de estas tecnologías a sociedades tan desiguales como las actuales, en las que las enormes mayorías sólo cuentan con su fuerza de trabajo como único capital para invertirlo en economías de mercado ya decadentes, operantes aún en el mundo occidental.

    Las habilidades relativas a la fuerza física y el uso del tiempo son la única moneda de cambio con la que miles de millones de seres humanos cuentan para negociar todos los días y así conseguir un bocado de pan para sus hogares, lo cual se traduce en trabajos precarizados y ya de por sí devaluados como servidumbre, cajeros de centros comerciales o tiendas de conveniencia, oficinistas y otras labores que un puñado de privilegiados miembros de élites, fuera de todo sentido común considerará rápidamente sustituible o innecesario gracias a un impune avance tecnológico en un camino que debería ser trazado por ideales más profundos y nobles que un simple “lo hacemos porque podemos”.

    DA CAPO

    A esta andanada en contra de la humanidad misma, veremos acompañar más propuestas absurdas y éticamente cuestionables como la idea de un ingreso básico universal, que los mismos impulsores del desarrollo de la IA proponen establecer a manera de disculpa anticipada y para darse a sí mismos un poco de paz a causa de remordimientos que los atormentan ya desde ahora, vislumbrando las consecuencias negativas de sus egoístas aventuras y sin embargo, lo más inquietante es aquello que ni ellos ni nosotros podemos aún pronosticar.

  • 100 días de Sheinbaum y Zócalo patriota

    100 días de Sheinbaum y Zócalo patriota

    Ante un día frío, con llovizna a ratos, y pese al susto de un sismo durante la madrugada, 350 mil personas en Zócalo escucharon resultados de 100 días del gobierno de Claudia Sheinbaum y se empaparon de patriotismo.

    En metro, contingentes, a pie, con familias y en solitario, ciudadanos de todas partes nuevamente llenaron el espacio que ha atestiguado grandes hechos históricos, políticos y culturales.

    El primer cuadro de la Ciudad de México tuvo una atípica mañana de domingo. Los recorridos y paseos turísticos se sustituyeron por gente interesada en una presidenta.

    Algunos buscaban agradecer apoyos, expresar respaldo y otros tantos asistieron con la idea de agendar una cita personal con la titular del Ejecutivo.

    Mientras políticos, funcionarios, medios e invitados especiales iban tomando sus lugares, el ‘Colectivo Legado de Grandeza’ dio la primera y segunda llamada tocando éxitos de banda y mariachi.

    La tercera llamada fue el Himno Migrante. Al terminar dicha melodía, con vestido de color rosa mexicano y flores bordadas en el pecho, salió el personaje esperado por la multitud.

    Entre tambores, flautas prehispánicas y la porra “Presidenta, Presidenta”, la persona del día subió al escenario principal, que fue instalado debajo de la mítica campana de Dolores.

    Durante una hora, los asistentes escucharon sentados el discurso. La calma subió y bajo entre anuncios y avances económicos, políticos, sociales, de infraestructura y la relación ante Estados Unidos.

    Júbilo generó que la líder política -con un promedio de 80 por ciento de aprobación- reiteró que no aumentarán los salarios de funcionarios públicos durante sus sexenio.

    “La comentocracia” , “escépticos” del Tren Maya, quienes “quisieran que fracasáramos en seguridad” y el ex presidente Ernesto Zedillo fueron señalados por quien lleva 104 días en el cargo -los 100 días se cumplieron 96 horas antes-.

    La ex líder estudiantil -en los 80s y 90s-, anunció entre aplausos que presentará al día siguiente el nuevo modelo para la educación superior y, antes de terminar enero, la iniciativa para prohibir la siembra del maíz transgénico en la nación.

    El momento clímax llegó hacia el último tramo. Entre destellos de sol, quien dirige la relación de México con otras naciones arengó indirectamente contra los Estados Unidos.

