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  • El lugar que nos corresponde

    El lugar que nos corresponde

    El salón de clases tenía el aroma a café que sólo en Coatepec o Xico se produce. Los sueños y utopías sobre un mundo mejor recorrían las paredes del salón de aquella universidad pública a la que el destino me condujo. El café formaba parte de la rutina de mi profesor así como lo hacía su rotunda oposición al gobierno, al capitalismo y a la política. Yo, una mujer con sueños e ideales de izquierda, que decidió salir de casa en búsqueda de una razón de ser y que  eligió a la Antropología, en lugar del derecho o la medicina como profesión, como lo habría querido papá. Yo, en ese salón, me fui a encontrar de frente con la razón clarificada para elegir el quehacer de la política como camino de vida. 

    -Quien se dedica a la política termina siendo igual que todos, corrupto y fiel al dinero – dijo mi maestro de la universidad, -si  quieres ayudar al mundo hazlo desde otra trinchera.

    Una parte de mí entendía su forma de ver el mundo. ¿Cómo creer en la política, si vivió aquel año 68, cuando tantos hombres y mujeres jóvenes fueron asesinados por órdenes directas de aquellos hombres que se auto nombraban políticos, algunos de ellos elegidos por el pueblo para dirigir el gobierno.

    Y aunque una parte de mí lograba empatizar con la desconfianza de aquel profesor, no pude evitar reprocharle desde el pensamiento sobre la consecuencia en la que aquella situación desembocaba: esos espacios seguirían siendo ocupados por personas incompetentes, abusivas e insensibles, si nadie más les compite los espacios de decisión que aquellos ocupaban. La vida del anciano que se ha quedado solo en aquella casa que ya nadie visita,  de la madre soltera que busca un trabajo que le ayude a sacar adelante a sus hijos, del joven indígena que migra para escapar de las limitantes que las condiciones de vida de su comunidad le a marcado como ley de vida, todas esas vidas, seguirán siendo decididas por políticos infames si quienes tenemos hambre de justicia no alzamos la voz por aquellos que se cansaron de luchar, tenemos que estar ahí por los que se fueron de esta vida preocupados por el futuro de los suyos, tenemos que estar ahí por los que vienen y vendrán. 

    Pude entender en ese momento que mis sueños y utopías podían ser también los de otras tantas mujeres y hombres llenos de ansias por transformar la vida de todo un país. Por supuesto, en ese momento también alcancé a advertir que ese camino no sería fácil debido a las condiciones, a todas luces carentes de privilegios, que una mujer originaria de uno de los estados más pobres del país y sin ningún apadrinamiento de integrantes de las élites del poder, enfrenta en un país tan clasista, racista y machista como México.

    Inicié este camino hace 15 años, años con la certeza de que para que los malos, los incompetentes, los abusivos y los insensibles dejen de decidir sobre nuestras vidas, quienes nos preocupamos por la vida de las personas que nos rodean debemos tomar los lugares de aquellas personas para nunca dejarlos volver.

  • “Cadena Nacional”

    “Cadena Nacional”

    Opinión de Gina Chávez

    Con los gobiernos del PRIAN padecimos muchos años políticas empresariales de tecnócratas al servicio del capital nacional y extranjero que provocaron una desigualdad extrema y con ello, nos arrojaron a la violencia, la inseguridad y la polarización. Esos grupos de poder se adueñaron de los medios de comunicación y hasta la fecha sobornan a comentaristas famosos que se creen expertos todólogos y que aseguran que lo maligno surgió por generación espontánea en el 2018, borrando así de fácil la larga noche del neoliberalismo en México.

    Esta oligarquía quiere seguir explotando al pueblo y a la tierra, conservar a toda costa sus ganancias económicas voraces, sus privilegios y continuar con una sociedad donde las clases subordinadas se mantengan en calidad de tales, donde éstas no pretendan alterar el “orden natural divino” ni se atrevan a cuestionar la autoridad de las élites.

    Por ello estamos sumergidos en una batalla que se funda en dañar, calumniar y lanzar una serie de acusaciones contra el presidente Andrés Manuel López Obrador, sin aportar una sola prueba contundente y jurídicamente válida que las acredite. Ha sido creada con el propósito de inspirar temor, odio, confusión, división entre la sociedad y retroceder en el cambio. Para ello no se escatiman recursos materiales, económicos, logísticos y humanos porque el trasfondo es, que no quieren dejar de robar 

     La derecha está aterrada. Por ello, sus ataques feroces no tienen tregua. Como dice el Dr. Lorenzo Meyer tienen un terror histórico a las clases peligrosas, al pueblo, a salvajes que debían ser exterminados para salvar al país. Por eso el poder económico no les es suficiente, anhelan recuperar el poder político como sea y  así subordinan a comentaristas con influencia que difaman, omiten, editan, hacen montajes, memes ofensivos, imágenes o grabaciones fuera de contexto, burlas, ataques a la familia del presidente y toda clase de campañas de odio. Un verdadero bombardeo cotidiano cuyo objetivo es difundir la imagen de un gobierno rebasado, traidor a sus promesas y a su honestidad.

    Frente a esta ofensiva, no debemos bajar la guardia puesto que está de por medio el futuro de México, la continuidad del proyecto de nuestro gobierno actual más allá de este sexenio. A  los ciudadanos nos toca investigar, corroborar la seriedad de las fuentes, no creer ni compartir rumores, ni noticias sacadas de contexto, anónimos, etc. Como decían algunos profesores de la FCPyS de la UNAM: leer, cuestionarse, averiguar el trasfondo de lo que se afirma y circula en los medios de información y aprender a debatir respetuosamente con amigos, familiares y vecinos.

     Al presidente le toca ejercer su derecho de réplica, defender a su pueblo, su proyecto y su administración. Desafortunadamente su principal arma, Las Mañaneras, no son vistas por todos los mexicanos. El internet no tiene aún cobertura universal y los adultos mayores no manejan la tecnología. Urge una estrategia gubernamental integral, contundente y amplia de comunicación social, que cuente con una difusión extensa y recurrente a nivel nacional.  

    Se trata pues, del derecho que tiene presidencia a los tiempos oficiales de radio y televisión. Estos tiempos del Estado, significan transmisiones gratuitas diarias por un total 30 minutos, en cada estación de radio y canal de televisión abierta, en cadena nacional. Lo anterior con fundamento legal en el Artículo 251 y 252 de la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión. De esta manera se podrían contrarrestar las noticias falsas, lograr una proyección mucho más amplia y llevar directamente a los hogares de millones de mexicanos, información fidedigna con datos de primera mano.