El Pueblo exige el desafuero de Lilly Téllez

No les voy a mentir: cuando Lilly Téllez anunció que abandonaría la bancada de Morena en el Senado de la República para unirse a las filas del PAN, mi primer pensamiento fue: “AMLO, eres un genio, hiciste como que Lilly se peleó con la 4T para infiltrarla en el PAN”.

Claro que lo pensé porque la estridencia y el histrionismo de la sonorense eran tan desproporcionados que me parecía imposible que fuese real. Que alguien así viviera permanentemente con ese estilo —y peor aún, que hiciera política de esa forma— me resultaba surreal. Obviamente, la tesis de que Téllez era una doble espía se me cayó rápidamente. Aun así, algún mérito debe tener la senadora para seguir siéndolo. No es muy querida por sus compañeros de bancada, ni en esta legislatura ni en la anterior, pero ¿a quién no le sirve de vez en cuando un “buscapleitos”? Alguien que pueda generar polémica barata para arrebatar la narrativa oficial, aunque sea con escándalos y comportamientos dignos de los programas de televisión de donde proviene esta senadora.

La vida de Téllez, tanto pública como privada, se resume en una palabra: montaje. A mi parecer, incluso Carlos Loret de Mola palidece al lado de Lilly Téllez. Porque, claro, es ruin hacer un montaje televisivo junto a un narcotraficante como Genaro García Luna, listo para ejercer tortura en vivo y a todo color para encerrar a un hombre en prisión por 20 años; pero no es tan ruin como sentarse al lado del cadáver de una niña para lavarle la cara a un gobernador que eventualmente se convertiría en presidente. Ya ni hablar del montaje donde fingió un atentado afuera de las instalaciones de TV Azteca solo para golpear al líder de las izquierdas en ese momento: Cuauhtémoc Cárdenas.

Una vida de montajes cierra con otro. El montaje del momento ahora es una puesta en escena donde nuestra antagonista disfrazada de protagonista estelariza el papel de patriota. Pues, en busca de las barbas de Maximiliano de Habsburgo, encontró en Fox News su hogar (televisora favorita y chayoteada por el gobierno de derecha de Donald Trump). Ahí el micrófono se abre con la misma irresponsabilidad con la que se abriría en Atypical TV, además de que ambos medios de comunicación cuentan con los mismos estándares de ética. Tal vez por eso la comodidad de la senadora en asistir a esos foros.

En las pantallas gringas, Lilly Téllez —siendo senadora de México— invita e incita al gobierno de Trump a invadir suelo mexicano con la intervención del ejército estadounidense. Ella, en redes sociales, se defiende afirmando que no dijo lo que dijo y que, en todo caso, no está pidiendo invasión, sino “ayuda”. Me parece una declaración de lo más tierna, porque estoy totalmente seguro de que fue lo mismo que pensó Juan Nepomuceno Almonte junto al grupo de conservadores cuando visitaron a Maximiliano en el Palacio de Miramar. Seguramente, ante el reclamo de los mexicanos a su regreso, alguno dijo: “¿Cómo creen que es invasión? Solo queremos su ayuda”.

Si Lilly Téllez hubiera hecho lo que hace hoy, pero en 1863, el último lugar que habría visitado sería el Cerro de las Campanas en Querétaro. Sin embargo, hoy, en pleno siglo XXI, hay formas más elegantes de castigar a alguien frente a la historia.

Primero: ¿Está cometiendo algún delito Lilly Téllez? La respuesta es sí: viola el artículo 123 del Código Penal Federal, en su punto 7.

Segundo: ¿Puede ser castigada por romper la ley? En este momento no, porque cuenta con fuero, un blindaje jurídico inventado por los priistas para que los legisladores no puedan ser investigados o juzgados.

Tercero: ¿Se le puede retirar el fuero a Lilly Téllez? Sí, mediante un proceso de juicio político y/o desafuero.

Cuarto: ¿Morena, que tiene mayoría calificada, procederá con el desafuero? No, porque según ellos eso la victimizaría y le daría la razón a la oposición, que insiste en que la 4T es una dictadura.

Aquí es donde me enojo por lo siguiente: si la van a llamar traidora a la patria, ¿por qué no la juzgan por traición a la patria? ¿Cuál es el punto de llamar “ladrón” a alguien si no se le juzga por ladrón? ¿Para qué tenemos leyes entonces?

Y así ocurre con otros casos: Alito Moreno, Jorge Romero y muchos más. La 4T se ha encargado (y eso es lo correcto) de señalar los complejos esquemas de corrupción que han inventado para hacerse ricos, para robar. Pero ¿de qué sirve exhibir si no se va a castigar?

Le tengo dos malas noticias a la 4T:

1. De nada les servirá no desaforar a Lilly Téllez si el cálculo político es que no los llamen dictadores, porque ya lo hacen y lo seguirán haciendo.

2. Más importante: el pueblo lo exige. Para cuando escribo esto, más de 270 mil mexicanos han firmado una petición en Change.org para desaforar a Lilly Téllez. Son más los mexicanos que piden el desafuero que los afiliados al PAN. No es una decisión ilegítima y mucho menos ilegal. Morena tiene que mandar obedeciendo; tiene que priorizar lo que pide la gente en vez de estar pensando en el “qué dirán”.

Cierro con una frase que dijo el escritor Ramiro Padilla el pasado viernes en Sin Máscaras: “Si Lilly Téllez se quiere victimizar, que lo haga, pero no con el dinero de nuestros impuestos. México merece una mejor clase política y, si no la depuran ellos, nosotros lo haremos”.

PD: Les contaré uno de esos secretos que no digo en el noticiero. Un amigo que trabajaba en SDP Noticias me relató cómo fue que Lilly Téllez aceptó ser senadora de Morena. Resulta que Lilly estaba grabando una de sus columnas para ese medio, cuando de repente se detuvo la grabación porque empezó a sonar su celular. Era Ricardo Salinas Pliego quien la llamaba. A continuación, la conversación:

Salinas Pliego: Lilly, hablé con AMLO, te van a hacer candidata a senadora de la República por Morena.

Lilly Téllez: Ay, don Ricardo, me da mucha pena, pero usted sabe que no me gusta la política. Es más, yo no coincido con López Obrador ni creo en su proyecto, no puedo hacerlo.

Salinas Pliego: Entiendo, Lilly, yo tendré que buscar otra persona… y tú tendrás que buscar otro trabajo.

Nos leemos pronto.

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