    Los hermanos migrantes en EU -aproximadamente 12 millones- son “héroes y heroínas”, calificó. No olvidan a sus familias y a su patria y nosotros tampoco los olvidamos. “Los Defendemos”, subrayó.

    Sheinbaum declamó en voz alta, como si le estuviera gritando al viento, al mundo, a los mexicanos, y a Donald Trump: “nos coordinamos, colaboramos, ¡pero nunca nos subordinamos!”.

    La respuesta de las voces enardecidas fue “¡México, México!”, al tiempo que varios -incluidos funcionarios y miembros del gabinete- levantaron su puño hacia arriba y abajo.

    Posteriormente, al Zócalo, ya hecho una entidad integrada por miles de personas, no le restó más que entonar el himno nacional en medio de papeles tricolores que fue liberados.

    La también académica mandó abrazos desde el escenario, saludó sonriente, y se dirigió a despedir el lábaro patrio escoltado por militares. Todo ello entre pausas para tomarse selfies solicitadas o simplemente abrazar a sus compañeros de movimiento.

    De a poco, la funcionaria dejó de ser visible e ingresó a Palacio Nacional. De fondo, cual tema de cierre en cine, retumbó el Himno Migrante. “Cambiamos de lugar no de bandera. Verde, blanco, rojo lo llevo en las venas…”.

  • Sillas vacías

    Sillas vacías

    Cuatro encuestas publicadas recientemente señalan que la aprobación popular al trabajo de la presidenta Claudia Sheinbaum al frente del Poder Ejecutivo ronda índices de 80%. Dicho de otra forma, ocho de cada diez mexicanos creemos que la presidente conduce al país correctamente y sólo dos de esos diez rechazan las evidencias de esta labor. 

    Pensado sólo como ejercicio, si ese índice se tradujera mecánicamente en votos, Morena –porque Claudia representa a Morena y sólo por circunstancias de la política fue candidata del PT y del PVEM- obtendría 240 de las 300 diputaciones que habrá una vez aprobada la futura y necesaria reforma electoral, y 51 de los 64 escaños en la Cámara de Senadores. El ejercicio, por supuesto, tiene sus aristas porque para empezar no todos los candidatos morenistas serían Claudia Sheinbaum, pero de ese tamaño sería el descalabro para la oposición.

    Los números de las encuestas pueden leerse de dos maneras. Una, que hombres y mujeres de todos los estratos sociales y de todas las edades, con grados de educación diferentes, con distintas ocupaciones, ven de manera positiva las tareas emprendidas por la presidenta, lo cual echa por tierra el fatigado argumento opositor de que la entrega de programas sociales es sólo para asegurar una base de apoyo a Sheinbaum. 

    La segunda lectura indicaría que a pesar de los gritos y estridencias de los que se alimenta la oposición, poca o ninguna mella consiguen en el ánimo de la gente. A pesar de que los medios de comunicación masiva a su disposición le sirven para magnificar sus aberrantes despropósitos, como el de sugerir la intervención de Estados Unidos en asuntos de la competencia exclusiva de México, o declaraciones por lo menos imprudentes y clasistas, como llamar “golfos del bienestar” a los jóvenes que reciben una beca para continuar sus estudios, la oposición ha sido incapaz de articular un programa que atraiga las simpatías de la gente.

    Así, se van quedando cada vez más solos los periodistas que hacen del periodismo la inmundicia que todos conocemos, los académicos que se vuelven púgiles para golpear no con argumentos sino con rencores, los políticos de la derecha que saben que esta es su última oportunidad para alzarse con los fondos públicos. El retrato más cruel pero certero de esa soledad y de ese desamparo en el que van quedando es la del Poder Judicial de la Federación y las sillas vacías que colmaron una de sus recientes reuniones.

    En su soledad, los opositores hablan con las piedras del campo para contarles que el país hundido en la catástrofe económica, aunque el INEGI señal, en su comunicado de septiembre de 2024, que la Población Económicamente Activa (PEA) sumaba entonces 61 millones de personas, de las cuales se hallaban ocupadas  59.3 millones, o el 97.3% de dicho total, y estaban desocupadas 1.6 millones, o el 2.7%.

