A FRANCESCA ALBANESE

Los buenos odios, esos que ennoblecen.
Mario Benedetti

Te escucho, Francesca, con admiración y desconsuelo. 

Afirmas que el número de muertes en Palestina puede ser diez veces mayor que las casi seis decenas de miles que arrojan las cifras oficiales. Tus palabras no son las de cualquier persona. Eres la relatora especial de las Naciones Unidas para los territorios palestinos. Dices que Israel “está tratando de despoblar forzosamente Palestina utilizando armas no convencionales. ¿Por qué? Esta es la última parte de la Franja que necesita quedar inhabitable antes de avanzar en la limpieza étnica de esa parte de Gaza […]. Israel es culpable de genocidio y la comunidad internacional es cómplice con su silencio”. Contigo, la ONU deja de ser el organismo inútil al que nos tiene acostumbrados. Una organización con buenas intenciones, pero con un poder de veto que la vuelve estéril, un florero, como decía nuestro entrañable viejón.

¿Cómo haremos, Francesca, para superar este terror en tiempo real? ¿Cómo sobreviviremos a las decenas de miles de personas asesinadas, más las centenas de millares que permanecen aún bajo las piedras? ¿Quién va a desenterrar a todos esos muertos que permanecen debajo de toneladas de escombros? ¿Quién va a reconstruir Gaza, la ciudad mediterránea de Palestina? ¿Quién puede dudar que esa otrora hermosa ciudad es ahora un camposanto?

***

Como tú, yo tampoco soporto un mundo así.

Déjame contarte: a los 15 años cambió mi visión del mundo: supe que Chile era un país hermano al que la derecha, los militares y el gobierno de Estados Unidos le atizaron un golpe de Estado. Supe que las palabras paz y justicia había que venerarlas. También conocí que la música puede ser también poesía: me lo dijeron Joan Manuel Serrat y Paco Ibáñez, Antonio Machado y Miguel Hernández… Pablo Neruda y Gabriel Celaya. Y que la poesía es “un arma cargada de futuro”.

Tres años después, cuando voté por primera vez, el priista José López Portillo, único candidato, derrotó al José López Portillo del PARM y al José López Portillo del PPS, y se alzó con la Presidencia de la República. Aunque no tenía rival, gastó millones en propaganda con el lema: “La solución somos todos”, que la picardía popular convirtió en “La corrupción somos todos”.

Yo en realidad voté por Valentín Campa, del ilegal Partido Comunista, quien, dicen, alcanzó un millón de votos. Así eran los tiempos pasados, que no siempre eran mejores. Y menos ahora que los gobiernos de la 4T le han dado un giro para bien al país. Pero ahora no estoy hablando de eso, sino de esa “democracia” de los años sesenta y setenta y de su partido hegemónico, esa “democracia” que entonces asesinaba estudiantes. Así la masacre del 68 y la del Jueves de Corpus, así la Guerra Sucia y todo lo demás.

***

La vida es así, valiente Francesca, y uno solo va encontrando la forma de superar la rabia, de soltar la presión de la olla exprés. Yo pude un día escupirle la cara, es un decir, a Felipe Calderón en pleno rostro de su presidencia robada. También, por eso, escribo.Così è la vita, Francesca. Gracias por tu congruencia.

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