Un gobierno que pusiera en su discurso y en los hechos primero a la población más pobre y menos atendida, no solo se antojaba lejano. Impensable. En un contexto donde el PRI y el PAN por orden de aparición, habían actuado en su tiempo de gobernar como obedientes lacayos del Fondo Monetario Internacional y por ende de los países más poderosos del orbe.
Nuestro presidente puso un límite firme como nunca en la historia, sin cerrar la cooperación internacional, sin cerrar los mercados, solo con un sesgo: el pueblo va primero. Y además sin sacrificar ni uno solo de los programas sociales.
Fue el sexenio en el que subió el salario mínimo como nunca en la historia, y el peso mexicano se mantuvo estable. Se construyeron importantes obras de infraestructura terrestre y área, y la gasolina también estuvo en un margen que nunca se excedió. Y todo esto se logró de manera pacífica.
Se demostró lo impensable: sí se puede gobernar con políticas públicas a favor de los que menos tienen, sin llevar al país a una guerra. Sin duda está forma de gobernar de AMLO ha sido una obra de arte. De un gran orfebre. Casi andar entre cáscaras de huevo. Con una oposición rabiosa que no se cansó de denostar todo lo realizado. A base de mentiras y más mentiras y de una política como siempre entreguista y agachona con el poder internacional.
Nuestro querido presidente nos devolvió la dignidad. Y nos recordó que hace ya 2 siglos México es una nación independiente. Que dejó de rendirle tributo a la corona española y a sus descendientes otrora dueños de bancos y de empresas en nuestro país (bienvenida la inversión, con respeto) Dejó muy claro que nosotros: somos antes que todo mexicanos, y que la política internacional se hace con la cabeza en alto.
Habló como nunca antes en la historia de nuestra nación del racismo y del clasismo con que tratamos a nuestra población indígena de las que todos somos descendientes también. Del respeto que merecen nuestros pueblos originarios. Gobernó con un profundo amor hacia el pueblo de México, y claro que sí. Amor con amor se paga, nuestro presidente deja una huella positiva enorme en nuestros corazones, y nuestro agradecimiento.
Le tocó una fuerte pandemia, y nos mantuvo informados y cuidados. Nos vacunó a todos sin distinción de clases sociales.
Falta mucho por hacer sin duda, han sido años de estar gobernados por gente que debió ser impresentable. Y que se alió prácticamente en todas las ocasiones con el crimen organizado, y se convirtieron en gánsters de cuello blanco. Nuestro presidente gobernó con el peso de aquellos expresidentes que refugiados en el extranjero; seguían queriendo manejar el país, furiosos por perder sus canonjías entre ellas sus pensiones millonarias. Digo el peso porque se encargaron de orquestar una campaña sucia y ruin con todos los corruptos medios privados de televisión y radio: también muy enojados porque se les exigió que ya, era justo que pagaran impuestos (pues siempre coludidos y compinches con el gobernante en turno, no pagaban nada).
Lo que se logró fue impensable, decirle a las cosas por su nombre en la política, y no desde lo oscurito, ni en sobre mesas, o en charlas de café, sino desde la tribuna de AMLO. En sus famosas mañaneras, hablar con el pueblo de tú, informarlo con respeto sobre todo lo realizado en su gobierno.
Quizá no se comprendieron en un principio, así como su estilo único y sus bromas. Por eso “me cansó ganso” que las extrañáremos.
Y su última gran aportación de este gran presidente, al que se crítico de falta de sensibilidad feminista, quizá por algunos comentarios fuera de contexto o en su momento desafortunados. Es proponer a una candidata mujer para continuar de alguna manera su legado. Claudia Sheinbaum, votada con una amplia mayoría y quién se encuentra a punto de asumir el poder. Con eso nos calló la boca a los que dudábamos de su talante feminista. Sin duda un gran presidente que con el paso del tiempo será todavía más valorado. Como reza el refrán. “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido”.
El político más importante en la vida contemporánea de México y el más querido, se retira dejando no solo un legado al pueblo (del cual hablé en mi anterior columna), sino que además un modelo a seguir para la esfera política, siendo una de las enseñanzas, el retirarse a tiempo, el soltar el poder.
Haciendo un escaneo de los gobiernos de izquierda de Latinoamérica, algunos han repetido el mismo error, la reelección. Fidel en Cuba, Lula en Brasil, Evo en Bolivia, Maduro en Venezuela, por mencionar algunos de los más sonados; y aunque cada país tiene sus particularidades, esta decisión afecta más de lo que se ve a simple vista. Crea estructuras de poder inamovibles que no permiten la renovación de liderazgos, genera un estancamiento de los movimientos progresistas y desincentiva la participación ciudadana.
El obradorismo, al igual que el maderismo se ha convertido en símbolo del “sufragio efectivo, no reelección”, y esto coloca una vez más a AMLO como un gran líder de la izquierda en toda nuestra América. Así como México proviene de metztli: luna y xictli: ombligo; es decir, “en el ombligo de la luna”, Andrés Manuel López Obrador ha convertido a nuestro país en el centro de la política como un ejemplo a seguir respecto nuestros países hermanos.
Analistas, politólogos e incluso periodistas han venido a México para aprender sobre el proceso que se esta llevando acabo en nuestro país y poder llevar está transformación a sus países desde sus trincheras. Puedo dar fe de ello.
Así pues, López Obrador soltó el poder y con ello añadió al obradorismo, a toda esa nueva cultura política, una izquierda democrática siempre a favor de la voluntad popular. Con estos principios, este movimiento lejos de marchitar, está vivo de esperanza y la muestra esta en que el Presidente se retira con un 77% de aprobación y la Presidenta Claudia Sheinbaum logra superar los votos obtenidos por el propio López Obrador en 2018.
En consecuencia, este martes 1 de octubre, día en que se pública este artículo, toma protesta la primera PresidentA de nuestro país, cuyo gobierno estaré analizando en mis próximas columnas.
Cierro esta columna con las siguientes palabras: Entre la gente continua y continuará el quebrantante suspiro que no es capaz de cesar, pues se va aquel líder social que al cual no solo vieron luchar sino que acompañaron en el combate.
“El enojo de los intelectuales contra la Cuarta Transformación es por el dinero que dejaron de recibir del Gobierno; aunque están vigentes las becas a sus allegados -porque no hay propósito de quitarles nada-, ya no son mandones ni tienen las influencias de antes y sobre todo, ya no tienen el erario federal a su disposición.
“… en lo personal, deseo concluir mi mandato a finales de septiembre del 2024 para retirarme en definitiva del ejercicio de la política y vivir en Palenque el resto de mi vida con salud y alegría, quedándome con el recuerdo y con la sublime satisfacción de haber servido al extraordinario pueblo de México y a nuestra gran Nación.”
A LA MITAD DEL CAMINO Andrés Manuel López Obrador Editorial Planeta Páginas 248 y 319
…” vamos a procurar que puntualmente a las siete de la mañana podamos hablar con ustedes, informarles para que a través de ustedes los mexicanos tengan información de lo que acontece en nuestro país. Se va a garantizar el derecho a la información”
Primera Conferencia matutina del Presidente Andrés Manuel López Obrador Palacio Nacional 3 de diciembre del 2018
…” Ustedes me van a juzgar, pero no olviden que todavía falta que a ustedes y a mí nos juzgue la historia. ¡Viva la dignidad! ¡Viva México!” Discurso por el Juicio de Desafuero del Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador Palacio Legislativo de San Lázaro 7 de abril del 2005
Parece lejano aquel 3 de diciembre del 2018. Iniciaba un nuevo periodo para el México contemporáneo. Iniciaba el nuevo periodo presidencial del Lópezobradorismo, lo que no era nuevo; era, es y fue su estilo que muchos, principalmente los capitalinos, los que le conocimos cuando estuvo como Jefe de Gobierno allá por el año 2000 y hasta el 2005, cuando atentaron contra sus derechos políticos con el desafuero, también le brindó a la ciudadanía su derecho a la información.
Esta vez, ése 3 de diciembre, dieciocho años después de haber iniciado su periodo en la Jefatura de Gobierno, llegó al Salón Tesorería de Palacio Nacional con su equipo de seguridad, el Secretario de la Defensa, Luis Crescencio Sandoval, el Secretario de Marina, José Rafael Ojeda Durán (aguataron todo el sexenio), la Secretaria de Gobernación de ese entonces, Olga Sánchez Cordero, Alfonso Durazo que era el Secretario de Seguridad Ciudadana y el Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, todos ellos, de pie y atentos, le acompañaron en esa primera conferencia matutina, ahora conocida mundialmente como “la mañanera”. Venían de su “reunión de seguridad” con ese equipo, como le llamó a esas reuniones que tuvo todos, todos los días.
