Sí, solo queda una semana de trabajo en el poder ejecutivo a nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador.
Haciendo un balance de su gestión como máximo líder del primer gobierno progresista desde el de el presidente Lázaro Cárdenas, podernos asegurar que el beneficio logrado para la sociedad en su conjunto ha sido benéfico, sobre todo si tomamos en cuenta los logros en materia económica y de beneficio social para la mayoría de los mexicanos, a pesar de haber enfrentado una pandemia a nivel mundial y aún así se lograr una disminución en la pobreza, que fue acumulada a causa de las políticas implantadas por los gobiernos neoliberales durante los últimos sexenios gobernados por el PRIAN.
Afortunadamente el proyecto de la Cuarta Transformación seguirá dando frutos con el nuevo gobierno de la primera presidenta en México, Claudia Sheinbaum Pardo.
Es un orgullo haber participado junto con muchos ciudadanos afines durante décadas de lucha en contra de la corrupción, bajo el liderazgo de López Obrador, pero sobre todo es satisfactorio coincidir con una nueva generación de jóvenes formados durante la lucha, que darán seguimiento a lo logrado por nuestro presidente.
Las nuevas generaciones cuentan con una línea definida de participación con opciones claras y respaldadas por el humanismo mexicano, como nueva forma de gobierno apoyada en la honestidad y el respeto para todos, el máximo ejemplo de dignidad que desde mi punto de vista que nos deja como herencia intangible pero a la vez demostrable nuestro Tlatoani Andrés Manuel, la Revolución de las Conciencias.
La sociedad en su conjunto ha logrado lo que los opositores dudaban que se pudiera alcanzar y es el empoderamiento social lo que nos ha dado la fortaleza que hacia falta, para incidir en las desiciones en torno al nuevo gobierno que será liderado por la primera mujer presidenta en México.
Al pueblo sabio corresponde respaldar e impulsar las nuevas políticas generadas desde nuestro nuevo gobierno, de la mano de nuestras autoridades ayudando a evitar que el flagelo de la corrupción vuelva a las altas esferas, que todos los sectores de la nueva administración trabajen de manera organizada y honesta supervisando en todo momento su quehacer como nuestros servidores públicos.
Gracias Andrés Manuel, por mostrarnos el camino de la grandeza cultural de nuestro país.
El ingeniero Heberto Castillo escribió su libro Historia de la Revolución Mexicana (Editorial Posada, México, 1977) a lo largo de los dos años y ocho meses que estuvo preso en la cárcel de Lecumberri a causa de su activa participación en el Movimiento Estudiantil Popular de 1968.
En el prólogo de la obra destacó: “He tratado que este libro (…) sea accesible a los trabajadores con estudios primarios”. Más adelante, siguió exponiendo los motivos que originaron el libro, y señaló:
Quiere ser un libro de divulgación que permita a los trabajadores conocer un poco del pasado reciente de México y les haga ver que han sido los explotados como ellos actores principales de la historia, y que en la medida que lo entiendan así, les sea menos difícil construir un México más libre y más justo, donde sean ellos, los trabajadores, los creadores de riqueza, quienes decidan el rumbo de la nación.
Perdónese la extensión de la cita. Hoy, en una actualización del lenguaje, tal vez donde dice trabajadores deba leerse pueblo en general. o simplemente ciudadanos.
Heberto –fundador del Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT) en septiembre de 1974, junto con el líder ferrocarrilero Demetrio Vallejo y estudiantes presos políticos del movimiento del ’68 como Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca y Eduardo Valle, el Búho, más miles de mexicanos– coloca en el centro de sus afanes de formación a los trabajadores con estudios primarios porque ellos son en realidad los que deben decidir, y deciden ya en la 4T, el rumbo político del país aunque sea cierto que la presidenta Claudia Sheinbaum arrasó a la derecha en las recientes elecciones presidenciales con 36 millones de votos provenientes de todos los estratos sociales y no sólo de la clase popular.
Otro ejemplo de material para la formación política del pueblo son las conferencias “mañaneras” del presidente López Obrador, que han contribuido decisivamente a la creación de una conciencia popular sobre la realidad que se vive en el país. En un lenguaje claro y preciso, el presidente ha provisto una multitud de elementos para que la gente, el pueblo raso, el pueblo que se gana la vida bajo el sol, se forme una idea sobre su realidad. En alguna conferencia el presidente dijo textualmente: “Los trabajadores son el alma de la Cuarta Transformación”.
Por eso extraña cuando se contrasta la afirmación de AMLO con los vigorosos esfuerzos formativos del Instituto Nacional de Formación Política (INFP) de Morena, ya que éstos parecen ir en sentido opuesto a la propuesta de colocar al pueblo en el centro de la atención.
Al menos, es la impresión que queda cuando uno se entera que hay un curso llamado “Feminismos, política y decolonialidad”. Surge una primera pregunta frente a tan tremendo título: ¿Cuántos de los 2 millones 300 mil afiliados a Morena podrían definir sin titubeos y a la primera el término “decolonialidad”?
Segunda pregunta: ¿La palabra “decolonialidad” formará parte de lo que López Obrador ha calificado como “términos neoliberales” que tanta sorpresa le causaron, hasta el punto de comprometerse a afirmar: “Estoy haciendo un diccionario de las nuevas palabras del período neoliberal”?
Última pregunta: ¿Cuántas de las mujeres que se ganan la vida y la de sus hijos en el taller de calzado, en la pizca de la fresa o del brócoli, en la planta Silao de General Motors, en la recolección de PET y de cartón, detrás del mostrador de un OXXO o vendiendo chácharas en el tianguis, podrán sentir como suya la preocupación por la “decolonialidad” al grado de sentirse atraídas por el tema y dedicarle tiempo al estudio y apropiación del término?
Se revisan los contenidos del canal de You Tube del INFP y qué se encuentra. Bueno, pues que hay una entrevista con Ramón Grosfoguel titulada “Más allá del multipoder: la transmodernidad”. Ni más ni menos que uno de los que anda buscando para distraerse aquel trabajador que ha cumplido sus diez horas de trabajo diario en la fábrica y anhela la relajación mental que sólo puede procurar el análisis de la transmodernidad.
Si ese trabajador codicioso del saber y la lectura quiere informarse, documentarse y prepararse políticamente, la página de internet del INFP le ofrece títulos placenteros que podrá descargar en su celular para que los lea con la comodidad que siempre presta la letra chiquita. Ahí encontrará “Semiótica para la emancipación” y “Posverdad, plusmentira”, ambos de Fernando Buen Abad, los que sin duda podrá discutir a profundidad con sus compañeros de la fábrica a la hora de la comida, mientras se come sus tortas sentado en la banqueta o en el marquito de una puerta, donde no pegue tan fuerte el sol.
El INFP afirma en su página de Facebook que “para comprender de forma cabal y profunda los problemas de nuestro presente, es necesario contar con herramientas analíticas de gran calado (?) que nos acerquen cada vez más a la naturaleza de nuestra realidad social”. Lo cual es incomprensible y contradictorio porque aspira a comprender de manera “cabal y profunda” lo que apenas será acercarse “cada vez más” a la realidad.
Durante su gestión como secretario de Educación Pública, José Vasconcelos mandó editar, en los famosos Libros Verdes, obras clásicas como los Diálogos de Platón, las Tragedias de Esquilo y de Eurípides, La Ilíada de Homero, las Vidas Paralelas de Plutarco.
El propósito de Vasconcelos fue acercar al pueblo a lo más brillante del pensamiento occidental. Muy noble propósito al que sólo le faltó una cosa para verse realizado: un pueblo que supiera leer. Parece que de alguna manera el justo empeño de Vasconcelos coincide con el del INFP: los dos soslayan la existencia del pueblo al que pretenden dirigir sus trabajos y perseverancias. Pero ahí siguen los trabajadores “con estudios primarios” esperando que alguien se acuerde de ellos. Que los vea como sujetos constructores de su propia historia, como quería Heberto. A ver si ahora sí.
Este fin de semana se llevó a cabo el congreso nacional de Morena, donde se designó la nueva dirigencia, una acción que sigue enseñando a todo el país por qué representan al más del 85% de la población. Mientras la oposición intenta mantener privilegios, en el partido oficialista da cátedra de civilidad.
