La oposición parece abandonar las críticas a lo importante y prefiere empezar desde cero en el proyecto de renovación que anuncian como si fuera a dar una sorpresa, quienes han sido previsibles toda su vida.
La exigencia de cortar cabezas, de renuncias de los funcionarios, de gritar hasta el paroxismo acusaciones falsas por vínculos con el crimen organizado, su obsesión por temas inmobiliarios donde ellos tienen una larga cola, ahora han preferido fijarse en lo intrascendente, el propio líder nacional del partido ha alzado la voz con energía exigiendo al gobierno del Estado México que explique en dónde están los 400 millones de pesos para el n en la zona metropolitana, ya que prevalecen las pésimas condiciones en las calles.
Son tantos los baches, que no es suficiente el tiempo y el dinero, esto es un cálculo elemental que debió tomar en cuenta Jorge Romero antes de reclamar eficacia al 100 por ciento.
Por otro lado, el Estado de México no es un desierto aislado, sobre su territorio también hubo lluvias torrenciales que impiden la labor de bacheo, lo cual implica retraso y suspensiones de obra hasta que las lluvias terminen.
Advirtió que si el gobierno no tapa los baches, debe pagar los daños de los vehículos dañados, como ya ocurre en algunos lugares, y que esta medida se homologue en todo el país, como sucede en la tierra de romero, Estados Unidos.
Los baches son un peligro en las inundaciones porque los tapa el agua y los daños son mayores, esto es también parte de la lógica elemental que pareciera estar ausente del pequeño cerebro del líder del cártel inmobiliario.
Ante la necesidad de tener lo insulso como insumo de su política, la seriedad que implica esta práctica siempre les quedó grande, reclaman lo absurdo al cuestionar la salida de Alejandro Encinas de la Secretaría de Planeación, Ordenamiento Territorial y Coordinación Metropolitana, a la OEA. Se preguntan cómo puede ir sin terminar su trabajo, en una oficina donde lo que sobra es asuntos pendientes.
La administración pública tiene un rezago muy grave porque anteriormente los funcionarios públicos no trabajaban. Los secretarios de Estado entraban a trabajar a las 11 de la mañana, luego de un desayuno con empresarios, quienes engrasaban la maquinaria de la corrupción. Salían a comer a las tres de la tarde y en la mayoría de los casos no regresaban a trabajar.
La labor del presidente era similar. Ahora es al contrario.
Hay varias fotografías de esos personajes de la frivolidad del pasado como López Portillo jugando tenis entre semana y en horas hábiles, con otros secretarios de estado, lo cual no sólo era visto como normal sino que lo celebraban los periodistas de la fuente política como una gracia y una gran virtud del que le pagaba los viajes y sus lujos a los reporteros.
De esto no se acuerdan los actuales lectores de noticias transformados en analistas políticos, por obra y gracias de esos mismos funcionarios públicos que utilizaron a la alta burocracia para enriquecerse haciendo nada, nada absolutamente.
Los partidos opositores sólo han reclamado trabajos inconclusos y supuestas irregularidades, poco se sabe de propuestas, iniciativas de ley, apoyo a los grupos vulnerables o ayuda a damnificados por las lluvias, fenómeno natural cuya responsabilidad adjudican a la 4T.

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