Fueron, de acuerdo a Los Periodistas Álvaro Delgado y Alejandro Páez Varela, 1,447 conferencias, de acuerdo al Noticiero en Redes 1,463 y de acuerdo al conteo en su plataforma, la del Presidente Andrés Manuel López Obrador fueron 1,448 conferencias; aquí el número es menor, quizá porque, recordemos que durante las campañas de las elecciones, el INE, el órgano electoral que se encargó de las recientes elecciones y donde ganó la ahora Presidenta Constitucional, la Dra. Claudia Sheinbaum, ordenó, sí, el INE le ordenó a Presidencia y por consiguiente al Presidente, que bajara varias conferencias pues “afectarían” por X o Y razón el curso de las elecciones: algo inédito e insólito que desde un órgano independiente le limitaran al Presidente de la República ciertos temas y le coartarán su derecho a la réplica. También, la Suprema Corte de La Nación, que no de Justicia, brindó varios amparos a diversas personas del ámbito político (como la excandidata de la oposición) para que no se mencionarán sus nombres en la conferencia, por consiguiente afectando esa conferencia con la indicación que fuera bajada de todas las plataformas, así la dictadura que gritaban y al mismo tiempo le prohibían al mismísimo presidente abstenerse de hablar de ciertos personajes.
“Se va a garantizar el derecho a la información, no vamos a tratar sólo temas de seguridad, vamos a tratar todos los asuntos que tienen que ver con la buena marcha de la cosa pública de la República” dijo el presidente en su primera aparición en esa comparecencia y cumplió, nunca dejó sin contestar alguna pregunta, por incómoda que fuera, eso sí, cada día ejerció su derecho a la réplica ante la andanada de basura y de mentiras que se dijeron desde muchos años antes, pero que en su periodo presidencial se incrementaron de manera increíble, voraz y cada vez más con mentiras más absurdas e infames.
Siempre estuvo de pie, sólo lo vimos sentarse cuando llegó el personal médico para aplicarle las vacunas, 3, sólo 3 ocasiones que debió sentarse y generar la confianza en el pueblo para aceptar ponerse las vacunas en la terrible etapa del covid y, a raíz de haber adquirido o haberse contagiado de la enfermedad en dos ocasiones, se tuvo que ausentar y ser cubierto, primero por la entonces Secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero que asistió a la conferencia a contestar también cualquier clase de preguntas y después, con el siguiente contagio, ser cubierto por el siguiente Secretario de Gobernación, el ahora Senador Adán Augusto López Hernández y también, contestando directo y de frente cualquier cuestión, viniera de donde viniera.
Sobre este hecho, recordamos que la prensa envilecida corrió el rumor, sin tomar en cuenta las consecuencias de poder desestabilizar al país, cuando, en los famosos nados sincronizados, se esparció el rumor del fallecimiento del Presidente de México; tuvo que salir el propio presidente a dar un mensaje a la nación para frenar el río de miserias en los noticiarios de los medios de desinformación y calmar a la población que estaba expectante ante cualquier noticia.
Los medios corporativos no lograron ni lograrán ver la trascendencia de este ejercicio periodístico, aunque ellos le llamen propaganda, su obtusa mente nunca los dejó vislumbrar un poco de lo mucho que trascendió a nivel mundial la conferencia con la que iniciaba cada día y con la información y el diálogo circular que marcaba el paso en materia informativa. No tomaron ni en cuenta cuando el canal del Presidente López Obrador salió en el Top 10 de los streamers en español ocupando el sexto lugar. Algo verdaderamente increíble.
Más bien, se fijaron (ahí su interés) en sus zapatos, que si traía la agujeta suelta, que si llevaba los zapatos sucios o que si ya estaban acabados o desgastados, en fin, estaban acostumbrados a tener presidentes bien vestiditos, bien chulitos con sus trajecitos bien planchaditos, unas “monadas” pues, como maniquíes y como maniquíes eran, vacíos, huecos y sin esencia. Una de las últimas, con el nado sincronizado que sacaron donde estuvieron malinformando que el reloj que portaba el presidente todas las mañanas, de acuerdo a sus consultas, tenía un costo arriba de los 120 mil pesos… decían y malinformaban; lo aclaró, costó como 3 mil pesos y fue un regalo, un regalo que el último día también rifó (una rifa más como la del avión que compró Felipe Calderón unos días antes de terminar su sexenio) ahí mismo, en el salón Tesorería y entregó en propia mano al ganador.
Un momento de gran claridad fue cuando, ante la insistencia de los medios corporativos transmitiendo mentiras y manipulando la información sobre el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, realizó una llamada directa y sin escalas al Director del AIFA, al General Isidro Pastor, así, en vivo, directito y sin escalas para aclarar cualquier mentira que estaban sembrando en las audiencias.
Otro momento cumbre en las conferencias, cuando platicó, al borde del llanto y con sus ojos al borde de las lágrimas, cómo fueron perseguidos y asediados sus hijos cuando eran chicos y, en una ocasión, fue tanto el asedio hasta con helicópteros rondando y sobrevolando por arriba de su casa que tuvieron que ir por ellos para esconderlos y, por ese mismo asedio, no se los dejaban ni inscribir a la escuela por ser el opositor a los gobiernos oficialistas; y en ese entonces como ahora, fueron nuevamente asediados hasta con drones invadiendo su intimidad, queriendo comparar la casa gris que rentaba uno de sus hijos con la casa blanca de la “gaviota”.
Llegaron periodistas de diversos países a cuestionar la política, sobre todo la de seguridad queriendo manipular los datos, fueron insistentes, algunas veces agresivos y otras veces hasta testarudos los cuestionamientos, contestando el presidente y mostrando datos, les decía: “yo tengo otros datos” y con datos duros les mostraba datos fehacientes a los diversos periodistas que llegaron de Inglaterra, España, Chile, Colombia, Argentina, Canadá, Estados Unidos, Perú, Bolivia.
No viajó mucho, no salió, comentó que se perdían muchas horas viajando, no le gustaba estar horas y horas sentado en el traslado por avión a otros países, prefería usar ese tiempo atendiendo mil cosas en el interior del país y viajar a ras de suelo para conocer directamente la problemática.
Disfrutó las conferencias, fue un pez en el agua, un nato comunicador, hubo de todo, en sus1448 conferencias, invitados, gatitos, un ciudadano que burló la vigilancia y logró colarse hasta donde estaba él, mariachis, cantantes, Eugenia León, la visita de su esposa, son innumerables las anécdotas, los momentos inolvidables y que han quedado registradas.
Y llegó la última conferencia, la cerró con datos, muchos datos, fue una rendición de cuentas con gráficas y estadísticas, con datos de organismos externos para no darle espacio a la oposición a que haga algún tipo de manipuleo, que mueva la información para dárselas alterada a sus audiencias.
Pensaron, los medios chayoteros que tenían la patria potestad sobre la verdad, lo único que tuvieron, durante todo el sexenio y durante los más de 50 años que estuvieron contra el presidente, fueron mentiras, mentiras y odio hacia él.
Él se va y no dudo ni tantito que querrán ir tras él. Aún ahora que ha terminado su mandato, seguirán con su odio y querrán agarrarlo. Lo malo para ellos, lo siguieron tanto, lo asediaron y lo vigilaron tanto que ahora que terminó se va sin ninguna prueba para enjuiciarlo y los medios que sembraron tanto odio, poco a poco van quedando descubiertos en sus miserias y poco a poco se les va regresando.
Cómo vivieron nuestros antepasados el final del gobierno de los otros gigantes, del presidente Benito Juárez, del General Lázaro Cárdenas no tengo ni idea. Lo que sí, es lo que hemos vivido millones de mexicanos a lo largo de este sexenio y ahora teniendo que despedir al presidente que por muchos años tuvo el respaldo del pueblo y en cada convocatoria a reunirnos para respaldarlo siempre escuchó; ¡No estás sólo! ¡Andrés aguanta, el pueblo se levanta! ¡Sí se pudo! ¡Presidente! ¡Es un honor estar con Obrador! ¡Sí cumpliste! ¡No te vayas! Y para mí, ¡Es un honor, tenerle tanto amor!
No hay fecha que no se cumpla ni plazo que no se venza, el Presidente termina y deja el “Tengan para que aprendan”.
Disgregando
1
Los súbditos del Rey Felipe VI de España, como Adela Micha y Enrique Krausse (ya sabemos que es un “nuevo” ciudadano español que le juró lealtad a la corona española desde el 2015) ahora con su ciudadanía española, andan más enojados que los verdaderos súbditos nativos.
No han entendido que México YA es un país independiente, libre y SOBERANO… desde 1821, aunque claro, sentían que aún éramos súbditos y vasallos de la corona española y ¡cómo no! Si allá, en la madre patria… de ellos, de los expresidentes como Calderón, Salinas de Gortari y Peña Nieto están rindiéndoles pleitesía y pues pensaban que todo el pueblo estaría así, rendidos a sus pies…y ¡pues no!