La semana pasada, el mismo día en que se aprobaba la reforma al Poder Judicial, las autoridades electorales informaron que lo que hizo Alejandro Moreno en el PRI para perpetuarse al frente del partido fue totalmente ilegal, solicitando al priista que dejara la dirigencia. Por otro lado, en el PAN, una cúpula importante de militantes ha amagado con irse del partido blanquiazul si Marko Cortés no deja su puesto al frente del partido. Ya han pasado un par de meses desde el desastroso 2 de junio, y la oposición, principalmente el PAN, no ha recibido más que derrota tras derrota.
La nula capacidad de reflexión, autocrítica y resiliencia por parte de los partidos de oposición solo permite que Morena siga ganando terreno y se confirme el principal discurso del movimiento, “la oposición solo quiere sus privilegios”.
Este domingo, Morena organizó su congreso nacional, donde designó a Luisa María Alcalde como la nueva presidenta del partido y a Carolina Rangel Graciada como la nueva secretaria general. A pesar de los intentos de distintos medios de comunicación por provocar un conflicto interno y asegurar que habían tres corrientes distintas, en total paz y armonía, las y los militantes eligieron sin problemas a sus dirigentes.
Luisa María Alcalde, quien aún es la secretaria de Gobernación del país, es una joven que no rebasa los 37 años de edad, hija de Arturo Alcalde y Bertha Luján, dos líderes de izquierda y defensores de los derechos de los trabajadores. La nueva dirigente nacional de Morena ha sido diputada, secretaria del Trabajo y de Gobernación, además de ser una de las fundadoras del partido y del movimiento de jóvenes con Morena. Sin duda, no había mejor perfil que ella para liderar el partido en su etapa más complicada desde su fundación. A pesar de ser el partido con mayor cantidad de gobernadores, alcaldes, diputados, senadores y la Presidencia de la República, esta será una etapa histórica en la que Morena se consolidará o se perderá, pues su principal referente, Andrés Manuel López Obrador, ha asegurado que desaparecerá de la política una vez terminado su mandato.
Sin el actual presidente Andrés Manuel López Obrador, Morena tendrá que aprender a defenderse solo. Es importante recordar que gran parte del electorado le otorgó el poder actual en el Poder Legislativo y en la Presidencia como un regalo de despedida a AMLO. Ahora, sin él, la dirigencia del partido deberá trabajar arduamente para recuperar la confianza de las y los ciudadanos. La responsabilidad recae en sus nuevos líderes para demostrar que el proyecto de transformación puede perdurar más allá de la figura de su fundador.
En este contexto, la capacidad de la nueva dirigencia para conectar con las preocupaciones de la ciudadanía será fundamental. Luisa María Alcalde tendrá que enfrentar no solo los retos internos del partido, sino también las expectativas externas de un electorado que busca respuestas efectivas a problemas como la seguridad, la economía y la justicia social. La consolidación de Morena dependerá de su habilidad para navegar estos desafíos con inteligencia y compromiso.
Además, es crucial que Morena mantenga la unidad interna para evitar divisiones que puedan debilitar su liderazgo. La historia reciente nos ha mostrado que la fragmentación puede llevar a la pérdida de poder. Si logran establecer un diálogo constante y transparente con sus bases, podrán enfrentar cualquier adversidad que surja en el camino. La cohesión será su mejor aliada en este nuevo capítulo.
El futuro de Morena está en juego, y su éxito dependerá de cómo se adapten a un entorno político cambiante. Con una nueva dirigencia al mando, tendrán la oportunidad de reafirmar su compromiso con la ciudadanía y demostrar que, más allá de su líder carismático, el partido tiene una misión clara y viable. Será un reto, pero también una oportunidad para mostrar que la transformación es un proceso colectivo y que, con unidad y determinación, siguen siendo la fuerza política más relevante en el país.
El 15 de septiembre del 2024 fue para mí uno de los días que he tenido los sentimientos a flor de piel porque ya se acerca el final del Sexenio del Bienestar y nuestro querido Presidente Andrés Manuel dejará el cargo, con una gran aprobación por su gestión, más del 70% de los mexicanos está satisfecho con los resultados de la administración y del trabajo con los Secretarios de Estado, los funcionarios de gobierno y todos los servidores públicos, quienes también, junto al Presidente son responsables de las buenas gestiones de la Cuarta Transformación pese a la campaña sucia de los medios de comunicación (que más parecen Medios de Desinformación para quienes todo ha sido un desastre y nada ha sido positivo, afortunadamente “La Mañanera” es el contrapeso a la infodemia) y el Pueblo está muy feliz pues ha visto reflejado en su bolsillo, los beneficios del sexenio.
El pueblo mexicano tiene muchas virtudes y una que definitivamente lo caracteriza es la gratitud y algunos de los asistentes a la fiesta del Grito de Independencia en el Zócalo capitalino, lo hicimos con la finalidad de agradecer al Presidente su magnífica labor en pro de la población, lo pude constatar porque muchos traían playeras que decían #GraciasAMLO, pancartas, letreros en cartulinas y ¡una lona gigantesca que hasta sirvió para guarecerse de los tres aguaceros que nos cayeron, que decía GRACIAS!
El domingo 15 de septiembre en el Centro de la capital, era una auténtica romería ¡desde muy temprano! Aunque yo llegué a las 13:30 hrs ya estaba lleno, caminé desde la zona de Anzures hasta la calle de Sullivan porque hay un tianguis maravilloso y necesitábamos hacer las compras de la semana, mi esposo Donagh se quedó ahí, yo me dirigí a Reforma, tomé el Metrobús y ¡Oh sorpresa! Venían muchas personas que también iban al Zócalo y hasta foto nos tomamos al bajar, el “Es un honor estar con Obrador” se escuchaba en todas partes.
Había muchos vendedores en Avenida Juárez, la compra y venta de artículos patrios, #AMLITOS, calcetines, playeras, souvenirs, pins, gorras, bufandas y un sin número de artículos, ah y también había #Clauditas y #Noroñitas. Esperé a las 14:00 hrs a que mi amiga Cynthia llegara y nos fuimos al Zócalo.
Ya no hubo tiempo de comer como lo habíamos planeado, decidimos irnos ya porque literalmente ya eran cientos de personas las que iban al Zócalo así que, emprendimos el camino.
Pudimos ingresar a la plancha del zócalo y ahí estuvimos literalmente nueve horas, comimos una deliciosa tlayuda y un refresco chico, por aquello de que no íbamos a poder movernos para ir al baño. Había mucha gente, estuvimos conversando con cuatro jóvenes que traían a un panda de peluche, ataviado para la ceremonia y ¡Hasta nos tomamos fotos! ellos venían desde Veracruz, exclusivamente al Grito y por lo que pudimos platicar también son grandes seguidores de la Cuarta Transformación.
Las horas pasaron lentamente, nos llovió muy fuerte, Tláloc no tuvo mucha piedad para nosotros pero literalmente nadie se movió, al fondo en los escenarios sonaban los músicos de la Marina y cantaban hermosas melodías.
La Banda MS amenizó una hora antes del Grito, yo estaba ansiosa, pero justo cuando se enlazó la transmisión de la Cadena Nacional, una familia que estaba frente a nosotros tuvo la ocurrencia de levantar a sus hijos en hombros y nos taparon la vista. Obviamente podían haber cargado a los niños a la altura de sus cabezas, pero no, tuvieron que mostrarse sumamente desconsiderados y literalmente, mal educados porque generaron mucha molestia, empezaron los empujones y agresiones, ignorando por completo nuestra petición de que los bajaran, podían perfectamente cargarlos normalmente sin causar molestia pero, como dice el dicho: ¡Nunca falta alguien así!
En fin, una vez que la escolta del Heroico Colegio Militar hizo su aparición y vimos aparecer al Presidente López Obrador junto a su esposa la dra. Beatriz Gutiérrez M. quien estaba ataviada con un precioso vestido color uva y lucían radiantes.
La gente comenzó a gritar: ¡Es un honor estar con Obrador! Y de pronto, la petición era: ¡No te vayas, No te vayas! Ahí yo ya no pude más y mis ojos se volvieron agua, lloré porque sentía esa vibración especial que nos contagió a todos, justo cuando el Presidente Andrés Manuel apareció en el balcón con la Bandera de México en sus manos literalmente la gente deliraba, era un único grito de ¡Sí cumplió, sí cumplió! Y de ¡Gracias!
