Sorpresivamente sorprende que haya quienes se sorprendan porque algunos se sorprenden de que la estoica comentocracia conserva, líderes de la autoproclamada sociedad civil apartidista, que al no ser de izquierdas ni de derechas se manifiesta claramente de derechas, y el grueso de la endeudada clase aspiracionista salieran a condenar la absolución de Israel Vallarta. Confiaba en el que nulamente filosófico cinismo de los conservas les daba la estatura suficiente para entender que aquellos que se sorprenden de haya quienes protesten por la liberación de Vallarta, son esos mismos personajes peligrosos, dañinos, ignorantes, anarquistas desahuciados, aplaudidores de la destrucción, apóstatas dogmáticos, que piensan que alguien debe ser libre por el sólo hecho de que no existan pruebas que demuestren los delitos que se le imputan ¡El horror!
El que Vallarta deba estar preso, incluso sin sentencia, con irregulares irregularidades o sin irregularidades irregulares, haiga sido como haiga sido, tiene que ver más con razones existencialistas que con minucias jurídicas. El caso Cassez-Vallarta, más que una novela criminal es una demostración filosófica de cómo la existencia precede a la esencia, de cómo los sujetos y las sociedades primero existen y luego se definen a sí mismos a través de sus acciones y elecciones, de la búsqueda de significado y la creación de valores en un mundo aparentemente sin sentido. Es en clave existencialista que se debe leer el espléndido montaje televisió realizado por Televisa y Loret de Mola, y dirigido por el siempre fenomenal Genaro García Luna, y no como una recreación para las cámaras que influyó indebidamente en la percepción pública y la identificación de Vallarta por parte de supuestas víctimas. El que Vallarta fuera detenido antes del operativo mediático —ideológicamente denostado como montaje— sin ser puesto de inmediato ante un juez, más que entenderlo como algo que hace ilegal la detención y las pruebas resultantes, debe entenderse como una búsqueda de significado y sentido. En fin, el que las pruebas estuvieran contaminadas y fueran contradictorias, el que las armas aseguradas no hubieran sido resguardadas correctamente, el que Vallarta fuera torturado antes de confesarse culpable, no son más que elementos de una construcción existencialista de la realidad, que —como tal— debe ser aplaudida y reconocida. Eso por no mencionar que las casi dos décadas que Israel Vallarta permaneció en prisión preventiva sin que se le dictara sentencia, han revivido aquello de sentir que es un soplo la vida, que veinte años no es nada.
Si Vallarta estuvo 20 años preso y fue liberado porque no existía prueba alguna de los delitos de los que se le acusaba, no es por la dilación extrema en procesos penales de alto perfil en México. Para nada. Si Vallarta estuvo 20 años preso y fue liberado porque no existía prueba alguna de los delitos de los que se le acusaba es porque el Estado Mexicano y sus representantes fallaron en la misión de construir la realidad de acuerdo a la realidad que el estado Mexicano y sus representantes quieren construir. Israel Vallarta no es el símbolo que representa mucho de lo que está mal en el sistema judicial mexicano. Israel Vallarta debe ser el símbolo del echaleganismo político, del haiga sido como haiga sido que haiga sido, del querer es poder cuando se detenta el poder que corrompe a las bestias, del culpable no es quien tiene la culpa sino quien resulta culpado. Vallarta debe ser un símbolo parecido a la Estela de Luz, al NAIM y a las aves que se pretendía reubicar para su construcción. La realidad será como nuestros siempre sabios dirigentes determinen, o no será.
Entrados en gastos
Para nuestra fortuna, Israel Vallarta no es un caso aislado, en el país hay más de 2,000 personas en prisión preventiva desde hace más de diez años sin haber recibido sentencia, más de 2,000 personas que dan fe de que la Constitución ha sido, es y será letra muerta, más de 2,000 personas que se encuentran en prisión preventiva excediendo un tiempo superior a dos años sin que se haya pronunciado sentencia, y sin ser puestos en libertad de inmediato. Para nuestra fortuna, la realidad es maleable en las manos de quienes pueden detenerte y te señalarte, y el uso de la prisión preventiva, lejos de limitarse, se ha extendido entre los gobiernos de derecha y los gobiernos de derecha que se dicen de izquierda.
- Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.

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