    Fantasmales casi, hablándole al auditorio de sillas vacías ilustrado por los supremos jueces de la nación, periodistas y opinadores y académicos y políticos quieren convencer al pueblo de que el país se halla en la ruina económica, cuando el promedio de cotización diario al IMSS es de $581.57 pesos, o $17,447.10 pesos mensuales. Con esas cifras, al menos en nuestro país, es difícil convencer del desastre a las mayorías.

    Pero ni así abandonan las élites su empeño de propalar mentiras. No saben, no pueden, no quieren intentar otro camino, el de la organización popular, por ejemplo. Pero, ¿cuándo, desde su fundación, el PAN se propuso organizar a las masas para la toma del poder si sus bases eran los pequeños comerciantes, la pequeña clase media, pequeña en sus alcances ideológicos y espirituales? O el PRI, ¿cuándo intentó una organización que no fuera la manipulación forzosa de obreros y campesinos, sujetos a los corruptos sindicatos y ligas agrarias donde la única divisa era votar por el PRI?

    En la orfandad, no les queda otra opción más que ponerse en las manos de los López Dóriga, los Ciro, los Alazraki, los Brozo, y el conjunto de chayoteros que hacen lo que pueden, pero se ve que no pueden mucho porque sus múltiples y constantes marrullerías no alcanzan a opacar la labor de la presidenta Sheinbaum.

    En un arranque lírico, se diría junto con el poeta Bécquer: “¡Dios mío, qué solos / se quedan los muertos!”. Los muertos políticos a los que sólo dos de cada diez mexicanos les aplauden y los vitorean. Qué solos, pues.

  • El juego sucio en Venezuela: ¿imperialismo o autoritarismo?

    El juego sucio en Venezuela: ¿imperialismo o autoritarismo?

    Lo ocurrido en Venezuela ha acaparado por completo la conversación en redes sociales y noticieros mexicanos e internacionales. Sin embargo, en México y gran parte del mundo, el discurso se ha reducido a dos bandos: derecha e izquierda, evidenciando un problema de análisis y conocimiento.  

    Se han presentado argumentos tan endebles que solo muestran el desconocimiento histórico y social de la región. No es de extrañarse, ya que, al menos en la política mexicana, la derecha carece de un argumento sólido para justificar su clasismo y la pérdida de privilegios; por lo tanto, recurre a conflictos externos para desprestigiar al gobierno actual.  

    Es claro que existe una grave crisis humanitaria, económica y política en Venezuela. De hecho, en este limitado análisis político, he encontrado a personajes de izquierda en México preguntarse si es necesario defender a Nicolás Maduro.  

    La respuesta es: no. Es cierto que en el hermano país latinoamericano no hubo un proceso electoral democrático; sin embargo, tampoco hubo un fraude electoral como lo ha difundido la derecha. Incluso algunos luchadores sociales han preferido guardar silencio para no hacerle el juego a una derecha rapaz.  

    Empecemos por el principio: históricamente, Venezuela ha sido víctima de la sobreexplotación de la derecha. Antes de la llegada de Hugo Chávez, los empresarios gozaban de inmunidad, controlaban todo y sobreexplotaban tanto los recursos humanos como los naturales.  

    La irrupción de Chávez y su “socialismo del siglo XXI” representó una lucha constante contra el capitalismo que, según el líder venezolano, explotaba a los más pobres y favorecía a las élites. Chávez prometía una revolución que pusiera los recursos del país en manos del pueblo, lejos de las garras de intereses extranjeros, una idea que guarda similitudes con el discurso de Andrés Manuel López Obrador en México.  

    En esta lucha, Chávez buscaba eliminar las influencias extranjeras y el sometimiento político y económico, principalmente de Estados Unidos. Privilegiaba el nacionalismo y proponía un futuro donde Venezuela fuese gobernada por y para los venezolanos.  