Cuando comenzó la arenga hubo un silencio y se escuchó con mucho respeto al Presidente López Obrador, cada “Viva” se respondió con mucha fuerza, igualmente cuando dijo “Muera la Corrupción”, “Muera el clasismo” etc. Lo más impactante fue cuando cantamos en un coro monumental el Himno Nacional, la piel se erizaba y el entusiasmo crecía, una vez finalizado, comenzaron los fuegos artificiales que literalmente fueron deslumbrantes, un fastuoso despliegue de pirotecnia que fue engalanado con unos drones que formaron las palabras: GRACIAS MEXICO con los colores verde, blanco y rojo.
¡Nunca he visto nada igual en ningún otro país!
Al terminar, el Presidente con su esposa, agradecieron a todos, la dra. Claudia Sheinbaum junto a algunos miembros del gabinete, saludaron a la gente, las exclamaciones de alegría no cesaron.
Hubo alegría, también nostalgia porque se cierra un ciclo por el que muchos luchamos, haciendo cuentas yo llevo casi 25 años siguiendo al Compañero López Obrador, recordé tanta lucha, el desafuero, las decepciones por los fraudes electorales, las denostaciones, las difamaciones, la Guerra Sucia, el entusiasmo, las Marchas, el Plantón de Reforma, la Convención Nacional Democrática, la fundación de MORENA, la ceremonia del Presidente Legítimo, el reparto del periódico Regeneración, la defensa del Petróleo (en donde salió mi imagen con mi brazo levantado haciendo la V de la victoria en un comercial del PT), mi paso por Radio AMLO, la campaña electoral del 2018, la alegría inmensa del Triunfo del Pueblo y la ceremonia de la Toma del Bastón de Mando con los pueblos originarios de toda América representados por el Águila Real, el Quetzal y el Cóndor.
Recordé al joven ciclista con la Bandera de México en su espalda que alcanzó al Presidente Andrés Manuel aquella mañana del 1 de diciembre y le dijo: ¡No nos falles! Y no lo hizo, de hecho, me ha asombrado el hecho de que rebasó mis expectativas y cumplió y serás recordado Compañero López Obrador como el mejor Presidente de México de los años recientes.
La última consigna que hizo fue ¡Viva la Cuarta Transformación! Y sí, que viva este maravilloso inicio de una nueva etapa del despertar, de orden, progreso, justicia social, reconciliación y honestidad. Un Gobierno del Pueblo y para el Pueblo sí es posible, aunque hay muchos detractores que braman por recuperar sus privilegios, el nuevo panorama es alentador y deseamos de corazón que los corruptos, jamás vuelvan.
El domingo 22 de septiembre, Morena llevará a cabo su Congreso Nacional Extraordinario, a raíz del último resolutivo del TEPJF. Este obligó a nuestro partido a realizar cambios en la estructura del Comité Ejecutivo Nacional, respecto a la presidencia y la secretaria general. Sin embargo, la dirigencia aprovecho para convocar a renovar once carteras del CEN y proponer que tanto Consejeros Estatales y Nacionales puedan prorrogarse en su encargo tres años más esto es, hasta el 2027 sin tener un proceso interno que defina en las asambleas distritales a los nuevos consejeros del partido; así también, estuvo previsto en la convocatoria el ingreso de 195 Consejeros Nacionales que se sumarán con la característica de no ser votados, sino propuestos en lista por el CEN, además de la modificación a los documentos básicos, declaración de principios y estatutos del partido.
Y aunque estas líneas las escribo previo al Congreso Nacional Extraordinario y sus resultados, puedo aventurarme a decir, que morena tiene una oportunidad para reivindicar la fortaleza del movimiento político a razón del reconocimiento de las bases militantes o bien transitar por el camino natural de la búsqueda de institucionalidad de un partido común y corriente, a través de la vía que deja de empujar y profundizar transformaciones para mantenerse en el sistema de partidos.
En las filas del partido suenan dos compañeros, el domingo tendremos claridad de sus encargos en el Comité Ejecutivo Nacional. La Compañera Mtra. Luisa Alcalde y Lic. Andrés Manuel López Beltrán, encargados de cuidar el movimiento desde los principios e ideales del Presidente Obrador, pues cuentan con la legitimidad suficiente por la cercanía con el dirigente máximo.
La familia Lujan, es cercana a López Obrador y sin duda reivindica los primeros pasos dentro de las dirigencias afines en su totalidad al presidente, es reconocido su compromiso con los ideales y principios originarios y son un factor de estabilidad entre la dirigencia como entre las bases.
Las secretarias nacionales restantes se definirán con base en el poder político que concentran gobernadores y actores políticos cercanos a la presidenta electa, puesto que los consejeros actuales que muy probablemente serán ratificados 3 años más también son representativos de los grupos de poder más fortalecidos en cada Estado. Propios y ajenos al movimiento, hoy dirigentes de morena locales, estatales o nacionales, fueron quienes lograron imponerse a la militancia de base en el proceso electivo de 2021 en su mayoría.
Desde aquí, es donde partimos con la prospectiva. Morena tiene el camino de empujar al movimiento de transformación apegado a sus bases, que al interior de los partidos son las que no perciben salario o encargo alguno y que se reconocen como creyentes en el argot de los partidos políticos. Esto, con la finalidad de no perder el apoyo territorial de quienes sin encargo o condicionamiento alguno salen a las calles a promover, convencer e informar.
Sin embargo, ante la repartición de encargos a diestra y siniestra a grupos de poder, que antes lucharon contra nuestro movimiento y que oportunistas y utilitaristas llegaron al movimiento provocando que las bases duden de la credibilidad de los documentos básicos, los ideales, principios y proyecto que representa el partido político (no así el movimiento), pues lo escrito en papel choca con la cruda realidad.
De modo que, las dirigencias no solo estarán obligadas a representar a los diversos grupos políticos al interior del partido, sino que tienen la responsabilidad de evitar el desprendimiento de los más idealistas del movimiento, de quienes, ante la salida del dirigente moral y los reacomodos de la dirigencia con el ingreso de personajes funestos del viejo régimen, podrían retirarse de la construcción territorial, movilización y comicios próximos.
Si la dirigencia peca de soberbia, privilegiará a algunos que se comprometerán mediante el condicionamiento a realizar las tareas partidistas y llevar a cabo los procesos de información y difusión en territorio, pero sin la convicción necesaria que empuja el terreno de la 4ta transformación.
Entonces, ante un panorama de este estilo, las palabras de la Dra. Claudia Sheinbaum no harán eco.
“…Que se pueda trazar una ruta clara, que separe la labor del partido y la labor del gobierno en el proceso de transformación”
Puesto que si en el movimiento, los obradoristas que son más, no empujan los procesos políticos coyunturales y venideros, existirá una tendencia a perder gobiernos municipales y congresos locales. Sera la respuesta de la falta de acción y consideración de los militantes, terminando por socavar la credibilidad del partido.
Pero, además es importante considerar que ante la falta de Andrés Manuel en el partido político y la necesidad de la Dra. Claudia Sheinbaum de mantener un equilibrio en las fuerzas políticas internas, deben considerarse elementos que involucren y reconozcan a las bases partidistas en un nivel similar al reconocimiento de las dirigencias ejecutivas, tanto en los procesos selectivos locales como en la lista de Consejeros Nacionales que presente el CEN ante el Congreso Extraordinario. Si no se considera a militantes de base de prestigio y reconocimiento, se entenderá que el partido responde al interés de una élite política y que ha reservado en su gran mayoría los incentivos para personajes cercanos a la cúpula partidista. Esto, provocaría que la militancia de base volviera a aletargarse y esta vez sin el dirigente moral, quién sabe cuánto tiempo más, tendría que pasar para levantarse nuevamente.
La modificación a los documentos básicos también es muy delicada, puesto que si se cambian los ideales que se construyeron para dar vida a un proceso histórico de crecimiento político que partió desde la oposición y se redactan de nueva cuenta pensados hacia el centralismo o incluso con aires que nieguen la virtud de ser de izquierda, vendrá el desencanto de la militancia. Y aunque se haya estableció un periodo de participación para recabar las propuestas de las bases, este no ha tenido gran éxito, puesto que prevalece el mensaje de ya estar planchada la propuesta principal.
En otras palabras, este ejercicio organizado por el INFP solo tiene la finalidad de cumplir con el acto protocolario y ser escudo de posibles impugnaciones al proceso de modificación estatutaria. Una modificación estatutaria acorde al empuje y profundización de la 4ta transformación, así como al reconocimiento a pugnar por mantener principios e ideales tendría un eco importante en las bases y reforzaría los procesos de legitimidad que requiere el partido político, ante el cambio tan fuerte que enfrentará.