2
Tanto fregaron con “vamos a ser Venezuela”, sí esa frase que Claudio X González, el líder moral de la oposición estuvo trayendo por años, años enteros desde hace más de dos sexenios, hace más de veinte años; quisieron que permeara en el colectivo ese pensamiento, primero degradando y violentando la hermandad entre los pueblos y luego repitiéndola como un dogma de fe. Ahí andaban gritando llenos de miedo, de coraje, de terror y de pavor, queriendo que la gente se quedará con esa frase y ese temor. Tanto para que al último, en una reunión después de la derrota estrepitosa de la oposición, finalmente aceptó, sí, el señor X aceptó que con Andrés Manuel López Obrador, ahora presidente, México nunca sería como Venezuela ni seríamos Venezuela o Cuba o Bolivia. Lo dijo él, lo gritó, lo ladró por muchos años con fuerza y vehemencia pero ahora, cómo quitarles a los seguidores de la oposición ese lema con el que tanto espantaron a los incautos que siguen informándose con esos medios miserables que se sirvieron de las mentiras para continuar malinformando. Cómo cambiarles ese chip que, a fuerza de tanto repetirlo, ellos mismos se la creyeron.
3
Felipe Calderón hizo lo correspondiente con el Poder Judicial, sí, con la Suprema Corte de la Nación, que no de Justicia, a la que le “pidió” cubrir y encubrir a los familiares (a la prima) de su esposa Margarita Zavala Gómez del Campo (exprimera dama) para que nadie de los de arriba, de los directivos de la guardería pisara la cárcel por el lamentable hecho de hace 15 años, en un 5 de junio de 2009 cuando se incendió la Guardería ABC y tuvo 49 niños calcinados y más de 100 familiares con secuelas.
Ahora, el Presidente López Obrador firmó y emitió, a unas horas de terminar su sexenio, un Decreto de Pensión Vitalicia para familiares afectados y víctimas del terrible incendio que dejó secuelas imborrables.
Qué diferencia de los expresidentes cuando terminaban sus sexenios, uno (Fox), con su Secretario de Gobernación (Santiago Creel) que firmó, a unas horas de terminar el sexenio, permisos para abrir más de 340 casinos de los cuales 143 fueron para él, para Santiago Creel. De Luis Echeverría a Zedillo se dieron permisos para 229, con Fox, los mencionados 340, con Calderón 145 y con Peña Nieto 123, en total, más de 800 permisos de casinos.
Las diferencias existen… y como siempre lo dijo el Presidente López Obrador: “no somos iguales”.
4
Pues no, no va a venir ningún rey, ni el Rey Julien de Madagascar ni el Rey de Bastos, ni el Rey de Oros, ni el de Espadas y mucho menos el de Copas, ése, el de las copas anda por allá, en España; ni el rey Carlos V que tiene sabor a chocolate, ni el que sigue siendo el rey como decía José Alfredo Jiménez. Ningún rey que quiera que alguien se le arrodille de este lado del océano.
A Marco, mi amor, mi gran amor, esposo y gran compañero que me acompaña, me acompañó y me apoyó en esta locura. Me enseñó esa hermosa palabra: Diletante, y esa quedó. Gracias cielo por todo tu apoyo y por ser mi refugio cuando desfallezco y me haces reír cuando sabes que lo necesito.
Han pasado casi seis años desde que, el entonces por tercera vez candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, se convertía en presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, después de atravesar un camino pedregoso, lleno de espinas y hasta empantanado representado por un fraude estatal y dos federales en su contra, cometidos por los entonces “partidos poderosos” en México y que, hoy en día, conforman la malnutrida y corrupta oposición. Para llegar hasta ese punto, el nacido en Tepetitán, Tabasco, tuvo que sortear no solo aquellos abusos de autoridad sino, también, como ha sido contado de su propia voz, enfrentó cara a cara, la pobreza transgeneracional en aquel estado sureño. Es así como comenzó el anhelo de justicia e igualdad, que se convertiría en el motor para buscar con obstinación y desde el poder, cambiar la realidad de millones de connacionales. El recorrer México, el conocer todos los municipios del país, proeza que pocos políticos han alcanzado por la ardua labor que representa, le permitió escuchar los testimonios de quienes fueron abandonados a su suerte. Olvidados.
El lema “por el bien de todos, primero los pobres”, significó la diferencia entre seguir sufriendo una vida de carencias, de falta de oportunidades para el trabajo o el estudio y el infortunio de la muerte, de manera literal para quienes, sexenio tras sexenio, políticos llegaban a endulzarles el oído y verles la cara, mientras veían desaparecer recursos públicos destinados a cambiarles la suerte, para salir de esa pobreza infligida como un destino maldito. Por eso, los logros alcanzados durante este periodo de gobierno resultan tan inverosímiles antes quienes conservamos en la memoria la pesadilla que fue vivir bajo el yugo del gobierno de Salinas y, con mayor pena y todavía más mediocridad, los que le sucedieron.
El elevar a rango constitucional los programas sociales como el apoyo a adultos mayores, jóvenes construyendo el futuro, así como las obras de infraestructura del calado del Tren Maya, el Tren Interoceánico, el Aeropuerto internacional Felipe Ángeles o la refinería de Dos Bocas, son algunos de los ejemplos más sobresalientes de este gobierno que se dedicó, a contrarreloj, a cambiar la tendencia que auguraba cada vez más y más miseria entre la población, sobre todo de la región sur, la que es tal vez, la más rica en recursos naturales de toda nuestra geografía. No por nada, en este sexenio se logró la hazaña de sacar de la pobreza a más de 9 millones de mexicanos, algo jamás pensado en otros tiempos, en donde en lugar de disminuir esa cifra, aumentaba.
¿Quedan retos por cumplir? ¡Claro! No se pueden juntar las millones de piezas de todos los grandes problemas de una nación, en solo 6 años. Aún es tarea pendiente mejorar el actual sistema de salud que en la mayoría de los casos deja mucho que desear, del cual los propios servidores públicos forman parte del entuerto, por su trato a la población; la inseguridad pública y la de los cárteles que la provocan o la falta de una fiscalía más ágil para resolver casos de gran corrupción antes de que los culpables de tales delitos, se marchen caminando o en sus autos de lujo, son algunos ejemplos pero, sin duda, en este periodo de gobierno se sentaron las bases para que la realidad de estos lastres que se iniciaron en otros sexenios y solo se aparentó que se atendían, dejen de ser un problema para el país. Después de tantos años, el discurso político del jefe del ejecutivo que se escuchó por años, dejó su acartonamiento y pasó de estar lleno de palabras huecas, a realidades concretas.
Te atacaron, de todas las maneras posibles, te denostaron y ganas no les faltó de acabar contigo, pero siempre te rodeó el pueblo que votó por ti, que nunca perdió la esperanza de un cambio, a pesar de los Fox, Calderones o Peñas. A una semana de terminar tu mandato, presidente, te agredieron por tu convicción de combatir las injusticias contra el pueblo, desde la vitrina del poder judicial. En la oposición aplaudieron a tu agresor, lo tildaron de “héroe nacional”, pero con ese acto, perpetrador y aplaudidores del hecho, solo acreditaron su bajeza moral representada en una botella de agua, mientras tú incrementaste la tuya al recibir el apoyo de millones de ciudadanos, que son una absoluta mayoría, en comparación con los que alientan el odio a ti y a lo que representas. Ya parece que, después de todos tus años de lucha contra el antiguo sistema y sus deliberadas injusticias, de las vejaciones y los fraudes electorales, de la zozobra ante gobiernos represores golpistas, que desaparecían gente y vendían la patria para repartirse las ganancias entre unos cuántos, ibas a claudicar ante el golpe de una simple, mediocre y pequeña oposición, perdón, botella de agua.
Se va un referente de la política mexicana que también es el de la incansable lucha por la justicia social y un ejemplo para las izquierdas de todo el mundo.
Para los otros, para los que se ofuscan de tu triunfo, de tu gobierno, de tus proyectos, de tus logros, para aquellos quienes creen tener la verdad absoluta, para quienes creen que sus letras valen, porque se encumbraron bajo la falsa luz que otorgan las luces de los reflectores y el reflejo de las cámaras, para esos que creen que el pueblo es tonto, iletrado, malo, corrupto, jamás lograron comprender que una ofensa a ti, era ofenderlos a ellos y tampoco les importo y con eso, la oposición del escaparate, también dejó de importar.
No te amilanaste, como hacían los gobiernos anteriores, frente a los poderes extranjeros, nos ayudaste a recobrar el sentido de identidad, porque ahora el mexicano es capaz de reconocer que no importa el gobierno que haya, este no lo define, sino que el ciudadano es quien lo elige y le exige y, además, porque lo definen sus raíces, su cultura, su trabajo, su mano de obra e inteligencia.