    No es sorprendente que este discurso generara el rechazo de empresarios y potencias imperialistas como Estados Unidos y Europa, quienes emprendieron campañas de desprestigio contra Chávez. Sin embargo, su labor política y social logró mejorar la calidad de vida de algunos sectores, especialmente los más pobres. Por ello, sus ideales no solo definieron la política interna venezolana, sino también su proyección internacional como líder de la resistencia frente a las grandes potencias colonizadoras.  

    Para sus seguidores, el legado de Chávez representa la base de la libertad y la justicia social en América Latina, y defenderlo se ha convertido en una misión histórica. No obstante, Maduro no es Chávez, y no necesariamente el fin justifica los medios.  

    Aunque en el sistema electoral venezolano es difícil que ocurra un fraude como lo asegura la derecha, no es un secreto que el proceso reciente fue irregular. El acoso contra la oposición y la inhabilitación de Corina Machado para competir por la presidencia solo alimentaron el discurso de ilegitimidad. Sin embargo, basta observar quiénes respaldan a esta oposición venezolana para entender su verdadera naturaleza.  

    Es irónico que personajes como los panistas Vicente Fox, el espurio Felipe Calderón, la corrupta Margarita Zavala o el farsante Ciro Gómez Leyva se muestren preocupados por Venezuela. En el ámbito internacional, países como Estados Unidos que, al no poder explotar los recursos venezolanos, emitieron una orden de aprehensión contra Maduro, o Israel un estado genocida que se atreve a criticar a otros, no contribuyen a la paz ni a la democracia, sino que fomentan una guerra civil e invasión.  

    Lo más sensato para Venezuela sería anular las elecciones y convocar un nuevo proceso electoral limpio y justo. Esa sería la solución más pacífica y viable. Defender a Maduro es perpetuar violaciones a los derechos humanos, mientras que respaldar a la derecha rapaz de Corina Machado significa abrir la puerta al capitalismo voraz que históricamente ha saqueado a América Latina.  

    El futuro de Venezuela no debe decidirse entre dos extremos fallidos. Debe construirse desde un verdadero compromiso con su gente, su soberanía y su dignidad. América Latina merece líderes que, en lugar de replicar viejos errores, tengan el valor de proponer un camino que haga de la justicia social y la libertad más que simples banderas de campaña.  

  • “Date gusto vida mía, que yo me daré otro tanto”

    “Date gusto vida mía, que yo me daré otro tanto”

    En estos tiempos de presidentes extranjeros desquiciados, mexicanos que votaron por el gringo bocón y los fifís que piden a gritos la intervención armada de los vecinos del norte, cerrar filas y reforzar la identidad nacional es vital.

    Una de las expresiones más emblemáticas de la esencia nacional es el Mariachi. Con su grito muy particular, es la máxima expresión melódica de angustia y felicidad. Desde canciones que pintan escenas campiranas como “El Zopilote Mojado” hasta melodías instrumentales complejas como “Amor Indio” o “México de Noche” quien no disfruta y se siente más mexicano que nunca, al oír a un Mariachi tocar canciones rancheras, sones, corridos, boleros, huapangos y valses. 

    Cuando queremos sentirnos alegres, especialmente en fiestas de cumpleaños, las Mañanitas con Mariachi se encuentran presentes en vivo o en grabaciones, porque su música crea un ambiente festivo y emocionalmente cargado, que une a las personas y alegra los corazones.

    Sus vistosos y elegantes trajes bordados con tradicionales motivos mexicanos, están inspirados en la ropa que usaban los campesinos, vaqueros y charros; llevan espuelas en los botines y usan sombreros anchos, pantalones ajustados con botones o adornos de plata, corbata de moño y chaqueta. Así los recuerdo desde aquella icónica película de 1936 “Allá en el Rancho grande”. Son una verdadera representación visual de la historia y el orgullo e identidad nacional.

