Etiqueta: Germán Castro

  • Venados lampareados

    Venados lampareados

    Sometimes a man wants to be stupid
    if it lets him do a thing his cleverness forbids.”

    John Steinbeck, East of Eden.

    Quienes se autoproclamaban miembros del exclusivísimo “círculo rojo” —Aguilar Camín dixit auctoritas— andan dando tumbos como venados lampareados. Quizá la expresión resulte nebulosa para los menos añosos…

    Dando tumbos es una frase que sugiere un movimiento irregular o vacilante, como el que ocurre cuando alguien se desplaza de un lado a otro sin control, tambaleándose como un borracho o una persona que acaba de recibir un buen porrazo en la cabeza. En cuanto a los venados lampareados, la expresión alude, en efecto, a lo que sucede cuando un ciervo es deslumbrado por una luz demasiado intensa, como la de las lámparas LED: el deslumbramiento provoca que el animal quede fatalmente desorientado, se mueva de forma errática y no pueda actuar con la precisión o el control habitual. Y digo fatalmente porque la expresión tiene su origen en la cacería; de hecho, el verbo lamparear significa precisamente “cazar o pescar con la ayuda de una lámpara”. En este caso, la luz obnubila, es decir, nubla, paradójicamente, oscurece. Obnubilar significa “cubrir con una nube”: algo, la realidad en general, queda oculto u oscurecido por un nubarrón. Así que resulta muy pertinente referirnos a las señoras y señores opinócratas conservadores como venados lampareados: la mucha luz que están muy seguros de tener los ha obnubilado.

    Peor aún, las y los opinócratas conservadores andan como venados lampareados desde hace ya mucho tiempo, años. El efecto del paso del tiempo sin salir de esa condición ha sido el mismo que el que sufre habitualmente un beodo. Como bien se sabe, la ebriedad se presenta en varias fases: en la primera, el ebrio se da cuenta de que está perdiendo el control, pero después, deja de ser consciente de su propio aturdimiento. En la primera fase de una borrachera, el alcohol produce sensaciones de bienestar, relajación y disminución de la inhibición: euforia y relajación, como la que mostraba el aludido escritor chetumaleño cuando en una videoconferencia con sus pares llamó “pendejo” al presidente y espetó desafiante: “Este gobierno tiene totalmente perdido el pleito contra en lo que durante la época de Fox se llamaba el ‘círculo rojo’. Lo tiene totalmente perdido”. Desgraciadamente, durante una embriaguez, después de la primera se sucede una segunda fase de alteración de la coordinación y el juicio, y luego una tercera, de confusión y somnolencia.

    Pasan y pasan los días después de los comicios del 2 de junio, y la comentocracia conservadora sigue lamentablemente desjuiciada, confusa y regodeándose en su debacle, deleitándose en su propia ruina, complaciéndose en su desventura. La realidad les produce enojo, ira, y los ofusca a todos ellos. Ofuscar significa deslumbrar, turbar la vista, cegar, encandilar o traslumbrar. Puede también significar oscurecer el significado pretendido de una comunicación, enturbiar el mensaje para que sea difícil de entender, generalmente echando mano, lengua en este caso, de palabrería caliginosa y ambigua. Así que, por sus despropósitos y declaraciones desde la obnubilación y el ofuscamiento, tiene rato ya que exigen cada vez menos el análisis desde la ciencia política y cada vez más desde las disciplinas que estudian los desequilibrios y trastornos mentales. Por ello, me resultó grato y sorprendente que, apenas ayer, después de escuchar a una señora comentócrata divulgada por Latinus en un pequeño clip que pepené en X, terminó de caerme un veinte.

    Más allá de su nombre, el cual desplegó en pantalla la producción de la mencionada plataforma, no sé nada de ella. Bien, Carolina Hernández discurrió así:

    Aquí en esta mesa se entienden cosas súper obvias. ¡Es obvio la sobrerrepresentación! Yo me tardé tres días y tengo un montón de apuntes para entenderla. Aquí es obvio un montón de cosas. Afuera no es obvio un montón de cosas. ‘Tonces, cuando dicen, ¿a poco votaron para que los jueces fueran elegidos? Pues no, no votamos por eso, votamos porque nos dijeron, bueno, les dijeron que iban a mejorar la justicia…

    Pasando por alto la curiosa idea que tiene la señora Hernández de lo que es obvio —¡dice que tardó tres días en entenderlo!—, es obvio —muy claro o que se entiende sin dificultad— que, en pocas palabras, la opinócrata afirmó que mientras que ellos, es decir, los que se sientan en esa mesa —en pantalla los mostraron a todos, asintiendo muy complacidos: Jesús Silva Herzog Márquez, Lorenzo Córdova y, but of course, Denisse Dresser y Aguilar Camín— son muy inteligentes, entienden y tienen la razón, todos los demás —los de afuera… de esa mesa— somos unos idiotas que no entendemos las cosas obvias y a quienes el malvado López Obrador nos engatusa para tomarnos el pelo.

    Dije que con la alocución de la señora Hernández terminó de caerme un veinte, porque poco antes había escuchado un extracto de la participación en esa misma mesa —parece que en la misma emisión— de Aguilar Camín, quien dijo, evidentemente muy enojado: 

    El hecho de que la población no entienda lo que va a pasar no quiere decir que nuestro diagnóstico sea falso. Nuestro diagnóstico es correcto. La población lo puede o no entender. Lo que va a pasar es una autocracia legal, una dictadura.

    Hasta ahí dejo el extracto —luego externaría su nostalgia por el PRI y el porfiriato, aunque usted no lo crea—. El novelista en lugar de decir que “la población” —de la cual, claro, ellos están escindidos— no está de acuerdo con su “diagnóstico”, dice que no entiende, que no tiene razón. No lo externa tal cual, pero está implícito, que siendo “la población” la bruta, es la mayoría, la mayoría que democráticamente votó por Morena y sus aliados y así por la 4T y el Plan C. Los que están más allá del perímetro de su círculo rojo, los de afuera de esa mesa, la población, los que no entienden.

    La señora Carolina Hernández y el señor Héctor Aguilar Camín confunden razones y voluntad. La mayoría democrática expresó su voluntad, no se presentó a las urnas a explicar sus razones. La doctora DD, el señor Córdova y demás opinócratas de Latinus podrán no estar de acuerdo conmigo y con usted y con millones de ciudadanos más en que urge una reforma judicial, en que es correcto que se elijan democráticamente a los jueces…, pero esa discusión ya se dio y producto de ella fue la expresión de la voluntad popular: el Plan C va.

    Como venados lampareados sostienen que “la población” es estúpida y que democráticamente votó por una dictadura. Por supuesto, tienen todo el derecho a pensar chueco.

    • @gcastroibarra
  • Saldo

    Saldo

    Andrés Manuel se va. Llega a buen puerto el primer gobierno federal de la 4T.

    Aún no es tiempo de hacer historia, para ello hace falta justo eso: tiempo. Pero es pertinente hacer algunos cortes de caja. No pretendo ser ordenado ni exhaustivo, pero no quiero dejar pasar la oportunidad de documentar en caliente.

    Un saldo a favor del sexenio de AMLO es que les tumbamos la máscara a un montón de reputados “intelectuales”. Resulta que ni eran tan inteligentes, ni eran democráticos y mucho menos independientes. Y sí, estoy pensando en las dos mafias culturales más poderosas del país, ambas con letras no libres de nexos con el prianismo.

    Otro: casi todos los editorialistas y columnistas más leídos y mejor pagados, al igual que los comentócratas y lectores de noticias, quedaron al descubierto: no es cierto que estuvieran muy bien informados, tampoco que sean muy perspicaces… Durante los últimos seis años se ha evidenciado que no tienen ni idea de por dónde corre la liebre. Si antes de diciembre de 2018 a veces le atinaban, era porque publicaban lo que les “trascendían” desde alguna oficina de gobierno. 