El 1º de octubre será un día bizarro, uno donde habrá alegría y a la vez tristeza pues enmarcará, por una parte, el inicio de la continuidad de tu proyecto de nación, pero por otra, significará tu despedida pública y política, algo que, después de todos estos años de lucha, ni tus rivales políticos pensaron que llegaría.
Estas palabras van dedicadas no solo para quienes pueden leerlas, sino, de manera principal, para los que el abandono institucional histórico de los gobiernos anteriores, los relegó casi a la aniquilación sistemática. A ellos, a sus descendientes, a los pueblos originarios, a los más pobres, a quienes su preocupación principal, radica en sobrevivir, a los que son mal vistos por una condición de pobreza que nunca pidieron y un tono de piel que los condenó al exilio en su propio país. Por ellos, por todos.
Vivimos historia, la que eres, la que construiste y la que heredas a las futuras generaciones de mexicanos y luchadores sociales del mundo, pues convertiste a esta en pasado, presente y futuro de un México mejor, que hoy te dice: ¡Gracias, presidente!
Corría el año de 2004, entonces yo tenía 16 años, llevaba un año de haber ingresado al CCH-Oriente, era todo un logro en ese tiempo pasar el examen y quedar en la primera opción de estudios que registré.
Al enterarme de la injusticia que buscaba concretar Vicente Fox contra ti nuestro Jefe de Gobierno en aquella época, después de meditarlo un poco, decidí pedir un micrófono en uno de los colectivos del Colegio de Ciencias y Humanidades Oriente. Los jóvenes encargados, me cuestionaron ¿para que lo usaría? y entonces dije: “Quiero hablar del desafuero en la explanada”. Esa fue la primera vez que tomé un micrófono ante una asamblea pública, así inicié mi activismo político. Entre movilizaciones, asambleas, visitas al zócalo y al “parquecito” de Copilco muy cerca de tú domicilio a donde acudíamos a escucharte.
Desde entonces, camino con mis compañeras y compañeros casa por casa, visitamos vecinos en nuestra Alcaldía Iztapalapa, en la Ciudad, como en muchos otros estados de la República difundiendo el Proyecto de Nación. En 2006 durante la campaña, contra el fraude electoral; en los campamentos, sobre Reforma culturales, creativos e informativos; en la Convención Nacional Democrática, donde en votación a mano alzada determinamos que fueras Presidente Legítimo de México; en la elección del 2012 y contra el fraude electoral de entonces; en la constitución de nuestro partido político morena; en 2018, cuando triunfó el movimiento con el esfuerzo de cientos de miles y tú liderazgo. Decidimos no dejar de luchar por la esperanza y la transformación.
Ese día que ganamos, fuimos los más felices y preocupados, porque teníamos miedo a que nos robaran los votos o que se quisieran llevar las urnas, confieso que no fui al zócalo al gran festejo, con un grupo de compañeros, vecinos y amigos decidimos quedarnos a resguardar las casillas a toda costa, no pasó a mayores, los votos llegaron a su destino e iniciaba una nueva época en nuestro país.
Hoy, desde entonces, aún sigo caminando las calles, casa por casa, seguimos conformando comités y organizándonos con los vecinos y compañeros en la ciudad. Ahora ya tengo 36 años. Veinte años de formar parte de nuestro movimiento y de empujar la revolución de las conciencias, mi juventud la dediqué a construir. Ahora, ya no tan joven a consolidar la transformación que empujamos desde entonces contigo.
Me siento orgullo de haber caminado a tú lado, sirvan estas líneas para recordar aquellos días en que me tocó acompañarte a la Mixteca Oaxaqueña, en las comunidades más pobres de Oaxaca. Todos los días salíamos “tempranito” y regresábamos al lugar que nos prestaban para quedarnos a descansar cuando la noche comenzaba a ser mas densa. Recuerdo, que fue en Oaxaca, donde Gracias a Cesar Yáñez y Cesar Cravioto, pudimos platicar por segunda ocasión y me siento contento de haber sido el primero, a quien cuestionaste con la interrogante que daría después forma a una de las frases más concurridas en tus discursos.
“¿Para ti que es ser de izquierda?” Ante mi respuesta que he de confesar no tuvo la precisión de mis estudios en Ciencia Política y el trastabillo por no cometer error alguno en responder; dijiste, “Ser de izquierda es ser noble y tener buenos sentimientos”, posteriormente, en cada mensaje que dedicaste a los pobladores de la mixteca relució esta frase.
Desde un comienzo, aprendí el decálogo y los principios que siempre has enarbolado querido Presidente y no con un afán de repetir como loro o aprenderme a memoria cada palabra. Sino con la consigna, de poder llevar el mensaje de transformación tal cual lo habías explicado en las asambleas a las comunidades. conscientes del cerco informativo que enfrentábamos, los ciudadanos debían conocer tú mensaje.
En esta ocasión, no quería escribir solo sobre los logros de tú gobierno que son muchísimos, ni del cariño que hemos constatado que te tiene la mayoría de la gente en el país entero. Hoy, solo quiero dedicarte estas líneas Presidente, con la estima que te tengo y con el recuerdo de las tantas veces que pude caminar a tú lado y platicar, aunque el destino no me permitió continuar cerquita a ti como discípulo de tus enseñanzas del que tienen la dicha y privilegio muchísimas compañeras y compañeros a los que les tengo envidia de la buena, no he abandonado ni una sola vez el camino de transformación y las tareas que como ciudadanos nos habíamos impuesto para alcanzar el éxito rotundo.
Quiero expresarte mi respeto y admiración, mi agradecimiento por enseñarnos el camino de la lucha y marcar nuestros destinos, pues no creo dejar de luchar por ideales y principios durante el resto de mi vida, buscando en todo momento el bienestar común, defendiendo a capa y espada la democracia y la congruencia del movimiento que construiste.
Y aunque ha sido un largo y en veces sinuoso camino aquí estoy, con la cabeza en alto, concluyendo una etapa y con la disposición total de continuar preservando y cuidando el legado que nos dejas. Ten por seguro Andrés Manuel, que en las bases morenistas se encuentra el movimiento que no permitirá el regreso de la perversa forma en que los neoliberales ejercieron el poder político contra los mexicanos. La Resistencia Civil Pacífica, que en algún momento encabezaste como oposición, hoy es un vigía de las buenas costumbres, de los ideales y principios armados con las leyes progresistas que impulsaste como herramientas a futuro de este tu pueblo, para juzgar y revocar los mandatos de quienes resulten funcionarios contaminados con las viejas prácticas partidistas y de corrupción.
Solo me queda desearte siempre lo mejor y reprocharte con el cariño que te profeso mi molestia, ante tu retiro, porque para quienes hemos caminado gran parte de nuestra vida en esta lucha, la despedida sabe a luto.
Y aunque tengamos claridad de la tarea que nos toca afrontar, para dar continuidad al legado de transformación, no es lo mismo, tenerte en el recuerdo que poder escuchar tú catedra.
Gracias maestro y dirigente, dejas huella en nuestro andar, soy aprendiz de tú ejemplo, de tus enseñanzas y entrega al pueblo y no voy a fallar.
Te quiero Presidente, Andrés Manuel López Obrador.
Te vas, dices que hiciste más de lo esperado por muchos, tal vez. Yo esperaba un gobierno que metiera en cintura a los patrones, a los bancos, a las AFORES, que mejorara las pensiones de quienes estamos ya pensionados porque nunca han sido justas, que mejorara mucho más las pensiones de los futuros jubilados, que procesara a los expresidentes y no diera perdón a semejantes criminales.
Tu gobierno no estuvo mal, estuvo muy bien, pero yo esperaba un gobierno mucho más radical. Esperaba un gobierno que transformara las relaciones de producción y las convirtiera en relaciones mucho más justas y que financiara el desarrollo de cada asalariado a través de un cambio en la política fiscal de forma que las ganancias de los grandes capitales que se apropian del producto del trabajo y propician la inflación para enriquecerse más, fueran gravadas con tasas más altas reduciendo las que tenemos que pagar el resto de los mortales en este país.
Esperaba acercarnos pacíficamente al socialismo, pero el Humanismo Mexicano se parece al capitalismo dizque buena ondita; las relaciones de producción no cambiaron ni un ápice y la justicia laboral no camina; es increíble que las Juntas de Conciliación y Arbitraje sigan teniendo asuntos sin resolver, la mayoría por la ineficiencia de sus funcionarios.
Querido Andrés Manuel, tienes que irte pensando y sintiendo que hiciste el bien, pero debes estar convencido de que te faltó mucha justicia para las y los trabajadores y para los jubilados.