    Por otra parte, aunque los instrumentos pueden variar, según el tamaño de la agrupación (de ocho elementos mínimo) se cuenta siempre con el guitarrón, la chirimía, la vihuela, la guitarra, la trompeta y el violín. Los conjuntos más grandes incluyen metales, cuerdas en varias tonalidades y, en ocasiones, arpa. Todos ellos hacen de su conjunto un vibrante sonido representativo de nuestra cultura. 

    Se considera que la cuna del Mariachi como se conoce actualmente, fue en el siglo XIX en Jalisco. Como dice la canción “de Cocula es el mariachi y de Tecalitlán los sones”. Pero también se asegura que sus orígenes datan del siglo XVI y en su invención, las mayores aportaciones fueron de los pueblos indígenas Cora, Wixárika, Nahua, Huichol y Purépecha.

    Hace casi un mes el Congreso de la Ciudad de México propuso reconocer el “Día del Mariachi en la Ciudad de México” y exhortó a la Secretaría de Cultura local a que el día 10 de noviembre se proclame como el “Día del Mariachi en la Ciudad de México”. Y es que esta hermosa música nos permite reconectar con nuestras raíces. Es un símbolo para generaciones enteras disfrutada por personas de todas las edades y orígenes.

    Pero además, desde el 2011 el Mariachi fue reconocido como intérprete de la música tradicional a través de la cual se trasmiten valores e historia por lo que se le nombró Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Así,  este 21 de enero se celebra el Día Internacional del Mariachi. Esta honra subraya su importancia cultural y la necesidad de conservarlo como lo más representativo de la escena musical en México.

    En conclusión querido lector, que nunca muera la música tradicional mexicana, larga vida al Mariachi y sus dos días conmemorativos: El 10 de noviembre en la Ciudad de México, y el 21 de enero en todo el mundo. Habrá que contratarlos más seguido. Por cierto el Mariachi Vargas de Tecalitlán ya anunció “El Legado” tour 2025.

  • En legítima defensa del Golfo de México

    En legítima defensa del Golfo de México

    El nombre de México entró en la conciencia de Europa en pleno siglo XVI por medio de las cartas y relaciones redactadas por los propios conquistadores, como Hernán Cortes y Bernal Díaz del Castillo. Fueron esas fuentes las que retomaron los primeros cartógrafos que representaron lo que inicialmente llamaron un Nuevo Mundo.

    El llamado Mapa de Nuremberg, publicado en Europa en 1524, tres años después de la caída de Tenochtitlan, no solo es la primera descripción europea de la ciudad lacustre de México; sino que está acompañado de la representación de la costa del golfo, identificado por las desembocaduras de los ríos y los puntos que los españoles bautizaron como La Florida, Cuba y Yucatán.

    No resulta extraño que fueron los propios navegantes y cartógrafos europeos quienes identificaron ese enorme mar bordeado por dos penínsulas para denominarlo Golfo de México, derivado del nombre de la civilización más extendida que conocieron en este hemisferio.  

    El nombre de América se difundió en la misma Europa luego de las publicaciones de la obra en latín Cosmographiae introductio y del mapa Universalis Cosmographia o Planisferio de Waldseemüller en 1507, que se atribuyó al explorador florentino Américo Vespucci, por el mérito de haber “descubierto” un nuevo continente de la dimensión de una cuarta porción no conocida hasta entonces por el mundo occidental.

    Durante todo siglo el siglo XVI y el siglo XVII fueron los conquistadores de España quienes promovieron extender el nombre de América a todo el continente; por lo que tampoco es extraño que la porción norte o septentrional del continente se identificara como América Mexicana en 1607, tal como aparece en el mapa Orbis Terrarum del editor y cartógrafo flamenco Pieter van den Keere o Petro Kaerio.

    Este fue el mapa y la base histórica con que la Presidenta de México, contestó a la bufonada de Donald Trump de rebautizar a nuestro litoral atlántico como “Golfo de América”; porque si al presidente electo de Estados Unidos le suena agradable su ocurrencia, existen entonces verdaderos motivos históricos para retomar un nombre que existía para toda América del Norte antes de las primeras colonias inglesas en Virginia y Massachusetts.