    Llegamos al fin del gobierno y desde hace mucho quedó claro, dolorosamente para quienes vivían de ello, que ni el presidente ni nadie en el gobierno quieren empapelar la realidad publicando boletines a cambio de ráfagas de chayotes.

    En general, el balance en materia de comunicación social es muy positivo: se logró que la gran mayoría de la opinión pública se liberara de la tiranía mediática. Los resultados de las elecciones de junio lo acreditan. Poca gente ya se traga las mentiras, los bulos y las exageraciones de los medios tradicionales.

    Y no es que hayamos cambiado de factótum mediático. El presidente se ha encargado de impulsar la desmitificación de la política y del discurso gubernamental. AMLO le ha devuelto a la política su carácter público. La construcción social de la realidad es cada vez más, efectivamente, social. Y digo más: un saldo benéfico del gobierno de AMLO, el presidente más poderoso del México contemporáneo es, paradójicamente, la desacralización de la figura del presidente de la República.

    Hasta hace apenas seis años, cuando en México se mentaba al primer mandatario uno se refería al gran mandamás, no a quien, en virtud de un proceso democrático, se debe encargar de representarnos y gestionar en beneficio público los recursos de todos. Eso ha cambiado drásticamente. 

    En consecuencia, el primer gobierno de la 4T marcó el principio del fin de una añeja cultura de sometimiento. Antes de AMLO, el país podía estar cayéndose a pedazos, situación por la que a menudo pasábamos, y el presidente se mantenía incólume: humildad y presidente eran palabras contrapuestas; un servidor público era un tipo pasado de vivo que se servía del público, el gobierno era un mal necesario, la ciudadanía estaba acostumbrada a ser maltratada, la política era un oficio de leguleyos y malandros, y cualquier tarea de gobernanza era monopolio de unos cuantos. Hemos desmitificado a los expertos y especialistas, a los abogados que un día endiosan la ley y al día siguiente la quieren interpretar a modo, a los tecnócratas que juraban que no aumentaban los salarios para no afectar a la macroeconomía, a los empresarios, a los comunicadores, a los jueces… El día a día de un gobierno honesto y consecuente ha descarado que la oligarquía tenía secuestrada la administración pública y ha demostrado, además, hasta qué punto era tremendamente ineficiente.

    Nadie puede acusar al gobierno de represión o censura sin, al mismo tiempo, evidenciar que está mintiendo. Quienes lo hacen sólo exhiben ridiculez. Los abajofirmantes se fueron hasta abajo en cuanto a su capacidad de incidir en el ágora. El esfuerzo sostenido del presidente y su equipo también ha dejado al descubierto a los esbirros y a la gavilla de secuaces del prianismo que se hacían pasar como contrapesos al poder. Me refiero a los mismos personajes y organizaciones que han sido adversarios políticos de la transformación, primero en forma más o menos velada, luego ladina y hoy ya totalmente descarada. Caso ejemplar, Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, que pretende pasar como una entidad apartidista, no gubernamental, de la sociedad civil, en fin, ciudadana, cuando en realidad fue sólo un mecanismo para que algunas empresas evadan impuestos y una eficaz proveedora de tímidas válvulas de escape para los gobiernos del PRIAN, pero al final comparsa del poder, mientras que desde 2018 no han sido otra cosa que guarida de adversarios políticos del obradorismo. Porque, por muy de rosita que se vistan, su postura partidista ha sido tan obvia que su dueño, el señor X. González, fue el mismo que se encargó de dirigir a la fracasada coalición PRI-PAN-PRD. Lo mismo podemos decir de varios medios y opinócratas —mentiría si digo que no pensé en Aristegui—, y demás personajes como comediantes y cantantes dizque ecologistas, dizque feministas, científicos, actores y actrices que estaban muy de acuerdo con la idea de que por el bien de todos primero los pobres… siempre y cuando no tocaran sus intereses y privilegios.

    Otro saldo. Seis años fueron suficientes para que se enterrara la ideología perversa del echaleganismo, así como el cuento menso, en realidad una coartada, de que el problema de la pobreza se resuelve enseñando a pescar y no regalando pescados. Quedó más que probado que, además de una enorme irresponsabilidad, fue un balazo en el pie no invertir en nuestra juventud. López Obrador no sólo paró de golpe el demérito sistemático a los jóvenes, dinamitó la autodenigración del mexicano que, desde el poder público se ejercía cotidianamente. Veníamos de padecer a un presidente que insultó a todos y todas nosotros, diciendo que, en México, en materia de corrupción, nadie estaba libre de culpa y que, por tanto, nadie podía lanzar la primera piedra. Y pasamos a un país en el que el primer mandatario, de lunes a viernes, muy temprano en la mañana, nos ha puesto frente al espejo para que constatemos que aquello era una enorme falsedad, una difamación, una estratagema para repartir culpas. A estas alturas ya no hay cómo se sostenga el infundio de que somos flojos y tranzas.

    Y pensando en la gente, en los 130 millones que somos, el gobierno de López Obrador ha significado un cambio radical de mentalidad: antes, desde el gobierno, la población se entendía como un problema. El sentido común hegemónico dictaba que somos demasiados, que si hay más población habrá menos recursos y más pobreza, que “ya no cabemos”, en fin…  Andrés Manuel ha dado un golpe de timón, en los hechos y discursivamente: la población dejó de entenderse como un problema para asumirse como lo que siempre ha sido, nuestro principal recurso. Nuestra riqueza somos nosotros.

    En menos de un sexenio se logró construir dos aeropuertos internacionales, uno de ellos enorme, un tren, una refinería, infraestructura hidráulica… No voy a enumerar todo lo que se hizo, sólo subrayo el saldo que queda incrustado en nuestra propia identidad: nos acercamos al cierre de 2024 y a la gran mayoría de la ciudadanía de este país le consta ahora que podemos realizar grandes proyectos, hacerlos bien y terminar a tiempo. El saldo en este renglón no se queda en el hacer, también alcanza el planear, el coordinar y el ejecutar… Con programas como La Escuela es Nuestra y La Clínica es Nuestra, las comunidades se hacen cargo de administrar y aplicar los recursos públicos de manera directa. La red de caminos artesanales es también prueba concreta de que podemos hacernos cargo.

    Después del fraude de 2006 muchas personas en nuestro país pensaban que votar de nada servía. En 2018 pasamos del voto inútil al voto útil, y en 2024, teniendo en la mira la continuidad de la 4T y el Plan C, pasamos al voto militante. Avanzamos de la democracia simulada y fallida, a la democracia representativa efectiva, y ahora a la democracia participativa.

    Dejo muchísimo fuera, pero sería absurdo terminar sin aludir el saldo más importante de todos. Nadie con dos dedos de frente puede negar que Andrés Manuel López Obrador se irá en unos días a su finca de Palenque después de haber iniciado la revolución de las conciencias. Más allá de los cambios concretos, que son muchos y muy importantes, la cantidad de semillas que han quedado sembradas es impresionante. AMLO prometió esperanza, y cumplió.

    • @gcastroibarra
  • Las mañaneras desPejeadas

    Las mañaneras desPejeadas

    Desde los días iniciales del primer gobierno federal de la 4T, las evidencias apuntaban para allá. Y a medio sexenio, la cosa fue ya palmaria para quienes tuvieron ojos para ver y oídos para escuchar: quedó sobradamente claro, y todos, incluidos los adversarios declarados de Andrés Manuel López Obrador y hasta sus más enconados malquerientes, por no hablar de la mayoría de la gente que lo apoya, todos entendimos las mañaneras como parte sustantiva de la renovada vida pública de nuestro país. Desde diciembre de 2018, ni tiros ni troyanos han podido obviarlas.