Seguramente mis expectativas eran muy altas y, en el buen sentido, ambiciosas, pero se que las compartía con mucha gente. Tengo que decirlo, no estoy desilusionado ni me siento engañado, eran mis expectativas, aunque en el fondo sabía que mucho de ello no estaba en tu ideario y tampoco en el de Claudia Sheinbaum, todavía hoy, Presidenta Electa y mañana Presidenta Constitucional. Ojalá que como dices, ella vaya más a fondo.
Que bueno que tienes a dónde ir y techo que te va a cubrir; tristemente cerca de tu espacio sigue habiendo familias que no lo tienen, y se que podrás socorrerlas, ¿Lo harás o solo estarás ocupado en tu acción intelectual?
Te falló la mejora del IMSS, pues ahí sigue habiendo un serio desabasto de medicamentos, carencia de espacios para consulta en Hospitales Generales de Zona, conciencia de clase de todos los que ahí trabajan y pulula en cada pasillo la irresponsabilidad que es justificada por la falta de medios para mejorar el servicio. Las carencias en el IMSS son enormes y alarmantes porque los materiales para cirugías y para cada atención son insuficientes, no hay pruebas para diagnóstico, tanto en laboratorio como para áreas de psicología y psiquiatría, al pensionado se le trata como un objeto que estorba y molesta, porque suponen que les cuesta.
Todo esto ha sido consignado en esta columna en entregas anteriores y en otros medios, que también son afines a la Cuarta Transformación y te ven a ti y a Claudia como amigos del Pueblo. Ojalá que no tengamos que construir una oposición más radical de izquierda.
Igual, querido Andrés Manuel, te abrazo agradecido por lo que pudiste hacer. No creas que no entiendo lo que te detuvo y admiro tu prudencia y tu genio. Se muy bien que hubo momentos muy complicados y que éstos para ti, no han terminado porque los reaccionarios y la derecha van a perseguirte y a generar más violencia a través de su brazo armado que es el crimen organizado y los grupos de provocadores y golpeadores que, fascistas como son, han entrenado para usarlos contra el Pueblo.
La carta de García Luna anuncia las acusaciones que van a hacer en tu contra y seguramente estarán respaldadas por los actuales elementos de la SCJN. En verdad espero que mi análisis y visión estén rotundamente equivocados. Te abrazo con afecto y ruego a Dios para que te proteja, seguimos siendo mucho Pueblo.
Mucho se ha hablado de lo que el Presidente Andrés Manuel López Obrador ha logrado durante su mandato en nuestro país: la disminución de la pobreza, las obras con sentido social como el Tren Maya, el Tren Transístmico y los distintos aeropuertos; las pensiones universales a adultos mayores; la disminución de la inseguridad; la estabilidad económica; el aumento en la inversión, etc. No obstante, pocos entienden que el principal logro de su gobierno fue regresarle a las y los mexicanos su orgullo de haber nacido en esta tierra milenaria.
Con la llegada de los gobiernos neoliberales, la principal bandera del poder económico fue la venta de las empresas y los recursos nacionales, argumentando que en México existía un retraso tecnológico que impedía erradicar la pobreza. Poco a poco, los grandes significados nacionales, así como nuestra moneda, fueron perdiendo valor. A través de técnicas de comunicación como la teoría hipodérmica, las grandes potencias implantaron un chip “malinchista”, donde lo mejor se encontraba fuera de nuestro país, principalmente en Estados Unidos o Europa.
El mexicano siempre se representó, irónicamente, como un flojo y borracho que necesitaba de potencias extranjeras para poder administrar sus recursos. Basta ver los comerciales y argumentos que se usaron para vender los ferrocarriles, los bancos, la electricidad y permitir la inversión privada en el sector petrolero. Durante ese periodo neoliberal, la pobreza respiró muy cerca de las nucas de todas y todos los mexicanos; incluso aumentó drásticamente la migración a otros países, principalmente a Estados Unidos. Pueblos enteros dejaron de trabajar la tierra porque su principal sueño era irse a la tierra del vecino del norte.
Con la llegada de Andrés Manuel López Obrador y el planteamiento del humanismo mexicano, poco a poco regresó el patriotismo a nuestro país. Incluso nuestros compatriotas migrantes, por primera vez, se sintieron orgullosos de gritar a los cuatro vientos que eran mexicanos.
El humanismo mexicano se relaciona con el orgullo de ser mexicanos en varios aspectos. Primero, al centrarse en el bienestar de la población, se busca reforzar la dignidad y el valor de cada persona, lo que contribuye a una identidad nacional más fuerte. Cuando se priorizan los derechos y necesidades de todos, se genera un sentido de pertenencia y orgullo por formar parte de una sociedad que se preocupa por sus ciudadanos.
Además, al promover valores como la solidaridad y la empatía, se fomenta una cultura de respeto y apoyo mutuo, lo que enriquece la identidad nacional. Esto crea un ambiente donde las personas se sienten orgullosas de su país por la forma en que trata a sus habitantes, especialmente a los más vulnerables. Finalmente, al rescatar y valorar las tradiciones y la historia mexicana en este marco humanista, se refuerza el sentido de orgullo nacional, ya que las personas ven en su cultura y su historia un motivo para sentirse orgullosas de ser quienes son. En resumen, el humanismo mexicano y el orgullo nacional se complementan al enfocarse en el bienestar, la dignidad y la identidad de la población.
En gran medida, el humanismo mexicano pone en el centro el orgullo de ser mexicanos y la conexión entre el gobierno y sus habitantes, porque ‘el pueblo pone y el pueblo quita’ y ‘solo el pueblo puede salvar al pueblo’. Hoy, 30 de septiembre, es el último día que Andrés Manuel López Obrador será nuestro Presidente. Sin duda, se le extrañará muchísimo, pero sentó las bases para el desarrollo humanitario y la recuperación del orgullo que muchos habían perdido. No queda más que decirle: ¡GRACIAS Y HASTA SIEMPRE, PRESIDENTE!
Hubo una vez un territorio oprimido, subyugado por un poder oscuro cuyo reinado se prolongó por mucho tiempo. Sin importar cuántas batallas se libraran, el régimen seguía siendo inamovible, pues dominaba sobre malignas criaturas que aterrorizaban y seducían a muchas mentes del vasto territorio. Un día se apareció una figura avejentada, cuya principal característica era el peregrinar a través de todo lugar donde él considerara que podía avivar la feneciente llama de la esperanza.
Su plan no surtió efecto a la primera, ya que tuvo que pasar por traiciones e incluso batallas personales que lo hicieron estar al borde de la muerte. Aquel régimen de tiranía velada siempre conspiró contra él, pues resultaba de vital importancia impedir que su mensaje se difundiera entre los pueblos libres.
Haciendo las alianzas adecuadas, infundió valor entre los líderes de pueblos oprimidos y logró una revolución en la que echó mano de un factor antes despreciado: aquellas criaturas consideradas irrelevantes en las altas esferas; aquellos quienes siempre conservaron los valores primigenios, así como el amor a la tierra y a las cosas que crecen. Este sabio de cabello blanco, subvirtió el orden establecido, y a aquellos antes menospreciados y de cuya existencia hasta se dudaba, los instruyó para ser el núcleo de una revolución muy efectiva que finalmente pudo derrocar al régimen de oscuridad y trajo una era de paz y un cambio de conciencia al bello y variopinto territorio, otrora menospreciado, pero que poco a poco se fue volviendo ejemplo de lucha y soberanía. Acaecidas las batallas, el peregrino, de andar ya fatigoso, para siempre amado por sabios y potentados, nunca dejó de profesar un gran amor y predilección por aquellos antes olvidados que siempre creyeron en él, y que aún tenían mucho por enseñar al resto de los pueblos libres. Después de la épica gesta, cumplida su misión, se dispone a partir sin retorno hacia tierras imperecederas.
Puesto así, ¿no les resultan sorprendentes las similitudes entre la figura de Gandalf, personaje creado por J.R.R. Tolkien y Andrés Manuel López Obrador? Tal vez no es casualidad, pues autores como Claude Levi Strauss o Joseph Campbell, caracterizan al mito como una estructura de relato que resulta plausible porque puede haber pasado. Campbell se centra en la figura del héroe y el camino que éste sigue hasta llegar a su victoria. Así pues, desde la antropología y la psicología podemos de cierta manera justificar que la historia vivida por AMLO desde sus primeros pasos en el Instituto Indigenista en Tabasco en 1977 hasta este 1 de octubre de 2024, es en sí una gesta heroica de perseverancia y lucha constante para conseguir al menos un enorme triunfo que fue sentar las bases de la genuina transformación de México.
Otro enorme triunfo que no me cansaré de resaltar es el haber logrado despegar a millones de mexicanos de la truculenta industria cultural que les decía qué pensar, qué creer, a qué temerle, con qué emocionarse o conmoverse, a quién odiar e incluso por quién votar, o de plano no votar. Fue la tormenta perfecta, ya que el gran auge de las redes sociales y la inserción del mensaje obradorista en las mismas, coincidió con lo que Jenaro Villamil llamó la rebelión de las audiencias; el fenómeno consistente en el reacomodo de la comunicación de masas que tiene a la industria televisiva en vías de extinción.