Finalmente, el indicio principal de como estará el reacomodo institucional y cuál será el giro que tomará el partido no solo podrá analizarse desde los nuevos miembros del Comité Ejecutivo Nacional, sino desde la perspectiva de los 190 consejeros que ingresararán a razón del artículo 36 del estatuto, sin ejercicio de votación.
Así, mediante las definiciones tomadas en el congreso, como la posibilidad de prórroga a consejeros y congresistas electos en 2021, el ingreso de una lista propuesta por el CEN de los consejeros nacionales faltantes, la definición de los nuevos actores del Comité Ejecutivo Nacional y la modificación de los documentos básicos y sus estatutos, serán claves para reconocer el rumbo que tomará el partido político. La institucionalización de Morena como partido político depende de varios factores.
Algunos de ellos como, por ejemplo. ¿Cómo logrará Morena legitimar sus procesos y designaciones sin la figura moral de Andrés Manuel López Obrador ante la militancia de base y electores? ¿Cuál será el nivel máximo de penetración de los nuevos grupos de poder internos? y ¿Cómo se logrará equilibrar el reparto de incentivos colectivos (ideales y principios entre otros) y selectivos (para quienes perciben encargos, reconocimientos y recursos) para evitar que la militancia y los creyentes pierdan su conexión partidista frente a los arribistas?
En otras palabras, existe el fantasma de convertirse en los partidos de siempre, ser como el viejo PRI o encontrar nuestra realidad en la conformación de corrientes como las extintas perredistas. Estos fantasmas se hacen presentes en el Congreso Nacional Extraordinario y veremos con los resultados, si siguen siendo fantasmas o trágicas realidades partidistas.
¿El salvavidas? En la dirigencia el reconocimiento a la militancia, el compromiso de continuidad de ideales y principios y el equilibrio de poderes al interior del movimiento. En las bases, el análisis de los resultados de dicho congreso con los comités de afinidad, temáticos, distritales, seccionales y territoriales. Y la reorganización en torno a las fortalezas del movimiento político que tiene su esencia en la reivindicación de las enseñanzas del dirigente máximo.
“Tenemos que hablar de Vicente”. Hace poco más de dos años así titulé mi columna. De entrada, ofrecía disculpas por el fastidio que podía causar, pero entonces realmente pensaba que teníamos que hablar de Vicente Fox Quezada.
Sabía bien que el señor, desde hace mucho tiempo, harta. Sabía y sé que abundan quienes con sensatez argumentan que lo mejor que podemos hacer con el expresidente prianista es no hacerle el menor caso, sabía y sé que hay quienes desde hace años sostienen que reaccionar a las fantochadas de Fox es sólo hacerle el caldo gordo. O mejor, y dicho de forma muy nuestra, sabía y sé que sobran razones para tirarlo de a loco. Así que no negaba que ignorarlo resulta casi siempre la estrategia más sana. Ojo…: casi siempre, pero no siempre.
En aquella ocasión juzgué conveniente atender las tarugadas de Fox porque el señor había espetado una barbaridad particularmente reveladora. Impertinente, había tuiteado:
PIDO VEHEMENTEMENTE A LOS DE ARRIBA, SE ORGANICEN Y NOS CONDUZCAN A LA VICTORIA!! 2024
Cuando el ex empleado de Coca-Cola pidió “A LOS DE ARRIBA” que en 2024 “CONDUJERAN A LA VICTORIA” mostró groseramente su verdadero rostro. Verdad de Perogrullo: los de arriba no son los de abajo. Y uno no tiene que haber leído la novela de Azuela para saber a quiénes nos referimos en México cuando hablamos de Los de abajo: desafortunadamente son la enorme mayoría de mexicanos y mexicanas, de tal suerte que tampoco se requiere ningún sustento estadístico para saber que los de arriba son la minoría. Fox quedaba expuesto y convenía explicitarlo: a quien se supone que tendría que pasar a la historia como el primer presidente del México post revolucionario electo democráticamente —en “plena normalidad democrática”, según el eufemismo acuñado por su antecesor, Ernesto Zedillo—, en realidad le importa un comino la opinión de la ciudadanía. El tuit de marras fue en realidad una confesión.
Pues hace dos años, cuando escribí aquella columna, no me imaginaba que llegaría el día en que también tuviéramos que hablar de Ernesto.
Porque tenemos que aceptar que la grosera insolencia de Zedillo Ponce de León fue sorpresiva. Digo, el expresidente llevaba lo que va del siglo lejos de México y en cauto silencio… Prácticamente un cuarto de siglo en las sombras, alejado del ágora nacional. Pero, como constatamos hace unos días, decidió romper lo que él mismo llamó una regla autoimpuesta, la de abstenerse de comentar públicamente los acontecimientos políticos del país. Y lo hizo muy muy mal: a destiempo, pronunciando un pésimo discurso, agraviando a varios millones de personas y sin el menor tino de cálculo político.
Todo mal, desde el prólogo del evento…, porque al doctor Zedillo le pareció una buena idea reaparecer en México anunciando su próxima alocución… ¡en inglés!
Zedillo fue el encargado de abrir la Sesión Inaugural de la Conferencia Anual de la International Bar Association, celebrada este año en la Ciudad de México. Pues lo primero que hizo el expresidente fue tratar de victimizarse, difamar al presidente López Obrador y aventurar una profecía: “Estoy consciente de que la reacción del presidente será, como siempre ante quien disiente, critica o piensa distinto a él, la calumnia, el insulto y la amenaza.” Como era de esperarse, el macroeconomista erró en su augurio: días después, AMLO ni lo calumnió ni lo insultó ni lo amenazó… Eso sí, se burló de él.
Ernesto Zedillo llegó pronto a la parte más importante de su mensaje. Apenas en el tercer párrafo de su largo discurso sentenció: “Nuestro Congreso Federal acaba de aprobar —y ha sido ratificado por una mayoría de Legislaturas estatales—, un conjunto de reformas constitucionales que destruirán el Poder Judicial y, con ello, enterrarán la democracia mexicana y lo que quede de su frágil Estado de derecho”. Y aquí podríamos dejar todo, porque, en pocas palabras, de lo que vino a quejarse es de que el Legislativo, integrado democráticamente y conforme a nuestras leyes, haya hecho su trabajo. Según su opinión, la opinión de un economista —licenciatura en el IPN y doctorado en Yale—, pero también la opinión de los priístas y los panistas, es decir, la opinión unánime del PRIAN, la reforma judicial propuesta por el Ejecutivo y aprobada por la mayoría calificada de las dos cámaras federales y luego por la mayoría de los congresos locales, significa “la demolición” —para usar la expresión de Piña— del Poder Judicial y el fin de nuestra democracia. El Apocalipsis según San PRIAN. O aun con menos palabras: Zedillo afirma que la actuación conforme a derecho de la mayoría democrática va a destruir el Estado de Derecho y la democracia. La misma cantaleta que el conservadurismo ha repetido machaconamente durante las últimas semanas. He ahí y hasta ahí el meollo del mensaje de Zedillo.
Seguiría una luenga perorata en la que Zedillo se dedicó a hablar mal del sistema político mexicano antes de 1994, es decir, antes de que él llegara a Los Pinos, para luego narrar las decisiones y acciones que él tomó para encaminarnos por la venturosa senda de la democracia, mediante las reformas constitucionales que él y su partido, el PRI, entonces mayoritario, impulsaron con auxilio del PAN. ¿Y de dónde provino todo? De él, por supuesto: “Esa reforma surgió de mi convicción de que la dificultad de México para satisfacer las demandas incumplidas de nuestro pueblo de progreso económico, social y político se enraizaba fundamentalmente en nuestro fracaso histórico de construir una verdadera democracia.” O sea que según Zedillo no fue la doctora Dresser quien nos quitó las cadenas, sino las reformas que surgieron de su convicción personal y con las que se consiguió la “ruptura con el pasado semi-autoritario”.
Continuaría el exmandatario detallando las bondades de sus reformas, lo civilizado de su propio proceder, incluso se animó a decir que la elección que lo había llevado a la Presidencia “había sido legal, pero no justa”, por lo cual había decidido reformar el sistema electoral. Curioso, tan buen actuar le trajo por consecuencia al PRI y a Zedillo perder las elecciones en el 2000…, pero, “México se convirtió en una verdadera democracia”. Claro, del 2006 no dijo nada.