    A medio camino, en diciembre de 2021, decía yo que las mañaneras se habían convertido en nuestra ágora, en el sitio y la ocasión en la que se ventilan los asuntos públicos de interés nacional. De lunes a viernes nos hemos encontrado al primer mandatario a tiro de piedra, atendiendo personalmente, cara a cara, a la prensa, sin que antes se hayan acordado las preguntas, sin mayor aparato de producción diseñado para apantallar con magnas escenografías y artilugios estrambóticos. Hoy las mañaneras son parte de nuestra vida cotidiana, pero hace apenas seis años ni los medios de comunicación ni la burocracia ni la ciudadanía en este país estábamos habituados a un ejercicio de esta naturaleza. En buena medida porque nuestra relación con los presidentes era igual a la que se tienen que ajustar los espectadores con actores, comediantes y demás celebridades. En la Presidencia de la República no despachaban seres humanos, sino histriones, intérpretes de spots, figurantes de eventos en los que cada detalle se pensaba para hacerlos lucir fuertes, inteligentes, buenos, justos, superdotados, infalibles…; personajes que no eran personas de carne y hueso, sino productos de una producción. Las contadas veces que se decidían a salir a la palestra todo tenía que estar bajo control, desarrollarse siguiendo un guion, incluso la mayoría de las veces ensayado. Era absolutamente impensable que cualquier participante tratara de hacer algo fuera de lo programado, ya no digamos que intentara poner en aprietos al presidente, discutir con él, increparlo… Así era hasta hace poco… Por eso, el desconcierto no fue menor cuando, de buenas a primeras, tenemos diariamente en la mañana a un señor que, sin más, llega y dice buenos días y se pone a disposición de los periodistas que se animaron ese día a madrugar… Por supuesto, el hombre es como cualquier otra persona, normal quiero decir, así que a veces llega de buenas y a veces no tanto o incluso de malas, y eso resulta evidente, se le nota, igual que algunas veces se puede apreciar —no hay actuación— que amaneció indispuesto o ronco o de plano enfermo… Entre quienes detestan a AMLO abundan los que lo llaman a él “tlatoani” y a las conferencias “su púlpito”, pero lo que hemos presenciado es justo lo contrario: la desacralización del presidente. Las mañaneras son todos los días, no son eventuales, son cotidianas, no pueden ser especialmente cuidadas, al menos no en lo que respecta a la presencia del presidente López Obrador; no es extraño que de vez en cuando salga a cuadro con la corbata mal ajustada, por ejemplo. Antes era imposible que el primer mandatario en turno, entonces sí el tlatoani, apareciera en la televisión con mácula alguna, simple y sencillamente porque lo que veíamos era, repito, una producción, una realidad montada, el trabajo de un montón de gente que implicaba horas y horas y al que se le invertían un demonial de recursos. Así que el doblez del pantalón o lo bien o mal boleado de los zapatos no ocurrían y no eran tema. No olvidemos que todo lo que aquellos personajes salían a declarar había sido escrito antes, siempre por otra persona y no pocas veces por una tropilla de estresados funcionarios. Unos mejor que otros, pero todos, desde hace varias administraciones solían usar teleprompter. En cambio, la espontaneidad a AMLO le abonó más credibilidad. Por lo demás, si antes de diciembre de 2018 no era extraño que el Peje impusiera la agenda nacional, es decir, desde la oposición y con todos los medios de comunicación en su contra, desde la Presidencia, prácticamente no la ha soltado nunca. Además, durante toda la semana, desde muy temprano, establece los tiempos y jerarquiza los temas de interés público. Esta situación no sólo se debe a la destreza política y comunicacional de AMLO, interviene también una oposición vacua y contestataria…, perdón, sólo contestataria, que se limita a contestar, a replicar, pues. El acontecer del día comienza con las novedades que se difunden desde las mañaneras, así que desde hace tres años los periódicos casi se volvieron inútiles. 

    Grandes beneficios han traído las mañaneras, en principio, la vuelta al terreno de los asuntos de interés público de la cosa pública. No es un juego de palabras: venimos de un período durante el cual el público chismeaba sólo de cosas privadas, mientras que de la cosa pública, de la política, mejor no se hablaba…, eso era privado.

    Ahora que la presidenta electa Claudia Sheinbaum ya confirmó que atenderá lo que la encuesta que se hizo exprofeso arrojó, esto es, que siguen las mañaneras, me animo a dejarle aquí solamente un par de sugerencias:

    • Discrepo totalmente de quienes dicen que la presidenta está obligada a marcar o hacer diferencias con respecto a AMLO, que porque Claudia no es Andrés Manuel. Pues claro, Claudia no es Andrés Manuel, ni es él ni es ninguna otra persona, Claudia es Claudia. Eso es obvio, palmario, así que no se requiere imprimir esfuerzo alguno para hacerlo notar. Por ello mismo, no está obligada a cambiar nada de la mañanera sólo con el propósito de que sea diferente. Será necesariamente diferente, aunque se trate de conservar el formato, porque serán mañaneras desPejeadas, porque las encabezará ella, porque parten, no como hace seis años, de un ejercicio conocido y de probada utilidad cívica.
    • Pienso que lo que más tiene que cuidar, conservar y fortalecer es el rol de las mañaneras como el asidero de certidumbre política del día a día mexicano. Me explico: desde hace mucho ocurre que ante cualquier posible discrepancia al interior de las huestes del cuatroteísmo, ante cualquier alerta roja nacional o internacional, ante cualquier ataque o infundio de la oposición facha, ante cualquier oleaje no previsto en la travesía, la gente cauta suele pensar o de plano expresar: — Bueno, a ver mañana que dice el presidente… Y sí, la estrategia ha funcionado: al otro día, AMLO responde, opina, sugiere, informa, confronta, manifiesta una postura política. Es decir, ejerce su liderazgo. Y en este caso, tampoco es difícil que Claudia lo consiga, porque, aunque parezca una tautología, resulta que lo único que tendrá que hacer, ni más ni menos, es eso: ejercer su liderazgo todos los días y a primera hora.
    • @gcastroibarra
  • Viruta, metástasis y nada

    Viruta, metástasis y nada

    El martes, un grupito de siete individuos se presentó en el Instituto Nacional Electoral para exigir que se cometa una ilegalidad. En concreto, el minúsculo hatajo de ciudadanos quiere impedir que Morena y sus aliados, el Verde y el PT, consigan la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, para lo cual demandan que no se cumpla la ley. Efectivamente, Beatriz Pagés, Fernando Belaunzarán y adjuntos acudieron al INE a ejecutar la más reciente maroma de la derecha; a saber: de “la ley es la ley” a “el espíritu de la ley no dice lo que dice la ley”. Arguyen que donde la ley dice textualmente “partido político”, el espíritu de la ley en realidad quiere decir coaliciones. Así, esta gente demanda al INE que no conceda a dichos partidos la cantidad de diputados que les corresponde de acuerdo con los resultados de las elecciones y a lo que, a la letra, mandata la Constitución. Se sumaron así al sobreberrinche que la oposición lleva días montando. Más que la tontería que fueron a proferir los aludidos demandantes, quisiera más bien que nos cuestionáramos quiénes son o a nombre de quiénes acudieron. Los medios tradicionales se apresuraron todos a darle difusión al encuentro señalando al multi aludido grupúsculo como portavoz de “las agrupaciones ciudadanas que conforman la Marea Rosa”. ¿Eso representan? Pues que sí, que a la Marea Rosa, que a Unidos, que a Poder Ciudadano, que al Frente Cívico Nacional, que a Sí por México, que a Une México, que a 1-2-3 Por Todos mis Enojados Compañeros, en fin, que por nombres desfondados no paran. Pero en realidad, ni ese efímero muégano, la susodicha Marea Rosa, ni ninguna de las demás pretendidas agrupaciones —en las que se agrupan siempre las mismas finísimas personas— no son, ninguna, una organización política formal, estructurada y mucho menos registrada en el INE. Todos estos personajes no son más que viruta partidista, serrín del ya extinto PRD, del zombi PRI, del desahuciado Acción Nacional. No son nada. Sería mucho más verosímil si se presentaran como parte del elenco del Atypical de Carlos Alazraki.

