Por Ricardo Sevilla
La Fiscalía General de la República (FGR) ha puesto en marcha un proceso legal que ya ha comenzado a cimbrar a las élites de la derecha.
Pero déjeme contarle la historia con datos duros.
La FGR, que ahora está conducida por Ernestina Godoy, ha judicializado la carpeta de investigación contra María Amparo Casar, presidenta de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) y otras dos personas.

Estos personajes serán imputados por su probable intervención en el delito de “uso ilícito de atribuciones y facultades”, tal como lo establece el Artículo 217 del Código Penal Federal.
Ahora bien, la acusación central gira en torno a la polémica obtención de una pensión vitalicia otorgada por Pemex a María Amparo Casar, tras el trágico fallecimiento de su esposo, en 2004.
Sin embargo, apenas se anunció este movimiento, los beligerantes voceros de la derecha salieron a defender a Amparo Casar.
Desde luego, escasean los argumentos.
Por ejemplo, Manuel López San Martín, conductor de ADN 40 y empleado del usurero Ricardo Salinas Pliego, dijo que se trata de una embestida contra Casar. López San Martín sostiene, sin ofrecer pruebas, que la FGR está orquestando una persecución política.
Cabe recordar que el expediente de Casar fue dado a conocer ante la opinión pública en mayo de 2024, cuando Octavio Romero Oropeza, entonces director general de Pemex, decidió revelar detalles muy contundentes sobre el caso.
Y es que Romero Oropeza dio a conocer que la muerte de Carlos Fernando Márquez Padilla García, esposo de Casar, fue catalogada, oficialmente, como suicidio.

Con base en esta evidencia, Pemex anunció que buscaría recuperar una suma millonaria que asciende a 31 millones de pesos.
Ahora bien, el fatídico suceso ocurrió el 7 de octubre de 2004, cuando Márquez Padilla, quien se desempeñaba como coordinador de asesores de la Dirección Corporativa de Administración, perdió la vida al caer desde una ventana del piso 12 del edificio A de Pemex.
Tras el deceso, María Amparo Casar solicitó el pago de un seguro de vida, la ayuda de gastos funerarios y, esencialmente, la pensión post-mortem a favor de ella y de sus dos hijos, que fue cubierta hasta que sus vástagos cumplieron 25 años.
La información oficial compartida, en ese momento, detalló que la pensión vitalicia otorgada a Casar fue de aproximadamente 124 mil 948 pesos mensuales.
Ahora bien, el punto de inflexión legal y ético es claro: la pensión y los beneficios que comportaron fueron concedidos antes de contar con un dictamen pericial oficial.
Los directivos de Pemex de aquella época decidieron dar al fallecimiento el tratamiento de “accidente“, omitiendo esperar la resolución del Ministerio Público, que finalmente y de manera concluyente, determinó que la causa de muerte fue un suicidio.
Eran épocas de Vicente Fox y el director de Pemex era, en ese momento, Luis Ramírez Corzo. Y durante los dos años que Ramírez Corzo estuvo al frente de la paraestatal, la multinacional Caterpillar obtuvo contratos por 30 mil millones de pesos.

Ahora bien, esta omisión le permitió a Amparo Casar un beneficio económico que no correspondía legalmente bajo las pólizas de Pemex.
Desde luego, el contexto político no puede ignorarse.
Y es que las investigaciones sobre presunta corrupción que tocan a políticos de oposición y figuras de la sociedad civil –como María Amparo Casar, excolaboradora del gobierno de Fox, líder de MCCI y cercana a Claudio X. González– fueron gestadas durante el periodo de Gertz Manero al frente de la FGR. Ahora, se judicializan con la nueva estructura de la Fiscalía y el Poder Judicial Federal (PJF).
Y aquí es importante subrayar que el caso Casar no es solo un pleito legal, sino un estratégico movimiento en el tablero de ajedrez político que enfrenta a la élite opositora, vinculada a empresarios como Claudio X., y ahora defendida por voceros afines a Ricardo Salinas Pliego, contra el aparato de justicia que encabeza la fiscal Ernestina Godoy.

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