Zedillo tiene todo el derecho de creer esto y quizá también que endeudándonos con el Fobaproa salvó al país. También tiene el derecho de criticar la reforma al Poder Judicial y de pregonar que “todos los principios esenciales del Estado de derecho podrán ser pisoteados”. El hombre puede pensar y decir que “los nuevos antipatrias quieren transformar nuestra democracia en otra tiranía”…, imponiendo la democracia. El problema es que su alocución llega a toro pasado. La propuesta de reforma al Poder Judicial se presentó hace más de medio año. Después, durante las campañas electorales previas a los comicios de junio, se explicitó que el propósito era impulsar esa reforma ganando para ello la mayoría calificada… ¿Nunca escuchó hablar del Plan C? Me pregunto, además, ¿y por qué no se dio una vuelta por México el doctor Zedillo para advertirnos a tiempo de tanta perversión y demolición y tiranía? ¿Por qué viene a hacerlo a unos días de que AMLO deje la Presidencia? Él sabrá, pero cualquiera que sea la respuesta no le quita lo inoportuno e impertinente a su reaparición en la arena pública mexicana.
Por mi parte, no me cabe en la cabeza la idea de que no es democrático que la ciudadanía elija democráticamente a sus jueces y magistrados. Entiendo, eso sí, que muchos defiendan esa idea, Zedillo, Marko Cortés, Alito, el PRIAN, Claudio X. González, Norma Piña, Pedro Ferriz, Alazraki, en fin… El caso es que hoy la reforma judicial ya entró en vigor y es inimpugnable. Y como dijo alguien el 1 de julio de 1997: “Ese es el principio de la democracia, que aceptemos todos que una vez que se da la valoración, eso es lo que cuenta y que podamos vivir con ese resultado”. Ese alguien era entonces presidente de la República y se llamaba Ernesto Zedillo.
Tampoco entiendo muy bien que alguien tan inteligente como debe de serlo un doctor en ciencias económicas graduado en Yale pueda decir, como lo hizo en entrevista con Gómez Leyva, que “no hay que faltarle el respeto a la gente” y que votamos engañados. En efecto, Zedillo piensa que la mayoría de la ciudadanía mexicana es… ingenua, para no decirlo muy feo.
También para no decirlo muy feo, pienso que fue muy ingenuo por parte de Zedillo agraviarnos. El resultado está a la vista.
El jueves 19 de septiembre de 1985, a las 7:19 de la mañana se paró el reloj de enormes edificaciones, tales como el Hotel Regis -donde celebridades como Frank Sinatra habían pasado su luna de miel en sus palaciegas suites-; era también la hora en que repartidores y voceadores empezaban a circular la edición que celebraba apenas el primer aniversario del diario La Jornada, cuando un terremoto de 8.1 grados en la escala de Richter y de dos minutos de duración, sacudió a la ciudad de México.
Ambos sucesos aparentemente inconexos marcaron y contribuyeron a un cambio de época en la vida pública de México. El nacimiento de La Jornada el 19 de septiembre de 1984 y los sismos de un año después, condensaron el surgimiento del vehículo y de la corriente de opinión crítica que comenzó a cuestionar cada vez más abierta y profundamente el agrietado sistema político mexicano, denominado coloquialmente como PRI- gobierno.
El pueblo rebasó a las instituciones desde la ayuda mutua, la solidaridad verdadera y la restauración de la comunidad ante la tragedia y la emergencia; luego que los sismos desnudaron los frutos podridos de la corrupción y la negligencia criminal del gobierno entonces prácticamente de partido único, pues hospitales, escuelas, multifamiliares y dependencias habían colapsado por la tolerancia del viejo régimen a la degradación de construir con materiales de tercera clase y de no verificar o actualizar reglamentos para la seguridad ante los riesgos naturales.
Retomando la causa de periodistas independientes al poder, que, en la saga de los esfuerzos de Excelsior, Unomásuno, e incluso Proceso se habían desarrollado desde los años setenta, diversas voces y plumas que habían librado verdaderas batallas contra la censura, la intolerancia, la represión, la desinformación y la manipulación, se agruparon para dar vida hace cuarenta años a un medio excepcional, sin el cual incluso los mismos ecos de los sismos de 1985 no hubieran quizá podido explicarse a gran escala, como un despertar social en medio de la más grande adversidad.
La Jornada, para los que hemos vivido la transición a la era digital, ha sido más que un medio, en aquellos años donde privaba un férreo control a la libertad de expresión por parte del aparato del Estado. La Jornada se convirtió en nuestra escuela de formación política y de construcción de ciudadanía, pues con valentía y honestidad los trabajadores del diario compartieron información al pueblo, con ello se abonó a tener mayores elementos para la toma personal y colectiva de decisiones.
Hoy día es imposible censurar la información, prácticamente todo ciudadano que lo decida puede aspirar a convertirse en un medio de comunicación, las redes y los dispositivos ayudan a testificar prácticamente todo acontecimiento, pero en la década del surgimiento de La Jornada y quizá hasta el cambio de siglo, bastaba al aparato policiaco del PRI- gobierno mandar a recoger todos los ejemplares del diario o bloquear su distribución si en alguna ciudad o entidad le era incomoda alguna información de entre sus páginas al gobernante o la autoridad. Casi que la tinta de La Jornada circulaba contra viento y marea, en un proceso autónomo, diverso, plural pero profundamente comprometido con la verdad, y de auténtica concientización popular.
En la época donde la televisión monopolizaba a su antojo las noticias, y las editorializaba conforme a los intereses del viejo régimen, cuando el 95% de la población se enteraba de los sucesos por ese medio; la irrupción de La Jornada contribuyó de manera significativa a posibilitar el que se conocieran, se comprendieran, e incluso se reconocieran como propias, causas y luchas protagonizadas por otros sectores del mismo pueblo. Lo que desembocó en episodios de solidaridad con aquellas luchas y en los movimientos que empezaron a transformar el país con afanes democratizadores.
Las secuelas sociales de la emergencia de los sismos de 1985 y las luchas políticas devenidas a partir de las reivindicaciones justas de damnificados, habitantes de cuartos de azotea, inquilinos de vecindades y costureras del sindicato 19 de septiembre entre otras; la Asamblea de Barrios y el icónico Superbarrio Gómez; el movimiento estudiantil del CEU de la UNAM en 1986 y 1987; la aparición de la Corriente Democrática de Cuauhtémoc Cárdenas, y la ruptura con el PRI que agrupó y ganó las elecciones de 1988 con el encuentro del nacionalismo revolucionario y las izquierdas aliadas bajo las siglas del Frente Democrático Nacional; el propio fraude electoral de 1988 que llevó al espurio Carlos Salinas a la presidencia para profundizar la aciaga era neoliberal; el surgimiento en el sureste del movimiento Democrático de Andrés Manuel López Obrador ese mismo 1988; la fundación del PRD el 5 de mayo de 1989; el Éxodo por la democracia de 1991- 1992; el plebiscito por la democracia en 1993 para el ejercicio de los derechos políticos de los capitalinos; el surgimiento del EZLN en 1994, la Convención Nacional Democrática a la que convocaron, sus consultas populares y marchas a la ciudad de México; el triunfo de la izquierda en 1997 para elegir por primera vez jefe de Gobierno en la capital del país; la Consulta sobre el Fobaproa en 1998; el movimiento estudiantil del Consejo General de Huelga de la UNAM en 1999-2000, son algunos procesos, movimientos y hechos intensos que sin La Jornada hubieran tenido menciones marginales en televisión o simplemente hubieran sido ocultados, tergiversados, minimizados y que gracias a las páginas del diario, al esfuerzo y cooperativismo de sus directivos y trabajadores hoy forman parte del legado de luchas democráticas y sociales que forman el asidero y la brújula de momentos históricos como guía para el porvenir.
De aquellos años de La Jornada un recuerdo fraterno, y una vida de lucha por Carlos Payán, Carlos Monsiváis, Luis Javier Garrido, Miguel Ángel Granados Chapa, Jaime Avilés, Manuel Ahumada, Adolfo Gilly, por citar parte de la constelación luminosa de periodistas generosos e intelectuales éticos que forjaron y hoy alumbran una nueva cultura política para la liberación del pueblo a través del despliegue de la información veraz y la defensa de la verdad. Un abrazo fraterno a todos los jornaleros.