    Y hablando de atípicos… Ese mismo día, alguien tuvo a bien postear en Twitter un fragmento de una de esas transmisiones del señor Alazraki, en la que él y Javier Lozano comentaron el viaje fallido de Vicente Fox a Caracas. Ya saben, el gobierno venezolano no lo dejó entrar al país a dizque observar la jornada electoral del domingo. El video resulta sorprendente y digno de mención porque muestra a las claras cómo el mermadísimo conservadurismo mexicano ya está en fase de metástasis. Lozano imitó a Fox, no mal por cierto, se burló despiadadamente de su torpeza y de paso llamó al aún presidente nacional del PAN, Marko Cortés, “el otro pendejo”. Y Alazraki le festejó las burlas e insultos.

    Hablando de Marko Cortés, conviene recordar que hace unos días, durante una entrevista televisiva con René Delgado, el michoacano tuvo la suficiente ingenuidad —y sí, estoy usando un eufemismo— como para sincerarse y, según él en plan autocrítico, decir que el primer error que en las elecciones pasadas tuvo la dirigencia del PRIAN fue…, textual: “No pudimos quitarle a nuestra candidata la perversa etiqueta de ser la del PRIAN. Ella no era del PRIAN, ni siquiera del PAN era. Ella era de la sociedad. No logramos comunicarle a la gente que ella era la que nos pedían”. Traduzco: el dirigente prianista confiesa que su principal fallo fue no haber logrado engañar al electorado convenciéndolo de que la candidata que competía por las siglas del PRI y el PAN era la candidata del PRI y el PAN. 

    El saldo del proceso electoral 2024 se frasea fácil. El PRD terminó de desaparecer, ya no es nada. El PRI quedó reducido a un raquítico botín que, entre los escombros, se está disputando una reducida gavilla, y pronto no quedará nada. Y el PAN, como dijo su propio dirigente, lo mejor que puede hacer es esfumarse, disfrazarse de “sociedad civil”. Hoy la oposición partidista más que estar pensando en cómo ganar espacios vive el día a día cada vez más cerca de convertirse, en el mejor de los casos, en parte de la dichosa Marea Rosa… Más tumulto para la nada.

    ¿No son nada? Bueno, el triunfo de la doctora Sheinbaum fue contundente. La 4T arrasó. 36 millones de votos, 19 millones y medio de votos por arriba de la candidata del PRIAN, más de 32 puntos porcentuales de diferencia.

    Sin embargo, existen. Los 16 millones y medio de ciudadanos y ciudadanas que votaron por Xóchitl Gálvez son muchos, un montón, demasiados… Conforme se apaciguan las aguas de las campañas, conforme pasa el tiempo y cada quien va mostrándose tal cual es, cada vez me inclino más a pensar que buena parte de quienes votaron por la señora X, quizá incluso la mayoría, no votó por ella, sino en contra, y no en contra de la candidata de Morena, ni siquiera en contra de la 4T… La mayoría de ellos votó por la candidata del PRIAN para expresarse en contra de Andrés Manuel López Obrador. En efecto, considero que el factor aglutinante de mayor importancia entre esos 16.5 millones de hombres y mujeres es la tirria por AMLO. Eso fue lo que a duras penas cacharon los partidos políticos conservadores… Y ahora que Andrés Manuel se vaya a descansar, ¿qué diablos logrará el poder de convocatoria de la Marea Rosa? Nada.

    La oposición en México es cuantitativamente considerable, pero cualitativamente no existe, es una entelequia, un amasijo de odio y exigencias necias de privilegios perdidos. Son demasiados y no son nada. Sea cual sea el número de plurinominales que obtengan, serán demasiadas, conformarán no una sobrerrepresentación, sino una pseudorrepresentación. En gran parte de los casos, más allá de su pejefobia, no representan a nadie más que a sus propios intereses. En fin, yo sólo sé que son demasiados y no son nada.

    • @gcastroibarra
  • El cacoberrinche de la oposición sobrestimada

    El cacoberrinche de la oposición sobrestimada

    Oposición sobrestimada

    No se los anden recordando a sus conocidos prianistas porque les pega feo la muina, pero de los 300 distritos electorales, en los pasados comicios la doctora Claudia Sheinbaum ganó en 275 y la candidata del PRIAN sólo 25… O sea, la candidata de la 4T triunfó en el 92% de los distritos.

    La candidata de Morena y sus aliados, la doctora Sheinbaum, ganó la Presidencia de la República, que en este país se elige por mayoría relativa y voto directo de los ciudadanos, en 31 de 32 entidades de la República Mexicana. La candidata del PRIAN solamente ganó la elección en un estado, Aguascalientes, en donde, por cierto, vive el 1.1% de la población total del país. Otro dato: Aguascalientes se divide en tres distritos electorales federales, y la candidata de Morena ganó en dos de esos tres distritos.

    Pseudo-sobrerrepresentación

    El presidente López Obrador dijo el miércoles que los conservadores y sus achichincles andan muy entretenidos en “una especie de rebelión” que tiene como propósito obstaculizar la instalación en la Cámara de Diputados de la mayoría calificada que ganó la 4T en las urnas en junio pasado. En este caso disiento. Me parece que el episodio no llega a rebelión, me parece que es apenas un berrinche, eso sí, feo y excesivo: un cacosobreberrinche, pues.

    El abultadísimo irigote que han armado los fachos, sobre todo en los medios y las redes, está montado en la siguiente argucia: donde la ley dice “partidos”, ellos, la oposición y sus jilguerillos y plumitas a sueldo, dicen que “el espíritu de la ley” quería decir “coaliciones”. En otras palabras, ahora la derecha mexicana ejecuta la siguiente maroma: brinco en posición bufa, con triple grado de dificultad, de “la ley es la ley” a “el espíritu de la ley no dice lo que dice la ley”. Como lo leen ustedes: los expertos constitucionalistas del mueganito prianista se dedican ahora al espiritismo. En el colmo de la deshonestidad intelectual y el maromerismo extremo, lo poquito que queda de la derecha facha mexicana dice que el espíritu de la ley establece, ¡oh azares del destino!, casualmente lo que interpretan sus constitucionalistas espiritistas: que donde la ley dice expresamente “partido político” el espíritu de la ley en realidad quiere decir alianza de partidos políticos.

    Gente versada, culta, seria y que uno pensaría que de inteligencia no sufre, anda profiriendo la tremenda insensatez de que la letra constitucional traiciona al espíritu de la Constitución. Peor: arguyen que la mayoría ciudadana afrenta al dichoso espíritu de la Constitución. Si no lo hacen a sabiendas de que su postura es falaz, quienes ponen a la Constitución o a cualquier otro instrumento jurídico por encima de la voluntad popular, lo hacen desde un animismo ingenuo, por no decir primitivo: parten de la creencia que atribuye vida, alma y conciencia no sólo a plantas y animales, también a seres inanimados, fenómenos naturales y abstracciones. Ciertamente, las mermadas huestes de políticos y opinócratas del conservadurismo ignoran, olvidan o fingen que ignoran o que olvidan que cuando se habla de “el espíritu de la Constitución” se trata de una metáfora. Porque en realidad, al igual que las piedras, que las casas, que las nubes y los rayos, que los dibujos animados, ninguna ley, ni siquiera las constituciones, tienen espíritu ni conciencia.