El poder ver a AMLO sin los filtros y estigmas aportados por los monigotes televisivos por mandato de la oligarquía, no solo gracias a las redes sociales, sino a los recorridos incansables y constantes que el ahora presidente saliente realizó por literalmente todo el país; permitió que se le asimilara como una figura cercana, humana y amorosa, capaz incluso de repartir besos y abrazos en congruencia con sus lemas: «Los quiero desaforadamente» y «Amor con amor se paga». Atrás quedó aquella leyenda negra sobre el político autoritario, intransigente y berrinchudo, que es como aquella ínfima parte de la población identificada con la derecha aún lo considera.
En la última conferencia mañanera con el formato habitual, es decir; preguntas y respuestas, el 27 de septiembre de 2024, Meme Yamel, otra de las figuras que se erigieron en adalides de la comunicación al margen de los medios corporativos, tuvo ya al final el privilegio de preguntarle qué enseñanza le dejaba su mandato, a lo que él respondió: «Que el pueblo de México es amoroso. Es el mejor pueblo del mundo». Así pues, cuestiones como el humanismo y hasta el amor se volvieron parte medular del discurso gubernamental. Esto resulta muy interesante, porque, durante el régimen neoliberal, en que lo más importante eran los activos, indicadores y dividendos; todo aquello medible, cuantificable y con lo cual se pudiera comerciar, el hablar de cuestiones emocionales y promover algo tan metafísico como el amor, hubiera sido visto como “falta de seriedad”. Sin embargo, he ahí una de las enseñanzas, mesiánicas, si se me permite el término, que quedan para el pueblo de México: un llamado a la fraternidad, al amor y al perdón, inserto en el discurso del jefe del ejecutivo cuyas políticas lograron sacar a más de 9 millones de personas de la pobreza.
A partir de aquí se genera un culto distinto e imperecedero, ya que siempre se nos enseñó que los héroes de la patria eran figuras inalcanzables que solo eran accesibles a través de los libros, cuya versión de la historia generalmente iba en función de la filiación política del escritor en cuestión. Sin embargo, la figura de un nuevo ‘tata’ (palabra de origen náhuatl que significa ‘papá’) antes ya añadida popularmente al general Lázaro Cárdenas, es un apelativo que poco a poco se va popularizando, sobre todo entre los integrantes de pueblos originarios, que por fin fueron dignificados, escuchados y visibilizados. Sin embargo, designar a AMLO como tata Andrés Manuel o tata Obrador nos lleva de vuelta a la antropología, pues, en el fondo, la posmodernidad ha venido sumiendo a las poblaciones en una orfandad muy distinta a otras épocas, en que los líderes sociales cumplían una función paternal o de guía. Nosotros los hobbits mexicanos, los de la periferia, de raíces indígenas, amorosos de la tierra y guardianes de tradiciones antiguas, esperamos mucho tiempo por aquella figura del mentor anciano (como lo caracteriza Joseph Campbell en El héroe de las mil caras), y ahora la haremos trascender a través de la historia.
«Aquí me dirijo a ti, Andrelo. Espero estar a la altura del estatus de periodista y luchador social que medianamente fui adquiriendo en este sexenio. Voy a seguir brindándome al pueblo de forma irrestricta, voy a seguir ayudando, aconsejando, curando y reparando el daño siempre que pueda. Seguiré inculcándole a mi hijo el amor por todo lo que nos rodea y que la esperanza y la bondad son virtudes que muy seguramente nos llevan a la felicidad. Te abrazo desde Neza con mucho cariño, querido amigo. Nada nos debes. Estamos en paz y ya recogiendo los bártulos para retomar el camino, seguir aprendiendo de nuestros errores y no cederle ni un centímetro a la derecha hipócrita.
Gracias infinitas. Que viva tata Andrés Manuel López Obrador.»
Es impresionante la llegada de cientos de miles de personas al zócalo de la capital para el grito de independencia. Desde hace algunos días previos ya se había convocado en medios y el presidente AMLO había anunciado en la mañanera que sería un día especial. A esa invitación llegaron propios y extraños, vinieron personas y familias enteras de todos los estados de la república, muchos hermanos migrantes de los Estados Unidos y de otras partes del mundo y también extranjeros que ven en el grito de independencia un evento lleno de alegría, de fiesta, de múltiples colores y sabores, lleno de cultura y tradición, muy a la mexicana, ¡muy chingona! Todos esperábamos el grito porque sabíamos que en ese momento se encontrarían dos sentimientos provocados por AMLO, por un lado, nuestro orgullo de ser mexicanos y, por otro lado, la añoranza de saber que faltan muy pocos días para su partida, para la despedida de un gran presidente, el mejor presidente de México.
Todos llegaron a la cita convocada por el presidente, unos tomaron vuelos agendados meses antes, otros llegaron en carro o caminando, en metro o en autobús, en fin, por todos los medios posibles, pero llegaron a la cita, no podían perder la oportunidad de estar en el último grito del presidente. Algunos se hospedaron cerca de la plancha del zócalo, otros llegaron a casa de familiares, otros iban sólo al grito y regresaban el mismo día, en fin, eran tantos los testimonios de las personas que se escuchaban que realmente provocaban un sentimiento que te contagiaba de una verdadera gratitud y de un amor genuino del pueblo por su presidente, algo nunca antes visto en la historia, por lo menos no en mi generación, no en las últimas décadas. Recuerdo que la última vez que fui al zócalo en el día del grito fue para gritarle ¡asesino! a Felipe Calderón, y de Peña Nieto ni siquiera consideré que valiera la pena gastar mis cinco pesos (un boleto del metro) para ir a mentarle su pinche madre.
Ese era el sentimiento del pueblo de México, de alta estima para nuestro presidente, de respeto y admiración, de gratitud, entre otras cosas por habernos regresado la dignidad y el orgullo de ser mexicanos. En ese día era común ver adultos mayores que sacaban fuerzas de todos lados para estar en primera fila, que les exigían a sus familiares que los llevaran para despedirse de nuestro presidente porque, lo expresaban, ven en AMLO a un salvador, una persona que los rescató de la marginación y del olvido. Por ejemplo, llegué a escuchar a un adulto mayor que consideraba a AMLO como a un “Tata”, como a un padre, porque según él, un padre es aquel que da todo sin pedir nada a cambio y para este adulto mayor “TataAMLO” era como su padre, el que le da su gasto para su comida y para sus medicamentos, de repente ese adulto mayor se quitó el sombrero y se le llenaron sus ojos de lágrimas. Me hizo recordar a mi abuelita “Domi” cuando le besaba su mano al saludarla, con ese amor y ese respeto ven a AMLO. Mi padre y “Domi” gozaron de la pensión al adulto mayor y por eso siempre estaré profundamente agradecido con mi presidente. Es difícil expresar todo el valor, toda la dignidad y la confianza que se le devuelve a un adulto mayor cuando goza de estos programas sociales nunca antes vistos.
AMLO está en ese altar, en ese pedestal donde lo ha colocado el pueblo de México y del que no se irá jamás. A muchas personas les preguntaban qué harían si lo tuvieran cerca y me sorprendía que una señora dijo: “…yo por mi presidente haría todo, si yo viera que hay un charco y él va a pasar, yo me pongo de tapete ahí para que él pase…” Al escucharlo se me hizo un nudo en la garganta, porque se vuelve a romper el mito de pensar que el pueblo es tonto, cuando no lo es, el pueblo es sabio y no sólo piensa y decide, sino que también siente y ama y lo expresa, a su manera, de forma espontánea, incluso infantil, que raya en la ternura y que ennoblece a cualquier corazón. Por un momento pensé que AMLO era padre de muchos de los que estábamos ahí, de estudiantes a los que les dio su beca, de personas con discapacidad, madres solteras o adultos mayores que les dio un apoyo, como el apoyo que cualquier padre tendría para con sus hijos e hijas, siempre estuvo ahí, nunca los abandonó.
El festejo se vio como una gran celebración familiar, había niños y ancianos, jóvenes y adultos, de distintas regiones, con distintos oficios o profesiones, muy diversas, pero había un hilo conductor que nos hermanaba y convertía ese momento y ese lugar en un espacio acogedor y fraterno, así como es la naturaleza del mexicano. Había hombres vestidos de charro, mujeres vestidas de Adelita o de trajes típicos de sus estados. Iban personas caracterizadas de AMLO o de Miguel Hidalgo, muchos con su “amlito” bajo el brazo o con algún distintivo de AMLO, playeras, llaveros, banderas, cobijas, gabanes, sombreros, matracas, banderillas, mantas, carteles, pañuelos, pancartas o simples cartulinas en donde expresaban palabras de gratitud hacia nuestro presidente y a su gran gobierno. Muchos de los asistentes confesaban haberle compuesto poemas, pintado cuadros y murales o compuesto canciones y hasta corridos a nuestro señor presidente, algunos los llegaron a recitar y cantar y muchos de ellos se les quebraba la voz antes de que terminaran, la verdad es que les ganaba el sentimiento y las lágrimas.
