Han pasado dos años desde que el Apartheid vivido en tierras palestinas se convirtió en genocidio; el estado ilegitimo de Israel encontró como un relato “legitimador” lo sucedido el 7 de octubre, creyeron que el mundo iba a quedarse callado e iba a repetir hasta el cansancio sus lemas añejos “Israel tiene derecho a defenderse” y “La critica al sionismo es antisemitismo”.
¿Lo cierto? Lo lograron por un largo periodo de tiempo, el mundo (en mayor medida las principales economías del globo y la ONU) guardó silencio y se limitó a ignorar las voces que en sus calles clamaban una condena, además del rompimiento de relaciones de sus países con el estado sionista.
Sin embargo, con el paso del tiempo, el recrudecimiento del genocidio, la información que le llegaba a los distintos pueblos y las protestas que se organizaban en las principales plazas públicas del mundo, los gobiernos y organizaciones supranacionales no tuvieron de otra que voltear a ver medio oriente.
Así, gracias a la presión popular se logró que países de importancia económica, la ONU y el propio gobierno de México reconocieran que lo sucedido en Palestina no es un conflicto ni una Guerra, por fin lo nombraron por su nombre: Genocidio. ´
Esto se logró a pesar de que el gobierno de Estados Unidos estuviera en contra y al mismo tiempo hizo explicito que dicha nación ya no es una potencia hegemónica. El mundo ya no se rige solo por sus posturas como pasó desde la caída de la Unión Soviética.
La frase de Noam Chomsky que afirmaba que hay dos superpotencias, el gobierno estadounidense y la inmensa mayoría de la opinión pública mundial, ya no es del todo cierta, no por la opinión pública, que demostró estar en uno de sus mejores momentos, sino en cuanto a la potencia imperial.
De esta forma, el mes pasado, Francia, Inglaterra y Canadá reconocieron a Palestina como Estado independiente, México (la presidenta en la mañanera del 22 de septiembre) nombró genocidio a lo que sucede y Netanyahu habló solo en la asamblea de las Naciones Unidas.
Aunado a esto, los pueblos del mundo aún no bajan los brazos; ante la lentitud y pesar de los distintos gobiernos, ahora están haciendo un corredor humanitario para dejar bienes en la franja de Gaza, sin importar lo que esto signifique para las vidas de los sujetos que están en cada barco de la Global Sumud Flotilla.
En el caso de México, bajo la dirección de la presidenta Claudia Sheinbaum y su concordancia incluso personal por la causa palestina, se han hecho avances claves y nos hemos sumado a las resoluciones que condenan la actuación del Estado israelí.

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