    La Constitución en su artículo 54 mandata, no espiritualmente sino textualmente, que “ningún partido político podrá contar con más de 300 diputados por ambos principios”… Ah, pues aquí los abogados y editorialistas de la oposición sobrestimada juran que “el espíritu de la Constitución” quiere decir no partido político sino coalición. Me temo que resulta imposible debatir lógicamente este sesudo planteamiento, hacerlo sería tanto como argumentar a favor o en contra de la asexualidad de los ángeles.

    Lorenzo Córdova, muy seguro de sí mismo, afirma en un video que se quiere cometer “un fraude al espíritu de la Constitución”. Aguilar Camín vocifera que Morena y sus aliados quieren una “sobrerrepresentación como del 20 por ciento”. Juan, el hermano de Margarita Zavala, como suele hacerlo, acudió a sus alegorías futboleras: “Pues oye, si ganaste 2-1 la Copa América, no va a resultar que ganaste 4-1”. La argucia aritmética que la morralla que queda de la derecha prianista tiene días repitiendo como un mantra se resume así: Morena, el PT y el Verde ganaron el 54% de los votos, y “el gobierno pretende quedarse con el 74%” de los diputados.

    Si en el ámbito constitucional no se requiere de expertos para leer lo que dice a la letra la Carta Magna, en el de los números el falso debate también se resuelve fácil. Las diputaciones federales se eligen por distrito electoral. De los 300 distritos federales en que se divide todo México, para diputaciones, la coalición de la 4T ganó 256 distritos (Morena 161 + PT 38 + Verde 57), mientras que el prianismo logró el triunfo en 42, MC en uno y un candidato independiente en otro… Así, la 4T ganó el 85% de los distritos y tendrá el 75% de los diputados. ¿Cuál sobrerrepresentación? Por ejemplo, esto sí que parece sobrerrepresentación: conforme a ley, el PAN, que ganó 32 distritos tendrá 36 diputados plurinominales, y el PRI, que únicamente ganó 9 distritos tendrá 24 diputados federales plurinominales.

    Morena tendrá 248 diputados federales en total, es decir, no rebasará los 300 que marca como límite la Constitución, y la coalición que representa a la 4T tendrá mayoría calificada.

    • @gcastroibarra
  • Seguir soñando

    Seguir soñando

    … nada mejor que el sueño para engendrar el porvenir.

    Víctor Hugo, Los miserables.

    Ya llovió… En noviembre de 2014, escribí Soñar para despertar de la pesadilla…. Quizá hoy luce melodramático, pero, por favor recuerden: por aquellos días palabras como abatido o desesperanzado no alcanzaban para pintar el ánimo que cundía en México.

    El texto inicia recordando a una pareja entrañable, George Steiner y Zara Shakow. Un montón de personas que los conocían, mucho antes de que ellos mismos se conocieran entre sí, pensaba que habían nacido el uno para el otro. Los hechos le darían la razón al sueño: se casaron poco después de que los presentaron, en 1955. George Steiner había nacido en abril de 1929 en París y Zara meses antes, en noviembre del 28, en Nueva York. Los dos ya murieron, ambos en Cambridge; él, el 3 de febrero de 2020; ella, diez días después.

    Crítico literario y filósofo, a lo largo de su vida, Steiner publicó cientos y cientos de ensayos. El texto al que me voy a referir, “¿Los sueños participan de la historia?”, por suerte puede leerse en línea (Revista de la Universidad de México; No. 30; X/1983. Steiner especula que, en el umbral de su existencia como especie, el ser humano pudo haber soñado, antes de haber desarrollado el lenguaje. Fundamenta su suposición en un hecho incuestionable, sobre todo para quienes han tenido mascotas: los animales sueñan. Por supuesto, no tenemos noticia de ello porque nuestro perro o nuestro gato nos cuenten sus peripecias oníricas, sino por “las olas de excitación o de placer vivos, a menudo tumultuosos, [que] recorren con un movimiento característico el cuerpo” del animal. Steiner aventura que nuestros antepasados homínidos debieron de haber soñado así, zoológicamente, sin lenguaje. En dado caso, el lenguaje habría surgido como una herramienta para compartir e interpretar los sueños. Así, tendríamos que entender al sueño como el manantial de nuestros mitos primigenios, y por tanto del lenguaje mismo, toda vez que “la evolución de la mitología y del lenguaje humano se cumplió a través de una interacción dialéctica y simultánea”. Por lo demás, nuestros sueños no escapan de la palabra: sólo podemos enterarnos de ellos por medio del lenguaje.

    Steiner piensa que la historicidad de los sueños es doble: por un lado, algunos sueños se hacen materia de la historia, y por otro existe una historia de los sueños.

    Cierto, los sueños del rey o del profeta fueron asuntos que se consignaban como parte relevante de la historia. Históricas son también las pesadillas que la gente podía sufrir ante la inminencia del cambio de un milenio, por ejemplo, o frente a determinadas amenazas colectivas, reales o imaginarias. Más incluso: los grandes cambios, las revoluciones, antes de realizarse, son soñados, primero por ciertos individuos, luego por un grupo y en el mejor de los casos, como el nuestro, por la mayoría del conjunto social, así que “quizá el carisma se define precisamente como esa facultad de concebir un sueño anticipador, una fuerza capaz de suscitar sueños semejantes en otros”. Sin sueños, la historia solamente se transita, se sufre.

    En cuanto a la segunda cara de la historicidad de los sueños, Steiner lamenta la escasa atención que hemos prestado a las diferentes formas en que hemos soñado a través del tiempo. Hoy, por ejemplo, la diseminación de la iluminación artificial y el enorme arsenal de aparatejos que nos acompañan durante la noche sin duda han modificado la psicofisiología de los actos de sueño. Con todo, Steiner propone atender al menos “una sola transformación, pero fundamental, en la función que se le reconoce al sueño y a sus manifestaciones”: en general, qué entendemos que nos dicen los sueños. 

    Efectivamente, desde los albores de la tradición occidental y hasta el s. XVII, los hombres vinculaban sus sueños “a la fenomenología de la prefiguración”, esto es, se asumían como “una visitación del futuro o por el futuro”, y a partir de ello se recuperaban al despertar por medio del lenguaje. Soñar se entendía como una manera de atisbar el porvenir. Pero a partir del Siglo de las Luces y decididamente después de Freud —la primera edición de La interpretación de los sueños data de 1900—, para la cosmovisión occidental los sueños ya no se alimentan de profecías, sino de recuerdos. Claro, en la actualidad, igual que lo hacían Ciro el Grande o Nabucodonosor II hace más de dos mil quinientos años, mucha gente sigue buscando en sus sueños pistas para prever lo que le sucederá mañana, pero es innegable, como noción hegemónica, “el gran desplazamiento” que deportó a los sueños de la categoría de vaticinio a la de recuerdo.

    Con todo, como hace miles de años, una colectividad, para serlo, hoy necesita compartir tanto recuerdos como sueños, y sueños en el sentido de ensoñaciones acerca del porvenir común. Hace diez años yo escribía que el problema en México era que el futuro nos quedaba entonces cada vez más lejos, por lo que ya casi nadie se animaba a soñarlo. La situación de atrocidad sistémica que habían develado los hechos ocurridos hacía apenas unos días en Iguala, Guerrero, había provocado que muchos prefieran no ver, no enterarse y hacer como si no pasara nada, o bien asumir el futuro como una pesadilla. Por eso, instaba yo en 2014, urgía que cada vez fuéramos más quienes criticáramos y manifestáramos su enojo e inconformidad.

