La oposición está tan carente de líderes, candidatos, cuadros, militantes y programas que cualquier persona que se acerca a ellos o simplemente muestra descontento con el gobierno, los medios quieren convertirlo en el candidato ideal para competir por la Presidencia de la República para 2030.
Sin importar trayectoria, ni propósito, simplemente basta con estar contra el gobierno para ser un prospecto para competir contra el candidato de Morena por la silla presidencial. Lo cual se convierte en un problema grave para la democracia y atenta contra el sistema de partidos, de por sí con mala salud.
La oposición, que se queja constantemente de la inactividad del gobierno, ha dejado de hacer su trabajo por estar atenta en las tareas de la 4T que critica sistemáticamente. Si Morena les regalara la presidencia de la República, estarían en contra porque no se dan cuenta de lo que rechazan basta y sobra que provenga del gobierno para atacarlo.
En lugar de que la desesperación agudice su manera de pensar y actuar, ha convertido en ingenuos a los miembros de la oposición que no inspiran más que ternura ante la distancia que guardan de la realidad, no sólo del país sino de ellos mismos. Cualquiera de los miembros de la oposición, con un antecedente dentro el partido o de la legislación considera que pueden convencer a los mexicanos para que voten por él o ella en 2027 y, en 2030.
En un mundo electoral fantástico, donde ellos no son responsables de su derrota sino que gana el contrincante por ser abusivo, por realizar elecciones de Estado, por hacer fraude, por competir con acordeones, por violar las leyes electorales es posible vivir sin triunfos en las urnas sin ser reprendidos por nadie.
Ellos deberían ganar porque aseguran tener los mejores cuadros, cuando en realidad no es así.
Un ejemplo claro de esta ingenuidad que mueve a la conmiseración es el hijo del ex presidente priista Miguel de la Madrid, llamado Enrique de la Madrid Cordero, cree que los partidos están en función de él para promoverlo y se muestra en posición de elegir por cual compite para ser Presidente de México, pero, lo que es peor, considera que puede ser el vínculo para unir la oposición contra Morena, desde luego, teniéndolo a él como candidato.
En cada entrevista muestra su ignorancia supina sobre política. Nunca se preocupó De la Madrid junior por conocer el ejercicio político, pero algo peor, lo poco que sabía por ósmosis de ese oficio, de nada le sirve, porque tampoco se dio cuenta de que la política cambió radicalmente. Los errores cometidos por su padre forzaron cambios por las malas consecuencias de sus decisiones.
Por otra parte, los medios ávidos de tener algún personaje que, más o menos pueda balbucear en la política del país como posible candidato a algún puesto de elección popular, le abre las puertas y los espacios privilegiados en sus respectivas transmisiones y, lo que es peor, repite las entrevistas o declaraciones de esas personas que exponen su ignorancia y su desapego por la población, su distanciamiento de la realidad, y su carencia de ideas concretas.
De la Madrid es abogado, no político. Con su padre terminó la tradición de que el Presidente de la República debía ser licenciado en derecho, por las consecuencias de su pésima administración. Fue el último luego de una larga fila de militares y tinterillos que ocuparon ese cargo.
La urgencia de los medios por recuperar el subsidio que los gobierno les otorgaban a manos llenas, con dinero extraído de las instituciones de salud, –sin importar si se quedaban sin medicamentos los niños con cáncer—, ahora le tiran a todo lo que se mueve en el panorama opositor, haciendo el vacío de pensamiento político más profundo.
La oposición quiere recuperar sus privilegios a través de la política y los medios rescatar su subsidio con el golpeteo de los opositores. Pero nadie se toma en serio la responsabilidad de gobernar en favor de nadie, más que de sí mismos.
Como puede verse en este caso la ausencia de cuadros, en cualquier nivel, hace que los partidos opositores recojan cascajo del pasado y traten de elevarlos a la práctica política que desconocen.

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