    Pero más que las implicaciones reales que pudiera traer en la cartografía esta nueva bravuconería hacia México, hay que detenernos en quienes son los interlocutores a quienes Trump dirige sus “propuestas” delirantes. Como parte de su campaña política antes de volver a asumir la Presidencia de Estados Unidos, ha dirigido sus amenazas a Canadá, con la humillación de volverlos el estado 51; a Panamá, con el amago de reocupar el canal trasatlántico; y a Dinamarca, con la propuesta de comprar la isla de Groenlandia.

    Más allá de la verdadera viabilidad de estos amagos de expansionismo imperial, hay que poner atención como el próximo mandatario estadounidense vuelve a poner su mira en el continente americano como área de influencia y subordinación, reeditando la doctrina Monroe que establecía la primicia de los Estados Unidos sobre todo el continente.

    En México no podemos olvidar como la mitad de nuestro territorio fue anexionado por medio de la fuerza y promoviendo la división interna en beneficio de las elites entreguistas. Las constantes amenazas de intervenciones militares son parte consustancial de la política norteamericana casi desde que alcanzaron su independencia, por lo tanto, lo que se ha etiquetado como ocurrencias de Trump, forma parte de las mismas acciones que las naciones de América Latina han padecido desde el siglo XIX.

    Trump se dirige a sus bases sociales, entre todas las clases y todas las etnias, apelando a ese supuesto pasado glorioso conseguido gracias a la expansión por medio de la fuerza, ahora bajo la ilusión de recuperar la grandeza perdida por su imperio en franca decadencia en este siglo XXI. El sustrato fascista de estos relatos tiene amplia repercusión en sociedades en crisis como lo es Estados Unidos, pero no pasemos por alto, que nuestra propia derecha y sus voceros estén festejando esta gracejada o tratando de argumentar la supuesta seriedad de la idea trumpista.

    Una búsqueda somera en las redes sociales evidencia a sectores del conservadurismo que equiparan los delirios de Trump con los mapas donde México era nombrado como la Nueva España, y como apéndice de aquel imperio, lo cual incluso añoran desde la visión elitista, clasista y racista que les caracteriza. Aunque en escala marginal, en nuestro país también existen eso núcleos fascistas que añoran al Imperio Español o que anhelan separar algunas regiones de nuestro territorio, derivado de su histórico desprecio a la gran y diversa mayoría de nuestra población. Este es el núcleo social de la ultraderecha mexicana que aspira a crecer para disputar el poder, de la mano incluso de la posibilidad de traicionar o vender a su Patria. 

    Si se tratara de restituir derechos la geografía que hoy conocemos, tendría que modificarse radicalmente, comenzando por retomar para todos los habitantes de Nuestra América, el nombre indígena de Abya Yala para nombrar esta tierra que no deja de florecer.

    En México, el pueblo está cada vez más consciente, más despierto, no pasarán las estridencias intervencionistas; hay una gran mayoría que conoce de nuestra historia profunda, orígenes milenarios y grandeza cultural, y tenemos en la Dra. Claudia Sheinbaum a una Presidenta con toda la legitimidad que implica asimismo un pueblo organizado. 

  • Estados Unidos: el imperio moribundo

    Estados Unidos: el imperio moribundo

    Ningún imperio ha sobrevivido a lo largo de la historia, porque, después de todo, no hay mal que dure 100 años. En la era antigua, desde las grandes civilizaciones mesoamericanas, pasando por las grandes dinastías asiáticas, los califatos árabes y hasta el imperio romano, todos cayeron, dejando un caos inicial que fue el principio de un nuevo orden aprovechado por nuevas potencias.