    En julio de 2024, nos encontramos en una situación totalmente diferente. Venimos de habernos atrevido a soñar y, mucho más importante, de haber hecho realidad un montón de sueños, tantos que, me temo, no hemos tenido tiempo de darnos cuenta cabal de lo logrado. De entrada, el triunfo del movimiento de regeneración nacional en julio de 2018. Enseguida, el primer gobierno de la Cuarta Transformación: a lo largo de los últimos seis años, tanto se ha concretado que no me animo a enlistarlo aquí. Sólo digo que, me parece, es tiempo de estar muy contentos, satisfechos, animados y esperanzados. Dicho con todo respeto, no me parece muy inteligente perder energías, compañeros y compañeras de causa y sobre todo vida peleándonos ahora entre nosotros por los errores que, sin duda, persisten y persistirán porque lo humano, afortunadamente, nadie nos lo va a quitar. Queda un demonial de cosas por hacer, de entuertos que remediar, de situaciones injustas que corregir, de obstáculos que sortear… No es sólo tiempo de alegría, también lo es de seguir soñando.

    • @gcastroibarra
  • No, gracias a ti…

    No, gracias a ti…

    No, Andrés Manuel, gracias a ti y al primer gobierno de la Cuarta Transformación de la vida pública de México. Muchas gracias…

    • Por haber colocado en el corazón de la política el ideal del amor al prójimo.
    • Por haber reivindicado la política como un oficio noble y esencialmente humanista.
    • Por bregar diariamente en una dirección fija: por el bien de todos, primero los pobres.
    • Por tu soberbia humildad.
    • Por tu invencible terquedad.
    • Por tanto, tantísimo, aguante.
    • Por haber dado un golpe de timón histórico, todo un redireccionamiento en la manera de comprendernos en el mundo, porque desde 2018, al menos desde el poder público, en México dejó de entenderse a la población como un problema, para asumirse por fin como lo que siempre ha sido en realidad: nuestro principal recurso. Gracias por evidenciar que nuestra principal riqueza somos nosotros.
    • Por haber integrado el primer gabinete paritario de la historia de México.
    • Porque dejamos de mirar embobados hacia el norte.
    • Porque comenzamos a mirar hacia el sur.
    • Porque hicimos polvo el mito de que los mexicanos somos flojos.
    • Porque, como nunca, el poder público ha atendido la dimensión histórica de nuestro presente.
    • Porque, como nunca, se ha justipreciado la dimensión territorial de nuestra historia y de nuestro presente.
    • Por haber revitalizado el nacionalismo mexicano.
    • Por las clases de historia.
    • Por las clases de geografía.
    • Por haber gobernado desde la experiencia y sapiencia que te dio conocer por tierra cada uno de los 2,476 municipios del país.
    • Por haber logrado la compra de la Refinería de Deer Park.
    • Por haber construido de la nada la Refinería de Dos Bocas.
    • Porque volvió a volar Mexicana de Aviación.
    • Por haber detenido el ecocidio que hubiera significado la construcción del NAIM en Texcoco -una locura que hoy día no estaría terminada-.
    • Por el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, terminado, en operación y a la fecha el primer aeropuerto de carga del país y ya con un tráfico de más de medio millón de pasajeros al mes.
    • Por el Tren Maya.
    • Por el Tren Interoceánico.
    • Porque el gobierno mexicano no entregó durante tu mandato una sola concesión minera.
    • Por reconstruir Acapulco.
    • Por el Centro Cultural Los Pinos. No sólo por el nuevo espacio público, también y sobre todo por el desagravio simbólico, alegre y cotidiano en que se ha convertido. 
    • Por quitarle las pensiones a los expresidentes.
    • Por haber orillado al PRI y al PAN a que tuvieran que evidenciarse como lo que realmente son: el muégano PRIAN.
    • Por no haber censurado a nadie…, ni siquiera a los que se lo merecen sobradamente.
    • Por la Beca Universal para Estudiantes de Educación Media Superior Benito Juárez.
    • Por desaparecer el Estado Mayor Presidencial.
    • Por las pensiones a los adultos mayores.
    • Por haber creado la Guardia Nacional.
    • Por la manera en que se enfrentó la pandemia.
    • Por la atención especial que desde diciembre de 2018 comenzaron a recibir los pueblos indígenas: poque hoy prácticamente todos los hogares indígenas reciben al menos uno de los programas sociales de apoyo directo.
    • Por el programa Sembrando Futuro.
    • Por balconearnos, a unos más, a otros menos, y hacernos ver que el racismo es un mal ancestral muy propagado entre nosotros, un mal que tenemos que exorcizarnos.
    • Por despotricar en contra del consumismo.
    • Por criticar duramente el clasismo y el aspiracionismo.
    • Por combatir sin cuartel el mito infame de que los mexicanos somos corruptos por naturaleza.
    • Por haber dado el ejemplo.
    • Por haber renovado el espíritu didáctico y cívico de la instrucción pública con los libros de texto gratuitos, y al mismo tiempo asustar a los que jamás pensarían enviar a sus hijos a una escuela pública.
    • Por el gran instrumento democrático de gobierno que han sido las mañaneras.
    • Por no haberte dejado amedrentar nunca por los chillidos apocalípticos del zopilotaje mediático.
    • Por haber desenmascarado la irrelevancia de la comentocracia profesional.
    • Por haber demostrado que las benditas redes sociales pueden ser más democráticas que las momias “guardianas” de la democracia.
    • Por no haber perdido jamás el sentido del humor.
    • Por impulsar el trabajo de rescate arqueológico más importante de la historia contemporánea de México.
    • Por evidenciar que la culpa no la tienen los jóvenes que no estudian ni trabajan, y demostrarlo con el programa Jóvenes construyendo el futuro.
    • Por no haber aumentado los impuestos y aun así lograr que los ingresos del gobierno federal hayan aumentado 38% en cinco años.
    • Por haber reconocido que la patria no acaba en el río Bravo y que la comunidad migrante, emigrante para nosotros, es parte de nuestro pueblo.
    • Por la dignidad con que nos has representado frente a otras naciones, especialmente frente a la que se ha especializado en dar un trato indigno al mundo.
    • Por la recuperación histórica del poder adquisitivo del salario de los trabajadores.
    • Porque en 2024 hay menos gente pobre en México que en 2018.
    • Por haber desmitificado a la Macroeconomía y sus “expertos” importados, y entregar un país más fuerte en sus variables macroeconómicas.
    • Por haber logrado que la enorme mayoría de la ciudadanía esté de acuerdo con un proyecto de Nación.
    • Por haberme permitido, por primera vez en mi vida, sentir que un gobierno me representa.
    • Porque no nos sale hablarte de “usted”, pues eres de los nuestros y aun así, o quizá por eso mismo, se recuperó el respeto a la investidura presidencial.
    • Por haber sido mejor persona que yo, a pesar de que muchos te han tratado mucho peor de lo que me han tratado a mí.
    • @gcastroibarra
  • México: nuevos jugadores

    México: nuevos jugadores

    Unidad: con tres buenos amigos, estoy jugando una partida de dominó en la mesa de una cantina.