La plaza del zócalo estaba llena de medios tradicionales que tenían como línea editorial proyectar las fiestas patrias y eclipsar esa explosión de sentimientos por AMLO, a los entrevistados les pedían hablar del momento, pero sin que se mencionara nada sobre AMLO, de lo contrario era censurado, ya saben, como siempre, algo característico de estos medios chayoteros: la simulación. A pesar de ello, la gente se daba cuenta de los montajes y los ignoraban y mejor daban entrevistas a medios alternativos, a los benditos yutuberos. Me da mucho gusto ver que ya no domina Televisa ni TV azteca la escena pública, ya no dictan la manera de festejar, ya no redactan lo que para ellos debe de ser nuestra cultura, ni la manera de comportarse en sociedad, ya son tristemente un simple lastre, grupos empresariales repudiados por la sociedad mexicana que fue por mucho tiempo manipulada, insultada y maltratada por estos mismos mercenarios de la comunicación.
Algunos entre el tumulto recordaban pasajes legendarios como cuando AMLO defendió a México en la Casa Blanca en Estados Unidos, recordaban también sus discursos en el zócalo o la valentía que siempre presentó frente al constante acoso del exterior y de los poderes mediáticos y económicos internacionales. AMLO siempre resalto el orgullo de ser mexicanos y siempre sostuvo una postura de protección a su pueblo, siempre lo defendió frente a las ofensas de senadores de Estados Unidos o de congresistas de España, o de los supuestos “intelectuales” o “líderes de opinión” multipremiados, que constantemente escribían en los principales periódicos y revistas internacionales. El amor a su pueblo y la correspondencia de su pueblo que tanto lo ama, esa estrecha relación, llenaba de seguridad a AMLO en donde quiera que se presentara, siempre encontraba un respaldo en el pueblo porque él siempre, desde sus orígenes, le profesó un profundo amor a su gente, a su pueblo. Al día de hoy sobraría quien diera la vida por AMLO y sin duda esa acción se vería como un acto patriótico.
AMLO logró separar el poder económico del poder político, lucho arduamente contra la peste de la corrupción que se había apoderado de todo el sector público, que había manchado ya instituciones respetables de nuestra nación y que estaba enquistado en el gobierno de México. AMLO logró con su ejemplo hacer un manejo transparente y eficiente de los recursos, invirtió como nunca antes ningún gobernante en programas sociales, infraestructura y bienestar. AMLO siempre ha considerado al pueblo de México como su amo, y él visto así mismo como el guardián de los dineros del pueblo. Tras su partida, AMLO deja consigo esa mentalidad de que el funcionario público está para servir al pueblo y no para servirse de éste. Para AMLO el pueblo lo es todo, es su escudo protector y su batería, es el que lo llena de energía y de motivación para seguir adelante, el que lo inspira y llena de alegría, es el pueblo y en específico los pobres quienes lo han salvado de tantas triquiñuelas políticas que le han orquestado desde la mafia del poder económico y político de México y de otras partes del mundo.
Me llena de orgullo saber que fue mi gente de Iztapalapa quien lo apoyo frente al desafuero, me llena de orgullo saber que fue mi pueblo de Iztapalapa el que marcó la diferencia y le dio los votos suficientes (cerca del 3%) para que gobernara la Ciudad de México, me llena también de alta satisfacción saber que Iztapalapa siempre ha sido un bastión y referente político para que él le hiciera frente a los que se creían dueños de México. Tal vez por ese apoyo sincero a su movimiento siempre fuimos rezagados y olvidados, siempre fuimos los pobres y marginados de la zona oriente, pero eso ya se acabó, Iztapalapa está resurgiendo del atraso y le ha llegado su momento de esplendor, de desarrollo y de bienestar. El mismo presidente ha reconocido la importancia del pueblo de Iztapalapa en su larga trayectoria política y ha valorado todo su apoyo y esto también se ha visto reflejado en el impulso de una gran fuerza política para llevar a la futura jefa de gobierno Clara Brugada y a la Dra. Claudia Scheinbaum al poder en la presidencia de la república, Iztapalapa rifa y eso es de reconocerse.
AMLO es pueblo, viene de abajo y se siente cómodo con los pobres y desfavorecidos, él se ha autodenominado naco, haciendo referencia a un presidente humilde, de perfil bajo, pero con el alma y la dignidad de un gigante. Es un referente intelectual y político progresista y de izquierda, historiador, social-demócrata, conocedor de las ciencias sociales, un estratega y un estadista, es como se suele llamar, un hombre de nación, que es más que un hombre de estado. Líder indiscutible, un político de altos vuelos que es respetado por todas las naciones del mundo, incorruptible y honesto, a la altura de nuestro país ¡México lindo y querido! Es hasta hoy que llega un gobernante que da gusto saludar y despedir, que da gusto acompañarlo en marchas, reuniones y mítines, que la gente lo busca, que compran sus libros y lo leen, gente que incluso pasa noche enteras en vela para esperarlo a su pasar. AMLO es el presidente del pueblo, que trabaja con el pueblo y para el pueblo.
AMLO ha marcado en sus discursos que el pueblo es el soberano, que con el pueblo todo y sin el pueblo nada. Le ha dado un lugar especial a su gente, a su cultura, a sus héroes, heroínas y personajes patrióticos, ha resaltado también la importancia de la historia como parte fundamental y uno de los pilares del humanismo mexicano. AMLO le apuesta a la memoria histórica para no olvidar que México es heredero de grandes culturas y civilizaciones y lanza la hipótesis de que el pueblo de México y su gente son honestos y trabajadores y que sus valores y principios vienen de lejos, del México profundo de cientos de años antes de que llegaran los españoles. No es casualidad que en el autorretrato que mandara hacer la presidencia de la república, AMLO escogiera tener como fondo al pueblo de México en la plaza del zócalo, esa plaza que tantas veces y como nunca nadie llenó, a esa plaza al que acudían a su llamado cientos y miles de personas por ese poder de convocatoria que lo caracteriza.
Nunca dejaré de recordar la fortaleza y la genialidad de su gabinete, de hombres y mujeres que parecen gigantes, tal como se reconocía al gabinete de Juárez. Hombres y mujeres honestos y de una sola pieza, con una fortaleza moral y ética indiscutibles, firmes y leales a su presidente. También gobernadores y legisladores, hombres y mujeres que a estas alturas de la despedida de AMLO los he visto romperse, resquebrajarse en llanto, hablar de su presidente con lágrimas en los ojos, con la voz entrecortada y con un nudo en la garganta, tal es el caso del gobernador de Baja California Sur (Víctor Manuel Castro Cosío) o la gobernadora de Baja California Norte (Marina del Pilar) o el gobernador de Sonora (Alfonso Durazo Montaño), o la Secretaria de Cultura (Alejandra Frausto Guerrero) o la diputada Erika Vanessa del Castillo Ibarra, y así, muchos más, momentos muy emotivos que a más de uno le rompen el corazón en mil pedazos.
Ahora, a unos días de su despedida, no falta el medio que pregunta por las calles ¿qué le dirías a tu presidente como despedida?, y es muy común ver cómo la gente se desmorona, se le cristalizan los ojos, se le seca la boca, aprietan el puño, se agarran el pecho, voltean la cara, se quitan la gorra o el sombrero, se acomodan el pelo, o se quitan los lentes y se aprietan los ojos para disimular el dolor tan profundo que les deja la partida del mejor presidente que ha tenido México. Jóvenes y ancianos, propios y extranjeros, de todas las latitudes, todos coinciden en una cosa, AMLO va a dejar una huella profunda en nuestros corazones.
A AMLO se le va a recordar por muchas razones, por todo lo que dio, pero también por todo lo que defendió a su pueblo frente al extranjero. Presidente de una sola pieza y valiente, AMLO ha repetido en numerosas ocasiones que a México se le respeta. Los incidentes diplomáticos (¡de pena ajena!) con Argentina, España y Ecuador, y el acoso constante de Estados Unidos se dan porque todavía no les entra en la cabeza de que México ya cambio, su pueblo ya cambio de mentalidad, cambio su gobierno y también cambio su régimen de corrupción, ya no tiene gobernantes paleros, mediocres y sin vergüenzas como en el pasado. Ahora a México lo gobiernan hombres y mujeres honestas, políticos con principios morales y con ideales de justicia, reales demócratas. Hoy México cuenta con un pueblo altamente politizado, que se informa y que tiene el fundamento y los medios para replicar y para combatir la infodemia que sale desde las entrañas del poder mediático.