    Estados Unidos no es la excepción, y para beneplácito de muchos, caerá. En tiempos modernos, el imperio español dominó los mares en el siglo XIV, luego lo hizo Portugal, con quien se dividió el mundo; pero a la caída de ambos, vinieron los holandeses, y una vez que terminó su dominio, dieron paso al segundo imperio más sangriento y violento de la historia: el inglés. Cuando Estados Unidos y sus aliados ganaron la segunda guerra mundial, impusieron su nuevo orden, que vino a reafirmarse en la guerra fría con la Unión Soviética; pero ahí no acaba la historia, afortunadamente.

    No está claro si habrá un claro vencedor antagónico al dólar, al capitalismo salvaje y al protestantismo blanco anglosajón que hoy domina el mundo; o si, por el contrario, habrá un mundo multipolar post capitalista, cuyos equilibrios se repartan en diferentes latitudes geográficas; pero, lo que es un hecho, es que ya hay señales de que el mundo unipolar no lo será más.

    Decadencia en valores y fracaso de su propio modelo económico, incapaces de derrotar a los rusos, sobrepasados por los chinos, provocando guerras en Medio Oriente, perdiendo influencia en África y sometiendo a Europa, los estadounidenses muestran signos de decadencia como imperio, pero hay un problema con ello: cuando caiga, lo hará con toda la violencia posible, y es que Estados Unidos y sus gobernantes serían capaces de cargarse a civilizaciones completas si eso los acerca a una victoria global pírrica.

    La historia muestra que, en su decadencia, un imperio es capaz de lo que sea, y Estados Unidos todavía tiene mucho poder, armas y control sobre el sistema económico y financiero con el que castigan e invaden países sin miramiento alguno. El problema es que tienen cada vez menos credibilidad y obediencia perenne de otros gobiernos, incluso los aliados, y lo saben.

    Antes, eran menos obvios y trataban de tener cierta congruencia a partir de una falsa superioridad moral rubricada en sus instituciones y propagada en sus poderosos medios. Ahora, son descarados e incongruentes, y hasta el ciudadano de a pie más desinformado se da cuenta que cometen grandes atrocidades no en nombre de la democracia o un supuesto orden, sino para mantener el poder sobre los demás.

    Un imperio depredador tan violento como el estadounidense se mantiene apoyado en guerras y sometimiento, nunca con grandeza cultural o valores, a diferencia de otros imperios como el griego, que cayó ante el romano, pero el primero perduró en el tiempo por sus grandes pensadores y aportaciones a la humanidad.

    En un futuro, a Estados Unidos se le recordará más como la versión con esteroides del imperio británico, que como los que dieron gloria civilizatoria a partir de su modelo. Se sabrá que mataron a diestra y siniestra y provocaron el sufrimiento de millones solo por imponer su mundo basado en reglas, y que no permitían la disidencia, porque se sabían temerosos de un despertar moral y cultural que los superara.

    A los mortales de hoy no nos alcanzará la vida para ver el desplome del peor imperio de la historia, pero nuestros descendientes, en algún punto, lo harán, y será épico.

  • Dogmas de derecha

    Dogmas de derecha

    Los conservadores en México perciben la política mundial como un dogma de fe. Una especie de fanatismo religioso adoptado a lo que ellos creen que está muy distante de la realidad. No hay conservador que asegure que Maduro perdió las elecciones en Venezuela. Dudar siquiera los colocaría cercano a las llamas del infiero del comunismo.

    Ninguno de los que afirman que hubo fraude electoral se dio a la tarea de investigar o de explicar, con datos duros, el mecanismo de la usurpación.

    Sin embargo, estos grupos niegan el fraude de Felipe Calderón y hasta tienen voceros de la usurpación como Ciro Gómez Leyva, quien no tiene ni pizca de duda de que en 2006 hubo elecciones democráticas.

    Así también pensar que Vladimir Putin es un dictador porque el pueblo ruso lo ha reelegido varias veces es un dogma de fe que nada tiene que ver con la realidad y que en Nicaragua nadie votaría por Daniel Ortega, o que todos en Cuba están muriendo de hambre, o que el modelo de seguridad de Bukele es el mejor. En fin, repiten sin siquiera intentar averiguar si es verdad en lo que creen y discuten como si tuvieran razón, basada en datos sólidos.