    Decena: entras a una pequeña sala de espera para aguardar tu turno y pasar a consulta con el médico, cuentas…; hay once personas antes que tú. Estimas que, si con cada uno el doctor se va a tardar en promedio quince minutos, vas a estar ahí cerca de tres horas. Újule, para pasar el rato, bien podrían organizarse unas partidas de dominó: alcanza para cuatro cuartetas…

    Centena: ahora circulas por avenida Reforma, en la Ciudad de México. Viajas en un metrobús de doble piso; va a su máxima capacidad, así que eres uno de sus 130 pasajeros. Imaginas que todos podrían bajarse y organizar 32 partidas simultáneas de dominó… Si una mesa estándar para jugar dominó es cuadrada y mide 80 centímetros por lado, y consideramos 60 centímetros más para que cada jugador se siente, cada cuarteta ocupará un espacio de cuatro metros cuadrados, de tal manera que si colocáramos las mesas ahí mismo sobre Reforma, usando únicamente un sentido —7.8 metros de ancho—, requeriríamos sólo 16 metros de la importante vialidad…

    El siguiente salto es un poco más difícil y requiere de más abstracción. Unidad de millar. Compras un boleto para asistir a la próxima función del Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández. Como tradicionalmente lo ha hecho desde hace muchos años, se presentará en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, que tiene una capacidad de 1,396 personas, distribuidas en palcos, lunetas y galerías. ¡349 cuartetas! Si acomodáramos las mesas una tras otra, requeriríamos un corredor de 698 metros de largo y cuatro de ancho, así que la distancia que hay sobre la calle Madero —ahí nada más saliendo de Bellas Artes y cruzando la gran vialidad— del Eje Central Lázaro Cárdenas hasta el Zócalo es justo lo que necesitaríamos. 

    Decena de millar. Estás a punto de disfrutar un concierto en el Palacio de los Deportes, también en la capital del país; el lugar está prácticamente lleno, así que compartirás la experiencia con 17 mil personas más. Toda esta gente podría estar también jugando al mismo tiempo 4,250 partidas de dominó. ¿Qué tanto espacio sería necesario para todas las mesas? Algo más de hectárea y media. 

    Centena de millar. La entidad federativa menos poblada de nuestro país es Colima, con unos 750 mil habitantes. Le sigue Baja California Sur, en donde, conforme a los resultados censales más recientes, hace cuatro años en ella vivían poco menos de 800 mil personas. Hoy por hoy, Baja California Sur seguramente ya tiene una población de alrededor de 900 mil habitantes. En el contexto nacional es poca gente, pero convendría recordar que hay varios países con poblaciones menores —Guyana, Macao, Luxemburgo, Montenegro, Surinam, nuestro vecino Belice, Islandia, Barbados…, por citar sólo algunos—. Ahora, si se formaran uno tras otro a novecientos mil seres humanos, cada uno a medio metro de distancia del otro, harían una hilera de 450 mil metros, es decir, 450 kilómetros. Bueno, imagina una fila en línea recta del Puerto de Veracruz al de Acapulco… (470 km). Otra manera de dimensionarlos: si intercambiaras un saludo de un minuto con cada una de esas 900 mil personas te tardarías 250 horas, es decir, diez días y medio.

    Unidad de millón. En agosto del año pasado el INEGI levantó la más reciente Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID 2023), cuyos resultados arrojan que, descontando a los tres estados con poblaciones menores al millón —Colima, Baja California Sur y Campeche— y al único que tiene más de diez millones —el Estado de México, con 17.5 millones—, todas las demás entidades, incluida la Ciudad de México, reportan poblaciones de entre uno y hasta 9,999,999 habitantes. El conjunto va de Nayarit, con 1’268,750 habitantes, hasta la CDMX, con 9.3 millones. A media tabla encontramos a Oaxaca, con 4.3 millones: si hicieran una hilera —medio metro de distancia entre cada quien— con todos los pobladores de Oaxaca, serían suficientes para cubrir la distancia que media entre Tuxtla Gutiérrez, Chiapas y Ciudad Obregón, Sonora. 

    El propósito de tanto número y comparaciones es que tengas elementos para poder dimensionar la siguiente cifra: resulta que de acuerdo con los resultados de la ENADID 2023, en agosto del año pasado había 7’832,445 niños y niñas de 0 a 4 años, es decir, pequeñas y pequeños que llegaron al mundo después de diciembre de 2018. La población que en conjunto tienen los estados de Colima, Baja California Sur, Campeche, Nayarit, Tlaxcala y Aguascalientes (6.7 millones) es, pues, inferior respecto a la cantidad de nuevos jugadores en México, niños y niñas que únicamente han vivido en tiempos de la Cuarta Transformación de la vida pública de México. Repito, 7.8 millones de recién llegados a México. 7.8 millones de futuros ciudadanos que sólo conocen de primera mano un país cuyo gran acuerdo nacional gira en torno al nuevo humanismo mexicano. Va y sigue por ellas y ellos. Es tiempo de estar muy contentos.

    • @gcastroibarra  
  • Pobre diablo

    Pobre diablo

    Apabulla la cantidad de sandeces que se anima a publicar la prensa tradicional.  Va un botón…

    Semana y media después de la jornada electoral, El Economista publicó “¿Cómo queda el mapa político en México y cuáles son los retos de una democracia todavía frágil?”, un texto de opinión de Juan Jesús Ramírez Ramírez.

    El editorialista da cuenta de los resultados de los comicios echando mano de una frase que impele al lector a retrotraerse consciente o inconscientemente a tiempos pretéritos y muy feos: habla de “la aplastante victoria de la alianza oficialista” y denuncia “un regreso a escenarios de ‘carro completo’”. Una artimaña: referirse a la coalición del PT, el Verde y Morena, como “la alianza oficialista” no es decir mentiras —estas fuerzas efectivamente detentan el poder desde 2018—, pero ese fraseo tiene su historia y se oye muy del siglo pasado y sobre todo muy priísta. Ni qué decir de la expresión “carro completo”… Con ella se quiere enunciar que Morena y sus aliados ganaron casi todo, pero, tanto o más que la frase anterior, nos obliga a recordar el larguísimo período durante el cual el PRI se quedaba con todas las rebanadas del pastel, pero, a diferencia de lo que ocurre actualmente, sin competir contra nadie y sin que realmente importaran los votos. Así que mentar “la aplastante victoria de la alianza oficialista” y denunciar “un regreso a escenarios de ‘carro completo’” es una treta: sin decirlo con todas sus letras, iguala a Morena con el PRI, desdeña la voluntad de casi 36 millones de votantes, y afirma que ha ocurrido en México algo que por ahora es imposible: un retorno a tiempos idos. Luego Ramírez Ramírez apunta algunos datos con el afán de retratar el susodicho “carro completo”: que la coalición Sigamos Haciendo Historia obtuvo 59.8% de los votos; que, con sus aliados, Morena alcanzó la mayoría absoluta en ambas Cámaras, y la calificada en la Cámara baja; que se quedó con siete de los nueve estados en disputa, y que será mayoría en 27 de 32 Congresos locales… Enseguida, el autor dispone algunos parrafitos dedicados a los dichosos contrapesos —aquí hallamos juicios tan sólidos como “Lo deseable es que existan pesos y contrapesos.”—, para después subtitular con negritas: “El voto popular puede debilitar los contrapesos democráticos”. ¡Sopas! Como lo les: “El voto popular puede debilitar los contrapesos democráticos”. Un contrasentido… Hasta ahí llegué… Por puro morbo, previendo una barbaridad, me fui hasta el final del sesudo texto… Y sí, ahí estaba el despropósito: “La primera presidenta de México tendrá una gran mayoría de su lado. Una de sus grandes responsabilidades será utilizarla para corregir el rumbo y no caer en la seducción de volverse una líder autócrata”. ¿Qué? “¿Corregir el rumbo?” ¿Pero por qué tendría que hacerlo, si el voto popular fue precisamente en favor de la continuidad? Ahora, “¿volverse una líder autócrata?” Como la memez anterior, la de que el voto popular puede debilitar los contrapesos democráticos, a la advertencia subyace el siguiente absurdo: la persona más votada en la historia del país para alcanzar la Presidencia, la persona con el mayor respaldo democrático que ha tenido México… ¡puede hacerse una autócrata! 