Hay que subrayar que en México manda el pueblo, ya no manda la oligarquía. Faltan muchas cosas por hacer, sí, pero los 36 millones de mexicanos y mexicanas que votamos por la Dra. Claudia Sheinbaum confiamos en que seguirá el sendero y los pasos de AMLO, su guía y su ejemplo con mayor fuerza y con mayor profundidad, que sobre su legado edificará el segundo piso de la cuarta transformación con todos y con todas. AMLO nos encargó mucho a la nueva presidenta y sé muy bien que tendrá el respaldo del pueblo de México, la confianza y el respeto de todas y de todos, la defenderemos como defenderíamos a nuestra propia patria de cualquier injuria e intervencionismo extranjero. Que no se les olvide y que les quede claro a nuestros adversarios y detractores que la nación mexicana es una gran nación con una gran cultura milenaria y que hoy tenemos a una gran presidenta que nos representa con alta dignidad.
En su discurso en el VII Consejo Nacional de Morena, la Dra. Claudia Sheinbaum dijo algo que le tiene que quedar claro a todos y a todas: “…no creemos en el consumismo, ni en el poder del dinero, ni en la avaricia y no, no nos arrodillamos nunca frente al poder del dinero ni frente a ningún poder extranjero, creemos en un pueblo de libertades, en un México de libertades, de justicia, un México soberano de democracia verdadera donde el que mande sea siempre el pueblo de México…”. Son estas las palabras de nuestra futura presidenta, la que pronto se convertirá en la mejor presidenta del mundo.
Que se oiga lejos y que se oiga fuerte que ¡A México se le respeta!
¡Viva nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador!
¡Viva la mejor presidenta del mundo Claudia Sheinbaum Pardo!
Díaz Ordaz, Echeverría, JLP, De la Madrid, Salinas, Zedillo, Fox, FeCal, EPN… Todos ellos, me consta, en su momento consiguieron que mucho antes de que concluyera su respectivo período de gobierno, en muchos casos años atrás, el país estuviera plenamente de acuerdo al menos en algo: lo mejor para todos era que el presidente en turno se largara. Hoy, en cambio, la gran mayoría llevamos meses experimentando agradecimiento y una fuerte nostalgia anticipada. El próximo martes Andrés Manuel dejará Palacio Nacional.
No sería preciso si digo que hace seis años… Hay que decir que hace poco menos de seis años —sí, porque no debemos olvidar que el que hoy está en sus días finales será un sexenio mocho… Un sexenio mocho en el que se hizo mucho… Pero no, ¡cómo mocho!, eso se escucha espantoso, mejor mochado, un sexenio mochado, ligeramente cercenado: un sexenio de cinco años y diez meses—… Bueno, decía…, hace casi seis años, el 1° de diciembre de 2018, durante su memorable discurso de toma de protesta como presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, Andrés Manuel López Obrador advirtió algo que algunos, sobre todo entre quienes seguían y siguen repitiendo como cacatúas que todos los políticos son iguales, creyeron que no iba a pasar de pura retórica:
… hoy no sólo inicia un nuevo gobierno, hoy comienza un cambio de régimen político”. Y especificó: “A partir de ahora se llevará a cabo una transformación pacífica y ordenada, pero al mismo tiempo profunda y radical.
Hoy, en 2024, ¿quién en su sano juicio podría negar que, efectivamente, aquel sábado 1° de diciembre de 2018 dio inicio formal un cambio de gran calado de la vida pública de México? Ni siquiera los más furibundos detractores de AMLO y la 4T pueden negar el cambio, imposible porque es de eso precisamente de lo que tanto se quejan. Es decir, la profunda y radical transformación podrá no haberles gustado a algunos, muy pocos, por cierto, pero nadie puede negar que hoy México es otro. Y, repito, la mayoría estamos contentos con el cambio. En la última encuesta realizada por Enkoll, y publicada hace unos días por El país y la W Radio, dos medios de los cuales no podríamos decir que sean simpatizantes de AMLO, preguntaron “¿Qué tan de acuerdo o en desacuerdo está con la Cuarta Transformación, considerando las acciones de gobierno del presidente López Obrador en los últimos seis años?” Respuesta: 77%, es decir, prácticamente 8 de cada 10, contestaron estar de acuerdo o muy de acuerdo.
La mayoría de la ciudadanía quería en 2018 que se diera un golpe de timón y tomáramos la ruta de la regeneración nacional. La mayoría de la ciudadanía sabe en la actualidad que Andrés Manuel cumplió y que, ciertamente, encaminó a México por donde dijo que iba a hacerlo. La mayoría de la ciudadanía decidió continuar por esa senda y profundizar la transformación, ponerle un segundo piso, y así lo expresó el 2 de junio pasado. Si AMLO arrasó con 30 millones de votos, la elección de Claudia confirmó con 36 millones de sufragios que la ciudadanía de este país apoya, apoyamos y formamos parte de la Cuarta Transformación de la Vida Pública de México. Y esa es la calificación más importante del sexenio.
En aquel discurso, con un Peña Nieto anulado a un lado, AMLO reiteró lo que llevaba mucho tiempo señalando incansable desde la oposición: el cambio verdadero era necesario no sólo por “el fracaso del modelo económico neoliberal aplicado en los últimos 36 años, sino también por el predominio en este período de la más inmunda corrupción pública y privada”. Y remató:
… como lo hemos repetido durante muchos años, nada ha dañado más a México que la deshonestidad de los gobernantes y de la pequeña minoría que ha lucrado con el influyentismo.
¿Y recuerdan el descaro con el cual uno de los dos candidatos del PRIAN en 2018 decía que a AMLO, si ganaba, no le iba a alcanzar el dinero para hacer todo lo que prometía hacer porque no se podría sacar todo lo necesario del combate a la corrupción? “El combate a la corrupción y la austeridad nos permitirá liberar suficientes fondos, más de lo que imaginamos, mucho más, para impulsar el desarrollo de México”, sostuvo en diciembre de 2018 el primer mandatario a quien realmente me parece adecuado llamar así, el primer mandatario. Y se salió con la suya. Por la misma encuesta de Enkoll sabemos que, comparando el día de hoy con el inicio del gobierno de López Obrador, el 71% de la ciudadanía opina que la situación del país en cuanto a infraestructura ha mejorado. 71% Y aquí, en infraestructura, tenemos que pensar en Dos Bocas, en el AIFA, en el Tren Transoceánico, en el aeropuerto de Tulum, en la Refinería de Deer Park, en el rescate a la CFE, en las presas, las carreteras y los caminos artesanales, en el Parque Ecológico de Texcoco, en la ampliación de Chapultepec, en el Tren Maya… Por la misma encuesta sabemos que, comparando el día de hoy con el inicio del sexenio, 83% de la ciudadanía opina que la situación del país en cuanto a apoyos sociales ha mejorado. Y con todo y la peor crisis económica global sufrida en un siglo a causa de la pandemia.
Pero regreso al 1° de diciembre de 2018… Unas horas después, en el Zócalo de la Ciudad de México, de frente a la gente, el primer presidente de la 4T enlistó los compromisos que estaba asumiendo. En un momento dado, dejó de leer y dijo: “Ténganme paciencia y confianza porque nos están entregando un país en quiebra”.
No sé si Peña Nieto escucharía aquel discurso. Lo dudo. Quizá para entonces ya iba rumbo a Madrid. De lo que estoy seguro es de que, si lo oyó, al mexiquense no le dio ni tantita pena, mucho menos vergüenza. Le debió de haber entrado por una y salido sin dejar ninguna mella por la otra. Pero el diagnóstico no puede minimizarse: Andrés Manuel recibió un país quebrado. Y lo sacó a flote. Sacamos todos a flote al país. La encuesta de enkoll reporta que hoy por hoy únicamente el 3% de la población considera que el principal problema del país es la pobreza, sólo el 3% dijo que el principal problema son los bajos salarios… Es más, solamente 8 de cada 100 dijeron que el principal problema de México es el crecimiento económico.
Andrés Manuel López Obrador cumplió. Hizo un gran trabajo. El pueblo lo sabe, el pueblo al que pertenecemos todos, los pobres, la clase media y los más acaudalados. La encuesta publicada por El país reporta que la calificación promedio con la que AMLO se va es nada menos que 8.2 sobre 10. Claro, las personas que simpatizamos con el movimiento lo calificamos mejor, con 9.1…, pero los ciudadanos que declararon tener afinidad con el PAN lo calificaron con 8.2. Así que cuál país polarizado.
A diferencia del México que recibió en 2018, un México quebrado, estresado e incierto, hoy vivimos en una nación de la que podemos sentirnos orgullosos y en la cual la esperanza es perfectamente razonable.
Vamos a extrañarte, Andrés Manuel. Gracias por todo.