    Ninguno de esos conservadores ha visitado Venezuela en los últimos 25 años, ni se atreve siquiera a mencionar la palabra Cuba, porque podría condenarlos a pecar condenándose, recuerdan a los dogmas de los antiguos pobladores de México que estaban convencidos de los poderes de Tlaloc, Tezcaltipoca o Quetzalcóatl, parte integral de una cultura, una cosmogonía que muestra la evolución del ser humano porque es historia, pero la forma de adorar ídolos de barro como si fueran santos ahí está la empleada de la CIA, María Corina Machado, convertida en una inmaculada deidad, al que han llegado a rezarle. Sandra Cuevas le regaló la bandera mexicana y la brutarga, la menciona cada ve que puede, como paladín de la democracia.

    Los venezolanos en el exilio tocan su ropa como si se tratara de una virgen, cuando en realidad la vida de esta mujer está muy distante de las gracias divinas.

    Así honraron a Capriles, a Juan Guaidó, a Jair Bolsonaro, incluso a Rafael Trujillo y a Augusto Pinochet. Todavía hay admiradores de Hitler y de Mussolini no solo en Europa sino en América y en el este del planeta. La derecha crea su propia religión y una trayectoria de su propia creencia mística basada en mentiras, las cuales son intocables, nadie puede cuestionar su convicción de que el comunismo existe y está a la vuelta de la esquina o que los sacerdotes de la política son en realidad representación de Dios en la tierra, que defienden a la humanidad de la maldad del progresismo.

    Sacerdotes como Milei que acaba de prohibir los salarios mínimos en Argentina, o la duquesa española que ofreció una conferencia sin público en la UNAM, incluso han legado a colocar a Trump como ideólogo de la derecha cuando dice que los mexicanos que llegan al vecino país son basura. Cuando los desechos humanos están de aquel lado, seres humanos inservibles que regresan de la guerra con una adicción que deben padecer el resto de sus vidas.

    Así, los dogmas son verdades absolutas pero sin cuestionar, nadie que se diga conservador puede pensar siquiera que Morena se ganó, con la ley en la mano, la representación legislativa. También contradice a sus dioses el hecho de que los organismos autónomos eran centros de corrupción, que quienes murieron en la pandemia fueron los menos o que la inseguridad rebasa cualquier antecedente en la historia de México.

    Los niños de la guardería ABC, nunca existieron, se preocupan más por hacer creer que hubo carestía de medicamentos contra el cáncer pro no que los priistas inyectaron agua a los niños con dicha enfermedad. Que Tlatelolco fue un acto que detuvo el avance comunismo en México o que la matanza de Acteal fue un caso aislado, aunque siga impune; esa parte de la historia, la que no encaja en los dogmas de fe de los conservadores simplemente no existe.

    Para ellos las muertes de los guerrilleros estuvo bien ganada, por andar de revoltosos, los estudiantes víctimas mortales de la represión priista y panista debieron ser castigados por la mano divina de los granaderos porque a la universidad se va a estudiar. Todas estas creencias, más cercanas a la fantasía que la realidad, según nos lo muestra la historia misma, son parte de una nueva creencia religiosa que nadie puede cambiar a pesar de las evidencias que tumbarían la mayor parte de sus dogmas. Dan como un hecho supuestos o noticias sobre países que no conocen pero de los que hablan mal los medios, según la presión que quieran ejercer sobre sus mandatarios, pero los conservadores hacen de la consigna una investigación periodística y de la verdad un dogma de fe.

    La derecha no tiene dudas de lo que cree, aunque en el fondo sepa que se trata de una religión sin fundamento en la realidad, sin congruencia en sus ciclos cronológicos. Esa es la verdad para los conservadores, de ahí su permanente inseguridad al conducirse dentro de una práctica estrictamente política donde prefieren romper el diálogo, el grito, la estridencia y el insulto.