    Seguro estarás pensando que esta película ya la vimos… Cierto. Como en 2018, los agoreros del desastre andan sobreexcitados… Hace seis años se desgañitaban alertando que estábamos a punto de convertirnos en Venezuela, ahora —y no invento, traigo a cuento el galimatías que publicó hace unos días Silva Herzog Márquez—, anuncian que se ha instalado una “autocracia popular”.

    Son los mismos profetas de la fatalidad que, por más que lo intentaron a lo largo de todo el sexenio, no pudieron engañar a la mayoría de la gente. Uno los escucha y es difícil no llegar a la conclusión de que no han entendido nada. Uno los lee y constata que muchos de ellos no han podido digerir el mandarriazo de realidad del 2 de junio.

    No ha sido para ellos nada fácil comprenderlo, pero poco a poco les está cayendo el veinte… Nueve días después de la jornada electoral, Pascal Beltrán del Río, por ejemplo, tituló su columna en Excélsior: “A esta oposición ya la chupó el diablo”. ¡No, bueno, qué perspicacia! Algo más tardo, al otro día, Leo Zuckermann, en el mismo diario, muy a tono con el resto de la opinocracia conserva que ahora se desvive repartiendo culpas, determinó, ¡oh, agudeza!, que “los partidos del pasado”, refiriéndose al PRIAN y su chipotito amarillo, están en fase de extinción. 

    Sí, el PRD desapareció y no merece ni un RIP. En cuanto al PRI, al parecer, la libró…, pero cuidado que las apariencias engañan. Pienso que en realidad el PRI es ya un muerto viviente o dicho menos dramáticamente no es más que una pandilla de facinerosos que tan pronto se acabe el botín que les queda se dispersará. Del PAN queda más… o quedan más: lo cual sólo permitirá que la noche de los cuchillos largos que ya comenzó dure menos y sea más sangrienta. 

    Vuelvo a la editorial de Beltrán del Río. El señor dice que “tiene la impresión” de que el PRI y el PAN ya no sirven para nada, “que incluso mantener sus siglas sería un error”, porque “a esas marcas… ya las chupó el diablo”.  Por mi parte, tengo la certeza de que todos ellos, los opinócratas que trataron de inflar la quimérica candidatura de la señora X lo hicieron profesionalmente, es decir, que cobraron por hacerlo. Diría que sería justo entonces que también se los chupara el diablo, pero él, el diablo, qué culpa tiene.

    • @gcastroibarra
  • Seis detalles de una tunda

    Seis detalles de una tunda

    El cómputo distrital (con el 99.8% de las actas) señala que la próxima presidenta de México será Claudia Sheinbaum Pardo, al haber conseguido casi 36 millones de votos, para sacarle una ventaja de 32 puntos porcentuales a la candidata del muégano PRI-PAN-PRD. Si eso no esto no es una victoria contundente, usted y yo somos marcianos.

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    ¿Que la Ciudad de México ya no es de izquierda?

    Con 99.8% de las actas computadas ya en los Distritos electorales, resulta que la chilanga banda salió a votar de manera decidida: 70% de participación ciudadana.

    Votos para la elección presidencial:

    • Para la candidata del conservadurismo prianista: 1.9 millones de votos.
    • Para la candidata de la 4T: 3 millones de votos.

    Así que la doctora Claudia Sheinbaum gana en la CDMX con poco más del 55% de los sufragios, nada más 20 puntos porcentuales arriba del muégano PRI-PAN-PRD.

    Ahora, debería preocuparnos que un tercio de la ciudadanía que salió a votar en la capital del país (34%) lo haya hecho en favor de una persona que durante la campaña corroboró de manera fehaciente e indiscutible que sufre de una fuerte mitomanía y que, por tanto, no es confiable.

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    ¿Que Aguascalientes sacó tache (X)?

    El caso de la CDMX no es extraordinario: la doctora Sheinbaum derrotó en las urnas a la oposición conservadora en todas las entidades federativas de México, excepto en una… Como seguramente sabes, la candidata del PRIAN a la Presidencia de la República ganó en Aguascalientes, únicamente en Aguascalientes… Penoso. Pero ojo, si la candidata de Morena le sacó más de 30 puntos porcentuales a la de la derecha en la elección nacional, en Aguascalientes la contienda fue mucho más cerrada. Con una participación ciudadana diez puntos porcentuales menor que la que se reportó en la CDMX, en Aguascalientes la señora Bertha Xóchitl obtuvo 306 mil votos, en tanto que la candidata de Morena se llevó 285 mil, es decir, la diferencia fue de apenas tres puntos porcentuales. 

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    En Aguascalientes, pues, ganó el PRIAN, pero la diferencia entre ambas contendientes fue mínima… En cambio, en otras entidades las cosas fueron muy distintas: salvo en tres estados —Guanajuato (47%), Nuevo León (45%), Jalisco (44%)—, la futura presidenta ganó en todo el país con mayoría absoluta, esto es, con más de la mitad de los sufragios. En Zacatecas, Querétaro, Chihuahua, Colima, CDMX, Michoacán, Durango y Baja California Sur, la abanderada de Morena logró entre el 50 y el 60% de los votos. Enseguida, en un rango de 60 a 70%, se ubican Estado de México, San Luis, Yucatán, Campeche, Sonora, Morelos, Nayarit, Tamaulipas, Sinaloa, Puebla, Baja California, Veracruz, Hidalgo y Tlaxcala. Pero el caso de estos cinco estados es notorio: Chiapas, Guerrero, Quintana Roo, Oaxaca y Tabasco, en donde la 4T ganó la Presidencia con 71, 71, 73, 76 y 80%, respectivamente.

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    ¿Que el señor Alito hizo muy bien su chamba?

    En los dos estados de la República en los que todavía gobierna el PRI, Coahuila y Durango, la candidata de Morena ganó la contienda electoral con más de la mitad de los sufragios, con 53.7% y 58.4%, respectivamente. Habrá quizá quienes se pregunten qué hubiera sucedido si también hubiera habido comicios por gubernaturas en dichas entidades… El antes todopoderoso Revolucionario Institucional aportó sólo 5.7 millones de votos a Xóchitl Gálvez, es decir, el 35% de todos los que obtuvo la señora y menos del 10% de la votación total. Con todo, el señor que trabaja de presidente de lo que queda de ese instituto político obtuvo fuero, vía una representación plurinominal.

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    ¿Que el PRD de los Chuchos por fin llegó a su fin?

    De nuevo, de acuerdo con los cómputos distritales (99.8% de las actas computadas), el monstruo microscópico que era ya el partido del Sol Azteca aportó a la candidata de la derecha opositora únicamente 1.1 millones de votos, un 7% de los que alcanzó su alianza rosa. Es decir, el PRD no llegó al 2% de los sufragios totales.

    El PRD fue el partido que en la contienda por la Presidencia obtuvo menos votos. El Partido del Trabajo logró más del doble (3.8 millones), ya no digamos Movimiento Ciudadano que logró para Álvarez Maynes poco más de seis millones.  Por cierto, esto está raro: en Jalisco, en donde MC se declara triunfador en la contienda por la gobernatura y Morena reclama los resultados, la doctora Sheinbaum ganó la elección presidencial con el 44% de los votos, mientras que Álvarez Maynes, el gallo emecista, obtuvo apenas el 17%, para quedar incluso abajo que la candidata del PRIAN. En Nuevo León le fue un poco mejor al naranja, pero también quedó en último lugar con 18% de los votos.

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    Del total de votos para la doctora Claudia Sheinbaum, 76% fue guinda, esto es, de Morena. Del total de votos para la candidata del PRIANrd, 58% fue totalmente azul, panista. Ahora que desaparezca la alianza de derecha, el mermado Acción Nacional se hará todavía más enclenque.

    • @gcastroibarra