Fueron miles los que se dieron, nos dimos cita. Muchos llegaron de diferentes partes de México y del extranjero. Usted, ¿de dónde viene? De Inglaterra, ¡Ah caray! ¿Y usted? Yo nada más vengo de Sonora. ¡Cómo! Nada más vine a ver a mi presidente, a despedirme de mi cabecita de algodón! ¡Voy a llorar! ¿Y usted? Yo vengo de California, ahhh ¿y usted? Nosotros bajando del avión de Oaxaca, directito al grito y de retache. Nosotros venimos de Naucalpan, mi hijo le hizo esta manta al presidente y lo venimos a despedir. Estamos alegres pero a la vez tristes de que es su último grito, siento alegría pero al mismo tiempo dolor, tristeza, algo agridulce porque es el último año que lo vamos a ver y siento refeo. Nunca pensé que iba a llorar porque se iba un presidente. Bien raro ¿verdad?
El día estaba pleno de luz, hermoso, el sol brillante y exultante con el calor a todo lo que da, el meteorológico decía que estaríamos a 25, 26°C aunque se sentían como si estuviéramos a 30 y tantos grados (como hace unos meses) y más si estabas directo al sol, sin paraguas y sin qué cubrirte y pues sí, así estuvimos, primero, aguantando el solazo, inclemente pero ni se sentía, era más la euforia por esperar el momento que sentir el calorón.
Súrtanse de agua, va a estar larga la espera, ¿comieron bien? ¿Ya fueron al baño? Estando ya adentro en medio del mar de gente no van a poder salir, así que mejor vayan preparados y llévense una agüita para que no se deshidraten, nos dijo una de las personas (con su clásico chaleco guinda) que estaban por parte del gobierno federal para ayudarnos o auxiliarnos, dándonos indicaciones para pasarla bien como si fuera nuestra mami… ternurita, la amé; y así estábamos mientras llegaba la hora de ingresar a la primera parte de la plancha del zócalo, puesto que lo habían dividido.
¡Amigos, que se sienta el ánimo! Vamos a echarle porras al presidente! ¡Es un honor estar con Obrador! ¡Es un honor causarles tanto ardor! ¡No te vayas presidente! Se escuchaba por doquier. Estábamos a un costado de la Suprema Corte y se escucha también ¡Fuera Piña, fuera piña! Nuestro grupo, ya formado era variopinto, hombres, mujeres, jóvenes, ancianos, en sillas de rueda, con andaderas, niños, chicas, chicos jóvenes, guapas, guapos, altos, bajos, gordos, más gordos, flacos, en fin, de todo tipo, vestidos de colores, familias enteras, muchos con trajes regionales, todos con algo alusivo a nuestras fiestas mexicanas, con sus mantas, otros más presumiendo su muñequito de Andrés Manuel y yo, porrrrr su puesto que llevaba el mío, único, ya es famoso.
La policía a mi lado, (yo era la primera de la fila) ¿Usted de dónde viene señora? Yo nada más de aquí de Tlatelolco. Ahhh, bien cerquita, oiga pero hay gente que vino desde bien lejos, me dice la policía que llevaba horas de guardia. Ya me quiero ir a mi casa. Ohhh, ¿llevas muchas horas aquí? Sí, nos tocó guardia y salimos hasta mañana. Pasu, es mucho. Sí, es mucho pero nos tocó.
Llegamos temprano, a buena hora para alcanzar buen lugar y conociendo a los demás, “vecinos de evento”, amigos de ocasión que fuimos conociendo a lo largo del día y más valiera que nos lleváramos bien porque íbamos a estar muchas horas ahí esperando, paraditos unos junto a otros, muy juntitos y a tratar de pasarla bien y tener un agradable día, quedaba mucho tiempo para, aunque sea, conocer al de al lado y poner buena cara, al fin y al cabo que el objetivo era el mismo para los miles y miles que llegaron.
Y llegaron desde lugares tan lejanos que difícil es creer que sólo tenían en la mira el llegar a despedir al presidente, llegar a escuchar y dar el último grito de independencia con su presidente al que le corearon y le gritaron ¡Gracias! Pero no me adelanto.
Transcurrió el día y llegó la tarde-noche, ya todos casi casi llevándonos de piquete de ombligo, eran muchas las horas que ya habían transcurrido y ahí seguíamos. Un señor ya no aguantó, ¿A dónde va? Es que ya no aguanta y va al baño. Oiga no, ya no va a poder regresar, ya está lleno y no va a poder entrar otra vez. Pues ni modos, dijo su familiar, allá él, para qué no se aguanta, y pues sí, no aguantó y no regresó. Ya era imposible que regresará, eso estaba a reventar.
Dijeron que iba a llover, ¿usted trajo con qué taparse? Si, bueno, no, sólo traje mi gabardina y mi chipiturco pero no traje sombrilla. Mi esposo me dijo, no te lleves muchas cosas para que no andes cargando y pues no, no llevé muchas cosas y por ahí de las 7 pm que se viene el primer chubasco y a taparse, a ponerse lo que llevaba para no quesque mojarme y pues sí, nos mojamos algo, pero con la camaradería que ya habíamos hecho, a tratar de taparnos entre todos. Pásale mi paraguas a la señora para que tape al niño, me dijo mi vecina, ya en puntos de viejas amigas.
Ay que bueno que ya pasó la lluvia. A disfrutar del mariachi, (mariachis de la Secretaría de Marina y del Ejército) no importa que ya andemos un poco mojados y todos como borrachos de cantina y ya en nuestro punto a cantar (creo que llovió alcohol porque parecíamos borrachos todos cantado) pero era de júbilo y alegría ¡Pero sigo siendo el rey! ¡Viva México! ¡Viva! ¡Viva América! ¡Viva! Ohhh pueblo bendito de Dios!!! ¡Porqué me haces llorar, porqué me haces sufrir!! Si nos dejan, nos vamos a vivir a un mundo nuevo… y yo extrañando a mi amor para comérmelo a besos. Y el espectáculo seguía… un popurrí de canciones famosas de Pedro Infante y se escucha “Naaaana Pancha” ¡Sube! Naaaaana Pancha, ¡Arriba! Y seguía, bailables folklóricos, una orquesta oaxaqueña haciendo las delicias de todos, en fin… un buen espectáculo que disfrutamos de cabo a rabo.
Y que se viene el siguiente aguacerazo, este si fue en serio. Llegó de a poco, gotitas nada más. Como ya había llovido no pensábamos que fuera a ser tan intenso ése segundo chubasco. Las vecinas, señoras grandes ya de plano acostaditas, para qué se paraban si acababa de llover y no creíamos que llegara otra lluvia y que llega pero con ganas y todos ahora sí a arrejuntarnos más, sí, bien juntitos, el agua estaba a todo lo que da. El cielo nigérrimo a más no poder se estaba cayendo caray, como si nos estuviera poniendo a prueba pero ni eso nos amilanó. Se escucha, “¡chin chin el que se raje!” y pues nadie se rajó. Ya eran muchas horas como para darse por vencido a sólo dos horas de que iniciara el momento por el que estuvimos esperando tanto tiempo.
Y llega la banda MS, y para encender más los ánimos empieza con mi canción El Sinaloense, de allá soy y pecado sería que no me la supiera y pues a cantarla con todo: “Desde Navolato vengo dicen que nací en el Roble, me dicen que soy arriero porque les chiflo y se paran, si les aviento el sobrero ya verán cómo reparan, ¡ay ay ay! ¡Ay mamá por Dios!”, y luego sus canciones, todos coreándolas y yo volteando a verlos, a ver cómo todos a mi alrededor se las sabían, unas alegres, mucha alegría y otras con dolor y con dolor las cantaban, eso que ni qué. Me gustó aquella que decía: “Yo ya no quería tomar pero te tomé la mano… no quería probar alcohol pero te probé los labios” o aquella otra que decía “ayer la vi por la calle” y yo, ¡ay dolor, ya me volviste a dar!
