Chayo, luego existo

Luego de la visita de la Presidenta a Veracruz, la evidente acogida de la gente para ambas pudo advertirse, de nuevo, que los medios en la entidad no influyen en la población. Políticamente no existen.

Desde que la gobernadora Rocío Nahle García tomó posesión, los mismos que dieron rienda suelta a la guerra sucia en su contra, ahora exigen convenios de publicidad bajo presión.

La saña en tiempos de campaña contra la entonces candidata, sólo tuvo comparación con la del priista Pepe Yunes, quien, con su mediocridad a cuestas, exaltaba el ímpetu destructivo de un desesperado perdedor.

A pesar de que no había discurso o declaración, entrevista o mitin, donde no se le llamara a la gobernadora La Zacatecana, los veracruzanos votaron por ella en una aplastante mayoría. La guerra sucia debió afectar, probablemente, un 5 por ciento el voto de los frágiles partidarios de Morena, que decidieron ingenuamente. hacer caso a las especulaciones. De tal suerte que sin la influencia de la guerra sucia que sigue impune, la diferencia entre la ganadora y su más cercano competidor superaría los 30 puntos. El consenso electoral habla por sí mismo y crea una hegemonía sólida a 10 meses de gobierno

En la difusión de la guerra sucia estuvieron de acuerdo tanto medios como columnistas, reporteros y hasta fotógrafos.
Los empresarios también asistían a la pasada de charola de la campaña de Yunes, para ellos era una inversión, había promesas de obras sin licitación, privilegios y preferencias en todo lo que Yunes les prometía, por debajo de la mesa.

Una de las reuniones de cooperación se realizó en Álamo Temapache, precisamente donde asesinaron a la maestra Irma Hernández, luego de enviar un mensaje en video, a sus compañeros taxistas para que pagaran derecho de piso.

Los empresarios y los medios quieren revivir la guerra sucia contra Rocío Nahle, ahora ya no para hacerla perder elecciones sino para que otorgue convenios de publicidad y facilidades para empresarios acostumbrados a violar la ley.

Podríamos decir que Veracruz podría ser declarado el primer estado donde no son necesarios los periodistas por el simple hecho de no estar subsidiados por el gobierno estatal del que han vivido toda su vida.

La consigna pareciera ser que si no tienen convenios con el gobierno no existen, pero en la vida real tampoco son necesarios, la inutilidad de sus recomendaciones políticas, su inestabilidad informativa, su falta de profesionalismo, durante la campaña lo demuestran.

Esto no puede interpretarse como un ataque a la libertad de expresión, sino como reacción a una primera violación a dicha libertad que fue la difusión de la guerra sucia, cuyo contenido, muchos de los comunicadores que le dieron espacios sabían que era mentira.

Las presiones que ahora ejercen para seguir con la vieja práctica de pagar para hablar bien del gobierno, son tan agresivas como la misma guerra sucia. La ventaja de los veracruzanos es que saben las causas de las injurias que los medios quieren convertir en hechos consumados.

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