Y llegó la hora esperada, la hora por la que muchos, un año antes dijeron, dijimos, yo sí voy a venir el próximo año a despedir al presidente y henos aquí, esperando y que empieza… 10, 9, 8, … 2, 1. Se anuncia en una de las pantallas “214 Aniversario del Inicio de la Independencia” y vemos en una de las pantallas gigantes que colocaron al lado del palco principal, al presidente tomando de la mano a su esposa y cómo van caminando a través de los pasillos lustrosos y rechinando de limpios. Afuera, abajo, la multitud corea a todo pulmón ¡Sí se pudo, sí se pudo, sí se pudo! Y sale el presidente y empieza: ¡Mexicanas, mexicanos! Y allá, en la plancha del zócalo el gritadero desaforado, el pueblo volcado, ¡qué Luis Miguel ni qué nada! A esperar… empieza el presidente con sus arengas, 21 en positivo, 21 vivas de cualquier índole, 4 “muera” y los clásicos últimos 3 ¡Viva México! 28 arengas en total y cada una con su respectiva respuesta de todos y cada uno, a responderle hasta desgañitarse la garganta, con todo… los vivas y los muera. Y a tocar la campana, con ganas, con enjundia, como si en eso se le fuera la vida, sesenta veces, con todo y a ondear nuestra bandera, chula, hermosa, llena de color, por algo es la más bonita.
Empieza el Himno Nacional Mexicano… todos y cada uno cantándolo solemnemente con un orgullo rebosante por todos lados, con dignidad, honor y a todo pulmón. Cada uno sacando el vozarrón como queriendo que nuestra voz se eleve más que las de los demás, igual que en las arengas, a gritar con todo el júbilo guardado por tantas horas.
Se vuelve a escuchar ¡Es un honor estar con Obrador! Se apaga todo, el zócalo queda completamente a oscuras, sólo iluminan, alumbran el Palco Presidencial y se escucha el estruendo de la gente, de la gente y de los cuetes. Se encienden miles de celulares, a la par, cuetes y celulares, todos bien entretenidos con las luces de mil colores y de repente… surge por encima de Palacio Nacional un enorme ¡GRACIAS! En verde, blanco y rojo, con luces y como ondeando para uno y otro lado para que lo vieran todos por todos lados. Los drones y las luces hacen un juego hermoso dando las gracias y en el sonido se escucha el Mambo de Pérez Prado, el ¡Viva México! Con Antonio Aguilar o la Canción Mexicana. Y el estruendo de todos los ahí presentes y salen otras dos palabras en blanco proyectándose sobre las paredes de Palacio Nacional: GRACIAS MÉXICO, y arriba de la cúpula de Palacio, cambian los drones por la palabra MÉXICO, también en verde, blanco y rojo y lo más bonito, con su acento en la e y todos, todos, pienso yo, con la piel chinita.
Siguen los juegos de luces, los rayos en blanco, volteo hacia arriba, hacia el cielo y pareciera que estamos bajo un domo formando una telaraña con las luces, los juegos de luces, los rayos, los cuetes y los miles y miles de celulares, todo eso se ve apoteósico, increíble.
Y la pareja allá arriba, el presidente y su esposa y termina el espectáculo, empieza la despedida, y todos acá abajo gritando ¡Es un honor estar con Obrador! ¡Sí se pudo! ¡Gracias! ¡Sí cumpliste! Y él, el gigante de Macuspana mandando abrazos, y se abraza a él mismo en un claro mensaje que nos dice que nos abraza a todos. Se queda despidiéndose y el zócalo resuena con un ¡No te vayas, no te vayas! Voltea y señala para su lado derecho, sabemos que es a Claudia que está en el balcón contiguo, ya la divisamos. Nos emociona y él se emociona más, pareciera que no se quiere ir, pero toma a su esposa y poco a poco se va yendo, se va metiendo y nosotros nos vamos quedando sin él. Algunas mujeres lloran conforme el presidente se va metiendo y alejando del balcón. Abajo, se da paso a una enorme, gigante pancarta, desde donde estamos no se ve claro qué dice, ya en las fotos panorámicas supimos que lo que se lee es ¡GRACIAS! Otro gracias por parte del pueblo que despide a su presidente.
Inmediatamente retoma su presentación el grupo MS con una canción alegre, no da tiempo a la tristeza y se ponen a cantar aquella canción que dice: “Con sal y limón y chile, con sal y limón y chile” y luego, luego aquella otra más alegre, “Me siento muy contento, me siento muy feliz, ya es fin de semana y me pienso divertir” paradójica e irónicamente cuando muchos estaban tristes. Y yo lista para mi regreso, los pies me revientan, muero de sed, de hambre, de frío, se empieza a manifestar las horas enteras de estar parada, el cansancio llega y llega con ganas pero voy contenta rumbo a la salida, voy muy contenta de haber estado ahí, en ese momento que ya hizo historia. Mis pies se encaminan a la salida caótica pero nadie se queja. Todos vamos en montón, tratando de salir, aguantando los apretujones, los pisotones, el maremágnum de gente es inmenso pero a todos se les ve felices y cuando logras pasar el embudo de gente que se hizo en una de las salidas, se siente la libertad, libertad del pesar, de la despedida, del Hasta Siempre Presidente.
Hay mil muestras de cariño, de amor para el presidente que luchó contra el sistema y al que le negaron no dos, no tres, cuatro veces su derecho a llegar a los puestos por los que peleó. Los primeros en su tierra natal y las dos últimas a la presidencia, y sin embargo, por su férrea fuerza de voluntad, llegó y ahora se va… y nuevamente nuestra despedida… Hasta siempre presidente.
Disgregando
1
El 30 de septiembre acaba el sexenio, el 1 de octubre empieza el legado y la leyenda
2
Sí, hay momentos difíciles en ciertos estados del país, la violencia de los cárteles, algo está pasando, en un solo día 31 muertos… de dónde viene esa violencia precisamente en estos últimos días del sexenio obradorista. Sinaloa sin su fiesta mexicana. Qué pesar. Hay gato encerrado, lo dije una vez, mancharán a como dé lugar el final del sexenio. Este presidente tocó intereses realmente pesados y no lo van a dejar ir así como así, aunque la popularidad del presidente esté muy pero muy por arriba de cualquiera de los expresidentes, la violencia es su talón de Aquiles y de ahí se van a agarrar estos últimos días, todos, gobiernos extranjeros, asociaciones “ciudadanas”, intereses trasnacionales, medios de comunicación tradicionales o corporativos, periodistas huérfanos del chayote, bancos extranjeros, empresarios, la oposición o todos juntos… cueste lo que cueste… aunque eso sea con vidas de connacionales, eso son los que menos les importa.
3
Miles, si no es que millones dimos el grito junto con el presidente, lo dimos fuerte, fortísimo, llenos de alegría, de agradecimiento, de felicidad y de tristeza por el fin de este sexenio, pero sé de otros que lo dieron aún más fuerte con coraje, llenos de rabia, de frustración y llenos de furia pues nada les funcionó, ni la guerra sucia, ni los millones y millones de pesos invertidos para manchar al presidente, ni los artículos sacados en los medios extranjeros, ni los medios chayoteriles y gansteriles de la prensa basura, y ahora están que trinan de coraje pues se aprobó, se promulgó y se publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) la Reforma al Poder Judicial, firmada y publicada el mismo 15 de septiembre.
4
“La reforma judicial enterrará la democracia en México y su frágil Estado de Derecho, el poder judicial será arrasado transformándolo en un servidor de quienes detentan y concentran el poder político, quieren corte sumisa, destrucción del Poder Judicial, es una felonía”. Ernesto Zedillo Ponce de León.
El menos adecuado, el menos indicado para hablar de la reforma al poder judicial es Zedillo cuando él, iniciando su sexenio, dejó al país sin poder judicial durante un mes completito para quitar a todos, a los 26 magistrados de la Suprema Corte ya que todos esos ministros venían de los sexenios de Miguel de la Madrid y del de Salinas de Gortari y como él, Zedillo, sí era un nini, que ni le gustaban ni les tenía confianza, ARRASÓ con todos esos ministros, propuso leyes para su reforma y acomodó a los que quiso para navegar todo tranquilito durante su sexenio. Vaya cinismo y descaro del sujeto para venir a querer dar lecciones de democracia, pero más cinismo de aquellos que lo trajeron para hablar al respecto como si el señor estuviera recubierto de una estela de honorabilidad, de decencia y de respetabilidad.
Vaya manera de mostrar su desprecio al pueblo con un sujeto como Zedillo, se hacen ndejos por decir lo menos. Ya no se acuerdan de las matanzas (de las que ya hablé en un artículo hace unos meses atrás) que hubo en su sexenio como las de Aguas Blancas, de Acteal, del Charco, de la entrega de los ferrocarriles a manos extranjeras, de la crisis de diciembre, más conocido como la crisis “efecto tequila”, la creación de los paramilitares, los asesinatos de dirigentes opositores, sí, en su sexenio mataron a más de 300 dirigentes, luchadores sociales del, en aquel entonces, partido opositor o mejor dicho, de luchadores de la izquierda, de los más de mil millones de pesos desviados de Pemex para la campaña de su candidato Labastida conocido ahora como el Pemexgate, de cuando descubrieron que su familia política, sí, la de su esposa estaba metida en el narcotráfico, y el más lamentable, el FOBAPROA, aquél desfalco donde dejó a México hipotecado, endeudado y si bien nos va, por ahí del año 2070 se terminará, terminaremos de pagar. Lo dicho, cinismo puro.
5
Tanto han gritado “narcopresidente”, le invirtieron mucho, mucho dinero y sus medios convencionales nunca tocaron el tema donde una regidora panista, Denisse Ahumada fue sentenciada a 3 años de prisión por haberle encontrado 42 kilos de cocaína que estaba transportando. De esto obviamente no se enteraron los seguidores de los medios convencionales porque primero, es panista, y segundo porque los medios convencionales nunca darán información de la oposición de la que ellos forman parte. No atacarán a una de su equipo.
A mi papá, hombre increíble, incansable y lleno de amor, de sabiduría. Te amo papá, eres mi héroe, uno de mis dos amores. No sabes cuántas lecciones de vida me has dado a lo largo de mi existencia, gracias por el regalo de la vida. Gracias, papá.
Para Chepis, mi hermana hermosa, a Lola, mi hermana preciosa, y para todos los que no pudieron asistir, con mucho cariño… descrito así Chepis, a detalle para que lo disfrutes.
Según la última encuesta telefónica de De Las Heras Democtecnia, la que tuvo la segunda predicción más acertada en la elección presidencial y una de las 3 de mayor renombre en México, el presidente Andrés Manuel López Obrador cierra con los siguientes números:
7.8 de calificación y 73% de aprobación: para poner en perspectiva estos números, solo hay 3 casos en el mundo que tienen un nivel de aprobación general con sus asegunes. El primer caso es el del presidente Vladimir Putín, cuyo país, Rusia, se encuentra actualmente en guerra y, según los estudiosos de las encuestas, eso genera un sentimiento patriótico y de apoyo al presente a pesar de los pesares (paradójico que, aunque Estados Unidos siempre está invadiendo algún país en nombre de la democracia el apoyo, no lo tengan sus presidentes). El segundo caso sería el presidente Nayib Bukele, quien cambió la constitución para reelegirse y que, se presume, ha bajado sorprendentemente los índices de criminalidad pactado con las bandas y no tanto mejorando la calidad de vida de las personas (algo así como bajar de peso con pastillas en vez de con dieta y ejercicio, al final fracasará). Y el tercer caso es el del presidente Narendra Modi, que ha sacado a millones de indios de la pobreza, sí, y también tiene controlados todos los medios de comunicación y la opinión pública, gran diferencia con México. En cualquier caso, podemos decir que el presidente López Obrador ha logrado lo que ninguno otro en la historia de México: mantener niveles de aprobación por encima del 70% teniendo en contra a la mayoría de medios de comunicación con honrosas excepciones.
Lo mejor valorado de su gobierno son los apoyos para adultos mayores: en México era común ver personas mayores como indigentes, mendigos, vendiendo cosas en carritos o trabajando a pesar de su cansancio y fragilidad. Hoy, eso ha empezado a cambiar y si bien hay mucho camino por recorrer, las personas de la tercera edad tienen asegurados los alimentos y la dignidad. No es cualquier cosa en un país con tanta pobreza y saqueo histórico. Siempre hubo el presupuesto, pero nunca la voluntad, y no es una ayuda para captar votos, es un derecho constitucional que puede cobrar el más acaudalado de los ricos o el más pobre en la montaña de Guerrero. Qué bueno que por el bien de todos primero los pobres y los mayores olvidados y vulnerables.
Lo peor valorado de este gobierno es no disminuir la inseguridad: hay que aclarar que todos los delitos del fuero federal han disminuido, es decir, los que directamente son responsabilidad de AMLO (los más aquejaban y dolían a los mexicanos eran el secuestro, el robo a mano armada y el robo a vehículo). También bajó el homicidio y la tendencia continúa, pero no lo suficiente, y aunque esto es responsabilidad de los gobiernos estatales, lo cierto es que México sigue teniendo niveles de violencia similares a países en guerra. El narco, desafortunadamente, sigue enquistado y gobierna muchas zonas del país cometiendo cualquier tipo de atrocidades para imponer su voluntad. No todos los gobiernos estatales son iguales. Guanajuato y Chihuahua, donde gobierna el PAN, tiene los peores índices de violencia; mientras que la CDMX y Yucatán han logrado bajar los homicidios sin pretextos, pero con estrategia y táctica correctas.
8 de cada 10 personas creen que sí logró una transformación para bien y 20% para mal: este dato es consonante con la aprobación del presidente y valida el triunfo de Claudia Sheinbaum.
¡Que siga la transformación y el cambio para México!
Cuando algunos gobernadores de Estados Unidos, como Gregg Abbott, insisten en que debe calificarse a los narcotraficantes mexicanos como terroristas, para que la CIA absorba un mayor presupuesto y la DEA y el FBI rindan pleitesía a esta agencia que no depende directamente del gobierno de la Casa Blanca, los banqueros del otro lado de la frontera rezan para que no suceda porque se quedarían sin ingresos importantes por lavado de dinero.
La propuesta hecha a Joe Biden tenía como objetivo final preparar una andanada militar contra México, con el pretexto de combatir el narcotráfico y así asustar a los migrantes que intentaran llegar por Texas a la pesadilla norteamericana.
En México, los cambios no sólo hacen historia sino que sirven e inspiración a otras naciones para realizar transformaciones similares, por lo que en el contexto de América Latina la les sería más justa si se considerara a los golpistas terroristas, quienes en esta parte del continente tienen complicidades en varios países que van desde Estados Unidos hasta España, como sucede exactamente con los terroristas. Varios países han nutrido financieramente a asociaciones mexicanas evidentemente golpistas.
La comunidad internacional suele imponer criterios políticos desde fuera sin conocer a fondo la problemática de algunos países, principalmente si no mantienen un ritmo ascendente en su desarrollo económico basado en la dependencia y la corrupción, por eso los estadounidenses no quieren el orden que implica la reforma al Poder Judicial. Pero lo fuerte de América Latina y su historia no es la economía sino la política, de al cual han aprendido hasta los países desarrollados. Un ejemplo es la transformación del Poder Judicial en Estados Unidos.
El daño que han hecho a los derechos humanos de los hombres y mujeres latinoamericanos es superior a las agresiones violentas de los territorios en el mundo entero. No habría razón para que quienes intervengan en los golpes de Estado, enemigos confesos de las leyes y los gobiernos democráticos sean investigados, perseguidos y sancionados como terroristas, con penas ejemplares.
En las leyes del mundo, no hay lugar para los castigos a los golpistas; el contrario, hay estímulos para que se multipliquen y México no está exento de este grave problema, ahora más que nunca, con Poder Judicial añejo, herido de muerte; medios aullando por un subsidio inmerecidos, analistas políticos exigiendo “apapacho”, una derecha agonizante y un empresariado resentido porque debe pagar impuestos.
La impunidad campea en México desde los segmentos de la población ansiosos por recuperar sus privilegios y juegan tanto dentro de la ley como fuera de ella sin que haya justicia que los sancione, los jueces se dicen perseguidos políticos, los medios y sus escribanos se dicen víctimas de la libertad de expresión coartada, los empresarios lloran al decir que se atenta contra la libertad privada.
Todos ellos juegan un doble papel para que, ante cualquier intento de sancionarlos, acudan a las instancias del extranjero para que den vuelo a la información de represión. En este caso las instancias fuera del país, que deben procurar la paz y fortalecer la democracia, impulsan las intervenciones militares y subsidian la caída de presidentes elegidos mayoritariamente en las urnas por la población.
Quienes ahora denuncian represión en foros internacionales, desde Norma Pina hasta legisladores panistas, en su momento fueron parte de la represión contra el pueblo mexicano. Lo sabe la ONU, la OEA, USAID, NED, desde el vecino del norte, y en el país, la fundación de Alejandro martí, Valentín Díaz Morodo y Antonio del Valle.
Más de un golpista en américa Latina ha ordenado asesinatos. Los inconformes con los resultados electorales han orquestado homicidios contra su propia gente para culpar a los que quiere destituir por la mala. Esto es terrorismo.